viernes, 15 de abril de 2016

martes, 12 de abril de 2016

¿El retiro de la mujer en el mercado laboral argentino?

Las argentinas, en retirada del mercado laboral


En 2015, la participación femenina en el mundo del trabajo fue del 66,6%, dos puntos menos que en 2012. La brecha salarial, la doble jornada externa y doméstica y el rol de cuidadora, las causas. 


Profesionales. La desigualdad en el mundo del trabajo y la falta de políticas públicas causan que las mujeres deban dejar de trabajar. FOTO: ARCHIVO CLARIN



Silvina Heguy - Clarín


Mientras que durante la última década la demanda de las mujeres fue por lograr la igualdad salarial con un varón en el mismo puesto, un fenómeno estaba sucediendo sin ser registrado: la fórmula malos salarios más obligación por el cuidado de padres e hijos estaba dando como resultado la disminución de la fuerza laboral femenina.

Las estadísticas comparadas dejan en claro el fenómeno tanto en Argentina como en América Latina. En 1992, 54% de las argentinas entre 25 a 54 años formaba parte de la fuerza laboral. En la década siguiente el porcentaje subió: de 54% saltó a 67% en 2002. Pero en la siguiente década el aumento fue de apenas un punto (68%, en 2012). Los datos de los últimos tres años marcan que de la desaceleración se pasó al estancamiento y de ahí a la caída: la participación laboral de la mujer fue del 67% en 2015.  El análisis del comportamiento de la fuerza laboral femenina lo realizaron en el Centro de Estudios Distributivos de la Universidad de La Plata (CEDLAS) -y con el apoyo del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá-. La investigación estuvo a cargo de Leandro Gasparini y Mariana Marchionni y se llama “¿Brechas que se cierran? Aumento y desaceleración de la participación laboral femenina en América Latina”.

En la explicación del fenómeno, los autores trabajaron con la hipótesis de que era posible que la tasa de participación laboral de la mujer esté llegando a un techo. “Pero no nos pareció una posibilidad plausible, ya que la desaceleración se ha producido también en países con baja tasa de participación femenina, presumiblemente lejos del techo”, señala Gasparini.

 “Durante los años dos mil todas las economías latinoamericanas, incluyendo Argentina, crecieron fuertemente. En ese escenario económico favorable la presión sobre algunas mujeres por buscar un empleo adicional se redujo, ya que mejoraron las perspectivas laborales de sus cónyuges y fueron beneficiadas por la expansión de los sistemas de protección social. Eso se aplica hasta finales del 2000. En los últimos años, en cambio, en algunos países, incluido Argentina, la explicación es posiblemente diferente, y está más bien vinculada con el desaliento de las mujeres frente a un mercado laboral deprimido y las pocas perspectivas de conseguir un empleo razonable”, sintetiza Gasparini.

La invisibilidad del retiro de las mujeres de los puestos de trabajo tiene consecuencias que acentúan más las desigualdades.  “Por eso el paso inicial es sacar a la luz este hecho, ponerlo en el centro del debate, documentarlo, comenzar a pensar sus determinantes y las políticas públicas que podrían ayudar. Ese es el objetivo del trabajo, visibilizar esta tendencia importante, novedosa que aún no ocupa un lugar central en la agenda pública de los países de la región”, sostiene Gasparini.  En que las consecuencias de la desaceleración de la participación femenina en el mundo laboral son preocupantes coinciden desde distintas disciplinas.

