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martes, 8 de marzo de 2016

El papel higiénico y la pobreza

Por qué los pobres pagan más por el papel higiénico - y casi todo lo demás




Por Emily Badger - The Washington Post


Hay varias maneras de ahorrar dinero en, por ejemplo, un rollo de papel higiénico (PH). Se puede llegar a la versión más barata: la marca de la tienda o el PH de capa única, o las que se sienten como papel de embalaje. O puede comprar en grandes cantidades, ahorrando en cada rollo por unidad. O bien, puede abastecerse cuando la oferta es buena, al igual que cuando la tienda de la esquina ofrece dos paquetes por el precio de uno.

Los pobres, que necesitan todas estas estrategias, son mucho menos propensos a usar los dos últimos. Ellos no pueden permitirse, según una investigación reveladora de profesor Yesim Orhun y Ph.D. estudiante Mike Palazzolo por la Universidad de Michigan (escucharlos en Michigan Public Radio).

Utilizando datos de panel en más de 100,000 hogares estadounidenses lo largo de siete años, los investigadores siguieron la compra de papel higiénico, que tiene la gran ventaja de ser no perecederos y que se consumen de manera constante (es difícil ir sin comprarlos, pero también difícil de no utilizarlos más porque resulte que tenemos más en la casa). Eso es casi 3 millones de compras de papel higiénico.

Cuando Orhun y Palazzolo compararon los hogares con niveles de consumo similares que realizaban sus compras en tiendas comparables - y controlando por el PH de dos capas - se encontraron con que los pobres tenían menos probabilidades que los hogares más ricos de comprar paquetes más grandes, o de programar sus compras para aprovechar las ventas. Al no hacerlo, pagaron alrededor de un 5,9 por ciento más por cada hoja de papel higiénico - un poco menos de lo que guardan con la compra de las marcas más baratas en primer lugar (8,8 por ciento).

Tal vez esto suena como un descubrimiento sutil sobre artículos de uso doméstico de menor importancia. Pero es compatible con un punto más amplio sobre la pobreza: Es caro ser pobre. O, para el mismo desde otro ángulo: Tener más dinero da a la gente el lujo de pagar menos por las cosas.

En el caso del papel higiénico, o cualquier número de otras mercancías almacenables como los tomates enlatados, arroz o toallas de papel, los compradores tienen que pagar más por adelantado para obtener un ahorro en el tiempo. Y los pobres a menudo no puede permitirse el lujo de hacer eso - a pagar $ 24 para un paquete de 30 en lugar de $ 5 por un paquete de cuatro. Entonces, porque no pueden abastecerse, no pueden permitirse el lujo de esperar hasta la próxima venta, vuelve. Cuando el papel higiénico se agota, que tienen que correr a la tienda para la otra pequeña cantidad de ella - lo que cuesta en ese momento. Porque no pueden utilizar una estrategia de ahorro de dinero, que no pueden utilizar la otra, tampoco.

"Se puede crear una trampa de la pobreza incluso en todo el papel higiénico que estudiamos," dice Orhun. consumidores de clase media se comportan de manera muy diferente, añade. "Ellos comprar cuando el precio es correcto y esperar que el precio no lo es. Pero los pobres no tienen ese lujo."

Ella y Palazzolo muestran que el problema no es simplemente que los pobres no son diestros en las ventas o compras al por mayor. Son más propensos a utilizar estas tácticas más cerca del comienzo del mes, cuando tienen más dinero en efectivo del cheque de pago o beneficios. A continuación, se comportan más como consumidores que tienen más dinero.

Por supuesto, los pobres enfrentan una gran cantidad de otros obstáculos para obtener ahorros, también. Puede que no tengan acceso a los grandes supermercados que ofrecen una mayor variedad de artículos más baratos. O pueden no tener el coche que había necesidad de transportar a casa 30 rollos de papel higiénico, o el espacio en el armario que había necesidad de almacenarlos.

El mundo, de hecho, está lleno de oportunidades para ahorrar dinero - si sólo tiene suficiente dinero para acceder a ellos. Si usted puede permitirse una membresía Costco, se puede comprar libras y libras de sopa enlatada increíblemente barato. Si se lo puede permitir Amazon Prime (y tener una dirección de correo y tarjeta de crédito estable), realmente se puede acumular ahorros en artículos costosos, como los pañales. Y la compra de pañales a granel puede significar gastar cientos de dólares en un momento (o pedir prestado cientos de dólares de su yo futuro).

Orhun dice que ella comenzó a pensar en estos patrones de gasto de los países en vías de desarrollo, donde los cigarrillos se venden en individuales y champú puede venir en pequeñas bolsitas, caras. "Cuando digo que, la gente dice, 'Sí, sí, eso es Bangladesh,'" dice ella. "Bueno, en realidad los EE.UU. no es mucho diferente cuando nos fijamos en los hogares en $ 20.000 o inferiores al año. Eso es muy poco dinero."

Estos resultados, dice, deben hacernos reconsiderar cómo la pobreza puede evitar que la gente tomar decisiones financieras inteligentes. Si nos limitamos a caer un nuevo supermercado en un desierto de alimentos, por ejemplo, que no garantiza que las personas pobres que viven al lado de ella serán capaces de tomar ventaja de todos sus ahorros. Una posible solución es que los minoristas podrían considerar empujando sus ofertas hasta el comienzo del mes. Pero sólo estarían incentivados para hacer eso - para ayudar a sus clientes pagar menos por unidad - si tienen que competir por estos compradores.

sábado, 31 de octubre de 2015

Cazadores de precios porteños

Cazadores de precios: vecinos que viajan por los barrios para hacer las compras
En auto o en colectivo, hacen largos recorridos para conseguir carne en Mataderos, fiambres en Almagro y especias en Liniers
Josefina Marcuzzi
LA NACION



Alejandra espera con paciencia su turno en la carnicería, en la esquina de Lisandro de la Torre y Alberdi, en Mataderos. Tres veces por mes viaja desde Flores para comprar carne, pollo y cerdo; luego lo pone en el freezer y, cuenta, se ahorra cerca de un 30% del total.

