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martes, 22 de diciembre de 2015

Argentina apunta a un régimen para desacelerar los precios

Cómo es el sistema que prepara el Gobierno para bajar la inflación

Por: Carlos Arbía - Desde el Ministerio de Economía - Infobae
El ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, avanzan en el diseño de un régimen que permita desacelerar la suba de los precios


El ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, y el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, trabajan en tandem para desacelerar la suba de los precios

Se trata de un sistema desindexatorio inspirado en el mecanismo que aplicó Chile a comienzos de los 90, durante la presidencia de Patricio Aylwin, en el gobierno de la "Concertación" y que sirvió para bajar la inflación del 30 al 12% anual, en un período difícil de la economía chilena. El mecanismo, que se mantiene vigente en el país vecino, consiste en determinar una "Unidad de Fomento", similar a la unidad de cuenta que utiliza Chile para actualizar los precios de la economía.

En su primer discurso el 14 de diciembre, el titular del BCRA destacó que la UF "es un instrumento que permitirá que olvidemos al dólar como instrumento de ahorro, que posee un valor mucho más incierto y con un acotado potencial de contribución a la economía, y que el ahorro de los argentinos sea convertido en créditos productivos e hipotecarios".

La unidad de fomento (UF) es una unidad de cuenta reajustable de acuerdo con las metas de inflación, cuya finalidad original era la revalorización de los ahorros de acuerdo con las variaciones de la inflación, pero luego se extendió al sistema crediticio, y hasta para la actualización del valor de los contratos y de los honorarios.

EL GOBIERNO QUIERE REPLICAR EL MODELO CHILENO PARA DESACELERAR LA INFLACIÓN

Acuerdo Económico Social

La instrumentación de la UF en la Argentina, de acuerdo a lo que pudo saber Infobae, constituiría uno de los principales puntos de un Acuerdo Económico - Social con una mesa tripartita con el Gobierno, empresarios y sindicatos, para poder bajar la tasa de inflación.

Esta mesa se reuniría dos veces por año, como ocurre en Chile, y los aumentos salariales se pactarían sobre la base de la inflación esperada y no con la pasada.

El futuro acuerdo en el que trabajan Alfonso Prat-Gay y Federico Sturzenegger plantea un Banco Central independiente; el logro del equilibrio fiscal en cuatro años y una reforma impositiva basada en modificaciones al Impuesto a las Ganancias para los trabajadores.

LA UF POSIBILITÓ IMPULSAR EL CRÉDITO PARA LA VIVIENDA

En ese aspecto el presidente del BCRA destaca que con ese sistema "sólo en créditos hipotecarios, Chile tiene, en términos del PBI, una vez y media el sistema financiero argentino, por lo tanto un mecanismo de estas características le permitirá a los bancos captar dinero, cuyo valor real estará preservado para el depositante".

lunes, 14 de diciembre de 2015

No puede haber metas de inflación en Argentina

La imposibilidad de aplicar metas de inflación en el Banco Central

Por: Javier Milei - Infobae

Sin lugar a dudas, a juzgar por los resultados en materia de inflación a lo largo de la historia del país, el desempeño del Banco Central (BCRA) está muy lejos de ser materia de orgullo. Concretamente, previo a su creación, en 1935, la cantidad de dinero de alta potencia (base monetaria) crecía a una tasa del 6%, mientras que la inflación y el tipo de cambio subían a un ritmo en torno al 3% y 4% anual. A su vez, en los primeros diez años de operación, la cantidad de dinero pasó a crecer a un ritmo del 14%, mientras que la inflación y el tipo de cambio lo hicieron al 6 y 2 por ciento.

Sin embargo, luego de la estatización del órgano de control monetario en el año 1946, la tasa de crecimiento promedio de la cantidad de dinero se disparó a niveles del 130%, mientras que las tasas de inflación y de devaluación treparon a niveles del 160 y 150 por ciento. Por lo tanto, el desempeño del Banco Central desde mediados del siglo XX ha sido altamente cuestionable. Además, sus marcas registran períodos de muy alta inflación, dos hiperinflaciones y la destrucción de cinco signos monetarios (en rigor, son seis si se tiene en cuenta que los actuales pesos dejaron de ser convertibles en el año 2002), motivo por el cual debería resultar claro que la misión del BCRA tiene que ser reconsiderada muy seriamente.

Si uno asumiera que en la economía existiera un único agente representativo, donde además los precios relativos son constante, tal que pueda pensarse en un único bien y que dado estos elementos no existieran efectos distributivos en términos de ingreso y riqueza (al margen de que las adiciones de dinero afectarían el nivel de utilidad del agente y, por ende, de su gasto), se podría definir que el único objetivo del BCRA debería ser el de preservar el valor de la moneda, esto es, defender su poder adquisitivo. En otros términos, dado el equilibrio del lado real de la economía, el BCRA debería minimizar la tasa de crecimiento de los precios de la economía, que bajo este encuadre significaría mantener una baja tasa de inflación.

Para lograr dicho objetivo, existen por lo menos dos metodologías. Por un lado, está el sistema de metas de inflación, el cual se ha estado aplicando en el mundo con gran éxito. Por otro lado, está el método basado en el control de los agregados monetarios, el cual ha caído en desuso desde mediados de los ochenta en los países desarrollados y en los emergentes luego de los noventa.

Si bien esto último parecería indicar que el método a seguir para reducir la inflación en la Argentina debería ser el sistema de metas de inflación, su implementación requiere de nueve condiciones que hoy no se cumplen : (i) marco institucional que asegure la independencia operativa del BCRA y sus responsabilidades, (ii) transparencia en la comunicación, (iii) expectativas de inflación ancladas, (iv) reputación y credibilidad, (v) transparencia de la política monetaria, (vi) transparencia de la información, (vii) presentación de un objetivo con metas piso y techo sobre un índice de precios confiable, (viii) coordinación con la política fiscal y (ix) desarrollo de modelos de predicción.

Al mismo tiempo, el supuesto éxito aludido a su uso durante 2002 y 2003 ha sido fruto de lo que se conoce como error tipo II (resultado deseado haciendo lo incorrecto), donde la fuerte iliquidez emergente a la salida de la convertibilidad, la exagerada devaluación de la moneda respecto al dólar y el homérico ajuste fiscal de Eduardo Duhalde fueron las bases del éxito logrado. De hecho, las condiciones de la economía hoy son radicalmente distintas: (i) el fisco es la más importante fuente de emisión de pesos, (ii) no existe sobrante de dólares y (iii) hay un apreciable exceso de pesos, motivo por el cual es imposible anclar las expectativas.

Por otra parte, acorde con una serie de trabajos que hemos publicado junto a Diego Giacomini (El nuevo BCRA y la reforma monetaria y Ensayos monetarios para economías abiertas: el caso argentino), existe una muy profunda relación causal entre M1 (circulante en poder del público, más depósitos a la vista) y el PIB nominal (existencia de cointegración), motivo por el cual la literatura especializada en la materia sugiere que la política monetaria, hasta que se reduzca la tasa de inflación y las expectativas queden ancladas, debería ser diseñada con base en metas cuantitativas sobre M1.

Esta importancia estadística de M1 sobre la determinación del PIB nominal, y dado el nivel que suele tener la tasa de crecimiento de la economía, amplifica el vínculo causal entre la tasa de crecimiento de dicho agregado monetario con la tasa de inflación. En este contexto es donde además se vuelve más relevante la discusión sobre la existencia de un sobrante de pesos.

Acorde con los trabajos mencionados, cuando se procede a estimar la demanda de dinero (M1) en términos del PIB en los últimos 70 años, la estimación sugiere que sobran pesos por cerca de 3,8% del PIB (unos doscientos mil millones de pesos). A su vez, el nivel de M1 en términos de PIB de Argentina supera en 3,9 puntos porcentuales el promedio de la región, donde además, mientras que la relación M1/M3 promedio de la región es del 20%, en nuestro país se ubica en el 50 por ciento. Por ende, todos los indicadores estarían dando cuenta de un fuerte sobrante de pesos (algo normal cuando se ponen restricciones como el cepo), lo que, además, se ha visto validado empíricamente al estudiar los residuos (parte no explicada de la estimación estadística) de la relación entre M1 y el PIB nominal.

