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domingo, 6 de marzo de 2016

Cuestiones de educación y capital humano en la competitividad argentina

Los cambios que necesita la educación para que la Argentina gane competitividad
El régimen laboral y salarial docente, la especialización y el uso de tecnologías en las aulas están entre los temas que deberían ponerse sobre una mesa de discusión de estrategias
Andrés Hatum
LA NACION

El autor es profesor PhD de la escuela de negocios de la Universidad Torcuato Di Tella


Ingenieros en petróleo, entre los requeridos. Foto:Shutterstock

Las pruebas PISA suelen ignorarse desde el poder pero muestran una trágica realidad: la Argentina pierde terreno regional e internacional en el sistema educativo, un sistema que supo ser de los mejores del mundo. No sólo el sistema público ha caído, el privado también. Todos, ricos y pobres están en el mismo círculo de degradación. En las pruebas PISA 2012, a las escuelas de nivel socioeconómico más alto del país les fue igual que a las de nivel socioeconómico más bajo de Italia, Estados Unidos y el país promedio de la OCDE.

Por supuesto que hay argumentos para todos los gustos y muchas veces desde el poder se alega que ha habido un crecimiento en los últimos años en la matrícula, ergo convirtiendo a la escuela en un lugar más inclusivo. ¿Inclusivo para qué? Pero esto también es una falacia. El crecimiento de la matrícula post 2003 se explica por lo ocurrido en la escuela privada.

No sólo la Argentina no matricula más alumnos que en el resto de la región, sino que tiene graves problemas de retención. De hecho, nuestro país retiene a muchos menos alumnos que el resto de los países latinoamericanos. Según la OCDE, la tasa de graduación secundaria en la Argentina es 41%, mientras que en Chile es de 84 por ciento.

A nivel universitario también hay problemas. Los alumnos que llegan de la secundaria tienen serios problemas formativos. El análisis de texto les es esquivo y el matemático, imposible. Con motivo de los 30 años del Ciclo Básico Común (CBC) están analizando cursos optativos de lectoescritura. Sumemos a esto las dificultades que tienen las empresas y organizaciones en contratar carreras técnicas como ingenieros, licenciados en sistemas, geólogos o geofísicos, por citar algunos ejemplos.

En la región, sin embargo, se está trabajando para cambiar este paradigma de retraso educativo. Brasil, por ejemplo, ha definido invertir 1650 millones de dólares para enviar a más de 100.000 estudiantes a instituciones del exterior, para que se especialicen en temas como biotecnología, ciencias del océano e ingeniería en petróleo, todas especialidades consideradas esenciales para el futuro del país. Chile ha seguido una política similar para estudiantes de ciencias económicas y finanzas, a los que ha enviado en la última década a realizar doctorados a las mejores universidades.

Ya no se trata del color partidario del próximo gobierno, sino de poder contar con una política educativa de largo plazo que tenga una estrategia clara, que esté consensuada entre los principales partidos políticos y que sea respetada en el tiempo.

Una estrategia y política educativa en este sentido tendría que debatir y tener en cuenta estos temas:

PRECARIZACIÓN LABORAL

El sistema inglés, valorado por muchos argentinos que envían a sus hijos a escuelas bilingües, se caracterizó por permitir que el docente esté afectado a un sólo lugar de trabajo. Este tema en la Argentina no sería tan grave en la escuela primaria, donde los docentes están un turno completo con los chicos. Pero en la escuela secundaria está el síntoma de la catástrofe. Docentes que saltan de una escuela a otra con muchos cursos, cientos de alumnos, horas de viaje. Imposible pedirles a esos docentes que estudien más (muchos los hacen), renueven material, se focalicen en una enseñanza personalizada.

El sistema de trabajo debe cambiar, así como también el sistema salarial que no sólo no motiva, sino que no atrae el mejor talento a la profesión. Repensar el sistema de trabajo y salarial, es una de las aristas, que debe estar acompañado por un sistema de evaluación que empiece a apostar por la meritocracia y creatividad docente, y un sistema nacional de evaluación que adhiera a alguno de los sistemas internacionales existentes para comenzar a tener cifras objetivas y transparentes de la realidad educativa del país. Esto permitirá generar implementaciones específicas por región y escuela.


LA ESCUELA TÉCNICA

La década de 1990 vio desaparecer o desvalorizar la enseñanza técnica en el nivel medio y superior. En 1995 a un geólogo le costaba conseguir trabajo; hoy se da el lujo de rechazar varios. La llamada escuela industrial que era generadora de técnicos debe ser prioridad nuevamente. En esta dimensión entran también las escuelas agrarias. A nivel universitario, no alcanza con subsidiar las carreras como las ingenierías. Se requiere de una reforma del modelo de escuela media que fortalezca la enseñanza de disciplinas básicas como ciencias y matemáticas.

