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domingo, 10 de junio de 2018

La crisis hace emerger mercados en negro en Bahía Blanca

Por la crisis, crecen los mercados en negro en Bahía

La Nueva

Indumentaria, gastronomía y transporte son algunos de los rubros afectados, Representantes de entidades formales plantean sus quejas. Y, también, hay otras historias.





“Esta semana hubo una reunión en la Cámara de Comercio como hacía mucho tiempo no teníamos, pensando en cómo vamos a sobrellevar estos 3 o 4 meses que vienen, porque creemos que va a haber una mortandad importante de negocios”. La frase, contundente, pertenece al titular de esa entidad en Bahía Blanca, Martín Garmendia.

“Se combinan problemas: altas tasas de interés, fuertes aumentos en los servicios, subas en alquileres, menor capacidad de compra de la gente y, a eso, le sumamos los emprendimientos comerciales de quienes no tienen estos costos”, dijo.

Indumentaria, zapatería e incluso bijouterie o comidas vía delivery forman parte de los rubros que más crecieron en el mercado en negro.



El fenómeno, como en otros sectores, es una flecha de dos puntas. Por un lado, quienes intentan encontrar un rebusque en la venta diaria; por el otro, el cliente que cuida su bolsillo y va detrás de los mejores precios, sin preocuparse por la informalidad.

“Hay que decir con todas las letras que esto es una crisis. No sé si igual, mejor o peor que 2001, pero lo es. Y ahora se agregan las redes sociales. Cualquiera escribe que necesita un taxi trucho y tiene 10 ofertas en 20 minutos”, graficó Garmendia.

También apuntó contra el incremento de la venta ambulante. Algunos se encuentran regulados desde hace varios años, pero la Cámara nota un desborde.

“Esta semana, al pie del monumento a Rivadavia había una persona vendiendo ropa. Uno ve muchos más vendedores ambulantes y, en algunos casos, venden productos similares a los negocios con todo en regla, a un precio menor porque no tienen nuestros costos”, mencionó.




“La Municipalidad debe tomar medidas, hay ambulantes que vienen a esta ciudad porque creen que acá no se hacen cumplir las normas”.

Para el dirigente, lo que ocurre es esperable.

“No los justifico para nada, ¿pero cómo hace esa gente sin trabajo para comer y dar de comer a su familia? Aquel que se quedó sin trabajo y es honesto, en el sentido de que no va a agarrar un revólver para salir a robar, seguramente pensará en este tipo de salidas”.


Garmendia también apuntó contra la moda de los showrooms. Por ejemplo, gente que trae ropa de La Salada o en algunos extremos desde países limítrofes o Miami, y vende en sus casas.

“Ese es uno de los temas más complejos porque un inspector no puede meterse en una vivienda particular, tampoco la policía sin orden de allanamiento”, comentó.

Sí lograron, afirmó, que estas actividades no se realicen en clubes.

“No pueden hacer un showroom con el argumento de que están juntando fondos para solventar tal o cual disciplina”, dijo.

Y cerró: “Si bien no pasa en Bahía, en muchas ciudades ya se está liquidando indumentaria de invierno, pese a que todavía no empezó el invierno. El comerciante prefiere el dinero y no entrar en una rueda de conflictos financieros”.

En los panificados


La elevada informalidad local en el sector de panificados, apuntalada en parte por los elevados niveles de pobreza y marginalidad presentes en la ciudad, es un serio perjuicio para la industria panadera de Bahía Blanca.

Así lo dio a conocer Lisandro Melinsky, miembro del Centro de Industriales Panaderos de Bahía Blanca y Comarcal Sur.



“Siempre ha habido gente que cocina tortas para festejos o para postres en sus casas, pero eso no es lo preocupante desde nuestro punto de vista. Lo que percibimos en este último tiempo es la aparición de fábricas clandestinas que producen pan y facturas a mediana y gran escala”.

En tiempos de bolsillos ajustados, proliferan en la ciudad y en el resto del país verdaderas “industrias” dedicadas a la fabricación y hasta venta mayorista de productos panificados que carecen de los mínimos requisitos legales e impositivos para poder funcionar, lo que les permite ofrecer el pan a costos muy por debajo de los que deben afrontar quienes tienen todo en regla.

