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viernes, 1 de enero de 2016

La economía de la organización del hogar

La economía de los ordenados
Meses después de su publicación, el libro del gurú japonés en organización de la casa Marie Kondo acerca de sacarse de encima lo que estorba ha alcanzado interés máximo. La ciencia del comportamiento puede explicar la apelación.


Natsuno Ichigo / Cortesía Pingüino Random House

BOURREE LAM - The Atlantic

"En este libro, he resumido cómo poner su espacio con el fin de una manera que va a cambiar su vida para siempre."

Esta es la primera frase ambiciosa de manifiesto más vendido de Marie Kondo, The Life-Changing Magic of Tidying Up, esta frase suena fiel a su filosofía. A diferencia de la mayoría de los libros de autoayuda, no hay palabras extrañas, sin complacencia, la falta de gestos de "guiño guiño" se lee como una declaración auténtica atractivo.

Aunque el libro de Kondo fue publicado en Inglés en octubre del año pasado, una búsqueda en Google Trends todavía pone interés en ella cerca de un máximo histórico. (Una búsqueda de su nombre en japonés produce un resultado similar, aunque su libro fue publicado originalmente en 2010.) Si las búsquedas de Google son una indicación, el interés en poner en orden también está en su punto más alto, y algunos de este interés debe atribuirse al aumento de método que de Kondo es aferrarse a sólo los elementos que "traen alegría". A raíz de la purga, Kondo proporciona instrucciones claras sobre cómo almacenar todas sus pertenencias de una manera que los hace fácilmente accesible y difícil de desastre. Un buen número de periodistas juran por sus métodos y referencias efusivas de "Cambió mi vida" abundan. Durante AMA de Kondo en Reddit, una superfan le preguntó cómo enseñar su método a los niños menores de 10 años.

En la introducción de su libro (y varias veces a lo largo del libro), Kondo cuantifica el poder de su consejo, ella estima que ella ayudó a sus clientes (un grupo que no incluía sus innumerables lectores) a disponer de no menos de un millón de artículos. Este número es asombroso, pero un elemento clave de la argumentación de Kondo es que casi nadie es consciente de la cantidad de artículos que él o ella posee. La mayoría ni siquiera se daría cuenta si algunos de esos elementos se han ido, argumenta, pero el problema es que tirar las cosas y poner sus pertenencias en el lugar correcto requiere saltando a través de algunos aros psicológicos.

¿Por qué la gente tiene tantos problemas tirar cosas? Resulta que la respuesta está en cabeza de la gente. Yendo por el consejo de Kondo y la mayor parte de su libro es la discusión sobre los límites inducida con la ansiedad de la toma de decisiones humana. Viendo como toda una rama de estudios de economía exactamente eso, no es de extrañar que los economistas tienen un interés particular en su consejo. Columnista del Financial Times Tim Harford de acuerdo en que los métodos de Kondo no sólo intuitiva, pero que obliga a los economistas son. Harford dice que el desorden que se acumula en los apartamentos es un producto de errores cognitivos de las personas.

En mi lectura y la práctica de la homónima "Método KonMari," me encontré con que Kondo toca implícitamente en algunos importantes conceptos de economía conductual y sesgos cognitivos que nos impiden ser ordenado. Ella toma fuertes posiciones contra estos hábitos mentales irracionales que nos gobiernan. En otras palabras, creo que la razón Kondo-manía continúa es porque ella en realidad ha dado con algunas buenas soluciones para hacer frente a estas falacias mentales generalizados.


Por ejemplo, Kondo ataca acertadamente lo que se llama la falacia costo hundido. El término "costo hundido" se aplica a los pagos (de tiempo o dinero) que ya han ocurrido y por lo tanto no se puede recuperar. El dinero se ha gastado, una inversión se ha hecho, y hace que la gente irracional porque parece un desperdicio no usar algo que uno ha vertido recursos en. La irracionalidad de esta idea es que la gente ignora si un elemento de su propiedad sigue siendo útil para ellos, y si realmente vamos a usar o revenden. En mis esfuerzos poner en orden, me parece que la falacia costo hundido golpea más fuerte para los nuevos artículos, porque los elementos no utilizados conservan más valor en la reventa. El consejo de Kondo es deshacerse de ellos, y su fe en mantener sólo las cosas que "nos traen alegría" aborda el concepto económico de costo de oportunidad: El peaje mental y física de mantener un artículo inusitado alrededor es mayor que tirarla a la basura.

