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viernes, 24 de agosto de 2018

El impuesto al vino que financió obras de infraestructura

La sisa del vino







Javier Sanz | Vivanco



Cuando llega el periodo de presentación de la declaración de la renta las calculadoras echan humo, la web de la Agencia Tributaria se cuelga, las oficinas de Hacienda parecen taquillas para conseguir una entrada para la final de la Champions, los asesores hacen su agosto y todos se preguntan qué hacer para que salga a devolver. Si ahora nos quejamos de los impuestos que nos toca pagar (directos como el IRPF o indirectos como el IVA), más motivos tenían para quejarse en la Edad Media. Los impuestos medievales eran todos indirectos -se aplicaban independientemente de la capacidad económica y gravaban la producción, el comercio o el consumo-, por lo que repercutían casi en exclusiva en el pueblo y beneficiaban a la Corona, la nobleza y el clero. Uno de los más impopulares, porque gravaba bienes de primera necesidad, era la sisa.

La sisa tuvo su origen en la Corona de Aragón, donde las Cortes, para recaudar la suma solicitada por el rey, gravaban algunos bienes. Consistía en descontar en el momento de la compra una cantidad en el peso o medida de ciertos productos, normalmente un octavo. La diferencia entre el precio pagado y el de lo que realmente se recibía (sisa) era el gravamen que iba al fisco. Aunque inicialmente este impuesto estaba destinado para necesidades financieras extraordinarias y puntuales aprobados en Cortes, resultó tan eficaz que terminó por convertirse en un tributo permanente en la Corona de Aragón y desde el siglo XIII en la de Castilla. La Corona podía recaudarlo directamente o delegar en las instituciones locales, lo que suponía para el rey una manera de conseguir dinero por adelantado que salía de las arcas municipales. Igualmente, y para evitar la ingrata labor de recaudador, los municipios repitieron la operación y comenzaron a otorgar la recaudación de la sisa en pública subasta al mejor postor vía arrendamientos durante un determinado plazo de tiempo.

Visto que era un impuesto seguro -la maldita costumbre que tiene el pueblo de comer todos los días y más de una vez-, los municipios también quisieron sacar tajada de la sisa y comenzaron a recaudarla directamente en beneficio de sus propias arcas y no de las de terceros. Eso sí, siempre con autorización real o de las Cortes y especificando en qué se iba a emplear la recaudación (mejorar infraestructuras, dotación de servicios, hacer frente a desastres naturales…).

¿Y a qué productos se les aplicaba este impuesto? Pues dependía de cada municipio, pero generalmente a bienes de primera necesidad como el pan, la carne, el aceite… y el vino, uno de los productos más “sisados”.



Es suficiente un dato estadístico para hacernos una idea del beneficio que se podía sacar de la sisa del vino: el consumo medio de vino durante la Baja Edad Media en Europa, sin ser muy exagerados, era de entre 150 y 200 litros por habitante y año. Y digo sin ser exagerador porque, por ejemplo, en Florencia era de más de 250. Vamos, que se consumía mucho vino, y más consumo se traducía en más ingresos vía sisa. Además, el vino daba mucho juego porque, dependiendo de las necesidades, se podía aplicar sobre el vino producido en la localidad o importado, sobre el vino blanco, rosado (clarete) o el tinto, o sobre todos ellos. Algunos ejemplos de sisas…
  • Sisa del Vino de Avilés (1485): para reparar lo destruido por el fuego.
  • Sisa del Vino de Burgos (1569): inversiones en el abastecimiento de agua.
  • Sisa del Vino de Burgos (1582): reparación del puente de Santa María tras una riada.
  • Sisa del Vino de la Plaza (1618): para construir la plaza Mayor de Madrid.
  • Sisa de Vino de la Muralla (1633): construcción de las murallas de la Habana.
  • Sida del Vino de la Salud (1637): para hacer frente a una epidemia de peste en Málaga.
  • Sisa del Vino de Lérida (1644): financiar el sitio de Lérida.
  • Sisa del Vino de León (1657): para construir la plaza Mayor de León.
  • Sisa del Vino de Olivenza (1657): financiar el sitio de Olivenza (Guerra de Restauración).
  • Sisa del Vino de Cádiz (1727): para fortificar Cádiz…

Así que, me atrevería a decir que, desde la Baja Edad Media hasta que se suprimió el impuesto de la sisa en 1845, el vino fue la principal fuente de financiación de las obras públicas de nuestros municipios.

sábado, 26 de agosto de 2017

Esclavos, azúcar y la economía de la esclavitud

Nuestros esclavos

El azúcar habría seguido siendo caro para el consumo de masas si el trabajo de procurárselo hubiera recaído en obreros pagados

JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS | El País



Grabado de la recolección de caña de azúcar, publicado por W. Clark.

Cualquiera que mire la lista de los libros más vendidos (y crea en ella) se dará cuenta de que en el apartado de ficción hay una novela que lleva allí casi un año: Patria, de Fernando Aramburu. Si mira en el de no ficción verá que hay un ensayo que lleva dos: Sapiens. Traducido al castellano por Joandomènec Ros para Debate, el libro de Yuval Noah Harari es una deslumbrante historia de esta especie desde que nuestros ancestros le ganaron la partida a los neandertales hasta casi hoy mismo. Visto quién gobierna el mundo, dudamos de que realmente ganaran. El historiador israelí se remonta a los tiempos en que “los humanos prehistóricos eran animales insignificantes que no ejercían más impacto sobre su ambiente que los gorilas, las luciérnagas o las medusas” para llegar a estos tiempos nuestros en que ya hemos demostrado lo que somos capaces de hacer con los gorilas y las luciérnagas. La venganza queda en manos de las medusas, tan proclives a la turismofobia.


Claro y riguroso, Sapiens está lleno de historias grandes (como el éxito de los dioses) y de historias pequeñas (como el éxito del azúcar). En la Edad Media el azúcar era un artículo de lujo que, escaso en Europa, se importaba de Oriente Próximo a precios desorbitados para su uso, con cuentagotas, en golosinas y medicamentos. Todo cambió con la conquista de América. Las nuevas plantaciones de caña facilitaron al Viejo Continente toneladas de la antigua delicatesse. El precio bajó radicalmente y Europa desarrolló un “insaciable gusto” por los dulces: pasteles, galletas, chocolate, caramelos, bebidas azucaradas, café y té. La ingesta anual de azúcar del ciudadano inglés medio pasó de casi cero a principios del siglo XVII a unos ocho kilogramos a principios del XIX. A finales del XX, la media mundial alcanzó los 70 kilos.

Por supuesto, el azúcar habría seguido siendo demasiado caro para el consumo de masas si el trabajo de procurárselo —intensivo, bajo un sol tropical y en condiciones insalubres— hubiera recaído en obreros pagados dignamente. O pagados a secas. La solución fue la mano de obra esclava, un tráfico manejado por empresas privadas que vendían acciones en las Bolsas de Ámsterdam, París y Londres que se consolidó como inversión segura. A lo largo del siglo XVIII el rendimiento de esas inversiones rondaba el 6%. Como apunta Harari, cualquier consultor moderno firmaría dividendos así. ¡Y todavía hay quien duda de la relación entre ese comercio y el progreso que hizo posible nuestra Revolución Industrial!

En 400 años, 10 millones de esclavos africanos fueron llevados a América. Dos de ellos, a Latinoamérica. Es curioso que esos dos millones no hayan producido entre nosotros ni el 20% del cine y la literatura que la esclavitud ha generado en Estados Unidos. Por eso es tan importante un libro como La esclavitud en las Españas, publicado por José Antonio Piqueras en La Catarata. El libro de este catedrático de Historia en la Universitat Jaume I es un relato de terror y cinismo. El terror viene, en crudo, de las cifras que generó la trata: 280.000 muertos en la travesía transatlántica, 16 horas de trabajo al día y una media de vida de entre 15 y 20 años. Además, el mito de la “esclavitud suave” de los españoles frente a la de los anglosajones se desinfla ante la ordenanza de 1522 que establecía los castigos para los rebeldes: 50 latigazos la primera vez, amputación del pie si reincidían o estaban ausentes de la propiedad más de 10 días y pena de horca si volvían a fugarse.

El lado del cinismo no resulta mejor. Pese a que Pío II comparó en 1492 la esclavitud con el crimen, los clérigos destacaron como clientes de los negreros. Si el obispo de San Juan de Puerto Rico estuvo entre los mayores importadores de “piezas de ébano” —el lenguaje lo dice todo—, los jesuitas, en el momento de su expulsión (1767), contaban con tres ingenios azucareros, 12 haciendas ganaderas y 406 esclavos. Los laicos, por su parte, no son más presentables. Ni la gloriosa Constitución de Cádiz ni los independentistas cubanos promovieron la abolición pese a que —o quizás porque— Cuba llegó a ser la mayor productora de azúcar del mundo, con un 43% de su población formada por esclavos. Tampoco se salvan las autoridades. María Cristina de Borbón, madre de Isabel II, estaba entre los inversores más activos dos décadas después de que la trata se convirtiera en ilegal (1835) y antes de que la esclavitud fuera abolida en España (1886).

La madre de la reina rivaliza en el palmarés de tratantes con Antonio López, Josep Xifré y Pablo Espalza. Fueron, respectivamente, el primer marqués de Comillas, el primer presidente de la Caja de Ahorros de Barcelona y el fundador del Banco de Bilbao. Se dirá, para exculparlos, que solo eran personas de su tiempo, es decir, con los prejuicios que les correspondían. Pero también Francisco José de Jaca, José Antonio Saco y José María Blanco White vivieron esos tiempos y lucharon contra la esclavitud.