 Las mujeres que deciden mantenerse fuera del mercado de trabajo pueden tener menos chances de trabajar en el futuro, incluso en un escenario con mejores perspectivas laborales. Además es posible que estar fuera del mercado de trabajo durante algún tiempo implique pérdidas de productividad y sobre todo refuerce los roles de género tradicionales en el hogar, según los cuales el hombre trabaja y la mujer se queda en la casa, concluye el estudio.  Mercedes D’Alessandro es doctora en Economía de la Universidad de Buenos Aires y apunta a dos fenómenos que se vinculan en esta tendencia: la brecha salarial entre varones y mujeres y el trabajo doméstico no remunerado que recae asimétricamente en las mujeres aunque tengan un trabajo de tiempo completo.  “En la Argentina, según la Encuesta Permanente de Hogares, una mujer ocupada full time dedica más tiempo promedio al trabajo doméstico (5,5 horas) que un hombre desempleado (4,1 horas). En términos generales, las argentinas hacen casi el doble de trabajo doméstico no remunerado que los varones”, explica D’Alessandro.  Si bien las mujeres desde la década del 60 han salido de la casa al mercado, ese desplazamiento no se relacionó con un aumento de participación de los varones en las tareas de la casa que nivele los trabajos totales de cada uno (remunerado y no remunerado).  “Entonces, cuando la mujer logra incorporarse al mercado de trabajo, pero no logra desprenderse de esas labores hogareñas y esos roles de género termina con una doble jornada laboral: trabaja fuera y dentro del hogar”, explica D’Alessandro.

El estudio del CEDLAS señala a las mujeres de sectores más vulnerables, con menos nivel educativo y a las casadas como quienes más se retiran del mercado laboral.   “En general este es un gran problema para las argentinas, a tal punto que la tasa de actividad de las mujeres pasa de 54% entre las que no tienen hijos a 39% cuando hay más de un menor en el hogar. Cuando hay 2 o más menores, los hombres trabajan el doble que las mujeres (fuera de la casa). Que la licencia de paternidad sea de sólo dos días da cuenta del rol que se le asigna socialmente al padre en las tareas del cuidado”, señala D’Alessandro.

La tensión y presión entre la responsabilidad laboral y el cuidado está presente en todos los grupos de mujeres no importa ni la educación ni la situación económica opina Natalia Gherardi, abogada y directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).  “Además -explica- a esta tensión se suma un componente demográfico: en las argentinas la responsabilidad del cuidado de los adultos mayores aparece cuando aún no se termina de cuidar a los hijos”. Es lo que comúnmente se llama generación sandwich.

La aparición de “el cuidado” en la agenda de políticas públicas es un punto central para que la mujer pueda elegir trabajar y su no mención en la misma impide pensar leyes desde el Estado que garanticen la igualdad. Una de las posibles causas para esta ausencia es “que al poseer un componente afectivo y moral muy importante, es complejo reconocer que el cuidado es un trabajo que conlleva tiempo, conocimiento, recursos y saberes aprendidos a lo largo de la vida, dedicación y un desgaste de energía. El trabajo de cuidado está ‘naturalizado’ en la sociedad debido a la creencia extendida que las mujeres (y no así los varones) son portadoras de ese saber y de ciertas habilidades vinculadas al cuidado que han adquirido de manera natural y no socialmente”, explican desde ELA en un trabajo titulado “De eso no se habla: el cuidado en la agenda pública”.

 “El Estado debe disponer de una diversidad de espacio para el cuidado que incluyan guarderías; jardines maternales de jornadas extendidas; escolaridad de doble jornada para que sea compatible con un día de trabajo completo”, da como ejemplo Gherardi, quien apunta también a una mejora en la licencia por paternidad y también por maternidad; a la igualdad en las asignaciones o descuentos por hijos que incluya a los monotributistas y, sobre todo, a que se debe generar una cultura igualitaria para ayudar a desterrar la idea generalizada de que el cuidado es sólo responsabilidad de la mujer.  Ofrecer, en síntesis, un abanico amplio de opciones par que las familias en sus diversas conformaciones elijan las estrategias que mejor se amolden a sus realidades.  La Asignación Universal por Hijo, da como ejemplo D´Alessandro, la cobran mayoritariamente las mujeres porque se asume (y hay estudios que así lo demuestran) que son ellas quienes más predisposición tienen a ocuparse de la educación de los hijos. “Sin embargo, es un círculo que refuerza los roles al interior de los hogares”, explica y sigue: “Mientras no logremos redistribuir el trabajo al interior del hogar de modo más equitativo entre varones y mujeres, y fuera del hogar con el apoyo del Estado y de las instituciones comunitarias; la entrada de la mujer al mercado laboral será en condiciones adversas: trabajos más flexibles, peor pagos, precarizados, con brecha salarial y problemas para ascender”.

