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domingo, 10 de junio de 2018

La crisis hace emerger mercados en negro en Bahía Blanca

Por la crisis, crecen los mercados en negro en Bahía

La Nueva

Indumentaria, gastronomía y transporte son algunos de los rubros afectados, Representantes de entidades formales plantean sus quejas. Y, también, hay otras historias.





“Esta semana hubo una reunión en la Cámara de Comercio como hacía mucho tiempo no teníamos, pensando en cómo vamos a sobrellevar estos 3 o 4 meses que vienen, porque creemos que va a haber una mortandad importante de negocios”. La frase, contundente, pertenece al titular de esa entidad en Bahía Blanca, Martín Garmendia.

“Se combinan problemas: altas tasas de interés, fuertes aumentos en los servicios, subas en alquileres, menor capacidad de compra de la gente y, a eso, le sumamos los emprendimientos comerciales de quienes no tienen estos costos”, dijo.

Indumentaria, zapatería e incluso bijouterie o comidas vía delivery forman parte de los rubros que más crecieron en el mercado en negro.



El fenómeno, como en otros sectores, es una flecha de dos puntas. Por un lado, quienes intentan encontrar un rebusque en la venta diaria; por el otro, el cliente que cuida su bolsillo y va detrás de los mejores precios, sin preocuparse por la informalidad.

“Hay que decir con todas las letras que esto es una crisis. No sé si igual, mejor o peor que 2001, pero lo es. Y ahora se agregan las redes sociales. Cualquiera escribe que necesita un taxi trucho y tiene 10 ofertas en 20 minutos”, graficó Garmendia.

También apuntó contra el incremento de la venta ambulante. Algunos se encuentran regulados desde hace varios años, pero la Cámara nota un desborde.

“Esta semana, al pie del monumento a Rivadavia había una persona vendiendo ropa. Uno ve muchos más vendedores ambulantes y, en algunos casos, venden productos similares a los negocios con todo en regla, a un precio menor porque no tienen nuestros costos”, mencionó.




“La Municipalidad debe tomar medidas, hay ambulantes que vienen a esta ciudad porque creen que acá no se hacen cumplir las normas”.

Para el dirigente, lo que ocurre es esperable.

“No los justifico para nada, ¿pero cómo hace esa gente sin trabajo para comer y dar de comer a su familia? Aquel que se quedó sin trabajo y es honesto, en el sentido de que no va a agarrar un revólver para salir a robar, seguramente pensará en este tipo de salidas”.


Garmendia también apuntó contra la moda de los showrooms. Por ejemplo, gente que trae ropa de La Salada o en algunos extremos desde países limítrofes o Miami, y vende en sus casas.

“Ese es uno de los temas más complejos porque un inspector no puede meterse en una vivienda particular, tampoco la policía sin orden de allanamiento”, comentó.

Sí lograron, afirmó, que estas actividades no se realicen en clubes.

“No pueden hacer un showroom con el argumento de que están juntando fondos para solventar tal o cual disciplina”, dijo.

Y cerró: “Si bien no pasa en Bahía, en muchas ciudades ya se está liquidando indumentaria de invierno, pese a que todavía no empezó el invierno. El comerciante prefiere el dinero y no entrar en una rueda de conflictos financieros”.

En los panificados


La elevada informalidad local en el sector de panificados, apuntalada en parte por los elevados niveles de pobreza y marginalidad presentes en la ciudad, es un serio perjuicio para la industria panadera de Bahía Blanca.

Así lo dio a conocer Lisandro Melinsky, miembro del Centro de Industriales Panaderos de Bahía Blanca y Comarcal Sur.



“Siempre ha habido gente que cocina tortas para festejos o para postres en sus casas, pero eso no es lo preocupante desde nuestro punto de vista. Lo que percibimos en este último tiempo es la aparición de fábricas clandestinas que producen pan y facturas a mediana y gran escala”.

En tiempos de bolsillos ajustados, proliferan en la ciudad y en el resto del país verdaderas “industrias” dedicadas a la fabricación y hasta venta mayorista de productos panificados que carecen de los mínimos requisitos legales e impositivos para poder funcionar, lo que les permite ofrecer el pan a costos muy por debajo de los que deben afrontar quienes tienen todo en regla.

“Detectamos panaderías habilitadas o que en su momento estuvieron habilitadas, en su mayor cantidad periféricas, y no pagan ningún impuesto y tienen a sus empleados en negro. De ese modo reducen considerablemente los costos y venden los productos más baratos. Y también tenemos los clandestinos, que son aquellos que adquieren las máquinas necesarias y las montan en un garaje o en un galpón de sus propias casas. En lo personal, me pasó con ex empleados, que crearon una panadería en sus casas y pasaron a ser competidores míos”, agregó Melinsky.

Y amplió: “En el Centro Industrial de Panaderos estimamos que alrededor del 40 por ciento del pan que se vende en los comercios de la periferia de nuestra ciudad proviene de la clandestinidad, lo cual afecta seriamente al sector que trabaja como corresponde”.