USO DE TECNOLOGÍAS

¿Reemplaza la tecnología a los docentes? No, en mi opinión. Pero el debate debe considerar que se eviten medidas efectistas por entender la profundidad del cambio tecnológico en la computación. Dar computadoras a los alumnos no mejora necesariamente el aprendizaje. Hay que pensar un plan para ciudadanos digitales. Y esto hace que no alcance con capacitar a los docentes. No se trata de agregar un curso; se trata de modificar las estructuras y contenidos para adaptarlos y adecuarlos a las nuevas tecnologías. Muchas aulas son anticuadas y están llenas de sillas que miran a un pizarrón o a una pizarra en la que un profesor (que, con suerte, no es demasiado aburrido) escribe sin parar. Mientras tanto, los estudiantes están aburridísimos. Escuelas y aulas pensadas para la revolución industrial en un mundo de revolución tecnológica y digital.

UNIVERSIDAD DEL FUTURO

Hay una necesidad de lograr que todas las instituciones de educación superior en el país generen un conocimiento básico de tres años orientado hacia una disciplina y luego permitan, en una instancia superior, ahondar en una especialización que el alumno pueda ir eligiendo en la universidad que prefiera, sin burocracia para concretar el traslado. Muchas veces, el cambio de universidad en el país es más complejo que ir a estudiar al exterior. Hay que lograr una mayor integración entre la universidad privada y pública a partir de reconocimientos mucho más amplios de materias cursadas y acceso más claro, fácil y flexible entre ambos tipo de instituciones.

Con foco en el futuro, los intelectuales convergen en la necesidad de desarrollar profesionales a partir de un sistema universitario que tienda hacia la especialización flexible y casi personalizada. Esto permitiría la diferenciación en un mercado laboral que así lo demanda. Se plantea una apertura de los planes de estudios para que los estudiantes realicen sus carreras según sus intereses, dejando atrás el modelo de currículum académico cerrado que impone un único camino para graduarse. El mercado laboral pide a gritos gente especializada, por lo que un rediseño universitario necesita un trabajo conjunto entre las instituciones para que las mismas se complementen ofreciendo, cada una, una especialización. Desde la década del 90 se han creado muchas universidades privadas y públicas con perfiles muy diferentes que hoy podrían comenzar a dialogar y a planificar en pos de alcanzar un acuerdo para establecer un sistema educativo de especializaciones, aprovechando la ventaja competitiva de cada una.

El debate es profundo, difícil y espinoso. Cuando son de fondo, las modificaciones afectan a los distintos actores del sistema, y no han de esperarse cambios revolucionarios. Sin embargo, sí se necesitan cambios con visos de largo plazo para garantizar una educación sólida, competitiva y con generación de posibilidades de desarrollo profesional para los estudiantes, y también para solventar la competitividad del país.


domingo, 12 de enero de 2014

La ingeniería de la promoción de ventas en las tiendas

17 trucos que las tiendas usan para hacerlo gastar más dinero


¿Accidentalmente ha comprado mucho más de lo previsto?
Pudo no haberlo planeado. Desde supermercados a las tiendas de ropa, los centros comerciales han sido cuidadosamente diseñados para llegar a gastar la mayor cantidad de dinero posible.

¿Quiere batir a los minoristas en su propio juego? Entonces será mejor que aprendas cómo piensan.

Un letrero grande, audaz "SALE " ayuda a hacer que la gente en la tienda , donde son propensos a comprar artículos no venta.


Una vez que entras , está el carrito de compras. Este invento fue diseñado a finales de 1930 para ayudar a los clientes a hacer compras más grandes con mayor facilidad.



En los supermercados , los departamentos de alto margen, como productos horneados florales y frescas se colocan cerca de la puerta principal , por lo que ellos encuentran cuando su carrito está vacío y sus espíritus son altos.


Flores y productos de panadería también se sientan cerca de la parte frontal de las tiendas porque su olor atrayente activa las glándulas salivales , lo que hace más probable que la compra por impulso.



A los supermercados les gusta esconder sus productos lácteos y otros productos esenciales en la pared del fondo, lo que obliga a ir a través de toda la tienda para llegar a ellos.


Una vez que los clientes empiezan a caminar a través del laberinto de una tienda de los pasillos, que están condicionados a caminar arriba y abajo de cada uno, sin desviarse.



