domingo, 23 de abril de 2017

¿Por qué fracasa Argentina?

Por qué fracasan los países: una lección para Argentina
Nicolás Cachanosky | Infobae




En su best-seller Por qué fracasan los países, Daron Acemoglu y James A. Robinson hacen un extenso estudio sobre los descalabros y éxitos de los países a lo largo de la historia. Países exitosos son aquellos que crean riqueza de manera sostenida y estable recudiendo sus niveles de pobreza. Los países que fracasan presentan el caso contrario, no logran crear riqueza de manera estable y tienen serias dificultades para reducir sus niveles de pobreza. Acemoglu y Robinson argumentan que el éxito y el fracaso de los países no se deben ni a cuestiones geográficas como recursos y clima ni a cuestiones culturales, sino que dependen del marco institucional.

Los autores dividen las instituciones en dos grandes grupos. Por un lado, se encuentran las instituciones extractivas, que están destinadas a extraer recursos de la población a beneficio del poder político de turno y sus amigos. Del otro lado se encuentran las instituciones inclusivas, que protegen las libertades y la propiedad de los individuos. Bajo instituciones inclusivas, el poder no se concentra en manos de la dirigencia política y se dan los incentivos para crear y acumular riqueza. Los países que fracasan son aquellos que se encuentran bajo instituciones extractivas, mientras que los países exitosos son aquellos que han logrado imponer instituciones inclusivas. Acemoglu y Robinson respaldan esta conclusión con varios siglos de historia que soporta su tesis.

¿Qué tiene que ver esto con Argentina? Una de las conclusiones de este libro es que el paso de instituciones extractivas a instituciones inclusivas depende de la buena suerte de un accidente histórico o de un héroe. El héroe o estadista es aquel dirigente político capaz de generar un movimiento desde instituciones extractivas hacia instituciones inclusivas. En otras palabras, el héroe no es un gran estratega electoral, el héroe es un gran educador. En este contexto, el antihéroe sería lo contrario, aquel dirigente político que genera un movimiento hacia instituciones extractivas alejándonos de las instituciones inclusivas. En este marco, los Kirchner han sido antihéroes, generaron un gran marco extractivo en beneficio propio y de sus seguidores. El kirchnerismo se ha enriquecido a expensas de dejar niveles de pobreza que evidencian lo extractivo de su proyecto político.

Si asignamos una muy baja (o nula) probabilidad de que partidos políticos históricos como el Partido Justicialista o la Unión Cívica Radical produzcan un héroe, el destino económico y social de Argentina queda entre la buena suerte de un accidente histórico o que Cambiemos posea héroes en sus filas. Da la sensación, sin embargo, que más allá del eslogan de cambio, el gobierno de turno posee más seguidores de encuestas que héroes o estadistas.


Si bien las restricciones políticas y sociales son innegables, año y medio de mandato muestran una semántica o una retórica por parte del PRO y Cambiemos que no están destinadas a generar un fuerte cambio institucional en torno a instituciones inclusivas. La retórica en torno a controles de precios como el programa de Precios Cuidados, el "compre nacional", obligar a supermercados a informar precios en aplicaciones de teléfonos móviles, exigir a empresarios que inviertan (como si pagar la carga tributaria argentina no fuese ponerse el país al hombro), otorgar subsidios a piqueteros que coartan la libre circulación a su gusto, etcétera, habla más de un nacionalismo económico que de una genuina mentalidad de libertades económicas y civiles.

Un gran momento educador hubiese sido explicar en detalle la herencia recibida en lugar de asumir que el ciudadano entiende el desastre económico, social e institucional que dejó el kirchnerismo. Cambiemos ni siquiera posee, o no ha dado a conocer, un plan económico. Tener objetivos no es tener un plan económico que detalle cómo llegar a esos objetivos. ¿Qué estrategia en concreto se conoce más allá de esperar una lluvia de dólares? La situación económica recibida y la actual son insostenibles y no se perciben claros avances para solucionar el gran desequilibrio macroeconómico que es el déficit fiscal.