“Detectamos panaderías habilitadas o que en su momento estuvieron habilitadas, en su mayor cantidad periféricas, y no pagan ningún impuesto y tienen a sus empleados en negro. De ese modo reducen considerablemente los costos y venden los productos más baratos. Y también tenemos los clandestinos, que son aquellos que adquieren las máquinas necesarias y las montan en un garaje o en un galpón de sus propias casas. En lo personal, me pasó con ex empleados, que crearon una panadería en sus casas y pasaron a ser competidores míos”, agregó Melinsky.

Y amplió: “En el Centro Industrial de Panaderos estimamos que alrededor del 40 por ciento del pan que se vende en los comercios de la periferia de nuestra ciudad proviene de la clandestinidad, lo cual afecta seriamente al sector que trabaja como corresponde”.

“El escenario es complejo, porque estas industrias se ubican en barrios periféricos, donde se concentra la gente que sufre más necesidades y tiene un elevado consumo de pan por familia. Así, les venden el producto a un precio menor, pero no cumplen con las exigencias mínimas de salubridad, y mucho menos las exigencias en materia laboral e impositiva”.

El kilo de pan, en una panadería formal, oscila entre los 47 y 60 pesos. Y en las despensas, aún revendiendo, está entre 35 y 40.

“Eso marca que están comprando y revendiendo a mucho menor costo del que tenemos los panaderos inscriptos. Es imposible competir, porque nosotros ya no tenemos más margen de reducción de costos”.

Para Melinsky, combatir esta informalidad es muy complicada y por ello, en su opinión, es primordial la concientización.

“Hicimos una campaña denominada el “Pan Pirata”, alertando sobre los riesgos de comprar y consumir esos productos, porque en los lugares que se hacen no se tienen en cuenta la limpieza ni las reglas de la manipulación de alimentos. Nosotros apuntamos a que todas las despensas o almacenes exhiban una credencial habilitante de sus proveedores, para que así también puedan ser inspeccionados y se pueda comprobar dónde adquirieron esos productos”.

“Si a la gente que trabaja en blanco le dieran los números, seguramente no se pasarían al negro. Allí es dónde se perciben los efectos de estas crisis económicas”, cerró Melinsky.

En la alimentación


El doctor Mario Jouglard, ex presidente del Colegio de Veterinarios de la provincia de Buenos Aires, Distrito VII, y titular del Departamento de Bromatología de la Municipalidad, reconoció un crecimiento en la venta de productos alimenticios por vías no tradicionales.



“No tenemos comprobado que proliferen las carnicerías o rotiserías clandestinas, pero estamos percibiendo un aumento considerable de la venta de productos por redes sociales, que son prácticamente imposibles de combatir. Hay mucha oferta de Facebook e Instragram sobre todo”, puntualizó. Jouglard se refirió a los peligros que conlleva consumir estos alimentos.

“La venta de mercadería sin control trae aparejados riesgos sanitarios. Generalmente quienes lo producen no tienen cursos de manipulación de alimentos ni los cuidados de limpieza necesarios”.

Agregó: “Sin ir más lejos, todos los brotes de triquinosis se generan por venta de chacinados y carnes de cerdo sin control. La venta por redes sociales masifica la cuestión, porque la oferta llega prácticamente a todos los hogares”.

“No se pueden llevar estadísticas oficiales porque generalmente no se denuncian los casos de intoxicación, ya que la gente que adquiere vía redes sociales sabe de los riesgos de comprar productos caseros y, pese a ello, igual los adquiere. A veces, ni siquiera asocian una cosa con la otra”.

En el transporte


Uno de los rubros que más siente el impacto del crecimiento de la informalidad en el transporte son los taxistas y remiseros.

“Por la cantidad de taxis truchos e ilegales se está poniendo en riesgo la fuente laboral de 1.500 bahienses”, dijo el titular del Centro de Propietarios de Taxis, Roberto De Barrenechea.

