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sábado, 14 de julio de 2018

La pérdida de libertad del estado del bienestar sueco

El costo humano del estado de bienestar de Suecia

Un grupo de mujeres reprendió a mi amiga en un parque público porque su hijo de 2 años no estaba en guardería.
Por Erica Komisar | The Wall Street Journal




Los liberales estadounidenses a veces sostienen a Suecia como un modelo de orden social, igualdad de sexos y respeto por las responsabilidades parentales. Su estado de bienestar ofrece una excelente atención prenatal gratuita o subsidiada, 480 días de licencia pagada para los padres naturales y adoptivos, y un permiso adicional para las madres que trabajan en trabajos físicamente extenuantes. Los padres suecos tienen la opción de reducir sus horas normales (y pagar) hasta un 25% hasta que el niño cumpla 8 años.

Pero toda esta asistencia tiene un alto costo. Con un 61.85%, Suecia tiene la tasa de impuesto a la renta personal más alta del mundo. Ese dinero paga por el tipo de apoyo que muchas mujeres estadounidenses darían la bienvenida, pero viene con la presión sobre las mujeres para que vuelvan a la fuerza laboral en el horario del gobierno, no en el suyo. El gobierno sueco también apoya y subsidia la guardería institucionalizada (lo llaman preescolar), promoviendo la creencia de que los cuidadores profesionales son mejores para los niños que sus propias madres.

Si una madre decide que quiere quedarse en casa con su hijo más allá de la licencia de maternidad autorizada por el estado, no recibe ningún subsidio adicional. Eso crea una carga financiera extrema para esas familias, y la presión también es social. Una amiga de 32 años me contó que estaba en el parque con su hijo de 2 años, cuando la rodeó un grupo de mujeres que la reprendió por no tener al niño en la guardería.

El gobierno sueco intenta ofrecer oportunidades de trabajo iguales para ambos sexos, lo cual es loable. Pero con ese fin, promueve la falsa idea de que las madres no son especialmente importantes para los bebés. Las mujeres que prefieren quedarse en casa con niños muy pequeños son estigmatizadas como regresivas y antifeministas. La Iniciativa Feminista, un partido político radical, promociona la guardería como una forma de "liberar a las mujeres de sus instintos maternales".
Delante de H & M en Malmö, Suecia, el 25 de junio de 2010.
Frente a H & M en Malmö, Suecia, el 25 de junio de 2010. Foto: Getty Images

Las políticas de maternidad de Suecia pueden ser buenas para el crecimiento económico y los ideales igualitarios, pero no para la salud social o emocional de los niños pequeños. Una amplia investigación científica muestra que la guardería institucionalizada es mala para los niños muy pequeños. La relación entre el personal y los niños es muy baja, y el entorno es confuso, demasiado estimulante y potencialmente dañino para el cerebro en desarrollo de un niño.

El noventa por ciento de los niños suecos menores de 5 años están en guarderías. Esto probablemente contribuye a problemas de salud mental. En 2012, aproximadamente el 20% de los adolescentes suecos informaron al menos cinco casos de conductas autodestructivas, y la tasa de suicidios entre adolescentes alcanzó un máximo de 25 años en 2013.

A pesar de su preocupación por la igualdad, Suecia tiene uno de los mercados laborales más segregados por sexo en el mundo. Casi el 80% de las madres suecas trabajan, en comparación con alrededor del 70% en los Estados Unidos. Las mujeres suecas están desproporcionadamente empleadas en campos estereotípicamente femeninos, como la enfermería y la guardería, y muy poco representadas en campos "masculinos" como las finanzas y la ingeniería.

Solo alrededor del 36% de los puestos directivos en Suecia están ocupados por mujeres, menos que en los EE. UU., Canadá, Francia, Rusia o Australia. El salario medio para las mujeres suecas es un 13,4% menor que para los hombres suecos. Y a partir de 2013, el 72% de los empleados públicos eran mujeres. Muchas de las guarderías destinadas a "liberar a las mujeres de sus instintos maternos" están atendidas por madres separadas de sus propios bebés por la necesidad de trabajar.