Cambiemos puede tener convicción de gestión, pero parece faltarle convicción institucional. Esto deja, lamentablemente, a Argentina a la espera de un accidente histórico para finalmente pasar del fracaso al éxito. Quizás tengamos que aceptar que apostar a la buena suerte histórica no es en sí una estrategia de cambio. Argentina necesita más héroes y menos gestores eficientes.

martes, 18 de abril de 2017

Bill Gates propone poner impuestos a los robots

El robot que toma su trabajo debe pagar impuestos, dice Bill Gates
Quartz


ESCRITO POR Kevin J. Delaney

Los robots están tomando trabajos humanos. Pero Bill Gates cree que los gobiernos deben imponer el uso de las empresas de ellos, como una forma de al menos temporalmente frenar la expansión de la automatización y financiar otros tipos de empleo.
Es una posición sorprendente del hombre más rico del mundo y un auto-descrito techno-optimista que co-fundó Microsoft, uno de los principales actores en tecnología de inteligencia artificial.
En una reciente entrevista con Quartz, Gates dijo que un impuesto robótico podría financiar trabajos que cuidan a personas mayores o que trabajan con niños en escuelas, para lo cual las necesidades son insatisfechas y para lo cual los seres humanos son particularmente adecuados. Sostiene que los gobiernos deben supervisar esos programas en lugar de confiar en las empresas, a fin de reorientar los empleos para ayudar a las personas con ingresos más bajos. La idea no es totalmente teórica: los legisladores de la UE consideraron una propuesta para gravar a los propietarios de robots a pagar por la formación de los trabajadores que pierden sus empleos, aunque el 16 de febrero los legisladores finalmente lo rechazaron.
"Deberías estar dispuesto a elevar el nivel de impuestos e incluso a ralentizar la velocidad" de la automatización, argumenta Gates. Eso es porque la tecnología y los casos de negocios para reemplazar a los seres humanos en una amplia gama de puestos de trabajo están llegando al mismo tiempo, y es importante ser capaz de manejar ese desplazamiento. "Cruzar el umbral de reemplazo de trabajo de ciertas actividades todo al mismo tiempo", dice Gates, citando el trabajo de almacén y la conducción como algunas de las categorías de trabajo que en los próximos 20 años tendrán robots haciéndolos.
Puedes ver las observaciones de Gates en el video de arriba. A continuación se muestra una transcripción, ligeramente editada para el estilo y la claridad.



Quartz: ¿Qué piensas de un impuesto de robot? Esta es la idea de que, para generar fondos para la formación de los trabajadores, en áreas como la fabricación, que son desplazados por la automatización, una cosa concreta que los gobiernos podrían hacer es imponer la instalación de un robot en una fábrica, por ejemplo.
Bill Gates: Ciertamente habrá impuestos que se relacionan con la automatización. En este momento, el trabajador humano que hace, digamos, 50.000 dólares de trabajo en una fábrica, que los ingresos se gravan y se obtiene el impuesto sobre la renta, el impuesto a la seguridad social, todas esas cosas. Si un robot viene a hacer lo mismo, se podría pensar que tributamos al robot a un nivel similar.
Y lo que el mundo quiere es aprovechar esta oportunidad para hacer todos los bienes y servicios que tenemos hoy, y liberar mano de obra, vamos a hacer un mejor trabajo de llegar a los ancianos, con clases más pequeñas, ayudando a los niños con necesidades especiales. Sabes, todas esas son cosas en las que la empatía y la comprensión humana son todavía muy, muy únicas. Y todavía nos ocupamos de una inmensa escasez de gente para ayudar allí.
Así que si usted puede tomar la mano de obra que solía hacer la cosa automatización reemplaza, y financieramente y formación-sabio y cumplimiento-sabio que esa persona ir y hacer estas otras cosas, entonces usted está net delante. Pero no puedes renunciar a ese impuesto sobre la renta, porque eso es parte de cómo has estado financiando ese nivel de trabajadores humanos.

Y así podrías introducir un impuesto sobre los robots ...
Hay muchas maneras de tomar esa productividad adicional y generar más impuestos. Exactamente cómo lo haría, mídelo, ya sabes, es interesante que la gente empiece a hablar ahora. Parte de ella puede llegar a los beneficios que se generan por la eficiencia de ahorro de mano de obra allí. Algunos de ellos pueden venir directamente en algún tipo de impuesto de robot. No creo que las compañías de robots van a estar indignadas de que podría haber un impuesto. Está bien.