Según el referente de los taxistas el problema se arrastra desde el año 2000 y se sigue agravando con el paso de los sucesivos gobierno municipales.

“Ahora estamos en un punto donde analizamos cortar la ciudad para poner en evidencia lo que está pasando, porque no hay controles ni nadie que pueda para a los taxis ilegales”, se quejó.

También dijo que la diferencia con años anteriores es que la falta de empleo se hace cada vez más evidente y que eso genera una crisis más notoria en el sector. Al mismo tiempo recordó que el año pasado se aprobó una nueva ordenanza que surgió tras un acuerdo entre rivalidades históricas como los taxistas y remiseros.

“Se hizo con el objetivo de combatir a los ilegales, pero la realidad es que al no estar reglamentada y la inacción del Municipio por la falta de controles callejeros no generó ningún efecto”.

Por último recordó que presentaron varias denuncias con patentes, fotos y números de teléfono de quienes trabajan como taxistas con autos particulares pero que muchos siguen trabajando sin que alguien de la comuna lo impida.

“A nosotros se nos exigen muchísimas cosas y no se nos protege de esta competencia desleal”, sostuvo.

Los taxistas ilegales no son más que desocupados que ponen sus autos particulares para convertirlos en un medio de transporte paralelo a los taxis o remises, pero a precios mucho más bajos. Eso los convierte atractivos para una gran cantidad de gente. Incluso hay padres que usan esos servicios para que sus hijos vayan a la escuela.

“Hay combis truchas y muchos taxi haciendo ese trabajo. Lo que hacemos quienes prestamos un servicio en regla es denunciar al Municipio”, contó Juan Cenci, dueño de una combi de un transporte escolar que funciona de manera legal.

Días atrás, representantes del Centro de Propietarios de Taxis y referentes de los remiseros fueron al Concejo Deliberante a pedir cambios en la ordenanza que regula ambas actividades. Entre las modificaciones que piden se incluye el ploteo de todos los autos. Y en el fondo explicaron que la lucha es contra los cientos de taxis y remises truchos que deambulan por la ciudad y que según dijeron “les roban el trabajo y son una competencia desleal”.

“Hay más taxis y remises truchos que legales en estas calles. Para controlarlos se necesitarían muchos más inspectores que los que tienen destinados para ese fin”, se quejó el referente de taxistas (legales) Roberto de Barrenechea.

Experiencias al margen de la formalidad


A través de las redes sociales, “La Nueva.” contactó a varias personas que se ganan la vida al margen del mercado laboral formal.

Aunque todos son conscientes de esa situación, esgrimen que la falta de trabajo, o bien la escasa remuneración que obtienen en ellos, los obliga a desarrollar esta labor.

Estos son los testimonios:

--Carla (28): “Viajo cada 15 días a La Salada para comprar ropa, que después revendo entre mis amigos o bien a gente que contacto vía redes sociales. Una vez me puse a sacar números y es imposible que gane la misma plata abriendo un negocio. Obviamente que corro riesgos, porque en éstas épocas es imposible vender al contado y todos piden cuotas. En ese caso, intento que la primera cuota cubra el valor que pagué yo la prenda para, al menos, no salir perdiendo si esa persona desaparece”.

--María Eugenia (42): “Yo tengo un trabajo formal, pero en mis tiempos libres preparo tortas para cumpleaños. Hice un curso de decoración y las cocino en mi casa. Obviamente que salen más baratas que en una panadería, pero tengo dos problemas: no las puedo hacer de un día para el otro y tampoco tengo la capacidad para hacer varias a la vez. De promedio, vendo dos o tres por fin de semana y eso me permite un ingreso extra”.

--Yamila (41): “Yo soy empleada y el sueldo no me alcanza. Entonces empecé a hacer viandas, que se las suelo vender a mis conocidos. Todo lo que vendo es cocinado y entregado en el momento para evitar correr riesgos con la cadena de frío. Busco productos en oferta para generar los menúes y, de esa manera, hacer un poco más de diferencia”.