Si bien Suecia ha trabajado arduamente para eliminar la pobreza material, está creando una sociedad cuyos hijos sufren de pobreza emocional. Los niños necesitan a sus padres, y los niños muy pequeños necesitan especialmente a sus madres. Me preocupa que los EE. UU. Se dirijan en la misma dirección. Las mujeres valoran cada vez más, o se las presiona para que valoren, los logros profesionales y profesionales por sobre la familia. Al igual que Suecia, los estadounidenses han devaluado la crianza de los hijos, y específicamente la maternidad, y están creando jóvenes emocionalmente empobrecidos que tienen dificultades para mantener relaciones íntimas y funcionar como adultos independientes.

Me considero una feminista, pero ¿qué es pro-mujer al negar que el trabajo duro de criar niños sanos, estables y amorosos es importante? En lugar de obligar a las mujeres a tomar decisiones para el beneficio económico del país, la sociedad debería empoderarlas para tomar decisiones en el mejor interés de ellos y sus familias.

domingo, 12 de marzo de 2017

3 causas del subdesarrollo argentino: Empresarios, sindicatos y clase política

Las tres razones por las que Argentina no es un país desarrollado
José Luis Espert - Infobae



Según el último informe de la UCA, el 33% de los argentinos son pobres

La Argentina debería ser un país desarrollado, pero no lo es. ¿Por qué? Porque tres corporaciones se la fuman en pipa.

Hablo de los empresarios prebendarios que le venden a la gente, a precio de oro, lo que afuera se consigue por monedas. Hablo de los que ruegan por más obra pública porque al parecer en la Argentina, sin el dinero de los contribuyentes, no se construye ni un nicho de cementerio. Hablo de los sindicatos, que dicen defender los derechos de los trabajadores y que se comportan como "empresas"; digo empresas entre comillas, porque los sindicalistas, aunque ganan sumas incalculables, no invierten un peso de sus bolsillos y no asumen el menor riesgo. Y hablo, en fin, de los políticos, que con el canto —o para estar a tono con el pasado reciente, con el relato— de la "mejora distributiva", le sustraen a cada trabajador, a través de los impuestos, el equivalente a la mitad de un año de trabajo. La Argentina no vive con estas corporaciones: vive para ellas. Por eso no es un país desarrollado.

No es un secreto. Empresarios amanuenses que luego de doce años de hacer negocios con y gracias al kirchnerismo, como los vinculados a la obra pública, o representantes de los sectores industriales más proteccionistas, reconocieron públicamente ante la prensa su esencia corrupta y extorsionadora, aunque más tarde, ante la Justicia, hayan relativizado sus dichos.

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El sistema no es sólo inviable económicamente, sino también homicida. Nuestros sindicalistas constituyen verdaderas monarquías hereditarias: son reelegidos en sus cargos de manera permanente y reemplazados por sus propios hijos sólo una vez que mueren o renuncian. Algunos de ellos han terminado presos por integrar asociaciones ilícitas: fue el caso de Juan José Zanola, del gremio bancario, o José Pedraza, ex líder de la Unión Ferroviaria, preso todavía por haber sido partícipe necesario del asesinato del militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra.

La función de los políticos se ha desnaturalizado por completo. De tener que trabajar sólo para brindar los bienes públicos básicos necesarios como justicia, seguridad, diplomacia, salud y educación básicas, se han transformado en una verdadera corporación. Como toda corporación, primero se defiende a sí misma con uñas y dientes; este reflejo corporativo es especialmente notorio (y obsceno) cuando se trata de tapar sus propios escándalos de corrupción. Recién después, para beneficio de la tribuna, simulan pelearse por el voto de la gente. Son, por regla general, corruptos y tranzas como los peores elementos de la sociedad.