La esclavitud en las Españas. José Antonio Piqueras. La Catarata, 2012. 264 páginas. 19 euros

martes, 25 de julio de 2017

Las burbujas especulativas por cargos públicos en la historia española

Las burbujas especulativas, un invento español

Un economista investiga la fiebre por la venta de oficios en la Castilla del siglo XVII, el primer ‘boom’ de la historia, previo al de los tulipanes en Holanda


LUIS DONCEL | El País



Encuentro de Luis XIV y Felipe IV en la Isla de los Faisanes (1660). MUSEO NACIONAL DEL PALACIO DE VERSALLES


¿Qué tienen en común la mole urbanística de Seseña y los precios prohibitivos para lograr un puesto en la Corte de Felipe IV? Que ambos fenómenos solo se explican por la existencia de una burbuja.


Igual que en la crisis actual, el alza de precios favoreció entonces la corrupción

Los planes megalómanos del constructor Paco el Pocero se convirtieron hace una década en el icono del boom inmobiliario que empujó a España a una profunda recesión. La Castilla de principios del siglo XVII también vivió su particular espiral de precios, y la consiguiente ola especulativa, con la compraventa de oficios públicos: en 1617, un hombre llegó a pagar 382.352 reales por un puesto de regidor —equivalente a un concejal actual—, cuyo sueldo anual rondaría los 450 reales. Es decir, para rentabilizar esa inversión habría necesitado 850 años de salario.

El investigador español Víctor Gómez, en la sede de EL PAÍS

Si se confirma la tesis que el joven investigador Víctor Gómez tiene ya muy avanzada, la espiral de los oficios sería la primera burbuja constatable de la historia, desbancando así a la de los tulipanes en la Holanda de 1640, considerada hasta ahora como pionera.

Esta nueva fiebre por enriquecerse se extendió hace 400 años en ciudades como Valladolid y Zamora. Los reyes de la Casa de los Austria, necesitados de liquidez para sufragar su costoso proyecto de hegemonía mundial, encontraron un lucrativo negocio. Aprovechándose de los bajos tipos de interés, cada vez más personas se endeudaban para comprar títulos con los que acceder a un prestigioso puesto en la Administración, ya fuera escribano (equivalente a los actuales notarios), regidor o procurador en un juzgado, oficios vetados a las mujeres y a los menores de 25 años. Un solo hombre llegó a acumular hasta 27 títulos con un único motivo: la especulación.

¿Por qué un economista de 27 años se decide a dedicar dos años de su vida a escudriñar legajos del siglo XVII? “En principio, yo solo quería estudiar cómo se forman las burbujas especulativas. Pero di con un fenómeno que me pareció interesante. Y pensé: ‘Aquí tengo que meterme”, responde Gómez en la sede de EL PAÍS en Madrid horas antes de volar a El Salvador, donde colaborará durante el verano con una ONG.

Para confirmar su tesis, Gómez necesita aún dos requisitos. Primero, demostrar que lo que ocurrió con los oficios públicos durante el reinado de Felipe III y IV puede calificarse de burbuja, es decir, un proceso en el que el precio de un activo se desvía de forma desproporcionada de su valor fundamental. “Pese a lo complicado de definir ese valor fundamental, este punto lo tengo ya confirmado al 100%”, asegura Gómez, que ha logrado una beca de La Caixa para investigar en diversos archivos los dos próximos años.

Se llegó a pagar 382.352 reales por un puesto con un sueldo anual de 450

Una vez dado ese paso, ya solo le queda asegurarse de que el alza de precios en Valladolid, Zamora y Sevilla comenzó a principios del siglo XVII, varias décadas antes de la crisis de los tulipanes. En ciudades como Granada o Málaga la burbuja tardaría algo más en llegar, después de la holandesa.

Pero quizás lo más interesante de la investigación de este doctorando sea analizar los parecidos y las diferencias de la burbuja formada en torno a la Corte de los Habsburgo hace 400 años y la de la España del ladrillazo de la primera década de este siglo. Entonces, como ahora, la subida desproporcionada de los precios no se entendería sin prácticas corruptas en el entorno del poder político. “Al aumentar las posibilidades de obtener grandes plusvalías a través de la especulación, las burbujas incentivan la corrupción, siempre que haya un trabajador púbico con poder sobre el activo que se revalorice. Desde este punto de vista, ambos fenómenos impulsaron la corrupción en la Castilla de hace siglos y en la España actual”, concluye.

El floreciente negocio de la venta de oficios escenificó también una lucha de poder a tres bandas: el monarca, la Corte y los aristócratas. Y sirvió como puerta de entrada para una pujante clase social que accedía a puestos de prestigio sin necesidad de títulos nobiliarios. Tan solo hacía falta dinero. El Antiguo Régimen comenzaba a dar paso a la modernidad.

A Gómez le interesa en especial analizar cómo pudo formarse una burbuja en la Castilla del siglo XVII, una sociedad que aún no había entrado de lleno en la modernidad. Porque su tesis, si logra confirmarla, abrirá nuevas puertas a la historia económica. O bien desmonta la idea de que para la formación de burbujas es necesaria la existencia de un sistema financiero complejo; o bien en la Castilla del siglo XVII existía ya ese sistema, algo desconocido hasta ahora. “Yo me inclino por la primera opción, pero aún tengo que investigarlo”, asegura Gómez con cautela, siempre temeroso de adelantar conclusiones aún no confirmadas.

domingo, 3 de julio de 2016

Se reduce el empleo en España pese al alto desempleo

España se queda sin trabajadores con casi 5 millones de parados
 María Tadeo - Bloomberg
 Esteban Duarte


Después de una búsqueda frustrante para los consultores especializados para un cliente, que le ha dado y está lanzando su red a otra parte.
"Estábamos buscando personas durante dos meses," Pimentel, socio de Ackermann Beaumont Group para España y América Latina, dijo en una entrevista telefónica. "Nos las arreglamos para encontrar uno en España. Nos dimos la vuelta a la Argentina para los demás ".
La experiencia de Pimentel refleja una característica extraña del mercado de trabajo español que está obstaculizando los esfuerzos del país para reparar el daño de la crisis económica. Incluso con cerca de 5 millones de personas sin trabajo, el próximo primer ministro se enfrentará a la escasez de trabajadores con los empleadores tienen dificultades para encontrar el personal que necesitan.
"Es una paradoja," dijo Valentín Bote, jefe de investigación en España en Randstad, una agencia de contratación. "La tasa de desempleo es demasiado alto. Sin embargo, estamos viendo un poco de tensión en el mercado laboral debido a los desempleados no tienen la demanda de habilidades que los empleadores ".



A partir de los desarrolladores de software y diseñadores de modelos matemáticos a las enfermeras geriátricas y los trabajadores de atención, un desajuste de las cualificaciones significa que las empresas están luchando para cubrir los puestos, a pesar de que la tasa de paro en el 20,4 por ciento es el segundo más alto en Europa. Randstad estima que las empresas españolas pueden tener dificultades para llenar casi 2 millones de mensajes a través de 2020. Los datos publicados por la oficina estadística de la Unión Europea Viernes muestra que el desempleo en España era del 19,8 por ciento en mayo en comparación con un promedio del 8,6 por ciento para el bloque de 28 países.

Con un peso en el crecimiento

El primer ministro interino Mariano Rajoy, el principal candidato para dirigir el próximo gobierno después de registrar ganancias en las elecciones del domingo, se ha comprometido a añadir medio millón de puestos de trabajo al año, pero su campaña se centró en las publicaciones para las legiones de parados, en lugar de producir trabajadores cualificados para alimentar la economía. oponentes de Rajoy dicen que su política de reducir los salarios y pelar de nuevo la protección del empleo ha creado principalmente puestos de baja cualificación mal pagados.
El fracaso para equipar un número suficiente de trabajadores con las competencias buscadas por las empresas modernas está frenando la economía española. La escasez de personal calificado es un lastre para la productividad, la inversión y los retrasos cepas de un sistema de pensiones depende de nuevos trabajadores con buenos salarios a pagar por un envejecimiento de la población, de acuerdo con Sandalio Gómez, profesor emérito de la Escuela de Negocios IESE en Madrid.
"La mano de obra no tiene las cualificaciones que necesita el mercado", dijo. "Eso es un problema real".



A medida que Rajoy trata de construir puentes con sus rivales antes de las conversaciones sobre una alianza de gobierno, él está ofreciendo una iniciativa de todos los partidos para hacer frente a las fallas del sistema educativo. España ha tenido siete leyes de educación diferentes desde 1978, pero los argumentos sobre el uso de las lenguas regionales como el catalán o el estado de la enseñanza religiosa a menudo han desplazado el debate acerca de los problemas más fundamentales que han dado lugar a una alta tasa de deserción de la escuela que es el doble de la europea promedio.
"La educación y el trabajo existen en dos mundos alternativos que en realidad no se conectan", dijo Gómez. "Mientras que en otros países, como los EE.UU., la educación universitaria se ha diseñado para conseguir un trabajo, eso no es el caso en España."

Los ejecutivos de bajo grado

En su programa electoral, el Partido Popular de Rajoy también se comprometió a poner más énfasis en la tecnología en las escuelas y conseguir más estudiantes que están aprendiendo Inglés. Durante su primer mandato, Rajoy contrató agencias privadas para trabajar junto a los sindicatos en el reciclaje y el reclutamiento y ató los fondos para los programas de empleo público a resultados.
Sin embargo, el nuevo gobierno se enfrenta a un problema que ha sido décadas en la fabricación.