--Rocío (32): “Me dedico a vender tecnología, que compro en el exterior. Hasta ahora nunca tuve problemas con la Aduana. Voy a Chile o a Miami. Generalmente traigo productos pequeños, como teléfonos de última generación o netbooks, y les hago una buena diferencia, porque aquí son mucho más caros. En uno de mis últimos viajes a Estados Unidos conocí a una chica que viaja para comprar ropa en los outlets y revenderlas, porque aquí son marcas de vanguardia”.

--Estela (50): “Yo trabajaba en una rotisería y cerró. Con mi marido decidimos invertir el dinero de la indemnización y un crédito que pedimos para comprar un poco de maquinaria. Y en el garaje de nuestra casa hacemos milanesas, hamburguesas y arrollados de pollo. Vía Facebook hicimos una clientela bastante grande, que nos permite sobrevivir”.

--Iris (35): “Me quedé sin trabajo y con mi marido, para sumar un poco más al sueldo de él, vamos al mayorista a comprar productos alimenticios que después separamos para armar una especie de canasta básica. Le ponemos fideos, arroz, aceite y esa clase de productos no perecedores y la ofrecemos por Facebook”.

--Laura (31): “Tengo dos hijos y desde febrero que estoy desocupada. Llevo a los hijos de mis amigas a la escuela, al club, a bailar los sábados a la noche o adonde me pidan. Gano unos 8.000 pesos mensuales y solo llevo conocidos”.

--Alberto (53): “Hace 3 años que se fundió la empresa en la que trabajaba y no consigo trabajo. Llevo jubilados a cobrar al banco, los espero y los vuelvo a dejar a salvo en sus casas”.

--Silvina (53): “Me dedico a vecinos de la periferia al hospital o al centro. Les cobro 17 pesos el kilómetro y vivo rogando que no se me rompa el auto para poder trabajar. Sé que lo que hago está fuera de la ley pero no me queda otra. Muchas madres prefieren dejar a sus hijas adolescentes en mis manos cuando vuelven de bailar a que las lleve un desconocido en un taxi”.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Trabajo infantil en Bahía Blanca


Trabajo infantil: casi 50 niños generan más de 100.000 pesos al mes en la ciudad

La Municipalidad se advierte que darles monedas o comprarles cosas contribuye a “perpetuar” el flagelo. 

