sábado, 18 de enero de 2014

Consejos de Goldman Sachs a sus inversores ricos



Here's The Advice Goldman Sachs Is Giving Its Millionaire Clients



After witnessing the S&P 500 surge 30% in 2013, and return 200% since the market trough in March 2009, investors are wondering what they should do next.
Goldman Sachs' Sharmin Mossavar-Rahmani and Brett Nelson are recommending that the firm's private wealth clients should "stay fully invested at their strategic allocation to U.S. equities."
Goldman's Private Wealth Investment Management division will manage money for folks with at least $10 million.
While this recommendation is the same as recommendations they made in Dec. 2008, Apr. 2012, and Apr. 2013, Goldman says their current view is a more "nuanced" this time because valuations aren't the tailwind they once were.
"We believe that having a long-term investment horizon is particularly important at this time because it gives our clients a comparative advantage over other investors whose investment horizons are hampered by institutional constraints such as quarterly reporting periods or public finance considerations," Mossavar-Rahmani and Nelson write.
"In addition, the current monetary policy environment of zero interest rates makes cash and high-quality fixed income assets much less attractive over the next one and five years, which, in turn, increases the attractiveness of equities."
They point out that the "the penalty of being wrong when underweighting US equities are very high."
Another factor in this recommendation is that bull markets "do not die of old age." Instead, they need some shock to trigger a bear market. In the past, these triggers have been tighter monetary policy or an external shock like the dot com bubble or housing bust and there seem to be no signs of any such triggers at the moment.
Of course, there are a few key things that pose a risk to U.S. equity markets: 1. The U.S. economy stalls and goes into recession; 2. The Fed's exit from quantitative easing is more disruptive than anticipated; 3. The eurozone sovereign debt crisis bubbles over; 4. Confidence in Japan's three arrows of Abenomics wanes; 5. Emerging market countries see a hard landing; 6. There are geopolitical disruptions through military engagement.
Meanwhile, here are Goldman's key investment themes for 2014:
  • Underweight investment grade bonds, including intermediate municipal bonds and 10-year Treasuries, because they are expected to have slightly negative total returns for 2014 and modest positive returns over the next five years.
  • Overweight high-yield bonds and bank loans as they are expected to outpeform investment grade bonds and cash in the near term and over next five years.
  • Maintain exposure to hedge funds as they should have mid-single-digit returns and should outperform bonds.
  • Stay fully invested in U.S. equities will have modest single-digit returns of about 3% in 2014 and slightly higher returns over the next five years.
  • Overweight Euro Stoxx 50 because they "will continue to have some of the most attractive near-term and long-term returns."
  • "US banks will have more subdued returns than last year but will still be quite attractive in absolute terms."
  • "Emerging market equities are likely to provide higher returns than investment-grade bonds and US equities, but we expect emerging market bonds to lag US high-yield bonds and bank loans."
Overall, Goldman is more cautious now, and is proceeding with "extra vigilance, knowing that the summit is in sight."


Read more: http://www.businessinsider.com/what-goldman-is-telling-wealthy-clients-2014-1#ixzz2qJKGuJzO

viernes, 17 de enero de 2014

Superintendencia de "precios justos": La estupidez dirige Venezuela

Venezuela: Maduro creó la Superintendencia de "los precios justos"
Fue dentro de las nuevas modificaciones que impuso en su gobierno. Esperan que un millón de inspectores, con una gran mayoría de militares, salgan a las calles a fiscalizar precios.


SALUDO. Maduro, durante su discurso.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sigue realizando modificaciones en su gobierno, en momentos en los que su país vive una creciente crisis económica. Así anunció la salida del ministro de Finanzas, una reforma del sistema de control de divisas y la continuidad del tipo de cambio en su tasa actual de 6,3 bolívares por dólar y el lanzamiento de la Superintendencia de "precios justos".

El mandatario afirmó que el organismo será cívico militar y se espera que gran parte del millón de inspectores que salgan a las calles a fiscalizar los precios sean militares. Maduro sostuvo que los cambios se hacen en función del plan de desarrollo que se ha venido "priorizando" y para "la expansión de un sistema financiero al servicio de la patria".

En la lectura ante el Parlamento de su informe de gestión del 2013, Maduro anunció además la eliminación de la estatal Comisión Estatal de Administración de Divisas (Cadivi), que será absorbida por el nuevo Centro Nacional de Comercio Exterior. El objetivo es "reestructurar todos los mecanismos de acceso a las divisas en función de acelerar esos procesos complejos", dijo el presidente.

En Venezuela existe un sistema de control de cambios que deja en manos del Estado el monopolio de la gestión y administración de las divisas en el país, a las que se accede mediante un engorroso proceso administrativo al que el sector privado responsabiliza de los problemas de desabastecimiento.

TN

jueves, 16 de enero de 2014

Cuando se pone el título de becario a cualquier trabajador precario

El Robin Hood del becario

Francisco Ferreira, un joven portugués que se había quedado en paro, crea una web exitosa en la que denuncia las miserables condiciones laborales de los licenciados de su generación


 


Francisco Ferreira, en el centro de Oporto. 

