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viernes, 4 de enero de 2019

El populismo transforma la ciudad de Buenos Aires

La Ciudad de Buenos Aires se encamina a su sovietización

Rodríguez Larreta pretende sumar tres millones de habitantes más a una urbe colapsada en muchos aspectos. Miles podrán vivir en palomares. La descarada sustitución de vecinos.



Iris Speroni
* Licenciada de Economía UBA, Master en Finanzas, Ucema. Posgrado Agronegocios, Agronomía UBA.
La Prensa



Desde el año 2007 a la fecha hay 380.000 nuevos migrantes en las villas miseria.


Este mes la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó un nuevo código urbanístico. Va a cambiar -excepto que una mega crisis nos lleve a todos- a la Ciudad de Buenos Aires.

El objetivo expreso, según palabras del Jefe de Gobierno, es que en la Capital vivan seis millones de personas en lugar de los tres millones que somos desde 1947 a la fecha.
Censos de población (Indec):

Año Habitantes
1947 2.981.043
1960 2.966.634
1970 2.972.453
1980 2.922.829
1991 2.965.403
2001 2.776.138
2010 2.890.151

Duplicar la población será un salto no sólo cuantitativo sino cualitativo. Cambiará la vida -y el patrimonio- de los porteños para siempre, destruirá la ciudad como la conocemos, y nos convertirá en extraños en la ciudad en la que hemos nacido y crecido.

Se autorizará:
  • Construir en altura en barrios actualmente de casas bajas,
  • Departamentos de 18 metros cuadrados de superficie,
  • Eliminar la obligatoriedad del bidet y de la bañadera.

Barrios enteros de casas, muchas de ellas con bellos frentes de art-decó, serán demolidos para construir palomares de nueve pisos.
Un individuo que vive en 18 metros cuadrados no se puede casar y tener cuatro hijos. Los legisladores obligan a cambios en las estructuras de las familias.

COLAPSADA

Hoy la ciudad está colapsada. A pesar de contar con la mitad de la población con la que sueña Larreta. Probablemente por la falta de inversiones que las privatizaciones de Menem no subsanaron.

El actual tendido eléctrico es deficiente igual que la red de gas, o el servicio de aguas corrientes, pluviales y cloacales. El subte es decrépito. Frecuencias de diez minutos o peores. Rieles zigzagueantes, frenos y comunicaciones obsoletas. Suciedad en andenes, escaleras, pasillos y vagones.

Los hospitales no alcanzan. Algunos no tienen servicio de guardia (impensado hace medio siglo atrás). Tanto Ramos Mejía como Carrillo se morirían de pena -nuevamente- de sólo saberlo.
Los colegios están sucios, les falta pintura, los frentes están deteriorados. Igual estado edilicio revisten los hospitales.

En once años de gobierno PRO no pudieron hacer algo sencillo como arreglar las persianas de las escuelas o pintar las paredes de los hospitales. Mucho menos proveer la cantidad de horas de servicio para satisfacer la demanda.

Es imposible transitar por la ciudad. En automóvil es vivir en un embotellamiento permanente. Como peatón uno debe sortear baldosas mal colocadas y rotas, muchas de ellas producto de obras recientes.
Las personas que duermen en la calle se han convertido en una postal digna más de la Corte de los Milagros que de la Reina del Plata.

ZONAS LIBERADAS

La ciudad hoy -otrora una de las ciudades más seguras del planeta- tiene zonas liberadas, donde los ciudadanos se abstienen de pasar y los vecinos se esconden en sus casas cuando cae el sol. Calles enteras tomadas por vendedores minoristas de drogas, prostitutas que dan sus servicios en veredas o zaguanes, y toda suerte de motochorros, carteristas y saltimbanquis.

Las millonarias obras realizadas son frívolas, de mala calidad y poca vida. Han constituido un dinero-ducto a constructoras, consultoras y asesorías. Tenemos una ciudad endeudada, subinvertida, sucia e incapaz de brindar los servicios básicos de transporte, salud, educación y seguridad a tres millones de personas.

En esta ciudad, el Jefe de Gobierno, con la anuencia de la Legislatura, quieren poner tres millones de habitantes más. Es un adiós a la civilización y a los bellos edificios que todavía subsisten.

Los porteños veremos caer en picada el valor de nuestros departamentos y casas, atacados por la suciedad, la criminalidad, la ausencia de servicios básicos y porque todas las manzanas se cubrirán de edificios de mala calidad superpoblados. Para que unos hagan negocios, las 686.922 familias propietarias de Buenos Aires sufriremos pérdidas patrimoniales.

CON QUE OBJETO

Uno está tentado en pensar que es por dinero. Un negocio conjunto entre funcionarios inescrupulosos y desarrolladores inmobiliarios codiciosos.
Es muy probable que ésa sea una de las razones. O al menos, que ha sido el lubricante para obtener los votos de los legisladores y el silencio cómplice tanto del periodismo socialdemócrata y monocromo del país como de los colegios profesionales de arquitectura y urbanismo.

Después de todo, la alianza PRO-kirchnerismo, en los últimos once años, cedió tierras públicas a Constantini, Werthein e IRSA. Dejaron a los vecinos sin espacios verdes. Capitalismo de amigos a costa de los bienes del Estado. Intuyo que hay más.

Y ese plus es llevar adelante una agenda socialdemócrata. Construir un hombre nuevo, en este caso un porteño nuevo.

Primero, destruir todo símbolo de una Buenos Aires próspera, elegante, fina, culta, orgullosa y, por qué no, pretenciosa. Todo edificio de estilo clásico, francés o art-nouveau debe ser demolido. En lo que a espacio público se trata tanto el Ingeniero Macri como su sucesor, el Sr. Larreta, destruyeron sistemáticamente la obra de Thays. La plaza de la Constitución, donde talaron árboles y reemplazaron el parque por baldosas y un hangar de vidrio. El corredor diseñado por Thays desde la Aduana hasta la Plaza Roma está siendo meticulosamente demolido en este preciso momento. El estilo francés de las tres manzanas de Plaza Lavalle fue reemplazado por baldosas, canteros geométricos bordeados de cemento y bancos rectangulares de... cemento. Destruyeron el Jardín Botánico, el Zoológico y ahora están talando árboles del Parque Tres de Febrero (Thays).

