Oligopolios de supermercados: ¿Causan inflación?
por Miguel Angel Boggiano - Carta Financiera
La visión proyectada durante la era kirchnerista, fue que la inflación es un fenómeno cuya principal causa es el alto grado de concentración en las cadenas de producción, distribución y especialmente comercialización de bienes y servicios.
Debido a ello, seguía el relato, un gobierno que buscaba mejorar la capacidad adquisitiva de la sociedad se veía obstaculizada por los grandes grupos económicos concentrados, que al contar con alto grado de poder de mercado absorbían las ganancias salariales y redistributivas mediante aumentos discrecionales de sus precios y en consecuencia de sus márgenes de ganancia.
Según este trazado lógico, es el grado de concentración el causante principal del problema, por lo que debería existir una clara relación entre estructura comercial oligopólica y alta inflación.
Como contraste empírico, véase el “Cuadro A.1”. Contiene un listado de países europeos junto al ratio CR5 (suma de la participación de mercado de los cinco principales supermercados de cada país) y la tasa de inflación anual. Se eligió el año 2006 porque se lo considera un período sin grandes turbulencias económico-financieras (que podrían alterar los valores inflacionarios o de la estructura de mercado).
Podemos notar que la correlación efectiva entre grados de concentración e inflación es inexistente, e incluso muestra algunos datos contradictorios respecto a la hipótesis mencionada.
Curiosamente, en general los países menos desarrollados de la región analizada son aquéllos que tienen un menor ratio de concentración. Esto puede deberse a un escaso desarrollo de estructuras modernas de comercialización en grandes superficies, que no aprovechan las ventajas de escala que proporciona este tipo de organización comercial.
Para comprender mejor estos beneficios, convendría enunciarlos en términos esquemáticos.
Ganancias de escala:
1. A nivel tienda, existe una importante reducción de costos medios por una mejor distribución de costos fijos de stocking, por la capacidad de venta de una gran diversidad de bienes a través de múltiples líneas de producto y por los altos ratios de rotación de mercadería.
2. A nivel cadena, por la posibilidad de compartir y redistribuir recursos en los diferentes puntos de venta. Ejemplos concretos serían la utilización de centros de almacenamiento compartidos, construcción de plantas comerciales empleando patrones de diseño similares (amortizando así la inversión original), estandarización de la capacitación del personal y de la administración de los RRHH (staffing), etc.
3. La integración y densidad de la cadena de valor de las operaciones de retail a gran escala reduce costos de intermediación y de transporte, y en adición acelera la reposición y recolocación de stock, evitando pérdidas (especialmente en productos frescos).
Situarnos en el contexto latinoamericano no modifica el análisis; por el contrario, lo ratifica. El “Cuadro A.2” enumera una serie de países de la región, junto al ratio CR3 (suma de la participación de mercado de los tres principales supermercados de cada país) y la tasa de inflación anual, basado en datos de 2013. No se evidencia tendencia alguna que relacione mayor tasa de concentración a mayor tasa de inflación. La correlación entre ambas variables es, nuevamente, nula.
El sector supermercadista argentino ha logrado una marcada expansión como así también una fuerte concentración en manos de pocas empresas. La capacidad de compra y la superficie disponible para la venta en el sector les aporta una ventaja competitiva con la cual negocian con sus proveedores para acceder a mejores precios de salida de fábrica. Es allí en donde se registran las mayores ganancias de los supermercados, a través del aumento del margen de ganancias pero no con el aumento de precios en góndolas sino con la disminución de costos de compra. Su ventaja como empresas está entonces hacia atrás en la cadena de valor.
Este es el problema que causan las empresas monopólicas en cualquier actividad económica de un país. Les quitan poder de negociación a sus proveedores de tal manera que los precios de compra los imponen ellos. Siendo entonces los más afectados los productores primarios. Tal es el caso de la leche y los tamberos que están pasando un momento delicado al no tener la posibilidad de exportar y estar atados al precio que les ofrecen las grandes empresas lecheras del sector.
En respuesta a ello los grupos de supermercadistas con pocas bocas de expendio y baja participación de mercado en nuestro país no buscan aumentar sus precios para aumentar su rentabilidad, sino que intentan hacer lo mismo que las grandes empresas. De esta manera, encontraron en el ACE (Agrupación de Colaboración Empresaria) una forma de mejorar su posicionamiento ante clientes y proveedores. La estrategia central gira en torno a la conformación de pools de compras bajo la forma jurídico-administrativa de ACE. Con esta figura, sostenida en la responsabilidad solidaria e ilimitada de los socios con sus bienes personales ante terceros, se establece un fondo común operativo, que busca garantizar un mayor poder de compra relativo para negociar con los proveedores y mejorar su posicionamiento relativo en el mercado.
En este contexto, la expansión del sector parece estar avanzando en una política de doble carácter. Por un lado, centrado en la apertura dinámica de locales de pequeña y media superficie comercial y en ámbitos poblacionales estratégicos. Por otro lado, las empresas tienden a maximizar las estrategias que le aportan un mejor posicionamiento de mercado: impulsando marcas propias y mejorando las condiciones de compra.
En conclusión, aunque la concentración de mercado tiene una clara faceta negativa, al brindar cierto poder de fijación de precios a las empresas principales, también debe tenerse en cuenta que esta misma concentración es consecuencia del aprovechamiento de técnicas de gestión y organización modernas que reducen costos generales y en consecuencia los precios medios de los bienes y servicios de consumo. El efecto neto de la concentración es, luego, ambiguo, y no intrínsecamente regresivo en cuanto a precios de venta como se suele plantear.
En consecuencia, los grados de concentración de mercado no son la causa principal del fenómeno inflacionario. Es tiempo de que como sociedad superemos esta idea gestada desde las jerarquías políticas para evadir responsabilidades, que deben empezar a asumir.
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