Para él, bien medidas, hoy están en US$ 29.000 millones, lo que significa entrar en una “zona crítica”. Y agrega: “Ahora, se ve el costo de usar al BCRA como una chequera”.
Si el que calla otorga, Martín Redrado quiere asegurarse de no conceder ni un ápice y habla de todo. El ex presidente del Banco Central asegura que el proceso económico actual ya no brinda crecimiento ni genera empleo. Además, afirma que el principal problema no es el tipo de cambio ni la inflación, sino la falta de inversión. Pero la solución, dice, no es devaluar, sino llevar a cabo un programa económico integral, que
atraiga a la Argentina los dólares que abundan en la región y escasean en el país. También, advierte que las reservas netas del Banco Central son de US$ 29.000 millones y que están en una zona crítica. “En realidad, digo que el nivel es cero porque las tomó la Presidenta para garantizarse su estabilidad política. Ya no hay más reservas para asegurar a los argentinos solidez y previsibilidad cambiaria”, dispara.
¿Cuál es su visión de la situación económica actual?Cada día es más evidente el agotamiento del proceso económico, que ya no brinda crecimiento ni genera empleo como lo hacía en sus primeros tiempos. El modelo, que estaba basado en cuatro pilares, desapareció. Ya no hay excedente presupuestario, ni dólar competitivo, desapareció el proceso de acumulación de reservas y
el superávit comercial se sostiene con restricciones. Y esto no fue mejorado con un esquema superador. En una carrera larga, como una maratón, a los 10 kilómetros hay que cambiar de aire y el Gobierno no lo hace. Por eso, siente agotamiento y falta de oxígeno. Esto se ve, sobre todo, en una economía que está generando incertidumbre, principalmente, a partir del dólar, tema en el que se ve mucha improvisación. Se corre detrás de los acontecimientos y por la inexistencia de un programa integral.
¿El principal problema es el dólar?No. Muchos dicen que es la inflación. Pero creo que es la falta de inversión. Para que una economía crezca de manera sustentable, hay que tener un consumo interno dinámico, que fue impulsado por el Gobierno, pero se quedó manco en los otros dos motores que debe tener una economía: la inversión y el sector externo, la integración productiva,
venderle más al mundo pero con valor agregado, conocimiento, capacitación e inteligencia. Por lo tanto, hay que generar un programa integral que incentive la inversión. Porque esa es la manera de superar el problema del dólar. Para volver a un mercado cambiario dominado por la oferta y la demanda… La Argentina, cada vez, tiene más escasez de dólares porque la única manera de comunicarse con el mundo es a través de la venta de soja y, evidentemente, se dejó afuera el canal de los dólares que puedan llegar por inversión directa o de portafolios.
Es decir, en títulos y por el mercado de crédito internacional. Estas tres vías están clausuradas porque la Argentina se cerró a la inversión y, por lo tanto, el problema del dólar se soluciona desde la expansión y no desde la restricción. Esta vez, es fácil resolver el problema de la Argentina porque, si hubiera un gobierno confiable y un equipo económico serio, con un programa económico profesional que ponga los incentivos correctos en la inversión, estoy seguro de que nos pasaría lo mismo que a Uruguay, donde su presidente dice que sobran dólares. Hoy, a la región le sobran dólares y, a la Argentina, le faltan porque se cometieron errores. Hoy, está claro lo que no era evidente para muchos en 2010: usar al Banco Central como una chequera,
para que ceda reservas e imprima todos los pesos que el Gobierno quiere, tiene un costo importante.
Redrado dixit. "Para que una economía crezca de manera sustentable, hay que tener un consumo interno dinámico".
¿Cuál es el nivel real de reservas? El nivel de reservas es cero porque las tomó la Presidenta, para garantizarse su estabilidad política y ya no hay más reservas para garantizar a los argentinos estabilidad y previsibilidad cambiaria. Por lo tanto, mientras no salgamos de usar al BCRA como una droga que a uno le permite pensar que está más allá de los límites, la Argentina seguirá teniendo más restricciones. Y más restricciones sobre el dólar significan más limitaciones a la producción. Es falsa esta idea de que sólo el 12 por ciento de los argentinos compra dólares para atesoramiento. El precio del dólar es uno de los más importantes, no sólo en la formación de expectativas, sino en los costos productivos que tienen las industrias, que dependen, en muchos casos, de partes y de insumos que vienen del exterior y que, en este contexto, el efecto es menos producción y menor generación de empleo.
Pero las reservas del BCRA son cercanas a US$ 38.000 millones… A esos US$ 38.000 millones, hay que netearlos de los créditos que son back to back con bancos centrales del exterior, es decir, que están contra depósitos que nosotros tenemos. Y hay que netearlos de los encajes en dólares de los depósitos de los argentinos. Por lo tanto, el nivel neto de esas reservas es de US$ 29.000 millones.
