domingo, 21 de enero de 2018

10 explicaciones sobre la inflación de 2017

El peor número de inflación del año: la mirada de 10 especialistas sobre el problema que el Gobierno no puede solucionar

En diciembre se registró la suba mensual de precios más alta desde junio del año anterior

Por Carlos Arbia ||  Infobae
carbia@infobae.com




El cierre de 2017 fue la suba mensual de precios más alta desde junio del año anterior. El Índice de Precios al Consumidor Nacional tuvo en diciembre un salto de casi dos puntos porcentuales en comparación con el mes previo (1,4%), y también con el registro de un año atrás (1,2%), a 3,1% con una suba anual del 24,8 por ciento.

Tal como muestra un reciente trabajo del economista Ramiro Castiñeira, desde 1944 la Argentina ha tenido inflación de dos dígitos -como la que ha vuelto a tener desde 2005- durante 44 años; de tres dígitos durante 15 años; y de un solo dígito solo 13 años. Tuvo dos años -1989 y 1990- inflación de cuatro dígitos llegando en julio de 1989 a superar el 5000% anual. Explica además ese trabajo que el 80% de los últimos 74 años Argentina ha tenido una inflación entre 6 y 10 veces la internacional. Pero Castiñeira también señala que no es para nada casual sino causal que, en el mismo período, más del 90% del tiempo el Estado haya tenido déficit fiscal gastando más de lo que recauda. La inflación en Argentina es un fenómeno fiscal y en el 2017 la nación quedó segunda en América Latina detrás de Venezuela, con un récord del 2600 por ciento. El ejemplo de la región este año fue Brasil con una tasa de inflación del 2,95% anual.

Para explicar el futuro de la inflación, sus causas y por qué el número es alto en la Argentina, Infobae convocó a 10 de los principales consultores económicos del país para que den su visión. Los economistas Javier Milei, de Fundación Acordar; José Luis Espert, director de Espert & Asociados; Roberto Cachanosky, economista y columnista de Infobae; José Siaba Serrate, director de Siaba Serrate & Asociados; Diego Giacominni, director de Economía & Regiones; Agustín D'Attellis, director de D'Attellis y Asociados; Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de Ecolatina; Marcelo Elizondo, director de DNI; Fausto Spotorno, director de Ferreres &  Asociados; y Dante Sica, titular de Abeceb, opinaron para este medio acerca de  uno de los problemas más graves de Argentina.


Javier Milei: "La intromisión de la política representa unos 7 puntos en la inflación de 2017"



Entonado por el triunfo electoral, el día 28 de diciembre el Poder Ejecutivo decidió avanzar sobre la independencia del BCRA, pero en el fondo el mercado apoyó al presidente de la entidad, Federico Sturzenegger, a punto tal de erigirlo como "el Hombre-Ancla", lo cual de cara al futuro debería imponer límites muy fuertes a los avances de la irracionalidad económica del ala política. Lo que se debe entender es que desde hace años hay inflación en Argentina y que se trata de un problema estrictamente monetario consecuencia de la emisión de pesos para financiar el abultado déficit fiscal.

La inflación de diciembre en la Ciudad de Buenos Aires fue del 3,3 por ciento, por lo cual la tasa de variación de precios durante el año 2017 se ubicó en el 26,1 por ciento. Dicha tasa implicó un desvío del 53,5% respecto del techo de la meta del 17%. El desvío en cuestión puede explicarse por una serie de errores: algunos de ellos caen en la órbita del BCRA y otros en la Jefatura de Gabinete. Respecto a los errores del Banco Central, la mutación del sistema de metas de inflación mediante el uso de agregados monetarios hacia la tasa de interés durante el último trimestre de 2016 hizo que la cantidad de dinero se determinara en forma endógena, por lo que frente al aumento de la demanda por (i) recomposición de saldos reales después de la caída de abril, (ii) estacionalidad de Diciembre-Enero y (iii) el blanqueo de capitales, el BCRA expandió la cantidad de dinero leyendo el aumento en cuestión como permanente y al revelarse el mismo como transitorio implicó una convalidación de mayores precios.

Por otra parte, durante los meses de junio y julio, cuando se produce un salto de la demanda de dinero por el pago del medio aguinaldo, el BCRA, en lugar de dejar fija la cantidad de dinero, la aumentó nuevamente y con ello la meta se volvía casi imposible de ser cumplida, especialmente con las subas de tarifas que bajo el esquema monetario del BCRA se vuelven parte de la inflación (la endogeneidad de la cantidad de dinero se torna convalidante).

No todos los errores cayeron del lado del BCRA. El neokeynesianismo de una parte del Gobierno jugó un papel importante también.

En enero de 2017, el Gobierno decidió echar del Banco Nación a Carlos Melconian y nombró a Javier González Fraga. Así, el BNA, que a inicios de 2017 tenía una posición en LEBAC de $150.000 millones, de no haberse embarcado en un jubileo crediticio y con la cantidad de dinero creciendo al 30% debería haber mostrado una posición en el instrumento de $200.000 millones. Sin embargo, fruto de esa especie de populismo crediticio, la posición es de $100.000 millones, lo que implicó una expansión de la cantidad de dinero desde el segundo trimestre del año del 13 por ciento. Por ende, dado que bajo el esquema monetario actual los rezagos de la política monetaria caen a tres meses, ello significa que la intromisión de la política explica cerca de 7 puntos porcentuales de la inflación de 2017. Puesto de otro modo: si la política no hubiera metido la cola, la inflación hubiera sido del 19 por ciento, un número muy cercano al techo de la meta original.


José Luis Espert: "La inflación en Argentina tiene un origen fiscal"



La inflación de 2017 terminó en 25 por ciento, cifra similar a la que Argentina viene teniendo desde hace 11 años, salvo 2009 por lo baja y 2014 y 2016 por lo altas debido a las devaluaciones de principios de esos años (es poco serio comparar la inflación de 2017 contra la de 2016 para forzar la afirmación que "ha bajado fuerte"; 2016 fue el año de la normalización en modo shock del desastre monetario-cambiario de Cristina y el comienzo del ajuste tarifario).

Puesto en forma extrema (como mínimo omitiendo toda dinámica), los ajustes de tarifas, dólar y salarios causan subas en el nivel general de precios. Ésta provoca un aumento en la demanda nominal de dinero que a su vez causaría una caída en el nivel de actividad (hay distintas teorías de ese mecanismo de trasmisión que no discutiré acá) salvo que la mayor demanda de dinero sea satisfecha por mayor oferta (de dinero). Esta mayor oferta de dinero que valida la suba de precios aparece por el financiamiento monetario de los déficits fiscales que hace el BCRA (poco importa si el BCRA emite pesos contra Adelantos Transitorios como en épocas kirchneristas o contra dólares de la deuda externa que el gobierno le entrega a cambio de pesos como ahora; se emiten pesos sin una necesaria contrapartida de demanda).

Pero esto es sólo una cuestión de corto plazo. A la larga, para que haya inflación tiene que haber emisión, que en esencia está causada por el financiamiento monetario de los déficits fiscales. O sea, la inflación en Argentina tiene un origen fiscal. Más que una relación dinero-precios se podría hablar de una relación déficit-precios.

El crecimiento de la cantidad de dinero por encima de la demanda real de dinero no podría traer otra cosa que inflación. Hoy seguimos con una inflación kirchnerista del 25% anual a pesar que, a diferencia del kirchnerismo, la economía y la demanda real de dinero crecen. ¿Qué pasa entonces? Por un lado, la cantidad de dinero crece más (mirar los pasivos monetarios amplios del BCRA con Lebacs y el crédito al sector privado expandiéndose entre 35 y 45% anual) que la demanda debido al financiamiento monetario del déficit fiscal y por otro, hay una validación monetaria de los ajustes de tarifas, de tipo de cambio y de salarios. O sea, hoy, además de la habitual causalidad dinero-precios por el financiamiento monetario del déficit fiscal(y el fuerte crecimiento del crédito bancario), se emite como"consecuencia" de la suba de precios.


