La falsa conciencia
El valor de Marx en el siglo 21
The Economist
Karl Marx: Greatness and Illusion. By Gareth Stedman Jones. Allen Lane; 750 pages; £35. To be published in America by Belknap in October.
La caída del comunismo hace casi 30 años, pero la influencia de Karl Marx sigue vivo. enfoques marxistas se encuentran en algunos de la historia y la sociología más interesantes que se publica hoy. las obras de Marx, entre ellos "El Manifiesto Comunista", escrito con Friedrich Engels en 1848, pueden haber tenido más impacto en el mundo moderno lo que muchos suponen. De los diez principales demandas del manifiesto, tal vez cuatro se han reunido en muchos países ricos, incluyendo "la educación gratuita para todos los niños de las escuelas públicas" y un "impuesto sobre la renta progresivo o graduado".
No hay mejor guía para Marx que Gareth Stedman Jones de la Universidad Queen Mary de Londres. En un nuevo libro que ofrece ricas descripciones de la vida de Marx, la mayor parte de los cuales se gastaron en la miseria. De origen alemán "Karl", ya que el autor se refiere a él, sería trabajar tres o cuatro días seguidos sin dormir y estaba constantemente enfermo (su dieta sin concesiones, basado en "platos muy condimentados, pescado ahumado, caviar y pepinillos en vinagre junto con el vino del Mosela , cerveza y licores ", difícilmente puede haber ayudado). Él viene a ser tan desagradable: arrogante, racista y constantemente pidiendo prestado dinero de Engels.
Para los lectores más interesados en este tipo de detalles, la biografía de Francis Wheen de Marx, publicado en 1999, puede ser una mejor opción. el libro del señor Stedman Jones es ante todo una biografía intelectual, que se centra en el contexto filosófico y político en el que Marx escribió. Se completó un doctorado en filosofía en 1841 y estaba rodeado de fuertes discusiones acerca de las consecuencias de la industrialización y el lugar de la religión en el mundo moderno. Era un ávido lector de la revista The Economist, mientras que despedir públicamente como el "órgano europeo de la aristocracia financiera".
En contraste con lo que se suele suponer, Marx no inventó el comunismo. Radicales, entre ellos Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) y el movimiento cartista en Inglaterra, habían utilizado durante mucho tiempo un lenguaje que los lectores de hoy en día se identificarían como "marxista" - "para disfrutar de la igualdad política, abolir la propiedad"; "Ejército de reserva de mano de obra" y así sucesivamente.
Entonces, ¿cuál fue su contribución? Gran parte de su tiempo lo pasó en desacuerdo con otros radicales, atacando a Proudhon, en particular, a quien comparó con uno de los "economistas burgueses". Mucho más significativamente, intentó proporcionar una descripción teórica general de cómo funciona el capitalismo, especialmente en "El Capital", que fue publicado en 1867.
Su caracterización del capitalismo es elegante en su simplicidad. Cada día, argumentó, los trabajadores produjo un mayor valor de los bienes de lo necesario para mantenerse a sí mismos; capitalistas apropiado de lo que sobró. Los trabajadores no podían conseguir de ese excedente porque no son dueños de capital (maquinaria, edificios, etc.). Pero ya que producen más, crearon más capital, lo que refuerza la dominación de los capitalistas. Un "sistema ostensiblemente descansando en el intercambio equitativo y justo podría producir consistentemente un superávit a una de las partes del intercambio."
Sr. Stedman Jones es un historiador con inclinaciones marxistas. Como tal, el lector podría esperar que un endoso de sonido de las ideas del gran hombre. Sin embargo, en muchas partes del autor es muy crítico. Por ejemplo, señala que Marx muestra "condescendencia hacia la evolución de la economía política", un gran error dada la rapidez con que el campo estaba cambiando en el tiempo. Más contundente, el "Grundrisse", un manuscrito inacabado, que muchos neomarxistas ven como un tesoro de la teoría, tiene "defectos [en] los argumentos centrales".
Sr. Stedman Jones es aún crítica de partes de "El Capital". En un pasaje, Marx se propuso responder un rompecabezas. Cambios en los niveles de oferta y demanda explican por qué el precio de una mercancía va hacia arriba o hacia abajo, pero no explica por qué el precio de equilibrio de este último sea lo que es. Por ejemplo, ¿por qué son las fresas más caro que las manzanas?
Para resolver el rompecabezas Marx se basó en la "teoría del valor trabajo". Él ayudó a demostrar que el precio de una mercancía se determina por la cantidad de tiempo de trabajo se había ido en ella, lo que demuestra cómo se explotaron los trabajadores. Sin embargo, "arbitrariamente descartó la conveniencia o utilidad relativa de las materias primas", dice el señor Stedman Jones, que golpearía la mayoría de la gente como la explicación obvia. El autor resume un sentimiento de muchos estudiosos de Marx: leer los capítulos densos, teóricos de "El Capital" de cerca, y no importa cuánto intente, es difícil escapar a la conclusión de que hay un montón de tonterías en ese país.