Borran nuestra memoria, tradición y arraigo. Por la misma razón que quitaron los próceres de los billetes y no enseñan más historia en los colegios. Los nuevos porteños tendrán una ciudad igual a otras que hay por cientos en el mundo. Sovietizan Buenos Aires.
Construirán nuevos edificios en alto para miles de personas como hicieron en Londres, donde alojan refugiados y migrantes ilegales. ƒsa es la base electoral de Sadiq Khan, el nuevo alcalde musulmán de Londres.

SUSTITUCION

El gobierno PRO en estos últimos once años puso en marcha un plan de substitución de habitantes. Subió los costos fijos (ABL, expensas), deterioró la seguridad. Expulsó porteños que fueron reemplazados.
El PRO impuso políticas activas de importación de extranjeros recientes. No hablamos de inmigrantes que ya vivían en otras provincias o en el conurbano y que se mudaron a la capital sino que el PRO hizo traer miles de personas, básicamente de los países limítrofes y de Perú.

Las políticas activas fueron: vivienda disponible en las villas, por eso permitió y fomentó la construcción de miles de departamentos de material en los distintos asentamientos, electricidad gratis, agua corriente y cloacas gratis, subsidios directos monetarios, comida gratis en colegios y merenderos. La construcción de estas viviendas de material en las villas es financiada por los narcotraficantes quienes les cobran alquiler a estos migrantes. Los políticos dejan actuar a gusto a los narcotraficantes que usan las villas como enclaves fuera de la jurisdicción de la ley argentina. Un matrimonio de conveniencia.

De igual forma el PRO hace la vista gorda con las usurpaciones. La persecución de este delito fue transferida de la Nación a la Ciudad en el año 2008. Los responsables, desde Garavano a Ocampo, consintieron y consienten las casas tomadas, focos de delincuencia en todos los barrios.
El resultado es que desde el año 2007 a la fecha hay 380.000 nuevos migrantes en las villas miseria (Anuario Estadístico de la Ciudad) y aproximadamente 100.000 personas en casas tomadas. Medio millón de nuevos porteños.

Estos son los ciudadanos deseados por los gobernantes: gente sin historia y sin pretensiones que nada pueda exigirles ni cuestionarles.

Hace unas semanas la Legislatura modificó la Ley Electoral de la Ciudad. Los nuevos migrantes podrán votar para Jefe de Gobierno. Son 228.000 nuevos votantes, la mayoría de ellos viven en villas o casas tomadas. Constituyen el 11% del padrón. Reaseguro para la perpetuación.
El paradigma de la socialdemocracia es que los gobernantes eligen a sus votantes y no al revés. Es por eso que Macron sacó el 90% de los votos en los suburbios árabes del noreste de París. Es de esta forma que Khan ganó en Londres.
Los antiguos porteños pagaremos con el deterioro del valor patrimonial de nuestra propiedad los deseos de perpetuidad de la casta gobernante.

lunes, 24 de septiembre de 2018

La pobreza es el negocio del populismo

“La pobreza es un negocio para el populismo”



El historiador económico Roberto Cortés Conde y el economista Gerardo della Paolera presentaron Nueva historia económica de la Argentina, repasaron la pendular economía nacional de los últimos 70 años y expusieron la presencia de un profundo gen anticapitalista enquistado en la sociedad argentina.

Pensándolo bien


“Es una recopilación de distintos trabajos. Hay 16 autores en diez capítulos. Quisimos hacer un balance de lo que se había estudiado en los últimos 50 años y cómo esos estudios contribuían a un cambio de la visión que los argentinos teníamos sobre el pasado”, explicó Cortés Conde.






Según el historiador económico, las conclusiones del ensayo develan que “la Argentina realiza políticas económicas en base a apreciaciones equivocadas sobre lo que había sucedido en el pasado” y tiene una evolución circular ya que “hay una especie de proceso recurrente, un fenómeno extraordinario de persistir en una visión distorsionada de la realidad”.

Para della Paolera, el país atravesó sufrió tres quiebres que marcaron a fuego su destino. El primero fue durante la Primera Guerra Mundial, que fue un golpe para Argentina debido a que su principal socio comercial -Gran Bretaña- entró en decadencia.

El segundo tiene que ver con el shock de la Gran Depresión. “A partir de allí, entramos en una tendencia de crecimiento más baja de la que tuvo con el famoso modelo agroexportador”, señaló. Sin embargo, el economista remarcó que, a pesar de ser un período complejo, “no resultó tan desesperante desde el punto de vista de la performance económica”.

El tercer quiebre se produce después de la Segunda Guerra Mundial. “Desde mediados de 1940 hasta finales de los 80, Argentina tuvo una economía cerrada mientras que el comercio internacional creció como nunca en aquel momento”.

“Paradojicamente, la Argentina se fue cerrando por ese entonces. El gran mazazo para el país fue el Rodrigazo en 1975. Desde ese año hasta 1991 se produce la gran depresión argentina”, coincidieron los autores.

Más tarde, durante el kirchnerismo, “hubo una expansión de la demanda agregada muy importante” pero tomando los números de las exportaciones de esa etapa, “el boom se produjo en cuanto a los bienes primarios y manufacturas de origen agropecuario y no en manufacturas de origen industrial”.

A modo de conclusión, della Paolera afirmó que “la Argentina no sabe qué sistema quiere para ser el país que pretende ser”. Y agregó que el argentino lleva impregnado en su ADN un gen anticapitalista. “La sociedad argentina es claramente corporativista. El capitalismo brega porque la clase media sea el motor de la economía. La pobreza es un negocio para el populismo y el punterismo”, cerró el experto.

domingo, 14 de enero de 2018

Carolina Stanley, populismo iletrado

Stanley: “Es un mito histórico que la gente que tiene planes sociales no quiere trabajar”


La Nación
La ministra de Desarrollo Social de la Nación, Carolina Stanley, se refirió a los beneficiarios de los planes y dijo que lo que más le pide la gente en la calle tiene que ver con “la posibilidad de salir adelante”

Además, dijo que "el plan no es algo que los enorgullece" y que "mucha gente que tiene un plan preferiría trabajar".