Portada de “La Argentina devorada”, de José Luis Espert

Estábamos entre los diez países con mayor ingreso per cápita hace cien años. Fuimos el granero del mundo. Recibíamos corrientes migratorias de toda Europa. Supimos ser el faro cultural de América Latina. Aquí se imprimían los libros importantes de habla hispana para todo el mundo. Fuimos el primer país de América Latina en lograr la alfabetización, el subte. De los primeros de la región en tener el ferrocarril esparcido por toda la geografía de nuestro país.

Hoy nuestro ingreso per cápita languidece en la mitad inferior de la tabla. Apenas terminada la Segunda Guerra Mundial se decía que podíamos ser Australia. Hoy Australia tiene un ingreso per cápita casi cinco veces superior al nuestro. A mediados de los '90 competíamos con Brasil por el liderazgo de América del Sur. Hoy Brasil se sienta como invitado a las reuniones del poderoso G-7 mientras Argentina lucha por no perder su posición de preeminencia respecto de Colombia, Perú, Ecuador o Bolivia. Chile ya tiene un ingreso per cápita superior la nuestro, cuando en 1945 lo duplicábamos.

¿Qué es nos pasó para que sufriéramos esta auténtica implosión económica?

Ésta es una sociedad que hace unos cien años (por lo menos desde fines de la Primera Guerra Mundial) comenzó a alejarse de los ideales de la auténtica libertad política, el republicanismo, el respeto a las instituciones, el libre comercio como principio rector de la asignación de recursos, el capitalismo de la libre competencia como forma de acumulación de la riqueza y la excelencia educativa como eje rector de la meritocracia social.

Cuando nos alejarnos de estos valores la Argentina quedó presa de un empresariado prebendario y una clase política y un sindicalismo corruptos que le hacen de socios. El empresariado prebendario se enriquece sin esfuerzo competitivo y luego reparte entre los tres los frutos de sus ganancias espurias.

Sin competencia con el mundo, gracias a esa estafa llamada sustitución de importaciones o "vivir con lo nuestro", la élite empresaria nos impone los precios que se le antojan. La eficiencia económica no puede importarle menos. Menos aún le importan las consecuencias que esto tiene sobre los niveles de pobreza y la inequidad con la que se distribuye el ingreso. Es cierto que la eficiencia económica no tiene nada que ver con el modo en que se distribuye el ingreso (aunque sí está relacionada inversamente con la pobreza), pero es probable que cuanto más se deba competir para ganar dinero y prosperar, más verdadera conciencia social se tenga. De hecho, los números muestran que cuanto más competitivos y eficientes son los países, mejor es su distribución del ingreso.

El mecanismo que impera en la Argentina es perverso. Al no haber conexión alguna entre el ideal de la eficiencia económica y los precios de los bienes y servicios (los precios son carísimos y los bienes y servicios, pésimos), a la élite empresaria no le molesta pagar una presión impositiva salvaje como ofrenda a los políticos y salarios alejados de la productividad del trabajo para que los sindicatos no los martiricen con paros, boicots o cortes de calles.

Cuando vemos al sector agropecuario y a las PYMES quejarse por las migajas que reciben por lo que producen cuando al mismo tiempo en la góndola del supermercado o el mostrador del comercio el consumidor paga fortunas, es esto. Impuestos indirectos, costos laborales, regulaciones y costos de intermediación que engordan los precios para financiar una ineficiencia monstruosa y el enriquecimiento (muchas veces ilícito) de ciertos empresarios, políticos y sindicalistas que, más que defensores de los derechos del trabajador, son verdaderos señores feudales que tienen programas de radio, televisión, diarios (Víctor Santa María del SUTERH) y se dedican con gran impacto a manejar clubes de fútbol (Luis Barrionuevo, del gremio gastronómico, en Chacarita Juniors) y hasta tener aspiraciones de presidir la AFA (Hugo Moyano de Camioneros).