El valor real de dicha obra, a los ojos del señor Stedman Jones, reside en su documentación de la vida real del día a día se enfrentan las clases de trabajo en inglés. Marx sintetiza una "extraordinaria cantidad de estadísticas, informes oficiales y los pedazos de prensa reportaje" para mostrar cuán difícil era la vida de muchas personas que viven en el país industrialmente más avanzados del mundo. Aún así, incluso su investigación empírica tenía defectos, algo señor Stedman Jones faldas delante. No le prestó suficiente atención, por ejemplo, a las medidas objetivas de los niveles de vida (por ejemplo, los salarios reales), que por la década de 1850 eran claramente mejora.
La impresión general de este libro es que la reputación de Marx (al menos en algunos sectores) como economista y filósofo incomparable es lejos de la realidad. Marx había planeado escribir "Capital" en varios volúmenes. Terminó la primera. Pero cuando se trataba de escribir el segundo, al darse cuenta de que iba a enfrentar obstáculos insuperables intelectuales, que se declaró la enfermedad (aunque parecía bastante capaz de hacer otros tipos de investigación). "Karl" estaba en el grueso de los desarrollos intelectuales del siglo 19. Pero el mito es más impresionante que la realidad.
El blog reúne material de noticias de teoría y aplicaciones de conceptos básicos de economía en la vida diaria. Desde lo micro a lo macro pasando por todas las vertientes de los coyuntural a lo más abstracto de la teoría. La ciencia económica es imperial.
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sábado, 27 de agosto de 2016
jueves, 25 de agosto de 2016
La imbecilidad alcanza el grado de General en Venezuela
La medida del chavismo para combatir la escasez: asignar a un general por cada rubro alimenticio
Vladimir Padrino López, ministro de Defensa y encargado de todo lo concerniente al sector productivo, explicó que la intención es regular la comercialización y distribución de cada uno de los 18 productos básicos
Infobae
Mientras Venezuela agudiza su profunda crisis por la escasez de alimentos básicos, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, anunció una nueva medida para controlar la distribución de los productos. El ministro asignó a un general chavista por cada uno de los 18 rubros alimenticios básicos.
"En el vértice de precio y rendimiento, he ordenado asignar un general por cada rubro alimenticio; es decir, que va a haber un general-jefe para el arroz, por ejemplo, que va a mostrar un mapa de la comercialización y distribución de ese rubro. (…) Con esto lo que buscamos es gobernar realmente los 18 productos primarios tanto de farmacia como de consumo", explicó Padrino López en el programa semanal del presidente En contacto con Maduro.
Cada uno de los 18 rubros de alimentos básicos tendrá un general a cargo Cada uno de los 18 rubros de alimentos básicos tendrá un general a cargo
El ministro chavista señaló que en el marco del programa social Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, ordenó resguardar el traslado de semillas hasta que sean utilizadas en los campos destinados.
En esa línea, afirmó que hay 250 brigadas que estarán a cargo de difundir todo el conocimiento técnico, y aseguró que se cumplió el cien por ciento de las visitas a empresas encargadas.
Maduro asignó a Padrino López como encargado del sector productivo del país Maduro asignó a Padrino López como encargado del sector productivo del país
"Ya prácticamente los objetivos de visita y acompañamiento los cumplimos en un 100 por ciento, porque estamos en esta fase de organización, agrupando fuerza, formando una unidad de apoyo especial de distribución de fármacos", indicó.
Por su parte, Padrino López sostuvo que el gobierno bolivariano no puede permitir "que la distribución de medicamentos siga en manos de privados", ya que, según el ministro, el Estado cuenta "con los medios para hacerlo". "Porque nos lo dejó el comandante Hugo Chávez".
El jefe de la cartera de Defensa fue asignado el mes pasado por el presidente Maduro como encargado de todo lo relacionado con el sector productivo del país.
Vladimir Padrino López, ministro de Defensa y encargado de todo lo concerniente al sector productivo, explicó que la intención es regular la comercialización y distribución de cada uno de los 18 productos básicos
Infobae
Mientras Venezuela agudiza su profunda crisis por la escasez de alimentos básicos, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, anunció una nueva medida para controlar la distribución de los productos. El ministro asignó a un general chavista por cada uno de los 18 rubros alimenticios básicos.
"En el vértice de precio y rendimiento, he ordenado asignar un general por cada rubro alimenticio; es decir, que va a haber un general-jefe para el arroz, por ejemplo, que va a mostrar un mapa de la comercialización y distribución de ese rubro. (…) Con esto lo que buscamos es gobernar realmente los 18 productos primarios tanto de farmacia como de consumo", explicó Padrino López en el programa semanal del presidente En contacto con Maduro.