Link

La ministra de Desarrollo Social de la Nación Carolina Stanley participó del ciclo Mesa de Mujeres y habló sobre las personas que reciben planes sociales: “Es un mito histórico que la gente que tiene planes no quiere trabajar: yo creo que la mayoría de la gente quiere trabajar, quiere empoderarse, generar sus propios ingresos y tener una vida digna“.

Además, dijo que “el plan no es algo que los enorgullece” y que “mucha gente que tiene un plan preferiría trabajar“.


Nota del administrador:

Bien haría la ministra en leer los hallazgos empíricos de Garganta y Gasparini (2015), solo para empezar a dejar de realizar afirmaciones sin fundamento. Con datos de la EPH, el trabajo muestra evidencia que las mujeres que recibe AUH tienen una tendencia a ofrecer menos horas de trabajo (no buscan trabajo) y tienen una probabilidad más alta de quedar embarazadas, para volver a cobrar otra AUH.


domingo, 14 de mayo de 2017

Como el populismo chavista destruyó Venezuela

Cómo Chávez y Maduro han empobrecido a Venezuela
En el último año el 74% de los venezolanos perdió un promedio de 8,7kg de peso

The Economist


Es difícil transmitir la gravedad de la crisis de Venezuela. Su alcance es asombroso: la economía se contrajo un 10% el año pasado y será un 23% menor que en 2013 a finales de este año, según las previsiones del FMI. La inflación puede superar el 1.600% este año. Los detalles humanos son más conmovedores: durante el último año alrededor de tres cuartas partes de los venezolanos han perdido peso, con un promedio de 8.7kg por persona, debido a la escasez de alimentos. Ninguna guerra, extranjera o civil, es la culpable de esta catástrofe. Venezuela lo hizo a sí mismo. Y sus aflicciones se profundizan, mientras el régimen del presidente Nicolás Maduro se adentra en la dictadura. Hace cincuenta años, Venezuela era un ejemplo para el resto de América Latina, una democracia relativamente estable y no mucho más pobre que Gran Bretaña. ¿Cómo ocurrió esta tragedia?

La economía venezolana se basa en el petróleo, cuyos líderes cuentan con las mayores reservas probadas del mundo, y es tentador culpar a los viciosos precios del crudo por sus problemas. El petróleo representa más del 90% de las exportaciones venezolanas. Ayuda a financiar el presupuesto del gobierno y proporciona la divisa extranjera que el país necesita para importar bienes de consumo. Casi todo lo importante en la economía, desde el papel higiénico hasta los pantalones, es importado del extranjero.

A medida que los precios del petróleo subieron en los años 2000, Venezuela se encontró inundada de efectivo. En 2014 terminó el auge. El volumen de dólares que fluye al país se desplomó, presentando al nuevo gobierno de Nicolás Maduro, que había tomado posesión después de la muerte de Hugo Chávez, con un menú de opciones poco apetecible. Podría haber permitido que la moneda, el bolívar, cayera en valor. Sin embargo, los precios de los productos importados se dispararon como resultado, la forma en que el mercado restringía la demanda venezolana de productos que ya no tenía dinero para pagar. El aumento de los precios habría violado el espíritu igualitario del gobierno bolivariano de Venezuela.

Más importante aún, habría hecho que el nuevo presidente fuera impopular. En cambio, el Sr. Maduro mantuvo el excesivamente sobrevalorado tipo de cambio oficial y racionó las importaciones al endurecer el control del gobierno sobre el acceso a divisas. Desde principios de la era Chávez, el gobierno controlaba el flujo de dólares ganados por la industria petrolera; Los importadores tuvieron que probar que estaban tratando de traer algo de valor antes de poder intercambiar bolívares por billetes verdes. El señor Maduro apretó los tornillos.

El efecto no fue como se pretendía. A medida que el flujo de importaciones se agotó, los precios subieron. Maduro intentó controlar los precios; La oferta se evaporó o se trasladó al mercado negro en respuesta. Los problemas fiscales del gobierno se sumaron al desorden. Con los ingresos del petróleo reducidos a la mitad y el déficit público en alza, Maduro podría haber optado por recortar el gasto y ampliar la base impositiva. Pero esas medidas deben haber parecido veneno político a un presidente recién ungido. En cambio, Venezuela se dirigió a la imprenta para cubrir sus cuentas. La devastadora inflación alta socava aún más el funcionamiento de la economía.

El petróleo es tan sólo un chivo expiatorio en la tragedia de Venezuela. La dependencia económica del petróleo es siempre pesada. La subida de los precios del petróleo ejerce presión al alza sobre el tipo de cambio, dejando a otras industrias no petroleras en desventaja competitiva. Esto profundiza la dependencia de la economía exportadora de crudo de crudo, empeorando el dolor cuando los precios finalmente caen. Los gobiernos de los países exportadores de petróleo lo saben y, a menudo, intentan mitigar el riesgo. Cuando los tiempos son buenos, algunos usan las entradas de divisas para aumentar las reservas de divisas, que luego se pueden retirar para cubrir las obligaciones en moneda extranjera y las facturas de importación; Arabia Saudita tiene reservas por valor de más de 500.000 millones de dólares, por ejemplo. Otros utilizan los beneficios del petróleo para llenar los fondos soberanos, que invierten en una cartera diversificada para reducir la exposición a largo plazo de la economía al petróleo. El fondo noruego, que pretende ayudar a pagar las pensiones del Estado, vale casi 900.000 millones de dólares.

Chávez tuvo la buena fortuna de asumir el cargo al final de un desplome de dos décadas en los precios del petróleo y presidir una subida de precios. El dinero que le pasó a Chávez. De 2000 a 2013, el gasto como proporción del PIB aumentó de 28% a 40%: un aumento mucho mayor que en otras grandes economías de América Latina. El gasto generó un crecimiento de las reservas de divisas. En 2000, Venezuela tenía suficientes reservas para cubrir más de siete meses de importaciones; Que se redujo a menos de tres meses en 2013 (en el mismo período las reservas de Rusia aumentó de cinco meses de cobertura de importación a diez, y Arabia Saudita de cuatro meses a 37).