Tampoco la clase política tiene incentivo alguno para ser responsable con el nivel en el que coloca el gasto público. Total, cuando los impuestos para financiarlo o los salarios en dólares se vuelven impagables o las reservas del Banco Central se agotan o la deuda se torna impagable, se devalúa y chau. Si esto empobrece a la gente, raudos aparecen los empresarios prebendarios, los políticos y los sindicatos con un buen relato de conspiradores, poderes concentrados, buitres que nos quieren hundir.

Después de todo, ya se sabe que somos una amenaza para los poderosos del mundo. Y listo: a empezar de nuevo el juego de suba del gasto público, de los salarios y de los precios. Hasta que otra vez no de para más.
¿Educar a la gente en la insostenibilidad a largo plazo del esquema? Jamás. Todo lo contrario. Hay que perseverar en el expolio, vía retenciones y prohibiciones para exportar, a nuestras industrias más productivas, como el campo, el petróleo y el turismo.

A esos sectores se los llama con desprecio "rentistas", cuando en realidad un grano de maíz, una gota de combustible o un turista que gasta su dinero en nuestro país requieren de inversiones formidables en maquinaria y equipo, investigación y desarrollo, tecnología, infraestructura, capacitación de personal, muy superiores a las que realizan los sectores protegidos con sus super-rentas derivadas del proteccionismo y de los contratos de obra pública a precios, en general, por encima del mercado.

"En la Argentina hay hambre, no porque falten alimentos, como pasa en otros países, sino porque sobra inmoralidad". Esta frase del ex presidente Raúl Alfonsín tiene mucho de cierto, pero no en el sentido en que la mayoría la interpreta y en el que probablemente el mismo Alfonsín la expresó. La inmoralidad que causa el hambre no proviene de los empresarios libres de la sociedad que junto a los trabajadores, unidos por el empeño de mejorar su bienestar y el de sus familias, día a día se rompen el lomo para producir bienes y servicios. La inmoralidad que produce hambre en la Argentina es la inmoralidad de los políticos, los empresarios prebendarios que transan con ellos y los sindicalistas corruptos.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

¿Por qué la Revolución Industrial no emergió en China?

Por qué la Revolución Industrial no ocurrió en China
Por Ana Swanson - The Washington Post




Para los historiadores económicos como Joel Mokyr, no hay nada inevitable sobre la increíble riqueza y salud del mundo moderno. Pero para una chispa en un pequeño rincón de Europa que encendió la Revolución Industrial -que extendió increíbles avances en tecnología y estándares de vida primero a través de la costa del Atlántico Norte en los años 1700 y 1800 y poco a poco en todo el mundo- podríamos estar viviendo la desagradable, Bruta y corta vida de nuestros antepasados ​​siglos antes.

Mokyr, que enseña en la Northwestern University, se sumerge en el misterio de cómo el mundo pasó de ser pobre a ser tan rico en tan sólo unos cuantos siglos en un próximo libro, “A Culture of Growth: The Origins of the Modern Economy.”.
Basándose en siglos de filosofía y avances científicos, Mokyr sostiene que hay una razón por la que la Revolución Industrial se produjo en Europa y no, por ejemplo, en China, que había mostrado signos de progreso científico en los siglos anteriores: Europa desarrolló una cultura única de competitividad científica Y progreso intelectual que era sin precedentes y no en absoluto predestinado.

Esta entrevista ha sido editada por longitud y claridad.

¿Por qué es importante considerar esta pregunta, de por qué ocurrió la Revolución Industrial?

Es una pregunta que debe hacerse si queremos saber cómo nos convertimos en lo que somos. Los siglos XIX y XX son en muchos sentidos los siglos más transformadores de toda la historia humana. Hasta alrededor de 1800, la gran mayoría de las personas en este planeta eran pobres. Y cuando digo pobre, quiero decir que estuvieron al borde de la inanición física durante la mayor parte de sus vidas.

