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jueves, 27 de junio de 2013

Cuenta corriente argentina a la moda: Color rojo

El rojo en cuenta corriente fue el más alto desde la convertibilidad

El déficit en el primer trimestre fue de 2380 millones de dólares y se explica en gran parte por las mayores importaciones de energía y el desequilibrio en el turismo


"La Argentina es uno de los pocos países que tienen equilibrio o ligero superávit en cuenta corriente, y ésa es la fortaleza de este modelo y eso es lo que garantiza que no falten dólares y que no van a faltar dólares", dijo Mercedes Marcó del Pont semanas atrás, cuando el equipo económico defendía ante el Senado el proyecto de blanqueo de capitales. Según los resultados del balance de pagos que presentó ayer el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), a la presidenta del Banco Central (BCRA) le va a resultar difícil mantener ese argumento.
Según el Indec, en el primer trimestre del año la Argentina registró un déficit de 2380 millones de dólares en la cuenta corriente, un rojo casi dos veces mayor que en el mismo período del año pasado (US$ 1213 millones). El aumento del déficit se explica no sólo por el deterioro de la balanza comercial (o de mercancías) -provocado, en buena parte, por las crecientes importaciones de combustibles-, sino también por el resultado negativo en la cuenta de servicios, donde el sector turístico tiene un peso importante.
"El déficit en la cuenta corriente en el primer trimestre del año fue el mayor desde la salida de la convertibilidad", dijo el economista jefe de la consultora Ecolatina, Lorenzo Sigaut Gravina. Y añadió que también en la cuenta de servicios (uno de los principales componentes de la cuenta corriente, junto con la cuenta de mercancías y la de rentas de la inversión) el déficit alcanzó niveles récord.
De hecho, el deterioro de la cuenta corriente responde a diversos motivos. Uno de ellos es la fuerte caída en el superávit de mercancías, que pasó de US$ 3143 millones en el primer trimestre de 2012 a 2006 millones en igual período de este año. Esta baja es resultado, principalmente, del aumento en las importaciones de combustibles (57% interanual en el acumulado hasta marzo), pero también, como explicó Sigaut Gravina, de la baja en algunas exportaciones, como las de trigo.
En el segundo trimestre se liquida la mayor parte de las exportaciones de la cosecha gruesa del agro y eso permitiría que la cuenta corriente muestre mejores resultados en el próximo informe (de hecho, en mayo la baja en el superávit comercial fue mucho menor que en los meses previos). Sin embargo, para Soledad Pérez Duhalde, coordinadora de Análisis Económico de abeceb.com, se trataría de una recuperación "estacional".
La analista también destacó el deterioro en la cuenta de servicios, cuyo déficit pasó de US$ 1084 millones a US$ 1575 millones. En esa cuenta, según Pérez Duhalde, tiene un fuerte impacto el desempeño del sector turístico. Es decir, esa cuenta refleja la mayor salida de dólares por los viajes de los argentinos al exterior (donde gastan dinero o extraen dólares en cajeros automáticos) y la menor entrada de divisas por la caída en el turismo receptivo, según muestra el propio Indec.
El cepo cambiario y la consecuente brecha entre la cotización del dólar en el mercado oficial y en el paralelo también juegan en contra de las cuentas externas de la Argentina, ya que, como mencionó Sigaut Gravina, las divisas que los turistas extranjeros cambian en el mercado informal no ingresan en el sistema financiero y, por tanto, no se contabilizan en el balance de pagos.
Los analistas también resaltaron un dato de la cuenta de capital y financiera (cuyo superávit pasó de US$ 1075 millones a 1263 millones): en el primer trimestre del año el endeudamiento externo neto de los gobiernos locales (es decir, la diferencia entre nuevos desembolsos y amortizaciones) fue de apenas US$ 28 millones, 94% menos que en el mismo período del año anterior.
"Eso muestra que los gobiernos locales tienen dificultades para endeudarse en el exterior", dijo Sigaut Gravina. Pérez Duhalde, en tanto, señaló que el cepo cambiario consiguió detener la fuga de capitales y limitar el giro de utilidades al exterior, pero, a la vez, paró la entrada de divisas por otras vías, como endeudamiento externo o turismo.
Los malos resultados de los distintos componentes del balance de pagos se reflejaron en la evolución de las reservas del BCRA, que en el primer trimestre del año cayeron en 2844 millones de dólares.