Chávez tuvo la buena fortuna de asumir el cargo al final de un desplome de dos décadas en los precios del petróleo y presidir una subida de precios. El dinero que le pasó a Chávez. De 2000 a 2013, el gasto como proporción del PIB aumentó de 28% a 40%: un aumento mucho mayor que en otras grandes economías de América Latina. El gasto generó un crecimiento de las reservas de divisas. En 2000, Venezuela tenía suficientes reservas para cubrir más de siete meses de importaciones; Que se redujo a menos de tres meses en 2013 (en el mismo período las reservas de Rusia aumentó de cinco meses de cobertura de importación a diez, y Arabia Saudita de cuatro meses a 37).

¿Por qué Chávez no salió de Venezuela mejor preparado para el accidente inevitable? En su versión de los acontecimientos, los venezolanos se salieron mal durante el largo busto petrolero desde 1979 hasta su ascenso en 1999 no porque el crudo fuera barato sino porque los capitalistas robaron a la gente de su debido. Durante su gobierno, Chávez aumentó el gasto público en programas sociales y amplió los subsidios para alimentos y energía. Los venezolanos sintieron los resultados, en mayores ingresos y mejores niveles de vida. Chávez entregó, por un tiempo.

Sin embargo, esta narración era siempre falsa. Los que están en el poder siempre tienen un mayor incentivo para comprar las amenazas políticas que invertir en proyectos que sólo fructificarán con el tiempo, posiblemente después de que hayan desaparecido. En las economías ricas en petróleo, también tienen los medios. Chávez expropió y redistribuyó la riqueza para debilitar a los enemigos y conquistar aliados. En su descuidada gestión económica, socavó la riqueza petrolera que financió el socialismo venezolano. Sus agresiones contra las empresas privadas dejaron al país sin la experiencia y el capital necesario para desarrollar sus recursos. En los últimos años ha producido menos petróleo que China y un cuarto de la producción de Arabia Saudita. Venezuela se comió sus semillas de maíz a pesar de las cosechas récord.

La oscuridad vuelve a caer

Venezuela fue una vez la envidia de América Latina, hasta que un largo estancamiento en los niveles de vida llevó a un poderoso populista al poder. Pero la popularidad es difícil de mantener. Cuanto mayor es la desesperación del populista, mayor es la disposición a aceptar riesgos a largo plazo a cambio de beneficios a corto plazo. Sea o no el populista sobrevive para verlo, llega el día de la cuenta. Y es siempre la gente que más sufre.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Senadores analfabetos económicos: Aprueban regulación de alquileres

Sarta de inútiles
El Senado aprobó un proyecto que regulará los contratos y precios de los alquileres
La iniciativa fue de la senadora Silvina García Larraburu (PJ-FpV) y obtuvo por unanimidad la media sanción. Qué dice el proyecto.
Perfil



Senado Foto:DyN

El Senado otorgó hoy por unanimidad media sanción a un proyecto de ley que establece la extensión a tres años el plazo de contratos de alquiler y que los aumentos anuales no deben ser mayores a la inflación registrada por el INDEC.

La iniciativa, impulsada por la organización Inquilinos Agrupados y presentada por la senadora Silvina García Larraburu (PJ-FpV), implica una modificación el Código Civil y Comercial de la Nación.

A su vez, se fija que los inquilinos no paguen las expensas extraordinarias y que el depósito en garantía se devuelva actualizado al finalizar el contrato.

El proyecto también manifiesta que si el destino del alquiler es habitacional "no podrá cobrarse el pago anticipado de alquiler mayor a un mes" y que "los depósitos tendrán que tener un importe equivalente al de un mes de alquiler".

domingo, 31 de enero de 2016

La inexistencia de un capitalismo en serio en Argentina

Capitalismo en serio
El populismo desplegó una extensa gama de alquimias para sustituir, mediante la acción del Estado, la falta de capitales provocada por sus propios desaguisados

La Nación



La Argentina nunca logró desarrollar un capitalismo en serio, con moneda estable que constituya reserva de valor e instituciones adecuadas para que el ahorro nacional se transforme en inversiones dentro del país y no fuera de él.

Ni tampoco una clase empresaria que pudiera desarrollar proyectos por sus propios medios, sin recurrir al Estado para fondearlos con recursos públicos y hacerlos rentables con proteccionismo digitado.


Ni comprendió el rol del capital para lograr la prosperidad de las naciones. Mediante el lenguaje tácito de sus políticas, confirmó que a la "gran masa del pueblo" no le disgusta "combatir el capital".

Es notable que la incombustible marcha de 1948 haya ignorado la aguda observación de Marx y Engels un siglo antes: el capital es una "potencia social" que transformó la vida del hombre en la Tierra.

Dice el Manifiesto Comunista (1848): "En el siglo corto que lleva de existencia como clase soberana, la burguesía ha creado energías productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las pasadas generaciones juntas". Y se pregunta: "¿Quién en los pasados siglos pudo sospechar siquiera que en el regazo de la sociedad fecundada por el trabajo del hombre yaciesen soterradas tantas y tales energías y elementos de producción?".

Marx y Engels erraron al creer que era posible atrapar ese genio en una botella para sufragar la sociedad sin clases. Que las energías liberadas por el capitalismo mantendrían su vigor en la utopía socialista. Después de crueles dictaduras y terrorismos sangrientos para lograr un hombre nuevo y un orden más justo, el genio se marchitó y murió de asfixia en la botella.

La Argentina nunca fue comunista y optó por el modelo populista, más afín a los fascismos del siglo XX y al llamado "ser nacional". Privilegió el corto plazo sobre el largo, el consumo sobre la inversión, los votos sobre la educación. Nunca hubo lugar para la formación de capital interno porque el populismo es incompatible con la seguridad jurídica, esa expresión que tanto repugna a Axel Kicillof.

Pero sin capital, el trabajo humano se malversa y la dignidad humana se degrada. En los países donde no hay inversiones, los trabajadores son explotados con salarios de subsistencia. A la inversa, cuando hay inversiones, la mano de obra se encarece y el trabajo se dignifica. Hay explotación cuando se combate el capital y no a la inversa.