“El escenario es complejo, porque estas industrias se ubican en barrios periféricos, donde se concentra la gente que sufre más necesidades y tiene un elevado consumo de pan por familia. Así, les venden el producto a un precio menor, pero no cumplen con las exigencias mínimas de salubridad, y mucho menos las exigencias en materia laboral e impositiva”.

El kilo de pan, en una panadería formal, oscila entre los 47 y 60 pesos. Y en las despensas, aún revendiendo, está entre 35 y 40.

“Eso marca que están comprando y revendiendo a mucho menor costo del que tenemos los panaderos inscriptos. Es imposible competir, porque nosotros ya no tenemos más margen de reducción de costos”.

Para Melinsky, combatir esta informalidad es muy complicada y por ello, en su opinión, es primordial la concientización.

“Hicimos una campaña denominada el “Pan Pirata”, alertando sobre los riesgos de comprar y consumir esos productos, porque en los lugares que se hacen no se tienen en cuenta la limpieza ni las reglas de la manipulación de alimentos. Nosotros apuntamos a que todas las despensas o almacenes exhiban una credencial habilitante de sus proveedores, para que así también puedan ser inspeccionados y se pueda comprobar dónde adquirieron esos productos”.

“Si a la gente que trabaja en blanco le dieran los números, seguramente no se pasarían al negro. Allí es dónde se perciben los efectos de estas crisis económicas”, cerró Melinsky.

En la alimentación


El doctor Mario Jouglard, ex presidente del Colegio de Veterinarios de la provincia de Buenos Aires, Distrito VII, y titular del Departamento de Bromatología de la Municipalidad, reconoció un crecimiento en la venta de productos alimenticios por vías no tradicionales.



“No tenemos comprobado que proliferen las carnicerías o rotiserías clandestinas, pero estamos percibiendo un aumento considerable de la venta de productos por redes sociales, que son prácticamente imposibles de combatir. Hay mucha oferta de Facebook e Instragram sobre todo”, puntualizó. Jouglard se refirió a los peligros que conlleva consumir estos alimentos.

“La venta de mercadería sin control trae aparejados riesgos sanitarios. Generalmente quienes lo producen no tienen cursos de manipulación de alimentos ni los cuidados de limpieza necesarios”.

Agregó: “Sin ir más lejos, todos los brotes de triquinosis se generan por venta de chacinados y carnes de cerdo sin control. La venta por redes sociales masifica la cuestión, porque la oferta llega prácticamente a todos los hogares”.

“No se pueden llevar estadísticas oficiales porque generalmente no se denuncian los casos de intoxicación, ya que la gente que adquiere vía redes sociales sabe de los riesgos de comprar productos caseros y, pese a ello, igual los adquiere. A veces, ni siquiera asocian una cosa con la otra”.

En el transporte


Uno de los rubros que más siente el impacto del crecimiento de la informalidad en el transporte son los taxistas y remiseros.

“Por la cantidad de taxis truchos e ilegales se está poniendo en riesgo la fuente laboral de 1.500 bahienses”, dijo el titular del Centro de Propietarios de Taxis, Roberto De Barrenechea.

Según el referente de los taxistas el problema se arrastra desde el año 2000 y se sigue agravando con el paso de los sucesivos gobierno municipales.

“Ahora estamos en un punto donde analizamos cortar la ciudad para poner en evidencia lo que está pasando, porque no hay controles ni nadie que pueda para a los taxis ilegales”, se quejó.

También dijo que la diferencia con años anteriores es que la falta de empleo se hace cada vez más evidente y que eso genera una crisis más notoria en el sector. Al mismo tiempo recordó que el año pasado se aprobó una nueva ordenanza que surgió tras un acuerdo entre rivalidades históricas como los taxistas y remiseros.

“Se hizo con el objetivo de combatir a los ilegales, pero la realidad es que al no estar reglamentada y la inacción del Municipio por la falta de controles callejeros no generó ningún efecto”.

Por último recordó que presentaron varias denuncias con patentes, fotos y números de teléfono de quienes trabajan como taxistas con autos particulares pero que muchos siguen trabajando sin que alguien de la comuna lo impida.

“A nosotros se nos exigen muchísimas cosas y no se nos protege de esta competencia desleal”, sostuvo.

Los taxistas ilegales no son más que desocupados que ponen sus autos particulares para convertirlos en un medio de transporte paralelo a los taxis o remises, pero a precios mucho más bajos. Eso los convierte atractivos para una gran cantidad de gente. Incluso hay padres que usan esos servicios para que sus hijos vayan a la escuela.

“Hay combis truchas y muchos taxi haciendo ese trabajo. Lo que hacemos quienes prestamos un servicio en regla es denunciar al Municipio”, contó Juan Cenci, dueño de una combi de un transporte escolar que funciona de manera legal.

