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miércoles, 2 de diciembre de 2015

Krugman panquequea

Excusas keynesianas para escapar del fracaso
Javier Milei - Infobae




Días atrás, la visita de Paul Krugman, quien fue galardonado con el Premio Nobel de Economía por sus contribuciones en economía internacional real y geografía económica y NO por su labor como macroeconomista, dejó muy malparados a sus seguidores al intentar salvar su “prestigio” de gurú poniendo en marcha la gran panquequeada keynesiana. Sin embargo, el hombre de Princeton no es el único keynesiano que ha recurrido a este artilugio, ya que a nivel local son varios los que sostienen que el economista de Cambridge nunca hubiera recomendado lo que se está haciendo en Argentina.

Esto es, dado el estancamiento en el nivel de actividad económica, la caída en la creación de empleos genuinos, el derrumbe de la inversión privada, el abultado déficit fiscal (impulsado por un gasto público descontrolado pese a la mayor recaudación de la historia) que presiona sobre la emisión de dinero, lo cual se traduce en una inflación creciente pese al uso del tipo de cambio nominal como ancla nominal incrementando la vulnerabilidad externa y desafiando al país a enfrentar la historia de los programas populistas (los cuales conjugan la irresponsabilidad fiscal keynesiana y los delirios monetarios de los estructuralistas), deja a los discípulos de Keynes y a los estructuralistas al borde de un nuevo fracaso del cual quieren despegar lo antes posible. Puede que quieran brindar homenaje al dicho sobre los primeros en abandonar un barco que va camino al fondo del mar…

En este contexto, Paul Krugman (en la misma línea que los keynesianos-estructuralistas locales) afirmó: “Necesito decir algo sobre Argentina y sus dificultades actuales”…“Es bueno preocuparse por la justicia social, por la desigualdad, por el estado de los trabajadores y por el destino de los pobres. Pero debe hacerse de una manera muy realista”…“Que no significa que siempre debamos ser ortodoxos en la economía. Pero sí significa que a veces uno tenga que ser algo ortodoxo”…“El problema es que se mantuvo la heterodoxia durante demasiado tiempo con políticas distintas. Y a veces sí se necesita aplicar las reglas a la antigua. Eso es una historia vieja, se ha visto muchas veces”, al tiempo que citaba a Rudiger Dornbusch como a un defensor del populismo cuando meses atrás en su visita a Buenos Aires, Sebastián Edwards (coautor del libro La Macroeconomía del Populismo) daba cuenta del pésimo resultado que han tenido siempre estas políticas.

En el fondo, el graduado del MIT, a lo igual que sus pares locales, estaba recitando el modelo de la síntesis neoclásica-keynesiana (el cual incluye la brutal paliza que sufrieron los keynesianos a manos de los monetaristas), donde la curva de oferta agregada muestra tres fases. Una primera donde, ante aumentos de la demanda agregada, la oferta responde con aumentos en producción sin modificar el nivel de precios (tramo plano). Una segunda fase, donde responde con mayor producción a precios crecientes (oferta creciente). Y por último, la tercera etapa, donde toda la respuesta se da en precios y nada en producción (tramo vertical / pleno empleo). Naturalmente, frente al desborde inflacionario (40% interanual) y estancamiento del nivel de actividad que vive el país junto al sombrío panorama externo, ahora los heterodoxos vienen a decir que había que frenar antes y que John Maynard Keynes jamás hubiera avalado algo así.

Desafortunadamente para los keynesianos locales e ilustres visitantes tal afirmación es falsa. Para probar este punto, no hace falta más que remitirse al capítulo 22 del famoso libro de 1936. En palabras del inglés: “Puede parecer que el análisis precedente está de acuerdo con el punto de vista de quienes sostienen que la sobreinversión es la característica del auge, que el único remedio posible para la siguiente depresión es el evadir la sobreinversión y que… el auge puede evitarse por una tasa alta de interés”… “Pero inferir estas conclusiones de lo anterior llevaría a una mala interpretación de mi análisis; y a mi modo de ver, supondría serio error”…“Así ¡el remedio del auge no es una tasa más alta de interés, sino una más baja! Porque esta puede hacer que perdure el llamado auge. El remedio correcto para el ciclo económico no puede encontrarse en evitar los auges y conservarnos así en semi-depresiones, sino en evitar las depresiones y conservarnos en un cuasi-auge continuo”… “Así, un aumento en dicha tasa, como alivio para el estado de cosas derivado de un prolongado período de inversiones anormalmente fuertes, pertenece a esa clase de remedio que curan la enfermedad matando al paciente.”…“Más todavía, aunque supusiéramos que los auges contemporáneos pueden ir acompañados de una situación momentánea de ocupación plena o sobreinversión en sentido estricto, seguiría siendo absurdo considerar una tasa de interés más alta como el remedio adecuado; porque en este caso la hipótesis de aquellos que atribuyen la enfermedad al subconsumo quedaría plenamente confirmada. El remedio estaría en varias medidas destinadas a fortalecer la propensión a consumir, redistribuyendo los ingresos, o de otro modo, de manera que un nivel dado de ocupación requiera un volumen menor de inversión corriente para sustentarlo”.

Sin ir más lejos, estas recomendaciones de Keynes están en línea con la carta que le escribió el 31 de diciembre de 1933 al Presidente Roosevelt. Para ese año, la economía de los EEUU había dejado atrás la gran depresión y frente a esa situación el inglés sugería: “Los individuos deben ser inducidos a gastar más de sus ingresos actuales, o el mundo de los negocios deben ser inducidos, ya sea por el aumento de la confianza en las perspectivas o por una menor tasa de interés, para crear ingresos corrientes adicionales en manos de sus empleados, que es lo que pasa cuando se está aumentando, ya sea el trabajo o el capital fijo del país, o la autoridad pública deben ser llamados en ayuda a crear ingresos corrientes adicionales a través del gasto de dinero prestado o imprimir. En los malos tiempos no se puede esperar que el primer factor funcione en una escala suficiente. El segundo factor entrará como la segunda ola de ataque a la crisis después que la marea haya cambiado por los gastos de la autoridad pública. Ello así, sólo desde el tercer factor es que podemos esperar el mayor impulso inicial.”…“Dado que no puede haber aumento de la producción sin aumento de los precios, es esencial para asegurar que la recuperación no sea frenada por la insuficiencia de la oferta de dinero apoyar el volumen de ventas aumentando la base monetaria.”… “yo colocaría el crédito barato y abundante, así como la reducción de la tasa de interés de largo plazo”.

Esto es, la sugerencia de John Maynard Keynes para una situación de auge es reducir la tasa de interés, aumentar el gasto público (financiado con deuda y/o emisión) y redistribuir ingresos para estimular aún más el consumo –aún a costo de la inversión / consumirse el capital-, o lo que es lo mismo, si tiene un incendio, llámelo a Nerón que pocos como él saben como actuar ante dichos eventos. Y esto es válido para Keynes tanto en el plano teórico como aplicado.

Por lo tanto, a la luz del enorme daño que le han hecho al país éstas políticas durante los últimos 70 años, sería bueno que los keynesianos y estructuralistas –mentores del populismo-, en lugar de estar haciendo piruetas dialécticas para sostener una teoría llena de inconsistencias y de muy pobres resultados empíricos, tomen de una vez por todas la pérdida de capital asociada a haberse abrazado a una teoría inútil que sólo ha perjudicado a la gente. De no ser así, puede que todo sea parte de una estrategia alineada con el Prefacio a la edición en alemán de “la teoría general” escrito el 7 de septiembre de 1936, cuando John Maynard Keynes endulzaba los oídos de Adolf Hitler con las siguientes palabras: “La teoría del producto en su totalidad que este libro tratará de ofrecer es, por mucho, más fácilmente adaptable a las condiciones de un estado totalitario que la teoría de la producción y distribución de un producto dado bajo condiciones de libre competencia y en buena medida de laissez faire”. En síntesis, keynesianoa y estructuralistas, es hora de que tomen la pérdida o confiesen sus intenciones de imponer de a poco, y sin que casi nadie lo note, un sistema de gobierno totalitario.

sábado, 11 de julio de 2015

Krugman: Islandia sale de la crisis con final feliz

Islandia, una historia con final feliz
A veces la heterodoxia es mucho más eficaz de lo que los ortodoxos admitirán nunca
PAUL KRUGMAN - El País


Sucursal en Reikiavik del Lansbankinn, propiedad del Estado islandés en un 81%. / OLIVIER MORIN (AFP)

Creo que fui el primero de los analistas en darse cuenta, hace años, de que algo curioso estaba pasando en Islandia. El país que se suponía que era la zona cero del desastre financiero en realidad estaba pasando por una crisis mucho más leve que muchos otros gracias a sus políticas heterodoxas: rechazo de la deuda, controles sobre el capital y devaluación masiva.

