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jueves, 1 de marzo de 2018

Duopolio: Sangriento Hotelling en Glasgow

Cuando en Glasgow ser vendedor de helados era una profesión de riesgo

Javier Sanz — Historias de la Historia



Si pidiéramos a la gente que elaborase un listado con las profesiones más peligrosas que se le ocurriesen, con casi toda seguridad estarían copadas por empleos del tipo artificiero, domador de leones o gestor de residuos nucleares. Todas estas y algunas más son labores que merecen respeto y reconocimiento por el riesgo que supone para aquellos que eligen desempeñarlas. Pero hubo un lapso de tiempo, hace ya algunos años, en los cuales la profesión más peligrosa que uno podía desarrollar en la ciudad escocesa de Glasgow era, por sorprendente que parezca, la de vendedor de helados.

A finales de la década de los 60 y los 70 se popularizaron los carritos de helados que perviven todavía hoy en día en el Reino Unido. Estos se diversificaron y con el tiempo dejaron de dedicarse en exclusiva a la venta de polos y granizados para distribuir otros productos como alimentos, papel higiénico e incluso medicamentos. Pero el afán de lucro unido a la falta de escrúpulos dieron lugar a un conflicto que se extendió por años y que ha pasado a la historia como “The Glasgow Ice Cream Wars” (La guerra de los carritos de helado de Glasgow), un hecho que parece el argumento de una película de serie B pero que marcó un antes y un después para el país británico en general y la ciudad escocesa en particular.



Ya en los 80, en esta urbe se había creado una especie de duopolio de los carritos que se repartían los Campbell y los hermanos Marchetti. Aunque se habían dividido el territorio, pronto comenzaron a surgir conflictos sobre los puntos de venta. Todo esto puede parecer excesivo si el objetivo es la venta de helados y accesoriamente otros productos, pero lo que no hemos dicho hasta ahora es que los mismos pasaron a ser negocios sumamente rentables a la par que peligrosos porque incluyeron la venta de drogas, especialmente heroína, así como armas y productos robados. La gran capacidad de carga de los camiones, el conocimiento de las calles de sus conductores y las nulas sospechas que en los primeros años pudieran levantar, los convirtieron en las herramientas perfectas para este lucrativo negocio. Entre ambas bandas, así como contra los vendedores independientes, comenzaron a actuar lo que se dio en llamar “frighteners”, mafiosos de baja categoría que utilizaban tácticas de intimidación que incluían lanzamiento de piedras, tiroteos y ataques con arma blanca. Y obviamente, con el tiempo esta violencia fue escalando hasta el punto de generar tensiones mucho mayores.

La muerte de “Fat Boy”

El punto álgido de este episodio se dio en 1984, cuando un distribuidor y propietario de un camión llamado Andrew Doyle, conocido por todos como “Fat Boy”, se negó desde un principio a participar en la venta de otra cosa que no fueran helados. Ni siquiera el tiroteo que sufrió mientras hacía su ruta de reparto logró amedrentarlo. Así que los gánsteres decidieron pasar a un plan mucho más agresivo: durante la madrugada del 16 de abril rociaron con gasolina la puerta de su casa y la incendiaron. El fuego acabó propagándose y matando al desafortunado e íntegro vendedor de helados y a toda su familia: 6 personas en total entre las que se encontraba un bebé de 18 meses. La desesperación echó a las gentes a las calles exigiendo que se tomasen medidas para acabar con la oleada de robos, tiroteos y ajustes de cuentas en las que se había visto inmerso Glasgow. Y comenzaron las presiones judiciales y sociales a la policía para encontrar a los culpables.


Entierro de la familia Doyle

La confesión de un delincuente de poca monta llamado William Love, apresado por el robo en y de vehículos, puso sobred la pista a la policía y consiguieron detener a los autores del incendio y asesinato: dos vendedores de helados llamados Thomas Campbell y Joe Steele, Aunque durante el proceso mantuvieron su inocencia, e incluso llegaron a protagonizar huelgas de hambre como protesta, fueron condenados. Años después, el testigo que había sido clave para la detención de ambos heladeros reconoció haberse inventado la declaración, aunque el caso no fue reabierto hasta el 2001. Fueron liberados en 2004. Nunca se encontró a los pirómanos.

Después de este grave incidente, la policía puso en jaque a los clanes mafiosos a cargo de ese negocio y la guerra de los carritos de helado se fue diluyendo. Aunque sería la liberalización del sector comercial y la apertura de centros de venta lo que la remataría. De esta forma, los ciudadanos de Glasgow pudieron comprar los productos que necesitaban fuera de estos circuitos.