Días atrás, representantes del Centro de Propietarios de Taxis y referentes de los remiseros fueron al Concejo Deliberante a pedir cambios en la ordenanza que regula ambas actividades. Entre las modificaciones que piden se incluye el ploteo de todos los autos. Y en el fondo explicaron que la lucha es contra los cientos de taxis y remises truchos que deambulan por la ciudad y que según dijeron “les roban el trabajo y son una competencia desleal”.

“Hay más taxis y remises truchos que legales en estas calles. Para controlarlos se necesitarían muchos más inspectores que los que tienen destinados para ese fin”, se quejó el referente de taxistas (legales) Roberto de Barrenechea.

Experiencias al margen de la formalidad


A través de las redes sociales, “La Nueva.” contactó a varias personas que se ganan la vida al margen del mercado laboral formal.

Aunque todos son conscientes de esa situación, esgrimen que la falta de trabajo, o bien la escasa remuneración que obtienen en ellos, los obliga a desarrollar esta labor.

Estos son los testimonios:

--Carla (28): “Viajo cada 15 días a La Salada para comprar ropa, que después revendo entre mis amigos o bien a gente que contacto vía redes sociales. Una vez me puse a sacar números y es imposible que gane la misma plata abriendo un negocio. Obviamente que corro riesgos, porque en éstas épocas es imposible vender al contado y todos piden cuotas. En ese caso, intento que la primera cuota cubra el valor que pagué yo la prenda para, al menos, no salir perdiendo si esa persona desaparece”.

--María Eugenia (42): “Yo tengo un trabajo formal, pero en mis tiempos libres preparo tortas para cumpleaños. Hice un curso de decoración y las cocino en mi casa. Obviamente que salen más baratas que en una panadería, pero tengo dos problemas: no las puedo hacer de un día para el otro y tampoco tengo la capacidad para hacer varias a la vez. De promedio, vendo dos o tres por fin de semana y eso me permite un ingreso extra”.

--Yamila (41): “Yo soy empleada y el sueldo no me alcanza. Entonces empecé a hacer viandas, que se las suelo vender a mis conocidos. Todo lo que vendo es cocinado y entregado en el momento para evitar correr riesgos con la cadena de frío. Busco productos en oferta para generar los menúes y, de esa manera, hacer un poco más de diferencia”.

--Rocío (32): “Me dedico a vender tecnología, que compro en el exterior. Hasta ahora nunca tuve problemas con la Aduana. Voy a Chile o a Miami. Generalmente traigo productos pequeños, como teléfonos de última generación o netbooks, y les hago una buena diferencia, porque aquí son mucho más caros. En uno de mis últimos viajes a Estados Unidos conocí a una chica que viaja para comprar ropa en los outlets y revenderlas, porque aquí son marcas de vanguardia”.

--Estela (50): “Yo trabajaba en una rotisería y cerró. Con mi marido decidimos invertir el dinero de la indemnización y un crédito que pedimos para comprar un poco de maquinaria. Y en el garaje de nuestra casa hacemos milanesas, hamburguesas y arrollados de pollo. Vía Facebook hicimos una clientela bastante grande, que nos permite sobrevivir”.

--Iris (35): “Me quedé sin trabajo y con mi marido, para sumar un poco más al sueldo de él, vamos al mayorista a comprar productos alimenticios que después separamos para armar una especie de canasta básica. Le ponemos fideos, arroz, aceite y esa clase de productos no perecedores y la ofrecemos por Facebook”.

--Laura (31): “Tengo dos hijos y desde febrero que estoy desocupada. Llevo a los hijos de mis amigas a la escuela, al club, a bailar los sábados a la noche o adonde me pidan. Gano unos 8.000 pesos mensuales y solo llevo conocidos”.

--Alberto (53): “Hace 3 años que se fundió la empresa en la que trabajaba y no consigo trabajo. Llevo jubilados a cobrar al banco, los espero y los vuelvo a dejar a salvo en sus casas”.

--Silvina (53): “Me dedico a vecinos de la periferia al hospital o al centro. Les cobro 17 pesos el kilómetro y vivo rogando que no se me rompa el auto para poder trabajar. Sé que lo que hago está fuera de la ley pero no me queda otra. Muchas madres prefieren dejar a sus hijas adolescentes en mis manos cuando vuelven de bailar a que las lleve un desconocido en un taxi”.

domingo, 15 de abril de 2018

¿Cómo afectó la crisis del 30 a Bahía Blanca?

¿Cómo afectó la crisis del 30 a la ciudad?


La debacle importada de Nueva York castigó a la mayoría de los bahienses. Ollas populares y consumo de carne de caballo.



Adrián Luciani | La Nueva
aluciani@lanueva.com

   A comienzos de 1930, cuando aún sonaban los ecos triunfalistas del centenario, Bahía Blanca debió prepararse para sufrir una de sus peores crisis.
El golpe fue muy grande. En pocos meses muchos de los habitantes que gozaban de las mieles del progreso, que se asombraban por el avance constante de la ciudad, debieron alimentarse con carne de caballo o recurrir a las ollas populares.