Roberto Cachanosky: "La razón de esta fenomenal expansión monetaria está en los dólares que el BCRA le compra al Tesoro por la deuda que este toma para cubrir el déficit fiscal"



La batalla contra la inflación va a ser uno de los grandes desafíos de 2018. Si bien el Gobierno muestra que la inflación bajó del 45% anual que alcanzó como pico en el tercer trimestre de 2016, al 25% actual, lo cierto es que en ese punto hay un truco estadístico. Como dice Mancur Olson en su libro Auge y Decadencia de las Naciones: "Hoy en día los economistas disponemos de tal herramental matemático, estadístico y econométrico que podemos torturar los números hasta que confiesen lo que queremos".

Si uno observa la evolución del IPC de los últimos seis meses puede advertir que la inflación no está bajando, sino que se mantuvo estancada en torno al 24% anual aproximadamente en cinco, pero se aceleró en diciembre a casi 25%, con 3,1% en el mes, en ese caso una vez y media más que un año antes. La inflación de 2 dígitos anuales viene de la era k desde 2007. Basta con ver las tasas de crecimiento del circulante, la expansión primaria del BCRA, y se advierte claramente que está en un piso del 25% anual, llegando a superar el 40% anual y en los últimos 6 meses está por encima del 30% anual. La razón de esta fenomenal expansión monetaria está en los dólares que el BCRA le compra al tesoro por la deuda que este toma para cubrir el déficit fiscal y luego por los adelantos transitorios.

Con semejantes tasas de expansión monetaria, es inevitable que estemos entre los países que más inflación tienen y el segundo en mayor inflación en Sudamérica. La causa es simplemente el déficit fiscal que no permite tener disciplina monetaria ni a fuerza de colocar altas tasa de interés.

Considerando que el nuevo IPC Nacional no tiene suficiente historia para ver la perspectiva anual, se puede tomar el IPC Congreso de los últimos 13 meses y se ve claramente que la inflación quedó estancada en el orden del 23/25 por ciento anual en los últimos seis meses. Y si uno observa la inflación núcleo, es decir, la inflación que no contempla precios regulados, o con alto componente impositivo o volatilidad en sus precios, también se verifica un estancamiento en la tasa de inflación núcleo de los últimos 7 meses, donde queda boyando en un piso del 1,3% mensual, lo cual asegura un piso de inflación anual del 17 por ciento. Ya estaría superando la inflación del 15% pronosticada pocos días atrás si no se quiebra esa tasa núcleo mensual.


Jose Siaba Serrate: "Todo apunta a un banco central dispuesto a correr de atrás a la inflación"



La inflación del 2017 quedó muy por encima del techo del rango meta (17%), aún si se excluye el efecto del cambio de precios relativos pero no muy lejos de los registros de expansión de base y agregados monetarios  de casi un  26 por ciento, y muy inferior si se considera la evolución núcleo. También muy inferior a un elemento singular que tuvo 2017, y al que no se le asigna su rol cabal en relación con la marcha de la inflación, como fue la explosión de crédito bancario (en pesos y dólares) al sector privado superior al 50 por ciento. Y lo mismo vale decir con respecto al incremento del crédito originado vía ANSES, presuntamente con fuerte impacto en el gasto de consumo no durable.

La inflación de diciembre tanto con el IPC Nacional (+3,1%) y IPCBA de la Ciudad de Buenos Aires fueron elevadísimas. Sin embargo, son observaciones "outliers", fuera de rango, debido (principalmente) a la intensidad del shock de ajuste de tarifas, y, por ende, se debe relativizar su evaluación. El problema es que la inflación núcleo se contagió con lecturas muy altas que implican un ascenso brusco con respecto a la tendencia de arrastre, pero que también hay que tomar con pinzas (porque es imposible evitar efectos de segunda vuelta ante aumentos puntuales de tarifas tan fuertes). ¿Qué es lo que cabe esperar en 2018? ¿Qué tan accesible es la nueva meta puntual de 15%? La digestión de un cronograma de significativos ajustes de taras, muy concentrado en el inicio del año, obligará a esperar hasta que se complete el mismo para detectar una desaceleración sensible de la inflación. La política monetaria cambió tras la mudanza de metas, y apunta a una rápida implementación de tasas de interés más bajas, lo que en principio supone una menor capacidad de contención de eventuales presiones alcistas. Ello le confiere a la política de ingresos – en especial, a la negociación de paritarias – un papel más relevante en la determinación de la tasa de inflación de 2018. No está claro, si los aumentos pactados superan en mucho a la meta, cómo va a lograr la política monetaria que la inflación se acerque a la meta, y no que suceda al revés, que sean las paritarias las que definan, de movida, las expectativas de inflación. Todo apunta a un banco central dispuesto a correr de atrás a la inflación, celoso en lograr la convergencia de la tasa de inflación con sus metas, pero con un arsenal sujeto a limitaciones como para que ello ocurra en tiempo y forma, y sin retrasos. Si el equipo económico adoptase un cambio de policy mix (factible en un año no electoral) podría corregir estos desvíos, al menos parcialmente. Una política monetaria más laxa acompañada por una política fiscal más dura aparece como un mejor enfoque para conseguir el cumplimiento de la nueva meta del 15% (y la consecución de otros objetivos que se vislumbran en la trastienda como ser un crecimiento saludable y una moderada depreciación cambiaria).


Diego Giacominni: con esta inflación de diciembre no hay lugar para seguir bajando la tasa de interés de referencia del BCRA.



Mas allá del horrible número de diciembre hay que destacar que la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno estrictamente monetario. De acuerdo con la teoría, la inflación tiende a converger al valor equivalente al aumento de la oferta monetaria por sobre el incremento de la demanda de dinero, que aumenta de la mano del crecimiento de la economía. Ergo, hay inflación cuando el Banco Central emite "de más". En Argentina, los números confirman fuertemente la Teoría. Entre diciembre 2017 y diciembre 2011 se acumula una inflación de +397 por ciento, según IPC Congreso. Paralelamente, la expansión de base monetaria ascendió a +365 por ciento. Entre 1942 y 2015, la inflación ascendió a +148% promedio anual, mientras que la base monetaria creció al +151% promedio anual. En la región, los números son parecidos hasta mediados de los '90s. Entre 1960 y 1995 la inflación promedió +133% anual y la base monetaria creció +135%. Luego, nuestros vecinos aprendieron la lección; y ambos números bajaron a +9% y +15% promedio anual, respectivamente.

Mientras no aprenda esta lección, la Argentina seguirá teniendo alta inflación. En 2017 la base monetaria creció a un ritmo de +27,6% anual y la inflación acumuló +24,9%. La dominancia fiscal hace que el BCRA emita "de más" y haya un sobrante de dinero que se traduzca en elevada inflación. En los últimos 18 meses el BCRA emitió el equivalente del 57% (+$506.395 MM) de la base monetaria para asistir directamente al Tesoro (+$128.580 MM) o para comprar los dólares de la deuda ($394.757 MM) del sector público. El BCRA intenta limpiar este sobrante de dinero colocando LEBACs. El problema es que la tasa de interés real está constante y cada vez se crean menos LEBACs, aumentando la cantidad (no deseada) de dinero; y así se generá más inflación y suba del dólar que, convalidación monetaria mediante, se traslada a precios. En este marco, hay que estarle "encima" a cada una de las licitaciones de LEBACs y prestar atención a qué sucede con la cantidad de dinero. Si en cada una de los vencimientos de LEBACs hay significativos aumentos de la cantidad de dinero, la inflación no se desacelerará o (inclusive) se acelerará; y el dólar subirá más. Eso indicaría que no hay nada de lugar para bajar la tasa. Por el contrario, mostraría que la política debería ser mucho más contractiva y endurecerse; caso contrario el exceso de dinero se limpiará con mucho más inflación.


Agustin D'Attellis: "Este aumento de la inflación muestra el rotundo fracaso de la política monetarista y especulativa de este Gobierno"



El dato de inflación de diciembre (3,1% mensual), que cerró el año en 24,8% es la evidencia del rotundo fracaso de la política implementada los últimos dos años por el BCRA. La concepción monetarista de la inflación, encarnada en el gobierno por Federico Sturzenegger, acumula ya dos años de muy altas tasas de interés, que fomentan la especulación financiera a la vez que actúan en detrimento de cualquier tipo de inversión productiva, y condiciona el crecimiento económico, al debilitar también el consumo interno. Asimismo, esta misma política incrementó a niveles muy preocupantes la vulnerabilidad de la economía frente a los volátiles flujos de capitales especulativos internacionales. Al igual que en los '90, un resfrío en el sudeste asiático puede producir una neumonía en las pampas. El stock de Lebac, que ha superado cómodamente el billón de pesos, actúa como una amenaza latente para la posibilidad de una devaluación abrupta del peso, dado al atraso cambiario generado por la propia atracción de capitales especulativos. Muchos costos a la vista, para ningún beneficio.