La esperanza de vida en 1750 era de alrededor de 38 a lo sumo, y mucho más baja en algunos lugares. La idea de que hoy viviríamos 80 años, y pasamos gran parte de los de ocio, es totalmente inesperada. La clase media baja en las sociedades industrializadas occidentales y asiáticas tiene hoy un nivel de vida más alto que el papa y los emperadores de algunos siglos atrás, en todas las dimensiones. Ese es el resultado de una cosa: nuestra capacidad de comprender las fuerzas de la naturaleza y aprovecharlas para nuestras necesidades económicas.

Si entendiéramos cómo sucedió, entenderíamos la historia humana. Durante miles de años, las condiciones materiales en que vivían las personas cambiaron muy poco. Entonces, de repente, en 1800, sólo se amplía.

Eso salió de Europa occidental y de su rama en América del Norte después de 1800. Si no hubiera sido por eso, tú y yo estaríamos mirando una expectativa de vida de tal vez 40, y probablemente no estaría bebiendo cappuccino de un Fantasía y hablar con usted en mi teléfono inteligente. Mira lo que hemos logrado en todas las dimensiones. La tecnología no sólo ha aumentado nuestros ingresos, sino que ha cambiado todos los aspectos de la vida cotidiana.

La pregunta es, ¿era todo esto inevitable? Mi respuesta es, absolutamente no.

Entonces, ¿por qué ocurrió este dramático cambio? ¿Y por qué empezó en Europa, más que en China?

China tiene un pasado glorioso en sus logros científicos. Y sin embargo nunca fueron capaces de convertirlo en crecimiento económico como lo hizo Occidente. Si nos fijamos en Europa y China en el siglo XIX, Europa está avanzando a una velocidad impresionante. Está construyendo una red ferroviaria, barcos a vapor, fábricas. A principios del siglo XX, China parecía que iba a estar completamente ocupada por las potencias imperialistas. Claramente el desarrollo tecnológico y económico de Oriente y Occidente divergió a partir de 1850. La pregunta de $ 64,000 es "¿Por qué?"

La gente ha dado respuestas diferentes, y estoy dando la mía. Una forma de pensar en ello es la cultura. Pero para decir, "Oye, los chinos tienen una cultura diferente porque eran confucianistas, y los europeos eran cristianos", no lo compro por un segundo. Es mucho más sutil y complicado. La forma en que diría que la cultura no es independiente de las circunstancias políticas e institucionales.

China y Europa son diferentes en muchos aspectos, pero uno es que después de la conquista mongola en el siglo 12, China sigue siendo un imperio unificado dirigido por una burocracia mandarín único. No hay nada que compita o amenace a China. China es invadida por las tribus manchúes en 1644, pero no cambian la estructura del estado. Aprendieron a hablar chino, se vestían como chinos y comían como chinos.

En Europa, nadie logra unificarlo, y usted tiene una competencia continua. Los franceses están preocupados por los ingleses, los ingleses están preocupados por los españoles, los españoles están preocupados por los turcos. Eso mantiene a todos en sus dedos, que es algo que los economistas reconocen inmediatamente como el modelo competitivo. Para tener progreso, usted quiere un sistema que sea competitivo, no uno que esté dominado por un solo poder.

Creo que esa es la principal diferencia. No es sólo que China no tiene una Revolución Industrial, no tiene un Galileo o un Newton o un Descartes, gente que anunció que todo lo que la gente hacía antes que ellos estaba equivocado. Eso es difícil de hacer en cualquier sociedad, pero era más fácil de hacer en Europa que China. La razón precisamente es porque Europa estaba fragmentada, y cuando alguien dice algo muy nuevo y radical, si el gobierno decide que son herejes y amenaza con enjuiciarlos, empacan su maleta y cruzan la frontera.