La mayoría de las tiendas se mueven los clientes de derecha a izquierda. Esto, combinado con el hecho de que Estados Unidos conduce por la derecha, hace que las personas más propensas a comprar artículos en el lado derecho del pasillo.



Cualquier cosa de una tienda de verdad quiere que los clientes compren se coloca al nivel de los ojos. Ítemes particularmente favorecidos se destacan en los extremos de los pasillos.



También hay nivel de los ojos de niño. Aquí es donde las tiendas ponen juguetes, juegos, cereales azucarados, dulces y otros artículos de un niño se ve y rogar a sus padres para comprar.


Los puestos de prueba y los demás pantallas que ralentizan mientras que la exposición a los productos nuevos. 



Las tiendas también quieren artículos que sean de fácil acceso. La investigación muestra que tocar elementos aumenta la posibilidad de una compra.



El color afecta a los compradores, también. La gente es atraída a las tiendas por los tonos cálidos como los rojos, naranjas y amarillos, pero una vez dentro los colores fríos como los azules y verdes animan a gastar más.


¿Escucha esa música? Los estudios demuestran que la música lenta hace que la gente compra sin prisa y gaste más. Propale música más motivadora y fuerte en la tienda y no afecta a las ventas. La música clásica estimula las compras más costosas.



El tamaño importa tienda, también. En lugares con mucha gente, la gente pasa menos tiempo de compras, hacen menos compras (previstas e impulsivas) , y se sienten menos cómodos
.



Las tiendas no sólo te quisieren engañar con las ventas, que también utilizan - por tiempo limitado para aumentar su sentido de urgencia en hacer una compra.



El área más rentable de la tienda es la cola de la caja. Las tiendas de operaciones bancarias en los clientes que sucumben a los bastidores de dulces y revistas mientras esperan.


Por último, existe la ubicua tarjeta de "comprador valorado". Esta tarjeta le da una trato ocasional a cambio de su lealtad de los clientes y los datos personales de valor.



Leer más: http://www.businessinsider.com/how-stores-make-you-spend-more-2014-1?op=1 # ixzz2q0GUZvpE

jueves, 28 de noviembre de 2013

Incentivos para que se gradúen más ingenieros en Argentina

Estado para que haya más ingenieros

Hoy se reciben unos 7.900 estudiantes de esta carrera, un número que no alcanza a cubrir la demanda.


FACULTAD DE INGENIERÍA. Una medida para elevar el número de estudiantes.

Será el segundo año en el que el Plan Estímulo a la Graduación entre en vigencia. Se trata de un proyecto paracaptar más ingenieros, una carrera con muy pocos inscriptos. ¿El premio? 25 mil pesos para los que se reciban.

Hoy se reciben 7.900, un número que no alcanza a cubrir la demanda, y para 2016, el objetivo es lograr el promedio de un ingeniero graduado cada 4.000 habitantes por año, según el informe presentado hoy por los ministros de Industria, Agricultura, Ciencia y Tecnología y Educación de la Nación.

"Es una medida particular dentro de otras para fomentar a la carrera de ingeniería. Debido a la gran cantidad de demanda, muchos alumnos de los primeros años ya empiezan a trabajar: esto es bueno porque comienzan a conocer de qué se trata pero es malo porque desatienden el estudio", dijo a Telenoche Carlos Rosito, decano de la facultad de Ingeniería.

"Ese plan estratégico apunta a lograr que ingresen más estudiantes a las carreras de ingeniería, quepermanezcan en ella y que se gradúen. Que la ingeniería esté comprometida con los planes agroindustrial, alimentario, energético", dijo Martín Gill, secretario de Políticas Universitarias.

"Se trata del Plan de Estímulo a la Graduación, objetivo que se dirige a cumplir con la meta de tener la cantidad de ingenieros por habitante más alta de Latinoamérica -10.000 graduados por año-", agregó Gill.

domingo, 30 de junio de 2013

La teoría de juegos no solo para economistas anymore


Gaming the System

Economists have long used game theory to make sense of the world. Now engineers and computer scientists are using it to rethink their work.

Asuman Ozdaglar
Asuman Ozdaglar

You and an accomplice in a major heist have been nabbed by the cops and are being interrogated in separate rooms. If you both keep quiet about the crime, you’ll each get a year in prison on a lesser charge. If you both squeal, you’ll each get five years. But if just one of you squeals, that one will go free while the other gets 10 years. If you don’t know what your accomplice will do, what’s the rational decision?