Ahora, como ha señalado recientemente Matthew Yglesias en Vox, Islandia se está preparando para levantar los controles sobre el capital, y su experiencia desde la crisis financiera sigue pareciendo increíblemente buena considerando las circunstancias.

Y, como decía Yglesias, el contrapunto interesante es Irlanda, al que ahora se alaba como una historia con final feliz para la austeridad porque la situación económica del país por fin ha dejado de empeorar y últimamente ha estado mejorando un poco. Es lo que se llama bajar el listón.

Me imagino que alguien preguntará por las posibles similitudes con Grecia. Bueno, si Grecia se ve obligada a salir del euro, el país estará en condiciones de intentar una devaluación al estilo de Islandia (y seguro que impondrá controles al capital). Si la cosa funcionará tan bien como en Islandia o no es una cuestión abierta. Para empezar, salir del euro es muy diferente de no haberse unido nunca a él, y todavía tengo la esperanza de que todo esto de la Grexit [salida de Grecia del euro] se pueda evitar.

Por el momento, baste decir que a veces la heterodoxia es mucho más eficaz de lo que los ortodoxos admitirán nunca.

La hora de la verdad para Grexit

Algunos lectores han advertido que últimamente no he hablado mucho de la crisis griega. Efectivamente. Ha llegado la hora de la verdad, y precisamente ahora todos los implicados tienen que aplicarse a deliberar con calma y serenidad.

No hay nada más que los que están fuera puedan decir, al menos en público, que no hayamos dicho ya.

martes, 30 de junio de 2015

El Mundo según Yo: Egolatría modo Krugman

En qué acerté y en qué me equivoqué
El premio Nobel repasa cuáles de sus pronósticos sobre la crisis se han cumplido y cuáles no en la última década
El País


Paul Krugman

El Premio Nobel de Economía Paul Krugman. / EFE

Hace poco, mientras hacía limpieza de mi despacho en Princeton, me di cuenta de la naturaleza efímera de escribir sobre políticas: una parte deprimentemente grande de mis estanterías estaba llena de 30 años de libros sobre la trascendental década siguiente. Vaya.

Pero, mientras iba añadiendo esos libros a la pila para regalar, me sorprendí a mí mismo en una cierta reflexión autorreferencial ­–y quizá autoindulgente– no sobre la década que se avecina, sino sobre la anterior.

Ya saben, han pasado casi 10 años desde que empecé a escribir sobre la crisis financiera y la Gran Recesión. (Por supuesto, al principio no sabía que, en realidad, estaba escribiendo sobre esas cosas). Todo empezó con mi diagnóstico de una burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, cuyo estallido yo sabía que sería malo, pero no tenía ni idea de que lo sería tanto como lo fue. En todo caso, ha habido un arco bastante coherente, y allí estaba yo reflexionando sobre mis aciertos y mis errores.

El punto de partida, como decía, fue la burbuja inmobiliaria. Ciertamente, no fui el único en dar la voz de alarma en ese frente. El economista Dean Baker, en particular, lanzó advertencias mucho antes y mucho más contundentemente. No obstante, creo que mi primer artículo al respecto aportó valor al poner de relieve la enorme diferencia entre el comportamiento de los precios en los estados en donde la construcción estaba restringida y en los demás.

Observando las medias nacionales se podía afirmar que los precios del sector inmobiliario tenían sentido, pero en cuanto uno separaba el conjunto adecuado de estados y ciudades, se encontraba cara a cara con la locura. Y, en los años siguientes, la bifurcación quedó abrumadoramente confirmada.

 Ese fue el principio. Desde entonces, ¿en qué he acertado y en qué me he equivocado?

Cosas en las que he acertado:

1. La burbuja inmobiliaria

Vale la pena recordar con qué insistencia se negó la burbuja, y cuánta de esa negación fue política; me repitieron un montón de veces que yo solo decía que había una burbuja porque odiaba a Bush.

2. La inflación, o la ausencia de inflación.

He escrito muchas veces sobre esto, pero después de que estallase la burbuja inmobiliaria, fui un firme defensor de la opinión de que las políticas expansionistas de la Reserva Federal no suponían ningún riesgo de inflación. Esto despertó una gran polémica, ya que la derecha estaba totalmente convencida de que la inflación estaba al llegar, y una parte del centro y de la izquierda se sentía, como mínimo, insegura al respecto.

3. Los tipos de interés

En estas condiciones no hay efecto desplazamiento (crowding out). Lo dije enérgicamente desde el principio, y sobre este tema hubo mucho titubeo entre los demócratas, demasiados de los cuales se tragaron el cuento acerca de los peligros del déficit, incluso en una economía deprimida.

4. La austeridad es perjudicial

Un montón de gente que debería haber tenido mejor criterio se creyó la ilusión del hada de la confianza, o al menos aceptó la idea de que los multiplicadores fiscales eran bastante bajos. Yo dije que en la coyuntura actual los multiplicadores serían altos. La investigación se ha puesto al día con este punto de vista y lo ha corroborado.

5. Estímulo insuficiente

Avisé enseguida y repetidamente de que la Ley de Recuperación y Reinversión de Estados Unidos de 2009 se quedaba muy corta, y de que esa insuficiencia tendría consecuencias duraderas. Por desgracia, tenía razón.

6. La devaluación interna es despreciable, tosca y larga

Desde el primer momento sostuve que ajustar los precios relativos dentro de la eurozona sería extremadamente difícil, y que nadie tiene la clase de flexibilidad de precios y salarios que permita que la “devaluación interna” se desarrolle sin sobresaltos. Y que a los países que podían llevar a cabo devaluaciones monetarias, como Islandia, les sería todo mucho más fácil.

7. Obamacare es factible

Es un tema diferente, pero en mi libro de 2007 Conscience of a Liberal [La conciencia de un liberal], defendí, sin originalidad, que un sistema sanitario de mandatos, regulación y subsidios al estilo de la Ley de Atención Sanitaria Asequible, aunque no se pudiese construir de la nada, funcionaría en Estados Unidos. (Yo quería una opción pública, pero esa es otra historia).

Cosas en las que me he equivocado:

1. La magnitud del desastre

Vi una burbuja inmobiliaria, sabía que las consecuencias serían malas, pero no tenía ni idea de lo malas que serían. Ignoraba el incremento de las operaciones bancarias en la sombra y no tuve en cuenta la deuda de los hogares o los desequilibrios dentro de la eurozona.

2. La deflación

Pensé que la deflación al estilo japonés era un riesgo inminente en todas las economías deprimidas. En cambio, ha habido una inflación notablemente persistente, baja pero positiva.

3. La caída del euro

Creo que, en su mayor parte, mi análisis de la economía de la eurozona y de sus problemas fue bastante bueno (no obstante, ver más abajo). Sin embargo, sobreestimé en mucho el riesgo de ruptura porque entendí mal la economía política: no caí en la cuenta de lo dispuestas que estarían las élites europeas a imponer un sufrimiento generalizado en nombre de la permanencia en la unión monetaria. En relación con lo anterior, tampoco me di cuenta de lo fácil que sería manipular una modesta mejora económica y convertirla en un éxito, incluso después de años de horror.

4. Los efectos de la liquidez en la deuda soberana

Por último, siento decir que pasé totalmente por alto la importancia de la liquidez y de la escasez de efectivo para dirigir los precios de los bonos en la eurozona. Hasta que el economista Paul DeGrauwe no intervino, no fui consciente de la enorme diferencia que supondría para Europa que el Banco Central Europeo cumpliese su función de prestamista de último recurso. De hecho, si el euro sobrevive, se debería atribuir a a DeGrauwe –y a ese tal Mario Draghi, que ha puesto en práctica sus ideas como presidente del Banco Central Europeo–gran parte del mérito.