Incluso cuando se llenan los puestos superiores, las empresas españolas tienen que conformarse con los candidatos de menor calibre que sus competidores de otros países europeos, y que perjudica la rentabilidad y la capacidad de recuperación de las empresas, según el Banco de España el informe anual de 2015. directivos españoles son menos cualificados que sus competidores en Alemania, Francia o Italia, según un estudio de 11 países europeos. Sólo Grecia salió peor.
El cliente de Pimentel le pidió la lista de candidatos capacitados en técnicas de gestión de proyectos "ágiles" para ayudar a las empresas aumentar su productividad mediante el uso de más I.T. sistemas. El cliente estaba ofreciendo tanto como 200.000 euros (220.000 dólares) al año - casi 10 veces el salario medio en España.
Pero estas personas son delgados en el suelo en España. Se necesitan al menos ocho meses para un desarrollador de software con experiencia para ganar un título ágil y ellos también necesitan la capacidad para hacer frente a los altos ejecutivos, lo que limita el número de personas que potencialmente podrían llenar los papeles.
"Esta sociedad necesita con urgencia profesionales digitales, pero en realidad no hay suficientes lugares donde se puede aprender esas habilidades", dijo Pimentel. "España es un país que no está realmente invirtiendo lo suficiente en la tecnología."
(Una versión anterior de esta historia se corrigió para cambiar un nombre incorrecto en el párrafo primero).

viernes, 15 de abril de 2016

Costo de las universidades en Europa

El precio de las universidades europeas
Las matrículas en las universidades públicas españolas son de las más caras de Europa
El País



viernes, 6 de noviembre de 2015

España: Carreras con mayor tasa de empleo

Las carreras con mayor tasa de empleo
Medicina es la carrera que ofrece más opciones, según este estudio de 2014
Entrevista: “La gente no estudia las carreras que demanda el mercado”



martes, 27 de octubre de 2015

Un tendero español es el hombre más rico del Mundo

Amancio Ortega, el hombre que juró que nunca volvería a pasar hambre
Hablamos con David Martínez, autor de la biografía no autorizada, en la que ahonda en la personalidad del artífice del imperio Inditex y su ambición por liderar la moda global.
NOELIA RAMÍREZ - El País



Con 76 años, Amancio Ortega ha amasado una fortuna que supera los 40.000 millones de euros.
Foto: Gtresonline

El 15 de mayo de 1975 Amancio Ortega (León, 1936) inauguraba la primera tienda Zara en A Coruña. Lo hacía a tan sólo 200 metros de la camisería Gala, el comercio en el que trabajó como 'chico de los recados' cuando apenas tenía 14 años. ¿Casualidad o golpe de efecto? La simbología que esconde el nacimiento del imperio Inditex no es una cuestión baladí. Ortega, hijo de un ferroviario vallisoletano afincado en León, dejó los estudios con apenas 12 años y se juró, a lo Scarlett O'Hara, que su familia nunca volvería a pasar hambre. Una promesa nacida de la impotencia que le provocó saber que a su madre ya no le fiaban en el ultramarinos.

Desde que entonó esa máxima, Ortega pasó de chico de los recados, a comercial de la empresa de confección La Maja, donde conoció a su ex mujer, Rosalía Mera, y empezó el germen de Zara. El éxito de las batas acolchadas de guata que la pareja cosía mano a mano por las noches, en sus ratos libres, permitió que junto a sus hermanos, una cuñada y el empresario fundador de Caramelo (José Antonio Caramelo) hiciesen despegar en 1972 a Goa Confecciones (las iniciales de Amancio Ortega Gaona al revés). Cuarenta años después, Ortega ha conseguido amasar una fortuna de 79.600 millones de dólares, unos 71.700 millones de euros, –sin contar un divorcio de coste estratosférico–, tener a más de 100.000 empleados en nómina y haber erigido más de 5.000 tiendas de sus marcas a lo ancho del planeta.

Con antecedentes dignos de un 'biopic' made in Hollywood, diseccionar qué esconde la personalidad del hombre más rico de España –y del mundo, según Forbes– es una aventura a la que pocos tienen acceso. El secretismo hermético que acompaña al ideólogo de Inditex es una constante desde que empezó su carrera. Jamás ha concedido una entrevista y es tan celoso de su intimidad que hasta el día de la boda de su hija Marta intentó por todos los medios no aparecer en la celebérrima foto del coche nupcial.

“Es un hombre de costumbres simples: le gusta la buena mesa, tomarse el café en el bar del pueblo y, a excepción de la hípica o una pequeña pasión por los coches, no tiene ninguna extravagancia especial”, cuenta el periodista David Martínez, que ha pasado el último año y medio investigando sobre “cómo un hombre desconfiado de la fama y de origen humilde consigue levantar una empresa de éxito de la misma nada”. Un trabajo que ha supuesto visitar y acercarse a los conocidos de todos los rincones en los que Ortega vivió (desde su infancia en León a su establecimiento en Galicia), entrevistar a miembros del consejo de Inditex, visitar las instalaciones de Arteixo y hasta tener dos conversaciones “informales” con el mismísimo “Don Ortega”. Un trabajo que se ha materializado en la biografía no autorizada “Zara, visión y estrategia de Amancio Ortega”, editada por Conecta.


Zara Getty
A finales de julio, había 1.671 tiendas de Zara repartidas por el mundo.
Foto: Getty Images
Martínez, al que le habían negado por activa y por pasiva la posibilidad de entrevistar directamente a Ortega, topó con él de casualidad en la zona de diseñadores de Arteixo. A pesar de que cedió el timón de Inditex a Pablo Isla en 2011, Ortega visita con regularidad el “corazón” de Zara en el polígono de Sabón. “Apareció con varios retales en la mano. Me acerqué a él, le dije que era periodista y que estaba escribiendo un libro sobre él y Zara, e inmediatamente me invitó a acompañarle a la cantina para que tomásemos un café”. De esta conversación informal y otro encuentro más, Martínez asegura que Ortega es un hombre “ambicioso y extremadamente observador. Esto no implica que tenga una visión fría, simplemente conoce cómo es empezar desde abajo y lucha por mantener su éxito; hasta se enorgullece de que sus propias marcas compitan entre ellas”. Un observador “obsesivo”, que “llegó a fabricar en serie una chaqueta motera de los 80 que había visto en un peatón mientras iba en su coche de camino al trabajo”.

El periodista defiende que la cabeza pensante de Inditex es un “idealista vanguardista”. “Cuando empezó, era capaz de conducir hasta París para ojear las tendencias de la Alta Costura y después trasladarlas en moda al mejor precio”. Un trabajo del que después se harían cargo los polémicos “ojeadores” que la empresa tiene repartidos por todos los desfiles, festivales de música o espacios dignos de recoger los 'musts' del momento. Una actitud que se ha ganado más de una crítica por sus competidores (hasta Isabel Marant hizo un guiño irónico a Zara en su último desfile), pero más que rentable para sus cifras de negocio. “En Inditex niegan la copia. La empresa asegura que se dedica a recoger las 'tendencias globales', ya sea en las pasarelas o en encuentros sociales”, explica.

La empresa, además, cuenta con un equipo de unos 90 diseñadores que trabajan diariamente en Arteixo. Un crisol cultural con creadores venidos de casi todos los puntos del planeta –hay incluso dos diseñadores de las dos costas estadounidenses para interpretar los diseños que funcionarán en Los Angeles o Nueva York–, y que se complementa con la sobredosis de información que reciben diariamente de las tiendas de todo el planeta. Consejos de clientes, prendas que funcionan (o no) y preferencias de los usuarios. Nada escapa al engranaje de Inditex. “En el fondo, su fuente de información es la propia tienda y el escaparate es su reclamo publicitario”. Tal es la obsesión por el detalle, que en Arteixo hay una planta específica con réplicas de las 40 tiendas más importantes para que nada falle a la hora de vestir sus locales.



Tras conseguir producir más de 900 millones de prendas al año, ¿le queda algún objetivo por cumplir a Amancio Ortega? “Quiere ser el protagonista de la moda global. Su sueño es que las clientas de Dior o Chanel también compren en Zara y que no se sientan avergonzadas por ello”.
Quizá le deje esa labor a su hija menor, Marta, a quien “ha ido educando en la sombra” para que tome el timón de la empresa. Licenciada en Ciencias Empresariales, trabajó como dependienta en una de las tiendas de Londres, después se trasladó a las oficinas del grupo en París y Asia. La última fase de su formación antes de su traslado a Arteixo la desarrolló en Tordera (Barcelona). Actualmente es vicepresidenta de las patrimoniales y trabaja mano a mano con su padre, encaminada, dicen, a tomar las riendas de un imperio de moda global.

(Este artículo se actualizó el 23 de octubre de 2015 con los datos económicos a propósito de la fortuna de Ortega publicados en la revista 'Forbes')

jueves, 30 de julio de 2015

Líos en España con la división de las propiedades

¿Donde empieza y acaba mi propiedad?
Más de 3.000 propietarios acaban en los juzgados cada año para defender los límites catastrales de sus inmuebles
SANDRA LÓPEZ LETÓN - El País



Para crear cualquier finca registral hay que identificar su ubicación y linderos tomando como base el Catastro. / SANTI BURGOS

En España es posible ser propietario de inmuebles que ni siquiera existen, o que una parte importante de las fincas no esté inscrita en el Registro de la Propiedad, o que otras figuren dos o más veces. Más despropósitos: hay parcelas cuyos límites están dentro de la autovía, linderos que no coinciden, caminos que se cruzan sobre las casas, y parcelas dentro de estaciones de depuración de aguas.

Con demasiada frecuencia no es posible conocer con certeza dónde está el límite exacto de una propiedad. Los afectados no se dan cuenta hasta que se producen las compraventas, herencias, incorporaciones a los procesos urbanísticos, expropiaciones o procesos de delimitación de dominio público.

Y ahí empieza el calvario. “Más de 3.000 casos al año acaban en los tribunales con un coste que puede superar los 100 millones de euros, y que los propietarios deben desembolsar para proteger sus propiedades, cuando debiera ser el sistema el que garantizara esta protección”, denuncian en la Asociación Española de Geómetras Expertos (AEGEX). Eso, sin contar los casos en los que hacer frente al problema puede costar varias veces el valor de la parcela adquirida.


El Catastro y el Registro de la Propiedad se coordinan desde junio pasado
Un ejemplo: alguien compra ante notario una propiedad rústica en escritura pública, con su certificación catastral más o menos coincidente con las descripciones del Registro de la Propiedad. Pero el terreno no está vallado. ¿Por dónde se debería construir el alambrado? Algo tan simple tiene muchas probabilidades de acabar en un juzgado. Así acabó un empresario cántabro, que prefiere no desvelar su nombre: se embarcó en un proceso judicial para recuperar su parcela de mil metros cuadrados y terminó con una de 200 metros y un gasto de 70.000 euros. Vivía en Madrid y cuando se quiso dar cuenta una promotora se había “comido” el 80% de la superficie de su parcela en Cantabria.