Limpiavidrios, uno de los "oficios" más habituales, en especial entre los adolescentes. (Fotos: Pablo Presti-La Nueva.)
Por Damián Vallejos / dvallejos@lanueva.com
Gonzalo tiene 5 años y 3 hermanitos. Son 4 chicos que no juegan y que trabajan en la calle, dicen, para poder comer. Ellos son una pequeña parte de la pintura que puede verse cada tarde-noche en los bares, restaurantes y calles bahienses donde al menos 48 pequeños piden monedas y sufren la vulneración de sus derechos.
“Algunas personas ni los miran. Lo primero que hay que hacer es tratarlos como personas y seres humanos, es decir, darles una devolución humana a lo que ellos piden”, explica la subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, Lucía Martínez Zara, quien asegura que mucha gente cree que los ayuda al darles monedas o comprarles algo pero, en realidad, contribuyen a que el trabajo infantil sea muy difícil de erradicar.
Redondeando los números de la dependencia municipal que lucha contra el flagelo, los bahienses aportan más de 100.000 pesos mensuales a este “mercado”. Es que los niños de 1 año a 10, que en su mayoría mendigan o venden de manera ambulante, recaudan entre 60 y 80 pesos por día. Algunos, generalmente de 16 a 18, llegan a contar 200.
“Uno por pensar que está ayudando lo que hace es perpetuar al chico en la calle. Esto es como lo de 'sin clientes no hay trata'...”, sugiere Martínez Zara, quien expresa que uno de los problemas más difíciles de afrontar es el de las familias con una clara tendencia cultural a este tipo de acciones.
“En los más chicos hay un determinante muy fuerte. Para muchos, que el chico trabaje es parte del proceso de socialización y de su cultura. Así como nosotros entendemos que el niño tiene que estar en la escuela jugando, ellos piensan que tiene que salir a la calle a trabajar”, lamenta.
En cuanto a los adolescentes, el tema es más dinámico. La funcionaria admite que tienen dificultades para incluirlos en los dispositivos de Niñez y que en varias oportunidades hay problemas de adicciones. Ahí, afirma, se articula con el centro destinado al flagelo de la droga y se inicia “un plus de acciones” entre escuelas, unidades sanitarias y otras instituciones.
“Ahí se toma cada situación como particular. Para nosotros que un chico salga de la calle es sumamente valioso”, sostiene.
“No es que decimos 'no a la moneda' y nada listo”. Martínez Zara afirma que al realizar un abordaje, se verifica que el chico no salga para poder subsistir.
“Si es así, está el sistema de ayudas sociales. Muchas familias tienen trabajos temporarios o changas”, explica.
Qué hacer
“Llamar al 911 y no desesperarse”, responde la titular de Niñez y agrega que hay personas que se enojan porque los especialistas de la Subsecretaría no llegan rápido. “No somos una ambulancia”, explica.
Para luchar contra el problema, Martínez Zara pide compromiso.
“Está bueno que aporten datos acerca del lugar en el que lo vieron y hacia dónde se pudo haber ido”, sostiene y agrega: “El operador de calle va, obviamente sin identificación para no estigmatizar al chico, y establece un vínculo de confianza para luego llegar a la familia”.
Trabajo desde el Estado
En red para prevenirlo y erradicarlo
Mientras la comuna trabaja junto a otras instituciones para sacar a los chicos de la calle, y en algunos casos lo logra, otros nuevos ingresan al sistema.
En la frialdad de los números, el promedio de 50 niños se mantuvo --salvo alguna variación pequeña-- a lo largo de los últimos 5 años.
Martínez Zara asegura que desde la conformación de una mesa local de trabajo infantil, se pudo dar una mirada y rápida acción integral a la problemática.
Además de las tareas que realiza desde hace más de 28 años la institución Sueños de Barrilete en la ciudad, en 2012 se formó una mesa que se dividió en 4 comisiones con temáticas clave: educación, protocolo, capacitación, y responsabilidades sociales y empresariales.

“El jardín o la escuela son lugares importantes para detectar la vulneración a través de nuestros supervisores pedagógicos. Se arma además un protocolo y capacitaciones para que sepan cómo actuar para prevenir en las diferentes ONG y sociedades de fomento”, explica la subsecretaria municipal.
“Cuando profundizás la articulación con otros actores la respuesta tiene una potencia increíble y la mirada es más rica”, valora.
La comuna aglomera también a 750 niños en jardines municipales.
“Se les da herramientas únicas e irrepetibles a los chicos que no se les pueden dar nunca más en la vida”, afirma.
Trabajo doméstico, el enemigo más desconocido
En casa. Es difícil de detectar debido a que se desarrolla en ambientes privados. Un ejemplo repetitivo es el del chico que regularmente queda a cargo de sus hermanos pequeños y les prepara hasta la comida, explica la titular de Niñez.
Relevados. En Bahía Blanca, según datos oficiales, realizan trabajo infantil 16 chicos de entre 1 y 10 años (en su mayoría mendicidad y venta ambulante); 26 de entre 11 a 15 años; y 6 de 16 a 18 (generalmente limpiavidrios).
Modalidades. El informe observó que el 46% se dedica a la mendicidad, el 29% es limpiavidrios y el 25%, vendedores ambulantes. “Notamos una baja de limpiavidrios pero una suba en mendicidad”, dice la funcionaria.
Gran impacto
Derechos vulnerados
Daños graves. Los chicos que trabajan no pueden ejercer plenamente sus derechos porque tienen dificultades para ir o permanecer en la escuela, sufren daños en su salud, y tienen limitadas sus posibilidades de jugar y descansar en los lugares apropiados.
Autoestima. Además, se exponen a espacios y situaciones de constante riesgo, pierden su autoestima y afrontan conflictos de adaptación social y traumas.
246 millones de chicos trabajan en todo el mundo, de los cuales 20 millones viven en Latinoamérica, un millón en la Argentina y poco más de 400 mil en la provincia de Buenos Aires, según datos de entidades humanitarias que abordan el tema.

