En Helsinki quieren acabar con el transporte privado
Un ambicioso plan de movilidad urbana pretende convertir la ciudad finlandesa en la meca del transporte público
Por: Natxo Medina, Playground
No es exagerado decir que el futuro de las grandes ciudades pasa por el abandono del coche. Por razones diversas. Por un lado, las estadísticas no paran de repetir que las nuevas generaciones muestran un desapego cada vez mayor a la cultura del automóvil, que definió buena parte del siglo XX como símbolo de estatus y progreso y dio a muchas ciudades la forma que tienen hoy. Por otro, la bicicleta cada vez goza de más aceptación, por ser una opción más barata y menos contaminante para una población que se va dando cuenta de los peligros de la huella de carbono en la era del cambio climático. Además, los centros de las ciudades están apostando fuerte por la peatonalización, cosa que en parte obedece a medidas antipolución, pero que también viene del entender la ciudad cada vez más como una fuerza turística (por la que pasear) antes que como un eje productivo y estable.
En Helsinki han estudiado a fondo el fenómeno y por eso pretenden ponerse a la cabeza del mundo mediante un ambicioso plan que reduzca drásticamente el uso del vehículo en su área metropolitana. Al fundamental debate sobre el transporte público, ellos añadirán fenómenos como las nuevas formas de compartir vehículos a través de servicios online o las apps que nos informan sobre las opciones para movernos por la ciudad. Juntando estos elementos, la Autoridad Regional de Transporte de la ciudad y la ingeniera Sonja Heikkilä, quien propuso inicialmente la idea de “movilidad como servicio”, quieren diseñar una aplicación móvil que permita al usuario montar un plan de movilidad flexible usando un amplio abanico de transportes públicos.
Éste incluirá bicicletas compartidas, metro, taxi, tren, autobús convencional y el novedoso Kutsuplus, un servicio de minibuses que se puso en marcha el año pasado y que permite al usuario elegir sus puntos de parada. Además de permitir pagar los servicios por adelantado y de forma elástica, la app incluiría un servicio de consulta meteorológica, para saber cuándo es mejor no coger la bici porque te va a caer encima la del pulpo.
El proyecto, que se empezará a testar el año que viene y pretende completarse hacia 2025, no está exento de retos. El primero, el precio y la accesibilidad: ¿implementar el transporte público hasta ese punto significará multiplicar los costes por vía tecnológica?¿Y qué pasará con aquellas personas que no tengan un smartphone o que no puedan pagar según qué servicios? No olvidemos que la ambición de un verdadero transporte público debería ser estar disponible para todos. Por otro lado, ¿cómo aceptará la población de conductores el cambio?¿Qué pensará quien tenga que desplazarse a las zonas más dispersas de la periferia, fuera del compacto centro?
El plan de Helsinki no es prescindir de los coches, ya que al fin y al cabo muchos ciudadanos los usan para viajar a sus segundas residencias. Pero saben que las ciudades están congestionadas, que el modelo del automóvil tiene los días contados y que para contrarrestar los efectos negativos del colapso, lo único válido es que no te pille desprevenido. Aunque sea un consuelo lejano y nórdico, es bueno saber que hay quien no se va a quedar quieto viéndolas venir.
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