Francisco Ferreira, un licenciado en Comunicación y Publicidad de 30 años de Oporto se quedó en paro en diciembre. Comenzó entonces a rastrear los anuncios de trabajo por Internet y a facturar currículos y cartas de presentación a cientos de ellos. En Portugal, el paro escala por encima del 17%, una cifra jamás alcanzada en el país, así que Ferreira no se limitó a las convocatorias relacionadas con su profesión. Con sorpresa comprobó que nadie le respondía. Nadie. Ferreira supuso que era demasiado mayor para ser becario, demasiado universitario para algunos trabajos y demasiado reivindicativo para los tiempos que corren.
Descubrió que el mercado laboral portugués, a juzgar por muchos de los anuncios que encontraba, rayaba a veces la pura miseria, lleno de becarios obligados a trabajar meses enteros sin sueldo o empleadores que pedían a sus trabajadores que se hicieran autónomos (y que se pagaran el coche, el ordenador y el teléfono) para luego obligarlos a hacer turnos de más de ocho horas de oficina. También que existía una especie de mercado paralelo al de los anuncios de trabajo: que bastaba que él enviara un currículo a una empresa (teóricamente) interesada en sus conocimientos y aptitudes para que, pasadas unas horas, comenzara a recibir en su correo electrónico tal cantidad de publicidad engañosa que le hizo sospechar que muchos de esos anuncios no eran sino estrategias de bases de datos para recaudar información.
Algo harto y rodeado de amigos también hartos, con mucho tiempo libre (aún andaba en el paro) y crecientemente indignado, concibió un blog precario y muy rudimentario en el que comenzó a denunciar esos anuncios que ofrecían trabajos directamente ilegales y apeló a otras personas a que le enviaran testimonios de esta moderna explotación laboral que consiste, sobre todo, en ponerle el título de becario a todo el que no cobra un sueldo digno.
Pronto el blog creció hasta transformarse en una web con más de 12.000 seguidores en Facebook. Se denomina Ganhem Vergonha, algo así como “avergüéncense”, y subtitulada “plataforma de denuncia de empleadores sin vergüenza”. Un vistazo a la página permite localizar algunas de las perlas con las que se encuentra Ferreira cada vez que escruta el mercado laboral. Por ejemplo, una tienda de un centro comercial de Oporto que solicita “una becaria no remunerada con incorporación inmediata”. O una empresa que busca ingenieros (con menos de cinco años de experiencia) dispuestos a trabajar como becarios, durante cuatro meses, sin cobrar un euro. Al comentar lo de los cinco años, Ferreira se pregunta: “¿Cuánto tiempo tiene uno que trabajar para dejar de ser becario?”.
La página comenzó a ganar lectores, adeptos y denuncias. El correo electrónico se llenó de testimonios que Ferreira (todavía en el paro) se lanzaba a investigar. Porque desde el principio se obligó a no colgar ninguna denuncia que no hubiera sido comprobada. Y a las denuncias les siguieron las amenazas: “Ya he recibido por lo menos cuatro llamadas de abogados de cuatro empresas que aseguran que me van a llevar a los tribunales. Naturalmente, ninguno lo ha hecho”.

Hubo un caso paradigmático: una empresa de diseño creativo de Oporto que empleaba a becarios (sin pagarles nada, por supuesto) durante más de cuatro meses, a razón de más de ocho horas al día, fines de semana incluidos y, encima, con un ambiente de trabajo que, según supo Ferreira tras hablar con cinco testigos, rayaba el acoso laboral. “Además, si los llamados becarios hacían un diseño de algo que rindiera beneficios, estos, por supuesto, iban a parar a la empresa”. El caso llegó hasta la televisión pública portuguesa, la RTP, que se basó en el trabajo de Ganhem Vergonha para denunciar a la empresa en cuestión.
La página ganó aún más adhesiones, registró aún más denuncias y salió del anonimato. Pero Ferreira, al principio, se escondió detrás de un colectivo ficticio: “Pensaba que si decía en la televisión o en los medios que era yo solo el que había montado todo, no me tomarían en serio. Así que contaba que éramos una agrupación de jóvenes y que yo era solo el representante”.
Asegura que, pese a todo, solo ha denunciado el 10% de los casos que le llegan. “La inmensa mayoría no tienen pruebas, y yo carezco de medios y de tiempo para investigar”, dice, sonriendo, encogiéndose de hombros. Porque, mientras su web crecía y le llovían los mensajes (“ahora tengo decenas sin leer del otro día”), Ferreira encontró trabajo en una agencia de publicidad y ya no dispone de tantas horas para ocuparse de las condiciones laborales de los otros. Confiesa que le encantaría, porque hay sectores jugosos en los que casi ni ha pisado: “En el del Derecho, por ejemplo, donde también recibo denuncias de muchos becarios que trabajan sin recibir un euro”. Trató de que su página web rindiera algún beneficio, pero las donaciones se atascaron en los 130 euros.

Con todo, aprovecha cualquier ocasión para seguir denunciando: “Hay una empresa que pide secretarias o administrativas, y luego, cuando llegas, te da un producto y te manda a que vayas puerta a puerta a vender. Te pasas todo el día así. Después, cuando vuelves, te dicen que de secretaria no hay nada, pero sí de vendedor”. También conoce otra empresa, compuesta por siete trabajadores, en la que solo cobra el jefe, esto es, el “emprendedor”, dado que los otros siete son solo becarios sin derecho a sueldo. “Uno de los becarios es responsable organizador de los otros”, cuenta.
Obsesionado desde sus tiempos de buscador de empleo con los anuncios trampa, ha organizado en Internet una recogida de firmas a fin de que todos los que se publican incluyan el nombre de la empresa y el sueldo que está dispuesta a pagar.
Y mientras algún avispado director le contrata para un periódico combativo, reflexiona sobre los efectos perversos de la crisis en Portugal y en su generación de buscadores de empleos mínimos: “Determinados trabajos cada vez están más restringidos a una élite: no solo porque han podido ir a la universidad, cada vez más cara, sino porque han podido estar un año o más de becarios de lujo, sin cobrar, y contra eso hay que luchar…”.

