La Municipalidad se advierte que darles monedas o comprarles cosas contribuye a “perpetuar” el flagelo.
Por Damián Vallejos / dvallejos@lanueva.com
Gonzalo tiene 5 años y 3 hermanitos. Son 4 chicos que no juegan y que trabajan en la calle, dicen, para poder comer. Ellos son una pequeña parte de la pintura que puede verse cada tarde-noche en los bares, restaurantes y calles bahienses donde al menos 48 pequeños piden monedas y sufren la vulneración de sus derechos.
“Algunas personas ni los miran. Lo primero que hay que hacer es tratarlos como personas y seres humanos, es decir, darles una devolución humana a lo que ellos piden”, explica la subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, Lucía Martínez Zara, quien asegura que mucha gente cree que los ayuda al darles monedas o comprarles algo pero, en realidad, contribuyen a que el trabajo infantil sea muy difícil de erradicar.
Redondeando los números de la dependencia municipal que lucha contra el flagelo, los bahienses aportan más de 100.000 pesos mensuales a este “mercado”. Es que los niños de 1 año a 10, que en su mayoría mendigan o venden de manera ambulante, recaudan entre 60 y 80 pesos por día. Algunos, generalmente de 16 a 18, llegan a contar 200.
“Uno por pensar que está ayudando lo que hace es perpetuar al chico en la calle. Esto es como lo de 'sin clientes no hay trata'...”, sugiere Martínez Zara, quien expresa que uno de los problemas más difíciles de afrontar es el de las familias con una clara tendencia cultural a este tipo de acciones.
“En los más chicos hay un determinante muy fuerte. Para muchos, que el chico trabaje es parte del proceso de socialización y de su cultura. Así como nosotros entendemos que el niño tiene que estar en la escuela jugando, ellos piensan que tiene que salir a la calle a trabajar”, lamenta.
En cuanto a los adolescentes, el tema es más dinámico. La funcionaria admite que tienen dificultades para incluirlos en los dispositivos de Niñez y que en varias oportunidades hay problemas de adicciones. Ahí, afirma, se articula con el centro destinado al flagelo de la droga y se inicia “un plus de acciones” entre escuelas, unidades sanitarias y otras instituciones.
“Ahí se toma cada situación como particular. Para nosotros que un chico salga de la calle es sumamente valioso”, sostiene.
“No es que decimos 'no a la moneda' y nada listo”. Martínez Zara afirma que al realizar un abordaje, se verifica que el chico no salga para poder subsistir.
“Si es así, está el sistema de ayudas sociales. Muchas familias tienen trabajos temporarios o changas”, explica.
Qué hacer
“Llamar al 911 y no desesperarse”, responde la titular de Niñez y agrega que hay personas que se enojan porque los especialistas de la Subsecretaría no llegan rápido. “No somos una ambulancia”, explica.
Para luchar contra el problema, Martínez Zara pide compromiso.
“Está bueno que aporten datos acerca del lugar en el que lo vieron y hacia dónde se pudo haber ido”, sostiene y agrega: “El operador de calle va, obviamente sin identificación para no estigmatizar al chico, y establece un vínculo de confianza para luego llegar a la familia”.
Trabajo desde el Estado
En red para prevenirlo y erradicarlo
Mientras la comuna trabaja junto a otras instituciones para sacar a los chicos de la calle, y en algunos casos lo logra, otros nuevos ingresan al sistema.
En la frialdad de los números, el promedio de 50 niños se mantuvo --salvo alguna variación pequeña-- a lo largo de los últimos 5 años.
Martínez Zara asegura que desde la conformación de una mesa local de trabajo infantil, se pudo dar una mirada y rápida acción integral a la problemática.
Además de las tareas que realiza desde hace más de 28 años la institución Sueños de Barrilete en la ciudad, en 2012 se formó una mesa que se dividió en 4 comisiones con temáticas clave: educación, protocolo, capacitación, y responsabilidades sociales y empresariales.
“El jardín o la escuela son lugares importantes para detectar la vulneración a través de nuestros supervisores pedagógicos. Se arma además un protocolo y capacitaciones para que sepan cómo actuar para prevenir en las diferentes ONG y sociedades de fomento”, explica la subsecretaria municipal.
“Cuando profundizás la articulación con otros actores la respuesta tiene una potencia increíble y la mirada es más rica”, valora.
La comuna aglomera también a 750 niños en jardines municipales.
“Se les da herramientas únicas e irrepetibles a los chicos que no se les pueden dar nunca más en la vida”, afirma.
Trabajo doméstico, el enemigo más desconocido
En casa. Es difícil de detectar debido a que se desarrolla en ambientes privados. Un ejemplo repetitivo es el del chico que regularmente queda a cargo de sus hermanos pequeños y les prepara hasta la comida, explica la titular de Niñez.
Relevados. En Bahía Blanca, según datos oficiales, realizan trabajo infantil 16 chicos de entre 1 y 10 años (en su mayoría mendicidad y venta ambulante); 26 de entre 11 a 15 años; y 6 de 16 a 18 (generalmente limpiavidrios).
Modalidades. El informe observó que el 46% se dedica a la mendicidad, el 29% es limpiavidrios y el 25%, vendedores ambulantes. “Notamos una baja de limpiavidrios pero una suba en mendicidad”, dice la funcionaria.
Gran impacto
Derechos vulnerados
Daños graves. Los chicos que trabajan no pueden ejercer plenamente sus derechos porque tienen dificultades para ir o permanecer en la escuela, sufren daños en su salud, y tienen limitadas sus posibilidades de jugar y descansar en los lugares apropiados.
Autoestima. Además, se exponen a espacios y situaciones de constante riesgo, pierden su autoestima y afrontan conflictos de adaptación social y traumas.
246 millones de chicos trabajan en todo el mundo, de los cuales 20 millones viven en Latinoamérica, un millón en la Argentina y poco más de 400 mil en la provincia de Buenos Aires, según datos de entidades humanitarias que abordan el tema.