This conundrum, known as the prisoner’s dilemma, is the most familiar example of a game, in the technical sense employed by game theorists. Game theory is a mathematical way to describe strategic reasoning, and the prisoner’s dilemma illustrates the three basic requirements of the situations it encompasses: the game must involve multiple agents (here, the two accomplices); each must make a decision (squeal or don’t squeal); and every decision must carry a quantifiable payoff (the prison terms) that varies according to the other agents’ decisions.

Game theory has been a staple of economics research since 1950, when John Nash, who taught at MIT from 1951 to 1959 and is the subject of the movie A Beautiful Mind, published the seminal paper that would win him the Nobel Prize in economics. As game theory has matured, it’s become even more central to that field. In just the last eight years, the Nobel Prize has gone to game theorists three times, for shedding light on, among other things, the logic of nuclear deterrence, the circumstances in which free markets can and cannot maximize public welfare, and the best solutions to “matching problems”—organs and patients, medical residents and hospitals, and the like.

But recently game theory has been drawing attention in engineering and computer science, too. Researchers are using it to analyze thorny problems such as optimizing traffic flow or preventing blackouts.

Asuman Ozdaglar, SM ‘98, PhD ‘03, a professor of electrical engineering and computer science, says the rise of the Internet has made this necessary. Historically, the engineers of communication networks had to contend with a wide range of technical questions—such as power constraints and the relative merits of centralization or decentralization. But with the Internet, they suddenly had to deal with human agency, too.

If a Comcast subscriber in Boston and an EarthLink subscriber in San Francisco are exchanging data, their transmissions are traveling over networks maintained by several different providers: Comcast, EarthLink, and others in between. “The whole operation relies on both collaboration and competition of these different parties,” Ozdaglar says. “How do you design protocols that will actually yield the right incentives for people to collaborate?” In other words: why does the Internet work even though it is made up of individual networks? Game theory provides a way of answering that kind of question.

As engineers began bringing game theory to bear on questions within their field, however, they also realized that the tools of their trade were applicable to outstanding questions of game theory. Indeed, of the handful of researchers in the Department of Electrical Engineering and Computer Science (EECS) who work extensively on game theory, all have spent substantial time on questions more typically addressed by the social sciences.

Going once
EECS professor Constantinos Daskalakis is a good example. In 2008, he won the Association for Computing Machinery’s dissertation prize by showing how techniques drawn from theoretical computer science could shed new light on one of the central concepts in game theory: equilibrium.
Constantinos Daskalakis
Equilibrium is the idea that won Nash his Nobel, and the Nash equilibrium is the type of equilibrium most commonly studied. It describes a balance of strategies that no player of a game has a motive to change unilaterally. The most basic example of a Nash equilibrium involves the so-called penalty-kick game. In soccer, a penalty kick gives an offensive player a free shot on goal with only the goalie defending. The ball travels so quickly that the goalie has to guess which way to dive before it’s struck. In the game-theoretical version, if both players pick the same half of the goal, the goalie wins; if they pick different halves, the shooter wins.


The equilibrium state for this game is for both players to pick a direction randomly on any given kick but to ensure that, overall, they choose both directions with equal frequency. In that case, they’ll each win half the time, and neither can improve his or her odds by deviating from that strategy. For instance, if the goalie suddenly started going the same direction every time and the shooter stuck to the original strategy, the goalie’s winning percentage would merely stay the same. However, a shooter who noticed the shift could win every kick by going the opposite direction every time, so the goalie has no incentive to make this change.

But the penalty-kick game is one of the simplest of games. Finding equilibria for even slightly more complex games can be enormously difficult. In his dissertation, Daskalakis proved that for some situations that can be described through game theory, the Nash equilibrium is so hard to calculate that all the computers in the world couldn’t find it in the lifetime of the universe. In those cases, Daskalakis argues, humans probably haven’t found it through trial and error either. That means game theorists need analytic tools other than the Nash equilibrium if they want any hope of describing the real world.

Fortunately, in the same way that computer science has developed a battery of techniques for determining the complexity of computations such as those that produce Nash equilibria, it’s also developed a battery of techniques for identifying approximate solutions to otherwise intractable problems. Daskalakis and his students, for example, were able to find one for an economics problem that had stood for 30 years.

In 1981, the University of Chicago’s Roger Myerson showed how to structure an auction for a single item so that if all the bidders adopted the bidding strategies in their best interest, the seller would realize the greatest profit. That work helped earn him the 2007 Nobel Prize. It also raised a related question: what is the best way to structure an auction for more than one item? (In economists’ jargon, any market with a single seller and multiple buyers counts as an auction; a Christie’s auction is one, but so are sales at a retail store.) It’s a question with “such large complexity that there’s no succinct description for the auction that gives you the optimal profit,” Daskalakis says. To maximize revenue across multiple items, the seller probably has to sell each item at less than the highest price someone would be willing to pay. But the discount varies according to factors like the mix of items being sold and the populations from which the buyers are drawn.

