Los noticieros y las telenovelas son otros dos programas clave de la televisión cubana
Netflix sueña con Cuba
MAURICIO VICENT - El País
Cada lunes a las 20.30, nada más terminar el acartonado noticiero del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) que toca apenas de refilón los problemas de la realidad nacional, entra a los hogares cubanos el viejo Pánfilo y Vivir del cuento, el programa humorístico más popular y seguido en la isla. Su protagonista es un quisquilloso jubilado cubano que sufre los mismos problemas cotidianos que cualquiera de sus compatriotas y se ha pasado media vida haciendo colas. Su nombre —Pánfilo— viene de su pelea con el pan racionado, uno por persona al día, a razón de 80 gramos la unidad. Dos infartos de miocardio le han costado discusiones en la panadería, y aun así a veces sueña: “¿Y si dieran dos?”.
De los primeros gags con el pan racionado como protagonista, Pánfilo extendió el espectro de sus vivencias a todos los rincones de la compleja vida del cubano: la esclavitud de la libreta de racionamiento, los problemas burocráticos, la doble moral, los salideros de agua y los baches que nadie arregla, la escasez de cualquier producto en moneda nacional, los altos precios en las tiendas de dólares o los difíciles equilibrios que uno debe hacer para llenar el plato sin violar la ley. Todo eso y más, expresado con un punto de ironía e ingenuidad que ablanda las situaciones más perversas y angustiosas.
Tras ocho años en el aire, los 27 minutos semanales de Vivir del cuento, que se emiten en el horario de máxima audiencia del canal Cubavisión, se han convertido en una verdadera catarsis nacional. Los espectadores esperan Vivir del cuento con auténtica expectación: “A ver con qué se baja hoy esta gente”. Muchos cubanos se preguntan cómo es posible que en la controlada televisión oficial cubana se admita tal nivel de crítica —costumbrista, es verdad, pero crítica—. Lo cierto es que ahí está, cada lunes y con capítulos memorables, como el del viaje de Pánfilo a Varadero invitado por un turista argentino. “¿Dónde está la mesa buffet? ¿Es verdad que se puede comer todo lo que uno quiera?”, le pregunta a la recepcionista nada más llegar a un hotel Meliá.
Interpretado por el profesor de Lógica Matemática Luis Silva, el personaje de Pánfilo es ya un icono en Cuba, igual que su amigo Chequera, otro cubano sin oficio ni beneficio más que subsistir y darle cuero a la realidad. Entre ambos deshuesan la vida cubana y exprimen el jugo de sus contradicciones, de las que apenas hablan los informativos que le anteceden en la programación.
Los noticieros y las telenovelas son, sin duda, otros dos programas clave de la televisión. Los primeros cuentan la realidad con una fuerte carga política, que suele comenzar por un apartado de desgracias y malas noticias que ocurren en el mundo. Los problemas de Cuba se tocan por encima. Aun así, se han abierto espacios para la opinión ciudadana como Cuba dice, donde caben algunas críticas a aspectos muy concretos de la realidad. Desde que apareció Tele Sur, muchos cubanos siguen los informativos de este canal, con menor carga ideológica.
En el país que inventó la radionovela, obviamente los culebrones televisivos son muy seguidos por la gente. La actual telenovela cubana Cuando amar es demasiado ha sido criticada por los espectadores y por la propia prensa cubana por sus clichés y falta de conexión con la realidad. La mayoría prefiere las novelas latinoamericanas, como la brasileña que en estos momentos arrasa, Dos caras, en la que aparecen los dobles raseros de los poderosos, los conflictos de raza, las diferencias sexuales, la favelización y los amores entre personas de diferentes clases sociales. Arrasa. Pero Pánfilo más.
El ‘paquete semanal’
Paralelamente a los cinco canales de la televisión, funciona el denominado paquete semanal, que se distribuye de casa en casa a través de un disco duro externo y cuyo precio varía (entre 1 y 2 euros) dependiendo de la cantidad de materiales descargados. El paquete contiene las últimas películas extranjeras —incluso las más recientes—, shows, series, documentales, juegos, información, música y mucho más, y constituye todo un fenómeno en un país donde toda la televisión es estatal y el acceso a la información y al entretenimiento está controlado.
Obviamente todos los materiales son pirateados, y como el negocio es privado sus dueños se cuidan de no incluir materiales excesivamente políticos o que puedan ser considerados “contrarrevolucionarios”. En los paquetes se han ofrecido series como la española El Príncipe, y combos de actores como Morgan Freeman o Denzel Washington. Hay gente en Cuba que solo ve el paquete y ni enciende Cubavisión o Tele Rebelde.
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