¿Podría usted encontrar una manera de hacerlo que no desincentivar la innovación?
Bueno, en un momento en que la gente está diciendo que la llegada de ese robot es una pérdida neta debido al desplazamiento, usted debería estar dispuesto a elevar el nivel de impuestos e incluso reducir la velocidad de esa adopción un poco para averiguar, ¿Qué pasa con las comunidades donde esto tiene un impacto particularmente grande? ¿Qué programas de transición han funcionado y qué tipo de financiamiento necesitan? "
Usted cruza el umbral del reemplazo del trabajo de ciertas actividades todo el tipo de a la vez. Así que, ya sabes, el trabajo de almacén, la conducción, la limpieza de la habitación, hay bastantes cosas que son categorías de trabajo significativas que, sin duda en los próximos 20 años, ser reflexivo acerca de que el suministro adicional es un beneficio neto. Es importante tener las políticas para ir con eso.
La gente debería averiguarlo. Es realmente malo si la gente en general tiene más miedo acerca de lo que la innovación va a hacer que tienen entusiasmo. Eso significa que no lo darán forma para las cosas positivas que puede hacer. Y, usted sabe, los impuestos son sin duda una mejor manera de manejar que la prohibición de algunos elementos de la misma. Pero [la innovación] aparece en muchas formas, como el auto-orden en un restaurante, ¿cómo se llama eso? ¡Hay una máquina del Silicon Valley que puede hacer hamburguesas sin manos humanas, en serio! Ninguna mano humana toca la cosa. [Risas]

¿Y usted está más del lado de que el gobierno debe desempeñar un papel activo en lugar de confiar en las empresas para resolver esto?
Bueno, el negocio no puede. Si usted quiere hacer [algo sobre] inequidad, una gran parte del exceso de trabajo va a tener que ir a ayudar a las personas que tienen ingresos más bajos. Y por lo que significa que usted puede amplificar los servicios sociales para los ancianos y las personas con discapacidad y se puede tomar el sector de la educación y poner más trabajo allí. Sí, parte de ella será: "Oye, seremos más ricos y la gente comprará más cosas". Pero la parte que resuelve la desigualdad, absolutamente el gobierno tiene un papel importante que jugar allí. Lo bueno de los impuestos, sin embargo, es que realmente separa el problema: "OK, por lo que le da los recursos, ahora ¿cómo desea desplegarlo?"

jueves, 13 de abril de 2017

El mito de que el consumo impulsa la producción

El mito del consumo como llave del progreso económico

El gasto del ingreso es sólo una etapa del proceso productivo, que debe ser atendido en forma integral
Martín Krause, Nicolás Cachanosky, Adrián Ravier |  LA NACION 




Muchas visiones económicas, religiosas o políticas no saben qué hacer con el consumo, si condenarlo o aplaudirlo; y muchas terminan haciendo las dos cosas. La discusión sobre el consumo es moderna, porque moderna es la capacidad de consumir, fruto de la Revolución Industrial. Recordemos que a comienzos del siglo XIX el ochenta por ciento de la población mundial era pobre, hoy lo es el veinte por ciento.

Bernard de Mandeville publica en 1714 un libro de alto impacto: La fábula de las abejas; o vicios privados, beneficios públicos. La segunda parte del título presenta su tesis: el libertino genera un beneficio porque "su prodigalidad da trabajo a los sastres, servidores, perfumistas, cocineros y mujeres de mala vida, quienes a su vez dan trabajo a panaderos, carpinteros, etcétera". Asociado con los autores del Iluminismo escocés de la época, es criticado por Adam Smith quien sostiene que es una falacia presentar cada pasión como viciosa. Pero Mandeville plantea su idea de "vicios privados-virtudes públicas" como una crítica a teorías morales basadas en el ascetismo, para las cuales lo virtuoso consiste en satisfacer sólo las mínimas necesidades para sobrevivir. Mandeville sostiene que aquellos "vicios" (todo deseo que vaya más allá de lo mínimo esencial) se convierten en gran virtud al motorizar el mercado.

Ninguno de estos autores considera que satisfacer estas necesidades sea un vicio, sino que muestran que aun cuando esos intereses resulten frívolos, su satisfacción tiene dos efectos: ofrecen oportunidades de trabajo a terceros y para pagar por esos "placeres" esas personas han tenido a su vez que satisfacer las necesidades de la sociedad de la que son parte. Hoy día muchos artistas reniegan del capitalismo sin reparar que es la riqueza que éste ha generado la que permite que existan un mercado y una demanda para la producción de su arte.


Muchos de los críticos que ven el consumo como un mal sostienen teorías económicas según las cuales el consumo es el gran motor de la economía. Por lo tanto, es necesario impulsarlo para que un país crezca. Sin previo aviso el consumo pasa de ser objeto de condena a la gran estrella económica.