Cada uno de los 18 rubros de alimentos básicos tendrá un general a cargo Cada uno de los 18 rubros de alimentos básicos tendrá un general a cargo
El ministro chavista señaló que en el marco del programa social Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, ordenó resguardar el traslado de semillas hasta que sean utilizadas en los campos destinados.
En esa línea, afirmó que hay 250 brigadas que estarán a cargo de difundir todo el conocimiento técnico, y aseguró que se cumplió el cien por ciento de las visitas a empresas encargadas.
Maduro asignó a Padrino López como encargado del sector productivo del país Maduro asignó a Padrino López como encargado del sector productivo del país
"Ya prácticamente los objetivos de visita y acompañamiento los cumplimos en un 100 por ciento, porque estamos en esta fase de organización, agrupando fuerza, formando una unidad de apoyo especial de distribución de fármacos", indicó.
Por su parte, Padrino López sostuvo que el gobierno bolivariano no puede permitir "que la distribución de medicamentos siga en manos de privados", ya que, según el ministro, el Estado cuenta "con los medios para hacerlo". "Porque nos lo dejó el comandante Hugo Chávez".
El jefe de la cartera de Defensa fue asignado el mes pasado por el presidente Maduro como encargado de todo lo relacionado con el sector productivo del país.
domingo, 14 de agosto de 2016
La economía de la impaciencia
Economía de la impaciencia, millones de uñas mordidas
En los últimos tiempos, la ansiedad y su relación con el ciclo económico comenzaron a ser estudiadas por equipos multidisciplinarios de psicólogos, neurocientíficos y economistas
Sebastián Campanario - LA NACION
Foto: Javier Joaquin
Hace una semana que se le pidió por correo electrónico una opinión sobre "economía de la impaciencia" a Federico Weinschelbaum, profesor de la Universidad de San Andrés e investigador del Conicet, y todavía la respuesta no llegó. ¿Se habrá olvidado? ¿Convendrá mandarle un recordatorio o se ofenderá? Ya debería estar la nota escrita, los nervios y el estrés van en aumento: no puede ser que tarde tanto. Estos economistas creen que uno tiene todo el tiempo del mundo.
La impaciencia (o la ansiedad), uno de los fenómenos centrales de la sociedad en las últimas décadas, tiene sin embargo poco espacio en la agenda de la economía académica. Ser ansioso, para el escritor Norman Mailer, es "el rol natural del ser humano en el siglo XX". Los costos asociados a este estado, en términos de deterioro de la salud y de decisiones sesgadas, son enormes. Así y todo, Weinschelbaum comenta que "hablar de «economía de la impaciencia» suena un poco a mucho", dado que los papers publicados al respecto se cuentan con los dedos de las dos manos (en esta caso, dedos con las uñas comidas).
El director del departamento de Economía de San Andrés publicó recientemente un artículo en el American Economic Journal of Microeconomics (junto a tres coautores: Levine, Modica y Zurita) donde, usando un modelo de teoría de los juegos, llega a un resultado contraintuitivo: tal vez en este mundo le vaya mejor a los impacientes más de lo que pensamos.
La conclusión va en contra de lo que se había escrito hasta ahora. La breve literatura sobre el tema partía de la psicología evolutiva, que supone que en el largo plazo sobreviven aquellos individuos a los que les va mejor. Y en modelos de decisiones individuales lo que se encuentra es que a aquellas personas pacientes les va mejor, y por lo tanto en el largo plazo son todos no-ansiosos. Hay autores, como Blume y Easley, que incluso aseguran que en el largo plazo la paciencia es un arma más poderosa que la inteligencia. Publicaron esta idea en econometría en 2006, en un artículo titulado: Si sos tan inteligente, ¿Por qué no sos rico?
Pero en un contexto de interacción entre varios agentes, las cosas cambian. "En un juego, a los impacientes les puede ir mejor que a los pacientes. En un marco más simple, ser impaciente no es beneficioso ya que las decisiones que toma un impaciente no son las mejores. Sin embargo, cuando los otros saben que yo soy impaciente, y toman eso en cuenta, actúan de manera distinta y eso sí puede ser beneficioso. En un juego de negociación, el ser impaciente puede ser una ventaja: una amenaza de recibir un castigo en el futuro puede quitarle mucha utilidad a alguien paciente, pero no resulta peligrosa para alguien impaciente. En consecuencia, el impaciente está dispuesto a ceder menos en una negociación para evitar el castigo", explica el economista argentino.