El País

miércoles, 15 de enero de 2014

Es caro ser pobre

It Is Expensive to Be Poor
Minimum-wage jobs are physically demanding, have unpredictable schedules, and pay so meagerly that workers can't save up enough to move on.
BARBARA EHRENREICH


Binita Pradham is a single mother who runs a food business and raises her 4-year-old son. (Barbara Reis)

Fifty years ago, President Lyndon B. Johnson made a move that was unprecedented at the time and remains unmatched by succeeding administrations. He announced a War on Poverty, saying that its “chief weapons” would be “better schools, and better health, and better homes, and better training, and better job opportunities.”

So starting in 1964 and for almost a decade, the federal government poured at least some of its resources in the direction they should have been going all along: toward those who were most in need. Longstanding programs like Head Start, Legal Services, and the Job Corps were created. Medicaid was established. Poverty among seniors was significantly reduced by improvements in Social Security.

Johnson seemed to have established the principle that it is the responsibility of government to intervene on behalf of the disadvantaged and deprived. But there was never enough money for the fight against poverty, and Johnson found himself increasingly distracted by another and deadlier war—the one in Vietnam. Although underfunded, the War on Poverty still managed to provoke an intense backlash from conservative intellectuals and politicians.

The original welfare reform bill—a bill, it should be recalled, which was signed by President Bill Clinton—included an allocation of $100 million for "chastity training" for low-income women.
In their view, government programs could do nothing to help the poor because poverty arises from the twisted psychology of the poor themselves. By the Reagan era, it had become a cornerstone of conservative ideology that poverty is caused not by low wages or a lack of jobs and education, but by the bad attitudes and faulty lifestyles of the poor.

Picking up on this theory, pundits and politicians have bemoaned the character failings and bad habits of the poor for at least the past 50 years. In their view, the poor are shiftless, irresponsible, and prone to addiction. They have too many children and fail to get married. So if they suffer from grievous material deprivation, if they run out of money between paychecks, if they do not always have food on their tables—then they have no one to blame but themselves.

In the 1990s, with a bipartisan attack on welfare, this kind of prejudice against the poor took a drastically misogynistic turn. Poor single mothers were identified as a key link in what was called “the cycle of poverty.” By staying at home and collecting welfare, they set a toxic example for their children, who—important policymakers came to believe—would be better off being cared for by paid child care workers or even, as Newt Gingrich proposed, in orphanages.

Welfare “reform” was the answer, and it was intended not only to end financial support for imperiled families, but also to cure the self-induced “culture of poverty” that was supposedly at the root of their misery. The original welfare reform bill—a bill, it should be recalled, which was signed by President Bill Clinton—included an allocation of $100 million for “chastity training” for low-income women.

The Great Recession should have put the victim-blaming theory of poverty to rest. In the space of only a few months, millions of people entered the ranks of the officially poor—not only laid-off blue-collar workers, but also downsized tech workers, managers, lawyers, and other once-comfortable professionals. No one could accuse these “nouveau poor” Americans of having made bad choices or bad lifestyle decisions. They were educated, hardworking, and ambitious, and now they were also poor—applying for food stamps, showing up in shelters, lining up for entry-level jobs in retail. This would have been the moment for the pundits to finally admit the truth: Poverty is not a character failing or a lack of motivation. Poverty is a shortage of money.

For most women in poverty, in both good times and bad, the shortage of money arises largely from inadequate wages. When I worked on my book, Nickel and Dimed: On (Not) Getting By in America, I took jobs as a waitress, nursing-home aide, hotel housekeeper, Wal-Mart associate, and a maid with a house-cleaning service. I did not choose these jobs because they were low-paying. I chose them because these are the entry-level jobs most readily available to women.

What I discovered is that in many ways, these jobs are a trap: They pay so little that you cannot accumulate even a couple of hundred dollars to help you make the transition to a better-paying job. They often give you no control over your work schedule, making it impossible to arrange for child care or take a second job. And in many of these jobs, even young women soon begin to experience the physical deterioration—especially knee and back problems—that can bring a painful end to their work life.

I was also dismayed to find that in some ways, it is actually more expensive to be poor than not poor. If you can’t afford the first month’s rent and security deposit you need in order to rent an apartment, you may get stuck in an overpriced residential motel. If you don’t have a kitchen or even a refrigerator and microwave, you will find yourself falling back on convenience store food, which—in addition to its nutritional deficits—is also alarmingly overpriced. If you need a loan, as most poor people eventually do, you will end up paying an interest rate many times more than what a more affluent borrower would be charged. To be poor—especially with children to support and care for—is a perpetual high-wire act.

Most private-sector employers offer no sick days, and many will fire a person who misses a day of work, even to stay home with a sick child. A nonfunctioning car can also mean lost pay and sudden expenses. A broken headlight invites a ticket, plus a fine greater than the cost of a new headlight, and possible court costs. If a creditor decides to get nasty, a court summons may be issued, often leading to an arrest warrant. No amount of training in financial literacy can prepare someone for such exigencies—or make up for an income that is impossibly low to start with. Instead of treating low-wage mothers as the struggling heroines they are, our political culture still tends to view them as miscreants and contributors to the “cycle of poverty.”

If anything, the criminalization of poverty has accelerated since the recession, with growing numbers of states drug testing applicants for temporary assistance, imposing steep fines for school truancy, and imprisoning people for debt. Such measures constitute a cruel inversion of the Johnson-era principle that it is the responsibility of government to extend a helping hand to the poor. Sadly, this has become the means by which the wealthiest country in the world manages to remain complacent in the face of alarmingly high levels of poverty: by continuing to blame poverty not on the economy or inadequate social supports, but on the poor themselves.

It’s time to revive the notion of a collective national responsibility to the poorest among us, who are disproportionately women and especially women of color. Until that happens, we need to wake up to the fact that the underpaid women who clean our homes and offices, prepare and serve our meals, and care for our elderly—earning wages that do not provide enough to live on are the true philanthropists of our society.