Las reservas cayeron US$ 4500 millones durante 2012. ¿Cuál es la tendencia y cuál sería un nivel crítico? El nivel óptimo depende. Uno lo puede tomar de una manera mercantilista, contra el nivel de importaciones, o de una forma financiera, contra el volumen de deuda que tiene el país, o de una manera más protectora de los depósitos, como un porcentaje de los plazos fijos. En todo esto, cuando uno hace una combinación de estos factores, que la Argentina tenga menos de US$ 30.000 millones de reservas ya es una zona crítica y se prenden las luces amarillas.
¿Y cuál es el impacto real en el empleo? Ya decía hace un año que había señales concretas de estancamiento en la creación de empleo y le daba una implicancia política. El Gobierno no tiene la capacidad de sacar conejos de la galera para generar una euforia de consumo o de empleo porque no hay inversiones ni producción. Y los números de empleo ya son evidentes: el primer trimestre marca una suba del desempleo de 200.000 argentinos más que en marzo del año pasado. El segundo trimestre da una leve mejoría. Pero la tendencia muestra el agotamiento de este proceso: la Argentina creó, de 2003 a 2008, unos 850.000 puestos de trabajo por año; de 2009 a 2011, unos 450.000; en 2012, sólo 100.000; y, hoy, ya estamos perdiendo trabajo. El único empleo que crece es el público, que lo hace al 5 por ciento, y lo pagamos todos los argentinos.
Si fuera nuevamente presidente del BCRA, ¿cuáles serían sus primeras medidas para revertir la situación? Primero, hay que recuperar la independencia de criterio del banco. Siempre abogué por un BCRA integrado con el resto de la economía pero que esté imbuido de los objetivos de crecimiento económico, baja inflación, pero que a eso se contribuye desde los distintos sectores. Un BCRA que debe coordinar con el resto de la política económica, no lo concibo como una isla. Pero sí que sus equipos tengan independencia de criterio y que no estén a tiro de los pedidos del Gobierno para que le envíen fondos sin ningún tipo de control. Lo primero que hay que hacer es cortar ese financiamiento irrestricto y devolverle la independencia de criterio.
Y para poder intervenir en el mercado cambiario… Hoy, lo hace la ANSeS. Pero debería ser más activo el Central en el manejo de su cartera de títulos para poder tener impacto en el mercado de contado con liquidación. Pero, por ser una simple chequera, generó una gran inmovilidad en el propio staff del banco y, por lo tanto, hay mucho miedo en las líneas técnicas de sugerir esta independencia. En 2009, teníamos con qué calmar el mercado cambiario porque habíamos hecho un proceso de acumulación. Utilizamos, entre las cuatros crisis cambiarias que tuvimos entre 2007 y 2009, casi US$ 7000 millones para estabilizar el mercado cambiario. Hoy, esas medidas solas, claramente, no alcanzan y hay atraso cambiario porque, desde 2010, la tasa de devaluación no tuvo nada que ver con la de inflación y, por ello, los costos en dólares se hicieron, cada vez, mayores. Y eso hace que la industria argentina pueda exportar, cada vez, menos. La Argentina, como institución, no tiene la capacidad de generar más dólares y se recostó sólo sobre los de la cosecha. Entonces, si no hay un programa económico integral que incentive la llegada de dólares, el BCRA puede hacer muy poco, o las medidas que puede tomar tienen efecto sólo en el muy corto plazo.
Redrado dispara. "El nivel de reservas es cero porque las tomó la Presidenta, para garantizarse su estabilidad política".
Para bajar a lo concreto ese programa económico integral, ¿qué medidas incluiría?
La primera medida sería enviar una ley al Congreso, que le dé independencia funcional, presupuestaria y operativa al Indec y nombrar a un nuevo director Ejecutivo, elegido por concurso y con el acuerdo del Senado. A partir de eso, hay que establecer un nuevo índice de precios a nivel nacional, que plantee que la Argentina hará las cosas bien y entra en un marco de normalidad. En segundo lugar, el país debería eliminar algo que pusimos Roberto Lavagna y yo en 2005, que es el encaje para el ingreso de capitales de corto plazo. Lo hicimos en un contexto en el que nos estaban inundando de dólares. Pero, hoy, faltan. El tercero sería dar apoyo o incentivo para bajar los impuestos distorsivos o los que castigan a la producción. Trabajar sobre un diferencial, sobre retenciones o impuesto al cheque que se puedan tomar a cuenta de distintos tipos de impuestos, para incentivar la inversión en corto plazo. Por último, una programación económica que permita mostrar que el gasto público, la recaudación, el aumento de salarios, el aumento de la cantidad de dinero y el deslizamiento cambiario estarán coordinados en un programa que vaya más allá del día a día y que plantee objetivos, por lo menos, a tres años, donde se vea que todos los instrumentos de la política económica estarán coordinados y, por lo tanto, se le puede marcar la cancha al sector privado y decirle que, ahora sí, no habrá marcos de improvisación y, sobre todo, de meterle la mano al sector privado, como se ve día a día.