Es cierto que el consumo es el fin de toda producción, pero nos resultaría paradójico a nivel individual o familiar pensar que la mejor manera de prosperar es vivir haciendo shopping. Todos tenemos una intuición de que nuestro progreso requiere primero producir (trabajar) para luego poder gastar. Sin embargo, en cuanto a políticas económicas se refiere, parece ser al revés, se puede gastar antes de producir. Esta paradoja se magnifica con una lectura sesgada del producto bruto interno (PBI), que mide el valor monetario de la producción de bienes y servicios finales.

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El PBI no considera todas las transacciones de la economía, sólo las de la etapa final de consumo. Cuando se analiza el destino de esa producción surge que dos tercios son asignados al consumo. Si esto es así, y es necesario reactivar una economía, habría que hacerlo en aquello que es lo más importante: el consumo.

Esta lectura es incorrecta por dos motivos. En primer lugar, la fórmula del PBI no muestra los motores de la producción, sino que muestra cómo se decide gastar el ingreso luego de haber sido producido. El PBI muestra el destino que le damos a nuestra producción, no su origen. En segundo lugar, precisamente por su definición, el PBI esconde las etapas previas del proceso de producción, es decir todo lo que ocurre desde que se inició el proceso de desarrollo de la semilla de trigo, pasando por su siembra y cosecha, su transformación en pan y su distribución hasta que llega al consumidor. Si tomamos todas las transacciones en cuenta la situación se revierte: dos tercios del proceso son las etapas previas a la producción del bien o servicio final.

Esto llevaría a conclusiones de política económica distintas: si se quiere reactivar la economía, habría que alentar la inversión y la producción, que luego generarán mayor consumo. Pero si no hay consumo, no van a invertir, dirían los críticos. No obstante, los empresarios no miran el consumo hoy, sino que miran el futuro. El empresario invierte sobre la base de la rentabilidad esperada, no del consumo. Un gobierno puede alentar todo el consumo que quiera, pero si los empresarios ven un futuro siniestro, ninguno va a invertir.

Por este motivo, recientemente el Bureau of Economic Analysis (BEA) de los Estados Unidos ha comenzado a publicar una nueva estadística, el Gross Output, donde se tienen en cuenta todas las etapas del proceso productivo y no sólo la etapa final de consumo.

Se ha repetido hasta el cansancio que se considera el valor agregado, y no el valor bruto, porque de otro modo se estaría duplicando la contabilidad y esto sesgaría el valor del PBI. Esto es cierto, pero justamente por ello el PBI puede sesgar nuestro análisis al no considerar qué sucede con las transacciones previas al consumo. El PBI es un indicador incompleto sin el valor bruto de la producción (VBP).

Los analistas que miran esta variable consideran lo siguiente. En primer lugar, que el gasto en consumo representa el 20% de la economía real, no el 60 o el 70%, como comúnmente se informa siguiendo a Keynes. La inversión, por el contrario, representa más del 60% del VBP. El Indec tiene una estadística similar que los economistas deberían empezar a atender: el valor bruto de la producción. Según el PBI, el consumo privado y público representa el 86% del PBI, que equivale al 50% del VBP.

Si bien en 2009 tanto el PBI como el VBP cayeron un 5,8% cada uno, el desagregado por sector económico muestra diferencias. A modo de ejemplo, el PBI y el VBP del sector agrícola cayeron un 17,7% y un 26,4%, respectivamente, mientras que para el sector comercial lo hicieron un 19,5% y un 12,3%. Si observásemos las transacciones finales (PBI), concluiríamos que el sector comercial se vio más afectado que el agrícola, pero al tener en cuenta todas las transacciones de cada sector vemos que el agrícola fue notablemente más afectado.

En segundo lugar, cuando atendemos el VBP en lugar del PBI, comprendemos que es la inversión la principal variable en la producción, y es entonces allí donde debemos colocar el esfuerzo de la política económica, ofreciendo los incentivos adecuados. Dicho en otros términos, el PBI oculta la estructura económica que está detrás del consumo o, en otros términos, la importancia de la inversión en la producción.

En tercer lugar, como observan Mark Skousen en Estados Unidos o César Pailacura en la Argentina, al comparar el PBI con el VBP, se ve una volatilidad mayor del segundo respecto del primero. Esto nos muestra que el impacto de las crisis económicas es más profundo de lo que en general se reconoce.

En definitiva, tenemos que reconciliarnos con el consumo. No es ni héroe ni villano. Seguramente no será el fin más elevado de nuestras vidas, tampoco es la llave del progreso. Debemos correr el foco de cómo se gasta el ingreso en lugar de cómo lo producimos.

Profesores de Economía. Krause, en la UBA; Ravier, en la Universidad Nacional de La Pampa, y Cachanosky, en la Metropolitan State University of Denver