Europa crea un mundo competitivo que fomenta la innovación intelectual. Ahí está la Reforma, que dice que la religión que tenías hasta ahora está equivocada. Lo mismo ocurre en astronomía, química, medicina, matemáticas y filosofía. Eventualmente, filtra hacia abajo a cómo fabricamos textiles y zapatos, y cómo cultivamos maíz.

Quiero dejar claro, muy pocos historiadores serios piensan que China falló. China quería estabilidad y seguridad, y lograron eso durante mucho tiempo. Los europeos no quieren estabilidad. Ellos quieren progreso. Por supuesto, la estabilidad de China se ve interrumpida por los europeos que aparecen con más poderosos barcos y armas. Finalmente, China se desmorona bajo el ataque de la modernidad europea. Es una historia muy trágica.

Su libro habla de cómo la Revolución Industrial resultó de una preferencia por "conocimiento útil" y una conexión que se forma entre la élite social y el sector productivo de la sociedad. Explique eso.

Entre el viaje de Colón a América en 1492 y la muerte de Isaac Newton en 1727, la agenda de la investigación en Europa cambia. Durante gran parte de la historia humana, la gente estudió la ciencia y los fenómenos naturales, no para hacernos mejorar materialmente, sino para satisfacer la curiosidad. Los antiguos griegos hicieron fantásticos progresos científicos, pero hay pocos casos en los que lo usan para nada. De hecho, Aristóteles dice que la ciencia no debe usarse, porque el trabajo es algo para las clases bajas. Las personas aprendidas no trabajaban, y los trabajadores no aprendían.

Antes de la Revolución Industrial, los eruditos de Europa cambiaron la agenda. Ellos dicen: "Mira, debemos estudiar la naturaleza, pero debemos hacerlo para mejorar nuestro bienestar material". Para la gente de hoy, esto suena totalmente obvio. Pero no fue en el año 1600. Para el siglo XVIII, esto se ha convertido en el consenso. Eso es lo que yo llamo la Ilustración Industrial.

Muchas de las cuestiones científicas que estaban tratando de resolver, no podían. Pero siguieron intentando, y por el siglo 19, comienzan a agrietarse problemas. La electricidad es un ejemplo. Durante 100 años, la gente lucha con tratar de aprovechar su poder. Sólo en la década de 1860 es la generación eléctrica se agrietó, y luego de repente se obtiene Thomas Edison, la iluminación eléctrica y los coches de la calle. Lo mismo sucedió en la comprensión de las enfermedades infecciosas, que es la razón principal por la que la esperanza de vida aumenta. Estos avances tomaron mucho tiempo. Pero nunca se dieron por vencidos, y al final lo rompieron. Si usted piensa en ello, esto es bastante asombroso.

Ahora no lo hemos roto todo. No puedo decir si vamos a romper la fusión nuclear. Pero de eso se trata este juego, que la naturaleza es comprensible, y podemos entenderla y usarla. Nunca podemos entender el 100 por ciento de ello, pero podemos hacerlo mejor y mejor.

En China hoy, la gente habla a menudo de la historia rica del país de la invención, por ejemplo de la impresión, de la pólvora y de la brújula. Y usted menciona que China tenía su propia Iluminación. Entonces, ¿cómo fue diferente?

China fue extremadamente innovadora en su apogeo, que es básicamente bajo la dinastía Song, que terminó en 1279. En ese momento, los viajeros europeos e islámicos se dieron cuenta de que China estaba liderando el mundo en tecnología. Y China tiene una especie de Ilustración. Y, sin embargo, al final, no convirtieron esa innovación en crecimiento económico sostenido.