El estudio del CEDLAS también concluye que la mejora en la posición de la mujer se puede alcanzar reduciendo el tiempo que destinan a las responsabilidades familiares. “Las decisiones educativas, laborales y de fecundidad se superponen durante la etapa de vida activa de las mujeres. Como resultado, madres y esposas pueden optar por priorizar las actividades relativas a la familia, relegando la participación laboral. Por eso las políticas de responsabilidades compartidas y de cuidado infantil buscan alterar esta distribución tradicional de roles”. Porque finalmente más allá de cómo se toman las decisiones desde lo personal, el empleo femenino es también un factor que contribuye a reducir la pobreza además de la desigualdad de ingresos.

miércoles, 6 de abril de 2016

Economistas inventivos argentinos

Ideas en la planilla de Excel: el club de los economistas creativos
Ejemplos donde la "ciencia sombría" de los números se lleva bien con los ámbitos más abstractos y hace grandes aportes
Sebastián Campanario LA NACION


Nicolás Gadano es jefe del Departamento de Economía de la Udesa y un eximio guitarrista. Foto:Patricio Pidal / AFV

Hay economistas que se preo-cupan por el déficit fiscal, el rojo de la cuenta corriente o el cierre de la negociación con los bonistas. A María Jaunarena, en cambio, le inquieta otro tipo de ahorro: que en la puesta en escena de una ópera o de una obra de teatro no haya elementos que "sobren" en el escenario, y que todo lo allí dispuesto resulte imprescindible para la acción dramática. "Si hay un elemento que está porque sí, que no cumple ningún papel en la obra, me pongo nerviosa. No es una mirada «barroca» sobre el tema, sino más bien tendiente a la economía de recursos en el lenguaje estético. Es un pensamiento antiderroche presente en muchas escuelas artísticas, como la Bauhaus alemana, que acuñó la frase «menos es más»", cuenta a LA NACION.


Jaunarena estudió Economía en la UBA, pero también danza, música, mimo, pintura, teatro y dirección de teatro. En los últimos años hizo el diseño de vestuario de más de 15 óperas, en 2014 dirigió la multipremiada Medea y en 2015, Las bodas de Fígaro. No es, admite, una "economista full life", pero usa conocimientos de su carrera todo el tiempo, por ejemplo como directora de la ONG Juventus Lyrica, donde tiene que lidiar a diario con restricciones de presupuesto y asignaciones óptimas de recursos.

El año pasado Nesta, la agencia de innovación británica, realizó una encuesta para ver con qué habilidad se relaciona a los economistas y surgieron los conceptos de "buenos en los números", "conservadores" y, en el caso más cruel, "aburridos". En un relevamiento realizado por Juan Carlos De Pablo, profesor de Udesa, sobre la vida de más de 1000 economistas, se encontró que sólo 22 de ellos se destacaron en alguna actividad artística. El mundo de la creatividad siempre tuvo poco roce con la "ciencia sombría". Por distintos motivos, eso parece estar cambiando.


"Cuando era chico pensaba que lo mejor para mi carrera profesional era ser la persona que más conocía de algún tema. Ser economista; ser el economista que más sabe de energía; ser el economista que más sabe de hidrocarburos en la Argentina, y así", cuenta ahora Nicolás Gadano, que ha trabajado como economista en el gobierno, en el Banco Ciudad y en YPF, entre otros ámbitos, pero que también es músico y escritor. "Con el paso del tiempo empecé a resistirme a este camino de la superespecialización profesional. Más allá de sus eventuales ventajas en términos de competitividad, comencé a vivirlo como un embudo que se iba cerrando en torno a mi trabajo, que reducía cada vez más el espacio en el que desarrollaba mis actividades diarias, que limitaba mi capacidad de tomar oportunidades diferentes, aprender y descubrir cosas nuevas", dice.