El único objetivo de todo esto era el control de un proceso inflacionario, que cierra el 2017 en el mismo nivel que se registró en 2015. Se adoptó un esquema de metas de inflación, que fijó un tope en 17% para 2017, y resultó superado en un 50 por ciento. Para el 2018 el propio BCRA fijó una meta de 10% de inflación, con tope en 12 por ciento, para modificarla a un 15% antes del inicio del año, minando así su base de sustentación, que es justamente la confianza en la propia meta. La inflación núcleo que sigue de cerca el presidente del BCRA, desligándose del aumento en los precios de bienes o servicios regulados, aumentó desde 1,3% en noviembre hasta 1,7% en diciembre, demostrando que la inflación no es un fenómeno estrictamente monetario, sino algo mucho más complejo, que el gobierno subestimó. Hoy los datos corroboran el fracaso, mientras preocupa la insistencia en profundizar el rumbo.


Lorenzo Sigaut Garfigna: "El peligro es que en diciembre pasado se aceleró el aumento de la inflación núcleo que sigue el BCRA"



Con  el número de diciembre se registró la inflación más alta del 2017 y es ademas la mayor variación mensual de todo el año. En consecuencia, la inflación alcanzó 24,8% el año pasado, 7,8p.p. por encima de la banda superior de la meta del Banco Central (12-17% para 2017). Detrás del salto registrado en diciembre se encuentran los fuertes aumentos tarifarios. Las subas a nivel nacional del 30-40% en las tarifas de gas y electricidad, respectivamente, junto a los incrementos de 6% en los servicios de medicina prepaga y de 5% en los combustibles se combinaron para que los precios Regulados crezcan 9,1% en el mes, aportando casi 2 p.p. a la inflación de diciembre.

La elevada inflación registrada en diciembre (3,1%) muestra que el proceso de desinflación aún no está consolidado: en los meses que hay ajuste de tarifas de servicios públicos (para bajar los subsidios económicos) la suba de precios se acelera. Lo notable del caso es que en el últimos mes del año sufrimos más inflación (3,1%) que Brasil a lo largo de todo el 2017 (+2,95%). En la próxima sección analizaremos de forma general los principales drivers de la inflación observada durante el año pasado.
Determinantes de la inflación en 2017 Como se mencionó, la inflación del año pasado cerró en 24,8% a nivel nacional. Dado que el IPC Nacional elaborado por el BCRA (con datos provinciales y del GBA a partir de abril de 2016) alcanzó 36,6% en 2016, esto implica que la inflación se redujo casi 12 p.p. el año pasado. Sin embargo, la suba de precios se ubicó en el promedio de los últimos diez años. La inflación núcleo (variable clave para el BCRA a la hora de definir su política de tasa de interés), se aceleró respecto del promedio de los cuatro meses previos (+1,4%), lo que podría demostrar una reacción de los formadores de precios ante el corrimiento del dólar (+8,0% promedio mensual).

Por último, los precios de bienes y servicios Estacionales prácticamente no se movieron: registraron un alza de apenas 0,3% en el último mes del año evitando una mayor inflación. Por otro lado, la desagregación del IPC Nacional en seis regiones permite observar que la inflación en diciembre fue aún mayor en el Gran Buenos Aires: el Nivel General creció 3,4%la mayor variación desde junio de 2016. Sin embargo, a pesar de que la mayoría de los usuarios sufrieron incrementos promedio de 45% en la tarifa de gas y de 38% en la tarifa de electricidad, por encima de las subas en el resto del país, los precios regulados crecieron 8,9% (-0,2 p.p. que a nivel nacional). Esto demuestra que el factor detrás de la aceleración en este ámbito geográfico fue la aceleración del IPC Núcleo, que creció 2,0% en el mes, exhibiendo también un incremento superior al promedio de los últimos tres meses (+1,4%). Pese a que 2017 fue un año electoral, el Ejecutivo prosiguió con la gradual corrección del atraso tarifario heredado: los precios de bienes y servicios Regulados registraron a nivel nacional, un incremento de 38,7%. Dicha alza es sensiblemente menor a la registrada en 2016, pero claramente superior al resto de las variables nominales de la economía, ya que el año pasado el tipo de cambio oficial trepó menos de 20% y el alza salarial no superó el 30 por ciento.

Marcelo Elizondo: "La rebeldía a bajar de la inflación argentina es persistente y tiene orígenes estructurales"



La inflación de diciembre (3,1%) es alta. Es más que lo esperado y consolida a Argentina como uno de los 5 países con más inflación del planeta. La rebeldía de la inflación local es persistente. Sus causas son varias: en primer lugar, los ajustes necesarios de precios relativos (los ajustes de tarifas garantizan un piso alto -este rubro subió 55% y los de transporte y comunicaciones 34% en el año-).

Además subsisten las dificultades políticas para moderar la política fiscal (especialmente con impacto en el déficit financiero) y la monetaria. El gasto público y el déficit de presupuesto siguen siendo los grandes enemigos argentinos. Por otro lado en 2017 hemos tenido, una vez más, una economía con escasa competencia, lo que es herencia de baja tasa de inversión durante muchos años y, pese a que crecen las importaciones, aun un nivel de apertura muy menor a la media regional.

También aún existen excesivas regulaciones y persistente influencia de factores de poder económicos disfuncionales. Este elevado índice supone expectativas más altas para el inicio de 2018, Y también la necesidad de avanzar en reformas estructurales. Estabilidad, simplicidad y baja aleatoriedad son requisitos del desarrollo. Y una menor inflación será un auxilio para la mejora en la competitividad sistémica.

La inflación es un problema sistémico y el problema también es que no lleguen inversiones para aumentar la oferta de bienes y servicios. Hay una lluvia que viene que son de dólares financieros. Muchos empresarios se han quejado por el atraso cambiario que en parte se da por el ingreso de dólares financieros, sobre todo para financiar el sector público y a empresas privadas. Pero donde no hay lluvia es en la economía real. Allí no hay lluvia de dólares. El año pasado sólo llegaron USD 6.000 millones en inversión directa extranjera. Es un número más bajo que el de Chile que recibió USD 11.000 millones, o Brasil que recibió USD 50.000 millones. Esto es porque Argentina tiene una historia. Entonces los inversores buscan sólidos argumentos de que la historia no se va a repetir. Buscan un buen motivo para venir a invertir. Ademas, Argentina es el país de la región con más alta presión tributaria, con una tasa de interés alta, con regulaciones complejas; todavía es una economía muy cerrada comparada con la región.

Fausto Spotorno: "El dato de diciembre refleja una política monetaria que resultó ser más expansiva de lo necesario para cumplir la meta del 17%"




El dato de inflación de diciembre tiene muchos condimentos. Por un lado, es el reflejo de haber pospuesto algunos aumentos para después de las elecciones. Eso explica la diferencia de 1 punto entre la inflación núcleo y la inflación total. Es cierto que la núcleo se aceleró un poco, pero eso se explica en parte por el servicio doméstico y otros servicios que no están dentro de regulados, así como aumentos propios de las fiestas.

Pero también el dato de diciembre refleja una política monetaria que resultó ser más expansiva de lo necesario para cumplir la meta del 17 por ciento. De hecho, la inflación termino siendo de 24,8% a nivel Nacional y eso está explicado por el crecimiento de los agregados monetarios. De hecho la Base Monetaria creció entre los promedio de diciembre 24,2% y el M2 que mide el dinero en circulación más otros medio de pago como las cajas de ahorro o cuentas corrientes se expandió al 29% anual en el mismo período.

En este contexto, el Presidente del BCRA hace bien en ser cauteloso en materia monetaria de cara al 2018. En especial teniendo en cuenta que el contexto para bajar la inflación es algo hostil, en primer lugar por la inercia inflacionaria y por la recomposición tarifaria. Estos resultados dejaron en claro que la inflación es un bicho mal al que no hay que dar por muerto.