Desde hace un mes, las reglas del juego han cambiado. La nueva Ley Hipotecaria y del Catastro, vigente desde el pasado 25 de junio de 2015, trata de poner fin a estos problemas. Por fin, se ha dado luz verde a la coordinación de datos entre el Catastro y el Registro de la Propiedad. La nueva ley facilita el intercambio de datos entre las dos instituciones para evitar informaciones contradictorias e incompletas sobre un mismo bien inmueble. Así, el Registro tiene acceso a la cartografía catastral y viceversa.

“Con la nueva ley se impide que se pueda crear una finca registral sin una precisa identificación de su ubicación y linderos georreferenciada en sistema oficial. Para ello, el propietario debe partir siempre de la cartografía catastral, para, si es correcta por corresponderse con su finca, utilizar esa misma cartografía por razones de economía de costes y coordinación”, señalan fuentes de la Dirección General del Catastro y de la Dirección General del Registro y del Notariado. Aunque la ley no impide que, en caso de discrepancias, el propietario aporte un informe, previo pago, de un profesional técnico.

Se trata de uno de los mayores avances de la institución catastral en sus más de 170 años de historia y el mayor que se ha producido en materia de protección jurídica en los 154 años de vida del Registro de la Propiedad.

En España las propiedades se miden de forma diferente al resto de Europa
Pero algunos creen que esta idílica y ansiada relación no va a ser suficiente para garantizar la seguridad jurídica. Según Pedro Ortiz, presidente de AEGEX, “se ha perdido la oportunidad de acabar con la aleatoriedad existente en el marco jurídico-administrativo actual”. Para esta asociación, la nueva ley mantiene el esquema de desvinculación entre el Catastro y los diferentes Registros de la Propiedad, los notarios y la Administración pública, a diferencia de lo que ocurre en casi todos los países desarrollados. “Está abocada al fracaso”, dice. Y prosigue. “Todas estas instituciones trabajan de forma ejemplar, pero no coordinada, y cuando interactúan entre sí, el desajuste es evidente, provocando una grave inseguridad sobre los bienes inmuebles”.

Esto es así, porque “las fuentes de información que utiliza el Catastro para confeccionar la cartografía catastral no son levantamientos topográficos realizados sobre el terreno por técnicos competentes. De hecho, cualquier plano entregado por el particular es insertado en la cartografía catastral. Existen muchos casos en los que dibujos a mano con rotulador sobre una fotografía aérea han sido suficiente para alterar el límite de una parcela catastral”.

La Dirección General de Catastro tiene unos 2.700 empleados y apenas unos 25 son topógrafos. “Es obvio que no todo el dato catastral representado en su cartografía es erróneo, aunque sí impreciso. Teniendo en cuenta que en España existen más de 40 millones de parcelas, es lógico pensar que la incertidumbre e indeterminación sobre qué cantidad de parcelas tendrían información errónea puede ser suficientemente alto como para producir inseguridad”, explica Ortiz.

El problema se podría resolver aplicando sistemas de medición estandarizados a nivel internacional. En España se miden las superficies de las propiedades de forma diferente a como se hace en el resto de Europa. “El lío es descomunal, sobre todo cuando vienen inversores extranjeros, que se suelen llevar el susto cuando se dan cuenta de que lo van a comprar es más pequeño de lo que pensaban”, advierten en la asociación. El Estándar Internacional de Medición de Propiedades (IPMS por sus siglas en inglés) es un código mundial para la medición que unifica la forma de calcular los metros cuadrados de un edificio y proteger así a cualquier consumidor.

miércoles, 15 de julio de 2015

Hipotecas inversas para jubilados

Su casa a cambio de recibir una paga de por vida
El que fue uno de los productos estrella durante los años de bonanza, las hipotecas inversas, se reduce al mínimo en favor de las rentas vitalicias, donde se pierde la propiedad
SANDRA LÓPEZ LETÓN - El País


Las viviendas suponen el 85% del ahorro que han conseguido las personas mayores a lo largo de sus vidas. / GETTY IMAGES

A sus 85 años, Carmen, viuda y con una hija, ha decidido convertir sus ladrillos en euros. Su pensión no daba para más, pero si su casa. Con una vivienda en el barrio barcelonés de Fort del Eixample, tasada en 288.827 euros, contrató el pasado mes de junio una hipoteca inversa por la que ha recibido 18.000 euros al inicio y una renta mensual vitalicia de 710 euros. En la misma ciudad un matrimonio, de 85 años cada uno y con una vivienda tasada en 850.000 euros, ha contratado recientemente una hipoteca inversa. Han percibido 15.000 euros de golpe el día de la firma, más 2.100 euros al mes hasta el fallecimiento del último de los dos.

El caso de José es distinto. Con 75 años, soltero y sin hijos, se ha decantado por contratar un producto llamado renta vitalicia inmobiliaria para complementar su pensión. Gracias a su vivienda, tasada en 190.000 euros, en la calle Fermín Caballero, barrio La Paz (Madrid), recibe 608 euros mensuales de por vida y seguirá viviendo en el piso. Además, ya no tiene que pagar el IBI, las derramas extraordinarias de la comunidad ni el seguro de hogar.

Todas estas personas que han usado su piso para mejorar su renta mensual buscaban lo mismo: aumentar su poder adquisitivo sin renunciar a su casa. Esa en la que han vivido toda la vida. Sin embargo, las hipotecas inversas están en mínimos. Pese a que sigue habiendo interesados, pocos bancos están dispuestos a aceptar las ofertas. Las rentas vitalicias, en cambio, sí tienen más presencia. ¿La diferencia entre uno y otro producto? Principalmente si los herederos podrán o no recuperar el inmueble tras fallecer el dueño.

En España hay 8,5 millones de personas con más de 65 años que tienen poco dinero en el bolsillo, pero mucho en patrimonio. De hecho, el 87% es propietario de una vivienda y, además, esos muros son el 85% del ahorro conseguido a lo largo de su vida. Quieren seguir viviendo en ella, por gusto y por necesidad. El precio medio mensual de una residencia es de 1.550 euros, mientras que la jubilación media alcanza los 1.007 euros –la de viudedad, 626 euros–. Además, muchos son el sustento económico de hijos y nietos.

Con este panorama, no son pocas las personas mayores que se plantean en algún momento rentabilizar en vida sus casas. La motivación en el 75% de los casos es la de obtener mayores ingresos para cubrir necesidades asistenciales y vivir un poco mejor. Aunque con la crisis han surgido nuevas demandas, como "ayudar a los hijos, pagar alguna deuda o derrama en el edificio, y la obtención de ingresos durante un periodo concreto para realizar con posterioridad la venta de la vivienda", dice Carlos A. Martínez Cerezo, presidente de Grupo Retiro, que comercializa desde 1996 productos para que los mayores puedan convertir sus vivienda en una fuente de ingresos.

La crisis merma el interés de la banca

Pero la crisis ha mermado y mucho la contratación del que fue uno de los productos estrella durante los años de bonanza: las hipotecas inversas. "Era un complemento ideal para algunas familias, llegando a triplicar pensiones no muy altas", señala Ricardo Gulias, director general de Tu Solución Hipotecaria.

Pero la pérdida de valor de las viviendas, el cierre del grifo crediticio y la fusión de las cajas de ahorro ha provocado que prácticamente ninguna entidad lo esté comercializando. En la actualidad solo la ofrece una compañía aseguradora. En 2009 se contrataron unas 2.000 hipotecas inversas. Hoy esa cifra se ha reducido en un 80%, de hecho en 2013 apenas se firmaron unas 300. La contratación cae de forma drástica desde hace dos años, aunque no el interés de las personas mayores.

Un propietario de 85 años y un piso de 200.000 euros recibiría 600 euros mensuales

Según Iñigo Hernández, director comercial de Óptima Mayores, "en España hay una enorme necesidad de obtener liquidez por parte de nuestros mayores". Dice que demandan el producto 100 nuevos potenciales clientes al mes. Pero no hay oferta bancaria. Por eso, "antes del último trimestre del 2015 tendremos un producto alternativo con la colaboración de fondos de inversión extranjeros especializados en este sector en el mercado anglosajón", adelanta Ángel Cominges, consejero delegado de Óptima Mayores, entidad especializada en planificación financiera de personas mayores desde 2005.

La hipoteca inversa es un préstamo con garantía hipotecaria de la vivienda a través del cual una entidad financiera concede una renta mensual a una persona mayor sin perder la propiedad ni el uso del inmueble. Además, "el titular puede cancelar voluntariamente la misma, mediante la devolución de lo dispuesto en cualquier momento", señala Cominges. La deuda solo puede ser exigida por el banco tras el fallecimiento del cliente y los herederos de la propiedad tienen un plazo de 12 meses para proceder a la liquidación de la deuda y recuperar la casa. En la mayoría de los casos, optan por vender el inmueble para cancelar la deuda y repartirse el dinero sobrante.

La esperanza de vida, la edad y el valor de la vivienda, fijado mediante tasación oficial, son los factores que más peso tienen a la hora de fijar la renta. A más edad y más valor del inmueble, más renta. Por ejemplo, para un piso tasado en 200.000 euros el propietario recibiría 186 euros mensuales si tiene 65 años. Pero si ha cumplido los 85 años, la renta subiría a 600 euros. Si el piso está valorado en 600.000 euros y el dueño tiene 85 años percibirá 1.845 euros mensuales de por vida.

Auge de la renta vitalicia

Actualmente se contrata más la renta vitalicia inmobiliaria, que además ofrece una renta más alta. En Grupo Retiro el 28% de las operaciones que intermedian son de hipoteca inversa y el 72% restante de renta vitalicia y de venta con alquiler garantizado. La principal diferencia es que los hijos no heredan la propiedad. Las personas mayores perciben una renta mensual durante el resto de su vida a cambio de la venta de la nuda propiedad de su vivienda, pero manteniendo en todo momento el derecho de uso y disfrute de la misma. Los únicos requisitos son la edad (mayores de 65 años) y la ubicación de la vivienda, ya que en pequeñas poblaciones o zonas rurales no es posible la gestión de estos productos.