The Atlantic

martes, 14 de enero de 2014

Un modelo de diez años de constante y paulatina destrucción

El derrumbe de la economía argentina
Para el diario The Wall Street Journal, el kirchnerismo logró en una década "destruir la riqueza de una nación"; hace hincapié en la alta inflación y la fuga de capitales
Por Mary Anastasia O'Grady  | The Wall Street Journal

Tres impresentables: Fernández, Boudou y Kicillof
Durante una visita a Buenos Aires que hice en noviembre, noté que una sensación de premonición se cernía sobre la ciudad. La economía estancada, la inflación en alza, el capital saliendo del país y los porteños de todos los ámbitos preparados para una tormenta y resignarse a las penurias que llegarían a esta ciudad portuaria.
La infraestructura de la ciudad también parecía abatida. Los amplios bulevares y grandiosos edificios del siglo XIX están cansados y roñosos y las calles huelen mal. Los grafitis enardecidos y los afiches hechos tiras desfiguran las paredes, lo que intensifica una sensación generalizada de decadencia sin ley. Destruir la riqueza de una nación demora un largo tiempo, pero una década de kirchnerismo, de gobiernos encabezados por Néstor Kirchner y su actual viuda Cristina Fernández de Kirchner, parece estar lográndolo.
La situación se ha deteriorado en las últimas semanas. Una salida también parece más difícil. Tres acontecimientos importantes en diciembre elevaron la perspectiva de un descenso a un caos total. El primero se produjo cuando la policía de la capital provincial de Córdoba decidió súbitamente dejar de trabajar en protesta por sus bajos salarios. Los delincuentes interpretaron la ausencia de policías como una invitación para saquear la ciudad. Más de 1.000 negocios fueron saqueados y dos personas murieron.
El gobierno nacional podría haber ayudado al gobernador José Manuel de la Sota, quien no es un aliado de la presidenta Fernández de Kirchner. Pero se limitó a sugerir que la violencia era parte de un complot para desestabilizar a la mandataria. Entre la espada y la pared, el gobernador accedió a otorgar un aumento salarial de 33% a los policías, quienes retomaron sus funciones. Pero los policías de otras 20 provincias aprendieron la lección y se produjeron huelgas en todo el país, tras las cuales vinieron más saqueos y violencia. Es probable que surjan renovadas presiones sobre los salarios del sector público.
Detrás de la dificultad para pagarles a los empleados de las provincias un salario decente radica el mismo problema que doblegó a Argentina en 1989: la inflación. Según los cálculos de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), un centro de estudios de Buenos Aires, la inflación alcanzó 3% en diciembre y acumuló un alza de 26,4% en 2013. El aumento en los precios de los alimentos y las bebidas llegó a 28,9%, dijo FIEL, a pesar de los reiterados congelamientos decretados por el gobierno.
El gobierno dice que la inflación anual es de 10,5%. Sin embargo, hay una desconfianza generalizada hacia los números oficiales. Uno de los secuaces de la presidenta despidió en 2011 al director del instituto encargado de medir la fluctuación en los precios porque no le gustaban las cifras. Hasta el Fondo Monetario Internacional tomó nota y en febrero de 2013 criticó a Argentina por no divulgar al público información precisa.
El banco central se ha dedicado a imprimir dinero y ha hecho que los argentinos vendan pesos cada vez que pueden. Los controles de capital que han estado en efecto desde 2011 han hecho que esto sea cada vez más difícil, pero no imposible. También han acelerado la fuga de capitales. La existencia de más vendedores que compradores ha reducido el precio de la moneda local en las instancias en las que se transa libremente. Aunque la tasa oficial de cambio es de 6,6 pesos por dólar, la del mercado negro llega a casi 11 pesos por dólar.
El debilitamiento del peso refleja la caída dramática de las reservas internacionales del banco central, que descendieron casi 30% en 2013. El kirchnerismo, no obstante, también ha destruido el capital al indicar a los inversionistas que los derechos de propiedad y los contratos no son sacrosantos. La industria energética, intensiva en capital, ha sido una de las más golpeadas. La expropiación en 2012 de la participación de la española Repsol en la petrolera argentina YPF es un ejemplo. Chevron CVX -1.85% decidió hace poco hacer una inversión en Argentina, pero muchos otros han optado por quedarse al margen.
El congelamiento de las tarifas ha mermado la inversión de las empresas eléctricas, lo que ha aumentado la frecuencia de los apagones. El mes pasado, cuando se dispararon las temperaturas veraniegas, grandes áreas de Buenos Aires se quedaron sin luz durante días.
Cuando un país sufre disturbios, saqueos, cortes de electricidad y una inflación galopante, lo normal es que las personas libres busquen que sus líderes restauren la calma y el orden. Pero la presidenta ha cultivado un perfil bajo. Tal vez sea porque en diciembre un grupo de periodistas de investigación del diario La Nación publicó una serie de artículos que decían que tanto Cristina como su marido, quien falleció en 2010, se enriquecieron con un programa de obras públicas en su provincia natal de Santa Cruz.
Los reporteros señalan que un testaferro de los Kirchner asumió el control de un puñado de empresas constructoras de Santa Cruz y, posteriormente, consiguió una serie de contratos de obras públicas a precios inflados. La Nación agrega que el mismo contratista le dio a los Kirchner sobornos importantes al lavar dinero a través de hoteles en Santa Cruz que pertenecían a la primera pareja. La presidenta niega todas estas acusaciones y dice que provienen de los fascistas.
Después de 10 años de gobiernos kirchneristas, el poder ejecutivo ahora controla la mayor parte del poder judicial. Es improbable que los llamados para una mayor transparencia lleguen muy lejos. Por otra parte, una espiral inflacionaria agota la paciencia y una población que se siente tan impotente como la de la Argentina actual en algún momento se hará escuchar.

lunes, 13 de enero de 2014

Prostitución: Penalizar la demanda y despenalizar la oferta fue la solución de Suecia

La solución de Suecia para la prostitución: ¿Por qué nadie intentó esto antes?




