Por Orlando J. Ferreres | Para LA NACION
"El casado casa quiere" reza un proverbio español. "El soltero o soltera también", podríamos contestarle desde aquí. Todos quisiéramos poder tener nuestra casa propia, aunque sea pequeña. Como país, ¿estamos logrando este objetivo? Y si no lo estamos logrando, ¿es cada vez más accesible para una parte importante de la población poder comprar al menos una pequeña casa o departamento?
Para medir la evolución del acceso de los argentinos a la casa propia, mediremos cuántos sueldos hay que invertir para cubrir el precio de una casa o departamento de 50 m2. Los resultados los podemos ver en el gráfico:
A medida que pasa el tiempo hay que destinar más sueldos para cubrir el precio de una vivienda pequeña, representada a lo largo de los años por un departamento de dos ambientes con baño y cocina. En efecto, en el año 1994 el costo de una vivienda de 50 m2 en Capital Federal era de 40 sueldos. Esa cifra fue bajando en la década del 90, donde se estabilizó el costo de la construcción y los sueldos también crecieron de u$s 300 por mes para el salario bruto sujeto a aportes para un empleado u obrero en una empresa formal en la década de los 80, hasta los u$s 1100 por mes hacia fines de los 90. En los inicios de 2001 la vivienda de 50 m2 costaba 30 sueldos. Ahora ese costo fluctúa en los 70/80 sueldos, más del doble que al fin de la convertibilidad. Todos los argentinos están más lejos de poder adquirir su vivienda propia.
Con la explosión por la salida de la convertibilidad, los sueldos cayeron muchísimo y la pobreza aumentó de un 26% a un 56% de la población, pasando alrededor de un 20 % de la población de clase media a clase baja. Fue un retroceso muy deprimente.
La evolución económica fue mejorando y ese número de pobres disminuyó hasta el 26% de la población total hacia 2010, pero ahora hace 4 años que está estancado o creciendo el nivel de pobreza de la Argentina. Actualmente nos ubicamos en un 27 % de pobres, según cifras de la UCA. Si todo lo que hacemos no se traduce en encontrarnos con un número menor de pobres que al inicio de la gestión, la gestión económica ha fracasado y cada vez es más difícil el sueño de la casa propia.
Cada vez cuesta más salarios poder comprar un vivienda propia, pero a ello se suma que tampoco hay crédito hipotecario para poder pagar la misma en muchos años
Cada vez cuesta más salarios poder comprar un vivienda propia, pero a ello se suma que tampoco hay crédito hipotecario para poder pagar la misma en muchos años, como ocurre en casi todos los países. En nuestro caso, en la medida en que hay alta inflación,todo se va reduciendo a lo inmediato y no hay depósitos a plazos fijos largos y la mayoría de las inversiones de ahorro son a pocos meses. Por lo tanto, va desapareciendo el préstamo hipotecario, que normalmente en otros países es a 30 años, o al menos 20 años y aunque sea poco a 10 años. En nuestro país, estos créditos son muy escasos en la actualidad. El programa oficial de créditos está basado en subsidios, es decir que alguien, en muchos casos otro pobre, paga en parte el costo de esos préstamos.
En Chile, para seguir teniendo crédito hipotecario aun con una cierta inflación, se utilizó la "unidad de fomento", un índice basado en la evolución de los precios al consumidor. Este índice de precios que representa la pérdida del valor del dinero, en general crece menos que los salarios, pues éstos van aumentando por arriba de la inflación en aproximadamente un 1% ó 2% anual dado que éste es el aumento de la productividad del trabajo.
Este método fue rechazado por el Ministerio de Economía entre 2003 y 2005, por considerar que "la indexación alimentaba la inflación". Como lo demuestra Chile, la indexación no creó inflación, pues lo que crea inflación es el déficit fiscal financiado con emisión monetaria espuria que en Chile no se verificó. Si la Argentina controla su emisión de dinero en función de la demanda que haga el público de la misma no hay riesgo de que un mecanismo de indexación pueda crear inflación. A lo sumo podrá propágala, pero no es la causa de la inflación.
Para ir más rápido a la solución del problema de la vivienda propia en la Argentina, las dos políticas en las que tiene que concentrarse la dirigencia social son:
- Establecer una macroeconomía que permita el permanente incremento de los salarios reales para que la relación salario/m2 se reduzca
- Establece el crédito hipotecario basado en la "unidad de fomento"
La incorporación de una política hipotecaria a largo plazo basada en la "unidad de fomento" o un esquema similar puede facilitar mucho el logro del crecimiento del empleo, factor clave para la política social de cualquier gobierno. Al mismo tiempo, la gestión económica tiene que tender lo antes posible al equilibrio fiscal, para reducir la inflación a cifras del 3 al 4% anual, compatibles con la inflación internacional. Estas dos políticas pueden mejorar para muchos las perspectivas de poder cumplir con el sueño de tener la casa propia..
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