   Pero el germen de la crisis no fue autóctono, sino que vino de muy lejos, de Wal Street, en pleno corazón de Nueva York.

   Si bien el derrumbe bursátil que hizo crujir al capitalismo en todo el mundo se había desatado a fines de octubre de 1929, sus efectos se hicieron sentir en Bahía Blanca recién al año siguiente.

   En pleno pánico, los países centrales como Estados Unidos e Inglaterra –que manejaban el precio de nuestros productos-- habían decidido bajar unilateralmente el valor de las cosechas en el resto del mundo.

   Esto hizo que gran parte de los productores no pudieran hacer frente a las deudas contraídas y sus campos terminaron en manos de los bancos que no habían quebrado, con miles de peones y chacareros que armaron las valijas y marcharon con sus familias a las ciudades en busca de comida.

   No hubo un día fijado para el inicio de la tragedia económica y social: los bahienses comenzaron a quedarse sin trabajo de a poco, sin prisa pero sin pausa, mientras que quienes conservaban sus empleos eran sometidos a rebajas salariales que hoy serían inaceptables.

   El derrumbe devoró industrias y comercios en todo el país, terminó con el gobierno democrático de Hipólito Irigoyen e impulsó medidas de ajuste que terminaron expulsando a decenas de miles de empleados públicos.

   La gran crisis de 1929-1932 tuvo profundas repercusiones en Bahía Blanca y llevó a la desaparición de dos de las sucursales de bancos internacionales: el Alemán Transatlántico y el Anglo Sud Americano.

Aunque de manera diferente, la crisis alcanzaba a buena parte de los 100 mil habitantes que por entonces tenía la ciudad.

   El tango Pan, con música de Eduardo Pereyra y letra de Celedonio Flores, interpretado en 1932 por Carlos Gardel, describió la situación que vivió buena parte de los 100 mil bahienses, aunque no todos, por supuesto.

   "Sus hijos no lloran por llorar/ ni piden masitas/ ni chiches, ni dulces... ¡Señor!/ Sus hijos se mueren de frío/ y lloran hambrientos de pan.../ La abuela se queja de dolor/ doliente reproche que ofende a su hombría/ También su mujer/ escuálida y flaca/ con una mirada/ toda la tragedia le ha dado a entender..."

   Las ollas populares se multiplicaron, por ejemplo la habilitada por el Rotary Club el 10 de agosto de 1931 en el hoy Hotel de Inmigrantes de calle Saavedra, por entonces sede del primer batallón del Regimiento de Infantería 5.

   En sólo 10 días las tareas de socorro dirigidas por Ramón Olaciregui, Rafael Huergo, Primo Marchesi y Guillermo Martín ya habían distribuido 2.000 raciones de puchero con sopa y galleta.

   Incluso en Ingeniero White, donde los muelles supieron evidenciar febril actividad, la desocupación hacía estragos en la clase obrera.

   Organizada por la Sociedad Protectora del Trabajo, a cargo de don Arturo Coleman, se había instalado otra olla popular que ofrecía raciones de sopa con fideos, verdura, carne de puchero y pan.

   Similar panorama evidenció el local del Ejército de Salvación ubicado en Moreno al 700, que en la segunda quincena de julio de 1931 había repartido 1.000 raciones.

   Los ferrocarriles suprimieron servicios y efectuaron una reducción de sueldos, al tiempo que la recesión imperante en el país iba a dar lugar a profundos cambios en la composición social de Bahía Blanca.

   Mientras que en 1914 vivían en la ciudad 36.000 argentinos y 34.500 extranjeros, hacia 1930 el tradicional flujo de inmigrantes europeos se vería fuertemente afectado por la crisis, pero esto no significó un parate en el crecimiento poblacional ya que comenzaron a arribar argentinos provenientes de otras provincias y de la misma provincia de Buenos Aires, así como de países limítrofes.

   El doctor en Historia Hernán Asdrúbal Silva, sostuvo que llegaron a la ciudad individuos y grupos familiares de zonas más afectadas por la desocupación y desalojos rurales, entre otras causas.

   Ante ese panorama desolador, el municipio decidió crear una Bolsa de Trabajo mientras que en La Pampa grupos de colonos hambrientos intentaron saquear comercios en la localidad de Jardón y sólo fueron detenidos cuando una colecta hecha entre todos los vecinos permitió comprarles comida.

   Sin embargo, más allá de este doloroso escenario poblado de desempleo y miseria, un rápido repaso de los diarios de la época permite advertir que la crisis no castigó a todos los sectores por igual.

   A principios de la década del 30, la gente seguía concurriendo al cine y al teatro, en White continuaba la construcción de la monumental usina San Martín y los galpones del Muelle Nacional, mientras que en el centro seguían las obras en la Iglesia Catedral y se habilitaba el nuevo edificio de la Biblioteca Rivadavia.