Miles de porteños de todos los barrios viajan durante 40 o 50 minutos para hacer las comprar en los sitios donde encuentran calidad y precio, una combinación perfecta que sólo está en algunos barrios. Por ejemplo, la carne del mes se consigue en Mataderos; la mejor opción de legumbres, especias y condimentos está en Liniers. Si se trata de fiambres y embutidos, el lugar recomendado para ir es Corrientes 3876, en el corazón de Almagro, entre otras opciones. También, muchos se suben a un colectivo o a su propio auto en busca de las mejores frutas y verduras en el Mercado Central, en el conurbano bonaerense, que pronto abrirá una sucursal en Colegiales.


Los sábados por la mañana es el día para hacer las compras; muchos invierten algunas horas para movilizarse y conseguir buena carne, por ejemplo, a un precio saludable para el bolsillo. Sobre la avenida Lisandro de la Torre varias carnicerías compiten por captar clientes, y las opciones son realmente tentadoras: los precios son un 30% más económicos que en cualquier carnicería de la ciudad. Ofertas de asado a $ 55 el kilo, vacío a $ 65 el kilo y milanesas a $ 65 el kilo. Y los vecinos hacen cola para llevarse la mercadería.

"Nosotros venimos a comprar desde Palermo porque nos ahorramos, como mínimo $ 30 por kilo de carne. Normalmente venimos dos o tres veces por mes, en auto, y congelamos la comida. Realmente vale la pena hacer el viaje", cuentan Néstor y Damián, padre e hijo, que viven en la zona del Jardín Botánico, en Palermo.


En la esquina de Lisandro de la Torre y Alberdi la carnicería Chalin convoca a colas y colas de gente que espera para llevarse los mejores cortes, como "cuadrada" a $ 75 el kilo. "Ahorrás plata, incluso, comparando con los grandes supermercados: yo soy de la zona y en estas carnicerías podés gastar hasta el 50% menos que en cualquier otro barrio de la ciudad", asegura Alejandra, una vecina que vive hace 30 años en Mataderos.

Otros miles de porteños optan por la zona oeste para encontrar las mejores legumbres, especias y condimentos: en José León Suárez al 100, en Liniers, la comunidad boliviana y peruana ofrece muy buenos precios en estas provisiones básicas para las familias. Aquí, Edith Mejías recorre los locales junto a Andrea Romano; la primera viene de Flores, la segunda es de Liniers. El olor a especias flota en el aire y los locales se intercalan con comercios de zapatos, ropa y juguetes. "Acá conseguís una bolsita de azúcar impalpable a $ 24. Y en cualquier dietética de la Capital la encontrás a $ 36", cuenta la vecina de Flores. En Liniers hay que caminar y saber elegir, pero es posible hallar esencias a $ 15 el kilo, azafrán a $ 16 el kilo y porotos aduki a $ 22 el kilo.


"Recibimos gente de todos lados, sobre todo los sábados; vienen de Palermo, Belgrano, Recoleta, Villa Crespo. Tenemos mucha variedad a precios muy accesibles", explica Sebastián, un empleado, mientras pesa una bolsita de pimienta.

"Yo compro legumbres y especias; los productos son los mejores de Buenos Aires y los precios son muy buenos. Vale la pena el viaje", cuenta Adriana, que vive en Colegiales y se moviliza en tren hasta Liniers, dos veces por mes. Para elegir frutas y verduras, dice, no hay mucha opción más que las verdulerías de barrio. Al menos por ahora.

Otras opciones


Los porteños que deciden ahorrar en la compra de hortalizas deben cruzar toda la ciudad para ir al Mercado Central, en Tapiales, o bien comprar a través de la página web que ofrece el servicio de envío a domicilio. Sin embargo, apenas se labren los oficios judiciales necesarios, abrirá una sucursal en Colegiales, en Crámer 475.

Los vecinos porteños pueden conseguir cebolla a $ 20 el kilo, un 25% menos que en cualquier verdulería de la ciudad; el tomate está disponible a $ 22 el kilo e incluso los lácteos cuestan un 30% menos que en los supermercados de barrio.

Para conseguir excelentes precios en fiambres y embutidos, además de calidad, el lugar es una pequeña boutique situada en Corrientes 3876, en Almagro. Allí, vecinos de Boedo, Parque Chacabuco y Caballito llevan pastrón ahumado por $ 28 los 100 gramos, y jamón crudo a las finas hierbas por $ 27 los 100 gramos, entre otros excelentes productos y muy buenos precios.

Para completar el recorrido y tener la mesa familiar lista, quedará darse una vuelta por el tradicional Barrio Chino, en pleno Belgrano. La zona se ha vuelto un polo por excelencia de variedad de pescados, a donde miles de porteños se acercan por la cantidad de opciones y los precios recomendados.

Ofertas tentadoras


$ 55
el kilo de asado

Es lo que cuesta en las carnicerías de Mataderos. En cambio, en Núñez el mismo corte trepa al doble