jueves, 1 de mayo de 2014

Una década para nada

El verdadero país que van a dejar
Por Jorge Lanata - Clarín




"Que vamos a dejarle (al próximo Gobierno) un país mejor, de eso no hay dudas”, dijo la Presidenta el lunes en un acto. “Ecos de una despedida”, calificó el editorialista de la Televisión Pública y Página/12 Luis Bruschtein. Los gobiernos se definen por lo que dejan, no hay nada más incontrastable. Frente a la herencia, el Relato se desmorona. Veamos punto por punto:

Deuda pública. En 2001, cuando Argentina entró en default, era de 144.500 millones de dólares. Al 30 de junio del año pasado había crecido a 196.143 millones de dólares.

Pobreza e indigencia. En el segundo semestre de 2003, según el INDEC, Encuesta Permanente de Hogares: 47,8% bajo la línea de pobreza; 20,5% bajo la línea de indigencia. Canasta Básica de diciembre de 2003: $ 231,61 para un adulto. Según el Observatorio Social de la CGT Azopardo, en 2014: 30,9% de la población bajo la línea de pobreza. Canasta Básica (según Graciela Bevacqua, directora desplazada del Area de Precios del INDEC) $ 7.353 para una familia tipo.

Inflación: según el INDEC en 2003: 10,9%. Según la CGT Azopardo, 34,96% fue la inflación en los últimos 12 meses. Según el INDEC “FMI”, a partir del recálculo oficial, la inflación de los tres primeros meses del año fue del 10%.

Precios. En 2003, un kilo de pan costaba $ 0,80, equivalente a US$ 0,26 (valor del mismo año). Un litro de leche $ 1,5, lo que representaba un valor en dólares 2003 de US$ 0,50. Hoy un kilo de pan de Precios Cuidados cuesta $ 18, equivalente a US$ 2,25 según la cotización oficial. Un litro de leche $ 10, equivalente a US$ 1,25.

Cotización del dólar. En diciembre de 2003, $ 2,96. En abril de 2014: 7,93 el dólar oficial, 10,75 el blue.

Salario mínimo, vital y móvil. En diciembre de 2003, $ 300; en enero de 2014, $ 3.300.

Coeficiente Gini. Es el que se usa para medir la desigualdad de los ingresos, un número entre 0 y 1 donde 0 significa perfecta igualdad y 1 perfecta desigualdad. El Gini calculado sobre el ingreso per capita familiar en 2012 es del 0,448. Entre el primer trimestre de 2004 y el último de 2010 el Gini cayó un 11%. En ese mismo lapso, el PBI creció casi 74%, pero evidentemente no modificó la desigualdad.

Empleo. Desocupación en mayo de 2003 según INDEC: 15,6%. Según la CGT Azopardo, la tasa real de desocupación en 2013 es del 18,2%.

Trabajo en negro. Según el INDEC, el índice de trabajadores en situación informal se ubica en el 34,5%. Según datos oficiales, en 2004 los trabajadores en negro eran 4.730.000; nueve años después y tras un crecimiento económico inusitado, son 4.300.000 personas.

Desnutrición. Según el CESNI, que colabora con la Organización Mundial de la Salud, el 50% de los chicos de todo el país de entre seis meses y dos años padecen anemia por falta de hierro, culpa de la mala alimentación. Según Abel Albino, creador de la Fundación CONIN: “No hay estadísticas acerca de los niveles de desnutrición de los niños. La desnutrición es el estado final del subdesarrollo. La mortalidad infantil es un indicador indirecto: estamos de 12 a 15 por mil. Va desde el 4,8 en Tierra del Fuego al 20 por mil en Formosa. De acuerdo al Barómetro de la Deuda Social de la UCA, la inseguridad alimentaria en Argentina es del 11,7%, por lo que cuatro millones y medio de argentinos experimentaron en el último año una reducción en su porción de alimentos o algún evento de hambre por razones económicas.