En un mar de siglos de clichés desesperados porque 'siempre habrá prostitución', el éxito de un país sobresale como un faro solitario que ilumina el camino. En apenas cinco años, Suecia ha disminuido drásticamente la cifra de mujeres dedicadas a las prostitución. En las calles de la ciudad capital, Estocolmo, la cantidad de prostitutas ha sido reducida en dos tercios y la de clientes en un 80 por ciento. En otras grandes ciudades suecas, el comercio sexual en las calles casi ha desaparecido. Y en buena medida también ha ocurrido esto con los famosos burdeles y salas de masaje que proliferaron en el país en las últimas tres décadas del siglo 20, cuando la prostitución era legal.

Adicionalmente, es nula la cantidad de mujeres extranjeras que ahora están siendo traficadas a Suecia para comercio sexual. El gobierno sueco estima que en los últimos años sólo entre 200 y 400 mujeres y niñas han sido traficadas cada año hacia este país, cifras que no son tan significativas en comparación con las 15,000 a 17,000 mujeres traficadas anualmente hacia la vecina Finlandia. Ningún otro país y ningún otro experimento social siquiera se acercan a los prometedores resultados que están siendo observados en Suecia.

¿Cuál compleja fórmula ha utilizado Suecia para lograr esta proeza? Sorprendentemente, su estrategia no es en absoluto compleja. De hecho, los principios de ésta parecen tan simples y anclados con tal firmeza en el sentido común que de inmediato nos llevan a preguntar: "¿Por qué nadie intentó esto antes?"

La trascendental legislación sueca de 1999

En 1999, luego de años de investigación y estudios, Suecia aprobó una ley que: a) penaliza la compra de servicios sexuales y b) despenaliza la venta de dichos servicios. La novedosa lógica detrás de esta legislación se estipula claramente en la literatura del gobierno sobre la ley:

"En Suecia la prostitución es considerada como un aspecto de la violencia masculina contra mujeres, niñas y niños. Es reconocida oficialmente como una forma de explotación de mujeres, niñas y niños, y constituye un problema social significativo... la igualdad de género continuará siendo inalcanzable mientras los hombres compren, vendan y exploten a mujeres, niñas y niños prostituyéndoles".

Además de la estrategia legal de dos vías, un tercer y esencial elemento de la ley sueca sobre la prostitución provee que amplios fondos para servicios sociales integrales sean dirigidos a cualquier prostituta que desee dejar esa ocupación; también provee fondos adicionales para educar al público. Siendo así, la estrategia única de Suecia trata la prostitución como una forma de violencia contra las mujeres, en la cual se penaliza a los hombres que las explotan comprando servicios sexuales, se trata a las prostitutas, en su mayoría, como víctimas que requieren ayuda y se educa al público para contrarrestar el histórico sesgo masculino que por tanto tiempo ha embrutecido el pensamiento acerca de la prostitución. A fin de anclar sólidamente su visión en terreno legal firme, la ley sueca referida a la prostitución fue aprobada como parte de la legislación general de 1999 sobre la violencia contra las mujeres.

Un primer obstáculo en el camino

Es interesante observar que, a pesar de la extensa planificación que tuvo lugar en Suecia previo a la aprobación de la ley, durante los primeros dos años de vigencia de este novedoso proyecto casi no ocurrió nada. La policía efectuó muy pocos arrestos de clientes y la prostitución, que antes había sido legalizada en el país, continuó casi como si nada. Los pesimistas del mundo reaccionaron a la muy publicitada falla con un estridente recordatorio: "¿Ven? La prostitución siempre ha existido y siempre existirá".

Pero los suecos, muy seguros del pensamiento detrás de su plan, no prestaron atención a las críticas. Rápidamente identificaron el problema y luego lo resolvieron. El punto de falla, donde los mejores esfuerzos se habían estancado, era que las fuerzas de seguridad no estaban haciendo su trabajo. Se determinó que los agentes de policía necesitaban capacitación a profundidad y orientación en lo que el público y la legislatura del país ya comprendían perfectamente. La prostitución es una forma de violencia masculina contra las mujeres. Los explotadores/compradores deben ser castigados y las víctimas/prostitutas necesitan recibir ayuda. El gobierno sueco invirtió cuantiosos fondos, de modo que policías y fiscales, desde los más altos niveles hasta los agentes que trabajaban en las calles, recibieron una intensa capacitación y el mensaje de que el país hablaba en serio. Fue entonces que Suecia empezó a ver resultados sin precedentes.

Hoy día no sólo el pueblo sueco continúa apoyando firmemente el enfoque del país a la prostitución (el 80 por ciento de la gente lo respalda, según los sondeos de opinión), sino también policía y fiscales se encuentran ahora entre sus más fuertes apoyos. Las fuerzas de seguridad de Suecia han descubierto que la ley sobre prostitución les beneficia en el manejo de todos los crímenes sexuales, en particular porque les habilita para virtualmente erradicar el elemento del crimen organizado, que es una plaga en otros países donde la prostitución ha sido legalizada o regulada.