Gadano editó dos años atrás un hermoso disco, Amorcito Corazón, de canciones románticas mexicanas, junto a su mujer, Gabriela Portantiero. Ambos se conocieron en el Distrito Federal mexicano, durante el exilio de sus respectivas familias. Gadano compuso la mayor parte de los temas y tocó la guitarra, en tanto que Portantiero puso la voz. Los jueves a la noche, el economista no se pierde por nada del mundo su taller literario con Santiago Llach: allí se dio cuenta de que el formato de escritura que tenía como economista le jugaba en contra, y tuvo que "desaprender" a escribir. "En mi experiencia, encerrarse en el mismo ámbito hablando siempre de los mismos temas e interactuando siempre con las mismas personas no parece ser un buen estímulo para las buenas ideas, ni para pensar los problemas desde una perspectiva diferente", dice Gadano. "Dividir y compartimentar esferas de nuestra personalidad -el trabajo por un lado, el estudio por otro, los hobbies en otro momento- tampoco parece razonable, en especial con actividades que claramente pueden potenciarse unas con otras."

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Este discurso no es fácil de asimilar para una profesión que, desde Adam Smith para acá, hace un culto de la "especialización" con una variable clave para generar riqueza. Pero la nueva agenda de la innovación puso en valor, justamente, los "océanos de un metro de profundidad".

Walter Sosa Escudero es jefe del Departamento de Economía de la Udesa y también un eximio guitarrista, que tocó en los Estados Unidos con Jeff Racine, autor de una biblia de la econometría, y con Bill Horrace, líder de The Bill Horrace Trio y director del departamento de Economía de la Universidad de Syracuse. Esta semana, Sosa Escudero tuiteó: "Receta para la carrera del futuro: economía, tecnología, algoritmos, diseño (gráfico), análisis de datos, equilibrio general, people skills (habilidades de relacionamiento)".

Fue después de comentar una nota de Quora.com que analiza por qué en este último año las empresas más exitosas de Silicon Valley comenzaron a contratar economistas por decenas. Google fue pionera con la contratación de su economista jefe, Hal Varian, una estrella de la microeconomía; pero luego AirBnb, Netflix, Facebook, Pandora y Uber, entre otras firmas, siguieron sus pasos. Las compañías, dice Quora, no sólo contratan a los economistas por su expertise específico (en temas de regulación, diseño de subastas y de mercados, etcétera), sino también por su amplitud de criterio, capacidad de adaptación, y para "pivotear" entre distintas áreas. Los economistas resultaron contar con herramientas muy útiles para sobrevivir en un mundo de sistema complejos, con análisis de equilibrio y la capacidad de diseñar experimentos a diario, algo que la filosofía del lean start up (equivócate rápido y barato) valora especialmente.

La mayoría de los economistas de las tecnológicas no son famosos, como Varian, y mucho menos como otras estrellas del espectáculo que a la hora de seguir una carrera de grado eligieron esta disciplina: Arnold Schwarzenegger, Paul Newman, Gene Kelly, Danny Glover, Lionel Richie, Peter Gallagher, William Shatner (el Capitán Kirk de Star Trek) y Cate Blanchet, la actriz que ganó el Oscar por su participación en Blue Jasmine, de Woody Allen, y que se graduó de economista en la Universidad de Melbourne, en Australia. "Creativos somos todos. Lo que pasa es que la creatividad siempre linda con el disparate y la ridiculez, algo que tendemos a guardar y no comunicar", dice Jaunarena. "Recuerdo que siempre salía trastornada de las clases de teatro. Y aún hoy el trabajo de dirección teatral siempre en algún lugar me trastorna. Poner las emociones e ideas absurdas sobre la mesa es muy inhibidor. Te conecta con todas las vulnerabilidades propias, no es un mundo rosa. Pero, como dirían los alquimistas, todo trabajo parte del caos. En un punto hay que transitar esa zona sórdida. En cualquier caso, ese «material intangible» propio de cada uno es la materia prima de los que nos dedicamos al arte", agrega la especialista en economía creativa que desde abril presentará en el Konex su primera obra para chicos: Panic Attack.