$ 16
el kilo de azafrán

Es lo que vale en los locales de especias y legumbres en el barrio de Liniers

sábado, 7 de marzo de 2015

Los extraños precios relativos en Argentina

Precios: capital e interior, la guerra de las distorsiones



Menos de 100 kilómetros separan a la ciudad de Posadas de la central hidroeléctrica de Yacyretá. Sin embargo, Mirta Títolo, que vive en un departamento de dos ambientes de la capital misionera desde hace casi 30 años, paga una factura de electricidad que supera los 200 pesos mensuales y que multiplica por cinco a la de su hija, que tiene un consumo similar pero vive en Buenos Aires, a un poco más de 1000 kilómetros de la represa que genera el 60% de la energía hidroeléctrica del país.
La tarifa de electricidad es la mejor prueba de que la brecha que separa a los argentinos también llegó al consumo, aunque en este caso, más que las desavenencias políticas, lo que pesa es la ubicación geográfica. Como nunca, en los últimos años se agrandaron las diferencias entre lo que se paga en el área metropolitana y, por los mismos bienes y servicios, en el interior del país.
Los habitantes de la Capital y el conurbano se acostumbraron a abonar los alimentos, la vivienda y algunos servicios privados, como el colegio o una salida a comer, hasta 50% más que un rosarino o un cordobés. Pero, como contrapartida y gracias a los subsidios discrecionales que reparte el gobierno nacional, hoy acceden al boleto de colectivo, la factura de luz y el litro de nafta a valores sensiblemente inferiores a los que paga un vecino de Resistencia, Río Gallegos o San Luis.
Si bien las diferencias de precios no son nuevas, está claro que en el último tiempo la brecha tendió a agrandarse y, en un año electoral, parece poco probable que el gobierno nacional asuma el costo político de achicar la brecha a través de una reducción de los subsidios, que hoy favorecen claramente a los consumidores de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
Los habitantes de la Capital y el conurbano se acostumbraron a abonar los alimentos, la vivienda y algunos servicios privados, como el colegio o una salida a comer, hasta 50% más que un rosarino o un cordobés
Como queda claro en el caso de los misioneros, de todas las diferencias de precios, la que más les duele en términos económicos a los argentinos que no viven en Buenos Aires es la de las tarifas de los servicios públicos. En el último mes, el Ministerio de Planificación impulsó un convenio para mantener congeladas las tarifas eléctricas durante 2015. Hasta ahora, 16 provincias suscribieron el acuerdo a cambio de recibir financiamiento para obras de distribución eléctrica. Sin embargo, el congelamiento actual no alcanza a borrar las grandes diferencias en materia tarifaria que persisten a nivel nacional, lo que da cuenta de la dimensión del atraso tarifario que se vive en Buenos Aires.
Si bien el precio de la electricidad tiene un subsidio que beneficia a todo el país en materia de generación, el Valor Agregado de Distribución (VAD) que aplica cada distribuidora eléctrica varía enormemente en el territorio, según el aporte que el Estado nacional hace a las empresas. En la actualidad, un usuario en Córdoba y en Santa Fe paga alrededor de seis veces más que un cliente porteño con igual consumo, como producto de este manejo discrecional de los subsidios, que están muy concentrados en el área metropolitana. Y si se eliminaran por completo los subsidios y el precio de la energía eléctrica se actualizara con el costo real de generación, las boletas de Edesur o Edenor deberían multiplicarse por catorce.
 