Dante Sica: "Con estos números de diciembre se anticipa un trimestre muy caliente en materia de inflación y será complejo cumplir la meta del 2018"



El número de diciembre muestra que el 2017 cerró con una inflación cercana al 25 por ciento, una muy mala noticia para el Gobierno luego de reducir la tasa de interés de referencia del BCRA. Se esperaba una aceleración de la inflación por los ajustes de tarifas. Pero no sólo cobraron fuerza los precios regulados, sino que incidió la estacionalidad del mes y que la inflación núcleo no cedió. A la suba de tarifas, se sumaron los aumentos de combustibles, la medicina prepaga y los salarios del servicio doméstico. Es cierto que la moderada baja de la tasa de interés de referencia dispuestas recientemente (pese a las expectativas del mercado) adelantaba este resultado de una inflación que mantiene la tendencia descendente, pero a un ritmo más lento. Hacia adelante habrá que seguir de cerca las expectativas y el ajuste de precios relativos, con un primer trimestre que se anticipa caliente y con un largo camino por recorrer en este proceso arduo de desinflación.

De todos modos creo que es bueno que el Gobierno haya puesto en blanco sobre negro un problema que venía arrastrando desde todo 2017 que era la descoordinación entre las metas de política fiscal y de política monetaria. Era como si un avión volara con dos turbinas que funcionan a distinta velocidad, y por tanto avanzaba de manera torcido. Eso generaba una fortísima presión en el corto plazo sobre dos variables claves: tasa de interés real y tipo de cambio. ¿Cuál era el riesgo? Que lo veía para más entrado 2018 porque claramente las metas inflacionarias para 2018 de años anteriores eran incumplibles, el consenso del mercado la ubicaba muy por arriba, y que el Banco Central en lugar de bajar las tasas de interés las volviera a subir, que era lo que tenía que haber hecho, con lo que hubiera generado mayor apreciación del tipo de cambio, con el riesgo de que fuera absorbiendo la ganancia de competitividad que venía consiguiendo el Gobierno con las reformas tributaria, fiscal y, previsional, que tanto le costó.

sábado, 20 de enero de 2018

Deducciones de impuestos a la tasas hipotecarias en USA

Sí, un ingreso de seis cifras significa que eres rico

Los mayores perceptores de la nación son los principales beneficiarios de la deducción de los intereses de la hipoteca, y eso incluye a cualquier persona que gane $ 100,000 al año o más.
Por Justin Fox  ||  Bloomberg



Definiendo afluencia.

Los economistas y expertos en impuestos comparten casi universalmente la opinión de que los beneficios de la deducción de impuestos sobre los intereses de las hipotecas de viviendas fluyen principalmente hacia los acomodados, y hacen poco por la economía en general. Es una de esas cosas raras que el American Enterprise Institute de tendencia de derecha, la Tax Foundation, de inclinación de derecha, el Center on Budget and Policy Priorities de inclinación de izquierda y el centrista (o de centroizquierda) Urban-Brookings Tax Policy Center todos pueden estar de acuerdo.

Encontré un tipo en Heritage Foundation, que se inclina bastante a la derecha, que defiende la deducción, pero lo hace sobre el principio de que todos los pagos de intereses deben ser deducibles de impuestos (porque los que cobran los intereses pagan impuestos sobre sus ganancias) , no sobre la base de ninguna evidencia empírica. 1

Así que estaba un poco sorprendido cuando varios lectores cuestionaron mi caracterización de la deducción hipotecaria en mi columna el miércoles como un "subsidio para los ricos". Hubo un tipo divertido que pidió: "Investigue antes de publicar comentarios tan claramente socialistas". ", Pero también comentaristas y correos electrónicos serios que parecían pensar que, en parte porque la deducción de intereses no se concede por montos de hipoteca superiores a $ 1 millón, no beneficia principalmente al afluente.

Las cifras sobre quiénes se aprovechan de la deducción de intereses hipotecarios son sencillas: según el Comité Conjunto sobre Imposición del Congreso de los Estados Unidos, gobernado por republicanos en la actualidad y presumiblemente no socialista, el 82 por ciento de los $ 72 mil millones en ahorros impositivos de la deducción de intereses hipotecarios en 2014 fluyó a los contribuyentes que ganan más de $ 100,000 al año, con el 42 por ciento a aquellos con ingresos de $ 200,000 o más. 2

Así que supongo que la verdadera pregunta es si $ 100,000 o $ 200,000 en ingresos anuales hacen que una persona sea adinerada. Los hogares que ganan $ 100,000 o más constituyeron el 24.7 por ciento superior de los hogares estadounidenses en 2014, según la Oficina del Censo de los EE. UU. Para decirlo de otra manera, están mejor que las tres cuartas partes del país. Aquellos que ganaban $ 200,000 o más se encontraban en el 5,6% de los hogares en 2014. El ingreso umbral para la membresía en el infame One Percent, de acuerdo con los cálculos de Thomas Piketty y Emanuel Saez, 3 fue de $ 423,090 incluyendo ganancias de capital y $ 387,810 excluyéndolos en 2014 .

Ahora, me doy cuenta de que $ 100,000 o $ 200,000 o incluso $ 423,090 no van tan lejos en la ciudad de Nueva York o San Francisco como lo hace en, digamos, McAllen, Texas. 4 Hay muchas personas que hacen ese tipo de dinero en las grandes ciudades y suburbios sofisticados que no tienen mucho en el camino del ahorro y se están estirando para hacer los pagos de su hipoteca.

Estas son las personas que mi antiguo colega de la revista Fortune Shawn Tully apodó "HENRYs" (para los que ganan mucho, no son ricos todavía), y los economistas Greg Kaplan, Giovanni L. Violante y Justin Weidner llamaron "los ricos mano a boca". largas horas, hacen grandes inversiones en educación para ellos y sus hijos, y pagan entre las tasas impositivas más altas del país (el sistema impositivo federal es progresivo hasta un punto alto en el Uno por ciento, donde las ganancias de capital y los refugios impositivos comienzan a traer tasas bajas). 5 No pasan sus días descansando junto a la piscina o comiendo bonrones, aunque puedo informar por experiencia personal que algunos de ellos se permiten una o dos porciones de chocolate negro antes de acostarse.

¿Pero estas personas son acaudaladas? Diablos, sí! El ingreso familiar promedio en los EE. UU. En 2014 fue de $ 53,657. Si gana el doble o más, lo está haciendo bastante bien desde la perspectiva de sus conciudadanos en lo que es una de las naciones más ricas del mundo. Y sí, una desgravación fiscal que principalmente los beneficia a usted y a otros como usted es de hecho un subsidio para los ricos.

Esta columna no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o Bloomberg LP y sus propietarios.


  1. Alan Cole, de Tax Foundation, hace el mismo argumento, pero luego procede a demolerlo en su mayoría.
  2. De las declaraciones de impuestos presentadas que reclaman una deducción de intereses hipotecarios, el 59.7 por ciento provenía de aquellos que ganaban $ 100,000 o más y el 17.2 por ciento de aquellos que ganaban $ 200,000 o más.
  3. El enlace para descargar la hoja de cálculo con los últimos números se puede encontrar en la página a la que enlazo, debajo del artículo titulado "Desigualdad de ingresos en los Estados Unidos, 1913-1998".
  4. El área metropolitana con el costo de vida más bajo para profesionales y gerentes en 2015, según el Consejo de Investigación Comunitaria y Económica.
  5. En 2013, la tasa impositiva federal efectiva promedio para el 1 por ciento superior de los contribuyentes fue del 27.08 por ciento; para los 400 contribuyentes principales, fue del 22.89 por ciento.

jueves, 18 de enero de 2018

La imbecilidad macroeconómica argentina: Orbitando la inflación para evitar ajustar el déficit

El "karma" de la inflación en Argentina: 10 puntos para explicar por qué no se la puede derrotar

El país vive con inflación desde 1945 y lo paradójico es que antes de ese año, que coincide con la llegada del peronismo al poder, nunca tuvo inflación. Los números indican que desde la Revolución de mayo en 1810 hasta 1944, la inflación promedio no superó el 3% anual

Por Carlos Arbia || Infobae
carbia@infobae.com




La inflación anual del 24,8 % del 2017 -informada por el Indec el jueves pasado- denota el problema que tiene el Gobierno para poder reducir la tasa de inflación, que en diciembre registró un  3,1 % mensual y se ubicó en el valor mas alto del año. El Gobierno reconoció que que la inflación del 2017 fue alta: "Sería fácil bajarla con una receta de ajuste" manifestó el titular del Indec, Jorge Todesca, y admitió que el aumento de tarifas y las medidas para estabilizar la economía y el área fiscal tienen su costo.