Colaboración Antonio Capilla Vega


Nota del administrador: Es famoso el modelo de competencia espacial de Hotelling al cual este caso se asemeja muchísimo. Aunque no en lo sangriendto del final.

jueves, 12 de marzo de 2015

México desregula el duopolio de televisión

México rompe el histórico duopolio de la televisión
La reforma de las telecomunicaciones adjudica a dos únicos concursantes las cadenas en abierto que competirán con Televisa y TV Azteca
JAN MARTÍNEZ AHRENS - El País




México ha abierto el candado televisivo. La licitación de dos nuevas cadenas, destinada a acabar con el histórico duopolio que controla las emisiones en abierto, culminó anoche con su adjudicación a Cadena Tres, de Olegario Vázquez Raña, y Grupo Centro, de Francisco Aguirre. La decisión materializa uno de los hitos del proyecto reformista de Enrique Peña Nieto, pero lo hace por la puerta pequeña. El proceso, que generó una enorme expectación en sus primeros días, ha registrado una fuga masiva de pretendientes y ha llegado a su tramo final exhausto.
Sólo dos jugadores han resistido las dificultades y, para sorpresa general, han presentado ofertas netamente superiores al mínimo exigido por las autoridades, de casi 60 millones de dólares por cadena. El Grupo Centro, de corte conservador y que controla 15 emisoras de radio, puso sobre la mesa cerca de 200 millones, muy por encima de Cadena Tres, un pequeño emporio mediático, en el que figura el tradicional periódico Excélsior, que ofreció 115 millones. La disparidad no afectó a la resolución. Dado que sólo había dos concursantes, cada uno recibió una televisión.

Esta falta de contendientes muestra la pérdida de atractivo que ha sufrido la reforma estrella de las telecomunicaciones. Al dar sus primeros pasos, en septiembre pasado, la licitación atrajo a la flor y nata del empresariado mexicano. En juego había un mercado de 4.000 millones de dólares anuales en publicidad y venta de contenidos. Doce grandes de grupos se prepararon para la liza. Entre ellos destacaban fortunas como Germán Larrea, El Rey del Cobre, o clásicos del establishment mexicano como Mario Vázquez Raña o la familia Maccise.

Con el paso de los meses, el concurso fue reduciendo su fulgor. La crisis del petróleo enfrió el clima económico y los problemas que al inicio se atisbaban lejanos han cobrado envergadura. En un sector maduro, con crecimientos apenas superiores a los de la inflación, los nuevos competidores deberán enfrentarse a dos gigantes firmemente asentados en el territorio y que absorben prácticamente toda la publicidad: Televisa (45% audiencia) y Televisión Azteca (20% audiencia).

Para hacerlo tendrán que satisfacer el pago por la licencia sin tener claro su terreno de juego. Las nuevas cadenas sólo pueden emitir en digital, lo que las hace extremadamente dependientes del apagón analógico, previsto para el próximo 31 de diciembre. Es un punto crucial. El 45% de los hogares mexicanos sigue con televisión analógica y, por tanto, no puede captar la señal de las nuevas cadenas. Si se retrasa el apagón o no se cierra completamente la brecha analógica, el campo de acción de los nuevos contendientes, con una inversión ya hecha, quedaría muy mermado. “No es justo que tengamos un pago realizado en un mercado que todavía no existe” ha dicho el presidente de Grupo Radio Centro, Francisco Aguirre.

Se prevé que las nuevas televisiones solo ocupen un 8,5% para 2020
Para paliarlo, el Gobierno ha optado por una solución inédita: regalar televisores digitales a quien no puede costearlo. El polémico plan, criticado por clientelar, ha permitido la entrega en pleno año electoral de más de dos millones de aparatos a familias pobres. Los diez millones restantes han quedado en entredicho debido a los ajustes en el gasto público adoptados por la crisis del petróleo.

La inseguridad es alta y, según los expertos, la capacidad de evolucionar dentro de un mercado tan maduro y saturado es escasa. El propio Instituto Federal de Telecomunicaciones, el organismo que concede las licencias, prevé que las nuevas televisiones solo ocupen para 2020 un 8,5% del mercado. “La reforma nace con muchos retos, entre ellos una estructura de mercado muy difícil y una transición digital demasiado lenta. Creo que cadena Tres y Grupo Cero terminarán juntos para poder enfrentarse a Televisa y Televisión Azteca. Se ha tardado tanto en levar a cabo la reforma, que quizá es demasiado tarde, pero no deja de ser una buena noticia: hay más opciones y, por tanto, debe haber más calidad”, señala el analista Mony de Swaan, expresidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones.

El Ejecutivo ha tratado de reducir estas dificultades permitiéndoles una combinación de servicios (televisión de pago, telefonía móvil y fija e internet) que amplíe el perímetro de su negocio. Pero las dudas sobre su viabilidad subsisten. Tampoco está claro para los expertos que los recién llegados puedan acabar con la baja calidad que ahora domina el espectro televisivo. La cuestión, en un país donde la televisión es el medio de información por excelencia, trasciende el sector. Dado el alto contenido político que se le dio a esta reforma, un fracaso en la pluralidad afectaría a la credibilidad del propio Gobierno y mostraría las dificultades para acabar con las inercias del pasado. La verdadera reforma empieza ahora.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Duopolio de Stackelberg

Competencia en duopolio según Stackelberg

En 1934, Stackelberg dio a conocer un modelo de duopolio dinámico en el cual las decisiones no se toman en forma simultanea sino secuencial.