 
"El punto de inflexión en la brecha de precios en materia de electricidad entre el interior y Buenos Aires se dio en 2008, cuando se hizo la última actualización del cuadro tarifario en el área metropolitana -dice Carolina Schuff, coordinadora de Análisis Sectorial de la consultora Abeceb.com-. A partir de esa fecha, la brecha creció porque muchas provincias fueron actualizando sus tarifas en forma anual, mientras que en Buenos Aires se mantenían los valores congelados, más allá de la quita de algún subsidio."
De todas las diferencias de precios, la que más les duele en términos económicos a los argentinos que no viven en Buenos Aires es la de las tarifas de los servicios públicos
La contrapartida a los servicios públicos más baratos es el acceso a la vivienda. Según el relevamiento de la consultora especializadaReporte Inmobiliario, el precio promedio del m2 de un departamento usado en Buenos Aires no baja de los 1700 dólares, y en el corredor norte -el que va de Recoleta a Núñez- se ubica por encima de los 2200 dólares. Así, el valor promedio del m2 en la Capital duplica al de varias capitales de provincia, como San Salvador de Jujuy (US$ 635), Resistencia (780) y Posadas (810), y está por lo menos 20% por encima de las ciudades más caras del interior como Comodoro Rivadavia (US$ 1230), Mar del Plata (1470) o Bariloche (1580).
"Históricamente, los precios en Buenos Aires estuvieron por encima del resto del país, y hoy el principal cambio pasa por el efecto que tuvo el cepo cambiario -sostiene José Rozados, director de Reporte Inmobiliario-. En la Capital, las propiedades están casi 100% dolarizadas, mientras que en el interior los propietarios son mucho más flexibles con la moneda de pago. Y creo que no es casual que las ciudades en las que la gente está más abierta a aceptar pesos, como Santa Fe o Mendoza, hoy muestren un movimiento de operaciones mucho más fuerte que en Buenos Aires."
Los porteños no sólo tienen mayores dificultades para acceder a la vivienda propia, sino que generalmente están acostumbrados a tener que pagar mucho más por los servicios privados, desde comer afuera hasta la peluquería o la cuota de un colegio. Una buena muestra de estas diferencias de precios es el relevamiento que hizo el portal gastronómico Hellofood sobre los deliveries de pizza en las principales ciudades del país: demostró que los vecinos de Recoleta o Palermo pueden pagar hasta más de 85 pesos por una grande de muzzarella, contra los 65 pesos, como máximo, de Rosario o de Córdoba.
"En el caso de los servicios privados, el factor que explica los precios más bajos del interior es la mano de obra. Ir a comer a un restaurante o la educación privada son rubros de mano de obra intensiva y, por lo tanto, no es extraño que tengan valores más bajos fuera de Buenos Aires, donde los niveles de sindicalización y empleo registrado son mucho menores", apunta el economista Camilo Tiscornia.
Los porteños no sólo tienen mayores dificultades para acceder a la vivienda propia, sino que generalmente están acostumbrados a tener que pagar mucho más por los servicios privados
El beneficio de vivir en el interior se siente con especial fuerza entre los hogares de clase media, que son los principales consumidores de servicios como la educación privada o la medicina prepaga. "Más allá de lo que sucede con los servicios públicos o el transporte, el costo de vida en Rosario sigue siendo claramente más bajo que el de Buenos Aires, y la diferencia es muy clara en rubros como la educación privada. Acá la cuota del colegio o la universidad más cara ronda los 4000 y 5000 pesos, y en Buenos Aires puede llegar al doble. Pero tampoco hay que perder de vista que los salarios no son los mismos. El ingreso de un abogado o un médico en Rosario puede ser entre 30 y 50% menor que el de un colega porteño", coincide Ana Inés Navarro, directora del Departamento de Economía de la Universidad Austral en Rosario.
En el caso de los productos de la canasta básica, las distorsiones de precios tienen un impacto menos parejo. Los habitantes de la ciudad de Buenos Aires, generalmente, acceden a productos envasados a valores más bajos que los que paga un rosarino o un mendocino, y esta tendencia se vio potenciada en el último año a partir de la popularización del programa Precios Cuidados. Si bien la canasta oficial en teoría rige para todo el país, en los hechos su aplicación es mucho más estricta en Buenos Aires, debido a la mayor presencia de las grandes cadenas de supermercados, que son el principal canal de comercialización de Precios Cuidados.
Según el relevamiento del Centro de Investigaciones Participativas en Políticas Económicas y Sociales (Cippes, de Córdoba) sobre la base de los datos aportados por la organización Barrios de Pie, que mide una misma canasta de alimentos en seis ciudades distintas, en el último año los consumidores del conurbano fueron los menos perjudicados por la inflación, con una suba acumulada en 12 meses de 25,2%. En la otra punta quedaron los marplatenses, que sufrieron un aumento de 34,1%, seguidos por los salteños, con 31,7%, y los tucumanos, con 29,3%.
"A pesar de los esfuerzos del Gobierno y del plan Precios Cuidados, la dispersión, lejos de reducirse, se agrandó en el último tiempo -afirma Pablo Gallo, director ejecutivo de Cippes-. Hoy estamos viendo un verdadero festival de precios, con algunas situaciones difíciles de explicar. Por ejemplo, en Córdoba, que posiblemente es la provincia con más producción de alimentos, los comestibles son más caros que los que pagan los bonaerenses."
El beneficio de vivir en el interior se siente con especial fuerza entre los hogares de clase media, que son los principales consumidores de servicios como la educación privada o la medicina prepaga
La contracara de este beneficio para los bolsillos porteños se da con los alimentos frescos, que, casi sin excepción, se consiguen más baratos en el interior que en Buenos Aires, con diferencias de precios que pueden llegar al 50 por ciento.
Según la medición de Cippes, el valor promedio del kilo de asado en las carnicerías de barrio de Mar del Plata o San Miguel de Tucumán ronda los 60 pesos, contra los 70 pesos que surge del relevamiento del gobierno porteño. Y las diferencias se repiten en otras categorías sensibles al consumo popular como las verduras -el kilo de lechuga en la Capital, en promedio, cuesta 17,5 pesos, frente a los 12 pesos de Salta o Tucumán- o el pan, que en el conurbano bonaerense no baja de los 18 pesos, contra los 13 que pagan los vecinos de Resistencia o los 12 de los correntinos.
Otro rubro que da cuenta de la brecha de precios que separa a los consumidores porteños de los del interior es el transporte. A diferencia de lo que venía ocurriendo en los últimos años, esta vez el 1° de enero no llegó con un aumento en el boleto de colectivo en Buenos Aires, cuyo valor mínimo sigue clavado en los tres pesos. Este congelamiento que beneficia a los porteños no hace más que incrementar las diferencias con los vecinos del interior, que no sólo ya estaban pagando una tarifa más alta, sino que también, en muchos casos, comenzaron 2015 con un nuevo aumento en el transporte urbano.
En San Juan, el colectivo pasó de 4 a 5 pesos, al igual que en Paraná y en San Miguel de Tucumán, mientras que en Posadas el mínimo subió 20% y llegó a los $ 5,10; en San Salvador de Jujuy también se decidió llevar el boleto a $ 5, aunque una medida cautelar dejó el aumento en suspenso.
A los cordobeses no les va mucho mejor. Desde los primeros días de enero, el boleto aumentó a $ 7,15, en lo que constituye el valor más alto del país, aunque debido a las protestas de los vecinos el municipio decidió ampliar un subsidio; eso permitió que la tarifa se mantuviera en $ 6,43 (es decir, 114% más que en la Capital) para los usuarios que paguen con la tarjeta de transporte de la ciudad.
Los alimentos frescos, casi sin excepción, se consiguen más baratos en el interior que en Buenos Aires, con diferencias de precios que pueden llegar al 50 por ciento
"Más allá del papel que juegan los subsidios, existe una racionalidad económica detrás de los precios diferenciales entre el interior y Buenos Aires. En el caso del transporte, la economía de escala pesa mucho y no es el mismo costo para una empresa en una ciudad grande con muchos pasajeros que en otra donde viven 50.000 habitantes y cuesta más llenar el colectivo. A grandes escalas esto se repite con todos los servicios públicos", precisa Luciano Cohan, economista jefe de la consultora Elypsis.
Algo parecido a lo del boleto de colectivo sucede con el precio de las naftas: las diferencias entre los surtidores porteños y los del interior pueden llegar a 20%. Pese a la rebaja de 5% que entró a regir el 1° de enero, el litro de la nafta súper en la mayoría de las capitales del norte del país sigue por encima de los 13 pesos, contra los 11,31 de la Capital Federal.
En el caso de la Patagonia, desde 1991 las provincias que están por debajo del paralelo 42 (Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego) gozan de una ventaja impositiva por la exención del pago del impuesto a la transferencia de combustibles (ITC), lo que inicialmente se traducía en que los precios de los combustibles eran 50% más baratos que en Buenos Aires. En los últimos años, sin embargo, el margen se fue achicando por la falta de actualización de los valores y hoy, en promedio, la nafta en el Sur es sólo 18% más barata.
Los costos mayores del combustible no sólo afectan a los consumidores: también se hacen sentir para las empresas y las economías regionales, con lo cual el interior termina recibiendo un doble castigo. "En el caso del transporte y los combustibles, el impacto en el interior es doble y no pasa únicamente por el boleto mucho más caro que tienen que pagar los usuarios, sino también por el efecto en los costos para las empresas. Hoy, uno de los mayores problemas que enfrentan las economías regionales es la logística y lo caro que les resulta trasladar su producción a Buenos Aires, que constituye su principal mercado", señala Damián Di Pace, de la consultora Focus Market.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Variación interanual del poder adquisitivo del SMVM en Bahía Blanca, Nov 2013/ Nov 2014

Poder adquisitivo del salario mínimo por productos seleccionados
Datos de Proxy IPC para Bahía Blanca

El siguiente gráfico muestra como ha evolucionado porcentualmente el poder de compra del salario mínimo vital y móvil (SMVM) en término de diversos productos de la canasta familiar en el área de Bahía Blanca. El cálculo se ha hecho tomando precios de dos fechas interanuales (noviembre 2013-noviembre 2014)  para un grupo de productos dentro de cada categoría (precio promedio de la categoría) y luego se ha comparado cuantas unidades/peso/litros se podrían adquirir en la fecha inicial y la fecha final si todo el SMVM se destinara únicamente a adquirir ese producto específico. Durante el período el SMVM aumentó un 35%. Las barras muestra el porcentaje de variación en la capacidad de compra del SMVM para cada ítem específico. Por ejemplo, en términos del precio del kilo de asado promedio, el SMVM permite comprar un 47% menos de un año al otro. Lo mismo podemos decir de otros productos, como Leche larga vida entera (-37%), Aceitunas (-34%), Vacío (-34%), Azúcar (-26%), Aceite de girasol (-26%), Nalga (también -26%), entre otros. De esta muestra el 66% (50 sobre 76) productos crecieron en precio más que el SMVM.