La falla de las estrategias de legalización y/o regulación

El experimento de Suecia es un ejemplo único y solitario, en una población de tamaño significativo, de una política sobre prostitución que sí funciona. En el 2003, el gobierno de Escocia, con miras a reformar su propio enfoque a la prostitución, le encargó a la Universidad de Londres la elaboración de un análisis integral de resultados de políticas sobre prostitución en otros países. Además de revisar el programa sueco, el equipo de investigación seleccionó a Australia, Irlanda y los Países Bajos a fin de representar varias estrategias orientadas a legalizar y/o regular la prostitución. No revisó la situación en aquellos países donde la prostitución está totalmente penalizada, como es el caso en los Estados Unidos, pues el resultado de dicho enfoque es muy conocido. El mundo ya está bien familiarizado con las fallas y la futilidad del mecanismo de arrestar prostitutas y dejarlas en libertad para luego volver a arrestarlas.

Tal como lo reveló el estudio encargado a la Universidad de Londres, los resultados en los estados bajo revisión que habían legalizado o regulado la prostitución fueron tan desalentadores como la penalización tradicional, o tal vez aún más. En cada caso los resultados eran drásticamente negativos.

Según el estudio, la legalización y/o regulación de la prostitución condujeron a:

  • un drástico aumento en todas las facetas de la industria del sexo,
  • un marcado incremento en el involucramiento del crimen organizado en la industria del sexo,
  • un dramático aumento en la prostitución infantil,
  • una explosión en la cantidad de mujeres y niñas extranjeras traficadas hacia la región, así como
  • indicaciones de un incremento en la violencia contra las mujeres.
En el estado de Victoria, Australia, donde fue creado un sistema de prostíbulos legalizados y regulados, hubo tal explosión en la cantidad de éstos que la capacidad del sistema para regularlos fue de inmediato abrumada, y con igual rapidez esos establecimientos se convirtieron en un nido de crimen organizado, corrupción y crímenes relacionados. Además, las encuestas de las prostitutas que trabajan bajo sistemas de legalización y regulación revelan que ellas mismas continúan sintiéndose coaccionadas, forzadas e inseguras en este negocio.

Una encuesta de prostitutas legales bajo la política de legalización en los Países Bajos muestra que el 79 por ciento de ellas dice querer salir de la industria del sexo. Y aunque cada uno de los programas de legalización/regulación prometieron ayuda para aquéllas que deseaban abandonar la prostitución, esa ayuda jamás se concretó en ningún grado significativo. En contraste, el gobierno sueco sí cumplió con proveer amplios fondos para servicios sociales destinados a ayudar a prostitutas que querían salir de la industria. El 60 por ciento de las trabajadoras sexuales en Suecia aprovechó los bien financiados programas y tuvo éxito en abandonar el comercio sexual.*

Entonces, ¿por qué nadie intentó esto antes?

Con el éxito de Suecia alumbrando el camino con tal claridad, ¿por qué otros países no están adoptando rápidamente ese plan? En realidad, algunos sí lo están haciendo. Tanto Finlandia como Noruega están a punto de seguir esos pasos. Y si Escocia escucha los consejos de su propio estudio, también irá en esa dirección. Pero la respuesta a la pregunta de por qué otros países no están apurándose a adoptar el plan de Suecia probablemente sea la misma que respondería por qué los gobiernos no han probado antes la solución sueca.

Considerar a las prostitutas como víctimas de coerción y violencia por parte de hombres requiere que un gobierno primero pase de ver la prostitución desde la óptica masculina a verla desde los ojos de las mujeres. Y los países, en su mayoría si no es que prácticamente todos, continúan viendo la prostitución y cualquier otro asunto desde una óptica predominantemente masculina.

Suecia, en contraste, ha sido líder en promover la igualdad de las mujeres durante mucho tiempo. En 1965, por ejemplo, penalizó la violación dentro del matrimonio. En los Estados Unidos, hasta en la década de 1980 había estados que aún no habían hecho ese reconocimiento fundamental del derecho de las mujeres a controlar su propio cuerpo. Suecia también destaca por tener la más elevada proporción de mujeres en todos los niveles del gobierno. En 1999, cuando aprobó la trascendental ley sobre prostitución, el Parlamento sueco estaba conformado casi en un 50 por ciento por mujeres.

La política sobre prostitución de Suecia fue originalmente diseñada y cabildeada por las organizaciones de albergues para mujeres. Luego la promovieron y lucharon por ella, en un esfuerzo bipartidario, las singularmente poderosas y numerosas parlamentarias suecas. Y el país no se ha detenido ahí. En el 2002 aprobó legislación adicional que complementaba la ley original sobre prostitución. Ese año, la Ley de Prohibición del Tráfico Humano para el Propósito de Explotación Sexual llenó algunos de los vacíos que había en la legislación previa y fortaleció aún más las facultades del gobierno para perseguir a la red que rodea y apoya la prostitución, como reclutadores, transportadores y anfitriones.

¿Por qué no copiamos aquí el éxito de Suecia?

Aunque quizás sea cierto que los Estados Unidos y otros países aún están mucho más inmersos que Suecia en la oscuridad patriarcal, no hay razón por la que no puedan impulsar ahora cambios de políticas como los que esa nación ha realizado. La belleza del asunto es que una vez que se ha abierto el terreno y la prueba del éxito ha sido establecida, tendría que ser mucho más fácil convencer a otros de ir por ese mismo camino.

Women's Justice Center

domingo, 12 de enero de 2014

La ingeniería de la promoción de ventas en las tiendas

17 trucos que las tiendas usan para hacerlo gastar más dinero


¿Accidentalmente ha comprado mucho más de lo previsto?
Pudo no haberlo planeado. Desde supermercados a las tiendas de ropa, los centros comerciales han sido cuidadosamente diseñados para llegar a gastar la mayor cantidad de dinero posible.

¿Quiere batir a los minoristas en su propio juego? Entonces será mejor que aprendas cómo piensan.

