Parate en la industria aceitera: Cargill cierra una planta
POR MATÍAS LONGONI
Es por 4 meses, por la falta de materia prima para procesar. Igual decisión tomó Vicentín.
Polo. Instalaciones de Cargill en la zona de Rosario que se dedican a biodiesel. Más atrás, la planta aceitera.
La multinacional Cargill bajará la llave de una de sus plantas de molienda de soja entre el próximo octubre y febrero de 2014. Y lo mismo hará Vicentín por falta de girasol.
La decisión marca un punto de inflexión en la evolución histórica de la industria aceitera argentina: hasta ahora no paró nunca de crecer y triturar cosechas récord, pero desde hace un tiempo comenzó a regular su marcha y tiene una elevada capacidad ociosa.
La planta que Cargill cerrará durante un cuatrimestre es la que está ubicada en Puerto General San Martín al norte de Rosario. Según aclaró la empresa a Clarín, esta decisión no implica despidos ni quite salarial para los 170 trabajadores de esa planta, pues seguirá habilitado el puerto. “Tampoco se verán afectados los niveles actuales de producción, ya que se pretende maximizar la capacidad de molienda de nuestra planta de Villa Gobernador Gálvez”, agregaron los voceros.
Hasta aquí la anécdota: la mayor exportadora agrícola del país (en 2102 exportó 19% de las harinas, 15% de los granos y 21% de los aceites del país) cerrará temporalmente una de sus plantas. El telón de fondo es mucho más complejo: luego de invertir cientos de millones de dólares para ampliar su capacidad, el complejo aceitero hoy no encuentra suficiente materia prima para moler. Es la mayor fuente de recursos de la Argentina, ya que la soja y sus derivados explican un 25% de las exportaciones.
Fuentes de la industria confirmaron que el problema no es solo de Cargill, pues la capacidad ociosa promedio ha crecido, de niveles históricos de entre 10 y 15%, a un 25%.
Las fábricas aceiteras podrían moler unas 56 millones de toneladas anuales de soja y otras oleaginosas, pero no tienen suficiente materia prima.
La cosecha de soja no creció tan rápido como las posibilidades de procesarla en el país. Este año, por ejemplo, la oferta es de unos 48 millones de toneladas, pero al menos 10 millones se van como poroto, fundamentalmente hacia China, sin ningún valor agregado.
Adrián Figueroa, director de Foro PAIS (Productores Agroindustriales de Soja), aceptó que China se ha convertido en los últimos tiempos en una aspiradora. Pero advirtió que “si el país asiático lograra aumentar la compra de nuestra materia prima, nos encontraríamos ante una situación desventajosa. Esto implicaría un aumento progresivo de la capacidad ociosa de nuestras plantas procesadoras, de las mas modernas y eficientes del mundo, con la consiguiente eliminación de fuentes de empleo y baja en la entrada de divisas”. Así, para Figueroa, China podría convertirse en “un potencial competidor más que un socio”.
Frente a este escenario, la cadena sojera reclama medidas que reviertan el deterioro que sufren las exportaciones de mayor valor agregado. Una posibilidad sería reducir las retenciones a la exportación de aceites y pellets. Pero el Gobierno se niega de cuajo a discutir proyectos de ese estilo.
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