Esta situación monetaria ya se ha observado dos veces en la economía del país. La primera tuvo lugar en 1959 y la segunda en 1975 (el Rodrigazo). En ambos casos, la tasa de inflación llegó a multiplicarse por seis veces y el PIB cayó un 6% en el momento más agudo de la crisis. Por lo tanto, frente a este riesgo, resulta recomendable la colocación de un bono en dólares suscribible en pesos, de modo tal que se retire el sobrante de pesos. A su vez, como dicha solución implica una manifestación de demanda potencial por moneda extranjera, al ser neutralizada se podría abrir el cepo cambiario de modo exitoso y sin corrida alguna.

Finalmente, desde el punto de vista de los riesgos, si los bonos en cuestión no tuvieran demanda, ello no sólo no tendría costos, sino que además implicaría una fuerte manifestación de confianza en la moneda local. Sin embargo, si, por el contrario, se trabajara con la hipótesis de que no hay sobrante de pesos y al abrirse el cepo la demanda de dinero local se derrumba y genera una corrida cambiaria, la economía podría replicar la experiencia del Rodrigazo. Consecuentemente, tanto en materia de diseño de la política monetaria como en términos de control de riesgos, las nuevas autoridades deberían abstenerse de apostar por el error tipo II, al tiempo que deberían intentar minimizar los riesgos. De confirmarse la existencia de un sobrante de pesos y no mediar una gran dosis de buena suerte, el resultado final podría ser muy negativo para el bienestar de los argentinos.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

La pesada herencia de los inútiles

La "fiesta financiera K" de fin de ciclo
En foco


En el centro del jubileo. Presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, y ministro de Economía, Axel Kicillof. /MECON

Alcadio Oña - Clarín

Todo es cuestión de intereses, finalmente. Como que el martes pasado el Banco Central suba al 30% la tasa de interés de las letras –Lebac– que coloca en el mercado y, simultáneamente, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, pontifique: “Néstor puso la Patria sobre el mercado. Puso a los intereses del pueblo sobre los intereses concentrados que hoy quieren volver al pasado”.

Tomada habló durante un acto con dirigentes sindicales de la carne y de los vigiladores privados y habló de Néstor, pero nada cambia de fondo. El mercado de su eslogan es el mismo mercado en que el Central paga semejantes rendimientos y quienes embolsan la ganancia son, fundamentalmente, grandes operadores, bancos y empresas, con independencia del calificativo que cada cual elija ponerles.

Para que se entienda mejor: solo por los intereses de las Lebac, en 2016 habrá que desembolsar $ 120.000 millones.

Así son las cosas del mundo real. En este vale todo cabe que Axel Kicillof haya quemado las páginas de su manual básico donde se decía que el alto costo del dinero desalienta la actividad económica y las inversiones productivas. Y no las quemó ahora: las quemó hace rato.

La gran fiesta financiera del fin de ciclo sigue con los seguros de cambio del tipo escandalosos que el BCRA le sirve en bandeja al bendito mercado.

Simplificado, el sistema consiste en garantizarles a los tomadores un precio futuro del dólar oficial –a enero, febrero o marzo– con el compromiso de que en caso de una devaluación les pagará la diferencia en pesos. Y como está descontado que habrá devaluación, los jugadores apuestan sobre seguro y el Central pierde seguro.

Según un informe de la Fundación Capital, hasta septiembre la operación ya ha representado un costo de $ 33.600 millones. A la velocidad de un rayo, la cuenta siguió engrosándose en octubre y así continuará a menos que algo la frene: ese algo, como adelantó Clarín, puede ser una denuncia que elaboró Alfonso Prat Gay y fue presentada por los diputados Federico Pinedo y Mario Negri.

La causa cayó en el juzgado de Claudio Bonadio, el mismo juez que investiga a Hotesur, la empresa de la familia Kirchner. Pegada a su decisión corre una maniobra extendida a operadores amigos del poder u operadores que compran por cuenta de amigos del poder.

Dice un ex funcionario del Central, abogado para más datos: “Se justifica que en su papel de regulador el banco pueda hacer algunos malos negocios, siempre que sean transitorios, transparentes y a precios del mercado. Acá existe un único oferente y está vendiendo dólares futuro a 10,80 cuando en Nueva York el mismo producto cotiza a 14 y hasta 15 pesos. Eso pasa por arriba de la Carta Orgánica y da sustento a la denuncia”.

El responsable final es Alejandro Vanoli, aunque hay lugar para un par de directores que reportan en vivo y en directo a Kicillof. Son quienes en los hechos manejan la mesa de dinero del banco y fijan posiciones: en el mercado todo el mundo lo sabe.

Puertas adentro del Central existe cualquier cosa menos una fiesta. Cuenta el ex funcionario: “El clima es un hervidero como nunca se había visto. Desde arriba llueven presiones fortísimas sobre los subgerentes, los maltratan y a veces llegan a insultarlos, porque se niegan a avalar decisiones que ni siquiera fueron tratadas por el directorio. Temen quedar pegados a un juego en el que no tienen ni arte ni parte”.

Varias cosas más, aunque diferentes, se cruzan en ese universo.

El balotaje o, mejor dicho, que Daniel Scioli no hubiese triunfado en la primera vuelta trabó una pieza clave en la cadena que había armado Kicillof. La idea era aprovechar el resultado y reducir drásticamente la venta de dólar ahorro a partir del lunes pasado: ¿quedó para más adelante?

Dentro del mismo apurón encajan las gestiones del ministro ante el Banco Mundial y el BID. Pretende que anticipen fondos de líneas de crédito que deberían empezar a desembolsarse desde el año próximo; esto es, apropiarse de recursos del nuevo gobierno.

No es mucha plata, aunque en la urgencia todo suma: son 50 o 90 millones de dólares según los casos. Pero Kicillof enfrenta dos problema: la resistencia de los responsables de ambos organismos y, acá, la de funcionarios que se niegan a poner su firma en algo que puede comprometerlos.

El ministro, en persona, llegó a bloquear divisas del Central destinadas a pagar equipos importados por organismos de su propio gobierno. Y como la operación ya había sido autorizada y estaba cerrada, durante un tiempo los equipos no pudieron ser desembarcados. Dólares escasos, capricho de mandamás o ambas cosas juntas.

Todo tiene que ver con todo, diría Cristina Kirchner.

A las Lebac del 30% y al escándalo con los dólares a futuro se le suman alrededor de $ 100.000 millones por un paquete de bonos del Estado de corto plazo que rinden 29% o van atados al tipo de cambio oficial.

Se trata de una movida carísima cuyo objetivo, bien de patria financiera, es sacar pesos del mercado y así desalentar la compra de dólares.

Casi ni hace falta decirlo, aunque mejor no omitirlo. En la timba oficial pierde el Estado, o sea, los ciudadanos. Y ganan los especuladores, generalmente gente de espaldas anchas.

El día de los intereses en versión Tomada, el Central apretó todavía más el torniquete sobre las importaciones. Bajó el tope de las divisas que las empresas pueden comprarles a los bancos sin necesidad de consulta previa, aunque el tope no es un tope sino un blanco móvil que depende de cuánto haya disponible en la caja.

Ese mismo día las aseguradoras fueron conminadas a vender los títulos dolarizados de sus carteras, para que un aumento de la oferta haga bajar el precio a los billetes color verde que circulan en el mercado. Hay amparos judiciales en puerta, pues las compañías cubren siniestros a largo plazo y necesitan una garantía de pago sólida.

Conviven en el fin de ciclo la fiesta financiera y una presión cambiaria que come reservas escasas o que directamente va sobre las reservas escasas.

La Fundación Capital ha hecho unos cálculos que le ponen telón de fondo a todo. Dice que si se computan pagos a corto plazo y se restan los yuanes de China, los depósitos privados, los bonos trabados por Griesa y otros recursos que están de prestado, a fin de año las reservas netas del Central quedarán debajo de cero. Negativas por US$ 2.253 millones.

Nunca hubo dudas en el Gobierno sobre dónde dejar caer la factura completa ni consideración por el costo de la factura, y la prueba está a la vista. Como también están a la vista los errores y la impericia del gobierno que encarna Cristina Kirchner, empezando por Kicillof, “mi mano derecha, mi mejor asesor y asistente”.

El final abierto y los planes cambiarios que manejan en los campamentos de Scioli y de Macri le agregan pimienta a las expectativas y hacen que 23 días no sean 23 días, sino un camino largo y sinuoso.