Harford, el columnista del Financial Times, encontró que el método KonMari abordó otros conceptos económicos, tales como el sesgo del statu-quo y los rendimientos decrecientes. Él escribe: "sesgo Statu quo significa que la mayor parte de su materia permanece porque no se puede pensar en una buena razón para deshacerse de él. Kondo convierte las cosas. Para ella, la situación actual es que cada elemento es el propietario será echado fuera a menos que usted puede pensar en una razón de peso por la que debe permanecer. "Me di cuenta de que este nuevo status quo era particularmente útil para descartar el papel, es decir, porque yo no podía encontrar una razón de peso para colgar en todas las declaraciones de mi tarjeta de crédito. Llegaron en el correo, y yo les mantienen sólo porque eso es lo que siempre hice. El método de Kondo establece un nuevo status quo: tirar hacia fuera. Mi novio y yo tomamos un paso más allá, la cancelación de nuestros estados de cuenta impresos para las tarjetas de crédito y las empresas de servicios públicos.


Me pareció un poco más difícil de poner cautela de Kondo de los rendimientos decrecientes, la idea de que cuanto más se tiene de algo, menos valiosa cada elemento sucesivo es-en práctica. Tal vez fue porque éste se aplica a la mayoría de los los artículos que tengo el tiempo más difícil tirar: la ropa. Método de poner todos de Kondo lo-item-se-ser evaluada-en el suelo no sólo me abrumado, pero también me hizo ansioso. Me recordó que las razones que tengo tanta ropa son que en primer lugar, quiero estar preparado en caso de que no tengo tiempo para lavar la ropa en una semana, y en segundo lugar que el placer neurológica de moda barata es muy atemorizante y real. A causa de mi preocupación de lavandería, la idea de tener tres pares de pantalones de trabajo negro idénticos parece pragmático para mí. (Hay otra filosofía de la simplicidad, la de Matilda Kahl, que recomienda el uso de la misma cosa a trabajar todos los días.) Pude ver los rendimientos decrecientes de tener 20 Camisetas, por lo que descartan los que no encajan.

Otro punto importante que nos protege de Kondo es la locura de la predicción: La gente hace sistemáticamente terribles conjeturas sobre el futuro. Así que en lugar, la gente debe centrarse en el presente, y en poner en orden, esto se manifiesta en la forma de uso de las valoraciones actuales de todas las pertenencias de uno. Las personas se equivocan cuando piensan que unos vaqueros volverá a encajar de nuevo, Kondo está argumentando. También se equivocan cuando piensan que van a leer ese libro de nuevo. Estas predicciones optimistas mantienen a la gente de deshacerse de cosas que no necesitan.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Evitar el desperdicio de comida

Plato Lleno: el programa que va al rescate de la comida que sobra
La idea es no tirar los alimentos y donarlos a sectores vulnerables
Por Mauricio Giambartolomei  | LA NACION


Alexis, Lucas, el chef Bruno y Paula, empaquetando la comida que fue donada a una escuela de Tigre. Foto: Marcelo Gómez

El martes al mediodía los alumnos de la escuela N° 55 María Teresa de Calcuta, de Tigre, esperaban un guiso o arroz con pollo. Pero almorzaron rolls de trucha, pinchos de salmón, empanadas árabes y sándwiches de pastrón, acompañado por hongos y zucchini asados. No estaban en ningún restaurante cinco estrellas. Se habían sentado en el mismo comedor escolar donde todos los días reciben, tal vez, el plato más abundante de la jornada.

"Los chicos esperaban esta comida. Sale de lo común", contaba la directora, Graciela Colman, mientras acomodaba las bandejas de plástico envueltas en film y repletas de comida. Era una donación de Plato Lleno, el proyecto de un grupo de voluntarios que rescata la comida excedente en fiestas para cedérsela a personas en situación vulnerable.

Con el lema "La comida no se tira", el movimiento ya entregó 5000 platos llenos -de al menos, 500 gramos- para el almuerzo, la merienda o la cena en hogares de niños en tránsito, refugios de víctimas de la trata, comedores escolares y barriales, y escuelas. Se trata de, al menos, 2500 kilos de alimentos que habrían terminado en la basura si no hubiera existido el nexo entre los voluntarios y los donantes.

"Nosotros somos una especie de delivery", explica Alexis Vidal, creador del proyecto Plato Lleno, junto con Paula Martino, dentro de la cocina de Eat Catering, la empresa que realizó la última donación, mientras separa la comida en bandejas. "Recibimos los alimentos y los entregamos en 30 minutos porque buscamos receptores que estén cerca", agrega.

De las 180 docenas de brownies y medialunas de la primera donación, en mayo de 2013, a los 500 kilos de alimentos que esperan recibir hoy de un evento en el que participan 9000 personas, la actividad de Plato Lleno no ha parado de crecer.