Pero, más allá de las explicaciones que dio el Gobierno y del análisis que han realizado los principales expertos económicos, es importante destacar un reciente trabajo del economista Rodrigo Castiñeira de la consultora Econométrica para entender bien que pasó hasta ahora y lo que podría pasar en adelante en caso que el Gobierno repita las mismas recetas del pasado para bajar la inflación.



En ese estudio se pueden rescatar 10 aspectos que sirven para explicar por qué las recetas para bajar la inflación nunca sirvieron, con excepción al Plan de Convertibilidad entre 1991 y 1998 y el Plan Austral de 1985 a 1987  . El último ejemplo es la suba desde el 2007: cuando Guillermo Moreno intervino el Indec el indicador se mantuvo en un promedio anual del 25 %, llegando a un récord del 40% anual en el 2016.

1 – Lo primero que hay que destacar es que el origen de la inflación es siempre el mismo y consiste en la monetización del déficit fiscal. Dicho de otra forma emitir moneda sin respaldo para financiar ese déficit fiscal algo que sigue haciendo este Gobierno.

2 – En los últimos 74 años, con los cambios de moneda el peso perdió 13 ceros y eso se explica por la monetización del déficit; pero en las últimas 7 décadas se recurrió a todo tipo de artilugio económico para frenar la inflación, pero nunca atacar su origen. Eso provocó que planes antiinflacionarios como el Plan Austral del 85, el Plan Primavera del 87 y finalmente la Convertibilidad del 91 fracasaran.



3 – La Argentina vive con inflación desde 1945 y lo paradójico es que antes de ese año, que coincide con la llegada del peronismo al poder, nunca tuvo inflación. Los números indican que desde la Revolución de mayo en 1810 hasta 1944, la inflación promedio no superó el 3% anual pero desde el 45 en adelante la inflación es de dos o tres dígitos, excepto algunos episodios.

4 – El salto inflacionario se explica desde la creación del BCRA en 1935 ya que, luego de su creación, comenzó en la Argentina la tentación aumentar el gasto público y financiarlo emitiendo dinero y que se fue transformando en una especie de "enamoramiento" de varios gobiernos y trajo la inflación a la economía. En 1945, cuando el BCRA cumplía su primera década de existencia, el país comenzaba a vivir con una inflación de dos dígitos para nunca más volver a la estabilidad monetaria, salvo en la convertibilidad.

5 – En los procesos democráticos, los programas antiinflacionarios fueron de tres tipos: fijar el valor del dólar, las tarifas y los demás precios en la economía; pero sin frenar a la maquinita de la emisión monetaria que se destaca en su mayoría en los periodos donde gobernó el peronismo.

6 – Esta combinación de "pisar precios" sin frenar la creación de dinero provocó que la inflación aumentara y se crearan todo tipo de mercados en negro. Como la inflación finalmente no se reduce, el retraso del tipo de cambio o un dólar subvaluado termina "asfixiando" a la economía y luego se produce la devaluación tan temida. La distancia entre el "país real" y el "país virtual" culmina en una brusca devaluación para acortar o anular distancias y que operen nuevamente las señales de precios que permitan equilibrar los mercados.

7 – En esta nueva dinámica, el BCRA busca absorber los mismos pesos que crea al financiar el fisco con crecientes tasas de interés para contener la presión inflacionaria, hasta que llega el momento en que la entidad bancaria entra en el terreno del déficit cuasifiscal. Todo termina en devaluación para licuar gastos y pasivos del organismo y achicar la asfixiante tasa de interés que buscaba contener los precios.

8 – También se recurrió al endeudamiento externo para frenar la monetización del déficit fiscal sin reducirlo. Esta fue la estrategia que más éxito tuvo, al menos mientras duró el financiamiento externo. Por supuesto, cuando se agota el crédito la inflación vuelve, y usualmente con mayor virulencia dado que hay que bajar el consumo privado, no sólo para financiar el gasto público, sino también los intereses de su deuda. Esto es bastante parecido a lo que ocurre ahora con el actual modelo económico.

9 – Todos los programas antiinflacionarios fracasaron porque ninguno reconoce el origen del problema, que es la emisión de dinero para financiar el déficit fiscal que en el 2017 llegó al 4,2 % del PBI y se lo busca reducir al 3,2 % en este año.

10 La aparición de teorías bien criollas para evitar el problema y explicar por qué hay que hacer un ajuste o tomar nuevas medidas. Inflación importada, inflación de costos, inflación de demanda, inflación estacional, inflación estructural y millares de explicaciones más, incluso el ciclo de stop and go y la restricción externa.



Como síntesis, el trabajo describe que desde 1944 la Argentina ha tenido inflación de dos dígitos -como la que ha vuelto a tener desde 2005- durante 44 años; de tres dígitos durante 15 años; y de un solo dígito sólo 13 años. Tuvo dos años -1989 y 1990- inflación de cuatro dígitos llegando en julio de 1989 a superar el 5000% anual. Además, detalla que el 80% de los últimos 74 años la Argentina ha tenido una inflación entre 6 y 10 veces la internacional. Pero Castiñeira señala que no es para nada casual sino causal que, en el mismo período, más del 90% del tiempo el Estado haya tenido déficit fiscal gastando más de lo que recauda. La inflación en Argentina es un fenómeno fiscal y en el 2017 la Nación quedó segunda en América Latina detrás de Venezuela, con un récord del 2600 por ciento. El ejemplo de la región este año fue Brasil con una tasa de inflación del 2,95% anual.

Con respecto al actual modelo económico varios economistas como José luis Espert, Javier Milei, Diego Giacomini, Roberto Cachanosky, Rodolfo Santángelo, Daniel Artana y Fausto Spotorno, entre otros, hacen hincapié que el principal problema es el que apunta Castiñeira en su estudio; la emisión de moneda sin respaldo para financiar un déficit fiscal muy grande producto de un gasto público impagable.

En referencia a la emisión monetaria de este Gobierno los números muestran que en los primeros dos años el BCRA emitió para financiar al Tesoro y acumular reservas unos 775 mil millones de pesos. Para financiar el gasto público se emitieron unos 300 mil millones y para duplicar las reservas, de 25 a 55 mil millones de dólares, se emitieron unos 475 mil millones de pesos.

Esos $775 mil millones de pesos, se esterilizaron con una emisión de unos $ 400 mil millones de Lebacs por $400 mil millones, por lo que la base se expandió en $377 mil millones en dos años. Ello implicó que la base monetaria creciera 27% en 2016 y 25% en 2017.

"Lo grave es que estos ritmos de emisión resultan incompatibles con las exigentes metas de inflación que la institución se impone. Más aún, la creación de dinero no la pudo contener aún elevando la tasa al 30% a 30 días, poniendo en riesgo la actividad económica e incluso el propio balance del BCRA, dejándolo a la puerta de la reaparición del déficit cuasifiscal. En efecto, imponer crecientes tasas de interés por arriba de la inflación, muestra que el BCRA estaba cayendo en la trampa de emitir para financiar al Estado, e intentar contener su impacto inflacionario con crecientes tasas de interés, que para peor, solo puede pagar devaluando para no caer en el déficit cuasifical. Una pelea perdida" advierte el estudio de Castiñeira.