La dupla Kicillof-Vanoli deberá transitarlo con los tanques casi vacíos, al modo como hacen las cosas: pegando volantazos, desordenadamente e improvisando a cada rato. Eso ya se sabe y también se sabe que llegar, llegarán.

El interrogante es cuáles serían los próximos capítulos de esta película, aunque queda una frase que la Presidenta usó para cerrar sus elogios al ministro: “La economía la sigo manejando yo”.

martes, 14 de octubre de 2014

Tres objetivos incompatibles hasta para una ama de casa

La trampa de los tres objetivos incompatibles
Por Federico Sturzenegger  | Para LA NACION

El Gobierno enfrenta sus múltiples y cada vez más evidentes contradicciones de política económica tratando de resolver un trilema imposible.

Me explico. La conducción económica anhela tres objetivos bien concretos: estabilizar las reservas o hacerlas crecer; mantener controlado el tipo de cambio evitando el impacto distributivo de una devaluación, y liberar el cepo cambiario, el ingrediente más tóxico de la política económica.

Pero las políticas destructivas a la producción que el oficialismo sigue profundizando -por ejemplo, con la reciente sanción de la ley de (des)abastecimiento-, y cuyo único resultado fue una baja en la actividad económica y en las exportaciones, obligan al Gobierno a sacrificar, inexorablemente, al menos uno de estos objetivos.

Si quiere preservar las reservas y mantener estable el tipo de cambio, el resultado será una mayor caída de las exportaciones por el atraso cambiario, lo que obligará al Gobierno a seguir apretando el cepo. Si quiere liberar el cepo manteniendo estable el tipo de cambio, sólo lo podrá hacer a costa de perder reservas. Si quiere preservar las reservas y liberar el cepo, no tiene más remedio que dejar ir el tipo de cambio.

En los últimos cinco años, el gobierno nacional se ha debatido sobre cómo priorizar entre estos tres objetivos. Hasta 2011, cuando todavía quedaba resto en la recuperación de la economía, las exportaciones y las reservas crecían con un mercado cambiario libre. Pero hacia fines de 2011, la intervención masiva del Gobierno en los mercados, el creciente costo fiscal y el atraso cambiario minaron la competitividad argentina y estancaron las exportaciones.


Dos increíbles incapaces

Enfrentado con esa realidad, el Gobierno eligió apelar al cepo. Así sentía que preservaba las reservas y lograba sostener el tipo de cambio. Pero el resultado del nacimiento del cepo fue una inmediata recesión. En 2012 la economía cayó 0,4 por ciento según el IGA (Índice General de Actividad) de Orlando Ferreres. En el segundo trimestre de 2012,cuando el cepo empezó a hacerse sentir, el derrumbe en el nivel de actividad fue de 5 por ciento.

Ante este panorama, en 2013, de cara a las elecciones, el Gobierno cambió el rumbo. Liberó el cepo al tiempo que mantuvo la estabilidad cambiaria. Pero como las exportaciones seguían en caída, el resultado fue una pérdida de reservas (cayeron de 43.290 millones de dólares a 30.599 durante el año). La contraparte de la relajación de la restricción externa fue una recuperación de la economía, que creció 3,3 por ciento según Ferreres y 2,9 por ciento según el PBI Congreso. Con la llegada de Juan Carlos Fábrega al Banco Central, el foco se puso nuevamente en las reservas, y no queriéndose apretar más el cepo, lo que se eligió fue la devaluación (23 por ciento en enero de 2014).

Pero desde entonces, el Gobierno optó nuevamente por volver a la estrategia inicial: apretar el cepo como mecanismo para preservar las reservas y la estabilidad cambiaria. Una vez más, el efecto es una fuerte recesión, ya que la economía viene cayendo 1,1 por ciento interanual en el primer semestre, según los datos del IGA, pero con una caída interanual registrada al mes de agosto, de 4,5 por ciento. La industria, donde el cepo se hace sentir con mayor intensidad, muestra una caída de 3,3 por ciento en el año, según el IPI (Índice de Producción Industrial) de Ferreres, pero de 6,1 por ciento en agosto.

El reciente reemplazo de Juan Carlos Fábrega por Alejandro Vanoli presagia que esta estrategia de mayores controles se profundizará. Es que el Gobierno elige este camino cuando necesita más que nunca al Banco Central. Ya le pidió 73.300 millones en el año para financiar su déficit creciente, pero todavía necesita pedirle 110.000 millones más en los próximos tres meses. Vanoli enfrenta dos opciones para cumplir con este pedido. O emite billetes por esa cantidad, aumentando la inflación, la brecha, y precipitando una devaluación, o los obtiene forzando a los bancos a prestárselos vía encajes, preparando el camino para una crisis financiera en el mediano plazo.

¿Cómo se sale de la trampa? Logrando que en la Argentina se pueda -ya no es cuestión de querer- producir. Esto requiere que la política se dedique a pensar cómo gestionar mejor el Estado y no a pensar cómo gestionar mejor las empresas. Porque el Gobierno, al dedicarse a lo que no tiene que hacer, y no ocupándose de lo que sí debería hacer, termina imponiéndole a la producción un costo fiscal desmedido, genera costos de financiamiento imposibles de cubrir y sustrae toda la energía de producción desviándola al arduo trabajo de atajar penales y llenar formularios. Lamentablemente, a estas alturas de las circunstancias, no se visualiza que esto vaya a cambiar hasta que los argentinos elijan un gobierno que se dedique a gestionar y no a relatar.

Porque la economía en esto es como el amor, sostener una relación sólo a fuerza de relato o intenciones permite llegar hasta un cierto punto en el que, finalmente, eclosiona cuando la realidad se hace evidente..

jueves, 2 de octubre de 2014

La demencia al frente de la política económica

Golpe al corazón del sistema financiero
Por Carlos Pagni | LA NACION



En el mar de interrogantes en que se ha convertido la economía nacional existe una sola certeza: Cristina Kirchner está desplegando una estrategia sistemática y exhaustiva para agravar la recesión. Como en tantos otros campos, camina en dirección de aquello que pretende evitar.

Ayer dio un largo paso más, con dos medidas que prometen fortalecer la intervención sobre el sistema financiero. Por un lado, expulsó a Juan Carlos Fábrega de la presidencia del Banco Central, y lo reemplazó por Alejandro Vanoli. Es el jefe de la Comisión Nacional de Valores (CNV), donde se caracterizó por hostigar a empresas a las que la Presidenta señalaba como agentes de un complot.

Por otro lado, el kirchnerismo aprobó anoche en la Cámara de Diputados, sin la participación de la oposición, una amplia y controvertida reforma al Código Civil y Comercial, que, entre otras novedades, establece una pesificación asimétrica de las transacciones bancarias celebradas en dólares.

Cristina Kirchner está desplegando una estrategia sistemática y exhaustiva para agravar la recesión
Si bien la nueva codificación entrará en vigencia en 2016, con ese par de decisiones la señora de Kirchner traspuso, en su marcha dirigista sobre el mercado, una frontera frente a la cual su esposo siempre se detuvo: avanzó sobre los bancos.

Fábrega fue defenestrado por Cristina Kirchner en uno de los cuatro discursos que pronunció anteanoche, cuando denunció que desde el Banco Central se anticipaban los allanamientos a las instituciones financieras investigadas por la Justicia y que allí dormían 80.000 expedientes de presuntas violaciones de la ley penal cambiaria.


Leal a Cristina Kirchner. Alejandro Vanoli asumirá como presidente del BCRA. Foto: Archivo

En el mismo soliloquio la Presidenta dio pistas de que el nuevo titular del Central sería Vanoli, ya que para muchas de sus acusaciones citó a la CNV como fuente. Vanoli es un economista de larga trayectoria en el sector público, sobre todo en el área de endeudamiento. Se inició en 1988 en la institución que ahora le toca conducir, ocupó una posición técnica en la Secretaría de Finanzas durante la administración de Carlos Menem y cuando llegó al poder Fernando de la Rúa migró hacia la CNV como asesor. Con el ascenso del kirchnerismo se incorporó al grupo Fénix, que defiende el intervencionismo económico.

