Magos, espadas y rosas: leyes y leyendas de la econometría
por Walter Sosa Escudero
Una vez alguien puso en un blog de matemática la siguiente pregunta ¿Hay algún número que es tan pequeño que uno pueda tomarlo como si fuese cero? A todos nos suena a disparate esta pregunta, pero la vida cotidiana está llena de reglas y atajos que nos permiten proceder con comodidad. A modo de ejemplo, si alguien me pregunta mi edad, respondo “48 años”, y no “48 años, 8 meses, 12 dias, 6 horas, 26 minutos, etc.”, porque hemos convenido, sin firmar papel alguno, que la edad se pregunta y responde en años. Entonces, cualquier regla es un intento de resumir algo complejo, lo cual es necesariamente bueno y malo, tan malo como que mi edad no es exactamente 48 años, y bueno como que la discrepancia entre mi verdadera edad y 48 es socialmente insignificante, y es lo que permite comunicarnos sin volvernos locos. Ahora ¿Dónde está escrito que la edad se comunica en años? ¿Y las distancias en cuadras?
La econometría no está exenta a esta dinámica. Existen varias reglas, que mucha gente usa pero que ningún teórico de la econometría admite haber pronunciado. Entonces, vaya aquí una colección incompleta y disparatada de “reglas econométricas”, que todos usan y nadie admite. Deliberadamente omitiré las fuentes, por por lo menos una de las siguientes razones (no mutuamente excluyentes): 1) Se dice el pecado, pero no el pecador, 2) Las desconozco, 3) Las conozco pero los que las inventaron son prestigiosos colegas a quienes no quiero desprestigiar. Solo daré algunas pistas para que en estos tiempos berreta de Google, hagan su propio trabajo arqueológico.
1. n>30. Quizas la más vieja de las reglas econométricas. Muchos estudiantes usan esta regla para hablar de “muestra grande”, es decir, en esta lógica maniquea 29 es “chico” y 31 es “grande”. Cuando en mi curso básico pregunto “cuán grande debe ser una muestra para ser considerada grande” (una pregunta bastante pavota, por cierto), por alguna razón esotérica mucha gente responde “más de treinta”. El autor de la regla ha sido injustamente olvidado. O quizás todo lo contrario.
2. T>20. Este es el límite de observaciones temporales más allá del cual el sesgo por panel dinámico no debería molestar. Es decir, con T>20 uno podría usar el estimador de efectos fijos y dejarse se embromar con Arellano-Bond y otras cosas estrambóticas. Esta cifra fue recientemente actualizada (a 30) en un paper de Judson y Owen. Los autores de la regla “abandonaron la institución, nunca más se supo de ellos, del caso no se habló más” como decían los Fabulosos Cadillacs de los oficiales que vieron morir a Manuel Santillán, El León.
3. G>50. Se dice por ahí, en los bajofondos de la econometría, que con más de 50 clusters los estimadores “cluster robust” son confiables y que con menos hay que apelar correcciones por sesgos, wild bootstrap y otras invocaciones mefistofélicas. Con mas de 50, con vce(cluster) alcanza. Ahora, ¿no es realmente sospechoso que 50 se parezca, misteriosamente, a la cantidad de estados que hay en los Estados Unidos de America? Mmm.
4. (p=f+1). Esta regla dice que la cantidad de rezagos (p) a incluir en un modelo dinámico (o en un ARMA) es la frecuencia de los datos (f) más uno. Por ejemplo, con datos trimestrales, f=4 (cuatro trimestres), ergo hay que incluir 5 rezagos. Y la cuenta da 13 para datos mensuales (y 2 para anuales). Esta regla me fue comunicada en una intersección de dos caminos de tierra que no figuran en ningún mapa, en el estado de Illinois, en una media noche de luna llena. Había un tipo con una guitarra, me escondi hasta que se fuera y recién ahí me aposté con mi notebook y mi PCGive.
5. F>10. Esta está en el libro de Angrist y Pischke, pero ellos no dicen quien la invento (asi cualquiera, que vivos!). Le regla reza que si el F de la primera etapa es mayor que 10, no hay un problema de instrumentos débiles. Ahora, si F es menor que 10, terribles cosas pueden suceder. Me contaron de un econometrista de Springfield, Arkansas, que quiso publicar un paper con F=9.99, tras lo cual su esposa lo abandonó, perdió toda su fortuna y ahora se dedica a escribir cadenas de mensajes por Facebook.
6. l= 1600. Dice la leyenda que Prescott se negaba sistemáticamente a publicar el famoso paper del “filtro de Hodrick y Prescott” (escrito en 1981 y publicado recién en…1997!) porque lo consideraba demasiado trivial. Como todos saben, el filtro necesita la previa determinación de un parámetro de suavizado, que los autores sugieren fijarlo en 1600, para datos trimestrales. Se cuenta de un grupo de econometristas dinamarqueses que fijaron l=1613, y que en el intervalo de un congreso en donde iban a presentar sus resultados, adujeron salir por unas cervezas, tras lo cual nunca más nadie oyó hablar de ellos.
Como las brujas, las reglas no existen, pero que las hay, las hay. ¿De cuales me olvide?
Buenas noches.
Econometría Avanzada
El blog reúne material de noticias de teoría y aplicaciones de conceptos básicos de economía en la vida diaria. Desde lo micro a lo macro pasando por todas las vertientes de los coyuntural a lo más abstracto de la teoría. La ciencia económica es imperial.
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sábado, 16 de agosto de 2014
viernes, 4 de abril de 2014
Cómo se mide el “rating” y se valúa la pauta publicitaria
Determina el reparto de la pauta publicitaria, pero lo mide una sola empresa. Tinelli, Suar, Vila y Rial lo cuestionan.