El 87% de las personas mayores es dueña de una vivienda

Tradicionalmente ha sido contratado por personas sin herederos directos, si bien en los últimos años se nota un cambio de mentalidad en los hijos. "Declaran preferir que sus padres contraten una renta inmobiliaria porque les supone obtener más ingresos y quieren que sus padres vivan lo mejor posible", explica Martínez Cerezo.

Una última opción es la venta con alquiler garantizado, el denominado sale & leaseback. En este caso, el propietario vende la casa pero de forma simultánea se realiza un contrato de alquiler con el nuevo comprador.

Sea cual sea el producto elegido, la vivienda siempre debe estar libre de cargas y su ubicación es clave para que la operación salga adelante. Según Optima Mayores, el tipo de vivienda más habitual de las operaciones cerradas es un piso en capitales de provincia, fundamentalmente Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao y Sevilla.

domingo, 5 de julio de 2015

La gente renuncia a las herencias en España

Las renuncias de herencias suben más en autonomías con tributos altos
Asturias, Andalucía y Murcia con los impuestos sobre sucesiones más altos, donde más se rechazan los testamentos. Las renuncias de legados se triplican con la crisis
Los testamentos sin reclamar le proporcionan al Estado 82,6 millones
Un impuesto en vías de cambio

JESÚS SÉRVULO GONZÁLEZ - El País

Las renuncias a las herencias se han triplicado con la crisis. El 9,5% de los legados que se dejaron el año pasado en España fueron rechazados. Y en las comunidades autónomas con el impuesto de sucesiones más elevado (Asturias, Andalucía o Murcia) es donde más aumentaron las renuncias durante 2014. El de sucesiones es uno de los tributos con mayores diferencias entre autonomías. Los notarios admiten que existe cierta correlación entre el nivel de impuestos y las renuncias, aunque apuntan que la crudeza de la crisis y el aumento de las deudas también influyen en el desistimiento de las herencias.

El pago del impuesto de sucesiones es habitualmente uno de los momentos más amargos de la relación de los contribuyentes con el fisco. Además de perder a un ser cercano, se ven en la tesitura de pagar por quedarse con un legado que en muchas ocasiones formaba parte del ámbito familiar. Este tributo es, además, uno de los que más han subido las comunidades durante la crisis. Cada territorio ha diseñado el tributo de forma diferente: aunque el impuesto parte de unos tramos de gravamen más o menos parecidos, las autonomías han establecido una ensalada de bonificaciones y excepciones que lo convierten en un galimatías.

Un impuesto en vías de cambio

El impuesto de sucesiones es uno de los tributos más controvertidos del sistema fiscal. La mayoría de partidos que han concurrido a las pasadas elecciones han manifestado su intención de cambiarlo.
El Gobierno pretende abordar su reforma en paralelo a la financiación autonómica. Planea homogeneizarlo y establecer unos topes mínimos para reducir las diferencias entre comunidades.
La crisis que azota España desde finales de 2007 ha afectado a las herencias. El año pasado se produjeron 359.294 legados, según datos del Consejo General del Notariado. Un 9,5% de estos (34.320) fueron rechazados, casi el triple que ocho años antes.

Francisco de la Torre, inspector de Hacienda y autor del libro ¿Hacienda somos todos?, explica que muchas de las renuncias tienen que ver con la falta de liquidez. Admite que se producen cambios ficticios de residencia para pagar menos impuestos.



Por su parte, Salvador Torres, decano del Colegio Notarial de Andalucía y vicepresidente del Consejo general del Notariado, señala que cuando a uno le dejan en herencia un piso pero no dinero, si la propiedad tiene cargas, el ciudadano debe responder con sus propios recursos. “En muchos casos se malvende para poder obtener el efectivo con el que pagar los impuestos”, precisa. Si no se encuentra comprador, al no poder entregarse el bien como forma de pago, los clientes se plantean la renuncia.

Las comunidades que tienen el impuesto de sucesiones más alto es donde más renuncias se produjeron en 2014. Asturias, Andalucía o Murcia, que exigen más tributos por los bienes que se dejan en testamento, son en las que más aumentaron las renuncias en proporción con el número de herencias. En Asturias, una de las que tiene el impuesto de sucesiones más elevado, casi una de cada seis herencias (14,9%) no es aceptada por los descendientes.


“Hay una relación entre las renuncias de herencias y los impuestos. No es pura matemática, pero influye”, explica el notario Salvador Torres. Desde su despacho de Granada reflexiona cómo en las renuncias pesan dos factores: “uno, que afecta a todo el país, es la crisis, que ha provocado que las personas renuncien para no tener que pagar las deudas asociadas”. En estos casos abundan las situaciones en que los familiares heredan avales o deudas. “Otro factor es el de los impuestos”, remarca. “En algunas comunidades no se paga nada”. Es el caso de Madrid que tiene una exención del 99% para herencias de los padres a sus hijos.

“Es evidente que hay una relación entre los impuestos y las renuncias”, considera Alejandro del Campo, del despacho DMS Consulting en Mallorca, otra de las comunidades con más renuncias. Este asesor precisa que el Gobierno balear tiene uno de los impuestos de sucesiones más bajos para herencias entre padres e hijos pero la cosa cambia cuando los legados se dejan a tíos o sobrinos. “En este caso los impuestos son mucho más caros”, recuerda.

Bartolomé, propietario de una tienda de electrodomésticos en Mallorca, que prefiere no dar su nombre completo, cuenta que en 2013 falleció su tía, con la que mantenía un estrecho vinculo familiar. Ella, que no tenía hijos, dejó un testamento en el que repartía sus bienes entre Antonio y sus hermanos. “Ellos tuvieron que renunciar porque no podían pagar los impuestos”, recuerda. La valoración que hizo Hacienda de los bienes superaba a la del tasador privado. “Es una injusticia, mis hermanos no podían pagar los impuestos ni vendiendo la propiedad”, se queja.

lunes, 25 de mayo de 2015

Salarios, crisis e inestabilidad laboral en los mileuristas españoles

Mileuristas, diez años después
Fue considerada como la primera generación de los 1.000 euros en España. Han llegado a la edad adulta formando hogares en medio de la crisis más dura desde la Guerra Civil
Su nuevo orden es la inseguridad. La sensación de una vida en el alambre permanece, a pesar del crecimiento económico
La generación de los mil euros
Generación 'nimileurista'

Amanda Mars - El País


Mireia Baixauli, 17 años, apenas recuerda España antes de la crisis. / GIANFRANCO TRIPODO


El mileurista es aquel joven, de 25 a 34 años, licenciado, bien preparado, que habla idiomas, tiene posgrados, másteres y cursillos (…) Ahora echa la vista atrás y quiere sentirse satisfecho, porque al cabo de dos renovaciones de contrato le han hecho fijo, en un trabajo que de alguna forma puede considerarse formal (…) Lo malo es que no gana más de 1.000 euros, sin pagas extras, y mejor no te quejes…”.

Así bautizó Carolina Alguacil el fenómeno económico que en la España del milagro iba a marcar a la generación más formada de su historia. Cuando Carolina escribió esta carta al director de este periódico, en 2005, la economía crecía tendida al sol y cientos de miles de universitarios se habían topado con que no había tantos trabajos cualificados para todos ellos. La ley de oferta y demanda había recortado su sueldo, el flamante euro lo había encarecido todo, la burbuja inmobiliaria se había hinchado hasta la aberración y esos 1.000 euros de jornal se antojaban miserables. Precios europeos con salarios españoles y un boom del ladrillo. Así es como el poder adquisitivo medio de los españoles logró la anomalía de bajar en plena bonanza. Ahora han pasado diez años, dos recesiones y se han evaporado 3,7 millones de puestos de trabajo; la crisis más dura desde la Guerra Civil. La vivienda pinchó, las cajas de ahorros desaparecieron, España pidió un rescate para la banca… Hasta el bipartidismo político, que parecía inmutable, se ha puesto en solfa. En mitad de esa década, China se colocó por delante de Japón como segunda potencia económica. Y la palabra mileurista, esa que Alguacil barruntó un día en un piso compartido de Barcelona, se ha incorporado con toda solemnidad al Diccionario de la Real Academia Española de la lengua. Solo que ahora brotan otros palabros: seiscientoseuristas, nini, yayoflauta…

–¡Max, compórtate como un perro civilizado!

Carolina llega despacio por la explanada de Madrid Río, con la catedral de la Almudena a lo alto, en uno de esos días de frío y sol tan mesetarios, a punto de terminar el mes de febrero. Un perro de mil razas, torpe y con cara de bueno la acompaña. A Max se lo encontró en una calle de Córdoba y lo llevó a su casa. Ahora la obedece y, sí, se sienta muy civilizadamente durante la conversación. No sabe el animal que dentro de poco va a ser un perro destronado, que su dueña camina lenta porque al cabo de unos días dará a luz a su primer hijo, una niña: Nora.

Los mileuristas se han hecho mayores. Carolina tiene 37 años, se ha casado, ha perdido un trabajo, ha encontrado otro, ha ganado más de 1.000 euros, menos, nada… En 2008 se mudó a Córdoba porque su chico, ingeniero, encontró allí un empleo en el sector de las energías renovables. Ella se llevó el suyo de Barcelona en la mochila, porque era en una empresa de negocio digital. Pero las cosas se torcieron en 2012, cuando las renovables entraron en crisis, y la compañía de su pareja, en barrena. Estuvieron un año sin pagarle y, al final, quedó en la calle. La compañía digital de ella también empezó a tambalearse. Cuando estaban con el agua al cuello, Carolina encontró un empleo en Madrid, en una firma de contenidos digitales, y se mudaron en marzo de 2013. Él encontró otro proyecto.