El fin de semana pasado, Gadano leyó una nota que contaba que una empresa local de recuperación capilar ("Sí, lo reconozco; ¡siempre leo ese tipo de notas para ver si algún día me animo!") incorporó un robot que se llama Artas, que se ocupa de extraer todos los cabellos de la zona de la nuca que luego serán injertados en la parte más despoblada de la cabeza. ¿Y los cirujanos especializados que hacían esa tarea antes de Artas? "Estarán dedicándose a otra cosa", responde el economista, músico y escritor. Gadano odia la palabra "hobby", porque remite a que la vida laboral y las inquietudes artísticas y creativas corran por caminos paralelos, sin tocarse. "Por eso -concluye-, dejemos la superespecialización a los robots, integremos nuestras inquietudes y ampliemos el alcance de nuestra experiencia de trabajo. Probar con cosas nuevas y creativas nos va a permitir enriquecer la forma en la que abordamos los desafíos de nuestra vida laboral. Y si tenemos suerte, quizá nos lleve a reinventarnos por completo".

domingo, 3 de abril de 2016

El costo marginal de una comida en la aerolínea

¿Cuánto les cuesta a las aerolíneas la comida que sirven en los aviones?
En 1987 el CEO de American Airlines decidió dejar de servir una aceituna en el menú de primera clase y la compañía comenzó a ahorrarse US$40.000 al año

La Nación


¿Prefieres comer o ahorrarte una modesta cantidad de dinero en el precio del boleto?. Foto:Thinkstock


Cuando en 1987 el CEO de American Airlines, Bob Crandall, decidió dejar de servir una aceituna en el menú de primera clase, la compañía comenzó a ahorrarse US$40.000 al año.

La historia ha sido contada tantas veces que ha alcanzado el estatus de mito. Algunos dicen que la cifra fue mucho mayor; otros, que el ahorro provino de una reducción en el costo del combustible por la eliminación del peso de las aceitunas en los vuelos.

Incluso hay quien discute si la aceituna fue sacada de la ensalada o de los martinis.

En todo caso, los cambios que ha experimentado la aviación civil desde la época en que viajar era una experiencia glamorosa a aquella en que las aerolíneas de bajo costo la transformaron en un simple traslado podrían contarse desde la mesita plegable frente a tu asiento.

Si en los años 50 aerolíneas como PanAm prometían en su publicidad "comida deliciosa que sumará al disfrute. preparada en cuatro cocinas que operan simultáneamente", el comienzo del siglo XXI vio a compañías como British Airways o American Airlines reducir su oferta a refrigerios por los que hay que pagar aparte.

Esto se explica por el impacto que tuvo en el negocio, entre otros factores, el incremento del precio del combustible.

Entre 2008 y 2011 no menos de ocho aerolíneas internacionales se declararon en quiebra.


Las aerolíneas optaron por recortar todo lo dispensable y cobrar por lo indispensable. Foto:Thinkstock

Muchas empresas de transporte aéreo echaron mano de dos recursos clásicos: recortar todo lo dispensable y cobrar por todo lo indispensable.

Ahora, con la disminución de costos por la caída del petróleo, la tendencia parece estar comenzando a revertirse.

En febrero pasado, United Airlines y American Airlines volvieron a ofrecer refrigerios "gratuitos" -incluidos en el precio del boleto-, en ciertos vuelos.

American anunció también que restablecería el servicio de comidas completas en determinadas rutas de distancia media.

Gasto promedio en comida en aviones en EE.UU.



Foto: Thinkstock

"(Antes) se trataba de sobrevivir. Lo que ha cambiado es que las aerolíneas lograron arreglar su negocio y ponerse en capacidad de reinvertir en nuestros clientes", dijo entonces Fernad Fernández, vicepresidente de mercadeo global de American.

Cuánto cuestan


No es un tema sobre el cual las compañías estén dispuestas a hablar fácilmente.

"No se nos permite discutir eso", le dijo a BBC Mundo una portavoz de SkyChefs, una de los principales proveedores mundiales.