Un letrero grande, audaz "SALE " ayuda a hacer que la gente en la tienda , donde son propensos a comprar artículos no venta.


Una vez que entras , está el carrito de compras. Este invento fue diseñado a finales de 1930 para ayudar a los clientes a hacer compras más grandes con mayor facilidad.



En los supermercados , los departamentos de alto margen, como productos horneados florales y frescas se colocan cerca de la puerta principal , por lo que ellos encuentran cuando su carrito está vacío y sus espíritus son altos.


Flores y productos de panadería también se sientan cerca de la parte frontal de las tiendas porque su olor atrayente activa las glándulas salivales , lo que hace más probable que la compra por impulso.



A los supermercados les gusta esconder sus productos lácteos y otros productos esenciales en la pared del fondo, lo que obliga a ir a través de toda la tienda para llegar a ellos.


Una vez que los clientes empiezan a caminar a través del laberinto de una tienda de los pasillos, que están condicionados a caminar arriba y abajo de cada uno, sin desviarse.



La mayoría de las tiendas se mueven los clientes de derecha a izquierda. Esto, combinado con el hecho de que Estados Unidos conduce por la derecha, hace que las personas más propensas a comprar artículos en el lado derecho del pasillo.



Cualquier cosa de una tienda de verdad quiere que los clientes compren se coloca al nivel de los ojos. Ítemes particularmente favorecidos se destacan en los extremos de los pasillos.



También hay nivel de los ojos de niño. Aquí es donde las tiendas ponen juguetes, juegos, cereales azucarados, dulces y otros artículos de un niño se ve y rogar a sus padres para comprar.


Los puestos de prueba y los demás pantallas que ralentizan mientras que la exposición a los productos nuevos. 



Las tiendas también quieren artículos que sean de fácil acceso. La investigación muestra que tocar elementos aumenta la posibilidad de una compra.



El color afecta a los compradores, también. La gente es atraída a las tiendas por los tonos cálidos como los rojos, naranjas y amarillos, pero una vez dentro los colores fríos como los azules y verdes animan a gastar más.


¿Escucha esa música? Los estudios demuestran que la música lenta hace que la gente compra sin prisa y gaste más. Propale música más motivadora y fuerte en la tienda y no afecta a las ventas. La música clásica estimula las compras más costosas.



El tamaño importa tienda, también. En lugares con mucha gente, la gente pasa menos tiempo de compras, hacen menos compras (previstas e impulsivas) , y se sienten menos cómodos
.



Las tiendas no sólo te quisieren engañar con las ventas, que también utilizan - por tiempo limitado para aumentar su sentido de urgencia en hacer una compra.



El área más rentable de la tienda es la cola de la caja. Las tiendas de operaciones bancarias en los clientes que sucumben a los bastidores de dulces y revistas mientras esperan.


Por último, existe la ubicua tarjeta de "comprador valorado". Esta tarjeta le da una trato ocasional a cambio de su lealtad de los clientes y los datos personales de valor.



Leer más: http://www.businessinsider.com/how-stores-make-you-spend-more-2014-1?op=1 # ixzz2q0GUZvpE

sábado, 11 de enero de 2014

La costosa salud en USA

La apendicitis costaba 'un riñón': Un hospital de EE.UU. reclama a un joven 55.000 dólares

Un joven estadounidense, sorprendido por un recibo de más de 50.000 dólares por una simple operación de apendicitis, decidió publicar su factura en Reddit para denunciar lo absurdo de los gastos médicos en EE.UU.



Nic Gonzalez, un estudiante de 20 años, supo de primera mano cuán costoso puede ser el sistema de sanidad estadounidense cuando recibió una factura de 55.000 dólares por una operación de apendicitis a la que se sometió en el Hospital General Sutter de Sacramento, en California.

"No sabía realmente cuánto cuesta en Estados Unidos la sanidad hasta que sufrí una apendicitis en octubre. Soy un chico de 20 años. Creo que otras personas deberían entender esto para hacerse una idea de cuánto cuesta una enfermedad inevitable en Estados Unidos", escribió Nic, indignado, en Reddit, donde publicó la factura con todos los gastos.

"La tomografía no duró tanto tiempo, así que no puedo entender por qué cuesta 7.000 dólares", se queja el joven.

Según se desgrana de la factura, el joven tenía que pagar 16.277 dólares por la intervención, 4.562 por ser anestesiado, 7.501 por pasar dos horas en la sala de recuperación y 4.878 por su estancia en el hospital. Gracias a la aseguradora de su padre, Nic logró pagar la mayor parte de los gastos médicos al hospital, pero aún le quedan 11.119 dólares de deuda, que todavía no sabe cómo afrontará.

RT Actualidad


viernes, 10 de enero de 2014

Los noruegos son millonarios, igual que el ANSES en Argentina

Todos los noruegos se despertaron siendo millonarios esta semana




Todos y cada uno de los ciudadanos de Noruega se ha convertido recientemente en millonario, al menos en teoría, gracias al mayor fondo soberano de inversión del mundo, hinchado por el crecimiento de los precios de los hidrocarburos.

Establecido en 1990, el Fondo de Pensiones Global recauda parte de las ganancias de la venta de crudo y gas.

El séptimo exportador de crudo del mundo invierte estos fondos en el extranjero.
El fondo es un éxito en el sentido de que el Parlamento logró ahorrar dinero para el futuro

El fondo posee un 1% de las acciones bursátiles mundiales, así como bonos y bienes inmobiliarios de Londres a Boston.

El contador en la página web del Banco Central, que gestiona el fondo, muestra que se han acumulado 5,11 billones de coronas (828.660 millones de dólares), una cantidad más de un millón de veces mayor que la población que alcanzó recientemente los 5.096.300 personas.