Fernando Ángel Moreno, profesor de la Complutense de 44 años, gana 1.480 euros limpios. / GIANFRANCO TRIPODO

–¿Sigues siendo mileurista?
–Los dos ganamos ahora más de 1.000 euros, afortunadamente, pero lo suyo es un contrato por obra que en teoría acaba en septiembre, así que…
–¿Vivís bien?
–Hemos vivido de mi sueldo durante un tiempo y eso se te queda, gastamos poco, ahorramos porque sabemos lo que puede venir. Al poco de llegar nos cambiamos de un piso de 800 euros a uno de 650. Vivimos bien, no renunciamos a cierto ocio, a comer fuera con los amigos algún fin de semana, pero no nos damos lujos. Yo creo que esto es general, ahora hay más conciencia para gastar menos…

Ha aprendido que el progreso tiene poco de ley natural: “Las cosas no tienen por qué ir de menos a más: de becario a trabajador temporal, luego fijo… No tiene por qué ser así, ahora lo sabemos, pero nuestra generación lo ignoraba y eso generó mucha frustración”, dice. “Ahora hay que estar preparados para bajar”.

Muchos entrevistados lo han llamado igual, de una forma sencilla y brutal: “Bajar”. Bajar todo: sueldo, patrimonio, expectativas. La recesión ha terminado, pero la angustia tardará en desaparecer en una sociedad con aún 5,4 millones de personas sin empleo, el 24% de su población activa. “El miedo no se ha ido, quien ha perdido el trabajo en esta crisis seguirá temiendo perderlo otra vez, aunque vea que la situación general mejora”, advierte el sociólogo Luis Garrido, catedrático de la UNED. Uno de los legados de la Gran Recesión es la sensación de inseguridad, la incertidumbre o, más bien, la certidumbre de que se puede “bajar” en cualquier momento.

La devaluación salarial se ceba, de hecho, en los que han encontrado ocupación después de perder otra mejor pagada. Según la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), el recorte en términos reales ha llegado al 17% para hombres y al 14% para mujeres en cinco años. El grueso del empleo que se crea, además, es temporal y la rotación en los fijos ha subido un 23% desde 2011. Despedir es más barato, no solo por la reforma laboral, sino porque la indemnización se calcula sobre salarios más bajos.

Tener trabajo ya no equivale a ganarse la vida, así que la profesora Montserrat Jiménez, de 40 años, tiene dos. Se siente miembro de pleno derecho del club de los españoles que se han empobrecido, que han “bajado”. “Hace 10 años, como becaria predoctoral, cobraba 1.500 euros, y en la estancia en el extranjero podía subir a 1.800. Mi situación se ha visto degradada”. Doctorada, especializada en latín, trabaja como profesora asociada de lengua castellana en la Universidad Complutense. Tres horas de docencia y tres de atención a alumnos semanales en la uni por 270 euros limpios. Además, enseña italiano en la Escuela Oficial de Idiomas por otros 800. Pero en verano pierde esos ingresos. Vive en un piso compartido por unos 500 euros con los gastos.

El miedo no se ha ido, quien ha perdido el trabajo en esta crisis seguirá teniendo miedo a perderlo otra vez”
“Soy mileurista y casi me siento privilegiada. Pero tengo dos trabajos. Estoy como asociada porque no hay plaza de otra cosa”, explica. Montserrat ve también la precariedad a la que se enfrentan sus alumnos de la Complutense, una universidad peleona, reivindicativa, cuyos profesores y estudiantes han llevado a cabo clases en la calle como forma de protesta.

Fernando Ángel Moreno, profesor de Filología y Teoría Literaria, es uno de los que han sacado las clases a las plazas. Ninguno de sus alumnos más brillantes se queda en España, lamenta. “A los jóvenes hoy se les exige muchísima formación para lo que luego se les ofrece. Los que son buenos, muy buenos, se van. Y con los recortes en educación va a ir a peor”.

La estabilidad laboral, esa a la que tradicionalmente han aguardado los españoles para formar familias, no llega en la forma en la que se la concebía, aunque se apure el reloj biológico. Esto es, dice Carolina Alguacil, lo que ve a su alrededor, en los primeros mileuristas que han creado hogares en medio de la crisis. “Si hago una media entre los que me rodean, muchos han formado familias, pero con otra mentalidad, sabiendo que hay que vivir al día, sin la seguridad como antes la entendíamos”.

Los españoles son campeones en retrasar la maternidad, con una media de 30 años para el primer hijo. Y, con la crisis, han recuperado una de las tasas de nacimientos más bajas del mundo, que antes con el baby boom y la inmigración habían mejorado, según explica Teresa Castro, demógrafa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La media de hijos ha pasado de 1,46 a 1,27 entre 2008 y 2013. Y las proyecciones de natalidad y migración señalan, según Castro, “que no vamos a crecer como país, más bien vamos a decrecer”. Solo en Macao, Hong Kong, Corea del Sur, Singapur, Portugal, Bosnia-Herzegovina, Grecia y Polonia se tienen menos hijos, según datos del Banco Mundial de 2013.

En El precariado. Una nueva clase social, Guy Standing habla de la inseguridad como un rasgo distintivo respecto al viejo proletariado: no tienen un salario estable, ni predecible. “Tres de mis amigas tienen hijos, pero con trabajos temporales o de freelance. Son trabajos sólidos en el sentido de que tienen una continuidad, pero no son seguros como antes”, apunta Carolina, y apostilla: “¿Comprar un piso? Salvo que tengas mucho capital, no lo veo una opción, no te puedes anclar a ese compromiso”.


Juan Alberto Guirao tiene 24 años y dejó su máster para empezar a trabajar en un McDonald’s porque no logró la beca solicitada. / GIANFRANCO TRIPODO

Los mileuristas de 2005 protestaban por su derecho a una vivienda digna. Llegaron a hacer falta hasta ocho años de renta de una familia para pagar una casa. “Pero ahora siguen haciendo falta seis años porque las rentas disponibles han bajado mucho”, advierte José García Montalvo, catedrático de la Universidad Pompeu Fabra (UPF).

“Cuando nació el concepto, los mileuristas eran una gente que aspiraba a dejar de serlo. Ahora hay un sentimiento fatalista”, explica José Luis Nueno, de la escuela de negocios IESE. Eso se nota en el mercado, dice este experto en consumo: “El aspecto del low cost es mucho más digno porque una cosa es ofrecer algo, entre comillas, cutre a alguien que cree que está en una situación transitoria y otra hacerlo a familias que creen que van a estar así siempre o incluso a exricos”.

Carolina Alguacil creció en Colmenar Viejo (Madrid) en una familia de seis hijos. El sueldo de aparejador de su padre dio para mantener a toda la familia y para que todos estudiaran. “Nosotros heredamos la actitud de nuestros padres, que era la de ‘fórmate bien para encontrar un buen empleo fijo’. Pero las cosas no eran así”, apunta.

–¿En qué se diferencian los mileuristas que ahora tienen veintitantos?
–Nosotros no éramos conscientes de lo que se nos venía, pero ahora la gente joven sí lo sabe y está aún más preparada, trabajan muchísimo, nosotros también lo hacíamos, pero ellos… Ellos, por decirlo de alguna forma, salen a matar, ¿entiende?

Me llamo Juan Alberto Guirao García, tengo 24 años y he tenido que abandonar mis estudios a mitad de curso por no poder pagarlos tras quedarme sin beca, para ponerme a trabajar en un McDonald’s (…) Tirando de mis pocos ahorros y con la ayuda que mis padres me podían ir dando, fui aguantando los primeros cinco meses en Madrid mientras esperaba que la beca me fuera concedida. Pero eso nunca llegó a suceder. El día de Nochebuena, el 24 de diciembre, estando en la biblioteca estudiando para los exámenes de enero, recibí la notificación de la resolución por correo electrónico. La abrí, la leí y recogí mis libros. Esa fue la última vez que toqué mis apuntes del máster”.

La carta iba dirigida simbólicamente al ministro de Educación, José Ignacio Wert, pero Juan la envió también a través de redes sociales y a EL PAÍS. No quiere parecer lastimero. Lo repite de varias formas a lo largo de la conversación en un café del centro de Madrid, cerca del local de Gran Vía en el que trabaja. Y, sin embargo, sí suena amargo. “No somos mileuristas, el concepto ahora es otro: somos trabajadores pobres, ya me gustaría a mí ganar 1.000 euros, pero ahora el mileurismo es ganar 700, 800 euros…”.

Su sueldo se queda en 450 mensuales porque trabaja 20 horas a la semana. Es uno de tantos contratos a tiempo parcial no deseados, por eso se les conoce como subempleos.

Ya no somos mileuristas, el concepto ahora es otro: somos trabajadores pobres"
Con padre carpintero y madre ama de casa, siempre estudió con beca, se graduó en Trabajo Social en Murcia y en octubre comenzó en Madrid un máster de 8.000 euros sobre su área en la Complutense. “Hay gente que cree que ya no tengo por qué tener beca del Estado para un máster, pero para mí eso prueba que no hay igualdad de oportunidades: si tuviéramos más dinero yo ahora seguiría estudiando allí, como mis compañeros”, recalca.

En España familias con diferencias económicas abismales se han identificado tradicionalmente como clase media, pero Juan no ve ahí su sitio. El suyo es un caso de sobrecualificación de manual.

Montalvo, de la UPF, estudia este fenómeno desde hace años y ve un cambio crucial. En 2005, los jóvenes que afirmaban tener un empleo inferior a su nivel de formación eran el 42%, y en 2011 bajó al 28%. Se han destruido empleos poco cualificados, pero además se ha disparado el número de jóvenes a los que no les importa tener un trabajo adecuado a su nivel académico: del 12% en 2005 al 48% en 2011, según datos de Madrid y Barcelona. “Tres años después ya no se sienten sobrecualificados, eso significa que han rebajado sus expectativas. Es dramático”, lamenta el profesor al analizar su último trabajo, financiado por Recercaixa. “Nuestra economía está basada esencialmente en el turismo y servicios y el nivel del empresariado español es más bajo que el de la media de la sociedad, eso hace que se valore menos la formación”, añade.