"De hecho no comunicamos el costo de nuestras comidas o bebidas a bordo", escribió vía email Boris Ogursky, portavoz de Lufthansa, una de las únicas dos aerolíneas (de un total de 8) que respondieron a una petición de entrevista por parte de BBC Mundo.

La otra que sí lo hizo fue Avianca, la aerolínea bandera colombiana y una de las más grandes de América Latina.

"Para Avianca (el costo por pasajero de servir una comida en clase económica) está entre US$1 y US$13 dependiendo de la longitud del vuelo", escribió Claudia Arenas, directora internacional de comunicaciones y asuntos corporativos.


Foto: Thinkstock

Entretanto, los costos para clase ejecutiva o primera clase "están entre US$5 y US$30".

Estos números son consistentes con los datos facilitados a BBC Mundo por el Bureau of Transportation Statistics del Departamento de Transporte de EE.UU. (DOT, por sus siglas en inglés).

Según estos, el gasto promedio en 2014 de 10 compañías estudiadas en todas las clases y las distancias fue de US$3,61 por persona.

La que más invirtió fue American (US$6,43) y la que menos fue la aerolínea de bajo costo Spirit, con US$0,26.

Altas y bajas


De acuerdo con los datos del DOT, desde 2001 ha habido una caída del 25% en el dinero destinado a este aspecto del servicio.

Estas estadísticas no toman cuenta otros costos asociados con servir comida en los aviones, y que incluyen transportar, almacenar, servir y disponer de los desperdicios.

Sin embargo, tales costos no se pueden evitar cobrando aparte. Aunque no los venda, los aviones tienen que tener los productos a disposición a bordo.

Lo que quizás explique por qué los precios sean tan elevados: una investigación de 2013 de un sitio de comparación de precios en Reino Unido encontró que, en promedio, comprar comida y bebida en un avión era al menos 241% más caro que en el supermercado.


Hay otros costos asociados con servir comida en los aviones, incluido disponer de los desperdicios. Foto: Thinkstock

Así las cosas, ahorrarse poco más de US$3 por pasajero (y, en teoría, en el precio del boleto) no suena como realmente mucho.

¿Tiene sentido, financieramente, excluir la comida del precio del ticket?

También la competencia


"Lo tiene, y lo hace si reduce el precio que es punto de entrada y expande la demanda", le dice a BBC Mundo Bob Mann, consultor de servicios para la industria aérea de Washington, EE.UU.

"Habiendo dicho esto, factores competitivos frecuentemente dictan que las aerolíneas, principalmente en mercados internacionales, ofrezcan comidas y bebidas alcohólicas como un servicio gratuito".

¿Es posible que no servir comidas haya tenido un impacto más bien negativo, al percibirse como una disminución en la calidad del servicio?

"No", asegura Mann. "Es irónico, pero las comidas que eran universalmente despreciadas cuando se ofrecían gratis ahora tiene un valor para los clientes, y le dejan una ganancia a las aerolíneas".

"El único caso en que ha tenido un impacto en la venta de boletos fue cuando varias aerolíneas comenzaron a cobrar por el agua a bordo. La reacción inmediata y negativa, y la iniciativa fue abandonada".

"Yo pensaría que no hay una razón por la que las aerolíneas 'deberían' ofrecer comidas como parte del boleto; es un avión, no un restaurante", le dice a BBC Mundo Marco, del sitio ArlineMeals.net, que se dedica a documentar lo que se sirve en los aviones a través de fotografías de las comidas, menús y otros.

"Creo que obtienes aquello por lo que estás dispuesto a pagar. Algunas aerolíneas venden tickets en una tarifa 'regular', y la comida está incluida (.) Otras venden boletos baratos, para gente que quiere un vuelo barato. Si quieres comer, pagas aparte, y creo que eso está bien", añade.

Con todo, Marco piensa que las cosas están cambiando para bien.

"Ahora que la economía está creciendo otra vez, hay más opciones, nuevos conceptos con ingredientes frescos, mejores técnicas e infraestructura".

"El futuro pinta bien", opina.