En Buenos Aires se desperdician unas 670 toneladas por día de comida elaborada
Una muestra es el incremento de seguidores que tuvieron en el perfil de Facebook (7000 fans) y el primer puesto que lograron en el concurso #VosLoHacés, que organizó el gobierno de la ciudad, en el que ganaron un capital "semilla" de $ 60.000.

"Con ese dinero queremos crear la Fundación Plato Lleno, para poder recibir ayuda económica ya que todo sale de nuestro bolsillo", cuenta Paula mientras acomoda bandejas dentro de dos cajones de plástico. "También quisiéramos comprar un transporte con refrigeración, que nos permita hacer trayectos más largos."

Plato Lleno funciona a pulmón. Los interesados en donar, particulares o privados, se contactan con Paula y Alexis, combinan un horario para retirar los alimentos y trasladarlos a un hogar o comedor cercano. El trayecto lo realizan en el auto particular de uno de ellos o de algún voluntario que los esté ayudando en el momento. En cada donación se necesitan, al menos, cuatro personas. Pero por la visibilidad que tuvieron las acciones de las últimas semanas el proyecto tuvo un gran crecimiento que los obliga a pensar en cómo seguir desarrollándolo.

El lunes pasado la cocina de la empresa gastronómica en la que fueron a retirar una donación estaba trabajando a todo tren. Los cocineros iban de aquí para allá, entre hornos, ollas y cientos de enseres. Bruno Gillot, el chef del lugar, supervisaba todos los movimientos y daba indicaciones con marcado acento francés, pese a sus 19 años de residencia en la Argentina. Paula y Alexis, junto a los voluntarios Germán y Lucas, empaquetaban rolls, pinchos, verduras asadas y masitas dulces.

"Los peces hay que comerlos rápido; lo demás puede aguantar unos días en la heladera", dice el chef.

Conservar la cadena de frío es una de las principales preocupaciones y por eso se buscan sitios que estén cerca uno de otro.

Se puede donar cualquier tipo de comida elaborada, salada o dulce
Cuando el proyecto comenzó sólo había dos lugares interesados en recibir los alimentos. Hoy ya suman diez. A ellos se llega por sugerencia del Banco de Alimentos o por referencia de otras personas. Como ocurrió en el caso de la escuela de Tigre.

Mediante cálculos no oficiales se estima que en la ciudad de Buenos Aires se desperdician unas 670 toneladas por día de comida elaborada. A nivel mundial la cifra llega a 1.300.000 toneladas. En cada evento se produce, en promedio, un kilo de comida por invitado. Y en un total de 250 personas, o 250 kilos, sobra alrededor del 5%.

"Cumpleaños, casamientos o eventos hay en todas las ciudades, por pequeña que sea. Y personas con necesidad de alimentos, también. Esto se puede replicar en cualquier sitio como ya está comenzando a ocurrir", asevera Paula.

El proyecto ya se está replicando en Perú y hay posibilidades de que se extienda a Rosario y Córdoba. Los interesados en sumarse al movimiento tienen un instructivo a disposición en el perfil de Facebook, Proyecto Plato Lleno.

¿Qué se puede donar? Cualquier tipo de comida elaborada, salada o dulce, a excepción de helados o productos con una alta exigencia en mantener la cadena de frío. En caso de que sólo sea comida para refrigerar, la donación queda sujeta a la obtención de un camión refrigerado para efectuar su traslado.

En este punto aparece uno de los obstáculos que debe sortear Plato Lleno: el de la responsabilidad de los donantes. La ley del buen samaritano, o ley donal, sancionada en diciembre de 2004, los protegía mediante el artículo 9, que fue derogado tiempo después. Éste establecía que una vez entregados los alimentos "el donante queda liberado de responsabilidad por los daños y perjuicios que pudieran producirse con ellos o por el riesgo de las mismos, salvo que se tratare de hechos u omisiones que degeneren en delitos de derecho criminal".

A pesar de que existen otros proyectos para darle impulso a la ley (ver aparte) muchas empresas dejaron de donar para evitar juicios o problemas. "Plato Lleno funciona con o sin ley. El excedente de comida existe y donarla no es ilegal siempre que se cumplan los requisitos que estable el Código Alimentario Argentino", aclara Alexis.

¿CÓMO CONTACTARSE?

Plato Lleno tiene presencia en las redes sociales. En Facebook existe la página Proyecto Plato Lleno, donde se puede encontrar un documento con preguntas frecuentes y otros datos útiles. En Twitter el usuario es @PlatoLleno. Cualquier otra consulta, Alexis y Paula ofrecen responderlas vía mail en proyectoplatolleno@gmail.com.

viernes, 15 de agosto de 2014

Los cartoneros en Bahía Blanca: Un breve taxonomía

Un censo describe la realidad de los cartoneros bahienses

Mientras se implementan medidas tendientes a modificar la manera de trabajar de los recolectores informales, una agrupación juvenil realizó una radiografía de su estilo de vida.