¿Se rebelarán los jóvenes? “¡Cómo se van a rebelar! El mileurista ya no se mide con el que gana 1.500 o 2.000 euros, se compara con el parado, el que no tiene nada, y su posición relativa ha mejorado”, apunta Luis Garrido.


Carolina Alguacil creció en Colmenar Viejo, en un hogar con seis hermanos sostenido con el único sueldo de su pare, aparejador. / GIANFRANCO TRIPODO

Rubén del Campo, por ejemplo, se siente en buena situación. Estudió Biología, hizo un máster en biodiversidad y ahora, con 25 años, está enfrascado en una tesis sobre la ecología del río con una beca salario de entre 980 y 1.024 euros, en función del mes. “Soy con diferencia de los que están mejor, muy poca gente tiene trabajo de algo relacionado con los estudios, otros buscan prácticas en empresas…”, dice. Y tiene esperanzas de encontrar empleo a medio plazo.

De los 3,7 millones de empleos perdidos, 2,5 millones son de menores de 30 años. Pero el mileurismo y su particular declive “no tiene que ver solo con la crisis, hay cosas estructurales, previas a este declive, y que tampoco van a desaparecer con la recuperación”, advierte Josep Oliver, catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Hay un dato clave: la mano de obra disponible en la economía mundializada se ha triplicado en las tres últimas décadas. “Eso produce un fuerte choque en los salarios, como ya estuvo ocurriendo entre 2001 y 2005, pero en la crisis emerge con una fuerza brutal. Y el cambio tecnológico también va a destruir empleo”, advierte el profesor.

En 2001, la estadounidense Lear Corporation decidió cerrar su fábrica de Cervera (Lleida), una planta de cableado para automóviles que daba trabajo a 1.280 personas. Tenía beneficios, pero trasladó la producción a Polonia para ahorrar costes alegando que su competencia lo había hecho y que, si no deslocalizaban, tenían los años contados. Muchas fábricas cerraron así, pero quedó amortiguado por un boom crediticio que disparó la economía. Luego, el crédito se hundió, pero aquellas factorías no regresaron.

¿Comprar un piso? Salvo que tengas mucho capital, no lo veo una opción, no te puedes anclar a ese compromiso”
“Hay una gran paradoja en la globalización: estamos trasladando la producción a otros países para poder fabricar de forma barata cosas que puedan comprar nuestros parados”, destaca Nueno.

–¿Te has arrepentido de estudiar Trabajo Social?
Juan pone de repente la cara muy aniñada, sorprendido por la pregunta.
–No. Nunca…, aunque sí pienso mucho en el futuro. Cuando empezamos la carrera nos dijeron que en ese trabajo no podíamos aspirar a hacernos ricos, pero yo solo quería un trabajo con un sueldo que me dejara vivir.

Tengo 17 años y aún no soy miembro del censo electoral, pero como más jóvenes de mi edad este año nos estrenaremos en las urnas. Imaginaos, veteranos, si es difícil una primera elección. Tenemos varias alternativas y no sé cuál es peor: unos que nos llevaron a la crisis; otros que están hundidos hasta las cejas de corrupción, y los últimos, que van de salvadores de España, gritando al cielo valores, sin saber ni ellos mismos llevarlos a la práctica. Solo espero que la mía no sea otra generación perdida (…)”.

Mireia Bauxauli conoce el concepto de mileurismo prácticamente desde que tiene uso de razón y el primer presidente que recuerda es Zapatero, pero apenas tiene memoria de la España del milagro. Sí sabe cuándo percibió los primeros embates de la crisis, no tenía más de diez años. “Fue en clase, cuando algunos padres se quedaron sin trabajo y muchos compañeros dejaron el colegio porque no podían pagar las cuotas”.

–¿Y ahora qué decís en tu clase?
–Cuando empezó la crisis había gente que decía: “Para qué voy a estudiar si no encontraré trabajo”. Pero ahora la mayoría lo dice al revés, que van a estudiar más porque hay muy pocos trabajos y así también podrán irse al extranjero. Los profesores nos dicen que no basta con sacar buenas notas, que tenemos que sacar las mejores porque no hay tanto empleo.

Esa hambre por salir adelante de la que hablaba Carolina Alguacil lo irradia esta chica de Picassent (Valencia) que mandó su carta a EL PAÍS, que se debate entre estudiar Periodismo o Administración y Dirección de Empresas y entre votar o no votar. Ha terminado los exámenes, tiene una nota media de 8,2, pero el cuerpo lleno de inquietud.

El mundo que Mireia conoce ofrece llamadas gratis, cultura accesible por Internet, plataformas alternativas de transporte… El bajo coste en prácticamente cualquier ámbito. Pero, al mismo tiempo, su generación es la que tiene definitivamente claro que no va a ser fácil vivir igual o mejor que sus padres.

Son temores fundados, muy fundados. “La riqueza se está concentrando en la parte alta de los salarios”, advierte Josep Oliver, pero el profesor insiste en que esas “fuerzas exteriores” de la globalización sí se pueden contrarrestar. “Unas políticas fiscales más agresivas para reducir los desequilibrios y una mayor apuesta por el valor añadido pueden frenar la desigualdad”, explica.
En pocos sitios como España la crisis ha abierto tanto la brecha entre ricos y pobres. Mireia, de padre ingeniero agrónomo y madre profesora, es muy sincera cuando se le pregunta si le preocupa ser mileurista. “Sí, no estoy acostumbrada a padecer por el dinero. Mis padres no me dan paga, pero si necesito algo lo pido. Con 800 euros para todo, a lo mejor lo pasaría mal”.
Diez años después, los jóvenes siguen escribiendo cartas con lo que les atormenta. Mireia clama por que “cuando acabe la carrera, la crisis haya terminado de verdad”.

jueves, 4 de diciembre de 2014

España: Turismo y Forestales las de peor salida laboral

Turismo y Forestales son las carreras con peores salidas
Educación ultima el primer mapa de empleo universitario
PILAR ÁLVAREZ Madrid - El País




Alumnos matriculándose en un campus. / M. ZARZA

La diplomatura en Turismo y la Ingeniería Técnica Forestal son las dos carreras universitarias con menos opciones en el mercado de trabajo español. Tanto en una como en otra, uno de cada dos titulados han acabado empleados en algo para lo que no necesitaban ningún tipo de cualificación: ni la universitaria ni ningún estudio previo más allá del graduado escolar. El listado con las titulaciones con menos salidas laborales es parte del primer mapa de empleabilidad que está elaborando el Ministerio de Educación, a cuyos datos ha tenido acceso este periódico.
El sociólogo que acabó de pastor

El sociólogo Luis Ángel Alfonso ha pasado los últimos tres años con un rebaño de 300 cabras en los montes del cantón suizo de Graübunden. Terminó la carrera en la Universidad de Salamanca y abandonó su Cáceres natal para buscarse la vida. Tenía un contacto familiar que le dijo que ser pastor en Suiza era una opción bien pagada y no se lo pensó mucho porque no veía salidas. “Me da para vivir muy bien, gano más que cualquier persona que trabaje en España acorde con su cualificación”, explica al teléfono. Intercala temporadas de cinco meses al año en la montaña con el rebaño, con un horario diario de 05.00 a 22.00 y sin descanso semanal, con periodos de inactividad en España. Cobraba un sueldo mensual bruto de 4.200 francos suizos (casi 3.500 euros). Tras estudiar un curso intensivo de un mes, ha ascendido a quesero, un puesto por el que cobra 5.000 francos (4.158 euros) y que le permite trabajar 10 meses seguidos al año. Alfonso no se ve haciendo este trabajo toda la vida, pero no se ha puesto plazo de vuelta. Asegura que se ha desvinculado “totalmente” de la carrera y que puede considerarse hasta el más afortunado de su promoción: “Los compañeros con los que tengo contacto... o siguen todavía estudiando o ni trabajan ni estudian”.
El 45% de titulados españoles trabajan por debajo de su cualificación, según las primeras grandes cifras de este informe, cuyo contenido se publicitó parcialmente hace un mes. Este porcentaje, que dobla la media europea, denota un desfase entre la oferta y la demanda y refleja también una realidad muy específica del mercado español, con las tasas más altas de paro del continente, un 50% de desempleo juvenil, y la resaca de una burbuja inmobiliaria que estalló por los aires. Algo menos de la mitad de ese porcentaje (el 20%) de los titulados han encontrado un empleo que requiere una formación media y el 24,4% se dedican a algo que no requería ningún tipo de estudio previo.

Los datos más pormenorizados del informe, analizados por EL PAÍS, ofrecen una fotografía fija de las carreras con más sobrecualificación, recogidas en el gráfico adjunto. Encabezan la lista distintas diplomaturas (Turismo, Gestión y Administración Pública o Relaciones Laborales), ingenierías (Técnico Forestal, Técnico de Minas) y licenciaturas como Historia del Arte o Geografía.

Para elaborar este primer mapa de titulaciones y salidas profesionales, el ministerio rastreó los últimos cuatro años de vida laboral de más de 190.000 universitarios de centros públicos y privados de 146 titulaciones. Son alumnos que acabaron sus carreras en el curso 2009-2010. Entre ellos, los médicos son los mejor situados para encontrar trabajo, junto con otras carreras científicas (ópticos, farmacéuticos, ingenieros electrónicos, ...). Es la primera gran fotografía fija del empleo y las universidades, realizado con datos de Educación, la Seguridad Social, el Instituto Nacional de Estadística y la Conferencia de los Consejos Sociales de las Universidades Españolas.

Los datos relacionados con la sobrecualificación de este informe no cogen por sorpresa a los decanos y responsables universitarios consultados. “Nosotros mismos nos dimos cuenta de que había que elevar el nivel”, explica Concepción García, decana de la Facultad Comercio y Turismo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). El grueso de los trabajadores analizados en el estudio se matricularon en el plan antiguo previo al Espacio Europeo de Educación Superior (licenciaturas, diplomaturas e ingenierías). La Complutense asumió el grado de Turismo —que se impartía como diplomatura en un centro adscrito— una vez implantada la transformación europea, el Plan Bolonia.