Probablemente me haya dejado algunas cosas, aunque pienso que es interesante cuántos de mis detractores sienten la necesidad de atacar mi historial inventando pronósticos y afirmaciones que nunca he hecho. Aunque no cabe duda de que he cometido errores, creo que, en general, he acertado, sobre todo porque nunca he dejado que las preocupaciones de moda me aparten de la macroeconomía básica y he intentado en todo momento aplicar las lecciones de la historia.

Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y Premio Nobel de Economía de 2008.

© 2015 The New York Times. Traducción de News Clips.

lunes, 6 de abril de 2015

El estancamiento secular y su importancia

Por qué es importante "estancamiento secular '
Duncan Weldon - BBC



En los últimos días he estado leyendo un debate de blogs entre el ex secretario del Tesoro Larry Summers, ex presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y el ganador del Premio Nobel Paul Krugman.

Lo primero que pensé es que realmente vivimos en una época de oro del comentario macroeconómica. Este es el tipo de argumento que utiliza para reproducir lentamente en revistas académicas y detrás de puertas cerradas en seminarios, hoy en día, aunque cualquier persona interesada puede leer a lo largo en tiempo real.
La cuestión en juego es el tema de "estancamiento secular", que es probablemente la controversia más grande e importante en la macroeconomía hoy. Esto no es sin embargo un debate para la torre de marfil, que es un problema con importantes implicaciones en el mundo real.
Aunque dudo que vamos a oír cualquier político pronunciar la frase "estancamiento secular" en nuestra propia campaña de las elecciones generales, es (por debajo de la superficie), una de las cuestiones en juego.
Trabajo y los conservadores están luchando la elección sobre la base de muy diferentes planes de gasto público, la mayor diferencia entre las partes en una generación.
Al menos en parte, diferentes puntos de vista sobre el estancamiento secular proporcionan apoyo teórico para estos puestos. George Osborne rechaza la idea, mientras que Ed Balls co-presidió una comisión que tomó la idea muy en serio.

Rendimientos de las inversiones

Entonces, ¿cuál es el estancamiento secular? Es una idea que se originó a finales de 1930 con el economista keynesiano estadounidense Alvin Hansen. Le preocupaba que el crecimiento era fundamentalmente desaceleración y destacó los factores demográficos (como la desaceleración del crecimiento de la población) como conductor de este. Fue rápidamente demostró mal, en parte por el baby boom de la posguerra.
Larry Summers revisó y actualizó la hipótesis a finales de 2013. Desde entonces un auténtico quién es quién de los macroeconomistas prominentes han pesado en el debate en ambos lados.
En un estancamiento secular pocas palabras es un intento de explicar la debilidad de la recuperación global en las economías avanzadas desde la crisis de 2008.
La idea central es que algo ha sucedido a la economía lo que significa que la tasa de interés necesaria para generar suficiente inversión para llevar la economía al pleno empleo es ahora negativa en términos reales (es decir, después de ajustar por la inflación).
Cuando la inflación es baja - como lo es ahora en todas las economías avanzadas - eso significa que es excepcionalmente difícil para los bancos centrales para establecer las tasas de interés bajas suficiente para generar el pleno empleo.
Si la inflación es del 2%, entonces un tipo de interés del 1% equivale a una tasa real del -1%. Pero si la inflación es cero, entonces un tipo de interés del 1% sigue siendo positivo en términos reales.
Este es el tema del "límite inferior cero", el hecho de que (hasta hace poco de todos modos) había extendido creen que las tasas de interés no podrían reducirse por debajo de cero.
En pocas palabras, la tesis Summers es que el crecimiento económico avanzado en los últimos decenios ha sido cada vez más dependiente de una serie de burbujas financieras (ya sea en acciones de tecnología o la vivienda) para generar suficiente inversión para lograr el pleno empleo.


Larry Summers argumenta que la política fiscal debe ser utilizada para impulsar el crecimiento

Para Summers, la lógica de los puntos de estancamiento secular a una política fiscal más expansiva.
Si la política monetaria es menos eficaz debido a la reducción de la inflación y la baja cota cero, entonces la política fiscal (sobre todo, más gasto público en infraestructura) debe jugar un papel más importante en el impulso de crecimiento.
Larry Summers ha reafirmado la teoría en un reciente post.
Ben Bernanke, está en desacuerdo con la idea de estancamiento secular. Su crítica más importante es que uno tiene que tener en cuenta la dimensión internacional. Argumenta que si la tasa de retorno de las inversiones de los Estados Unidos era tan bajo que los inversores no estarían dispuestos a inversión sin una tasa real negativa, ellos buscan una mayor rentabilidad en el extranjero.
La disponibilidad de mejores inversiones en el exterior debe ayudar a derrotar estancamiento secular en casa.
Como el dinero fluye fuera de los EE.UU. que debería debilitar el dólar y ayudar a impulsar las exportaciones, lo que podría ayudar a la economía volver al pleno empleo. Para Bernanke, el estancamiento secular en un país es poco probable que dure.

Miedo "a la debilidad del euro '

Él ofrece una explicación alternativa de la historia macroeconómica de las últimas décadas, uno centrado en los flujos internacionales de capital. Es un retorno a un tema anterior de su cuenta, la existencia de un "exceso de ahorro mundial".
Esta la idea de que, desde finales de 1990 hasta finales de la década de 2000, hubo un gran exceso de ahorros deseados sobre la inversión deseada en los países de Asia oriental y los países productores de petróleo en el Medio Oriente.
Estos ahorros fluyeron a los EE.UU. (y otras economías avanzadas), empujando hacia abajo las tasas de interés y sosteniendo el valor de las monedas, como el dólar. Esto llevó a los grandes déficits comerciales en los EE.UU., ya que las importaciones eran baratas.
El comportamiento observado de una economía que sufre de estancamiento secular o el impacto de un exceso de ahorro mundial parecen similares - las tasas bajas de interés, baja inflación y la incapacidad de llegar al pleno empleo, pero la respuesta de política correcta es muy diferente.
Bajo estancamiento secular es, como sostiene Summers, una expansión fiscal. Pero si el problema es un exceso de ahorro global, entonces la política correcta es centrarse en lo que está impulsando la situación - es decir, más de ahorro en el extranjero.


Ben Bernanke advierte de un retorno a un "exceso de ahorro mundial"

Bernanke afirma que la gran fuente de la superabundancia anterior era China, pero más recientemente ha sido Alemania.
Paul Krugman ahora ha pesado en el debate. Él está de acuerdo con muchos de los puntos generales realizadas tanto por Summers y Bernanke.
Krugman señala que la experiencia de Japón en la década de 1990 y principios de 2000 como un ejemplo de cómo un país puede encontrarse atrapado en un estado de estancamiento secular incluso con la movilidad internacional de capitales. A pesar de las tasas de interés son mucho más bajos en Japón que, por ejemplo, los EE.UU. las tasas de interés reales en los dos países fueron muy similares.
La existencia de la deflación (caída de los precios) en Japón tuvo un gran impacto en las tasas reales de rendimiento disponibles. Como Krugman explica:
"La moral del ejemplo japonés es que si otros países están logrando alcanzar una tasa moderada de inflación positiva, pero ustedes han dejarse resbalar en la deflación, o incluso en 'bajinflación', de hecho se puede llegar a encontrarse en el estancamiento secular aunque el resto del mundo ofrece oportunidades de inversión-rentabilidad positiva ".
Profesor Krugman sostiene que el actual exceso de ahorro mundial - impulsada por Alemania - es probable que persista. Demografía pobres es probable que conduzcan a la débil demanda en Europa, un exceso continuado de ahorros deseados sobre la inversión y la persistente debilidad del euro.

Ilusión de control

El problema para Krugman es que una Europa secular estancamiento exporta gran parte de que la debilidad en el extranjero a través de un euro débil, que apoya su propia economía a través de impulsar sus exportaciones, pero causa problemas a los productores extranjeros.
Así, pese a aceptar gran parte del análisis de Bernanke cuando se trata de política, Krugman se alinea con Summers. Piensa que si las balanzas comerciales y de inversión de Europa son fundamentalmente de la demanda débil, entonces la respuesta requerida es impulsar la demanda a través de la política fiscal.
Entonces, ¿quién tiene la razón? Summers, Bernanke o Krugman?
Los tres hacen casos convincentes y hay sin duda elementos importantes de la verdad en los tres casos. Lo que podemos decir en este momento, es que cuando tres de los economistas más distinguidos del mundo no están de acuerdo, vale la pena prestar atención al debate.
Yo añadiría tres observaciones.
La primera es que el profesor Krugman puede (y es sólo un "puede" en este punto) ser demasiado pesimistas en Europa. A veces se siente como demasiados obituarios se han escrito sobre el crecimiento de la zona euro.