Computer science offers a fresh perspective on the problem—what Daskalakis calls the approximation perspective. “Maybe you are unable to find the optimal auction,” he says, “but an auction that guarantees 99 percent of the best revenue is a good auction as well.” Daskalakis and his students showed that for any multi-item market, the ideal auction—one that maximized the seller’s revenue—could be approximated by a combination of the results of simpler auctions.

A somewhat different approach to auction problems characterizes the work of engineering professor Silvio Micali. He and EECS professor Shafi Goldwasser are the most recent recipients of the Turing Award, the highest award in computer science. In large part, the award honors their work on so-called interactive proofs, in which a questioner with limited computational resources tries to elicit the result of a calculation from an unreliable interlocutor with unlimited computational resources. One example is a zero–knowledge proof, in which one of the participants establishes possession of a piece of information, like a cryptographic key, without revealing what it is. Zero-knowledge proofs are used to secure transactions between financial institutions, and several startups have been founded to commercialize them.


Micali is pursuing several game–theoretical research projects, but one of them is very close in spirit to zero–knowledge proofs. In many public auctions—as, for instance, when the federal government auctions unused radio spectrum to telecom companies—the auctioneer is bound to disclose all participants’ bids for the sake of transparency. For a company that participates in such an auction and loses, “it’s really the worst of all possible outcomes,” Micali says. “Your competitors now know how much you value this thing, from which they can deduce how large a clientele you serve or what technology you have available.”

So Micali’s group is developing auctions in which participants can publicly disclose enough information about their bids to decide a winner, without revealing the bids themselves. “I believe that eventually this will become mainstream in game theory,” Micali says. “You cannot really have a meaningful science of human behavior while disregarding privacy.”

Who’s in control?
For many situations that can be expressed as games, the Nash equilibrium may be, as Daskalakis showed, nearly impossible to compute. But that doesn’t mean that the players’ behavior is random. Consider a grid of city streets where drivers are making countless decisions at dozens of intersections. Even if the drivers aren’t evaluating every possible consequence of alternative decisions, they’re still adopting some simple strategies—say, if you’ve been sitting still for too long, turn down a side street. According to Munther Dahleh, the associate head of EECS, analyzing such systems brings game theory very close to his own field, control theory, which investigates strategies for controlling dynamic systems such as robots’ limbs and planes’ wings. “We have a different view of these problems,” Dahleh says. “As opposed to imposing the notion of equilibrium and saying ‘What strategies would people play under that equilibrium?’ we look at the controlled dynamical behavior and ask the question ‘What notion of equilibrium emerges?’”

Dahleh has indeed applied the tools of game theory to the analysis of traffic flow, investigating the types of road layouts that can best accommodate the closing of particular routes. His approach also applies to other large-scale dynamic systems, such as the electricity grid.

Every day, power producers—operators of nuclear plants, coal-fired plants, wind farms, and the like—offer new schedules of how much electricity they’re willing to produce, at what price, at what times of day. The utilities that deliver electricity also have administrators who decide, on the basis of expected consumer demand, how much power to purchase from each provider. Power production and consumption must match exactly or the consequences are disastrous.

Using the tools of game theory to analyze the incentives of both power providers and consumers, Dahleh and Mardavij Roozbehani, PhD ‘08, a principal research scientist in the Laboratory for Information and Decision Systems, showed that “smart meters” in the home, which can provide information about spot pricing in the electricity market and let consumers defer energy-intensive household tasks until they are most affordable, could actually cause spikes in demand that would bring down the whole grid.
power surge graph


Dahleh has also collaborated with Ozdaglar and her husband, the MIT economist Daron Acemoglu, to analyze how information propagates through populations. The “game” in this case is one in which people weigh the truth or falsity of information that reaches them, as they strive to maximize the accuracy of their own beliefs.

“These are questions that have been studied in both sociology and economics,” Ozdaglar says. Traditionally, however, these investigations have assumed that any person in a given population can receive information directly from any other. What engineers offer, Ozdaglar argues, are well-honed tools for analyzing the underlying network structure of the population. Most people, for instance, in fact receive most of their information from just a few immediate neighbors in the network—and they assign different probabilities to the accuracy of different neighbors’ claims.

“In the past, I think that social science and economics were dealing with problems differently than engineers,” Dahleh says. “Now we’re all talking about social networks—decisions in social networks, dynamics on networks—so I think the two fields are converging.”

MIT News Magazine