Sin embargo, recorrer el currículum de Vanoli tal vez no ayude a caracterizarlo. Porque el rasgo principal de su conducta es la obediencia. Por lo tanto, para prever sus comportamientos es más útil conocer las órdenes que recibe que las actividades que desarrolló. La Presidenta tuvo dos ocasiones para estar segura de esa inclinación de Vanoli al sometimiento, indispensable para colaborar con alguien que se cree víctima de una confabulación. La primera fue durante el ataque oficial a Papel Prensa, cuando el nuevo jefe del Central recibía órdenes destempladas de Guillermo Moreno . Hasta existe la sospecha de que algunos de sus dictámenes fueron redactados por Marta Cascales, la esposa de Moreno. La otra exhibición de lealtad canina del sucesor de Fábrega tuvo lugar cuando dictaminó que "difundir el precio del dólar blue es como dar el precio de la cocaína". Tal vez ese aforismo presida su nueva misión.


Completamente loca

A pesar de que aceptó aplaudir el discurso en el que lo degollarían, Fábrega no terminaba de asegurar su incondicionalidad. Como presidente del Central cometió tres pecados. El primero, haber conseguido el acuerdo senatorial casi por unanimidad, un consenso incoherente con el estilo del Gobierno. En la Casa Rosada siempre atribuyeron ese logro a una gestión de Jorge Brito, el titular del banco Macro. La segunda desviación está relacionada con la anterior: las opiniones de Fábrega siempre fueron coincidentes con las de los expertos del sistema financiero. Sobre todo la recomendación de subir la tasa de interés para volver más atractivo el peso y desalentar la fuga hacia el dólar. No debe sorprender que, en el mismo discurso, Cristina Kirchner estigmatizara al funcionario y acusara a varios bancos de realizar operaciones de contado con liquidación -que son legales- y de obtener información privilegiada del Central. A esas entidades les atribuyó formar parte de un complot, junto con los Estados Unidos, los holdouts, el juez Thomas Griesa y Estado Islámico, destinada, por lo menos, a destituirla. Tampoco debe extrañar, entonces, que el reemplazante, Vanoli, no sea un experto en política monetaria, sino en desbaratar conjuras imaginarias. La tercera falta de Fábrega fue haber recriminado a Kicillof, delante de la Presidenta, el enfrentamiento con los holdouts. Fue el 25 de agosto pasado, durante una discusión acalorada en Olivos.

El rasgo principal de la conducta de Vanoli es la obediencia
Estas apostasías de Fábrega alimentaron una vieja animadversión de los dirigentes de La Cámpora, que lo sustituyeron en la conducción del Banco Nación. Los amigos de Máximo Kirchner parecen estar detrás de la ola de versiones sobre presuntas irregularidades del banquero: desde operaciones de su hermano con una "cueva" financiera hasta la aceptación de un departamento en el condominio Bellini, regalo de un empresario agradecido por la asignación de un crédito del Bicentenario. Habladurías difíciles de verificar. Idénticas a las que se refieren al inexplicale enriquecimiento de algunos colaboradores de Vanoli en la CNV.


Acorralado, Juan Carlos Fábrega se fue del Banco Central. Foto: Archivo / Hernán Zenteno / LA NACION
Las causales de condena de Fábrega iluminan el camino de su reemplazante. En vez de repetir "sí, Guillermo", deberá decir "sí, Axel". El mercado espera, en consecuencia, que haya una presión sobre los bancos para que reduzcan la tasa de interés, que es una vieja obsesión de Kicillof. Ayer los expertos se preparaban para que el Central deje de capturar pesos a través de lebacs, que se remuneran con una tasa de alrededor del 28%, y lo haga por un aumento de los encajes bancarios, a un costo mucho menor. La ganancia permitiría a Vanoli seguir financiando al Tesoro a menos precio. Es un objetivo principal de Kicillof, que pretende contrarrestar la recesión incrementando todavía más el gasto público. Otro motivo de su conflicto con Fábrega.

El mercado espera que haya una presión sobre los bancos para que reduzcan la tasa de interés, que es una vieja obsesión de Kicillof
La contracara de esta decisión sería una pérdida para los bancos, que optarían por reducir la tasa que pagan a los depositantes. Es probable, entonces, que quienes hasta ahora intentan defenderse de la elevadísima inflación colocando sus ahorros en los bancos, corran hacia el dólar. La brecha entre el oficial y el blue se haría más amplia, aumentaría la expectativa de una devaluación y, por lo tanto, desalentaría a los exportadores a liquidar divisas. Pero la ingeniería estatizante de Kicillof también tiene un remedio para esta nueva conspiración: la ley de abastecimiento.

Las diatribas presidenciales sobre las operaciones de contado con liquidación hacían prever anoche a los especialistas que se prohibirá comprar bonos en dólares con pesos. Por lo tanto, quienes para obtener divisas recurren a la mediación de instrumentos financieros -los importadores de insumos, por ejemplo- deberán adquirir acciones. Pero también esa operación se podría reprimir. Sería un cepo a todo.

La tendencia que se prefigura con la sustitución de Fábrega por Vanoli -otra vez la sibilina prosa de Carta Abierta fue premonitoria- coincide con otra intervención sobre el sistema financiero que, aunque no sería inmediata, es muy delicada. Anteayer, la Asociación de Bancos (ABA), que reúne a las entidades de capital extranjero, envió una carta al presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez , para alertar que el nuevo Código Civil y Comercial consagrará una nueva pesificación asimétrica. El artículo 765 admite que préstamos pactados en dólares sean devueltos en pesos. Pero el 1390 excluye de esa posibilidad a los depósitos bancarios. Quiere decir que las entidades financieras estarán obligadas a entregar dólares a quienes les confiaron sus ahorros en esa moneda. Pero las empresas que tomaron créditos en dólares para financiar sus exportaciones podrán saldar su obligación en pesos al cambio oficial. ABA anticipó a Domínguez que habrá un retiro generalizado de dólares de los bancos. Por lo tanto, la reforma no contempla que habrá menos capacidad para financiar exportaciones y disminuirá el nivel de reservas del Central.

Como si hubiera una oscura armonía entre los procedimientos y los resultados, el kirchnerismo está elaborando su propio 2001
El avance de la señora de Kirchner sobre los bancos lleva la marca intelectual de Kicillof. Como todo funcionario que sacraliza una receta, él no atribuye los problemas a las medidas que ha tomado, sino a la demora de las que aún le quedan por tomar. Con la misma lógica la Argentina se fue comprometiendo más y más con la convertibilidad, hasta desembocar en el colapso de 2001. Como si hubiera una oscura armonía entre los procedimientos y los resultados, el kirchnerismo está elaborando su propio 2001. Una crisis artificial, porque deriva más de sus decisiones que de las adversidades objetivas. La señora de Kirchner ya devaluó, entró en default y, gracias a la inflación , emite una cuasi moneda que en vez de llamarse patacón se llama peso. Sólo faltaba un capítulo para completar la secuencia de la farsa y la tragedia: minar con la desconfianza al sistema financiero. Está a punto de lograrlo..