   Incluso, como en tantas otras crisis propias del país, siempre hubo gente dispuesta a extenderle una mano a quien más lo necesitaba.

   Aunque sea motivo de otra historia, resulta imprescindible señalar en este marco que el proceso de sustitución de importaciones iniciado de manera casi forzada luego derivó en una nueva etapa de crecimiento económico para la ciudad.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Trabajo infantil en Bahía Blanca


Trabajo infantil: casi 50 niños generan más de 100.000 pesos al mes en la ciudad

La Municipalidad se advierte que darles monedas o comprarles cosas contribuye a “perpetuar” el flagelo. 

Limpiavidrios, uno de los "oficios" más habituales, en especial entre los adolescentes. (Fotos: Pablo Presti-La Nueva.)
Por Damián Vallejos / dvallejos@lanueva.com
Gonzalo tiene 5 años y 3 hermanitos. Son 4 chicos que no juegan y que trabajan en la calle, dicen, para poder comer. Ellos son una pequeña parte de la pintura que puede verse cada tarde-noche en los bares, restaurantes y calles bahienses donde al menos 48 pequeños piden monedas y sufren la vulneración de sus derechos.
“Algunas personas ni los miran. Lo primero que hay que hacer es tratarlos como personas y seres humanos, es decir, darles una devolución humana a lo que ellos piden”, explica la subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, Lucía Martínez Zara, quien asegura que mucha gente cree que los ayuda al darles monedas o comprarles algo pero, en realidad, contribuyen a que el trabajo infantil sea muy difícil de erradicar.
Redondeando los números de la dependencia municipal que lucha contra el flagelo, los bahienses aportan más de 100.000 pesos mensuales a este “mercado”. Es que los niños de 1 año a 10, que en su mayoría mendigan o venden de manera ambulante, recaudan entre 60 y 80 pesos por día. Algunos, generalmente de 16 a 18, llegan a contar 200.
“Uno por pensar que está ayudando lo que hace es perpetuar al chico en la calle. Esto es como lo de 'sin clientes no hay trata'...”, sugiere Martínez Zara, quien expresa que uno de los problemas más difíciles de afrontar es el de las familias con una clara tendencia cultural a este tipo de acciones.
“En los más chicos hay un determinante muy fuerte. Para muchos, que el chico trabaje es parte del proceso de socialización y de su cultura. Así como nosotros entendemos que el niño tiene que estar en la escuela jugando, ellos piensan que tiene que salir a la calle a trabajar”, lamenta.
En cuanto a los adolescentes, el tema es más dinámico. La funcionaria admite que tienen dificultades para incluirlos en los dispositivos de Niñez y que en varias oportunidades hay problemas de adicciones. Ahí, afirma, se articula con el centro destinado al flagelo de la droga y se inicia “un plus de acciones” entre escuelas, unidades sanitarias y otras instituciones.
“Ahí se toma cada situación como particular. Para nosotros que un chico salga de la calle es sumamente valioso”, sostiene.
“No es que decimos 'no a la moneda' y nada listo”. Martínez Zara afirma que al realizar un abordaje, se verifica que el chico no salga para poder subsistir.
“Si es así, está el sistema de ayudas sociales. Muchas familias tienen trabajos temporarios o changas”, explica.
Qué hacer
“Llamar al 911 y no desesperarse”, responde la titular de Niñez y agrega que hay personas que se enojan porque los especialistas de la Subsecretaría no llegan rápido. “No somos una ambulancia”, explica.
Para luchar contra el problema, Martínez Zara pide compromiso.
“Está bueno que aporten datos acerca del lugar en el que lo vieron y hacia dónde se pudo haber ido”, sostiene y agrega: “El operador de calle va, obviamente sin identificación para no estigmatizar al chico, y establece un vínculo de confianza para luego llegar a la familia”.
Trabajo desde el Estado
En red para prevenirlo y erradicarlo
Mientras la comuna trabaja junto a otras instituciones para sacar a los chicos de la calle, y en algunos casos lo logra, otros nuevos ingresan al sistema.
En la frialdad de los números, el promedio de 50 niños se mantuvo --salvo alguna variación pequeña-- a lo largo de los últimos 5 años.
Martínez Zara asegura que desde la conformación de una mesa local de trabajo infantil, se pudo dar una mirada y rápida acción integral a la problemática.
Además de las tareas que realiza desde hace más de 28 años la institución Sueños de Barrilete en la ciudad, en 2012 se formó una mesa que se dividió en 4 comisiones con temáticas clave: educación, protocolo, capacitación, y responsabilidades sociales y empresariales.