No todas son malas noticias. Hubo 26 productos (el 34%) que fueron detrás del aumento del SMVM por lo que el poder de compra del salario mínimo en término de estos productos aumentó. Por ejemplo, en términos de harina de trigo común y leudante, el poder de compra aumentó un 24% respectivamente. En el mismo sentido nos podemos referir al pan francés tipo flauta (21%), papa (20%), leche entera fresca en sachet (18%), prepizza (16%), fideos secos tipo guisero (%15), entre otros.

Obsérvese que estos cambios en los precios relativos probablemente han afectado los patrones de compra de los consumidores, en términos de lo que los economistas llamados variación de precios relativos. Es pensable que haya existido un proceso de sustitución de productos que aumentaron relativamente respecto a aquellos que disminuyeron. Por barajar algunos ejemplos, la lecha fresca en sachet (sobre los que aumentó el poder de compra) pueden haber sustituido en la mesa a la lecha entera (sobre los que disminuyó el poder de compra). Lo mismo puede uno arriesgarse de pensar respecto al fideo tipo guisero frente al tallarín, entre otros ejemplos.


Fuente: "Proyecto Base de Precios Minoristas, Inflación e Índice de Precios al Consumidor de Bahía Blanca" (Larrosa - Picardi - Uriarte - Ramírez Muñoz de Toro) y "Sistema Dédalo" (Uriarte - Ramírez Muñoz de Toro)
Departamento de Economía, Universidad Nacional del Sur
Instituto de Investigación Económicas y Sociales del Sur (IIESS)

viernes, 1 de agosto de 2014

Proxy IPC: Poder adquisitivo del salario mínimo en productos de la canasta familiar

Poder adquisitivo del salario mínimo por productos seleccionados
Datos de Proxy IPC para Bahía Blanca

El siguiente gráfico muestra como ha evolucionado porcentualmente el poder de compra del salario mínimo vital y móvil (SMVM) en término de diversos productos de la canasta familiar en el área de Bahía Blanca. El cálculo se ha hecho tomando precios de dos fechas interanuales (julio 2013-julio 2014)  para un grupo de productos dentro de cada categoría (precio promedio de la categoría) y luego se ha comparado cuantas unidades/peso/litros se podrían adquirir en la fecha inicial y la fecha final si todo el SMVM se destinara únicamente a adquirir ese producto específico. Durante el período el SMVM aumentó un 35%. Las barras muestra el porcentaje de variación en la capacidad de compra del SMVM para cada ítem específico. Por ejemplo, en términos del precio del kilo de papa promedio, el SMVM permite comprar un 37,4% menos de un año al otro. Lo mismo podemos decir de otros productos, como Duraznos en almíbar, pan francés, prepizzas, entre otros. De esta muestra el 65% (38) productos crecieron en precio más que el SMVM.
No todas son malas noticias. Hubo 20 productos (el 35%) que fueron detrás del aumento del SMVM por lo que el poder de compra del salario mínimo en término de los mismos aumentó. Por ejemplo, en términos de leche entera en sachet, el poder de compra aumentó un 33.6%. En el mismo sentido nos podemos referir a la batata, harina de trigo común, zanahoria, pollo entero, entre otros.



Obsérvese que estos cambios en los precios relativos probablemente han afectado los patrones de compra de los consumidores. Es pensable que haya existido un proceso de sustitución de productos que aumentaron relativamente respecto a aquellos que disminuyeron. Por barajar algunos ejemplos, los ñoquis frescos (sobre los que aumentó el poder de compra) pueden haber sustituido en la mesa a los ravioles frescos (sobre los que disminuyó el poder de compra). Lo mismo puede uno arriesgarse de pensar respecto de la batata sustituyendo a la papa o el pollo sustituyendo a varios cortes de carne vacuna.


Fuente: "Proyecto Base de Precios Minoristas, Inflación e Índice de Precios al Consumidor de Bahía Blanca" (Larrosa - Picardi - Uriarte - Ramírez Muñoz de Toro) y "Sistema Dédalo" (Uriarte - Ramírez Muñoz de Toro)

domingo, 22 de diciembre de 2013

Merca paraguaya competirá con la droga legal uruguaya

La Legalidad en Uruguay es una gran noticia para los señores de la droga de Paraguay
Por Roberto A. Ferdman @robferdman

Precio alto. Reuters / Mario Anzuoni

Cuando Uruguay comience a vender marihuana cultivada por el estado el año que viene, las cosas va a estar barata - el gobierno, la única entidad a la que se le permite vender marihuana, que planea cobrar sólo $1 por gramo. Eso se compara con un precio medio de la calle de alrededor de US $ 20 en los EE.UU.

Pero eso podría no ser en realidad bastante barato.

Los narcotraficantes en el vecino Paraguay, uno de los mayores productores de la región de marihuana, (pdf) y contribuyentes pesados ​​al narcotráfico subterráneo en ciernes de América del Sur, pueden ser capaces de producir y vender por mucho menos. Un kilo de marihuana cultivada en Paraguay actualmente se vende por $ 60 en el país y 300 dólares en la frontera con Uruguay, según el jefe de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay Luis Rojas. (enlace en español ) Eso es 0,06 dólares un gramo y $ 0,30 el gramo, respectivamente.

La perspectiva de una brecha significativa que tiene funcionarios paraguayos bastante preocupado. Gran parte de la mala hierba ilegal de Uruguay ya se cree que proviene de Paraguay - algunas de ellas a través de Brasil, que se cree que es el primer destino de hasta el 80% de toda la marihuana producida en Paraguay . Pero una vez que la droga es legal, el consumo uruguayo presumiblemente va a subir, y el más barato producto paraguayo ilegal competirá favorablemente con la ganga sancionada por el gobierno más caro. "Estamos más que convencidos de que va a estimular el consumo interno y por lo tanto el tráfico de marihuana hacia allí", dijo Rojas.

Paraguay ha sido constante en su crítica de la histórica legislación para la marihuana de Uruguay. En agosto, Rojas advirtió que la legalización de la droga haría poco para frenar los flujos de drogas regionales en el país. "El mercado uruguayo va a recibir la marihuana que se produce y que no vamos a dejar de recibir la marihuana producida en Paraguay", dijo en ese momento. Es un escenario que Uruguay es más que probable que en cuenta, así como preocupados. Si bien la suciedad malezas barato no es el fin del mundo, una presencia continua de los flujos de drogas ilegales podría ser un reto, especialmente si esto significa más de la violencia relacionada con las drogas que llevó Uruguay para impulsar la legalización de la marihuana en el primer lugar.