Creo que la razón fundamental es la posición de China como un solo imperio, y también su burocracia, que es un animal único y peculiar. Por un lado, es muy progresista, porque es una meritocracia. En Europa, las personas que estaban en el poder eran los hijos y sobrinos de otras personas en el poder. Pero en China hay un examen, y la gente que hizo lo mejor se elevó en la administración pública mandarín. Así que pensaría: "Wow, eso es muy progresivo." Excepto si miras lo que estaban estudiando para estos exámenes, simplemente estaban regurgitando los clásicos. Era la herramienta perfecta para seguir reproduciéndose desde la misma generación de moldes tras generación.

En Europa sucede algo diferente. La gente estudia el conocimiento clásico, Ptolomeo, Hipócrates y Arquímedes, y empiezan a decir: "La mayoría de estas cosas están equivocadas." No se podía hacer eso en China. Si dijiste "Estas cosas están mal", fallaste en el examen. Pero en Europa, la capacidad de desafiar la sabiduría recibida es irreprimible.

En el siglo XVII, los europeos construyen microscopios, telescopios y barómetros que les permiten estudiar la naturaleza de una manera que los clásicos nunca pudieron. Y se vuelven bastante arrogantes. Hay un filósofo francés a finales del siglo XVI, Pierre de La Ramée, que escribe un libro con el título "Todo lo que Aristóteles ha dicho que es incorrecto." Eso es chutzpah. Un siglo antes, habría estado encadenado.

Por ejemplo, Aristóteles pensaba que el vacío era imposible. Entonces un día, los europeos construyen una bomba de vacío. La única conclusión que podrían llegar a ser Aristóteles es errónea. Si se equivocaba al respecto, ¿podría estar equivocado acerca de otras cosas? Usted apuesta. Aristóteles pensó que todas las estrellas del cielo estaban completamente fijas; Nada se añade y nada se resta. En 1573, un astrónomo danés llamado Tycho Brahe observa una supernova. Había una estrella allí antes, y ahora no lo es. Así que la gente comienza a ser escéptica, y el escepticismo lleva a lo que yo llamo contestabilidad. Los argumentos se deciden no en la autoridad, sino en la evidencia, la lógica y la prueba matemática.

Eso nos parece perfectamente normal, pero es algo que debemos aprender. Es algo que ninguna otra sociedad retira. En otros lugares, la sabiduría y el conocimiento se revelaron a nuestros antepasados, y si quieres saber la verdad, tienes que estudiar sus escritos, ya sea la Biblia, Confucio, el Corán o el Talmud.

¿Qué implicaciones tiene todo esto para nuestro mundo de hoy?

Hay un debate sobre la medida en que todo lo que se puede inventar se ha inventado. ¿Hemos escogido todo el fruto que cuelga bajo, podemos continuar creciendo de la manera que lo hicimos? Tomo una opinión muy optimista. Creo que si quieres resumir el futuro de la tecnología, el breve resumen es: "Todavía no has visto nada".

La razón por la que digo esto es porque la ciencia avanza en parte porque la gente tiene las herramientas para trabajar en los problemas. En los avances científicos del siglo XVII, el microscopio, el telescopio y el barómetro juegan un papel muy importante. Ahora bien, si usted pregunta qué ciencia tiene que trabajar hoy en día, perturba la mente. Tenemos microscopios que ven el nivel sub-molecular. Tenemos telescopios que ven galaxias que nadie había soñado. Tenemos laboratorios llenos de computadoras. Una computadora puede encontrar agujas nanoscópicas en una pila de heno del tamaño de Montana. La pregunta no es: "¿Qué hacen las computadoras para nuestra investigación?" La pregunta que la gente hace hoy es: "¿Cómo diablos alguien hizo nada antes de tener computadoras?"

Vamos a hacer mucho más progreso, simplemente porque tenemos herramientas más poderosas. A medida que avanza la ciencia, empujará nuestra capacidad de controlar aún más la naturaleza. Ahora, los problemas también se hacen más difíciles. Estamos tratando temas como el cambio climático y la desertificación. Pero nuestra capacidad de resolverlos va aún más rápido, por eso soy optimista.