Paul Krugman cree que la eurozona es una fuente de estancamiento secular

El segundo es que el debate entre los tres hasta ahora se ha centrado principalmente en el lado de la demanda de la economía.
Si estamos tratando de explicar un históricamente débil recuperación global puede ser que ni estancamiento secular ni un exceso de ahorro mundial ofrece la historia completa.
Ciertamente, en el caso del Reino Unido, el crecimiento de la productividad (el último conductor de mejores niveles de vida) ha sido excepcionalmente débil. E incluso si el Reino Unido es un caso excepcional, la debilidad de la productividad ha sido generalizada a nivel mundial - como Banco del miembro del Comité de Política Monetaria de Inglaterra, Martin Weale ha sostenido recientemente.
Como Karl Whelan ha argumentado, hay razones para preocuparse de que esto refleja una tendencia a largo plazo en lugar de sólo una resaca de la crisis financiera.
En otras palabras, si estamos tratando de explicar el crecimiento débil posible que tengamos que prestar tanta atención a la oferta de la economía en el lado de la demanda. Para ser justos con el profesor Summers, su más amplia tesis estancamiento secular tiene en cuenta los factores de oferta que han reducido la velocidad deseada de la inversión.
Mi última observación es uno que es especialmente relevante durante una campaña electoral - que, a muy gran medida, el debate político sobre la economía sufre de una ilusión de control.
Si uno escucha a Krugman, Bernanke o veranos hay poderosas fuerzas globales en el trabajo. Los flujos de capital y el estado de la demanda mundial tienen un gran impacto en el tamaño del déficit del gobierno, el nivel de las tasas de interés y la tasa de crecimiento de la economía.
En gran parte del debate político británico más de estos resultados se supone que estar bajo control del Reino Unido de los responsables políticos.
No quiero decir que estar tomando forma fatalista o dar a entender que las decisiones políticas no tienen importancia para la economía - que mucho hacen. Pero no son el único factor en juego.

jueves, 19 de marzo de 2015

A Krugman lo mandaron a hacer los deberes

El Riksbanker sueco le dijo a Krugman que lea más y escriba menos




(Bloomberg) - El premio Nobel Paul Krugman está muy lejos cuando acusa al banco central sueco de ser culpable de "sadomonetarismo," de acuerdo con el objetivo de sus críticas.
Vicegobernador Per Jansson dice el análisis del economista estadounidense sugiere que no ha leído lo suficiente sobre Suecia.
Krugman ha criticado al banco para elevar las tasas en el apogeo de la crisis de deuda de Europa en 2010 y 2011, y luego por no cortar lo suficientemente rápido para luchar contra la deflación. Los movimientos realizados sentido en ese momento, dijo Jansson, dado un consenso entre los analistas de que los precios fueron los rebotes y en que la economía se estaba expandiendo más rápido que gran parte de Europa, lo que eleva el crecimiento del crédito y de los precios de las casas.
"Cuando describió Suecia como una especie de economía deflacionaria, y hace que estos paralelos a Japón, uno se pregunta, ¿ha tenido alguna vez un vistazo a los datos?", Dijo Jansson en una entrevista 12 de marzo en Estocolmo. "¿Ha visto cómo sueco PIB recuperado en estos años de crisis? Superó por completo la zona del euro, por supuesto, pero incluso el Reino Unido Está cerca el desempeño de los EE.UU. ".
Krugman y otros críticos dicen que las políticas del Riksbank condujeron Suecia en una trampa deflacionaria que se podrían haber evitado. El Banco de Suecia, que a mediados de la década de 1990 se convirtió en uno de los primeros en apuntar a la inflación, el pasado alcanzó su meta de 2 por ciento en 2011. Los precios de consumo anuales han caído en 11 de los últimos 14 meses.

Krugman responde

Preguntado por el empuje de Jansson espalda, Krugman dijo que suena como si estuviera haciendo un "error fundamental, confundiendo los niveles de las tasas de cambio."
"Sí, Suecia fue creciendo rápidamente, pero el desempleo sigue siendo superior a los niveles anteriores a la crisis y había buenas razones para creer que todavía había una brecha de producción sustancial", dijo en una respuesta por correo electrónico a las preguntas. "El crecimiento en una economía deprimida no es una razón para elevar las tasas. En el frente de la inflación, la inflación subyacente ya estaba en un 2 por ciento. Una vez más, no es una razón para elevar las tasas. Así que no entiendo el punto de Jansson. "
El Banco de Suecia, que en 2008 otorgó el premio Nobel Krugman economía, está ahora en pleno retroceso. El mes pasado, que redujo su tasa repo de referencia por debajo de cero por primera vez y comenzó a comprar bonos del gobierno para reducir los rendimientos más largos. Se dijo que está listo para hacer más si es necesario para que aparezca la inflación, incluyendo las intervenciones en el mercado de divisas.
Jansson dijo que el banco está respondiendo a la información disponible, tal como lo hizo en 2010 y 2011.

Cosas normales

Los aumentos "de 0,25 por ciento en el verano de 2010 hasta el 2 por ciento en el medio de 2011 fue realmente la mayoría de las cosas normales que los bancos centrales miran", dado que el crecimiento en ese momento era un 6 por ciento, la inflación fue de alrededor de 2 por ciento y el crecimiento del crédito de la casa era alrededor de un 9 por ciento, dijo. "Había realmente, en tiempo real, no hay comentarios sugiriendo que sería una idea estúpida para aumentar la tasa de interés."
El Banco de Suecia, que es el banco central más antigua del mundo, fundada hace casi 350 años, en julio de 2010 empezó a prestar más atención a la deuda de los hogares para ajustar tasas. A principios de 2013, otro premio Nobel, Robert Shiller, dijo Suecia estaba en las garras de una burbuja inmobiliaria como precios de las propiedades se dispararon a niveles récord y el crecimiento del crédito continuó acelerándose.
Sin embargo, en el interior del banco, hubo desacuerdo sobre la cantidad de atención que pagar para el mercado de la vivienda. Lars EO Svensson, un viejo colega de la Universidad de Princeton de Krugman y el ex presidente de la Reserva Federal, Ben S. Bernanke, pasó años criticando la renuencia del banco recorte las tasas, mientras que él era un vicegobernador. Renunció en protesta en 2013.

Burbujas de Viviendas

La deuda familiar "ha sido una preocupación, pero ha sido mucho más un problema para hablar de lo que realmente actúa sobre", dijo Jansson. "También podría ser que cuando empezamos a disminuir la tasa de interés, que podría haber hecho un poco más rápido que si no hubiéramos tenido esa preocupación. Ha sido sobre el calendario de los aumentos y disminuciones, creo, en el margen de verdad ".
Svensson también ha acusado al banco de ser responsable de relativamente alta tasa de desempleo de Suecia - en el 8,4 por ciento en febrero, es el más alto de Escandinavia - que el ex Riksbanker dijo puede en parte ser atribuida a mantener las tasas demasiado altas.
Jansson dice que la crítica no tiene en cuenta el crecimiento de la población activa.
"El mercado de trabajo en Suecia es más fuerte que el mercado laboral de Estados Unidos, porque a lo largo de la crisis que hemos tenido un aumento de la tasa de empleo", dijo. "Eso es bueno, ya que allana '' el camino para el empleo en el futuro, mientras que gran parte de la llamada el éxito de Estados Unidos ha sido una salida de la fuerza de trabajo conduciendo por desempleo. ''

Capacidad Limitada

Robert Bergqvist, economista jefe de SEB AB en Estocolmo, dice la verdad en la disputa actual sobre la política monetaria está en algún punto entre los dos campos que discuten.
Krugman y Svensson '', están en lo cierto acerca de que el Banco de Suecia no ha entendido realmente estas fuerzas deflacionarias y también creo que tienen razón acerca de que el Banco de Suecia se ha centrado demasiado en la deuda de los hogares ", dijo en una entrevista. "Se equivocan en que no entiendo muy bien" "capacidad limitada del pequeño país a afectar realmente a la inflación" y un mal en lo mucho que tiene "costo en términos de puestos de trabajo y tal vez las inversiones", dijo.
Svensson, en una respuesta por correo electrónico a preguntas sobre el fin de semana, dijo que no se puede "excluir" que Suecia ha caído en "baja inflación / deflación trampa similar a la de Japón." La "situación sueco es autoinfligida por salida prematura del Riksbank en el 2010 ", dijo.
Krugman este mes utilizó el Riksbank como ejemplo para advertir a la Reserva Federal de Estados Unidos contra la extracción "el gatillo tasa-caminata", en su habitual columna del New York Times.
"Si la Fed se mueve demasiado pronto, podríamos terminar perdiendo millones de puestos de trabajo que podríamos haber tenido", dijo. "En el peor de los casos, podríamos llegar a caer en una trampa deflacionaria al estilo japonés, que ya ha sucedido en Suecia."
La comparación con Japón no impresiona Jansson.
"Se podría desear cuando dice esto, que Suecia parece Japón y esas cosas," que él "escribir menos artículos y tener más de un vistazo a los datos y luego volver otra vez", dijo. "No sé por qué hace eso; es un misterio y que no le hace venir a través como un tipo que está muy bien informado ".

lunes, 4 de agosto de 2014

Respuesta a Krugman: La deuda es monstruosa

Últimas Negación Deuda de Krugman: ¿Por qué sus dos números mágicos no lo cortan?