Para Weinschelbaum, "hay situaciones en las que no solamente es óptimo desde un punto de vista «privado» ser impaciente. También puede ser óptimo desde un punto de vista social que haya más impaciencia en algunos individuos. Los agentes pueden satisfacer sus necesidades produciendo o apropiándose de los bienes producidos por otros a través de conflictos, que implican una pérdida social. Lo mejor, desde un punto de vista social, sería que no haya individuos que se dedican a apropiarse de bienes a través de conflictos. Pero como un «segundo mejor» es mejor que estos individuos (ladrones, corruptos, etcétera) sean impacientes. De esta manera no invierten recursos en perfeccionar organizaciones y situaciones que son perjudiciales para el funcionamiento de la sociedad". Weischelbaum prefiere no hacer una referencia directa a la Argentina, pero si esta explicación se narrara en un documental, bien podría utilizarse la escena de un José López pasado de revoluciones y con crisis de ansiedad revoleando los bolsos por la pared del convento.
En los últimos tiempos, la ansiedad y su relación con el ciclo económico comenzaron a ser estudiadas en detalle por equipos multidisciplinarios que combinan saberes de psicólogos, neurocientíficos y economistas. Robert Levine, un profesor de Psicología de la Universidad de California, que cada tanto visita la Argentina, es una de las mayores autoridades mundiales en estudios sobre la percepción del tiempo (que varía ampliamente entre las distintas culturas).
Levine escribió un libro fabuloso, Una geografía del tiempo, que en la Argentina editó Siglo XXI en la colección que dirige Diego Golombek. Allí cuenta cómo diseñó experimentos que llevaron a su equipo de investigadores a recorrer el planeta midiendo cuánto tarda -siempre en promedio- una sociedad en apretar el botón de "cerrado de puertas" en los ascensores modernos, el tiempo que media entre que el semáforo se ponga verde y que suene el primer bocinazo para el auto que está primero en la fila y no arranca, o cuánto demoran los "completadores de frases" en decir esa palabra que a su interlocutor no le sale porque la tiene en la punta de la lengua. Le faltó mensurar el mordisqueo de capuchones de biromes.
Levine registró valores altos de ansiedad para la Argentina, y lo mismo detectó un estudio de la agencia de publicidad JWT, cinco años atrás, que puso a la población local al tope del ranking de ansiosos de América latina. A nivel local, un 25% de las personas se autodefinen como "ansiosas o muy ansiosas".
Una hipótesis que roza esta agenda es que el ciclo abrupto de la economía argentina (el país tiene una de las tres macroeconomías más volátiles del mundo: su variable de volatilidad histórica es, por ejemplo, el triple que la de Brasil) lleva a sus ciudadanos a ser más ansiosos e impacientes: siempre estamos preguntando, como chicos en el asiento de atrás en un viaje en auto largo, "cuánto falta", en este caso para el segundo semestre, para la reactivación o para que explote todo.
Adolfo Canitrot, ya en la década del 70, decía que el comportamiento económico individual se derivaba de una forma particular de racionalidad limitada que provenía de que uno construía sus decisiones de la macro a la micro. Y como la macro tenía la particular naturaleza de habernos expuesto tantas veces a los ciclos de "stop-go", crisis y volatilidad, aparecían comportamientos que eran precautorios y que tenían obviamente sus costos asociados. Por un lado, este sesgo doméstico lleva a posponer decisiones y por otro lleva a cometer errores.
Ahí se encendió la luz del celular: entró el mail con las respuestas de Weinschelbaum. Bien. A respirar hondo, relajarse y escribir la columna con conciencia plena en el presente.
sebacampanario@gmail.com
En los últimos tiempos, la ansiedad y su relación con el ciclo económico comenzaron a ser estudiadas por equipos multidisciplinarios de psicólogos, neurocientíficos y economistas
Sebastián Campanario - LA NACION
Foto: Javier Joaquin
Hace una semana que se le pidió por correo electrónico una opinión sobre "economía de la impaciencia" a Federico Weinschelbaum, profesor de la Universidad de San Andrés e investigador del Conicet, y todavía la respuesta no llegó. ¿Se habrá olvidado? ¿Convendrá mandarle un recordatorio o se ofenderá? Ya debería estar la nota escrita, los nervios y el estrés van en aumento: no puede ser que tarde tanto. Estos economistas creen que uno tiene todo el tiempo del mundo.
La impaciencia (o la ansiedad), uno de los fenómenos centrales de la sociedad en las últimas décadas, tiene sin embargo poco espacio en la agenda de la economía académica. Ser ansioso, para el escritor Norman Mailer, es "el rol natural del ser humano en el siglo XX". Los costos asociados a este estado, en términos de deterioro de la salud y de decisiones sesgadas, son enormes. Así y todo, Weinschelbaum comenta que "hablar de «economía de la impaciencia» suena un poco a mucho", dado que los papers publicados al respecto se cuentan con los dedos de las dos manos (en esta caso, dedos con las uñas comidas).