Quartz

sábado, 30 de noviembre de 2013

Percepción de precios en su determinación

Claves para “abaratar” un producto sin bajar su precio

Conozca cómo mejorar la percepción de precios de su producto o servicio sin tener que realizar descuentos a clientes. 
Por Ariel Baños

Una de mis frases de cabecera es: “nada es caro o barato, todo es relativo”. Así es. Si quisiéramos evaluar un precio, sin más información que una cifra monetaria, difícilmente podríamos saber si realmente es conveniente.

Los clientes identifican algo como caro o barato, en función de toda la información que acompaña al precio. Entre otras cosas: los valores anteriormente pagados, los productos sustitutos o alternativos, los precios de otras marcas, la información recibida por parte de los vendedores, la comunicación publicitaria, la cartelería, sólo por mencionar algunos factores.

Definiendo en forma inteligente la información que el cliente evaluará en conjunto con el precio, las empresas pueden mejorar la percepción del precio cobrado. Así lograrán “abaratar” los precios percibidos.

A continuación mis claves recomendadas:

1.    Lanzar una versión Premium

Las versiones Premium de un producto o servicio permiten capturar mayor valor en aquellos clientes más sofisticados. Sin embargo, a menudo este no es el impacto principal. Resultan de gran ayuda para que las restantes alternativas que ofrece la empresa se perciban como “más baratas”, por supuesto en términos relativos.

Aún cuando la empresa venda muy poco de la nueva opción Premium, muchas veces la lógica del lanzamiento es simplemente mejorar la percepción de precios, y estimular las ventas, de las opciones de menor valor.

Por ejemplo, un hotel puede ofrecer una suite presidencial,  a un precio muy superior al de una habitación estándar, no con la expectativa de generar una alta ocupación de esta opción Premium, sino para  que en términos relativos se perciban como más convenientes los precios de las restantes opciones.



2.    Anunciar “precios desde…”

Tener una opción de precio bajo puede ser una alternativa interesante, aun cuando la misma tenga características o prestaciones tan limitadas que no resulte atractiva para la mayor parte de los potenciales clientes. El objetivo de esta alternativa será establecer un “piso de precios” atractivo, que genere consultas y tráfico de posibles interesados. En este caso el anuncio clave y movilizador es: “precios desde…”.

Por ejemplo Renault ofrece en Argentina una versión del modelo Clío, llamada Pack, que es la opción más económica de su gama de vehículos. El equipamiento es sumamente básico (mezquino, sería la mejor definición): paragolpes color negro, no tiene equipo de radio, ni de música, no tiene dirección asistida y ni siquiera airbags (recién a partir del 2014 serán obligatorios en Argentina). Si bien a pocos clientes les resulta atractivo un auto con prestaciones tan básicas, que ya se encuentran de serie en la mayoría de los modelos, el precio anunciado por Renault es uno de los más bajos del mercado, y esto genera gran expectativa.

Se favorece una percepción de “accesibilidad” al definir un punto de partida bajo en la escala de precios.Esto contribuye a despertar interés en clientes que tienen prejuicios o temores acerca del precio cobrado, allanando el camino a consultas y visitas para conocer más sobre el producto o servicio. Luego, será función de los vendedores de la empresa realizar el “upselling”, es decir convencer a los clientes de llevar opciones que ofrecen mejores prestaciones, aunque a mayor precio.



3.    Reforzar la comunicación de valor

¿Cómo reaccionaría un cliente que nos ha cuestionado el precio, si pudiéramos mostrarle claramente el valor adicional de nuestra propuesta?

Los clientes sólo estarán dispuestos a pagar por un producto o servicio que consideren valioso. Justamente el problema muchas veces no es el precio cobrado, sino que los clientes no comprenden claramente el valor de nuestra propuesta. Comunicar adecuadamente el valor es una forma de “abaratar” el precio percibido por el cliente.

Esta situación es particularmente notoria en los mercados business-to-business (ventas entre empresas), donde el cliente suele tener una actitud racional en el proceso de compras, y debe comprender cuál es el impacto, en términos de reducción de costos o incremento de ingresos, de la propuesta realizada.

En esta situación resulta fundamental presentar claramente nuestra propuesta, cuantificando el valor de la solución ofrecida para el cliente, o al menos para algún caso utilizado como referencia.

Por ejemplo un estudio contable especializado en liquidación de impuestos, podría cuantificar el valor de su propuesta estimando factores como: el ahorro que representa en términos de personal especializado que sería necesario para estas tareas y ahorros de intereses y multas aplicables en caso de errores de cálculo o demoras.

A nivel internacional inclusive existen herramientas de software específicas para sistematizar el cálculo y el reporte de valor para el cliente de las distintas soluciones ofrecidas. Un interesante ejemplo es el softwareLeverage Point.



4.    Redefinir la métrica del precio

En su propuesta de suscripción anual, el reconocido semanario internacional The Economist no destaca el precio total de esta contratación, sino que indica con grandes números el precio semanal.  Las empresas de telefonía móvil suelen anunciar el precio diario de la conexión a internet aun cuando la contratación del servicio es por abono mensual. En casos de ventas financiadas suele destacarse el importe de la cuota pagada, dejando en segundo plano información cómo la cantidad de cuotas o el precio total financiado.

La métrica del precio señala la unidad de medida que se utiliza como referencia para comunicar el precio. En ciertas ocasiones se utiliza una cierta métrica para comunicar el precio, y así generar una percepción más favorable de los clientes, y otra métrica diferente al momento de facturar el producto o servicio.

La métrica del precio elegida para la comunicación debe ser de fácil comprensión para el cliente, y estar asociada al valor que representa el producto o servicio. Por ejemplo una empresa que vende motocicletas en forma financiada podría comunicar que el precio de la cuota es equivalente al ahorro mensual en transporte público (buses, trenes, taxis, etc.).

lunes, 5 de agosto de 2013

Los celulares más caros en Argentina que en el resto de LA

Los celulares en el país se pagan más caro que en el resto de América Latina
03-08-2013 El dato se desprende de una consultora que comparó el precio de 705 smartphones en la región. Los valores aquí superan en un 18% promedio al segundo. iProfesional   








Un reciente estudio de la consultora internacional Marco, especializada en tecnología comparó los precios en dólares de los celulares inteligentes en toda América Latina, y del estudio se desprende que en Argentina se pagan más caro.
El análisis, realizado en el mes de julio, tomó los mismos 705 modelos de smartphones, y evaluó el valor de los mismos, se vendan estos como liberados o atados a un plan de telefonía. El resultado demuestra que, en promedio, la Argentina es la plaza más cara para comprar estos equipos.