Profesor Krugman es de nuevo - conjurando cuentos de hadas acerca de un panorama fiscal benigno a largo plazo. A pesar de que la deuda pública ha aumentado del 40% al 75% del PIB durante los seis cortos años desde 2008, afirma que no hay razón para preocuparse y que no existe una espiral de deuda en cualquier lugar en el futuro. En parte esto se debe a que el sacerdocio keynesiana ha declarado que las tasas de interés se han desplazado hacia abajo de forma permanente. Por lo tanto, la CBO ha incorporado debidamente este supuesto en sus proyecciones a largo plazo:

Este (tipo de interés) de reducción del precio tiene el efecto de hacer que las perspectivas presupuestarias - que ya era mucho menos grave que la sabiduría convencional tiene ella - ver aún menos grave. Pero hay un punto más que destacar: la CBO acaba de declarar el fin de la espiral de la deuda.

Aun aceptando la perspectiva de la CBO "escenario optimista" (ver más abajo), no es evidente que se ha declarado el fin de la espiral de la deuda. De hecho, se proyecta la deuda del Tesoro de capital abierto para elevarse entre $ 12 billones actuales a cerca de $ 52000000 millones por 2039. Mucha gente puede juzgar que una espiral. En efecto, como se muestra en el gráfico a continuación CBO basado en "la política actual", el ratio de deuda pública se dirige bruscamente hacia arriba a más de 100% del PIB.



Entonces, ¿cómo se enciende el profesor Krugman este cuadro sombrío en un "todo en orden" tranquilidad-, cuando en realidad muestra título de deuda pública por encima de los niveles de la Segunda Guerra Mundial en un momento en el baby boom está en el pico de la jubilación? Bueno, parece que Krugman desenterró dos números en un informe de 182 páginas que hacen supuestamente inofensivas el 52000000 millones dólares de bonos, pagarés y facturas que necesitarán proyectos de CBO para encontrar un hogar a los tipos de interés históricamente bajas que las previsiones para los próximos 25 años.

Así que nos dirigimos a la tabla A-1 en la página 104 del informe de la CBO, y nos enteramos de que durante los próximos 25 años la CBO proyecta una tasa de interés promedio de la deuda federal de 4.1 por ciento y una tasa media de crecimiento del PIB nominal del 4,3 por ciento. Y esto significa que no hay espiral de la deuda en absoluto.

Una tasa de crecimiento del PIB más alto que el coste medio de transporte de la deuda pública suena todo bien, pero aquí está la cosa. Teniendo en cuenta los resultados durante el siglo 21 hasta la fecha, simplemente no hay razón plausible para creer que el PIB nominal puede crecer a una tasa compuesta anual del 4,3% durante los próximos 25 años. De hecho, desde el máximo previo a la crisis a principios de 2008, el PIB nominal ha crecido a una tasa compuesta anual sólo 2,5%, e incluso en los últimos dos años, cuando se esperaba "velocidad de escape" cualquier día, la tasa compuesta de crecimiento ha sido sólo del 3,0% . De hecho, durante la totalidad de los 14 años de este casi dos ciclos completos de negocios del siglo lo abarca - el PIB nominal ha crecido a un 3,8% anual.

Huelga decir que cuando estás cristal Balling un cuarto de siglo por delante, CAGRs hacen una gran diferencia, y eso es profundamente cierto del presupuesto federal. En concreto, los ingresos es muy sensible al crecimiento del PIB nominal, porque siempre es el ingreso monetario, no el PIB real, que está en la pantalla de radar de la recaudador de impuestos.

Por lo tanto, debido al milagro del interés compuesto bajo la OBC 4.3% CAGR, el PIB nominal se prevé que ascenderá a unos $ 49000 mil millones de 2039. Por el contrario, si los ingresos monetarios crecen a una tasa compuesta anual del 3,3%, o en el extremo superior de los últimos siete la experiencia de años, el PIB nominal de un cuarto de siglo hacia adelante sería sólo 38000000000000 dólares. Y en la CBO 19,4% del PIB impuesto asumen la diferencia 11000000000000 dólar - que es casi un déficit de ingresos anual de US $ 2,0 billones para el año terminal.

Al mismo tiempo, el lado del gasto se verá impulsado por la lengüeta de la seguridad social se eleva a retirarse los baby boomers durante las próximas décadas, a pesar del PIB nominal. En consecuencia, la CBO prevé que los gastos de la Seguridad Social y Medicare se elevará del 8% al 11% del PIB durante el próximo cuarto de siglo, y que esto hará que el gasto federal primario (es decir, los gastos ex-interés) crezca a una tasa compuesta anual del 4,8%.

Pero ahí es donde el profesor Krugman bastante historia de dos números mágicos golpea los bajíos. Sobre la base de la dinámica / seguros sociales demográficos anteriores, proyectos de CBO que no financieros El gasto federal se elevará de $ 3300 mil millones este año a cerca de $ 10,3 billón de 2039. Sin embargo, fueron el crecimiento del PIB nominal para el seguimiento del 3,3% CAGR inferior sugirió más arriba, no habría poca reducción de compensación en función de la trayectoria del gasto primario.

Esto es especialmente el caso debido a las previsiones de la CBO sigue encarnando una versión moderna del "escenario optimista"-es decir, se supone que la producción real crecerá a una tasa compuesta anual del 2,3% durante los próximos 25 años. Sin embargo, que ignora las numerosas y de composición vientos en contra que acechan en el camino. Estos incluyen la demografía del baby boom y el voladizo masiva $ 60 billones de dólares de deuda pública y privada a nivel nacional; y los problemas globales de todo el mundo-desde la colonia la vejez a la bancarrota en Japón, a la casa tambaleándose de las tarjetas conocidas como "capitalismo rojo" en China, a la carga aplastante del estado de bienestar socialista en Europa. Dadas estas adversidades, no hay ninguna razón para suponer que el crecimiento real de EE.UU. será considerablemente acelerar de las tendencias tibias del pasado reciente.

A saber, el PIB real ha promediado sólo 1,0% anual desde el máximo previo a la crisis a principios de 2008, un 1,5% durante los últimos 8 trimestres, y sólo un 1,8% durante los últimos catorce años-incluyendo la falsa prosperidad de la vivienda y el crédito de la burbuja de Greenspan después de 2001. ¿Entonces por qué se acelera el crecimiento del PIB en cerca de un tercio de un cuarto de siglo de funcionamiento, cuando incluso en las propias proyecciones de la CBO, la demografía de la fuerza laboral se volverán muy negativa en los próximos años?

Mientras que se contabilizó 1,0-1,5% de crecimiento del producto real anual durante la segunda mitad del siglo 20 por expansión de la fuerza de trabajo, los proyectos de CBO este componente fundacional se reducirá a sólo una tasa anual de 0,5% durante los próximos decenios. Esta demográficamente al horno en la realidad, a su vez, requiere de CBO para proyectar que la productividad laboral se incrementará en un 1,8% anual a fin de cumplir con su 2,3% bogey crecimiento de la producción.