El director del departamento de Economía de San Andrés publicó recientemente un artículo en el American Economic Journal of Microeconomics (junto a tres coautores: Levine, Modica y Zurita) donde, usando un modelo de teoría de los juegos, llega a un resultado contraintuitivo: tal vez en este mundo le vaya mejor a los impacientes más de lo que pensamos.
La conclusión va en contra de lo que se había escrito hasta ahora. La breve literatura sobre el tema partía de la psicología evolutiva, que supone que en el largo plazo sobreviven aquellos individuos a los que les va mejor. Y en modelos de decisiones individuales lo que se encuentra es que a aquellas personas pacientes les va mejor, y por lo tanto en el largo plazo son todos no-ansiosos. Hay autores, como Blume y Easley, que incluso aseguran que en el largo plazo la paciencia es un arma más poderosa que la inteligencia. Publicaron esta idea en econometría en 2006, en un artículo titulado: Si sos tan inteligente, ¿Por qué no sos rico?
Pero en un contexto de interacción entre varios agentes, las cosas cambian. "En un juego, a los impacientes les puede ir mejor que a los pacientes. En un marco más simple, ser impaciente no es beneficioso ya que las decisiones que toma un impaciente no son las mejores. Sin embargo, cuando los otros saben que yo soy impaciente, y toman eso en cuenta, actúan de manera distinta y eso sí puede ser beneficioso. En un juego de negociación, el ser impaciente puede ser una ventaja: una amenaza de recibir un castigo en el futuro puede quitarle mucha utilidad a alguien paciente, pero no resulta peligrosa para alguien impaciente. En consecuencia, el impaciente está dispuesto a ceder menos en una negociación para evitar el castigo", explica el economista argentino.
Para Weinschelbaum, "hay situaciones en las que no solamente es óptimo desde un punto de vista «privado» ser impaciente. También puede ser óptimo desde un punto de vista social que haya más impaciencia en algunos individuos. Los agentes pueden satisfacer sus necesidades produciendo o apropiándose de los bienes producidos por otros a través de conflictos, que implican una pérdida social. Lo mejor, desde un punto de vista social, sería que no haya individuos que se dedican a apropiarse de bienes a través de conflictos. Pero como un «segundo mejor» es mejor que estos individuos (ladrones, corruptos, etcétera) sean impacientes. De esta manera no invierten recursos en perfeccionar organizaciones y situaciones que son perjudiciales para el funcionamiento de la sociedad". Weischelbaum prefiere no hacer una referencia directa a la Argentina, pero si esta explicación se narrara en un documental, bien podría utilizarse la escena de un José López pasado de revoluciones y con crisis de ansiedad revoleando los bolsos por la pared del convento.
En los últimos tiempos, la ansiedad y su relación con el ciclo económico comenzaron a ser estudiadas en detalle por equipos multidisciplinarios que combinan saberes de psicólogos, neurocientíficos y economistas. Robert Levine, un profesor de Psicología de la Universidad de California, que cada tanto visita la Argentina, es una de las mayores autoridades mundiales en estudios sobre la percepción del tiempo (que varía ampliamente entre las distintas culturas).
Levine escribió un libro fabuloso, Una geografía del tiempo, que en la Argentina editó Siglo XXI en la colección que dirige Diego Golombek. Allí cuenta cómo diseñó experimentos que llevaron a su equipo de investigadores a recorrer el planeta midiendo cuánto tarda -siempre en promedio- una sociedad en apretar el botón de "cerrado de puertas" en los ascensores modernos, el tiempo que media entre que el semáforo se ponga verde y que suene el primer bocinazo para el auto que está primero en la fila y no arranca, o cuánto demoran los "completadores de frases" en decir esa palabra que a su interlocutor no le sale porque la tiene en la punta de la lengua. Le faltó mensurar el mordisqueo de capuchones de biromes.
Levine registró valores altos de ansiedad para la Argentina, y lo mismo detectó un estudio de la agencia de publicidad JWT, cinco años atrás, que puso a la población local al tope del ranking de ansiosos de América latina. A nivel local, un 25% de las personas se autodefinen como "ansiosas o muy ansiosas".
Una hipótesis que roza esta agenda es que el ciclo abrupto de la economía argentina (el país tiene una de las tres macroeconomías más volátiles del mundo: su variable de volatilidad histórica es, por ejemplo, el triple que la de Brasil) lleva a sus ciudadanos a ser más ansiosos e impacientes: siempre estamos preguntando, como chicos en el asiento de atrás en un viaje en auto largo, "cuánto falta", en este caso para el segundo semestre, para la reactivación o para que explote todo.