¿Así no haría falta devaluar? No, porque en un contexto en el que sobran ingresos de capitales y con un equipo económico profesional, generaría una rápida reversión de expectativas. Y la Argentina podría hacer lo mismo que está haciendo Paraguay (ya ni nombro a Brasil). Paraguay tiene gran cantidad de inversiones directas, sobre todo, en sus sectores más competitivos, lo mismo que Uruguay. Eso debería trabajar la Argentina: en un contexto de excedente de dólares, gradualmente, se deberían ir retirando las restricciones del mercado cambiario.
El blue trepó a $ 10 y volvió a $ 8,80, al cierre de esta edición, ¿cuál es la tendencia real?La tendencia real es alcista, salvo algunas cuestiones del corto plazo porque falta oferta. Ahora, hay más tranquilidad porque se subieron las tasas de interés a regañadientes y porque se utilizaron los títulos que tiene la ANSeS para impactar en el mercado de contado con liquidación y, así, influir sobre el tipo de cambio paralelo. También, estamos en una época de buena liquidación de la cosecha (US$ 160 millones por día). Pero se termina a finales de julio. Por eso, la tendencia es alcista.
Incluso, el BCRA no puede absorber todo lo que ingresa por la liquidación de la cosecha…Exacto. De cada US$ 10 que se liquida el BCRA sólo pude aumentar US$ 2 de reservas. Antes, de cada US$ 10, eran US$ 8.
¿Qué impacto genera el blanqueo? Es un parche. Puede generar un incentivo a los dólares de la marginalidad, como aquel que no tiene ningún peso en blanco. Puede ser que sean los amigos del Gobierno los que terminan blanqueando y, de ahí, que tengan la expectativas de US$ 4000 millones. Pero, aún siendo esa cifra, es una gota de agua en el océano.
¿Qué pasará con la crisis global?Le pega al país con una gran oportunidad porque el escenario es de mediocridad y eso implica un costo de dinero muy bajo, con tasas de interés bajas, y esos fondos buscan, en tiempos como los actuales, venir a países emergentes, como América latina o el Este asiático. Es cierto que, también, hay menos crecimiento mundial. Pero las oportunidades están en los mercados emergentes en materia productiva. Y, además, también hay oportunidades en cuanto a acceso a fondos de largo plazo y bajo costo, que la Argentina está desperdiciando.
Pero la Argentina logra tasas cercanas al 15 por ciento… La pregunta es qué hacen los países que consiguen tasas al 4 o 5 por ciento. ¿Lo logran gobiernos de derecha y reaccionarios? ¿Mujica es de derecha y reaccionario? ¿O lo es Evo Morales, que consigue fondos al 4 por ciento? ¿Ollanta Humala? Lo que hacen son programas económicos profesionales e integrados al mundo.
¿Qué hará el Gobierno de cara a las próximas elecciones? Veo más de lo mismo hacia adelante. El Gobierno la pucheará con distintas medidas y restricciones. Por lo tanto, a menos que tengamos una caída inesperada en el saldo comercial, es decir, que los dólares disponibles por el excedente comercial que se está manteniendo con restricciones, a menos que haya sorpresa en ese sentido, será más de lo mismo. La Presidenta tiene bastantes inseguridades en el campo económico y ninguno de sus colaboradores la convence con darle certidumbre en términos de un programa más integral.
Usted integró el grupo fundador de APERTURA, hace 30 años. De hecho, fue su primer secretario de Redacción. ¿Cómo analiza la evolución del país, en esas tres décadas? Sólo puedo decir lo bueno que es vivir en democracia. Tuvimos períodos de mejoría. Pero el saldo, como país, es frustrante: entre lo que la Argentina puede ser y lo que hay es una brecha enorme, lo que queda es un balance desequilibrado. El desafío para los que vivimos y trabajamos en el país es poder concretar una Argentina distinta, integrada productivamente, que genere crecimiento sustentable basado en el empleo y no sólo en el subsidio.
¿Cuáles serán sus objetivos a futuro? En términos de instituciones, también creé Fundación Capital, que es un centro de estudios, de investigación, que trabaja con empresas argentinas y latinoamericanas para mejorarles su calidad de gestión y el proceso de toma de decisiones. Y ese equipo, también, trabaja con gobernadores e intendentes que estarán sentados en la discusión de lo que viene en 2015 y hacia adelante. Estamos generando equipos para mejorar su calidad de gestión y para plantear lo que se debe hacer, sobre todo, en materia de política económica y social. Hay mucha gente trabajando en candidaturas y somos pocos quienes estamos ocupados en cuáles son los programas que se deben poner en la cancha para desarmar el campo minado que queda en materia de distorsiones, que se fueron acumulando estos años. Trabajaremos en el espacio no kirchnerista para generar soluciones y los programas que se necesitarán cuando se termine esta etapa.
¿Con alguien en particular? La etapa que viene es de gran generosidad. Por eso, al no ser candidatos, nos permite ayudar a que se pueda unir el espacio no kirchnerista en programas concretos de gobierno.
La edición original de este artículo se publicó por primera vez en la revista APERTURA (junio de 2013).