Pero eso no puede suceder. Durante los próximos 25 años, la economía de EE.UU. estará dejando atrás su más productiva del trabajo-es decir, el bebé fuerza laboral auge actual de envejecimiento. Al mismo tiempo, la economía de EE.UU. será también trabajando bajo un déficit grave y acumulativo de la inversión interna en la planta productiva y el equipo-el sine qua non del crecimiento futuro de la productividad del trabajo. Desde el cambio de siglo, de hecho, el crecimiento real de CapEx han promediado sólo 0.8% al año, o casi un tercio de su tasa histórica anterior; y la verdadera medida de la inversión futura de crecimiento neto de la productividad en el sector mobiliario y equipo y de consumo de capital subsidios-ha disminuido en un 20% desde 1999 a 2000.



En una palabra, el déficit del 4,3% escenario de crecimiento nominal de la CBO es probable que casi en su totalidad fuera de la componente "real" del PIB en lugar de su 2,0% suposición deflactor del PIB. Esto significa que el gasto nominal Federal probablemente mantendrá consistente con las proyecciones de la CBO como se indica más arriba (es decir, ajustes COLA sería casi lo mismo), y, posiblemente, podrían aumentar considerablemente mayor debido a una carga de trabajo más grande de beneficiarios de redes de seguridad.

La conclusión funesta es esto. Bajo el escenario optimista de la CBO, el déficit federal primaria para 2039 es de un poco menos de $ 1 billón al año, o un modesto 1,8% del PIB, lo que significa que el déficit primario no está alimentando una espiral de deuda descontrolada. Por el contrario, en el escenario del PIB nominal del 3,3% con hipótesis realistas sobre la productividad laboral y el crecimiento real, el déficit primario se elevaría a casi $ 3 billones de dólares anuales, y alcanzar el 7,5% del PIB.

No hace falta decir que un déficit primario que sería masiva alimentar una deuda infernal espiral todo lo contrario de la perspectiva benigna entrevisto por el profesor Krugman. Más que el 106% del PIB ya está integrado en el pronóstico de la CBO, la deuda pública durante los próximos 25 años, literalmente, sería una espiral fuera de serie. Nos gustaría terminar exactamente en el zarzal fiscal que el profesor Krugman burla tan despreocupadamente:

... Porque la gente va a temer que estamos a punto de convertirse en Grecia, Grecia te digo.

Así que hablar de la complacencia injustificada con respecto a la espiral de la deuda pública! El mejor resultado que podemos imaginar por caja escenario color de rosa de la CBO es un nivel claramente peligroso de la deuda pública con relación al PIB. Pero el camino probable bajo la economía sobrios es varios órdenes de magnitud peor. De hecho, con la deuda principal acumulando a un ritmo de casi dos dígitos con el PIB, promedio supuesto de gastos de intereses del 4,1% de la CBO daría paso a tasas más altas, lo que significa que dos números mágicos ni de profesor de Krugman consiguió. Bajo un régimen de incluso modesta normalización monetaria durante el próximo cuarto de siglo, la actual política fiscal dará lugar a tasas de interés que son mucho mayor, no menor, que la tasa de crecimiento de la renta nominal.

Así que es hora de poner Grecia de nuevo en el frente y el centro de la imagen fiscal EE.UU., te digo!

Divulgación: Ninguno

Seeking Alpha

sábado, 19 de octubre de 2013

Krugman: Burbujas, regulación y estancamiento secular


Bubbles, Regulation, and Secular Stagnation


Looking at current macroeconomic policy, the obvious question is, stupid or evil? And the obvious answer is, why do we have to choose?
But it is, I think worthwhile – or at any rate soothing – to think about the longer-term future for monetary and fiscal policy. I recently talked about some of these issues with Adair Turner, and I thought I might write up my version of the story so far (just to be clear, Adair bears no responsibility for any errors or confusion in what follows). In brief, there is a case for believing that the problem of maintaining adequate aggregate demand is going to be very persistent – that we may face something like the “secular stagnation” many economists feared after World War II.
So, let’s start with the basic role of monetary policy in stabilizing the economy. Many, probably most macroeconomists – or at any rate those who think at all about policy – think of that role something like this:


Figure 1: Normal monetary policy
Here IS shows how overall real spending and hence the level of real GDP depends on the real interest rate. We think of the central bank as being able to set the real interest rate; its goal is to set that rate at a level that keeps the economy near potential output, which in turn is consistent with low and stable inflation. This is equivalent conceptually to setting the rate at the Wicksellian natural interest rate.
Not that long ago, macroeconomists were congratulating central bankers (and central bankers were, of course, congratulating themselves) over doing a pretty good job of getting this right. Inflation, occasional commodity shocks aside, was indeed low and stable, and from 1985 to 2007 the real economy was fairly stable too.
Figure 2: Inflation was good ...Figure 2: Inflation was good …
Then came catastrophe – and as so often happens, when the house collapses you find the skeletons that were lurking in the closet all along. The stability of prices and output masked an underlying unsustainable growth in leverage:
Figure 3: ... but trouble was brewing. Household liabilities as percent of GDP.Figure 3: … but trouble was brewing. Household liabilities as percent of GDP.
It was a Minsky moment waiting to happen, and happen it did.
When the Minsky moment came, there was a rush to deleverage; this drove down overall demand for any given interest rate, and made the Wicksellian natural rate substantially negative, pushing us into a liquidity trap:
Figure 4: The liquidity trap.Figure 4: The liquidity trap.
This meant that monetary policy could no longer do the job of stabilizing the economy: Central banks found themselves up against the zero lower bound. Fiscal policy could and should have helped, and automatic stabilizers did help mitigate the slump. But fiscal discourse went completely off the rails, and overall we had unprecedented austerity when we should have had stimulus.
So we’ve had an economic disaster – and our inability to avoid this disaster makes a mockery of all the self-congratulation of the years that preceded it.
But how should pre-2008 policy have been different? And what should policy look like looking forward?
There are many economic commentators who take rising leverage, asset bubbles and all that as prima facie evidence that monetary policy was too loose; some argue that the Fed kept rates too low for too long after the 2001 recession, some argue that interest rates were too low over the whole period from 1985 to 2007.
The trouble with this line of argument is that if monetary policy is assigned the task of discouraging people from excessive borrowing, it can’t pursue full employment and price stability, which are also worthy goals (as well as being the Fed’s legally binding mandate). Specifically, since the US economy shows no signs of having been overheated on average from 1985 to 2007, the argument that the Fed should nonetheless have set higher rates is an argument that the Fed should have kept the real economy persistently depressed, and unemployment persistently high – and also run the risk of deflation – in order to keep borrowers and lenders from making bad decisions. That’s quite a demand.
Many of us would therefore argue that the right answer isn’t tighter money but tighter regulation: higher capital ratios for banks, limits on risky lending, but also perhaps limits for borrowers too, such as maximum loan-to-value ratios on housing and restrictions on second mortgages. This would guard against bubbles and excessive leverage, while leaving monetary policy free to pursue conventional goals.
Or would it?
Our current episode of deleveraging will eventually end, which will shift the IS curve back to the right. But if we have effective financial regulation, as we should, it won’t shift all the way back to where it was before the crisis. Or to put it in plainer English, during the good old days demand was supported by an ever-growing burden of private debt, which we neither can nor should expect to resume; as a result, demand is going to be lower even once the crisis fades.
And here’s the worrisome thing: what if it turns out that we need ever-growing debt to stay out of a liquidity trap? What if the economy looks like Figure 4 even after deleveraging is over? Then what?
This is not a new fear: worries about secular stagnation, about a persistent shortfall of demand even at low interest rates, were very widespread just after World War II. At the time, those fears proved unfounded. But they weren’t irrational, and second time could be the charm.
Bear in mind that interest rates were actually pretty low even during the era of rising leverage, and got worryingly close to zero after the 2001 recession and even, you might say, after the 90-91 recession (there was talk of a liquidity trap even then). It’s not hard to believe that liquidity traps could become common, if not the norm, in an economy in which prudential action, public and private, has brought the era of rising leverage to an end.
And in that case, then what?
We might try to figure out why we seem to need leverage and bubbles to have full employment, and try to fix it. More thoughts on that on another day. But what if that isn’t an option?
One answer could be a higher inflation target, so that the real interest rate can go more negative. I’m for it! But you do have to wonder how effective that low real interest rate can be if we’re simultaneously limiting leverage.
Another answer could be sustained, deficit-financed fiscal stimulus. But, you say, this would lead to exploding public debt! Actually, no – not if the real interest rate is persistently below the economy’s growth rate, which it will certainly be if it’s persistently negative. In that case the government can run a primary deficit even while keeping the debt-GDP ratio constant – and the higher the level of debt, the higher the allowable deficit.
OK, I’m shooting from the hip here. The main point is simply that the weirdness of our current situation may well go on much longer than anyone currently imagines.

sábado, 24 de agosto de 2013

Krugman: Burbujas globales

Esta Edad de Burbujas
Por Paul Krugman

Por lo tanto, otro BRIC golpea contra la pared. En realidad, nunca he gustado mucho todo el concepto "BRIC" - Brasil, Rusia, India y China -: Rusia, que es básicamente una economía petrolera, no pertenece en absoluto, y hay grandes diferencias entre los otros tres. Aún así, es difícil negar que la India, Brasil y varios otros países están experimentando problemas similares. Y esos problemas compartidos definen la crisis económica du jour.