Y, en ese sentido, describe además que "las tasas altas frenan la inflación sólo si también se frena la creación de dinero. Cosa que no sucedió en 2016 ni en 2017. Es como poner la heladera al máximo, pero dejar la puerta abierta. No puede sorprender que la inflación no enfría". Con respecto a la evolución de la inflación en 2018 el estudio describe que "si el BCRA quiere financiar al Estado y continuar elevando las saqueadas reservas, la nueva meta del 15% se torna exigente para ambos objetivos. Pero permite tasas más bajas que no atrasen aún más el dólar, ni posterguen iniciativas de inversión"

El trabajo se refiere también a la reciente modificación de las metas de inflación del BCRA. "El anuncio de nuevas metas implica reconocer que se emite para financiar al Estado y también para recomponer las saqueadas reservas. Ambos objetivos imponen un ritmo de creación de dinero, y en consecuencia de inflación, que no se logrará frenar elevando constantemente las tasas. Menos cuando elevadas tasas obligan a devaluar para que no reaparezca el déficit cuasifiscal. Por ello tasas y metas tienen que converger a un sólo número" dice el estudio.

martes, 16 de enero de 2018

El desastre de la izquierda latinoamericana representada en Venezuela

Desplome: Venezuela cae a niveles de una economía de guerra

El PBI se contrajo 35% en cuatro años y los expertos advierten que la inflación será muy superior al 2700% de 2017

La Nación



En Caracas se repiten las escenas de largas filas para conseguir efectivo en los cajeros automáticos

CARACAS.- Venezuela acumula cuatro años de una recesión económica que ya tiene los elementos de una auténtica depresión. Una bancarrota comparable a la vivida hace poco por Grecia, aunque con otros componentes y varios añadidos. Las autoridades chavistas se niegan a ofrecer los datos formales de las cuentas del país, pero las firmas especializadas calculan que el año pasado el desplome alcanzó cotas de economía de guerra, con una contracción del PBI del 14%.

Cuatro años de mala gestión económica redujeron el tamaño de la economía venezolana un 35%. Algunos analistas, como Asdrúbal Oliveros, de la firma Ecoanalítica, calculan el déficit fiscal en 17% del PBI y una inflación de más de 2700% el año pasado. La crisis, inédita en la historia venezolana, es toda una rareza en un petroestado e inscribe su nombre en la historia de los grandes naufragios sociales de América Latina en los últimos 50 años.

Y el escenario para este año se vislumbra aún peor. El proceso hiperinflacionario podría conducir a tasas interanuales de más de 30.000%, advirtieron economistas. Con la aceleración en el alza de los precios, el poder adquisitivo de la población podría caer 50% de un mes al otro y luego quedar reducido en solo 25% del total inicial en solo ocho semanas, señalaron los economistas.

Pero ese es solo el comienzo, dijo Francisco Ibarra, director de Económetrica. La tasa de inflación, que en agosto pasado empezó a acelerarse a una velocidad mucho mayor de lo que muchos habían proyectado, tiene el camino libre para crecer aún más en 2018, ante el hecho de que el gobierno de Nicolás Maduro no parece contar con más dinero para financiarse que continuar con la emisión de dinero inorgánico, explicó el especialista.

Ibarra afirma que bajo las condiciones actuales, la inflación este año puede alcanzar niveles inimaginables, pero que un número conservador rondaría el 30.000%.

Otros son más prudentes, aunque son cifras igual de imponentes. La llegada del año electoral -en el que Maduro buscará un nuevo mandato- podrían llevar la inflación a 7000%, según Oliveros. Pero advierte que la cifra podría duplicarse si no se toman decisiones urgentes.

Por su parte, el economista Alexander Guerrero indicó que la tasa de inflación creció entre seis y siete veces en 2017 frente a los niveles de 2016, pero la aceleración que registran los precios apuntan a un ritmo de crecimiento mucho mayor si la actual tendencia se mantuviera. "Podrían crecer entre 35 o 40 veces", expresó.

Aunque esos cálculos lucen exorbitantes, la economía venezolana aún tendría mucho que recorrer para alcanzar los niveles de hiperinflación registrados por Hungría en 1945, Zimbabwe en 2007 y Yugoslavia en 1992, países que vieron la inflación duplicarse de un día para el otro. En la Argentina de la hiperinflación de 1989, la tasa anual fue de 3079%.

En Siria, que acaparó la atención internacional por una guerra que ya lleva casi siete años, la inflación entre principios de 2012 y de 2015 superó el 50%, según un informe publicado por la ONG Chatham House, aunque con aumentos muy superiores en alimentos básicos, como el arroz. En cuanto al PBI, en los primeros tres años del conflicto se redujo en casi 50%: de 60.000 millones de dólares a 33.000 millones.

Oliveros opina que ni siquiera una nación en guerra como Siria puede mostrar las cifras de deterioro que tiene Venezuela. "Esta es la primera vez que el sector externo no influye en los vaivenes de la economía del país. La depresión tendrá graves consecuencias sociales, que probablemente no vimos del todo", añadió. Para los expertos una economía de guerra es aquella en la que se busca dar al Estado un mayor control sobre todas las variables.

La petrolera estatal Pdvsa -que maneja la fuente de ingresos estrella del país- atraviesa un grave desorden funcional que se traslada milimétricamente a la economía. El año pasado, según Ecoanalítica, redujo su producción en 300.000 barriles diarios, cifra que puede sobrepasar los 700.000 barriles durante los cinco años de gobierno de Maduro.

Es uno de los muchos desatinos que dieron pie al torbellino venezolano, consecuencia de la profundización del sesgo ideológico en la economía. El modelo de desarrollo chavista está diseñado para colocar un hermético cepo sobre todas las variables de la producción y la formación de precios, mientras el Estado asumió la toma de los sectores productivos y destina un importante esfuerzo organizativo a crear circuitos comunales absolutamente disfuncionales.

El sector privado vive constreñido entre la total intervención del Estado en la economía y las sanciones impuestas por la comunidad internacional. Los aumentos de sueldos son compulsivos, y son frecuentes los operativos unilaterales para intentar -sin éxito- bajar los precios.

A ello se suma un panorama cambiario anárquico, dominado por los intereses creados y la corrupción. En el país existe una tasa de cambio oficial, de 10 bolívares por dólar, y un dólar negro, que el gobierno no reconoce oficialmente, pero que alimenta todo el circuito económico nacional y ronda los 136.500 bolívares.

El gobierno decidió asumir el control total de las importaciones y los puertos, y se volvieron comunes los casos de sobrefacturación en las aduanas. En varias ocasiones, cargamentos de comida y medicamentos se vencieron en los puertos, producto del retardo burocrático y el apuro ante el pago de coimas. El índice de desabastecimiento rara vez bajó del 50% durante el lustro de Maduro.

El economista Orlando Ochoa ubica el origen del maremoto en 2007, año del segundo triunfo electoral de Hugo Chávez, cuando empezó la agresiva toma de activos del sector privado, la hostilidad hacia los inversores y los gastos sociales ingentes para controlar electoralmente a las masas.

El termómetro de la crisis

El país se hunde en el descontrol económico de la gestión de Nicolás Maduro

14% - Caída de PBI: Fue la contracción de la economía de Venezuela en 2017; en los últimos cuatro años, en la gestión de Maduro, el desplome suma 35%

2735% - Inflación: Fue el nivel que se registró el año pasado, según Ecoanalítica; para este año, las previsiones van desde 7000% a 30.000%

797.510 - Bolívares: Es el salario mínimo, entre dinero en efectivo y tickets canasta; la cifra equivale a 5,8 dólares en el mercado negro

6 - Bolívares: Cuesta un litro de nafta premium en las estaciones de servicio; con el valor de un cigarrillo se pueden comprar 166 litros de combustible

Diarios El País y El Nuevo Herald y agencia AFP

domingo, 14 de enero de 2018

Carolina Stanley, populismo iletrado

Stanley: “Es un mito histórico que la gente que tiene planes sociales no quiere trabajar”


La Nación
La ministra de Desarrollo Social de la Nación, Carolina Stanley, se refirió a los beneficiarios de los planes y dijo que lo que más le pide la gente en la calle tiene que ver con “la posibilidad de salir adelante”

Además, dijo que "el plan no es algo que los enorgullece" y que "mucha gente que tiene un plan preferiría trabajar".


Link

La ministra de Desarrollo Social de la Nación Carolina Stanley participó del ciclo Mesa de Mujeres y habló sobre las personas que reciben planes sociales: “Es un mito histórico que la gente que tiene planes no quiere trabajar: yo creo que la mayoría de la gente quiere trabajar, quiere empoderarse, generar sus propios ingresos y tener una vida digna“.

Además, dijo que “el plan no es algo que los enorgullece” y que “mucha gente que tiene un plan preferiría trabajar“.