En comparación con Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, la Argentina es el único país cuyo precio promedio supera los u$s500 dólares (568). Esto es, un 17,6% más que en México, donde el precio promedio era de u$s483. Mientras que en Brasil el valor promedio resultó u$s445 y en Chile, u$s358. En Perú (u$s344) y Colombia (u$s313) se conseguían los precios más bajos.

Al contrastar un mismo producto en todas las naciones, en este caso el Samsung Galaxy S3, que es el teléfono más ofrecido de todos, los precios más bajos se encuentran en Perú, Colombia y Brasil (u$s628, u$s657 y u$s688), seguido por Chile (u$s739), mientras que en México y Argentina se pagan más caros (u$s819 y u$s849). En este análisis hay que tener en cuenta que se tomaron teléfonos liberados y con contratos de operadoras de telefonía móvil.

En Chile, Colombia, México y Perú se ofrecen teléfonos inteligentes por menos de u$s100, gracias a la presencia de marcas económicas, como Miray, Azumi, Nuqleo, VTR, entre otras siendo Chile donde mayor variedad de marcas de bajo costo hay. En cambio, en Argentina y Brasil, los teléfonos más económicos arrancan a partir de los u$s111.

En cuanto a presencia de marca, en Argentina es en el único país donde no se venden teléfonos Apple, mientras que en Colombia no se registran ofertas de Sony Ericsson.

Samsung, Motorola, LG, Nokia, y Blackberry tienen presencia en todos los países analizados.

domingo, 4 de agosto de 2013

Dos o tres veces cuesta "el modelo"

Índice Falabella: por los mismos productos, los argentinos pagan 3 veces más que "los vecinos"
19-06-2013 Desde una simple afeitadora a un juego de comedor. Desde una pequeña cámara de fotos a una tablet, un televisor o una heladera. Por todos estos artículos aquí deben pagarse precios muy superiores a los que exhibe la cadena en Chile, Perú o Colombia. El juego de las diferencias.  iProfesional










El El debate sobre el valor del dólar en la debate sobre el valor del dólar en la Argentina está más vigente que nunca.
Mientras se unifica el consenso de los expertos sobre el impacto del atraso del billete verde frente a la inflación en la performance de la industria nacional en los mercados internacionales, desde el Gobierno se siguen aferrando a la idea de que el tipo de cambio competitivo subsiste y que éste, incluso, sigue impulsando las exportaciones.
Días atrás, fue el director ejecutivo de la ANSES, Diego Bossio, el responsable de asegurar que "el tipo de cambio sigue siendo favorable. Se mida como se mida".
Anteriormente, fue la propia Presidenta la que afirmó que "los que pretendan ganar plata a costa de la devaluación y del pueblo, van a tener que esperar otro gobierno, no con nosotros".
La mandataria, incluso, señaló no sólo que la Argentina goza de una buena competitividad cambiaria, sino que son los principales socios comerciales los que tienen problemas con sus monedas. Y citó el caso de Uruguay, con un retraso del 215%, Chile (107%) o Perú (81%).
Sin embargo, los economistas críticos a la gestión K vienen señalando que poco y nada queda del dólar alto que se había generado tras la irrupción de la feroz devaluación que puso fin a la convertibilidad.
Así las cosas, desde entidades como el Banco Ciudad señalan que ya desde 2012, en términos reales -es decir, considerando el efecto inflacionario- se da una paridad dólar-peso.
Y este atraso está generando que diversos sectores tengan problemas para competir en el mundo. Un caso es el de la industria automotriz, que tiene cada vez más inconvenientes para exportar lo que la obliga a "refugiarse" más en Brasil, donde todavía el factor cambiario le juega a su favor.
Pero este fenómeno excede a la industria de los autos. Desde el sector frigorífico, por ejemplo, aseguran que se pierden mercados porque el atraso del tipo de cambio y la suba de costos lleva a que cada tonelada de carne argentina salga de los puertos locales a un valor u$s1.000superior que en el caso de otros competidores, como Uruguay.
El "termómetro" del atraso cambiario
A la hora de medir el valor de la moneda estadounidense en distintos países, han proliferado diversos indicadores. El más difundido es el que elabora la revista The Economist, en base al popular Big Mac, la hamburguesa que la cadena Mc Donald´s elabora con una "receta calcada" en Estados Unidos, Japón, Sudáfrica o Argentina.
Más allá de las polémicas que desata este relevamiento, dado que Moreno hace tiempo viene presionando a la cadena de fast food para que congele el precio de este único producto -que se alejó de manera sorprendente del resto-, el ejercicio de analizar el valor de una "commodity" en distintos mercados resulta eficaz.
En este contexto, otro termómetro que puede brindar una referencia es comparar un mismo bien comercializado en diferentes países de la región, comparativo que cobra mayor relevancia si dicho artículo es vendido en cada uno de esos mercados por una misma cadena.
Tal es el caso de Falabella, que posee su casa matriz en Chile y sucursales en la Argentina,Perú Colombia.
Al trazar una radiografía para un listado de productos que incluye electrodomésticos, artículos tecnológicos, muebles y hasta perfumes, las diferencias de precios que saltan a la vista sonnotables.
Al convertir los valores vigentes para el plano local al tipo de cambio oficial fijado por el BCRA, laArgentina es, por lejos, el país más caro para cada uno de los artículos que incluye este relevamiento.
En efecto: si se considera el caso de un televisor LED Full HD 3D marca LG de 42 pulgadas, en un local Falabella de Buenos Aires habrá que abonar unos $7.000 que, convertidos al cambio oficial, equivalen a u$s1.310, tal como se puede observar a continuación: 
Como contrapartida, un equipo de la misma marca y similares prestaciones, cruzando la cordillera puede adquirirse a unos 279.990 pesos chilenos que, traducido en dólares, equivale a u$s559.Esto implica que, si se considera el tipo de cambio oficial, el mismo producto en la Argentina cuesta un 134% más que en el país vecino. 
Grandes diferencias de precios también pueden encontrarse, por ejemplo, en las cámaras digitales. Esta cadena comercializa en el país una Nikon modelo S2600 a un valor de $1.199. De acuerdo al cambio fijado por el Banco Central, esto representa unos u$s224. 
Sin embargo, en Falabella de Chile, este mismo equipo puede obtenerse por el equivalente a u$s100. 
Esto implica que este equipo en la Argentina termina siendo cerca de un 124% más costoso que en el país trasandino. 
 