¿Qué está pasando? Es una variante de la misma historia de siempre: los inversores amaban estas economías no sabiamente pero demasiado bien, y ahora se han convertido en los objetos de su antiguo afecto. Un par de años atrás, los inversores occidentales - desalentados por los bajos rendimientos, tanto en los Estados Unidos y en las naciones sin crisis de Europa - comenzaron a llegar grandes sumas de dinero en los mercados emergentes. Ahora han invertido supuesto. Como resultado, la rupia de la India y el real brasileño se hunden, junto con rupia de Indonesia, el rand sudafricano, la lira turca, y más.

¿Este cambio de suerte suponen una gran amenaza para la economía mundial? Yo no lo creo (dijo con sus dedos cruzados detrás de la espalda). Es cierto que la pérdida de confianza de los inversores y la que resulta sumerge causaron graves crisis económicas en gran parte de Asia de nuevo en 1997-1998. Pero el punto crucial en aquel entonces era que, en los países en crisis, muchas empresas tenían grandes deudas en dólares, por lo que las monedas que caen efectivamente causaron sus deudas se disparan, creando perturbaciones financieras generalizadas. Ese problema no está ausente por completo en esta ocasión, pero se ve mucho menos grave.

De hecho, me cuentan entre los que creen que la mayor amenaza en estos momentos es que la política de los mercados emergentes exagerar - de que su banco central elevará las tasas de interés drásticamente en un intento por apuntalar sus monedas, que no es lo que ellos o el resto del mundo necesita en estos momentos.

Sin embargo, incluso si las noticias de la India y en otros lugares no es apocalíptica, no es el tipo de cosa que quieres escuchar cuando las economías más ricas del mundo, mientras que haciendo un poco mejor de lo que eran hace unos meses, está todavía profundamente deprimido y luchando para recuperarse. Y esta última crisis financiera plantea una cuestión más amplia: ¿Por qué hemos estado teniendo tantas burbujas?

Por ahora es claro que el flujo de dinero hacia los mercados emergentes - que llevó brevemente a la moneda de Brasil por casi el 40 por ciento, un aumento que ha sido completamente invertida - una nueva era en la larga lista de las burbujas financieras durante la última generación. Allí estaba la burbuja de la vivienda, por supuesto. Pero antes de eso estaba la burbuja de las punto-com, y antes de que la burbuja asiática de mediados de la década de 1990, antes de que la burbuja de bienes raíces comerciales de la década de 1980. Esa última burbuja, dicho sea de paso, impuso un alto costo para los contribuyentes, que tuvo que rescatar a las instituciones de ahorro y préstamos fallidos.

La cosa es que no siempre fue así. Los años 50, los años 60, hasta los años 70 con problemas, no eran tan propensos burbuja. Entonces, ¿qué ha cambiado?

Una respuesta popular implica culpar a la Reserva Federal - las políticas sueltas dinero de Ben Bernanke y, antes que él, Alan Greenspan. Y es cierto que en los últimos años, la Fed se ha esforzado para hacer bajar las tasas de interés, tanto a través de las políticas convencionales y no convencionales a través de medidas como la compra de bonos a largo plazo. Las bajas tasas que resultan sin duda ayudó a que los inversores en busca de otros lugares para poner su dinero, incluidos los mercados emergentes.

Pero la Fed sólo estaba haciendo su trabajo. Se supone que empujar las tasas de interés cuando la economía está deprimida y la inflación es baja. ¿Y qué acerca de la serie de burbujas anteriores, que, en este punto, se remontan a una generación?

Sé que hay algunas personas que creen que la Fed ha mantenido las tasas de interés muy bajo, y la impresión de mucho dinero, todo el tiempo. Sin embargo, las tasas de interés en los años 80 y 90 eran realmente elevados en términos históricos, e incluso durante la burbuja inmobiliaria que se encontraban dentro de las normas históricas. Además, no es el signo de la impresión excesiva de dinero supone que el aumento de la inflación? Hemos tenido toda una generación de burbujas sucesivas - y la inflación es más baja de lo que era al principio.

Bueno, el otro culpable obvio es la desregulación financiera - no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo, y que incluye la eliminación de la mayoría de los controles sobre los movimientos internacionales de capital. Bancos idas salvajes estaban en el corazón de la burbuja de bienes raíces comerciales de la década de 1980 y la burbuja inmobiliaria que estalló en 2007. Los flujos transfronterizos de capital especulativo se encontraban en el corazón de la crisis asiática de 1997-1998 y la crisis actual en erupción en los mercados emergentes - y fueron centrales en la actual crisis en Europa, también.

En resumen, la principal lección de esta era de las burbujas - una lección que la India, Brasil, y otros están aprendiendo una vez más - es que cuando la industria financiera se desató para hacer su cosa, se tambalea de una crisis a otra.

NYT

sábado, 13 de julio de 2013

Krugman: Delirios del populismo estadounidense

Delusions of Populism



Have you heard about “libertarian populism” yet? If not, you will. It will surely be touted all over the airwaves and the opinion pages by the same kind of people who assured you, a few years ago, that Representative Paul Ryan was the very model of a Serious, Honest Conservative. So let me make a helpful public service announcement: It’s bunk.

Some background: These are tough times for members of the conservative intelligentsia — those denizens of think tanks and opinion pages who dream of Republicans once again becoming “the party of ideas.” (Whether they ever were that party is another question.)
For a while, they thought they had found their wonk hero in the person of Mr. Ryan. But the famous Ryan plan turned out to be crude smoke and mirrors, and I suspect that even conservatives privately realize that its author is more huckster than visionary. So what’s the next big idea?
Enter libertarian populism. The idea here is that there exists a pool of disaffected working-class white voters who failed to turn out last year but can be mobilized again with the right kind of conservative economic program — and that this remobilization can restore the Republican Party’s electoral fortunes.
You can see why many on the right find this idea appealing. It suggests that Republicans can regain their former glory without changing much of anything — no need to reach out to nonwhite voters, no need to reconsider their economic ideology. You might also think that this sounds too good to be true — and you’d be right. The notion of libertarian populism is delusional on at least two levels.
First, the notion that white mobilization is all it takes rests heavily on claims by the political analyst Sean Trende that Mitt Romney fell short last year largely because of “missing white voters” — millions of “downscale, rural, Northern whites” who failed to show up at the polls. Conservatives opposed to any major shifts in the G.O.P. position — and, in particular, opponents of immigration reform — quickly seized on Mr. Trende’s analysis as proof that no fundamental change is needed, just better messaging.
But serious political scientists like Alan Abramowitz and Ruy Teixeira have now weighed in and concluded that the missing-white-voter story is a myth. Yes, turnout among white voters was lower in 2012 than in 2008; so was turnout among nonwhite voters. Mr. Trende’s analysis basically imagines a world in which white turnout rebounds to 2008 levels but nonwhite turnout doesn’t, and it’s hard to see why that makes sense.
Suppose, however, that we put this debunking on one side and grant that Republicans could do better if they could inspire more enthusiasm among “downscale” whites. What can the party offer that might inspire such enthusiasm?
Well, as far as anyone can tell, at this point libertarian populism — as illustrated, for example, by the policy pronouncements of Senator Rand Paul — consists of advocating the same old policies, while insisting that they’re really good for the working class. Actually, they aren’t. But, in any case, it’s hard to imagine that proclaiming, yet again, the virtues of sound money and low marginal tax rates will change anyone’s mind.
Moreover, if you look at what the modern Republican Party actually stands for in practice, it’s clearly inimical to the interests of those downscale whites the party can supposedly win back. Neither a flat tax nor a return to the gold standard are actually on the table; but cuts in unemployment benefits, food stamps and Medicaid are. (To the extent that there was any substance to the Ryan plan, it mainly involved savage cuts in aid to the poor.) And while many nonwhite Americans depend on these safety-net programs, so do many less-well-off whites — the very voters libertarian populism is supposed to reach.
Specifically, more than 60 percent of those benefiting from unemployment insurance are white. Slightly less than half of food stamp beneficiaries are white, but in swing states the proportion is much higher. For example, in Ohio, 65 percent of households receiving food stamps are white. Nationally, 42 percent of Medicaid recipients are non-Hispanic whites, but, in Ohio, the number is 61 percent.
So when Republicans engineer sharp cuts in unemployment benefits, block the expansion of Medicaid and seek deep cuts in food stamp funding — all of which they have, in fact, done — they may be disproportionately hurting Those People; but they are also inflicting a lot of harm on the struggling Northern white families they are supposedly going to mobilize.
Which brings us back to why libertarian populism is, as I said, bunk. You could, I suppose, argue that destroying the safety net is a libertarian act — maybe freedom’s just another word for nothing left to lose. But populist it isn’t.
NYT