Adolfo Canitrot, ya en la década del 70, decía que el comportamiento económico individual se derivaba de una forma particular de racionalidad limitada que provenía de que uno construía sus decisiones de la macro a la micro. Y como la macro tenía la particular naturaleza de habernos expuesto tantas veces a los ciclos de "stop-go", crisis y volatilidad, aparecían comportamientos que eran precautorios y que tenían obviamente sus costos asociados. Por un lado, este sesgo doméstico lleva a posponer decisiones y por otro lleva a cometer errores.
Ahí se encendió la luz del celular: entró el mail con las respuestas de Weinschelbaum. Bien. A respirar hondo, relajarse y escribir la columna con conciencia plena en el presente.
sebacampanario@gmail.com
domingo, 7 de agosto de 2016
El (hipnótico) análisis de impuestos a las ganancias en Noruega...!
Pornoimpuestos, transparencia y bienestar: el caso de Noruega
Las declaraciones impositivas son públicas en el país escandinavo; el acceso era difícil hasta que un sitio facilitó las consultas y provocó un boom de curiosos y efectos impensados
Walter Sosa Escudero - LA NACION
Ah, Escandinavia. Tierra de innovación, autos de alta gama, sistemas educativos excelentes, Estado eficiente y pornoimpuestos. ¿Pornoimpuestos?
Desde el siglo XIX que, en pos de la transparencia, las declaraciones de impuestos de todos los noruegos son públicas y disponibles para que cualquiera las consulte, si bien no son fáciles de acceder. Si Ingrid quería consultar cuánto ganaba Magnus -su simpático festejante- debía dirigirse a la oficina de impuestos local, llenar un formulario, tras lo cual un empleado público le entregaba un grueso libro con los ingresos declarados por todos los noruegos, incluyendo el de Magnus. Pocos usaban este servicio, ya sea por la naturaleza circunspecta del pueblo noruego o por los costos que insumían las búsquedas.
Pero un siglo después, en abril de 2001, un periodista copió el libro de datos tributarios, lo digitalizó y, a través del diario para el que trabajaba, creó un sitio Web que permitía a cualquiera acceder a un buscador de los ingresos de los noruegos, en forma completamente anónima. De la noche a la mañana, el ingreso de Magnus se puso a un clic de distancia. Y también el de Astrid -la envidiosa vecina de Ingrid- y el de todos sus compañeros del secundario y del trabajo.
Escándalo mayúsculo. En sólo días los noruegos viraron de los deportes invernales y el grupo pop A-ha al pasatiempo más antiguo y universal: el chusmerío. Un auténtico tsunami de consultas desbordó los sitios de búsqueda y apareció una simpática app para celulares que permitía con un clic rankear a todos los contactos de Facebook según sus ingresos.
No es cuestión de estigmatizar al discreto pueblo noruego, al que casi todas las estadísticas colocan al tope de cualquier ranking de bienestar y civismo. Las comparaciones interpersonales son inherentes a la condición humana, y en circunstancias similares en nuestros países habríamos hecho lo mismo, y con mayor intensidad y escándalo mediático. Y a la luz de las oscuras prácticas vernáculas, no nos habríamos sorprendido al ver los magros ingresos (cuando no nulos) declarados por el ostentoso vecino que se pavonea por el barrio en su lujoso auto alemán.
"Pornoimpuestos" (tax porno) fue la frase que uso el New York Timespara describir este aluvión de consultas en Noruega, que en cada octubre (cuando se actualiza el registro) llegaron a superar las búsquedas del clima o de videos en YouTube.
¿Quién ganó y quién perdió con este virtual diluvio de información pública, que roza los límites de la privacidad? "Con la verdad no ofendo ni temo", decía el escudo de armas del general Artigas, de modo que avenidos a la máxima del prócer uruguayo, la respuesta es "todos ganaron" y muy posiblemente ése haya sido el efecto buscado por los iniciadores de la política de transparencia en Noruega.
Pero hay evidencia científica de que las comparaciones juegan un rol crucial en el bienestar de las personas, y de que en varias circunstancias éstas pueden tener un resultado adverso. Varias disciplinas aportaron a esta visión, de la psicología social a la antropología, pasando por la economía, la filosofía y los recientes aportes de la neurociencia. Todas apuntan a que los ingresos reflejan cómo la sociedad reconoce los esfuerzos y talentos de sus habitantes, de modo que la revelación de ingresos enfrenta al individuo a evaluar si considera justa o no su posición en el reparto.
Un ejemplo: a pocos los altera enterarse de las cifras exorbitantes que ganan deportistas talentosos como Lionel Messi o LeBron James, pero reaccionarían muy negativamente al saber que un colega gana mucho más por una tarea similar. Esta sensación de inequidad puede tener un efecto negativo sobre la autoestima de quien se siente injustamente retribuido. Para peor, varios estudios encuentran que los que aprenden que son relativamente más ricos se sienten mejor por saberse superiores a sus pares. En Noruega se reportaron varios episodios de bullying en donde jóvenes de familias pobres eran hostigados por sus compañeros ricos, a la luz de la información revelada. Como era de esperar, el estado noruego acusó recibo de estos efectos negativos, restringiendo progresivamente el acceso a estos datos, hasta tal punto que desde 2014, las consultas dejaron de ser anónimas.