Según el portavoz del Banco Central, Thomas Sevang, es la primera vez que cada ciudadano tiene el equivalente a un millón de coronas en este fondo.

Sin embargo, esta riqueza se mantendrá fuera del alcance de los ciudadanos, conservándose estos fondos en previsión de que lleguen malos tiempos para ellos o para las generaciones futuras.

"El fondo es un éxito en el sentido de que el Parlamento logró ahorrar dinero para el futuro. Hay muchos ejemplos de países que no lo hicieron", comentó Oeystein Doerum, el principal economista del banco de inversión noruego DNB Markets, citado por la agencia Reuters.


RT Actualidad

La riesgo licencia por maternidad

The Risky Business of Paternity Leave

When men take time off to care for family members, their long-term earnings suffer—just as women's do. Here's why it's worth it.


As a family sociologist, I’ve spent several decades studying how and why men might assume responsibility for childcare and housework. My colleagues at the University of Oregon and I recently reported that when men take time off from work to care for family members, their long-term earnings are depressed. We have known this about mothers for some time, but because we have not typically studied men as parents, we have not isolated how or why fathers’ work and family situations might compare with mothers’. We are finally in a position to begin to draw some conclusions about whether we should be encouraging fathers to routinely take family leave.
Research shows that working men and women tend to make different adjustments when they become parents. Women typically resolve work-family conflicts by reducing their work hours, whereas men typically increase their work hours. And when women take maternity leave or temporarily cut back to part-time, many employers, rightly or wrongly, perceive them to be less committed to their jobs. The women end up on a “mommy track,” where they earn less than non-mothers and single men—and substantially less than married fathers. In fact, when men become parents, their earnings tend to go up.

So what happens when men cut back on work to fulfill family obligations? To answer that question, my colleagues and I drew on survey data from over 12,000 U.S. respondents, collected in biannual interviews over 28 years, from the time when they were teenagers until they were in their 40s. Our main research question was whether men who reduced or restructured their workplace commitments could expect lower earnings than men who didn’t. We controlled for a host of other variables to isolate the specific effects of taking time off to care for family members.
We found that although the magnitude of the earnings loss is greater for women, men who reduce their work hours or take time off for family reasons are also likely to experience lower earnings over the course of their working lives. In other words, taking time off for family carries financial risk for men, just as it does for women.
This conclusion is hardly surprising, but it does suggest a different way of thinking about the earnings gap between men and women. Today’s jobs still seem designed for the 1950s, when one partner was the sole breadwinner and the other was fully devoted to caring for home and children. Based on that model, ideal workers are expected to be totally committed to their careers and have few obligations at home.
But as Joan Williams, director for the Center of WorkLife Law at UC Hastings, and others have suggested, these inflexible, all-or-nothing workplaces drive women out of breadwinner roles and men out of caregiver roles. In our research, U.S. women were over 10 times more likely than men to report that they’d modified employment for family reasons. And we speculate that many fathers, facing pressures to conform to masculine breadwinner ideals, refrained from even admitting to their employers that they wanted to modify their schedules for family reasons.
Are these men right to be cautious? Or do the benefits of paternity leave outweigh the risk of long-term earnings loss? To answer that question, we need to focus on countries like Sweden and Norway, where over 80 percent of men take paid family leave. Researchers have been able to study how this time away from work affects family earnings, labor market participation, and domestic satisfaction for both men and women.

As Liza Mundy notes in the January/FebruaryAtlantic, men who take parental leave tend to remain more involved in childcare as the children grow up. And they tend to share more equally in household labor, which increases women’s satisfaction. When fathers are involved in infant care, women enjoy more wealth, power and authority in the society at large. And studies show that children growing up in such families enjoy some social and cognitive advantages, as well as more gender-balanced expectations for their own lives.
Research also shows that Swedish fathers who use a higher proportion of leave go on to spend fewer hours on the job and more time with children on workdays. They're more likely to be involved in direct physical care of children, and are more likely to report satisfaction with the amount of contact they have with their children. Small sample studies of Nordic fathers taking parental leave, including one of Finnish fathers, find that the men most value the opportunity to develop closer relationships with their infants.
And such involvement might have other payoffs for men. One recent study by researchers at the Swedish National Institute of Public Health found that men who take paternity leave live longer than others. As reported in the journalPublic Health, fathers who took paternity leave in 1978 and 79 had a 16 percent decreased death risk by 2001, and those who took longer leaves experienced greater benefits. The researchers speculate that the men who took paternity leave in the late 1970s may have been more health-aware than their peers. But they conclude that there could also be something about increased parental involvement that moderates some of the detrimental effects of traditional masculinity on men’s health behaviors and eventual longevity.
Only a handful of U.S. states currently have government-mandated paid leave programs for fathers, even though our culture as a whole is beginning to change. Women’s educational attainment and career opportunities are much more plentiful than they once were, and as our recent research shows, marriage and parenthood are no longer negotiated on men’s terms alone. One of the biggest shifts in recent years is that many women will simply not put up with partners who don’t contribute at home.
Still, most men can’t afford to take more than a few days off after the birth of a new child. Especially because parental leave can depress long-term earnings, new policies should focus on wage replacement and ensuring fair treatment of parents in the workplace, regardless of gender.
But even without programs as generous as those in Scandinavia, I suspect that any costs associated with taking paternal leave will be outweighed by potential gains. Men will develop better nurturing skills. Women will enjoy increased earnings, career advancement, and satisfaction. Children will benefit from having two involved caregivers. And corporations and governments, who want to see a more resilient and equal-opportunity work force, will realize it is in their best interests to help balance work and family obligations for everyone. 



The Atlantic