domingo, 16 de junio de 2013

Krugman: La mecanización disruptiva llega a los trabajadores del conocimiento



Sympathy for the Luddites


NYT

In 1786, the cloth workers of Leeds, a wool-industry center in northern England, issued a protest against the growing use of “scribbling” machines, which were taking over a task formerly performed by skilled labor. “How are those men, thus thrown out of employ to provide for their families?” asked the petitioners. “And what are they to put their children apprentice to?”


Those weren’t foolish questions. Mechanization eventually — that is, after a couple of generations — led to a broad rise in British living standards. But it’s far from clear whether typical workers reaped any benefits during the early stages of the Industrial Revolution; many workers were clearly hurt. And often the workers hurt most were those who had, with effort, acquired valuable skills — only to find those skills suddenly devalued.
So are we living in another such era? And, if we are, what are we going to do about it?
Until recently, the conventional wisdom about the effects of technology on workers was, in a way, comforting. Clearly, many workers weren’t sharing fully — or, in many cases, at all — in the benefits of rising productivity; instead, the bulk of the gains were going to a minority of the work force. But this, the story went, was because modern technology was raising the demand for highly educated workers while reducing the demand for less educated workers. And the solution was more education.
Now, there were always problems with this story. Notably, while it could account for a rising gap in wages between those with college degrees and those without, it couldn’t explain why a small group — the famous “one percent” — was experiencing much bigger gains than highly educated workers in general. Still, there may have been something to this story a decade ago.
Today, however, a much darker picture of the effects of technology on labor is emerging. In this picture, highly educated workers are as likely as less educated workers to find themselves displaced and devalued, and pushing for more education may create as many problems as it solves.
I’ve noted before that the nature of rising inequality in America changed around 2000. Until then, it was all about worker versus worker; the distribution of income between labor and capital — between wages and profits, if you like — had been stable for decades. Since then, however, labor’s share of the pie has fallen sharply. As it turns out, this is not a uniquely American phenomenon. A new report from the International Labor Organization points out that the same thing has been happening in many other countries, which is what you’d expect to see if global technological trends were turning against workers.
And some of those turns may well be sudden. The McKinsey Global Institute recently released a report on a dozen major new technologies that it considers likely to be “disruptive,” upsetting existing market and social arrangements. Even a quick scan of the report’s list suggests that some of the victims of disruption will be workers who are currently considered highly skilled, and who invested a lot of time and money in acquiring those skills. For example, the report suggests that we’re going to be seeing a lot of “automation of knowledge work,” with software doing things that used to require college graduates. Advanced robotics could further diminish employment in manufacturing, but it could also replace some medical professionals.
So should workers simply be prepared to acquire new skills? The woolworkers of 18th-century Leeds addressed this issue back in 1786: “Who will maintain our families, whilst we undertake the arduous task” of learning a new trade? Also, they asked, what will happen if the new trade, in turn, gets devalued by further technological advance?
And the modern counterparts of those woolworkers might well ask further, what will happen to us if, like so many students, we go deep into debt to acquire the skills we’re told we need, only to learn that the economy no longer wants those skills?
Education, then, is no longer the answer to rising inequality, if it ever was (which I doubt).
So what is the answer? If the picture I’ve drawn is at all right, the only way we could have anything resembling a middle-class society — a society in which ordinary citizens have a reasonable assurance of maintaining a decent life as long as they work hard and play by the rules — would be by having a strong social safety net, one that guarantees not just health care but a minimum income, too. And with an ever-rising share of income going to capital rather than labor, that safety net would have to be paid for to an important extent via taxes on profits and/or investment income.
I can already hear conservatives shouting about the evils of “redistribution.” But what, exactly, would they propose instead?

miércoles, 24 de abril de 2013

Ganó Krugman


The Economic Argument Is Over — And Paul Krugman Won


By  | Daily Ticker



For the past five years, a fierce war of words and policies has been fought in America and other economically challenged countries around the world.
On one side were economists and politicians who wanted to increase government spending to offset weakness in the private sector. This "stimulus" spending, economists like Paul Krugman argued, would help reduce unemployment and prop up economic growth until the private sector healed itself and began to spend again.
On the other side were economists and politicians who wanted to cut spending to reduce deficits and "restore confidence." Government stimulus, these folks argued, would only increase debt loads, which were already alarmingly high. If governments did not cut spending, countries would soon cross a deadly debt-to-GDP threshold, after which growth would be permanently impaired. The countries would also be beset by hyper-inflation, as bond investors suddenly freaked out and demanded higher interest rates. Once government spending was cut, this theory went, deficits would shrink and "confidence" would return.
This debate has not just been academic.
Those in favor of economic stimulus won a brief victory in the depths of the financial crisis, with countries like the U.S. implementing stimulus packages. But the so-called "Austerians" fought back. And in the past several years, government policies in Europe and the U.S. have been shaped by the belief that governments had to cut spending or risk collapsing under the weight of staggering debts.
Over the course of this debate, evidence has gradually piled up that the "Austerians" were wrong. Japan, for example, has continued to increase its debt-to-GDP ratio well beyond the supposed collapse threshold, and its interest rates have remained stubbornly low. More notably, in Europe, countries that embraced (or were forced to adopt) austerity, like the U.K. and Greece, have endured multiple recessions (and, in the case of Greece, a depression). Moreover, because smaller economies produced less tax revenue, the countries' deficits also remained strikingly high.
So the empirical evidence increasingly favored the Nobel-prize winning Paul Krugman and the other economists and politicians arguing that governments could continue to spend aggressively until economic health was restored.
And then, last week, a startling discovery obliterated one of the key premises upon which the whole austerity movement was based.
An academic paper that found that a ratio of 90%-debt-to-GDP was a threshold above which countries experienced slow or no economic growth was found to contain an arithmetic calculation error.
Once the error was corrected, the "90% debt-to-GDP threshold" instantly disappeared. Higher government debt levels still correlated with slower economic growth, but the relationship was not nearly as pronounced. And there was no dangerous point-of-no-return that countries had to avoid exceeding at all costs.
The discovery of this simple math error eliminated one of the key "facts" upon which the austerity movement was based.
It also, in my opinion, settled the "stimulus vs. austerity" argument once and for all.
The argument is over. Paul Krugman has won. The only question now is whether the folks who have been arguing that we have no choice but to cut government spending while the economy is still weak will be big enough to admit that.
The discovery of the calculation error, after all, came only a few months after the United States voluntarily cut spending through a government "sequester." This sequester is hurting the U.S. economy, and it is also depriving American citizens of some basic services--like a fully staffed air-traffic control system--that most first-world countries regard as a given in a developed economy. And with America's government deficit already shrinking (thanks to the rollback of some tax cuts and a modest increase in taxes), it is now even clearer that the sequester did not have to be adopted.
Yes, at some point, the American government needs to come together and figure out a smart long-term plan for containing healthcare and military costs, which are the real budget-busters in our government spending. That long-term plan does not need to be adopted immediately, however.
And in the meantime, for the sake of the country, it would be nice if our government came together and agreed to restore full funding for basic services.
Because the current state of government dysfunction in the United States is not just economically harmful. It is also embarrassing, depressing, and based on a premise that is now demonstrably false.