En la Argentina nos hemos habituado a los desequilibrios fiscales, a la alta inflación, la discrecionalidad administrativa y la arbitrariedad judicial. Es decir, a vivir sin un marco adecuado para la inversión y sufriendo un constante drenaje del ahorro hacia el exterior. Y a justificar emergencias para imponer devaluaciones, corralitos, pesificaciones, canjes y ahorros forzosos, congelamientos, licuaciones, desagios y defaults. Hemos sido muy exitosos en la cruzada por combatir el capital, sin decirlo.

El capital buscó entonces refugio en el exterior, aposentando en cuentas cifradas inversiones inmobiliarias, fondos mutuos, sociedades offshore, fideicomisos exóticos, departamentos en Miami, casas en Uruguay, barcos en Panamá, aviones en Paraguay o impresionistas en el salón.

Desaparecieron así la libreta de ahorro, los seguros de vida, los depósitos en pesos, las compañías de capitalización, los fondos de pensiones, el crédito hipotecario, los departamentos en cuotas, las emisiones de títulos y la financiación de proyectos. En suma, desapareció el ahorro y el mercado de capitales.

Paradójicamente, hemos invitado a los extranjeros a invertir donde los propios residentes desconfían. Para, luego de las crisis, recomprar con moneda despreciada lo que aquellos pagaron con moneda dura.

El populismo desplegó una extensa gama de alquimias para sustituir, mediante la acción del Estado, la falta de capitales provocada por sus propios desaguisados.

Se crearon bancos de desarrollo que acumularon cifras siderales de préstamos impagos; se dieron avales del Tesoro que desfondaron las arcas públicas; se despilfarraron impuestos inflando el costo de obras y equipos; se inventaron redescuentos para negocios financieros, y se crearon rentabilidades inmorales a costa del bolsillo de la población.

Sin capital para sostener los derechos sociales, éstos son cartón pintado. Sin capital a riesgo tampoco sirven las promociones regionales, los parques industriales, ni los avances del Estado en ciencia y tecnología.

En el mundo actual, globalizado y volátil, la principal ventaja comparativa de un país son sus instituciones. Éstas reflejan, en definitiva, el grado de compromiso de un grupo humano con su futuro, con sus hijos, con los más débiles. Son fruto de su educación, de sus creencias colectivas, de sus valores compartidos.

Cuando existe una base democrática que sostiene una estructura de normas estables, justicia independiente y equilibrio fiscal, fluyen capital e inversiones. Cuando existe seguridad jurídica basada en sólidos consensos colectivos, habrá empleo y educación para la inclusión sustentable.

En la Argentina, luego de un larguísimo proceso de maduración política, ha comenzado un cambio expresado en las urnas. El país ha levantado la mirada más allá del balcón y la plaza optando por valores de largo plazo.

El consenso mayoritario alcanzado requiere demostrar su solidez. Deberá luego ser convalidado mediante la alternancia democrática, para que el cambio sea creíble y genere confianza. Que no termine en otro precipicio argentino.

Esto implicará un profundo cambio cultural, pues el Estado dejará de seleccionar amigos y clientes, lo que constituyó hasta ahora el llamado -desde estas columnas- "capitalismo de amigos". Las compañías y los emprendedores romperán su dependencia con la política, para focalizarse en la competitividad a nivel mundial. Quedarán atrás los Jorge Brito, José Luis Manzano, Lázaro Báez, Cristóbal López, Sebastián Eskenazi y tantos otros más.

Desaparecerá así la principal restricción para que las grandes empresas trasladen a la Argentina su capacidad tecnológica y de creación de empleos de calidad. Y para que emerja una clase empresaria nacional genuina y competitiva como lo hemos visto en la agroindustria, la biotecnología o en las llamadas .com.

En la Argentina existen talentos de primer orden para liderar esta transformación y colocar a nuestro país entre los exitosos a nivel mundial.

Nunca antes hemos vivido en contexto semejante, pues el modelo autárquico adoptado por los militares a partir de 1943 fue reciclado y continuado por todos los gobiernos posteriores. Ese retrato no fue bajado de la pared por el kirchnerismo, que adhirió a sus premisas con entusiasmo.

Sólo mediante un capitalismo serio, con el genio fuera de la botella, podrán cristalizarse los sueños colectivos que, durante tantos años, soñaron tantos argentinos en la plaza, frente al balcón.

Estamos transitando un cambio único en la historia nacional cuando toda la región atraviesa una profunda crisis y nuestro país puede convertir esa crisis en una oportunidad, liderando una transformación en América latina a partir de la fuerza creadora de sus instituciones.

lunes, 24 de agosto de 2015

La ternura de los animales que hablan

¿Por qué no hay billetes de más de 100 pesos? La insólita explicación de Kicillof
El papel de mayor denominación vale la quinta parte que hace una década. El ministro justificó que "la tendencia mundial es ir al dinero electrónico".
Fortuna



Uno de los principales problemas que trae la inflación es la devaluación de los billetes. En mayo de 2003, al iniciarse el ciclo kirchnerista, el papel de mayor denominación en pesos, el de 100, equivalía a 34,72 dólares (con un tipo de cambio vendedor a 2,88).

Ese mismo billete vale hoy unos 10,78 dólares si se considera el tipo de cambio oficial de 9,72. Y si tomamos el dólar blue a la última cotización de 15,55, un papel de 100 pesos apenas cubre 6,43 dólares.

El gobierno nacional nunca decidió imprimir billetes de mayor denominación en pesos, sea de 200, 500 o hasta 1000, a pesar de que sí emitió nuevas series de los actuales de 50 (con la imagen de las Islas Malvinas) y de 100 (el de Evita Perón). La razón, jamás admitida, es que billetes más grandes implicarían reconocer la inflación acumulada en los últimos 12 años.

En esa misma línea, llamó la atención la curiosa explicación del ministro de Economía Axel Kicillof: “El de más alta denominación de los Estados Unidos es el de 100 dólares que coincide con la denominación del nuestro”, afirmó.