Las diferencias también son notables en el caso de los muebles y productos de decoración: un juego de living compuesto por una mesa y un silla modelo Isidora, en la Argentina cuesta casi u$s590: 
Considerando que en Perú, este mismo juego de living importado de China tiene un valor de 499 soles, que representan cerca de u$s180, en la Argentina se está pagando casi un 230% más. 
Pero la gran diferencia, sin lugar a dudas, se puede observar en los electrodomésticos: en el portal de ventas online que la compañía posee en el país, se ofrece una heladera LG side by side con capacidad de 511 litros a $29.900. Al tipo de cambio oficial, esta cifra equivale a unos u$s5.590.
¿Cuánto cuesta una heladera similar en Santiago de Chile? Unos u$s1.700. Es decir que los argentinos deben pagar un 230% más que los consumidores del país vecino. 
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Diferencias como las anteriores, pueden encontrarse en prácticamente cualquier producto que se venda en la Argentina, desde toallas, hasta afeitadoras, pasando por equipos de GPS tablets, tal como se puede observar en la siguiente infografía: 
Desde Ecolatina destacaron que este es el resultado de una elevada inflación, que entre 2008 y 2013 superó el 20% anual, frente a un ajuste del billete verde acotado, cercano al 10% anual promedio.
La consecuencia de esto es que los productos vendidos en el mercado local, ya sean de industria nacional como importados, se terminan volviendo cada vez más caros en términos de dólar.
Indice Falabella, en términos de dólar "blue"
Claro que si el comparativo se realizara con la conversión en términos del blue, el "índice Falabella" quedaría mucho más equilibrado y mejor repartido.
La Argentina, en ese caso, incluso pasaría a tener varios productos (como toallas, equipo de GPS y perfumes) entre los más económicos dentro de este grupo de cuatro naciones.
Esto es lo que explica el reciente furor de turistas uruguayoschilenos y hasta brasileños que viajan a la Argentina con dólares en la mano, en una suerte de "tour de compras", para convertirlos a valor blue y así sacarle jugo a la brecha cambiaria.
Atento a esto, incluso, la administración de José "Pepe" Mujica decidió emitir una normativapara impedir que uruguayos crucen la frontera y vuelvan en el día cargados de alimentos y artículos electrónicos.
En busca del equilibrio
Sin embargo, para los expertos críticos a la gestión K, el tipo de cambio "de equilibrio" no es ni el que marca día a día el BCRA, ni el del mercado marginal.
En diálogo con iProfesional, Marina Dal Poggetto, economista del Estudio Bein, destacó que "para equilibrar la cuenta corriente, el nivel cambiario debería ser de $6,50 por dólar, una cifra que -considerando la inflación local, la devaluación nominal y descontando la variación de precios de Estados Unidos-, equivale a la situación de competitividad que tenía nuestra economía en el año 2010".
El punto a destacar es que, aun considerando ese valor de "equilibrio" para el billete verde, la Argentina seguiría siendo el mercado más costoso.
Esto se debe a que muchos de los artículos del comparativo son importados y se encuentran sometidos a una compleja red de impuestos y aranceles que los van encareciendo en su trayecto desde que son embarcados en el puerto de origen hasta que cruzan la Aduana.
Esta situación se da especialmente en el caso de los productos tecnológicos, que actualmente son ensamblados en el sur del país bajo el paraguas protector del Gobierno, que los beneficia con un excención de impuestos, al tiempo que castiga el ingreso de aquellos bienes que llegan del exterior.
A esto se suma que las empresas de retail tienen que cumplir con el controvertido plan "1 a 1", que las obliga a tener una balanza comercial superavitaria.
Así las cosas, como gran parte de su oferta está basada en artículos fabricados fuera del país, para poder seguir operando estas compañías tienen que salir a tejer acuerdos con exportadores de granos, vinos, cueros y hasta de agua mineral para generar un cupo de importaciones validado por el Gobierno.
El punto es que ese "peaje" tiene un costo del 10%, lo que termina repercutiendo en el precio de venta que luego paga un cliente. 
El efecto nocivo del cierre aduanero a nivel inflación, de hecho, quedó reflejado en un discurso que pronunciara la propia Presidenta a fines de marzo, cuando amenazó con abrir la importación de determinados productos para hacer frente a la suba de precios, algo que se terminó viendo reflejado en las estadísticas de abril último. 
Si bien el Ejecutivo, a la hora de analizar el origen del "gen inflacionario", nunca hizo un mea culpa sobre el impacto generado por la fuerte emisión monetaria y la disparada del gasto público, sí cometió un acto de "sincericidio" al señalar al "cerrojo" de Guillermo Moreno como responsable, en parte, de fogonear la inflación.
El riesgoso camino de intentar volver a ser competitivo
Entre los economistas críticos al manejo de la política cambiaria oficial, crece el consenso de que el Gobierno prácticamente no tiene ya margen para devaluar más de un 20% de una vez sin que este impacto vaya directamente a precios.
Según Dal Poggetto, "en una economía como la nuestra, con el actual índice inflacionario, si se llevase el tipo de cambio a $6,50 por dólar para recuperar la competitividad perdida, el efecto de esa devaluación se terminaría diluyendo por el impulso que cobrarían los precios".
La analista marcó una diferencia muy clara con Brasil "que, por priorizar siempre la lucha contra los precios, hoy tiene margen de maniobra para soltarle un poco la mano a su moneda. Además cuenta con un Banco Central con credibilidad, un punto no menor en estos días".
El aspecto que más preocupa es, justamente, el futuro de la moneda brasileña, que viene deanotar la mayor devaluación de los últimos cuatro años.
Según Dal Poggetto, "al Gobierno kirchnerista no le gusta nada este movimiento del real. Y la realidad es que Brasil hoy le está metiendo presión al BCRA. El problema es que ya no tiene margen para acompañar cualquier variación cambiaria de nuestros vecinos".