sábado, 15 de febrero de 2014

La autoconspiración denunciada

Alucinaciones conspirativas




Me tomé el trabajo de escuchar atentamente las declaraciones de Miguel Bein y, efectivamente, dice que hubo un intento de conspirar contra el Gobierno para vaciar de reservas al BCRA y hacerlo volar por el aire. El problema es que mi estimado Miguel Bein no dice en qué consistió ese ataque especulativo para vaciar al BCRA de reservas. Es más, sería interesante que explicara la mecánica de la conspiración porque hay un cepo vigente y no hay forma de vaciar al BCRA de reservas si la entidad no quiere vender. Ni siquiera los importadores podrían haberse puesto de acuerdo para adelantar el pago de importaciones porque el BCRA, aun el importador teniendo la DJAI aprobada, puede decidir no vender las divisas. De manera que por el lado de los importadores, no advierto capacidad de conspirar.
Sería interesante que explicara la mecánica de la conspiración porque hay un cepo vigente y no hay forma de vaciar al BCRA de reservas si la entidad no quiere vender
Los bancos tampoco pueden conspirar porque por las reglas que rigen, por más que vayan al BCRA a pedirle dólares, el Central les puede decir que no. Así que, insisto, el Central se puede sentar arriba de las reservas y no vender, con lo cual el argumento de Bein de que querían vaciar de reservas al BCRA luce un poco extraño. Sería bueno que explicara cómo sería ese mecanismo conspirativo que denunció.
Supongamos que un grupo de conspiradores operaron futuros a precios muy altos y que el Central era la otra punta. Llegado el momento las diferencias se compensan entregando pesos, no dólares, así que, de nuevo, tampoco encuentro una explicación racional por este lado que muestre cómo podían vaciar de reservas al Central.
Podrá argumentarse que los exportadores no vendían la soja que tenían en sus silos bolsa. Si miles de productores se ponían de acuerdo en esa "conspiración" hay dos temas a considerar: a) la soja es del productor y la vende cuando se le da la gana, no cuando al Gobierno le conviene (si es que todavía existe el derecho de propiedad) y b) aun suponiendo esta conspiración, el Central no perdía reservas, dejaba de recibir dólares de exportación. No le bajaban las reservas, en todo caso no aumentaban. Nuevamente, ¿cómo hacían estos supuestos conspiradores para vaciar de reservas al Central si no le sacaban divisas?
Se podrá argumentar que si los exportadores no liquidaban sus exportaciones, el Central no tenía reservas para pagar los insumos de importación más el combustible que hay importar por la crisis energética generada por el mismo gobierno. Si este es el argumento, entonces, luego de 10 años de modelo, la sustitución de importaciones ha demostrado ser un fracaso absoluto y la política energética una catástrofe, con lo cual, más que una conspiración para dejar al Central sin reservas, tenemos un modelo económico que hace agua por todos lados o, dicho de otra manera, la supuesta conspiración no es otra cosa que la fenomenal inconsistencia de las medidas que se adoptan.
El Gobierno siempre ha argumentado que el mercado marginal, ahora llamado blue, es mínimo y sin relevancia, así que aun subiendo el dólar a $ 20 no debería ser motivo de preocupación para el Gobierno siendo que ese mercado es muy chico. Y si el modelo es tan fuerte, en poco tiempo los compradores iban a tener pérdidas, algo que hasta ahora no ha ocurrido.
¿Quién conspira, entonces? De acuerdo a los datos que pueden verse en el portal de la AFIP, entre el 27 de enero y el 12 de febrero, hubo 370.422 personas que compraron en total U$S 198 millones. De las 370.422 personas, 325.213 son empleados en relación de dependencia, 17.915 autónomos y 27.294 monotributistas. En todo caso, la corrida está generada por gente que vive de un sueldo o tiene bajos ingresos y sabe que el peso se derrite día a día por la emisión monetaria que hace el Central para financiar el gasto público. Acá, la supuesta conspiración no pudo venir de grandes operadores por las razones explicadas más arriba, la "conspiración" proviene de miles de personas que en su mayoría vive de un sueldo y no confía en el peso ni tiene confianza en el Gobierno. Así de simple.
La conspiración es la falta de confianza de la gente en un gobierno que no sabe para dónde ir ni cómo salir del lío que armó
El dato realmente curioso es que de las 325.213 personas que trabajan en relación de dependencia y fueron autorizadas por la AFIP, el 34% trabaja en el sector público nacional, provincial y municipal. El 15% de las personas autorizadas a comprar dólares y que realmente los compraron pertenecen al sector público nacional. Ni ellos creen en su propio modelo.
Si a eso le agregamos el cepo cambiario que ahuyenta toda inversión (nadie trae capitales para luego no poder girar utilidades), los discursos de alto voltaje de agresión en cadena, denunciando conspiraciones y amenazas de multa sin derecho a que las empresas puedan pedir una cautelar, más las inconsistencias propias de la política económica, la única conspiración que yo veo es la de las inconsistencias que salen a la luz sin piedad. La conspiración es la falta de confianza de la gente en un gobierno que no sabe para dónde ir ni cómo salir del lío que armó.
La Presidenta dijo que tendrían que poder aplicarse multas y luego de pagar, el multado podría ir a la Justicia. Si este principio rigiera, no solo se violaría el principio de inocencia y defensa en juicio, sino que Miguel Bein tendría que haber pagado la multa que le quiso aplicar Moreno y ahora, en vez de estar denunciando conspiraciones, estaría litigando para recuperar su dinero por haber dicho que la inflación era mayor a la que decía el ex secretario de Comercio.
El Gobierno acaba de presentar el nuevo IPC Nacional, con un aumento del 3,7% en enero. Asumiendo que el número es válido, esa tasa da un proyectado del 54,6% anual. Ahí está la verdadera conspiración, un gobierno que destruye la moneda y la gente que trata, legítimamente, de defender sus ahorros. El resto es solo relato para la tribuna que ya solo entra en un patio.


martes, 3 de diciembre de 2013

El efecto Marcó Del Pont


Así es la pérdida mensual de reservas del Central




Pérdida mensual de reservas del BCRA desde enero 2012 hasta noviembre 2013


sábado, 10 de agosto de 2013

Redrado: Las reservas del BCRA "son cero"

Martín Redrado: “El nivel de reservas es cero”


Para él, bien medidas, hoy están en US$ 29.000 millones, lo que significa entrar en una “zona crítica”. Y agrega: “Ahora, se ve el costo de usar al BCRA como una chequera”. 


Si el que calla otorga, Martín Redrado quiere asegurarse de no conceder ni un ápice y habla de todo. El ex presidente del Banco Central asegura que el proceso económico actual ya no brinda crecimiento ni genera empleo. Además, afirma que el principal problema no es el tipo de cambio ni la inflación, sino la falta de inversión. Pero la solución, dice, no es devaluar, sino llevar a cabo un programa económico integral, que atraiga a la Argentina los dólares que abundan en la región y escasean en el país. También, advierte que las reservas netas del Banco Central son de US$ 29.000 millones y que están en una zona crítica. “En realidad, digo que el nivel es cero porque las tomó la Presidenta para garantizarse su estabilidad política. Ya no hay más reservas para asegurar a los argentinos solidez y previsibilidad cambiaria”, dispara.

¿Cuál es su visión de la situación económica actual?Cada día es más evidente el agotamiento del proceso económico, que ya no brinda crecimiento ni genera empleo como lo hacía en sus primeros tiempos. El modelo, que estaba basado en cuatro pilares, desapareció. Ya no hay excedente presupuestario, ni dólar competitivo, desapareció el proceso de acumulación de reservas y el superávit comercial se sostiene con restricciones. Y esto no fue mejorado con un esquema superador. En una carrera larga, como una maratón, a los 10 kilómetros hay que cambiar de aire y el Gobierno no lo hace. Por eso, siente agotamiento y falta de oxígeno. Esto se ve, sobre todo, en una economía que está generando incertidumbre, principalmente, a partir del dólar, tema en el que se ve mucha improvisación. Se corre detrás de los acontecimientos y por la inexistencia de un programa integral. 

¿El principal problema es el dólar?No. Muchos dicen que es la inflación. Pero creo que es la falta de inversión. Para que una economía crezca de manera sustentable, hay que tener un consumo interno dinámico, que fue impulsado por el Gobierno, pero se quedó manco en los otros dos motores que debe tener una economía: la inversión y el sector externo, la integración productiva, venderle más al mundo pero con valor agregado, conocimiento, capacitación e inteligencia. Por lo tanto, hay que generar un programa integral que incentive la inversión. Porque esa es la manera de superar el problema del dólar. Para volver a un mercado cambiario dominado por la oferta y la demanda… La Argentina, cada vez, tiene más escasez de dólares porque la única manera de comunicarse con el mundo es a través de la venta de soja y, evidentemente, se dejó afuera el canal de los dólares que puedan llegar por inversión directa o de portafolios.

Es decir, en títulos y por el mercado de crédito internacional. Estas tres vías están clausuradas porque la Argentina se cerró a la inversión y, por lo tanto, el problema del dólar se soluciona desde la expansión y no desde la restricción. Esta vez, es fácil resolver el problema de la Argentina porque, si hubiera un gobierno confiable y un equipo económico serio, con un programa económico profesional que ponga los incentivos correctos en la inversión, estoy seguro de que nos pasaría lo mismo que a Uruguay, donde su presidente dice que sobran dólares. Hoy, a la región le sobran dólares y, a la Argentina, le faltan porque se cometieron errores. Hoy, está claro lo que no era evidente para muchos en 2010: usar al Banco Central como una chequera, para que ceda reservas e imprima todos los pesos que el Gobierno quiere, tiene un costo importante.


Redrado dixit. 
"Para que una economía crezca de manera sustentable, hay que tener un consumo interno dinámico".