Resulta complejo evaluar el resultado de esta política extrema de transparencia a la luz de sus efectos positivos (en términos de permitir a los ciudadanos tomar decisiones sobre la base de más información) y de los negativos, asociados a las tensiones sociales discutidas anteriormente. Dilucidar este complejo enigma es el desafío que aceptó el joven economista argentino Ricardo Pérez Truglia, graduado de la Universidad de San Andrés y con doctorado en Harvard, hoy profesor de la Universidad de California en Los Ángeles.
La llave maestra para resolver este acertijo fue cotejar el episodio de pornoimpuestos con una encuesta de bienestar implementada continuamente (de 1985 en adelante) por la empresa de marketing Ipsos, que contiene información minuciosa sobre el bienestar de la sociedad noruega.
Los resultados son alarmantes. Según un puntilloso estudio estadístico e institucional, Pérez Truglia encuentra que el mero hecho de difundir la información de ingresos aumentó considerablemente el bienestar de los ricos y empeoró el de los pobres. La difusión masiva de esta información tuvo un fuerte impacto negativo sobre la distribución del bienestar: a los ricos les benefició el hecho de que sus conocidos se enterasen de su posición privilegiada y a los pobres, todo lo contrario. Los resultados del estudio prenden una luz de alarma a las políticas de transparencia informativa, sugiriendo que es crucial sopesar efectos positivos y contras.
Como ejemplo para nuestro país, las políticas de revelación de precios del plan Precios Claros tienen un claro impacto positivo al permitir a los ciudadanos tomar decisiones de consumo sobre la base de mejor información, pero pueden tener un efecto negativo al facilitar a los vendedores la implementación de acuerdos colusivos para sostener precios altos. Dilucidar estas cuestiones es una tarea compleja y relevante.
"Yo hago puchero, ella hace puchero. Yo hago ravioles, ella hace ravioles. ¡Qué país!", dice el personaje interpretado por China Zorrilla (la entrañable actriz uruguaya) en una escena de la película Esperando la carroza, ilustrando eficazmente la idiosincrasia interactiva de los seres humanos. Y si de interacciones se trata, el episodio aquí narrado no deja de tener un efecto positivo sobre la débil autoestima de nuestro país, tan proclive a las comparaciones internacionales: en la nórdica y prolija Noruega también se cuecen habas. Pasa que a veces parece que en nuestros países lo único que hacemos es cocer habas.
Profesor de la UdeSA e investigador principal del Conicet
Las declaraciones impositivas son públicas en el país escandinavo; el acceso era difícil hasta que un sitio facilitó las consultas y provocó un boom de curiosos y efectos impensados
Walter Sosa Escudero - LA NACION
Ah, Escandinavia. Tierra de innovación, autos de alta gama, sistemas educativos excelentes, Estado eficiente y pornoimpuestos. ¿Pornoimpuestos?
Desde el siglo XIX que, en pos de la transparencia, las declaraciones de impuestos de todos los noruegos son públicas y disponibles para que cualquiera las consulte, si bien no son fáciles de acceder. Si Ingrid quería consultar cuánto ganaba Magnus -su simpático festejante- debía dirigirse a la oficina de impuestos local, llenar un formulario, tras lo cual un empleado público le entregaba un grueso libro con los ingresos declarados por todos los noruegos, incluyendo el de Magnus. Pocos usaban este servicio, ya sea por la naturaleza circunspecta del pueblo noruego o por los costos que insumían las búsquedas.
Pero un siglo después, en abril de 2001, un periodista copió el libro de datos tributarios, lo digitalizó y, a través del diario para el que trabajaba, creó un sitio Web que permitía a cualquiera acceder a un buscador de los ingresos de los noruegos, en forma completamente anónima. De la noche a la mañana, el ingreso de Magnus se puso a un clic de distancia. Y también el de Astrid -la envidiosa vecina de Ingrid- y el de todos sus compañeros del secundario y del trabajo.
Escándalo mayúsculo. En sólo días los noruegos viraron de los deportes invernales y el grupo pop A-ha al pasatiempo más antiguo y universal: el chusmerío. Un auténtico tsunami de consultas desbordó los sitios de búsqueda y apareció una simpática app para celulares que permitía con un clic rankear a todos los contactos de Facebook según sus ingresos.