“Tomando el índice oficial de allá que suele ser más bajo que los privados, lo que hubo de inflación en Estados Unidos desde que salió el billete de 100 dólares supera ampliamente a lo que ocurrió con el de $100″, sostuvo el funcionario nacional en una entrevista con el diario La Nación. “La tendencia mundial es ir cada vez más al dinero electrónico”, concluyó.

jueves, 25 de junio de 2015

Venezuela: Tengo 5 y debo 21

Venezuela solo tiene u$s5.000 millones de los 21.000 que necesita para cubrir sus gastos
Pese a haber retirado reservas del FMI y de haber vendido parte de la deuda de Petrocaribe, el gobierno aún no logra recomponer sus cuentas. Los economistas afirman que la situación es insostenible



La caída del precio del petróleo y el pésimo plan económico implementado por el régimen de Nicolás Maduro hizo que Venezuela sólo haya cubierto un cuarto de las necesidades en divisas: es que el país tiene apenas u$s5.000 millones de los u$s21.000 millones que necesita.
Desde fines de 2014, el gobierno intentó reiteradamente conseguir más dinero para cumplir con los vencimientos de la deuda externa y financiar las importaciones pero, hasta el momento, las transacciones efectuadas son insuficientes para lo que requiere el país, sostuvieron economistas al diario El Nacional.
"Este año el gobierno tiene una necesidad de caja de 21.000 millones de dólares entre el servicio de deuda y las importaciones, sin incluir el dinero que hay que pagar por los casos de arbitraje. Y hasta el momento se ha logrado acuerdos concretos por poco más de 5.000 millones. Les sigue faltando", afirmó el economista y director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros.
"El gobierno ha conseguido dinero, pero también se lo ha gastado porque el flujo de divisas no ha subido. Los precios del petróleo se han recuperado un poco, solo que aún no ha ingresado al país", agregó por su parte la economista Anabella Abadi, de ODH Grupo Consultor, consultada por el mismo periódico.
Los economistas recordaron que el régimen de Maduro priorizó el pago de la deuda externa y restringió el acceso de divisas para las importaciones del sector privado. Sin embargo, sostienen que esa práctica no la podrá mantener y para conseguir más dinero puede que recurra a instituciones multilaterales.
"Con unas autoridades reacias a realizar ajustes es muy difícil negociar con los organismos, pero en Ecoanalítica estimamos que en los próximos meses se van a recibir 800 millones de dólares de la CAF y del Banco Interamericano de Desarrollo", señaló Oliveros.

jueves, 17 de julio de 2014

BRIC y populismo

Los BRICS y las fantasías del populismo
La izquierda quiere que el grupo sea una vía nacionalista al desarrollo
Carlos Pagni - El País




Dilma Rousseff, que no se deleita con la política exterior, está ansiosa por sumergirse en una extenuante semana diplomática. La reunión de los BRICS, que comienza hoy en Fortaleza y se abrirá, en Brasilia, a los países de la Unasur, la sacará del inferno astral en que se convirtió para Brasil el Mundial de fútbol.

Hasta ahora, Brasil, Rusia, China y Sudáfrica formaron un club sobre el criterio de un rasgo externo, que definió con ironía el brasileño Marco de Azambuja: “El documento es el tamaño”. La cumbre de estos días pretende sacarlos de ese estado. Los BRICS crearán un banco de desarrollo y un Acuerdo de Reservas de Contingencia. Fortaleza pretende ser una alternativa a Bretton Woods. Es decir, la cuna de una institucionalidad financiera distinta de la que se fundó en la posguerra bajo los auspicios de Estados Unidos y Europa.

El banco será capitalizado por cada país con 10.000 millones de dólares. En cambio, para el fondo de estabilización, China aportará 41.000 millones de dólares; Rusia, India y Brasil 18.000 millones cada uno; y Sudáfrica 5.000. Estos organismos son la respuesta de los BRICS a la dificultad de traducir la gravitación económica en poder político dentro de los organismos internacionales. El Congreso de Estados Unidos se resiste a aprobar una reforma al FMI que habría llevado a China al tercer lugar en capacidad de decisión. Y que habría incorporado a Brasil, India y Rusia a los diez primeros. Hoy, el FMI es encabezado por Estados Unidos, Alemania, Francia y el Reino Unido.

Los BRICS, sobre todo China y Rusia, aspiran a dar a su alianza antidólar una dimensión comercial, alentando los intercambios en sus propias monedas.

Los gobiernos populistas de América latina, que han hecho de la catilinaria antiimperialista el leitmotiv de su política internacional, reciben con algarabía el desafío de los BRICS a Estados Unidos. Después de todo, ellos también intentaron sustituir al Banco Interamericano de Desarrollo con un Banco del Sur, que no nació.

Para esa izquierda nacionalista, los BRICS actualizan una fantasía que también encandiló a las dictaduras de los años setenta: la apertura de una vía nacional al desarrollo. Cristina Fernández de Kirchner, Nicolás Maduro y Raúl Castro, por ejemplo, ven en ellos la posibilidad de un financiamiento Estado-Estado que les permita sustraerse al mercado de capitales con sus habituales exigencias.

Los gobiernos populistas adjudican a los BRICS, en especial a China, la capacidad de procesar una modernización ajena al canon de la democracia pluralista, que supone garantías individuales, independencia judicial, libertad de expresión e iniciativa económica privada. Esa presunción supone que la incorporación de millones de chinos a la vida urbana no promoverá, a la larga, una liberalización.

Xi Jinping y Vladímir Putin encontraron en la reunión de hoy la excusa para una incursión más amplia por esa América bolivariana que los recibe como a pródigos mecenas.

Putin comenzó su gira por Cuba, a la que condonó una deuda de museo: 35.000 millones de dólares prestados por la antigua Unión Soviética. Antes de pasar por el Maracaná, estuvo en Buenos Aires, donde firmó acuerdos sobre energía nuclear y declaró a la Argentina “principal socio latinoamericano” de su país. Desde las sanciones que le valió la anexión de Crimea, Putin anda en busca de un reconocimiento extrarregional para su cuarto imperio ruso.

Xi también protagoniza un parsimonioso descubrimiento de América. Además de Brasil, visitará Cuba, Venezuela y la Argentina. Se lo espera como a un exótico Papá Noel. En Brasilia anunciará la compra de 60 aviones Embraer; y en Buenos Aires, la construcción de dos represas por 6.000 millones de dólares.

El país más incómodo con esta proyección latinoamericana de los BRICS, sobre todo de China, es uno de sus miembros: Brasil. China es un competidor en los negocios del vecindario. Por ejemplo: en la licitación de las represas argentinas Gezhouba desplazó a la constructora brasileña Odebrecht.