¿Cuál es el nivel real de reservas? 
El nivel de reservas es cero porque las tomó la Presidenta, para garantizarse su estabilidad política y ya no hay más reservas para garantizar a los argentinos estabilidad y previsibilidad cambiaria. Por lo tanto, mientras no salgamos de usar al BCRA como una droga que a uno le permite pensar que está más allá de los límites, la Argentina seguirá teniendo más restricciones. Y más restricciones sobre el dólar significan más limitaciones a la producción. Es falsa esta idea de que sólo el 12 por ciento de los argentinos compra dólares para atesoramiento. El precio del dólar es uno de los más importantes, no sólo en la formación de expectativas, sino en los costos productivos que tienen las industrias, que dependen, en muchos casos, de partes y de insumos que vienen del exterior y que, en este contexto, el efecto es menos producción y menor generación de empleo.

Pero las reservas del BCRA son cercanas a US$ 38.000 millones… A esos US$ 38.000 millones, hay que netearlos de los créditos que son back to back con bancos centrales del exterior, es decir, que están contra depósitos que nosotros tenemos. Y hay que netearlos de los encajes en dólares de los depósitos de los argentinos. Por lo tanto, el nivel neto de esas reservas es de US$ 29.000 millones.

Las reservas cayeron US$ 4500 millones durante 2012. ¿Cuál es la tendencia y cuál sería un nivel crítico? El nivel óptimo depende. Uno lo puede tomar de una manera mercantilista, contra el nivel de importaciones, o de una forma financiera, contra el volumen de deuda que tiene el país, o de una manera más protectora de los depósitos, como un porcentaje de los plazos fijos. En todo esto, cuando uno hace una combinación de estos factores, que la Argentina tenga menos de US$ 30.000 millones de reservas ya es una zona crítica y se prenden las luces amarillas.

¿Y cuál es el impacto real en el empleo? Ya decía hace un año que había señales concretas de estancamiento en la creación de empleo y le daba una implicancia política. El Gobierno no tiene la capacidad de sacar conejos de la galera para generar una euforia de consumo o de empleo porque no hay inversiones ni producción. Y los números de empleo ya son evidentes: el primer trimestre marca una suba del desempleo de 200.000 argentinos más que en marzo del año pasado. El segundo trimestre da una leve mejoría. Pero la tendencia muestra el agotamiento de este proceso: la Argentina creó, de 2003 a 2008, unos 850.000 puestos de trabajo por año; de 2009 a 2011, unos 450.000; en 2012, sólo 100.000; y, hoy, ya estamos perdiendo trabajo. El único empleo que crece es el público, que lo hace al 5 por ciento, y lo pagamos todos los argentinos. 
Si fuera nuevamente presidente del BCRA, ¿cuáles serían sus primeras medidas para revertir la situación? Primero, hay que recuperar la independencia de criterio del banco. Siempre abogué por un BCRA integrado con el resto de la economía pero que esté imbuido de los objetivos de crecimiento económico, baja inflación, pero que a eso se contribuye desde los distintos sectores. Un BCRA que debe coordinar con el resto de la política económica, no lo concibo como una isla. Pero sí que sus equipos tengan independencia de criterio y que no estén a tiro de los pedidos del Gobierno para que le envíen fondos sin ningún tipo de control. Lo primero que hay que hacer es cortar ese financiamiento irrestricto y devolverle la independencia de criterio.

Y para poder intervenir en el mercado cambiario… Hoy, lo hace la ANSeS. Pero debería ser más activo el Central en el manejo de su cartera de títulos para poder tener impacto en el mercado de contado con liquidación. Pero, por ser una simple chequera, generó una gran inmovilidad en el propio staff del banco y, por lo tanto, hay mucho miedo en las líneas técnicas de sugerir esta independencia. En 2009, teníamos con qué calmar el mercado cambiario porque habíamos hecho un proceso de acumulación. Utilizamos, entre las cuatros crisis cambiarias que tuvimos entre 2007 y 2009, casi US$ 7000 millones para estabilizar el mercado cambiario. Hoy, esas medidas solas, claramente, no alcanzan y hay atraso cambiario porque, desde 2010, la tasa de devaluación no tuvo nada que ver con la de inflación y, por ello, los costos en dólares se hicieron, cada vez, mayores. Y eso hace que la industria argentina pueda exportar, cada vez, menos. La Argentina, como institución, no tiene la capacidad de generar más dólares y se recostó sólo sobre los de la cosecha. Entonces, si no hay un programa económico integral que incentive la llegada de dólares, el BCRA puede hacer muy poco, o las medidas que puede tomar tienen efecto sólo en el muy corto plazo.

Redrado Verti - IMGRedrado dispara. "El nivel de reservas es cero porque las tomó la Presidenta, para garantizarse su estabilidad política".
Para bajar a lo concreto ese programa económico integral, ¿qué medidas incluiría?
La primera medida sería enviar una ley al Congreso, que le dé independencia funcional, presupuestaria y operativa al Indec y nombrar a un nuevo director Ejecutivo, elegido por concurso y con el acuerdo del Senado. A partir de eso, hay que establecer un nuevo índice de precios a nivel nacional, que plantee que la Argentina hará las cosas bien y entra en un marco de normalidad. En segundo lugar, el país debería eliminar algo que pusimos Roberto Lavagna y yo en 2005, que es el encaje para el ingreso de capitales de corto plazo. Lo hicimos en un contexto en el que nos estaban inundando de dólares. Pero, hoy, faltan. El tercero sería dar apoyo o incentivo para bajar los impuestos distorsivos o los que castigan a la producción. Trabajar sobre un diferencial, sobre retenciones o impuesto al cheque que se puedan tomar a cuenta de distintos tipos de impuestos, para incentivar la inversión en corto plazo. Por último, una programación económica que permita mostrar que el gasto público, la recaudación, el aumento de salarios, el aumento de la cantidad de dinero y el deslizamiento cambiario estarán coordinados en un programa que vaya más allá del día a día y que plantee objetivos, por lo menos, a tres años, donde se vea que todos los instrumentos de la política económica estarán coordinados y, por lo tanto, se le puede marcar la cancha al sector privado y decirle que, ahora sí, no habrá marcos de improvisación y, sobre todo, de meterle la mano al sector privado, como se ve día a día.

¿Así no haría falta devaluar? No, porque en un contexto en el que sobran ingresos de capitales y con un equipo económico profesional, generaría una rápida reversión de expectativas. Y la Argentina podría hacer lo mismo que está haciendo Paraguay (ya ni nombro a Brasil). Paraguay tiene gran cantidad de inversiones directas, sobre todo, en sus sectores más competitivos, lo mismo que Uruguay. Eso debería trabajar la Argentina: en un contexto de excedente de dólares, gradualmente, se deberían ir retirando las restricciones del mercado cambiario.

El blue trepó a $ 10 y volvió a $ 8,80, al cierre de esta edición, ¿cuál es la tendencia real?La tendencia real es alcista, salvo algunas cuestiones del corto plazo porque falta oferta. Ahora, hay más tranquilidad porque se subieron las tasas de interés a regañadientes y porque se utilizaron los títulos que tiene la ANSeS para impactar en el mercado de contado con liquidación y, así, influir sobre el tipo de cambio paralelo. También, estamos en una época de buena liquidación de la cosecha (US$ 160 millones por día). Pero se termina a finales de julio. Por eso, la tendencia es alcista.

Incluso, el BCRA no puede absorber todo lo que ingresa por la liquidación de la cosecha…Exacto. De cada US$ 10 que se liquida el BCRA sólo pude aumentar US$ 2 de reservas. Antes, de cada US$ 10, eran US$ 8.

¿Qué impacto genera el blanqueo? Es un parche. Puede generar un incentivo a los dólares de la marginalidad, como aquel que no tiene ningún peso en blanco. Puede ser que sean los amigos del Gobierno los que terminan blanqueando y, de ahí, que tengan la expectativas de US$ 4000 millones. Pero, aún siendo esa cifra, es una gota de agua en el océano.

¿Qué pasará con la crisis global?Le pega al país con una gran oportunidad porque el escenario es de mediocridad y eso implica un costo de dinero muy bajo, con tasas de interés bajas, y esos fondos buscan, en tiempos como los actuales, venir a países emergentes, como América latina o el Este asiático. Es cierto que, también, hay menos crecimiento mundial. Pero las oportunidades están en los mercados emergentes en materia productiva. Y, además, también hay oportunidades en cuanto a acceso a fondos de largo plazo y bajo costo, que la Argentina está desperdiciando.