“Cuando pasamos de la diplomatura al grado nos planteamos que era muy poco ambiciosa porque los titulados acababan de recepcionistas o guías turísticos”, añade la decana, que explica que el nuevo título incluye más enseñanzas relacionadas con derecho o administración para intentar formar a directivos del sector, no empleados. Con las dos primeras promociones ya fuera de la Universidad, esperan los resultados de una primera encuesta de inserción laboral para ver si han avanzado en su objetivo.

“No, no me extrañan esos resultados”, afirma Germán Glaría, director de la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Forestal de la Universidad Politécnica de Madrid. Dos de las especialidades de esta titulación —Industrias Forestales y Explotaciones Forestales— están a la cabeza del listado. Glaría esgrime dos argumentos de peso. Por un lado, la crisis inmobiliaria y de obra pública ha rebajado “considerablemente” la necesidad de los estudios de impacto ambiental que requerían algunas construcciones. Por el otro, afirma que la demanda real de este tipo de perfiles se ve “sobrepasada” por la cantidad de universidades que ofertan estos títulos. Empezó la UPM hace 30 años y ya son 13.

El decano de la escuela técnica considera responsables de este desfase entre oferta y demanda a las comunidades autónomas —que son las que otorgan los permisos para nuevas universidades— por “abrir un exceso de escuelas en lugares sin demanda al respecto”. Y a los propios campus: “Las universidades deberían tener en cuenta las demandas y salidas de un título antes de ponerlas en marcha”.

“El ministerio debería divulgar mucho más las informaciones relacionadas con el mercado de trabajo y las oportunidades laborales, promover y facilitar que la gente conozca los datos que se tienen pero que se divulgan poco”, añade al debate José María Peiró, fundador del Observatorio de Inserción y Asesoramiento Laboral de la Universitat de Valencia. Este experto en salidas laborales reclama que el primer mapa estatal se repita en años posteriores y que se siga la evolución de los primeros 190.000 titulados analizados para este trabajo. La tendencia, añade, es que la trayectoria profesional mejore y se ajuste más al perfil adecuado “en el medio y largo plazo”.

sábado, 12 de julio de 2014

Evolución del salario mínimo profesional en España

Evolución de los salarios comparados con el salario mínimo interprofesional
El 12% de los trabajadores se encuentra en la franja salarial más baja (641 euros)
El porcentaje de trabajadores con salario mínimo toca el máximo en ocho años




El País

jueves, 10 de julio de 2014

Desempleo estructural marcado en España

España está a la cabeza de Europa en trabajadores sobrecualificados
La OCDE alerta de que la situación de la formación de los españoles es "alarmante"
PILAR ÁLVAREZ - El País


Un tercio de los graduados universitarios españoles están empleados en trabajos por debajo de su cualificación, es decir, terminaron una carrera y consiguieron un empleo para el que no la necesitaban. El porcentaje ascendió al 32% en 2013, dos puntos más que dos años antes. España está a la cabeza de sobrecualificación de Europa, por delante de países como Irlanda o Chipre, que le siguen de cerca y muy por detrás de la media comunitaria, con un 20%.

Son algunos de los datos analizados en el informe anual de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CyD), presentado este lunes bajo el título La contribución de las universidades españolas al desarrollo. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) considera que la formación de los españoles vive una situación “alarmante”, según ha dicho este lunes su secretario general, Ángel Gurría, en la presentación del informe.

Gurría ha explicado que el nivel de competencias de los titulados japoneses de secundaria superior es similar al de los graduados universitarios de España.El secretario de la OCDE considera que la calidad de la formación universitaria española dista aún "mucho" de alcanzar la de otros países.

La cuarta parte de los titulados contratados por debajo de su cualificación en España, según recoge el estudio, se emplearon en tareas de contable y administrativo, en restauración o como vendedores.  El 6% realizaron ocupaciones elementales para la que no se necesita ningún tipo de estudio. Son unas 70.000 personas en 2013, 37.000 hombres y 33.000 mujeres.

Por comunidades autónomas, las regiones en las que la contratación va más acorde con la titulación son Navarra, Cataluña y Castilla- La Macha. A la cola se sitúan Castilla y León, La Rioja y Asturias. Solo cuatro comunidades autónomas han mejorado en el último año: Navarra, País Vasco, Canarias y Extremadura.

El informe de la Fundación CyD, presidida por Ana Patricia Botín, explica estos porcentajes con dos factores. España está entre los países que más titulados superiores produce y, del otro lado, se sitúa entre las que menos empleo de alta cualificación demanda. Esto lleva a señalar al presidente de los rectores, Manuel López, que España lo que tiene es "un problema de subempleo y desempleo, no de exceso de cualificación".

Modificar el desfase entre cualificación y empleo es "especialmente complicado", considera Martín Parellada, coordinador del informe. "No se aprieta un botón y se arregla. Hay que aumentar la productividad y la tasa de ocupación. No le podemos pedir a la universidad que soluciones un problema que es tarea de todos".

Representantes de la Unión Europea, de la OCDE y del Ministerio de Educación se han reunido este lunes para establecer un "plan de acción" para favorecer las posibilidades de empleo de los jóvenes españoles, según ha anunciado en la presentación del acto el ministro de Educación, José Ignacio Wert.El ministerio prepara un mapa de empleabilidad en el que va a cruzar datos de la Seguridad Social con titulados y que esperan concluir antes de final de año, según ha anunciado este lunes el secretario de Estado de Universidades, Federico Morán.

jueves, 26 de junio de 2014

De eso no se habla... Evaluación de profesores en España

Así ven los profesores su trabajo
Evaluación y valoración de la docencia
España está a la cola de la OCDE en evaluación del profesorado


El País

domingo, 22 de junio de 2014

La universidad española entre las más caras de Europa

La universidad española, entre las más caras de Europa
Está entre los nueve países con los precios más altos de la UE y tiene 12 naciones por delante en cobertura de becas


Fuente: Informe de la Comisión Europea National Student Fee and Support Systems 2013-2014.
IVANNA VALLESPÍN / PILAR ÁLVAREZ
El País

Los universitarios griegos no pagan un euro por ir a clase. En Francia hay desgravaciones fiscales para las familias. Alemania, a diferencia de la mayoría, se ha replanteado los precios de los campus a la baja en tiempos de crisis. En España, donde los precios de las tasas llevan tres cursos disparados, se acaba de abrir un nuevo debate. La secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, Monsterrat Gomendio, apuntó hace una semana a la opción de “evolucionar” a un sistema de préstamos, como el que tiene el Reino Unido.

No es lo mismo estudiar en un punto u otro de la Unión Europea. Ni por contenidos, ni por precio. España está en el grupo de los países con los precios más altos de la Europa de los 28 para estudiar un grado. Según datos recientes de la Comisión Europea (que miden la horquilla de precios entre las matrículas más altas y las más bajas), España sería la novena con los precios más altos en la horquilla superior (2011 euros) y la octava en la parte baja de esa horquilla, con 713 euros. Está por detrás de Reino Unido, Estonia o Irlanda, entre otras. Hay 12 países, además, con una cobertura más amplia de alumnos becados, por detrás de Francia, Irlanda o Reino Unido.

En el otro extremo, están los países nórdicos (Finlandia, Dinamarca y Suecia) con Grecia o Austria. En todos ellos, las universidades públicas están libres de tasas. Otros mantienen precios casi simbólicos, como Francia, la República Checa, Alemania o Polonia. Son datos del reciente informe de la Comisión Europea National Student Fee and Support Systems 2013-2014 (tasas estudiantiles nacionales y sistemas de ayudas). El estudio –que no incluye datos de Holanda y Luxemburgo porque no se facilitaron, pero sí de países que no están en la UE28- destaca que las becas basadas en criterios económicos son las más usadas en la educación superior en Europa, frente a algunas excepciones que emplean criterios de mérito como los que España endureció en 2012 (Bélgica, Grecia e Italia). Solo Islandia y Montenegro tienen sistemas exclusivos de préstamos y hay países en los que, además de las ayudas directas a los estudiantes, se aplican exenciones fiscales a las familias.

Los préstamos para estudiantes universitarios son habituales en la UE. En 17 de los 28 países ofrecen o avalan préstamos, pero solo llegan a una parte muy baja de los estudiantes, desde el 0,1% en Francia al 11% en Letonia. Francia los puso en marcha en 2008 para menores de 28 años, con un importe máximo de 15.000 euros. En Letonia disponen de dos tipos de préstamos, uno para pagar el coste de la matrícula y otro para los gastos del día a día. En este caso el dinero debe ser devuelto un año después de haber finalizado los estudios.

En Dinamarca también la mitad de estudiantes se acogen a créditos de unos 400 euros mensuales, que deben ser devueltos en un plazo de 15 años, aunque paralelamente tienen un sistema de becas del doble de importe para poder independizarse. “Aquí los jóvenes se independizan muy pronto y esto les ayuda para empezar una vida fuera de casa de los padres a edades tan tempranas”, tercia Vera Sacristán, presidenta del Observatorio del Sistema Universitario, un organismo que ha presentado este viernes el informe El coste de estudiar en Europa", basado en el trabajo de la Comisión Europea.

Sacristán, coordinadora del estudio, señala que en función del poder adquisitivo de la población, las universidades públicas españolas son las sextas instituciones con los precios de grado más elevados de Europa, encabezadas por las de Cataluña, cuyos precios mínimos sólo supera Irlanda, Irlanda del Norte y Gales.

En cuanto al coste de los másteres, Sacristán ha destacado que los precios mínimos en máster en Cataluña son casi el doble de caros que los precios máximos existentes en 21 de los 38 países analizados. A este respecto, el informe destaca que en la mayoría de países y regiones europeas estos estudios tienen el mismo precio aproximado que los grados. En España, en cambio, el precio de máster sí es superior al de los grados.