No es cuestión de estigmatizar al discreto pueblo noruego, al que casi todas las estadísticas colocan al tope de cualquier ranking de bienestar y civismo. Las comparaciones interpersonales son inherentes a la condición humana, y en circunstancias similares en nuestros países habríamos hecho lo mismo, y con mayor intensidad y escándalo mediático. Y a la luz de las oscuras prácticas vernáculas, no nos habríamos sorprendido al ver los magros ingresos (cuando no nulos) declarados por el ostentoso vecino que se pavonea por el barrio en su lujoso auto alemán.
"Pornoimpuestos" (tax porno) fue la frase que uso el New York Timespara describir este aluvión de consultas en Noruega, que en cada octubre (cuando se actualiza el registro) llegaron a superar las búsquedas del clima o de videos en YouTube.
¿Quién ganó y quién perdió con este virtual diluvio de información pública, que roza los límites de la privacidad? "Con la verdad no ofendo ni temo", decía el escudo de armas del general Artigas, de modo que avenidos a la máxima del prócer uruguayo, la respuesta es "todos ganaron" y muy posiblemente ése haya sido el efecto buscado por los iniciadores de la política de transparencia en Noruega.
Pero hay evidencia científica de que las comparaciones juegan un rol crucial en el bienestar de las personas, y de que en varias circunstancias éstas pueden tener un resultado adverso. Varias disciplinas aportaron a esta visión, de la psicología social a la antropología, pasando por la economía, la filosofía y los recientes aportes de la neurociencia. Todas apuntan a que los ingresos reflejan cómo la sociedad reconoce los esfuerzos y talentos de sus habitantes, de modo que la revelación de ingresos enfrenta al individuo a evaluar si considera justa o no su posición en el reparto.
Un ejemplo: a pocos los altera enterarse de las cifras exorbitantes que ganan deportistas talentosos como Lionel Messi o LeBron James, pero reaccionarían muy negativamente al saber que un colega gana mucho más por una tarea similar. Esta sensación de inequidad puede tener un efecto negativo sobre la autoestima de quien se siente injustamente retribuido. Para peor, varios estudios encuentran que los que aprenden que son relativamente más ricos se sienten mejor por saberse superiores a sus pares. En Noruega se reportaron varios episodios de bullying en donde jóvenes de familias pobres eran hostigados por sus compañeros ricos, a la luz de la información revelada. Como era de esperar, el estado noruego acusó recibo de estos efectos negativos, restringiendo progresivamente el acceso a estos datos, hasta tal punto que desde 2014, las consultas dejaron de ser anónimas.
Resulta complejo evaluar el resultado de esta política extrema de transparencia a la luz de sus efectos positivos (en términos de permitir a los ciudadanos tomar decisiones sobre la base de más información) y de los negativos, asociados a las tensiones sociales discutidas anteriormente. Dilucidar este complejo enigma es el desafío que aceptó el joven economista argentino Ricardo Pérez Truglia, graduado de la Universidad de San Andrés y con doctorado en Harvard, hoy profesor de la Universidad de California en Los Ángeles.
La llave maestra para resolver este acertijo fue cotejar el episodio de pornoimpuestos con una encuesta de bienestar implementada continuamente (de 1985 en adelante) por la empresa de marketing Ipsos, que contiene información minuciosa sobre el bienestar de la sociedad noruega.
Los resultados son alarmantes. Según un puntilloso estudio estadístico e institucional, Pérez Truglia encuentra que el mero hecho de difundir la información de ingresos aumentó considerablemente el bienestar de los ricos y empeoró el de los pobres. La difusión masiva de esta información tuvo un fuerte impacto negativo sobre la distribución del bienestar: a los ricos les benefició el hecho de que sus conocidos se enterasen de su posición privilegiada y a los pobres, todo lo contrario. Los resultados del estudio prenden una luz de alarma a las políticas de transparencia informativa, sugiriendo que es crucial sopesar efectos positivos y contras.
Como ejemplo para nuestro país, las políticas de revelación de precios del plan Precios Claros tienen un claro impacto positivo al permitir a los ciudadanos tomar decisiones de consumo sobre la base de mejor información, pero pueden tener un efecto negativo al facilitar a los vendedores la implementación de acuerdos colusivos para sostener precios altos. Dilucidar estas cuestiones es una tarea compleja y relevante.
"Yo hago puchero, ella hace puchero. Yo hago ravioles, ella hace ravioles. ¡Qué país!", dice el personaje interpretado por China Zorrilla (la entrañable actriz uruguaya) en una escena de la película Esperando la carroza, ilustrando eficazmente la idiosincrasia interactiva de los seres humanos. Y si de interacciones se trata, el episodio aquí narrado no deja de tener un efecto positivo sobre la débil autoestima de nuestro país, tan proclive a las comparaciones internacionales: en la nórdica y prolija Noruega también se cuecen habas. Pasa que a veces parece que en nuestros países lo único que hacemos es cocer habas.
Profesor de la UdeSA e investigador principal del Conicet