A Xi le puede resultar simpático que su política latinoamericana sea vista como la respuesta al activismo asiático de Washington. Japón, Vietnam y Filipinas sellan acuerdos militares cada vez más intensos con Estados Unidos.

Pero esa lectura bipolar, que experimenta el presente como un dèjá vu de la Guerra Fría, es un espejismo. Como demostró la sexta ronda de Diálogo Estratégico, que se acaba de celebrar en Pekín, el G-2 es una asociación dominante. China y Estados Unidos convergen en la agenda global de largo plazo: lucha contra el terrorismo, alimentos, medioambiente y, sobre todo, energías renovables.

En esta materia, ha ocurrido una novedad: en todos los estadios brasileños se pudo ver, durante el Mundial, una publicidad de Yingli, la fábrica de paneles solares que iluminó Maracaná. China disimuló a través del fútbol su presentación internacional como potencia energética.

miércoles, 5 de febrero de 2014

La vuelta al populismo macroeconómico

La vuelta a la macroeconomía del populismo


El crecimiento monetario y la inflación en Zimbabwe.

Por Paul Krugman - NYT

Mateo Yglesias dice lo que hay que decir acerca de Argentina: no hay contradicción alguna entre decir que la Argentina estaba en lo correcto al seguir las políticas heterodoxas en 2002, pero es un error que se rechace los consejos para reducir el déficit y controlar la inflación ahora. Sé que algunas personas encuentran esto difícil de entender, pero los efectos de las políticas económicas y las políticas necesarias para seguir, dependerá de las circunstancias.

¡Yo añadiría que sabemos cuáles son esas circunstancias son! El déficit creciente y un montón de impresión de dinero son inflacionarios y lo malo en las economías que están limitadas por una oferta limitada, sino que son cosas buenas , cuando el problema es persistente demanda insuficiente. Del mismo modo, las prestaciones por desempleo probablemente conducen a reducir el empleo en una economía restringida la oferta , sino que aumentan el empleo en una economía restringido por la demanda , y así sucesivamente .

Así que a veces la relación y el dinero se parece a esto, desde el mejor libro de texto de principios de economía :

Pero a veces se parece a esto :



Y sólo para repetir un punto que he hecho muchas veces, aquellos de nosotros que entiende IS- LM predicho de antemano que las acciones de la Fed de Bernanke no sería inflacionario, mientras que el otro lado del debate estaba gritando "degradación" (debasement).

Hay algo más que decir acerca de la Argentina y, al parecer, Turquía - a saber, que estamos viendo un mini- revival de lo que hace mucho tiempo Rudi Dornbusch y Sebastián Edwards llamaron populismo macroeconómico. Esto implica, se podría decir, por lo que el error simétrico al de las personas que piensan que la ejecución de los déficit y la impresión de dinero siempre te convierte en Zimbabwe, es la creencia de que nunca se aplican las reglas ortodoxas. Y es un error igualmente grave.

No es un error común en estos días, hace unos años se hubiera dicho que sólo Venezuela estaba cometiendo los viejos errores, y hasta ahora es sólo un puñado de países. Pero es un error, y hay que decirlo.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Demencia económica y social en Venezuela

Maduro ordenó "ocupar" una cadena comercial, detuvo a sus dueños por usureros y cerró sitios web
El presidente impidió el acceso a portales que daban el valor del dólar paralelo, confiscó negocios y vendió sus mercaderías a precios "populares"


"En Europa y Estados Unidos no pueden entender que en Venezuela queremos parrandear durante noviembre y diciembre", aseguró el presidente Nicolás Maduro la noche del viernes, en un acto televisado desde Barcelona, capital del estado de Anzoátegui, en el este del país.
Para enfrentar lo que ha llamado la "guerra económica" que le habría sido declarada por Estados Unidos y la "burguesía parasitaria", el sucesor de Hugo Chávez ha decidido recurrir a una táctica mixta de, por un lado, intimidar a sus adversarios y, por la otra, adelantar el clima festivo de la Navidad.
Así que para la alocución en Barcelona guardó una sorpresa que compendiaba en sí misma tanto el palo como la zanahoria: pidió a las Fuerzas Armadas ocupar todas las filiales de una importante cadena de tiendas de electrodomésticos, Daka, y confiscar y vender de manera compulsiva sus inventarios "a precios justos": "¡Que no quede nada en los anaqueles!", retumbó la orden presidencial.
Daka, relata el diario El País, es una cadena al detal fundada en 2004 por una familia de origen árabe a la que se le atribuyen conexiones con el chavismo.

En cualquier caso, de ninguna ayuda le resultaron. No había terminado la cadena de radio y TV del presidente cuando turbas ansiosas se agolparon en las adyacencias de sus cinco tiendas -dos de ellas, en Caracas-. La tentación de obtener equipos de líneas blanca con rebajas irrepetibles de un 60 a un 90% creó un clima de barata que en un caso, el de la tienda Daka de Valencia -capital del estado de Carabobo, a 200 kilómetros al oeste de Caracas-, se transformó en franco saqueo, relata el diario español.
Pero al día siguiente el gobierno puso empeño en demostrar que no se trataba de un caso aislado sino de una ofensiva formal: los establecimientos de otras tiendas de electrodomésticos en Caracas y el interior del país amanecieron tomados por funcionarios militares e inspectores.