Pero la Argentina logra tasas cercanas al 15 por ciento… La pregunta es qué hacen los países que consiguen tasas al 4 o 5 por ciento. ¿Lo logran gobiernos de derecha y reaccionarios? ¿Mujica es de derecha y reaccionario? ¿O lo es Evo Morales, que consigue fondos al 4 por ciento? ¿Ollanta Humala? Lo que hacen son programas económicos profesionales e integrados al mundo.

¿Qué hará el Gobierno de cara a las próximas elecciones? Veo más de lo mismo hacia adelante. El Gobierno la pucheará con distintas medidas y restricciones. Por lo tanto, a menos que tengamos una caída inesperada en el saldo comercial, es decir, que los dólares disponibles por el excedente comercial que se está manteniendo con restricciones, a menos que haya sorpresa en ese sentido, será más de lo mismo. La Presidenta tiene bastantes inseguridades en el campo económico y ninguno de sus colaboradores la convence con darle certidumbre en términos de un programa más integral.

Usted integró el grupo fundador de APERTURA, hace 30 años. De hecho, fue su primer secretario de Redacción. ¿Cómo analiza la evolución del país, en esas tres décadas? Sólo puedo decir lo bueno que es vivir en democracia. Tuvimos períodos de mejoría. Pero el saldo, como país, es frustrante: entre lo que la Argentina puede ser y lo que hay es una brecha enorme, lo que queda es un balance desequilibrado. El desafío para los que vivimos y trabajamos en el país es poder concretar una Argentina distinta, integrada productivamente, que genere crecimiento sustentable basado en el empleo y no sólo en el subsidio.

¿Cuáles serán sus objetivos a futuro? En términos de instituciones, también creé Fundación Capital, que es un centro de estudios, de investigación, que trabaja con empresas argentinas y latinoamericanas para mejorarles su calidad de gestión y el proceso de toma de decisiones. Y ese equipo, también, trabaja con gobernadores e intendentes que estarán sentados en la discusión de lo que viene en 2015 y hacia adelante. Estamos generando equipos para mejorar su calidad de gestión y para plantear lo que se debe hacer, sobre todo, en materia de política económica y social. Hay mucha gente trabajando en candidaturas y somos pocos quienes estamos ocupados en cuáles son los programas que se deben poner en la cancha para desarmar el campo minado que queda en materia de distorsiones, que se fueron acumulando estos años. Trabajaremos en el espacio no kirchnerista para generar soluciones y los programas que se necesitarán cuando se termine esta etapa.

¿Con alguien en particular? La etapa que viene es de gran generosidad. Por eso, al no ser candidatos, nos permite ayudar a que se pueda unir el espacio no kirchnerista en programas concretos de gobierno.


La edición original de este artículo se publicó por primera vez en la revista APERTURA (junio de 2013). 
Apertura


lunes, 5 de agosto de 2013

Argentina: Una inflación sana y saludable

Luego de seis meses de calma, el Banco Central emitió de golpe $18.000 millones
05-08-2013 Aunque todavía faltan conocer los datos de los últimos tres días del mes, las cifras oficiales muestran que se terminó la prudencia monetaria . iProfesional



Tras mantener a la base monetaria estable en los primeros seis meses del año, el Banco Central emitió en torno $ 18.200 millones en julio. La entidad conducida por Mercedes Marcó del Pont debió salir a socorrer al Tesoro, en un mes de fuerte gasto público por el pago del medio aguinaldo.
El viernes pasado el BCRA dio a conocer los datos de evolución de la base monetariacon datos actualizados hasta el 26 de julio. En esas cifras se pudo comprobar que el séptimo mes del año marcó el fin de la prudencia de la entidad, con una expansión de la base monetaria de $ 18.183 millones en julio, con sólo tres ruedas del mes sin computar.
La cifra multiplica por nueve el monto emitido en el mismo mes del año pasado: unos $ 2.300 millones.
Casi la mitad de los nuevos pesos emitidos en julio, $ 8.664 millones, fueron adelantos transitorios, es decir, tuvieron como destino el financiamiento del sector público.
Otros $ 8.212 millones se emitieron como resultado de la no renovación de pases pasivos -una variable bastante volátil de la masa monetaria, que puede variar mucho en pocosdías- y $ 1.523 millones más fueron resultado de la inyección de pesos que resulta de las poco exitosas licitaciones semanales de Lebac y Nobac, las letras y notas con las que se regula la masa monetaria.
En los tres días de julio cuyos datos la entidad aún no publicó hubo otra licitación de Lebac, en la que se inyectaron otros $ 450 millones.
Tras el récord de emisión monetaria de 2012, casi $ 50.000 millones, la autoridad monetaria tuvo una primera mitad de año prudente. Los efectos colaterales del cepo cambiario tuvieron mucho que ver con el giro ortodoxo.
Por un lado, la falta de oferta de dólares en el mercado cambiario y el correspondiente derrumbe de las compras de divisas del BCRA eliminaron como factor de emisión a las operaciones cambiarias con las que la entidad sostenía su nivel de reservas. Por el otro, la disparada de las cotizaciones paralelas del dólar obligo a subir tasas y esterilizar pesos.
Pero la moderación que mostró el BCRA en la primera mitad del año no muestra indicios de que vaya a mantenerse en la segunda, debido a la tradicional aceleración del gasto en los dos últimos trimestres del año.
Los datos sobre ejecución de las cuentas públicas nacionales que se conocieron la semana pasada confirmaron que el Gobierno no podrá cubrir el crecimiento del gasto con sus ingresos, y necesitará recurrir a sus prestamistas tradicionales: el BCRA y la ANSeS. En mayo, el gasto primario aumentó 32,5% nominal respecto a mismo mes del año anterior. En los primeros cinco meses, los ingresos impositivos aumentaron 27,9%, 2,8 puntos porcentuales por debajo de la suba de los gastos, según consigna Cronista.
“Esta brecha se profundizará en los próximos meses. Así, el resultado primario nacional profundiza su deterioro y suma sólo $ 4.571 millones en lo que va del año (-18,7% interanual). Neto de las utilidades del BCRA y las rentas del FGS de la ANSeS el superávit se transforma en un déficit $ 4.431 millones en los primeros cinco meses”, detalló un informe de la consultora ACM.
La consultora M&S, que dirige el economista Carlos Melconian, estima que la emisión monetaria continuará la suba que mostró en los últimos años. “Fueron de $ 19.000 millones en 2012, más de $ 32.000 millones en 2011 y casi $ 48.000 millones en 2012, rondará los $ 70.000 o $ 75.000 millones y podría duplicarse en 2014”, resaltó en un informe.




miércoles, 26 de junio de 2013

Coherencia argentina: Se viene la crisis argentina de cada 10 años...

Argentina’s war on US dollars is backfiring on its central bank—to the tune of $9 billion


A few weeks ago, the president of Argentina’s central bank, Mercedes Marcó del Pont, lauded the country’s balanced current account. Defending a war on dollars policy launched by Argentine president Cristina Kirchner, Marcó del Pont said Argentina “doesn’t need more US dollars and won’t need more US dollars.” But that’s rapidly changing.
In an attempt to tamp down capital flight and prevent Argentines from hoarding dollars—both of which deprive the central bank of foreign reserves—Kirchner has, since late 2011, progressively introduced a series of forcible measures known as the “dollar clamp” that restrict Argentines’ ability to buy them. But a problem has surfaced. By limiting access to dollars, the government has made them more desirable, and led to even fewer of them reaching the central bank than before.
Argentina’s international reserves, which its central bank uses to trade with other countries’ central banks and back its liabilities—like, say, its volatile local currency and bank reserves—have fallen by roughly 19% since the onset of the dollar clamp in late 2011, according to the latest data report released by Argentina’s central bank (PDF, Spanish link). And this year has been particularly tough. The central bank lost $2.84 billion in international reserves in the first quarter of 2013, almost as much as in the whole of last year ($3.08 billion).