Nota del administrador:

Bien haría la ministra en leer los hallazgos empíricos de Garganta y Gasparini (2015), solo para empezar a dejar de realizar afirmaciones sin fundamento. Con datos de la EPH, el trabajo muestra evidencia que las mujeres que recibe AUH tienen una tendencia a ofrecer menos horas de trabajo (no buscan trabajo) y tienen una probabilidad más alta de quedar embarazadas, para volver a cobrar otra AUH.


viernes, 12 de enero de 2018

Corea del Sur, el ejemplo más antiperonista del Mundo

El milagro de Corea del Sur: de ser más pobre que Ghana a superar a España

Vicente Nieves || El Economista



  • La apertura comercial permitió importar bienes intermedios baratos
  • El Gobierno protegió a industrias clave que estaban en pleno crecimiento
  • Se crearon grandes conglomerados que han llegado a ser muy competitivos


Corea del Sur está a punto de superar la barrera de los 30.000 dólares de renta per cápita, un nivel de ingresos que el consenso de los economistas califica de economía absolutamente desarrollada. El camino ha sido duro y bacheado (como la crisis de 1997), pero en pocas décadas, Corea del Sur ha pasado de ser uno de los países más pobres del mundo a formar parte del club de las economías más avanzadas y superar incluso a España.

Los economistas de Goldman Sachs Group pronostican que Corea del Sur superará el umbral de los 30.000 dólares (PIB a precios corrientes) el próximo año, siempre y cuando el crecimiento económico supere el 3% y el won coreano no se deprecie frente al dólar. No obstante, si el PIB per cápita se analiza en paridad de poder adquisitivo (PPA), es decir, eliminando las diferencias en los niveles de precios vigentes en los diferentes países, Corea del Sur ha superado hace años esa barrera como se puede observar en el gráfico.



¿Cuáles han sido las claves?

Sin duda, la historia económica reciente de este país ha sido uno de los grandes éxitos de las últimas décadas. Nathaniel Lane, investigador del Massachusetts Institute of Technology (MIT), destaca en el trabajo Manufacturing Revolutions que en 1957, Ghana y Corea del Sur presentaban unos ingresos per cápita similares, sin embargo en la actualidad la diferencia entre ambas naciones es abismal, al menos en términos de renta y estándar de vida.

En los años 60, Corea era un país corrupto, inestable y dependiente de las ayudas de Occidente. A pesar de ello, en poco más de veinte años, "la República de Corea experimentó una transformación industrial que a los países occidentales les había llevado alrededor de 100 años", destaca Lane.

Una serie de decisiones políticas encaminadas a proteger industrias clave, un fuerte aperturismo al comercio internacional en otros sectores y una mejora de la educación han sido los pilares del fuerte desarrollo experimentado por este país. Todas estas medidas estuvieron impulsadas por el General Park Chung-Hee y sus hombres de confianza y tenían como objetivo convertir a Corea del Sur en una economía exportadora.

Lane sostiene que las políticas para proteger a la naciente industria química e industria pesada durante unos seis años fueron fundamentales. "Corea copió esta política de Japón, mientras que hoy países como Taiwán persiguen estrategias similares".

Park y las entidades financieras del país controladas por el régimen concedieron grandes cantidades de crédito a las industrias del acero, petroquímicos, automóviles, máquinas pesadas, electrónica y construcción naval. Por otro lado, se redujeron drásticamente las barreras a la importación de bienes que eran necesarios para que estos sectores fabricasen sus productos y maquinaria. Es más, en algunos casos hasta se llegaron a implantar subsidios para la importación de inputs intermedios en el proceso de producción de las industrias clave.

Con este tipo de políticas en marcha, los chaebol (grandes conglomerados empresariales de Corea del Sur), comenzaron a crecer con intensidad. Estas empresas se convirtieron en claras dominantes de la economía coreana, siendo así las más capacitadas para realizar inversiones masivas en capital (maquinaria, tecnología, factorías...) e innovar.

Sin embargo, las industrias o sectores que no fueron considerados como 'clave' para el régimen sufrieron un fuerte aumento de la competencia exterior por el fomento de las importaciones de ciertos bienes y por efecto crowding out, ante la asignación de una gran parte de los recursos financieros a las empresas o sectores más importantes.

Una empresa grande, eficiente y que invierte en capital cuenta con los ingredientes perfectos para ser productiva y ganar cuota de mercado. De este modo, las exportaciones de Corea del Sur pasaron de representar un 2% del PIB en 1962 a suponer el 30% en 1980, según relataban Michelle Connolly, de la Universidad de Duke y Kei-Mu Yi, investigador de la Reserva Federal de Philadelphia.


Apertura al exterior

El trabajo de estos expertos analizaba el milagro de Corea desde la perspectiva del comercio internacional. Este país pasó en un abrir y cerrar de ojos de la agricultura de subsistencia a un modelo completamente industrial. En 1960, sólo el 35% de las mercancías que se exportaban eran bienes manufacturados, mientras que en 1995 la cifra ya era del 96,9%.

"El General Park sabía que Corea tenía que comenzar su carrera exportando, y supo reconocer que el país tenía pocos recursos naturales. Como consecuencia, la política comercial cambió para centrarse en la expansión de las exportaciones", explican los expertos.

En pocos años, el país adoptó 38 políticas centradas en promover las exportaciones, entre las que cabe destacar la eliminación de aranceles para bienes intermedios de producción y bienes de capital, pero sólo para las importaciones que se fuesen a usar para producir bienes que se fueran a exportar.

El fin de los aranceles y el crédito permitió a las empresas coreanas acumular capital (maquinaria, tecnología, factorías...), lo que a su vez incrementó la productividad de los sectores clave. Por otro lado, las reducciones arancelarias a nivel mundial en la Ronda Kennedy (1967) y en la Ronda de Tokio (1973), dentro de las rondas del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), permitieron que los bienes producidos en Corea tuviesen mayor penetración en los países desarrollados. Hoy, las exportaciones de Corea suponen más de un 40% del PIB, habiendo superado el 50% en 2012.

Los ansiados 30.000 dólares

Bajo este contexto y volviendo a los datos de PIB per cápita, superar los 30.000 dólares marcaría un nuevo hito en el rápido desarrollo económico de Corea del Sur. La renta per cápita del país asiático superó por primera vez los 10.000 dólares en 1994 y los 20.000 dólares en 2006. El año pasado la renta per cápita media alcanzó los 27.561 dólares.

De conseguirlo, Corea lograría superar la barrera de los 30.000 dólares, adelantando a España y saliendo del grupo de países que se mueven en el rango de los 20.000-30.000 dólares per cápita, en un periodo de tiempo récord para un país que se encontraba hace poco más de 35 años en la extrema pobreza.

Eliminando el efecto distorsionador de los precios, la tendencia es también asombrosa. En 1970, la renta per cápita en PPA en Corea del Sur era de 2.496 dólares, mientras que la de España era de 13.891 dólares. En 2016, este mismo indicador es de 35.000 dólares en Corea y de 32.796 en España.

miércoles, 10 de enero de 2018

La baja tasa de productividad del sistema universitario argentino

Tenemos muy pocos graduados universitarios

Lamentablemente se consolida año a año nuestro atraso en la acumulación de capital humano altamente calificado

Por Alieto Guadagni ||  Infobae





En este siglo XXI la universidad es la institución más importante en el proceso de acumulación del conocimiento. Por esta razón es crucial fortalecer su aptitud para capacitar adecuadamente a crecientes contingentes de jóvenes, particularmente en las disciplinas científicas y tecnológicas, con la atención puesta en la igualdad de oportunidades más allá de las diferencias socioeconómicas de los estudiantes. Pero lamentablemente esto no está ocurriendo en nuestro país, ya que nuestra graduación universitaria es muy escasa y la deserción de los alumnos en los primeros años es muy alta.

Veamos, por ejemplo, nuestra realidad comparada con nuestros dos vecinos: Brasil y Chile. En primer lugar, señalemos que nosotros tenemos muchos más estudiantes, en proporción a la población, que nuestros vecinos, pero lo contrario ocurre con los graduados universitarios. En el 2015 (últimas cifras oficiales) Chile tenía 73% más graduados que nosotros, mientras que Brasil poseía un 91% más. ¿Pero cómo es posible tener más estudiantes y menos graduados? La respuesta nos indica la presencia de un grave problema, ya que de cada 100 estudiantes que ingresan a la Universidad se gradúan en nuestro país apenas 30, pero en Chile y Brasil se gradúan casi el doble que en Argentina. Algo similar ocurre en México y en Colombia.