"Esto es apenas una punta del iceberg de lo que le vamos a hacer a la burguesía parasitaria", proclamó Maduro en otra transmisión de radio y TV, el sábado desde un barrio del oeste de Caracas. "Yo se los dije muchas veces y no me escucharon, ahora ya no hay arrepentimiento". Se sabe que, al menos, los propietarios de Daka y de JVG, otro gran comercializador, están detenidos en los calabozos de la policía política, Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia).
Maduro acusó a Daka y a los demás detallistas de cometer usura y de aumentar injustificadamente los precios de sus artículos para, así, crear lo que llamó "una inflación inducida", principal munición de la guerra económica que enfrenta.
El jueves, el Banco Central de Venezuela (BCV) reportó que solo durante octubre se había registrado un incremento de los precios al público de 5% con respecto a septiembre. Con ese dato, la tasa de inflación anual escala a 54 por ciento.
"Que las autoridades del Banco Central tomen nota de estos operativos que estamos haciendo, porque si le estamos bajando cien por ciento los precios a los productos, eso debería impactar la tasa de inflación, ¿o no?", planteó Maduro con cierta inquietud durante su alocución, haciendo referencia a la confiscación a lo Robin Hood del inventario de artefactos para el hogar en todo el país. Bajar la inflación a punta de bayonetas, podría traducirse su consigna.
Sin embargo, ese no fue el único frente de la "guerra económica" en el que el presidente venezolano tomó la ofensiva durante una tarde-noche turbulenta, que incluyó la noticia de que la representante de Venezuela, María Gabriela Isler, había sido coronada Miss Universo en Moscú, mientras también se sabía de la liberación del corresponsal del diario The Miami Herald para la región andina, Jim Wyss, detenido durante 48 horas por militares venezolanos.
Maduro también ordenó bloquear a varios sitios de Internet, como dolartoday.com y tucadivi.com, entre otros, que a diario informan de manera oficiosa sobre la cotización del dólar negro o paralelo en Venezuela, una labor prohibida por la Ley Penal de Ilícitos Cambiarios, aprobada en 2005.
El presidente venezolano acusó a esas páginas de orquestar una campaña contra Venezuela difundiendo "valores falsos" de una divisa cuya demanda, aseguró, el Estado satisface en 97 por ciento.
Además asomó que la censura en Internet de ahora en adelante podría tener otros propósitos, más editoriales que técnicos: "No vamos a permitir que se burlen de las medidas que tomamos", amenazó.
Trascendió la noche de este sábado que el ente estatal de las telecomunicaciones, Conatel, habría abierto averiguaciones administrativas contra varios proveedores de servicio de Internet, entre ellos Movistar, informó el agregador noticias24.com.
"Vamos a tocar a todos los sectores", prometió Maduro. Mientras tanto, escenas de jolgorio y angustia siguen presentándose frente a tiendas de electrodomésticos en todo el país, donde filas más o menos organizadas de compradores -bajo la mirada de piquetes de la Guardia Nacional- hacen turnos para participar en las "ventas supervisadas" del gobierno, lo que podría considerarse una oportunidad única de gangas navideñas.

iProfesional

sábado, 13 de julio de 2013

Krugman: Delirios del populismo estadounidense

Delusions of Populism



Have you heard about “libertarian populism” yet? If not, you will. It will surely be touted all over the airwaves and the opinion pages by the same kind of people who assured you, a few years ago, that Representative Paul Ryan was the very model of a Serious, Honest Conservative. So let me make a helpful public service announcement: It’s bunk.

Some background: These are tough times for members of the conservative intelligentsia — those denizens of think tanks and opinion pages who dream of Republicans once again becoming “the party of ideas.” (Whether they ever were that party is another question.)
For a while, they thought they had found their wonk hero in the person of Mr. Ryan. But the famous Ryan plan turned out to be crude smoke and mirrors, and I suspect that even conservatives privately realize that its author is more huckster than visionary. So what’s the next big idea?
Enter libertarian populism. The idea here is that there exists a pool of disaffected working-class white voters who failed to turn out last year but can be mobilized again with the right kind of conservative economic program — and that this remobilization can restore the Republican Party’s electoral fortunes.
You can see why many on the right find this idea appealing. It suggests that Republicans can regain their former glory without changing much of anything — no need to reach out to nonwhite voters, no need to reconsider their economic ideology. You might also think that this sounds too good to be true — and you’d be right. The notion of libertarian populism is delusional on at least two levels.
First, the notion that white mobilization is all it takes rests heavily on claims by the political analyst Sean Trende that Mitt Romney fell short last year largely because of “missing white voters” — millions of “downscale, rural, Northern whites” who failed to show up at the polls. Conservatives opposed to any major shifts in the G.O.P. position — and, in particular, opponents of immigration reform — quickly seized on Mr. Trende’s analysis as proof that no fundamental change is needed, just better messaging.
But serious political scientists like Alan Abramowitz and Ruy Teixeira have now weighed in and concluded that the missing-white-voter story is a myth. Yes, turnout among white voters was lower in 2012 than in 2008; so was turnout among nonwhite voters. Mr. Trende’s analysis basically imagines a world in which white turnout rebounds to 2008 levels but nonwhite turnout doesn’t, and it’s hard to see why that makes sense.
Suppose, however, that we put this debunking on one side and grant that Republicans could do better if they could inspire more enthusiasm among “downscale” whites. What can the party offer that might inspire such enthusiasm?
Well, as far as anyone can tell, at this point libertarian populism — as illustrated, for example, by the policy pronouncements of Senator Rand Paul — consists of advocating the same old policies, while insisting that they’re really good for the working class. Actually, they aren’t. But, in any case, it’s hard to imagine that proclaiming, yet again, the virtues of sound money and low marginal tax rates will change anyone’s mind.
Moreover, if you look at what the modern Republican Party actually stands for in practice, it’s clearly inimical to the interests of those downscale whites the party can supposedly win back. Neither a flat tax nor a return to the gold standard are actually on the table; but cuts in unemployment benefits, food stamps and Medicaid are. (To the extent that there was any substance to the Ryan plan, it mainly involved savage cuts in aid to the poor.) And while many nonwhite Americans depend on these safety-net programs, so do many less-well-off whites — the very voters libertarian populism is supposed to reach.
Specifically, more than 60 percent of those benefiting from unemployment insurance are white. Slightly less than half of food stamp beneficiaries are white, but in swing states the proportion is much higher. For example, in Ohio, 65 percent of households receiving food stamps are white. Nationally, 42 percent of Medicaid recipients are non-Hispanic whites, but, in Ohio, the number is 61 percent.
So when Republicans engineer sharp cuts in unemployment benefits, block the expansion of Medicaid and seek deep cuts in food stamp funding — all of which they have, in fact, done — they may be disproportionately hurting Those People; but they are also inflicting a lot of harm on the struggling Northern white families they are supposedly going to mobilize.
Which brings us back to why libertarian populism is, as I said, bunk. You could, I suppose, argue that destroying the safety net is a libertarian act — maybe freedom’s just another word for nothing left to lose. But populist it isn’t.
NYT