viernes, 7 de noviembre de 2014

La economía de la felicidad y los orangutanes

La economía de la felicidad, la inseguridad y la crisis de mediana edad de los orangutanes
Por Sebastián Campanario  | Para LA NACION

Una cadencia melancólica al transportarse en liana. Pelar la banana con la mirada perdida en el infinito y alguna lágrima que asoma. Quitarle los piojos al compañero en forma desganada, sin pasión ni empatía por el prójimo. Escuchar El mono tremendo o Llegando los monos en versión blusera y bajoneante. Ver El planeta de los simios a deshoras, con una botella de whisky al lado. ¿Cómo será la crisis de mediana edad de los orangutanes?

Un economista inglés especializado en "felicidad" y temas de comportamiento, Andrew Oswald, se hizo esta pregunta y, junto a un equipo integrado por otros cuatro académicos (Alexander Weiss, James King, Miho Inoue-Murayama y Tetsuro Matsuzawa), relevó dos muestras de chimpancés y una de orangutanes, para analizar cómo varía el bienestar emocional de los simios a lo largo de sus vidas. Para llevarlo a cabo, contrataron etólogos (especialistas en comportamiento de animales) que saben identificar bien los estados de ánimo de los monos.

Uno de los hallazgos más relevantes de la economía de la felicidad para los seres humanos es la famosa "curva en U" para esta variable en el ciclo de vida: somos felices en la niñez y adolescencia, luego el indicador empieza a caer hasta tocar un "nadir" entre los 35 y los 50 años, y más adelante vuelve a aumentar. La tendencia está verificada para la gran mayoría de los países, aun cuando se hacen ajustes por estructura demográfica, y comprobada con muchas variables de aproximación, como el récord de uso de antidepresivos en ese segmento etario o el de una mayor tasa de suicidios.

La explicación para la curva en "U" tiene que ver, en general, con factores socioeconómicos: entre los 30 y los 45 se trabaja más horas, comienza a crecer la familia con la mayor demanda en tiempo y dinero, los hijos chicos hacen que se posterguen salidas con amigos y otras actividades que están muy vinculadas a la generación de felicidad, etcétera. La economía del bienestar emocional también suma algunas explicaciones provenientes de la psicología: es la edad en la que uno se da cuenta de que los ideales serán más difíciles de conseguir, del replanteo, etcétera. Lo que Oswald y su equipo descubrieron es que esta "forma de U" en el bienestar emocional se replica en forma calcada en los chimpancés y orangutanes, donde los factores socioeconómicos no están presentes. Eso llevó a pensar al economista inglés en una raíz evolutiva para esta curva, más allá de las cuestiones de la vida moderna, dado que el fenómeno se encuentra presente en animales con ancestros en común con los humanos.

No es la primera vez que economistas del comportamiento estudian simios para detectar precedentes evolutivos en materia de conducta y decisiones económicas. En la Universidad de Yale, la profesora Laurie Santos descubrió que ciertos errores sistemáticos que se observan en las personas, como la "aversión a perder" -los fracasos impactan más intensamente que los éxitos, a nivel emocional- o el "sentido de justicia" -no somos tan egoístas como suponía la teoría económica tradicional- están presentes en monos capuchinos y otras especies.

Los economistas argentinos que siguen temas de "felicidad" descubrieron que nuestro país es una de las pocas excepciones a la "curva de U". Pablo Schiaffino, economista de la Di Tella y de la Universidad de Palermo (UP), cree que la explicación tiene que ver con jubilaciones bajas en términos reales, que hacen que a nivel local sea difícil recuperar en la vejez los estándares emocionales previos a la crisis de mediana edad.

Por iniciativa de la Facultad de Economía de la UP y con datos de TNS Gallup, se hizo recientemente un "segundo estudio sobre felicidad", que indagó en las "condiciones materiales del bienestar", y que fue adelantado a LA NACION. "Este proyecto tiene como objetivo analizar las condiciones materiales del contexto y del entorno que influyen en la felicidad de las personas", explica Gabriel Foglia, decano de Económicas de la UP.

Encargados de analizar los resultados, Schiaffino y el investigador del Cedlas Martín Tetaz encontraron las siguientes relaciones entre inseguridad y felicidad para la Argentina:

Haber sido víctima de un delito en los últimos doce meses no nos hace menos felices; no afecta la satisfacción con nuestra vida. Sin embargo, sí afecta la calidad de vida del barrio, y reduce las chances de que la gente piense que "su barrio es un buen lugar para vivir".

Si la gente considera que su barrio es "más seguro que otros barrios", entonces aumenta su nivel de satisfacción con su entorno. Pero el efecto no es simétrico; si la gente piensa que su barrio es "menos seguro que otros", el impacto sobre la satisfacción con su barrio es obviamente negativo, pero 57% más grande que el efecto positivo de vivir en un barrio más seguro que otros.

"Por eso hacemos una analogía entre nuestro resultado y la teoría del Nobel Daniel Kahneman, que encuentra que la función de valor es más empinada en las pérdidas que en las ganancias", indican los economistas. "Esta asimetría sugiere que la idea de las policías comunales no es buena y que la policía debe estar centralizada, porque hay mucha literatura (Glaeser 1996, por ejemplo) que indica que cuando se aplica una política local que sube el costo del delito en un barrio (poner cámaras CCTV, por ejemplo), ello genera derrames hacia otros barrios y si, como probamos nosotros, los efectos negativos del barrio que se hace menos seguro son mayores que los efectos positivos del barrio que gracias a la nueva política es ahora más seguro, entonces el efecto agregado es negativo", concluyen.

Desde la consultora CERX, la economista Victoria Giarrizzo, que investiga y da clases en económicas de la UBA, también viene trabajando sobre indicadores subjetivos de bienestar. Días atrás sacó la última medición del Índice de Bienestar Económico, que mide el nivel de satisfacción de la población con sus ingresos, con la calidad, y acceso al sistema de salud y educación, su situación de empleo y su situación habitacional.

"El IBE bajó 5,5% en un año, ubicándose en apenas 41,3 puntos en el primer semestre de 2014 (sobre una escala de 0 a 100). Es el menor valor desde que se comenzó a medir esa variable, en 2005, y muestra un deterioro de 22,8% frente al máximo alcanzado en la serie, que fue en el segundo semestre de 2007", marca Giarrizzo.

Y agrega: "Desde entonces, la pérdida de bienestar de las familias ha sido permanente, pero su deterioro se profundizó en el último año. La medición realizada en julio capta manifestaciones claras de la mayor vulnerabilidad social del país".

Humanos, orangutanes, chimpancés y monos capuchinos en crisis existencial: trabajo a los psicólogos y etólogos no les va a faltar.

SENSACIÓN DE BIENESTAR


Menos satisfechos


El Índice de Bienestar Económico medido por la consultora CERX cayó 5,5% en el último año; es el menor valor desde el inicio de la medición, en 2005.

Mirada integral


El trabajo tiene en cuenta cómo están las personas en materia de ingresos, situación habitacional, acceso al empleo, salud y educación..

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