“El jardín o la escuela son lugares importantes para detectar la vulneración a través de nuestros supervisores pedagógicos. Se arma además un protocolo y capacitaciones para que sepan cómo actuar para prevenir en las diferentes ONG y sociedades de fomento”, explica la subsecretaria municipal.
“Cuando profundizás la articulación con otros actores la respuesta tiene una potencia increíble y la mirada es más rica”, valora.
La comuna aglomera también a 750 niños en jardines municipales.
“Se les da herramientas únicas e irrepetibles a los chicos que no se les pueden dar nunca más en la vida”, afirma.
Trabajo doméstico, el enemigo más desconocido
En casa. Es difícil de detectar debido a que se desarrolla en ambientes privados. Un ejemplo repetitivo es el del chico que regularmente queda a cargo de sus hermanos pequeños y les prepara hasta la comida, explica la titular de Niñez.
Relevados. En Bahía Blanca, según datos oficiales, realizan trabajo infantil 16 chicos de entre 1 y 10 años (en su mayoría mendicidad y venta ambulante); 26 de entre 11 a 15 años; y 6 de 16 a 18 (generalmente limpiavidrios).
Modalidades. El informe observó que el 46% se dedica a la mendicidad, el 29% es limpiavidrios y el 25%, vendedores ambulantes. “Notamos una baja de limpiavidrios pero una suba en mendicidad”, dice la funcionaria.
Gran impacto
Derechos vulnerados
Daños graves. Los chicos que trabajan no pueden ejercer plenamente sus derechos porque tienen dificultades para ir o permanecer en la escuela, sufren daños en su salud, y tienen limitadas sus posibilidades de jugar y descansar en los lugares apropiados.
Autoestima. Además, se exponen a espacios y situaciones de constante riesgo, pierden su autoestima y afrontan conflictos de adaptación social y traumas.
246 millones de chicos trabajan en todo el mundo, de los cuales 20 millones viven en Latinoamérica, un millón en la Argentina y poco más de 400 mil en la provincia de Buenos Aires, según datos de entidades humanitarias que abordan el tema.

martes, 3 de marzo de 2015

CNEPE 2015: Extensión de recepción de trabajas 16 de Marzo / Extended Deadline March 16th

Se comunica que se extiende la fecha para la recepción de trabajos hasta el día 16 de marzo.
  CNEPE 2015

We extend the date for the reception of papers until March 16.



lunes, 1 de diciembre de 2014

Variación interanual del poder adquisitivo del SMVM en Bahía Blanca, Nov 2013/ Nov 2014

Poder adquisitivo del salario mínimo por productos seleccionados
Datos de Proxy IPC para Bahía Blanca

El siguiente gráfico muestra como ha evolucionado porcentualmente el poder de compra del salario mínimo vital y móvil (SMVM) en término de diversos productos de la canasta familiar en el área de Bahía Blanca. El cálculo se ha hecho tomando precios de dos fechas interanuales (noviembre 2013-noviembre 2014)  para un grupo de productos dentro de cada categoría (precio promedio de la categoría) y luego se ha comparado cuantas unidades/peso/litros se podrían adquirir en la fecha inicial y la fecha final si todo el SMVM se destinara únicamente a adquirir ese producto específico. Durante el período el SMVM aumentó un 35%. Las barras muestra el porcentaje de variación en la capacidad de compra del SMVM para cada ítem específico. Por ejemplo, en términos del precio del kilo de asado promedio, el SMVM permite comprar un 47% menos de un año al otro. Lo mismo podemos decir de otros productos, como Leche larga vida entera (-37%), Aceitunas (-34%), Vacío (-34%), Azúcar (-26%), Aceite de girasol (-26%), Nalga (también -26%), entre otros. De esta muestra el 66% (50 sobre 76) productos crecieron en precio más que el SMVM.




No todas son malas noticias. Hubo 26 productos (el 34%) que fueron detrás del aumento del SMVM por lo que el poder de compra del salario mínimo en término de estos productos aumentó. Por ejemplo, en términos de harina de trigo común y leudante, el poder de compra aumentó un 24% respectivamente. En el mismo sentido nos podemos referir al pan francés tipo flauta (21%), papa (20%), leche entera fresca en sachet (18%), prepizza (16%), fideos secos tipo guisero (%15), entre otros.

Obsérvese que estos cambios en los precios relativos probablemente han afectado los patrones de compra de los consumidores, en términos de lo que los economistas llamados variación de precios relativos. Es pensable que haya existido un proceso de sustitución de productos que aumentaron relativamente respecto a aquellos que disminuyeron. Por barajar algunos ejemplos, la lecha fresca en sachet (sobre los que aumentó el poder de compra) pueden haber sustituido en la mesa a la lecha entera (sobre los que disminuyó el poder de compra). Lo mismo puede uno arriesgarse de pensar respecto al fideo tipo guisero frente al tallarín, entre otros ejemplos.