POR MARINA ABIUSO - Perfil
SOSPECHAS. Ibope mide menos de 800 hogares y renueva apenas el 25% del panel cada año.
Los productores de tevé miran absortos las pantallas donde los números del minuto a minuto suben y bajan y tratan de encontrar la tendencia, descubrir qué exactamente de lo que está al aire es eso con lo que el público está conectando. Lo demás, importa nada.
Ibope mide las elecciones televisivas de poco más de 700 hogares seleccionados solo en Capital y el Gran Buenos Aires. Según la hora del día, hay televisores apagados, problemas técnicos, pequeñas fallas que hacen descartar un hogar.
Quizás, apenas siete pueden determinar la enormidad de un punto de rating, que se supone que debe representar a 100.000 personas. “¿Te das cuenta? ¡Solo siete hogares!– se desespera un productor ejecutivo– . Si alguien se encuentra de casualidad con un tipo que tiene ‘people meter’, ¿cómo no lo va a tratar de corromper?”.
El “people meter” en los ’90 era tecnología de punta: las casas seleccionadas por Ibope tienen un control remoto especial con botones para informar qué integrante de la familia está en ese momento ante la pantalla. Tienen que firmar un contrato de confidencialidad y no reciben remuneración alguna, apenas se benefician de un sistema de premios en los que pueden ganar –por ejemplo– una juguera.
Jamás se rifan televisores ni nada que pueda modificar el consumo de tevé en ese hogar, estudiado para asegurar la representatividad del panel, que es el nombre que se le da al conjunto de hogares medidos. Se supone que cada año se renueva un 25 por ciento de esos hogares voluntarios. No llegan a 800. “La industria creció y la muestra quedó chica. Especialmente si tenés en cuenta que los millones que se reparten en publicidad privada se deciden en base a ese número”, explica un directivo de otro canal.
Ibope Media SA llegó desde Brasil en 1992 y arrasó con las otras dos empresas que medían audiencia y que tenían aún más cuestionamientos que los que recaen sobre Ibope hoy. Desde 1999 son los únicos en el mercado local y líderes en Latinoamérica. En México atraviesan una dura crisis después de un juicio con la TV Azteca que los acusó de perder fiabilidad.
En Argentina, los principales detractores se ilusionan con las novedades tecnológicas que ofrece el resto del mundo para medir audiencia sin importar cuán meticulosos sean los voluntarios para oprimir botones: detectores de caras, sensores de audio. El rumor más celebrado es el interés de los israelíes de Media Forest por llegar al mercado local.
No es tan fácil. Si Ibope prevalece no es solo por falta de competencia sino gracias a que fue la única empresa que pasó las auditorías realizadas en 1999, cuando se creó la Cámara de Control de Medición de Audiencia (CCMA), una asociación civil integrada por los distintos sectores del mercado publicitario. Ni la CCMA ni Ibope aceptaron responder las consultas de NOTICIAS.
POR MARINA ABIUSO - Perfil
SOSPECHAS. Ibope mide menos de 800 hogares y renueva apenas el 25% del panel cada año.
Los productores de tevé miran absortos las pantallas donde los números del minuto a minuto suben y bajan y tratan de encontrar la tendencia, descubrir qué exactamente de lo que está al aire es eso con lo que el público está conectando. Lo demás, importa nada.
Ibope mide las elecciones televisivas de poco más de 700 hogares seleccionados solo en Capital y el Gran Buenos Aires. Según la hora del día, hay televisores apagados, problemas técnicos, pequeñas fallas que hacen descartar un hogar.
Quizás, apenas siete pueden determinar la enormidad de un punto de rating, que se supone que debe representar a 100.000 personas. “¿Te das cuenta? ¡Solo siete hogares!– se desespera un productor ejecutivo– . Si alguien se encuentra de casualidad con un tipo que tiene ‘people meter’, ¿cómo no lo va a tratar de corromper?”.
El “people meter” en los ’90 era tecnología de punta: las casas seleccionadas por Ibope tienen un control remoto especial con botones para informar qué integrante de la familia está en ese momento ante la pantalla. Tienen que firmar un contrato de confidencialidad y no reciben remuneración alguna, apenas se benefician de un sistema de premios en los que pueden ganar –por ejemplo– una juguera.
Jamás se rifan televisores ni nada que pueda modificar el consumo de tevé en ese hogar, estudiado para asegurar la representatividad del panel, que es el nombre que se le da al conjunto de hogares medidos. Se supone que cada año se renueva un 25 por ciento de esos hogares voluntarios. No llegan a 800. “La industria creció y la muestra quedó chica. Especialmente si tenés en cuenta que los millones que se reparten en publicidad privada se deciden en base a ese número”, explica un directivo de otro canal.
Ibope Media SA llegó desde Brasil en 1992 y arrasó con las otras dos empresas que medían audiencia y que tenían aún más cuestionamientos que los que recaen sobre Ibope hoy. Desde 1999 son los únicos en el mercado local y líderes en Latinoamérica. En México atraviesan una dura crisis después de un juicio con la TV Azteca que los acusó de perder fiabilidad.
En Argentina, los principales detractores se ilusionan con las novedades tecnológicas que ofrece el resto del mundo para medir audiencia sin importar cuán meticulosos sean los voluntarios para oprimir botones: detectores de caras, sensores de audio. El rumor más celebrado es el interés de los israelíes de Media Forest por llegar al mercado local.
No es tan fácil. Si Ibope prevalece no es solo por falta de competencia sino gracias a que fue la única empresa que pasó las auditorías realizadas en 1999, cuando se creó la Cámara de Control de Medición de Audiencia (CCMA), una asociación civil integrada por los distintos sectores del mercado publicitario. Ni la CCMA ni Ibope aceptaron responder las consultas de NOTICIAS.
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