Energía. Reservas comprobadas de petróleo en miles de metros cúbicos en 2003, 448,0 Mm3; en 2012, 374,28 Mm3 (una caída del 16%). Reservas comprobadas de gas natural: en 2003, 664,0 Mm3; en 2012, 315,508 Mm3 (caída del 52%). (Datos tomados del libro “La Política energética como política de Estado”, de Apud, Araiz, Devoto, Echarte, Guadagni, Lapeña, Montamat y Olocco).

Subsidios. En 2003 el transporte se llevó 1.279,5 millones y el sector energético 456,3 millones. En 2013 el transporte se llevó 32.265,5 millones y el sector energético 81.405 millones.

Inseguridad. En 2003, según datos oficiales del Ministerio de Justicia, hubo un total de 192.412 delitos denunciados. En 2013, según estadísticas de la Procuración General de la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires, se presentaron 723.238 denuncias penales.

Educación. En 2003, el 3,64% del Presupuesto estaba destinado a educación. Hoy se destina el 6,5% del PBI. Pero el nivel académico no tuvo mejoras, sino todo lo contrario: según las pruebas PISA de 2012, Argentina quedó en el puesto 59 entre 65 países, detrás de Chile, México, Uruguay, Costa Rica y Brasil. También aumentó la deserción en el secundario (es cercana al 50%) y la matrícula de la escuela privada en detrimento de la pública.

Universidades nuevas. El Gobierno impulsó, entre 2007 y 2009, la creación de nueve universidades nacionales, de las cuales cinco fueron radicadas en el Conurbano: José C. Paz, Moreno, Avellaneda, Arturo Jauretche (Florencio Varela) y del Oeste (Merlo).

O Cristina es daltónica y confunde el rojo con el verde, o debería revisar su balance.

Investigación: J.L. / María Eugenia Duffard / Amelia Cole

jueves, 16 de enero de 2014

Cuando se pone el título de becario a cualquier trabajador precario

El Robin Hood del becario

Francisco Ferreira, un joven portugués que se había quedado en paro, crea una web exitosa en la que denuncia las miserables condiciones laborales de los licenciados de su generación


 


Francisco Ferreira, en el centro de Oporto. 

Francisco Ferreira, un licenciado en Comunicación y Publicidad de 30 años de Oporto se quedó en paro en diciembre. Comenzó entonces a rastrear los anuncios de trabajo por Internet y a facturar currículos y cartas de presentación a cientos de ellos. En Portugal, el paro escala por encima del 17%, una cifra jamás alcanzada en el país, así que Ferreira no se limitó a las convocatorias relacionadas con su profesión. Con sorpresa comprobó que nadie le respondía. Nadie. Ferreira supuso que era demasiado mayor para ser becario, demasiado universitario para algunos trabajos y demasiado reivindicativo para los tiempos que corren.
Descubrió que el mercado laboral portugués, a juzgar por muchos de los anuncios que encontraba, rayaba a veces la pura miseria, lleno de becarios obligados a trabajar meses enteros sin sueldo o empleadores que pedían a sus trabajadores que se hicieran autónomos (y que se pagaran el coche, el ordenador y el teléfono) para luego obligarlos a hacer turnos de más de ocho horas de oficina. También que existía una especie de mercado paralelo al de los anuncios de trabajo: que bastaba que él enviara un currículo a una empresa (teóricamente) interesada en sus conocimientos y aptitudes para que, pasadas unas horas, comenzara a recibir en su correo electrónico tal cantidad de publicidad engañosa que le hizo sospechar que muchos de esos anuncios no eran sino estrategias de bases de datos para recaudar información.
Algo harto y rodeado de amigos también hartos, con mucho tiempo libre (aún andaba en el paro) y crecientemente indignado, concibió un blog precario y muy rudimentario en el que comenzó a denunciar esos anuncios que ofrecían trabajos directamente ilegales y apeló a otras personas a que le enviaran testimonios de esta moderna explotación laboral que consiste, sobre todo, en ponerle el título de becario a todo el que no cobra un sueldo digno.
Pronto el blog creció hasta transformarse en una web con más de 12.000 seguidores en Facebook. Se denomina Ganhem Vergonha, algo así como “avergüéncense”, y subtitulada “plataforma de denuncia de empleadores sin vergüenza”. Un vistazo a la página permite localizar algunas de las perlas con las que se encuentra Ferreira cada vez que escruta el mercado laboral. Por ejemplo, una tienda de un centro comercial de Oporto que solicita “una becaria no remunerada con incorporación inmediata”. O una empresa que busca ingenieros (con menos de cinco años de experiencia) dispuestos a trabajar como becarios, durante cuatro meses, sin cobrar un euro. Al comentar lo de los cinco años, Ferreira se pregunta: “¿Cuánto tiempo tiene uno que trabajar para dejar de ser becario?”.
La página comenzó a ganar lectores, adeptos y denuncias. El correo electrónico se llenó de testimonios que Ferreira (todavía en el paro) se lanzaba a investigar. Porque desde el principio se obligó a no colgar ninguna denuncia que no hubiera sido comprobada. Y a las denuncias les siguieron las amenazas: “Ya he recibido por lo menos cuatro llamadas de abogados de cuatro empresas que aseguran que me van a llevar a los tribunales. Naturalmente, ninguno lo ha hecho”.