Fuente: "Proyecto Base de Precios Minoristas, Inflación e Índice de Precios al Consumidor de Bahía Blanca" (Larrosa - Picardi - Uriarte - Ramírez Muñoz de Toro) y "Sistema Dédalo" (Uriarte - Ramírez Muñoz de Toro)
Departamento de Economía, Universidad Nacional del Sur
Instituto de Investigación Económicas y Sociales del Sur (IIESS)

viernes, 15 de agosto de 2014

Los cartoneros en Bahía Blanca: Un breve taxonomía

Un censo describe la realidad de los cartoneros bahienses

Mientras se implementan medidas tendientes a modificar la manera de trabajar de los recolectores informales, una agrupación juvenil realizó una radiografía de su estilo de vida.



La tracción a sangre está prohibida en la ciudad, aunque por ahora, solo en el centro y microcentro. Cerca de 200 familias viven del cartoneo.
Por Pamela Subizar / psubizar@lanueva.com

De cada 10 cartoneros en Bahía Blanca, apenas 7 hizo algún curso de la primaria. De esa cifra, uno de ellos, directamente, nunca fue a la escuela. La alfabetización no es la única deuda: un tercio padece problemas crónicos de salud y otro tanto vive bajo un techo de chapa y cartón.

Los datos corresponden al censo sobre la situación socioeconómica de los recolectores informales de Bahía Blanca realizado en 21 barrios de distintos sectores por la agrupación El Grito.

Fueron encuestados 216 trabajadores, por lo que se calculó que hay un mínimo de 183 familias que viven de la recolección informal en la ciudad, con 4 a 5 integrantes cada una. Aunque podrían ser más: hay aún una decena de barrios por censar.

La ex Villa Caracol y el Noroeste (incluido Bajo Rondeau) son los sectores que concentran la mayor cantidad de recicladores, más del 50%. Les siguen Villa Talleres, 5 de Abril, Costa Blanca, 9 de Noviembre, Spurr, Esperanza y Martín Fierro.

Caracol nació en los '90 cuando familias que vivían del cirujeo se asentaron en los terrenos entre Belisario Roldán y la ruta 3. Con la crisis del 2001, se expandió.

Allí están ahora las familias que tienen las condiciones más precarias. Mientras en el resto de la ciudad lo más usual es que los recicladores tengan una casa de material, en Caracol más de la mitad vive bajo chapa y cartón.

El censo muestra además que el cartoneo es principalmente un trabajo de hombres --el 85%-– y que no distingue edades: de adolescentes a mayores de 65 años.

En cuanto a la distribución por edades, hay un dato vinculado a la problemática del trabajo infantil: el 10% tiene menos de 18 años. No incluye el porcentaje a los niños que acompañan a sus papás en los recorridos, sino a los que se reconocen como trabajadores cartoneros.

“Es necesario saber cómo es la comunidad con la que se trabaja para dirigir una política, un programa de inclusión. Y la estadística es una de las herramientas”, explicó Agustina Fittipaldi, una de las jóvenes de El Grito.

“En el diálogo con la gente es desesperante darse cuenta de la cantidad que no sabe leer ni escribir. Y estamos hablando de chicos de 20, 25 años”, contó Facundo Lasarte, otro de los encargados.

Agustina y Facundo saben lo que dicen: caminan la villa desde mucho antes de que se dictamine la restricción a los carros con caballos, haciendo trabajo comunitario.

“Vemos chicos de 12 años que dejaron la escuela en tercer grado y no saben escribir, jóvenes que nunca fueron y chicos que van a sexto y no saben anotar ni su nombre”, relató Agustina.

Asimismo, el 35% de los censados tiene alguna patología. La más usual es la traumatológica, seguida por discapacidades senso-espaciales y neuropsiquiátricas. Aunque están en una edad económicamente activa, no podrían pasar así un psico-técnico para un empleo formal.

El 66% de los recicladores estaría de acuerdo en dejar el cartoneo, si tuviera una opción con los mismos beneficios o mejores. El contexto descripto vuelve difícil esa oportunidad.

En cifras:

  • 216 son los recicladores censados.  Y hay 643 personas que dependen de la recolección informal. Un 10% de menores consultados se reconocen como recicladores.
  • 61% vive en casa de material y el 36% en un rancho de chapa (resto: otros). Si se toma solo a la ex Caracol, se invierte la estadística: el 52% habita casas de chapa y cartón.
  • 10% de los censados no fue a la escuela. El 5% solo tiene el jardín de infantes; el 68% primaro; 14% secundario; y el 3% educación especial.
  • 35% padece algún incoveniente de salud que interfiere de manera notaria en su actividad, imposibilitando además la opción de ser aceptado en alguna otra clase de trabajo.
  • 169 son los equinos hasta ahora censados por la agrupación El Grito. Más del 85% son propiedad de un reciclador. Se estima que cada caballo trabaja un promedio de tres horas por día.
  • 21 son los barrios abarcados por esta encuesta, casa por casa, con preguntas cuanti y cualitativas. El análisis se hizo con el programa Epidat 3.1, calculando tasas de inferencia con una confianza del 95%.

