Las ciudades se organizan con estructuras del sector privado; el Concejo Deliberante designa a un ejecutivo que gestiona como un CEO
Olivia Sohr - La Nación
Durham, una ciudad americana que prefirió el gerenciamiento.
"Se busca intendente. Debe tener maestría de especialización y mínimo cinco años de experiencia." Así podría ser un anuncio en una de las más de 3500 ciudades estadounidenses en las que el ejecutivo local está en manos de un gerente contratado y no de un representante electo. En el sistema de "city managers" el Concejo Deliberante es el que rinde cuentas periódicas a la ciudadanía a través del voto, y administra la ciudad mediante la contratación de un alcalde.
"Llevo 14 años como manager y sobreviví a varios cambios del concejo, con diferentes posturas políticas", explica Todd Selig, manager de Durham, una pequeña ciudad de 15.000 habitantes en New Hampshire, uno de los estados más ricos de la unión. La relación con el Concejo es similar a la que podría esperarse de un CEO con su directorio: el concejo traza las grandes líneas de la política de la ciudad, cuáles serán las prioridades y las líneas de acción, y luego es el manager quien debe llevarlas a cabo. Si hay cambio de concejo, las líneas cambian, pero el equipo que las gestiona se puede mantener.
El manager debe acudir a las reuniones del Concejo, al igual que los miembros de su equipo, para responder y explicar lo que se hizo y los planes a futuro, y es evaluado una vez por año. En la última revisión, Selig obtuvo un puntaje de 4,3 sobre 5, sobre la base de 23 categorías que incluyen capacidad de liderazgo, la responsabilidad fiscal y hasta el uso adecuado de su tiempo al poder delegar responsabilidades de manera apropiada. El Concejo le recomendó a Selig que para 2015 diseñara un plan de sucesión para su equipo: teme que varios miembros clave dejen la ciudad y no se haya buscado un reemplazo adecuado.
El caso de Durham no es para nada particular. En los Estados Unidos es la forma más común de gobierno municipal: alrededor de 49% de las ciudades de más de 2000 habitantes se organizan así, de acuerdo con un relevamiento del International City
County Management Association (ICMA). La forma de gobierno más conocida, con un alcalde electo y un Concejo que cumple funciones legislativas, fue adoptada por el 44% de las ciudades. El resto son urbanizaciones muy pequeñas que tienen asambleas vecinales u otras formas de gobierno. Existen también ciudades que mezclan los dos sistemas más comunes y tienen alcaldes electos que trabajan junto a un gerente profesional.
La definición del sistema de gobierno no es necesariamente una cuestión de tamaño. Aunque las cinco mayores ciudades tienen intendentes electos, a partir de Phoenix -la sexta ciudad en población del país, ubicada en Arizona-, ya se observa a administradores profesionales a la cabeza. Lo mismo ocurre en San Antonio y Dallas (Texas), y San José (California), todas ciudades con un millón o más de habitantes.
Los primeros experimentos con este tipo de gobierno fueron a principios del siglo XX y a partir de entonces se popularizó. Al inicio, jugaron varios factores. Uno fue que las grandes empresas estaban aumentando su productividad "y esa preocupación se trasladó al Estado, de que tenía que ser tan eficiente como una empresa", señala Oscar Oszlak, especialista en administración pública, investigador titular del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes). Y agrega: "Ya se estaba delineando en las grandes empresas la idea del managment y la necesidad de que hubiera una profesionalización de la gerencia". Otro factor que pesó, dice Oszlak, fue "un cierto cansancio con las llamadas «máquinas partidarias», que usufructuaban los cargos públicos al llegar al poder". ICMA, que lleva la cuenta de los tipos de gobierno y promueve la profesionalización de las administraciones locales, informa que este tipo de gobierno está hoy en crecimiento.
La lógica detrás de este tipo de organización es que la política se juega al establecer las prioridades y los planes de acción, pero la ejecución es una cuestión puramente técnica. Si un buen administrador no es necesariamente alguien que gana elecciones, por qué no separar ambas funciones y profesionalizar la carrera del intendente con una educación específica para la administración de una ciudad, con el objetivo de imitar el proceso que ocurrió en el sector privado.
"Un gran porcentaje de los ejecutivos designados en los municipios norteamericanos tiene masters en administración (MBA) o en administración pública (MPA)", explica Oszlak. Y aclara que aunque es una posibilidad para contar con un gobierno eficiente, no es la única: "No quiere decir que un alcalde electo sea menos eficiente que uno profesional, porque a veces el liderazgo compensa. Y por otro lado, la gestión no depende sólo de la figura del ejecutivo, sino también de quien lo secunda". Un alcalde electo con un buen equipo puede ser igual de eficiente y tener mayor legitimidad al tener el respaldo del voto.
La valoración de la gestión en los gobiernos locales también juega en la Argentina. En las elecciones de 2013, con varios intendentes en campaña para el Congreso Nacional, uno de los atributos que más destacaron en sus campañas fue la capacidad de "resolverle los problemas a la gente". Hoy, ante la elección presidencial, tienen un rol en el armado político. "No recuerdo que se haya visto de manera tan clara tanta disputa por los intendentes para una elección presidencial", observa Diego Reynoso, investigador del Conicet y profesor titular de la Universidad de San Andrés. Si bien la capacidad de acción de los intendentes en el conurbano aumentó en los últimos años gracias a los mayores presupuestos que recibieron, en este caso no es la gestión lo que pesa, sino, como señala Reynoso, "el gran control político que tienen del territorio".
Más allá del tipo de sistema, ya sea el alcalde que funciona como CEO y administra una ciudad como una empresa, con la falta de representatividad que puede implicar, o con el intendente electo y la menor eficiencia que puede tener, la capacidad con la que se gobiernan las ciudades es un factor determinante para la calidad de vida. Más de 90% de la población local vive en zonas urbanas, y casi 50% en los cinco mayores aglomerados. El transporte público y los servicios básicos son cuestiones que los intendentes tienen que resolver. Sean electos o contratados, la capacidad de gestión de los equipos locales va a ser crucial para definir cómo se vive.