Hubo un caso paradigmático: una empresa de diseño creativo de Oporto que empleaba a becarios (sin pagarles nada, por supuesto) durante más de cuatro meses, a razón de más de ocho horas al día, fines de semana incluidos y, encima, con un ambiente de trabajo que, según supo Ferreira tras hablar con cinco testigos, rayaba el acoso laboral. “Además, si los llamados becarios hacían un diseño de algo que rindiera beneficios, estos, por supuesto, iban a parar a la empresa”. El caso llegó hasta la televisión pública portuguesa, la RTP, que se basó en el trabajo de Ganhem Vergonha para denunciar a la empresa en cuestión.
La página ganó aún más adhesiones, registró aún más denuncias y salió del anonimato. Pero Ferreira, al principio, se escondió detrás de un colectivo ficticio: “Pensaba que si decía en la televisión o en los medios que era yo solo el que había montado todo, no me tomarían en serio. Así que contaba que éramos una agrupación de jóvenes y que yo era solo el representante”.
Asegura que, pese a todo, solo ha denunciado el 10% de los casos que le llegan. “La inmensa mayoría no tienen pruebas, y yo carezco de medios y de tiempo para investigar”, dice, sonriendo, encogiéndose de hombros. Porque, mientras su web crecía y le llovían los mensajes (“ahora tengo decenas sin leer del otro día”), Ferreira encontró trabajo en una agencia de publicidad y ya no dispone de tantas horas para ocuparse de las condiciones laborales de los otros. Confiesa que le encantaría, porque hay sectores jugosos en los que casi ni ha pisado: “En el del Derecho, por ejemplo, donde también recibo denuncias de muchos becarios que trabajan sin recibir un euro”. Trató de que su página web rindiera algún beneficio, pero las donaciones se atascaron en los 130 euros.

Con todo, aprovecha cualquier ocasión para seguir denunciando: “Hay una empresa que pide secretarias o administrativas, y luego, cuando llegas, te da un producto y te manda a que vayas puerta a puerta a vender. Te pasas todo el día así. Después, cuando vuelves, te dicen que de secretaria no hay nada, pero sí de vendedor”. También conoce otra empresa, compuesta por siete trabajadores, en la que solo cobra el jefe, esto es, el “emprendedor”, dado que los otros siete son solo becarios sin derecho a sueldo. “Uno de los becarios es responsable organizador de los otros”, cuenta.
Obsesionado desde sus tiempos de buscador de empleo con los anuncios trampa, ha organizado en Internet una recogida de firmas a fin de que todos los que se publican incluyan el nombre de la empresa y el sueldo que está dispuesta a pagar.
Y mientras algún avispado director le contrata para un periódico combativo, reflexiona sobre los efectos perversos de la crisis en Portugal y en su generación de buscadores de empleos mínimos: “Determinados trabajos cada vez están más restringidos a una élite: no solo porque han podido ir a la universidad, cada vez más cara, sino porque han podido estar un año o más de becarios de lujo, sin cobrar, y contra eso hay que luchar…”.

El País