La tracción a sangre está prohibida en la ciudad, aunque por ahora, solo en el centro y microcentro. Cerca de 200 familias viven del cartoneo.
Por Pamela Subizar / psubizar@lanueva.com

De cada 10 cartoneros en Bahía Blanca, apenas 7 hizo algún curso de la primaria. De esa cifra, uno de ellos, directamente, nunca fue a la escuela. La alfabetización no es la única deuda: un tercio padece problemas crónicos de salud y otro tanto vive bajo un techo de chapa y cartón.

Los datos corresponden al censo sobre la situación socioeconómica de los recolectores informales de Bahía Blanca realizado en 21 barrios de distintos sectores por la agrupación El Grito.

Fueron encuestados 216 trabajadores, por lo que se calculó que hay un mínimo de 183 familias que viven de la recolección informal en la ciudad, con 4 a 5 integrantes cada una. Aunque podrían ser más: hay aún una decena de barrios por censar.

La ex Villa Caracol y el Noroeste (incluido Bajo Rondeau) son los sectores que concentran la mayor cantidad de recicladores, más del 50%. Les siguen Villa Talleres, 5 de Abril, Costa Blanca, 9 de Noviembre, Spurr, Esperanza y Martín Fierro.

Caracol nació en los '90 cuando familias que vivían del cirujeo se asentaron en los terrenos entre Belisario Roldán y la ruta 3. Con la crisis del 2001, se expandió.

Allí están ahora las familias que tienen las condiciones más precarias. Mientras en el resto de la ciudad lo más usual es que los recicladores tengan una casa de material, en Caracol más de la mitad vive bajo chapa y cartón.

El censo muestra además que el cartoneo es principalmente un trabajo de hombres --el 85%-– y que no distingue edades: de adolescentes a mayores de 65 años.

En cuanto a la distribución por edades, hay un dato vinculado a la problemática del trabajo infantil: el 10% tiene menos de 18 años. No incluye el porcentaje a los niños que acompañan a sus papás en los recorridos, sino a los que se reconocen como trabajadores cartoneros.

“Es necesario saber cómo es la comunidad con la que se trabaja para dirigir una política, un programa de inclusión. Y la estadística es una de las herramientas”, explicó Agustina Fittipaldi, una de las jóvenes de El Grito.

“En el diálogo con la gente es desesperante darse cuenta de la cantidad que no sabe leer ni escribir. Y estamos hablando de chicos de 20, 25 años”, contó Facundo Lasarte, otro de los encargados.

Agustina y Facundo saben lo que dicen: caminan la villa desde mucho antes de que se dictamine la restricción a los carros con caballos, haciendo trabajo comunitario.

“Vemos chicos de 12 años que dejaron la escuela en tercer grado y no saben escribir, jóvenes que nunca fueron y chicos que van a sexto y no saben anotar ni su nombre”, relató Agustina.

Asimismo, el 35% de los censados tiene alguna patología. La más usual es la traumatológica, seguida por discapacidades senso-espaciales y neuropsiquiátricas. Aunque están en una edad económicamente activa, no podrían pasar así un psico-técnico para un empleo formal.

El 66% de los recicladores estaría de acuerdo en dejar el cartoneo, si tuviera una opción con los mismos beneficios o mejores. El contexto descripto vuelve difícil esa oportunidad.

En cifras:

  • 216 son los recicladores censados.  Y hay 643 personas que dependen de la recolección informal. Un 10% de menores consultados se reconocen como recicladores.
  • 61% vive en casa de material y el 36% en un rancho de chapa (resto: otros). Si se toma solo a la ex Caracol, se invierte la estadística: el 52% habita casas de chapa y cartón.
  • 10% de los censados no fue a la escuela. El 5% solo tiene el jardín de infantes; el 68% primaro; 14% secundario; y el 3% educación especial.
  • 35% padece algún incoveniente de salud que interfiere de manera notaria en su actividad, imposibilitando además la opción de ser aceptado en alguna otra clase de trabajo.
  • 169 son los equinos hasta ahora censados por la agrupación El Grito. Más del 85% son propiedad de un reciclador. Se estima que cada caballo trabaja un promedio de tres horas por día.
  • 21 son los barrios abarcados por esta encuesta, casa por casa, con preguntas cuanti y cualitativas. El análisis se hizo con el programa Epidat 3.1, calculando tasas de inferencia con una confianza del 95%.

La Nueva