And while the dollar clamp is supposed to keep dollars in the country, it appears that Argentines are spending way more abroad than foreigners are spending in Argentina. The country’s first quarter trade surplus shrank by $688 million (Spanish link) compared to the same period last year, led by a 57% increase in fuel imports and decline in wheat exports. And its services deficit, which is largely affected by the health of its tourism industry, ballooned to $1.6 billion, $212 million more than the same period last year.
What’s going on? Basically, a total lack confidence in Argentina’s financial system and, consequently, its local currency, the peso. Argentines are probably holding on to any dollars they earn (from foreign tourists, for instance) instead of letting them get to the central bank; and are using any pesos they can spare to buy dollars and save them up or spend them abroad—despite a black—or “blue”—market exchange rate for dollars that is as much as twice the official exchange rate. Exporters, too, are likely diverting part of their revenues to cashing in on the black market for dollars by feeding them to Argentines at inflated, underground rates.
There are two potential solutions for this, Latin American economist Manuel Hinds told Quartz. “One is to introduce fiscal and monetary discipline—that is, to stop creating pesos and balance the accounts of the government. The other is to devalue the currency, which would encourage people to buy less dollars since buying dollars with pesos would become more expensive.”
But Kirchner isn’t about to reduce government expenditures, which would be painful, Hinds explained. And nor does she want to devalue the peso, “because it would increase the already high inflation.” Hence her attempt to stop Argentine’s buying dollars—which is failing spectacularly.
QZ

miércoles, 5 de junio de 2013

Reservas con pendiente negativa


Las reservas, en su nivel más bajo en 18 años

No, no me volví loco. Tampoco empecé a restarle cosas al stock de reservas, algo que nos parece que está lisa y llanamente mal. Así que vamos a explicar. Cosas que pasan

En términos nominales, las reservas alcanzaron al último dato USD 38.821 millones. Si bien hay que remontarse hasta mayo de 2007 para encontrar un número similar, todavía se encuentra nominalmente por encima de los valores de los primeros años de los 2000s y también de la época de la convertibilidad (aunque no tan lejos del nivel alcanzado con el "blindaje" de 2001, click para agrandar).




¿De dónde saco entonces que las reservas están en mínimos? Resulta que el valor nominal de las reservas no importa tanto, sino más bien su valorrelativo. Las reservas son necesarias entre otras cosas para asegurar que el país cumpla sus compromisos externos (deuda e importaciones, por ejemplo). En este sentido, uno de los indicadores de "sostenibilidad" de la situación externa es el coeficiente de reservas sobre importaciones*.


Dado que en los últimos doce meses las importaciones superaron los USD 70.000 millones, las reservas sólo alcanzan a cubrir 6,7 meses de compras externas. De esta manera, el ratio impos/reservas alcanzó así su mínimo desde 1995 (crisis del Tequila), cayendo incluso por debajo de los pisos alcanzados en la crisis de 2001 (en parte porque las impos y reservas cayeron a la par, en parte porque el blindaje permitió comenzar de una base más alta).

¿Esto implica que estamos cerca de una crisis? No, de ninguna manera, sobre todo teniendo en cuenta que aún hay un superávit comercial y equilibrio en la cuenta corriente. Sin embargo, estos indicadores proveen alertas tempranas para detectar posibles peligros en la coyuntura económica. Por lo pronto, no hace falta usar ninguno para darse cuenta de que hoy las reservas se encuentran bien por debajo de los USD 52.600 millones de 2011.

¿Qué tan bajo pueden llegar? Ésa es la gran pregunta. El Gobierno siempre se jactó del nivel de reservas como un colchón para sortear cualquier eventualidad, pero hoy están casi USD 14.000 millones por debajo de su máximo (en parte, por usarlas para pagar deuda, en parte, irónicamente, por el cepo cambiario). No sabemos hasta cuándo el Gobierno tolerará que sigan cayendo, pero todo tiene un límite.

En el trimestre donde se suponía que las reservas debían subir por las liquidaciones del campo (que de hecho, están superando las de 2012), la sangría no se detiene. No nos deja mucho para esperar del resto del año. De no tomar ninguna (buena) medida esta situación continuará, y en este escenario el Gobierno llegaría traspirando al 2015.

Esperemos que no suceda.

Nota CqP: otro coeficiente se basa en la llamada "Guidotti-Greenspan rule", acuñada por el economista argentino, la cual establece como umbral mínimo de reservas los compromisos externos a un año a futuro.

martes, 28 de mayo de 2013

Las reservas siguen su descenso en Argentina

Las reservas bajan y seguirán bajando

Las reservas bajan y seguirán bajando
Existe una opinión generalizada de que las reservas del BCRA aumentarán durante 2013 y, en especial, en este segundo trimestre del año. Sostienen que lo peor ya pasó, que no hay vencimientos de la deuda importantes hasta septiembre. Que ingresará la venta de la cosecha gruesa, el amplio saldo comercial de 10.000 millones de dólares, los fondos del blanqueo.
  

Desde fin del año 2012 y hasta el 7/5/2013, las reservas internacionales del BCRA se contrajeron de 43.290 millones de dólares a 39.361 millones, una reducción de casi 3.930 millones de dólares. Que las reservas internacionales continúen descendiendo en los meses de mayor liquidación de exportaciones y sin pagos de deuda importantes, desorienta a los muchos que proyectan el futuro en base a datos independientes, verosímiles, pero desvinculados de un conjunto financiero específico.
En realidad es inescapable estudiar el balance del BCRA. La verdad contable es una restricción más fuerte que cualquier teoría y, por eso, debe ser siempre reconocida. Los datos y las proyecciones deben ser compatibilizados con las restricciones contables. No importa las suposiciones, la realidad es que las reservas internacionales están en el activo de la entidad. Su magnitud y variación debe resultar -ser compatible- del movimiento de las otras cuentas del balance.
Para hacerlo sencillo y tomando los rubros principales, el activo del BCRA se compone de reservas internacionales, préstamos al Gobierno (en dos entradas, títulos públicos y adelantos), y otros rubros menores. El total del activo, al 7/5/2013, ascendía a 591.870 millones de pesos.
En el pasivo están la base monetaria, 296.000 millones; cuentas corrientes en otras monedas; títulos emitidos por el BCRA, 121.970 millones de pesos; y otros rubros. De la diferencia entre activo y pasivo resulta el patrimonio de la entidad.
En el cuadro adjunto se ilustran los principales movimientos en las cuentas del BCRA. La segunda columna, desde fin de 2012 hasta el 7/5/2013, la tercera, en los últimos 12 meses. Las cifras están en millones de pesos. Al final, se detallan las reservas en millones de dólares y la ganancia del BCRA por la devaluación del peso (revalúa las reservas internacionales netas).
Las variaciones de las reservas internacionales, valuadas en pesos, compiten por un espacio en el activo con la asistencia al gobierno. Cuanto mayor asistencia al gobierno menos lugar queda para las reservas internacionales. La suma del activo debe necesariamente coincidir con los pasivos y patrimonio. Esto es, base monetaria más títulos emitidos, más la variación del patrimonio. Cuanto mayores los recursos asignados al gobierno, menos reservas podrá sostener un mismo pasivo más patrimonio. Durante 2013 y los últimos 12 meses, los pasivos (base monetaria + títulos emitidos) crecieron en 10.849 millones y 82.464 millones, respectivamente. Mientras el patrimonio se expandió en 17.014 millones y 35.427 millones respectivamente. Como el gobierno recibió fondeo por 23.166 millones y 125.772 millones, respectivamente, y otros rubros restaron 12.515 millones y añadieron 2.041 millones, respectivamente, las reservas debían decrecer en pesos, 7.818 millones y 5.840 millones, respectivamente, como ocurrió. La devaluación, de 4,43 pesos por dólar, vigente al 7/5/2012, a 4,91, a fin de diciembre 2012, y a 5,21 al 7/5/2013, se materializó en la baja de reservas de 3.929 millones de dólares y 8.226 millones, respectivamente.
Conclusión: las reservas surgen de movimientos en las cuentas del balance del BCRA y deben de ser compatibles con ellas. Mientras los recursos del ente se vuelquen a fondear al gobierno, las reservas se verán deprimidas. La devaluación eleva el patrimonio del BCRA y la demanda de base, pero también impacta en las cuentas públicas y las expectativas.
Si se desea ganar reservas, el gobierno debería financiarse por fuera del BCRA. Por otro lado, las reservas están para usarse en tiempos conflictivos. No hay que tener miedo a la disminución en tanto se vaya elaborando un programa para recuperarlas o contener el descenso. No obstante, la contracción de las mismas alimenta incertidumbres en el cuerpo social. Finalmente el dólar es ancla -unidad de cuenta- de los argentinos. Las bruscas devaluaciones engendran crisis. Y las mayores alumbraron violentas inflaciones, caídas de ingresos y descontentos sociales que tumbaron gobiernos.