La Nueva

viernes, 1 de agosto de 2014

Proxy IPC: Poder adquisitivo del salario mínimo en productos de la canasta familiar

Poder adquisitivo del salario mínimo por productos seleccionados
Datos de Proxy IPC para Bahía Blanca

El siguiente gráfico muestra como ha evolucionado porcentualmente el poder de compra del salario mínimo vital y móvil (SMVM) en término de diversos productos de la canasta familiar en el área de Bahía Blanca. El cálculo se ha hecho tomando precios de dos fechas interanuales (julio 2013-julio 2014)  para un grupo de productos dentro de cada categoría (precio promedio de la categoría) y luego se ha comparado cuantas unidades/peso/litros se podrían adquirir en la fecha inicial y la fecha final si todo el SMVM se destinara únicamente a adquirir ese producto específico. Durante el período el SMVM aumentó un 35%. Las barras muestra el porcentaje de variación en la capacidad de compra del SMVM para cada ítem específico. Por ejemplo, en términos del precio del kilo de papa promedio, el SMVM permite comprar un 37,4% menos de un año al otro. Lo mismo podemos decir de otros productos, como Duraznos en almíbar, pan francés, prepizzas, entre otros. De esta muestra el 65% (38) productos crecieron en precio más que el SMVM.
No todas son malas noticias. Hubo 20 productos (el 35%) que fueron detrás del aumento del SMVM por lo que el poder de compra del salario mínimo en término de los mismos aumentó. Por ejemplo, en términos de leche entera en sachet, el poder de compra aumentó un 33.6%. En el mismo sentido nos podemos referir a la batata, harina de trigo común, zanahoria, pollo entero, entre otros.



Obsérvese que estos cambios en los precios relativos probablemente han afectado los patrones de compra de los consumidores. Es pensable que haya existido un proceso de sustitución de productos que aumentaron relativamente respecto a aquellos que disminuyeron. Por barajar algunos ejemplos, los ñoquis frescos (sobre los que aumentó el poder de compra) pueden haber sustituido en la mesa a los ravioles frescos (sobre los que disminuyó el poder de compra). Lo mismo puede uno arriesgarse de pensar respecto de la batata sustituyendo a la papa o el pollo sustituyendo a varios cortes de carne vacuna.


Fuente: "Proyecto Base de Precios Minoristas, Inflación e Índice de Precios al Consumidor de Bahía Blanca" (Larrosa - Picardi - Uriarte - Ramírez Muñoz de Toro) y "Sistema Dédalo" (Uriarte - Ramírez Muñoz de Toro)

viernes, 25 de julio de 2014

Proxy de IPC en Bahía Blanca

Proxy Índice de Precios al Consumidor Bahía Blanca (junio 2014)
Información general

Inflación: 2,77%
Cantidad de productos: 2.143
Cantidad de lecturas: 4.058

Detalle de variación por categorías
Capítulo 1, Alimentos y bebidas: 2,57%
Capítulo 2, Indumentaria: 0,00%*
Capítulo 3, Vivienda y servicios básicos: 0,11%
Capítulo 4, Equipamiento y mantenimiento del hogar: 2,19%
Capítulo 5, Atención médica y gastos para la salud: 2,52%
Capítulo 6, Transporte y comunicaciones: 4,27%
Capítulo 7, Esparcimiento: 1,54%
Capítulo 8, Educación: 1,35%
Capítulo 9, Otros bienes y servicios: 1,16%
Variación geométrica total: 2,44% para 5.012 productos globales

* Esta categoría se encuentra todavía escasamente relevada.

Fuente: "Proyecto Base de Precios Minoristas, Inflación e Índice de Precios al Consumidor de Bahía Blanca" (Larrosa - Picardi - Uriarte - Ramírez Muñoz de Toro) y "Sistema Dédalo" (Uriarte - Ramírez Muñoz de Toro)

martes, 17 de junio de 2014

Precios de Alimentos y Proxy IPC en Bahía Blanca

Evolución de precios de Alimentos y Bebidas en Bahía Blanca



Evolución del precio del kilo de asado en Bahía Blanca (Octubre 2012-Mayo 2014)

El sistema Dédalo diseñado y construido por Juan Ignacio Uriarte y Gonzalo Ramirez Muñoz de Toro recaba una enorme cantidad de precios online de empresas que comercializan sus productos. A partir de esos datos se ha podido estimar variaciones de precios a nivel de capítulos utilizando los ponderadores del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Para el mes de Mayo, la variación registrada en el Capítulo Alimentos y bebidas (relevado poco más del 81% de los componentes del capítulo) del 
2,66%
Considerando el grado de cobertura y las variaciones de precios de los bienes se ha estimado un IPC incompleto denominado Proxy IPC cuyo valor para el mes de Mayo es de 
2,16%


Categoría 1 (Alimentos y bebidas)
Variación: 2.66%
Cobertura: 81,35%
Cantidad de productos: 1495
Cantidad de lecturas: 5280

Proxy IPC
Cobertura: 40,8%
Variación: 2,16%
Cantidad de productos: 2088
Cantidad de lecturas: 3907