lunes, 20 de octubre de 2014

El gobierno de Fernández a punto de destruir el futuro económico argentino

Ante el error más grande de la democracia

Federico Sturzenegger
Konrad Adenauer, artífice de la reconstrucción alemana de posguerra, decía que nunca se había ocupado de lo urgente sino siempre de los problemas de pasado mañana. Vale recordarlo cuando el gobierno, por sus urgencias macroeconómicas, está a punto de cometer el error más grande en estos 30 años de vida democrática.

El proyecto de hidrocarburos, que acaba de pasar el Senado, hace, básicamente, una cosa: extiende a perpetuidad los contratos que hoy tienen las empresas para extraer el petróleo de los argentinos. Para que se entienda, es como si el dueño de un departamento le regalara a su inquilino, si quisiera, el derecho a renovar a perpetuidad su alquiler en las condiciones que ya tiene.


El problema es que sabemos con certeza que el alquiler es demasiado barato. En la cuenca neuquina, las empresas estaban dispuestas, además de pagar las regalías determinadas por ley, a ofrecer un “extra” que se materializaba en una participación del gobierno (provincial) en las ganancias. Es que abajo está Vaca Muerta con las segundas reservas de gas no convencional del mundo. Esta ley le permitiría a los actuales ocupantes no tener que pagar ese “extra” al finalizar sus contratos ya que podrán extenderlos prácticamente en las mismas condiciones (algo así como permitir a los operadores telefónicos actuales a operar el 4G sin pagar un peso). Nuestras estimaciones indican que esta extensión, otorgada gratuitamente, les ahorrará unos 450.000 millones de dólares (en plata de hoy un número más cercano a los 200.000 millones), dinero del pueblo argentino, en particular de las provincias productoras, que con esta ley que propone el Ejecutivo, ya no podrá recibir.

Mucho se ha hablado sobre si Vaca Muerta nos transformaría en Noruega. Esta ley da por tierra con dicha posibilidad. 450.000 millones de dólares equivalen a la mitad de los activos que hoy tiene el fondo de ese país, y que aquí estamos a punto de regalar. 450.000 millones de dólares es algo más de dos veces la deuda externa argentina. Tanto lío con la deuda y vamos a regalar, de un plumazo, activos por dos veces su valor.

Es cierto que una parte de esos 450.000 millones se recuperan a través del impuesto a las ganancias y por la participación estatal de YPF. Pero YPF solo recibirá 116.000 millones de los 450.000. Y como argentinos recuperaremos solo la mitad de esa parte, que es la participación estatal en la compañía. La mitad de lo que se lleva YPF es para sus socios privados. Paradójicamente George Soros recibirá 4.000 millones de dólares y el fondo buitre Blackstone 1000 millones. Tanto pelear con los buitres para finalmente regalarles nuestro petróleo a cambio de nada.

¿Por qué un país democrático podría elegir este camino? Es difícil entenderlo. Con tamaña transferencia de renta, algunos socios con dólares YPF conseguirá. Dólares por los que el gobierno desespera y por los que está dispuesto a mal vender la riqueza natural más importante de la historia argentina. Pero esos dólares, para colmo, serán pocos, porque la ley no reduce la incertidumbre legal en la actividad, requisito necesario para que el sector privado -actor imprescindible para nuestro desarrollo energético-, pueda desplegar su potencial de inversión: la discrecionalidad gubernamental y las restricciones a comerciar se mantienen. Al bloquear la entrada de nuevos participantes el sector perderá dinamismo. Y la perpetuidad le saca urgencia a la necesidad de producir, lo cual potenciará el enervamiento del sector. Cabe preguntarse también: ¿por qué las ONG, las universidades, los académicos, han estado tan silenciosos ante este despojo inédito que el gobierno K le propone a la sociedad argentina? ¿Si los grandes perjudicados son las provincias productoras, por qué hay gobernadores y senadores de estas provincias que han avalado el proyecto? Son interrogantes preocupantes. Porque un país que pierde la capacidad de discutir en profundidad sus políticas es un país llamado a cometer errores. Es un país cuyo camino será marcado por el imperio de las urgencias. El futuro es hoy y somos responsables por él ante nuestros hijos.

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