domingo, 4 de noviembre de 2012

Discriminación en (el gremio de) Economía


"¡Revolución, pero con glamour!": el grito de guerra de las economistas




Álter Ecos, Álter Ecas: la "sensibilidad de género" de los economistas -si nos atenemos a la brecha salarial del 30% entre hombres y mujeres en la disciplina y a la poca representación femenina en posiciones jerárquicas de la academia, las finanzas y la función pública-parece limitada. La actividad parece muy concentrada en el "género" de los pantalones caqui y camisas celestes que suelen usar los profesionales varones.
Y si no, que le pregunten a Verónica Rapoport, una economista argentina que da clases e investiga en la London School of Economics. Años atrás, no bien se recibió en la UBA y comenzó a dar clases en la Di Tella, era muy común que los alumnos del posgrado la tomaran por una secretaria y le pidieran café. "En esto, [José Luis] Machinea -el profesor titular de esa cátedra- era un genio: cuando eso sucedía, él se levantaba y les servía. Los tipos quedaban superhumillados."
Tiempo después, ya instalada en el exterior, Rapoport dice que no sintió tanta discriminación en la academia, pero sí de parte de los alumnos de posgrados de negocios y finanzas, por lo general profesionales exitosos poco habituados a recibir indicaciones de mujeres. "Los banqueros son odiosos con las profesoras jóvenes", cuenta Rapoport. "En la escuela de negocios me hicieron el coaching y me dijeron: «Hombres con autoridad son respetados, mujeres con autoridad son bitches (perras). La forma de tener autoridad siendo mujer es mostrándose maternal; la madre es la única que puede tener autoridad y no ser bitch». Una onda más Bachelet que Angela Merkel. Nunca en mi vida usé tantos aros grandes de oro y maquillaje en tonos marrones."
Esta baja representación de mujeres en el club de los economistas hace, justamente, que haya pocas estadísticas sobre género en la profesión. El 30% de brecha salarial mencionado surge de una megaencuesta global de The Wage Foundation, una fundación de los Países Bajos, cuyo capítulo argentino es coordinado por Víctor Beker, de la Universidad de Belgrano. En sociología, por ejemplo, la diferencia es mucho menor: de apenas 8 por ciento. La participación es desigual, marca Valeria Esquivel, especialista en economía y género de la Universidad Nacional de General Sarmiento, "estamos ganando participación en la academia, pero aún es muy baja en el sistema financiero o en el periodismo económico".
Juan Carlos de Pablo, vecino en este suplemento (vive acá abajo, a la izquierda cruzando la página, lo pueden saludar), lleva relevadas las vidas de 3700 economistas y las mujeres ocupan menos del 10% de la muestra. Allí aparece la neokeynesiana Joan Robinson -siempre relegada para el Nobel, como Woody Allen con el Oscar, o Jorge Luis Borges con el Nobel de Literatura-, o la única galardonada en economía por la Academia Sueca: Elinor Ostrom, que en realidad era (falleció este año). politóloga.
En la función pública local, el caso de ascenso más notorio no es lo que se diría una prueba potente a favor de la igualdad de género: se trata del caso de la ex ministra Felisa Miceli, que por estos días comenzó a ser juzgada por el caso de la bolsa con dólares. En la actualidad, las economistas que pisan fuerte en el Gobierno son la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont; la ministra de Industria, Débora Giorgi, y la segunda de Héctor Timerman en la Cancillería, Cecilia Nahón.
Hay otros avances importantes. En la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA -concentra el 40% de la matrícula en esta disciplina de todo el país- ya se reciben más mujeres que hombres. Junto con Corina Rodríguez Enríquez, Esquivel dará en 2013 la primera cátedra en la Argentina sobre "economía y género". El tema de la representación femenina en el ámbito académico no es menor, dice Rapoport, "porque está demostrado que una mujer de profesora en ciencias aumenta la probabilidad de que alumnas sigan esas carreras. Ésa es la racionalidad que está detrás de la promoción de minorías en todas las carreras donde están subrepresentadas, incluida la economía".
Twitter es otro campo donde las economistas dan pelea desde una trinchera en desventaja. "Hay algo muy masculino, de testosterona, en esto de pasarse horas y horas pisoteando al otro, en querer demostrar todo el tiempo que sos más inteligente, una conducta muy común entre los tuiteros economistas varones", dice Mercedes D'Alessandro, investigadora y profesora de la UNGS y de la UBA. D'Alessandro, una de las pocas que se les plantan seguido en la red social a los "machos alfa" que suelen copar la parada tuiteril, se despide por mail con un doble grito de guerra (agrupaciones feministas: no hace falta aclarar que estamos navegando en un registro irónico, ¿no?): "¡Aguante la economía de minitas! ¡Hagamos la revolución, pero sin perder el glamour!"..

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