lunes, 11 de febrero de 2013

El costo de la política energética en Argentina


Dependencia

Cada vez se importa más gas, y más caro

En 2012 el país desembolsó US$ 4700 millones



Desde hace décadas, el gas natural es la estrella del sector energético argentino. Explica más de un 50% de las necesidades de abastecimiento del país, tiene una participación récord a nivel mundial en su utilización vehicular y aquí cuenta con un altísimo desarrollo tecnológico.
Pero de la mano del crecimiento del consumo y la caída en la oferta local (menor inversión y menor producción) durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, sumó dos nuevas características: es un recurso que se importa en volúmenes crecientes y a un precio cada vez más caro.
Así lo demuestran los números oficiales. Según los últimos datos de la Secretaría de Energía, que conduce Daniel Cameron, el año pasado el país importó gas por 4697,8 millones de dólares.
El número es enorme por donde se lo mire: representa casi un 7% de las compras totales al exterior que hizo el país en 2012, un ítem que moviliza al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a aplicar todo tipo de medidas para frenar el ingreso de productos importados. Y también equivale al 37% del saldo comercial de 2012, el indicador de la macroeconomía que el Gobierno mira para saber de cuántos dólares dispondrá y hasta qué punto debe insistir en el cepo cambiario.
Las importaciones de gas encierran otro récord para las cuentas públicas: de un año al otro se llevaron un 60 por ciento más de divisas, medidas en dólares.
 
Las estadísticas oficiales también revelan el encarecimiento de ese recurso. Debido al incremento de los valores a lo largo de todo 2012, el país pagó un precio un 15 por ciento más alto que el promedio que había desembolsado durante el último año.
Siempre desde la mirada de las cuentas públicas, el incremento en la importación encierra al menos una buena noticia: aunque hubo que erogar más billetes para pagar el gas importado, se redujeron las importaciones de fuel oil, uno de los combustibles sustitutos, pero aún más caro, que se utiliza en las centrales termoeléctricas.
Es una de las consecuencias de que el país se esté convirtiendo, de a poco, en un importador más experimentado en lo que a combustibles se refiere.
"La producción de gas el año pasado siguió cayendo alrededor de un 3 por ciento, pero la demanda creció más de un 5 por ciento. Esto amplió la brecha, y por eso hubo que importar más, aun cuando la economía estuvo estancada. Los montos de importación podrían haber sido mayores si se hubieran importado los 80 barcos que estaban previstos (se compraron poco más de 50)", explica Daniel Montamat, ex secretario de Energía y ex presidente de YPF.
Por su parte, Juan Rosbaco, especialista del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), sostiene: "Es lógico que hayamos importado más. Todavía no se tomó ninguna medida trascendental como para fomentar la explotación gasífera. Vamos a ver qué ocurre con los últimos anuncios con respecto a mejores precios. Aún no se sabe cómo se implementará. Para salir de la situación en la que está el país hay que hacer mucho, y es temprano para que la nacionalización de YPF muestre efectos positivos", señaló el analista.
El ex secretario de Energía Jorge Lapeña tiene una visión más crítica: "La importación energética es cara y se hace mal. Se pagan grandes sobreprecios por falta de previsión estratégica. La Argentina será por largo tiempo un importador energético masivo. El desafío que el Gobierno no entiende es que sólo le queda un camino: convertirse en un importador eficiente", explicó el ex funcionario.

EL DETALLE DE LA FACTURA

La Argentina recibe gas extranjero por dos vías: desde Bolivia, a través de gasoductos, y desde ultramar, en la forma de gas natural licuado (LNG, de acuerdo con su abreviación en inglés), que llega por barco a los puertos de Bahía Blanca y de Escobar (en ambos casos, la operación está a cargo de YPF y de Enarsa).
Montamat hace un reconocimiento de la conveniencia de comprarle al país vecino. "Como Bolivia nos dio más gas del esperado, la importación de LNG fue menor a la prevista. Sus precios son más bajos. Si no, el encarecimiento de las importaciones hubiese sido mayor", calcula.
En 2012, las compras a ese país crecieron un 65 por ciento en volumen. Aunque la Argentina paga unos 11 dólares por millón de BTU (la unidad de medida), es decir, cuatro veces más que el valor que recibe por la misma cantidad una petrolera local, está por debajo de los alrededor de 17 dólares que el Gobierno gasta para comprar el gas licuado en el exterior.
Ese último ítem es, por mucho, el que más le duele a la balanza energética: en comparación con los números de 2011, las importaciones crecieron el año pasado un 17 por ciento, pero implicaron un desembolso 46% mayor.
El viceministro de Economía, Axel Kicillof, conoce esas cuentas al dedillo. En varias reuniones que mantuvo con empresarios petroleros a fines del año pasado junto a Moreno, les reclamó que le presentaran al Gobierno proyectos para producir más gas, en desmedro de las iniciativas de búsqueda de petróleo, más rentables. Y desde principios de enero el coordinador del Ministerio de Planificación, Roberto Baratta, inició una rueda de invitaciones a empresarios para firmar un acuerdo por el que el Gobierno ofrece pagar US$ 7,50 el millón de BTU (el triple que el precio promedio actual) a cambio de aumentar la producción..
Del editor: por qué es importante.
El Gobierno lleva años negando la crisis energética y desincentivó la producción local. La sequía de divisas es cada vez más importante.