En 1934, Stackelberg dio a conocer un modelo de duopolio dinámico en el cual las decisiones no se toman en forma simultanea sino secuencial. Su modelo enuncia el caso de dos empresas, las cuales deciden competir entre sí debido a las exigencias del mercado, por una cantidad demanda por los consumidores. En este tipo de competencia en duopolio (son dos empresas líderes que comparten un mismo producto) siempre se dará el caso que una de ellas tome la decisión anticipada de decidir primero cuando y cuanto producir, lo que significa que jugará primero; esta empresa es la que se conoce como “líder”. Por otro lado la empresa que decide después, es la que juega en segundo término y se conoce como “seguidora”, ella tiene que analizar la producción de “lider”, para ver cuanto va a producir. De todas formas la demanda total del mercado se repartirá entre ambas empresas, siendo una la mayor demanda abastecida por el “lider” y el resto conocido como “demanda residual” la que abastece el “seguidor”. Un ejemplo claro de este caso es la actitud comercial seguida por muchas empresas de automóviles, como por ejemplo Ford y Chrysler como seguidoras de General Motors en determinados momentos de la historia de esta industria o el caso presentado por las empresas de autos norteamericanas contra la compañía Toyota. Este es un modelo de fácil y generalizada aplicación para muchas empresas, también puede orientarse a la competencia en cuanto a precios, según el modelo desarrollado por Bertrand.

Para desarrollar este tipo de competencia, se establecen uan serie de supuestos, quedando de la siguiente manera: la empresa líder elige la cantidad qL que producirá y la empresa seguidora , la cual luego de observar la producción qL elige la cantidad qS. Supongamos que la demanda de mercado es P = a – Q, pero nosotros sabemos que estamos en un duopolio por lo tanto Q = qL + qS. Para obtener el equilibrio en competencia de duopolio se utiliza la técnica backward induction (inducción hacia atrás), efectuándose primero la maximización del beneficio del “seguidor”, de esta forma se obtiene su regla de comportamiento que nos lleva a determinar la curva de reacción, la cual nos indica cuanto producirá el “seguidor” en función de cuanto produzca el líder (en cantidades); es decir, sabiendo cual es la demanda de mercado y cuanto abastece el líder, la empresa seguidora sabe cuanto debe producir según la porción de demanda que queda sin cubrir para con ello evitar pérdidas innecesarias y una sobre oferta. De lo anterior podemos señalar que BS = ( a – qL – qS) x qS – c.qS, de esta manera se ha supuesto que el costo marginal es constante. Efectuando la derivada respecto a qS, obtenemos:

dBs/dqs = a – qL – 2qs – c = 0
Despejando qs obtenemos la reacción del seguidor a una cantidad arbitraria fijada por el líder:
qs = (a – qL –c)/2

Esta ecuación de reacción es similar a la que nos mostró antes Cournot, pero con la diferencia que con este sistema la reacción del seguidor se basa en la acción del líder (cuanto más produzca el líder menos el seguidor y viceversa); mientras que antes era la mejor respuesta a una cantidad hipotética que será simultáneamente escogida por la otra empresa. El líder (y este es un supuesto fuerte) conoce la regla de decisión del seguidor, y debe tenerla en cuenta cuando decide cuanto producir, ya que ello impactará sobre la cantidad total a ser ofrecida al mercado, con la consecuente influencia en el precio. Entonces, debemos incorporar la curva de reacción del seguidor en la maximización de beneficios del líder, lo que se efectúa reemplazando la regla para qs obtenida arriba (*) en la qs de la función de beneficios del líder:

BL = (a-qL-qS).qL – c.qL = ( a-qL- (a – qL –c)/2 ).qL –c.qL

Luego derivando respecto a qL se obtiene:

dBL/dqL = a – 2qL – a/2 + qL + c/2 –c = a/2 –c/2 –qL = 0

Despejando qL resulta ser qL=(a-c)/2 que es la cantidad óptima que produce el líder, y reemplazando dicha cantidad en la curva de reacción del seguidor, obtenemos la cantidad de producción óptima para este, es decir

qS = (a – qL –c)/2 = (a – (a-c)/2 – c) /2 = (a-c)/4

Con lo cual hemos resuelto el equilibrio de Stackelberg por inducción hacia atrás siendo las cantidades óptimas del líder y el seguidor respectivamente (a-c)/2 y (a-c)/4. Es importante no confundir la regla de conducta del seguidor con la cantidad óptima que ofrecerá el seguidor, la cual sólo puede ser obtenida luego de saber cuanto produce el líder. Este es un modelo de bienestar social, la solución propuesta por Stackelberg estaría entre las soluciones de Monopolio y Competencia Perfecta.

Competencia Perfecta.

La curva de demanda será: P = a – Q(total)
Como el Costo Marginal es constante “c” entonces la solución de competencia es cuando el costo marginal es igual al precio:

C = P= a – Q(total) Q = (a-c)



Monopolio.

El Monopolista iguala ingreso marginal con costo marginal, resultando en precios más altos y cantidades más bajas.

C = P= a – 2Q(total) Q = (a-c)/2



Duopolio

Solución Propuesta por Stackelberg para el caso del duopolio.
ql = (a-c)/2
qs = (a-c)/4
Q = q1+q2=3/4 (a-c)



Empresa y Economía