Si queremos entender qué está ocurriendo, tenemos que tomar nota de un hecho notable, ya que nuestro régimen de ingreso a la universidad es distinto al vigente en casi todos los países del mundo, es decir, no solamente del existente en los países ya industrializados, sino también en los países emergentes en América Latina, África y Asia. En Brasil existe el Examen Nacional de Enseñanza Media (ENEM) y en Chile la Prueba de Selección Universitaria (PSU), exámenes al finalizar el secundario que deben ser rendidos para ingresar a la universidad. Somos uno de los pocos países donde no existe un examen después de la finalización del ciclo secundario, es obvio que la inexistencia de este requisito debilita fuertemente el estudio de los estudiantes secundarios, tanto en las escuelas estatales como en las privadas. En casi todos los países latinoamericanos se requiere algún tipo de examen previo al ingreso a la universidad, estos exámenes promueven el estudio preparatorio. La lista incluye a países con muy diferente tipo de gobierno, mencionemos a Cuba, Nicaragua, Ecuador, Chile, México, Colombia, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Costa Rica, El Salvador, Panamá, Bolivia, Paraguay, Perú, Brasil y los países caribeños.

Lamentablemente se consolida año a año nuestro atraso en la acumulación de capital humano altamente calificado, lo que compromete gravemente el futuro de nuestro país en este difícil mundo globalizado. Nuestro retroceso es ya evidente, por eso es hora de dejar de ignorar la realidad y comenzar sin demora un proceso de fortalecimiento de las carreras universitarias que nos permita recuperar el terreno perdido en América Latina.

lunes, 8 de enero de 2018

Las expectativas siguen guiando la alta inflación argentina

Son las expectativas, estúpido


Por MARTIN TETAZ | El Día
@martintetaz




Todo el mundo recuerda esa famosa frase que llevó a Clinton a la presidencia de los Estados Unidos: “Es la economía, estúpido” fue el mantra que mostró que a la gente, incluso por encima de la guerra, le importaba el bolsillo.

A una semana de los anuncios de cambios en las metas de inflación, todo parece indicar que el Gobierno no entendió que bajar la velocidad de aumento de los precios depende casi exclusivamente de quebrar las expectativas de productores y consumidores, de gremialistas y empresarios.

Sé que mucha gente piensa que los responsables de los aumentos son cuatro o cinco empresarios inescrupulosos que remarcan por angurria, para ganar más; los dueños de los supermercados son los principales sospechosos. Otros creen que es por culpa de los Moyanosque buscan salarios que no se corresponden con su productividad. Pero los empresarios que buscan ganar dinero a toda costa y los gremialistas que persiguen rentas por monopolizar la representación de los trabajadores, existen en todas partes y sin embargo solo en 10 de los 153 países para los que el Banco Mundial tiene datos, hay más de 10% de inflación.

“El Gobierno tenía la chance de bajar la inflación por goteo. Hoy esa capacidad está en duda”

No existe tampoco nada particular en los países latinoamericanos, como creía el estructuralismo de la CEPAL, a mediados del siglo pasado. Solo Venezuela y Argentina tienen inflación.

No es el dólar. En los últimos 12 años fue más el tiempo que el billete verde estuvo virtualmente congelado, no obstante, los precios volaban. Tampoco es solo la emisión para financiar el déficit, que en 2015 representó 4,4% del PBI y se redujo drásticamente hasta ser solo 1,5% del producto durante el año pasado.

Estamos en un régimen inflacionario en el que todo el mundo piensa que la velocidad de los precios es entre 20 y 25% anual y en ese rango pivotean los alquileres, las paritarias y la mayoría de los contratos de la economía. En ese contexto un Banco Central con poca reputación busca coordinar las expectativas del público a la baja, con un mecanismo por el cual la cantidad de dinero responde de manera casi automática al requerimiento del mercado.

El enfoque del Banco Central no es en realidad tan monetarista como muchos creen, porque lo único que hace es subir las tasas de interés para convencer al público de que habrá menos inflación y será necesario menos dinero. Pero si la gente no cree eso y todos siguen esperando mucha inflación, incluso las tasas que parecen altas son vistas como relativamente baratas. Me explico; una tasa del 29% es altísima si usted espera 15% de inflación, pero si lo que se piensa es que los precios subirán un 25% en un año, ese 29% de las Lebacs implica una rentabilidad real de solo 3,2% que no es nada extraordinaria.

SI NO CAMBIA EL CHIP NO BAJAN LOS PRECIOS
El profesor Juan Carlos De Pablo suele comentar siempre la experiencia de la hiperinflación alemana del 22-23 del siglo pasado, que se terminó de manera casi instantánea con la introducción del Rentenmark en noviembre de 1923. Argentina tuvo también casos exitosos de freno brusco de los precios tanto en el Plan Austral, que a la postre fracasó, como con la Convertibilidad. Estos tres episodios tienen dos denominadores comunes; uno de forma y otro de fondo. El de fondo es el cambio de régimen. De movida queda claro que hay un antes y un después, que cambian las reglas de formación de precios y emisión de dinero. Además, existe un elemento marketinero que tiene que ver con el cambio del signo monetario y que apunta a generar un efecto psicológico que convenza al público que las reglas de juego han sufrido una ruptura.

“El problema del gradualismo es que por diseño fracasa en generar ese cambio de chip”

El problema del gradualismo es que por diseño fracasa en generar ese cambio de chip y hace muy difícil el trabajo, porque amplios sectores de la población, incluyendo un grupo no menor del círculo rojo que influye en la política y en la economía, no perciben los cambios. En el aula magna de la universidad, con académicos enfrente y una hora de exposición, Sturzenegger puede mostrar el éxito (mas cualitativo que cuantitativo) del modelo de metas que está implementando. Es cierto que los precios que se forman por el libre juego de la oferta y la demanda, los no regulados que los economistas llamamos “inflación núcleo”, están creciendo más despacio. Pero también es verdad que la velocidad a la cual pierden aceleración es tan lenta que resulta difícil de captar por los sentidos.

El psicólogo alemán Gustav Theorod Fechner, por ejemplo, descubrió en el siglo XIX un fenómeno que denominó “diferencial apenas perceptible” que es el que explica por qué son tan divertidos esos juegos de fotos que convierten a una persona en otra, a través de pequeños cambios que se van produciendo en una suerte de degradé de cinco imágenes. Simplemente, nuestra percepción tiene la capacidad de notar cambios de una magnitud importante y esa es la razón por la cual las empresas, durante las crisis, nos engañan sacándole una galletita al paquete o convirtiendo el envase de 500 gramos en uno de 480.

Hasta la semana pasada, el Gobierno tenía la chance de bajar la inflación por goteo. Hoy esa capacidad está en duda. Si el martes el Central persiste en sus tasas altas quedará alguna posibilidad de que siga haciéndolo, suponiendo que Sturzenegger aguante la presión política de Jefatura de Gabinete. Si, por el contrario, baja fuerte las tasas, habrá pocas probabilidades de que baje la inflación. Salvo que cambie por completo el régimen.

martes, 26 de diciembre de 2017

Argentina: La inflación se mantiene en 24% anual

Por qué no baja la tasa de inflación

En 2017 la variación anual del IPC disminuyó respecto de 2016, pero no está tan lejos de los niveles que dejó el kirchnerismo
Por Roberto Cachanosky ||  Infobae


En los últimos cinco meses, la inflación dejó de bajar. (Reuters)

La batalla contra la inflación va a ser uno de los grandes desafíos de 2018. Si bien el Gobierno muestra que la inflación bajó del 45% anual en 2016 al 24% actual, lo cierto es que en ese punto hay un truco estadístico. Como dice Mancur Olson en su libro Auge y Decadencia de las Naciones: "Hoy en día los economistas disponemos de tal herramental matemático, estadístico y econométrico, que podemos torturar los números hasta que confiesen lo que queremos".

Si uno observa la evolución del IPC de los últimos cinco meses puede advertir que la inflación no está bajando sino que se mantiene estancada en torno al 24% anual aproximadamente.

GRÁFICO 1




En 2016 el IPC se disparó por la devaluación y los ajustes de tarifas. En 2017 el tipo de cambio se contuvo quieto vía la tasa de interés y los ajustes de tarifas fueron menos intensos, con lo cual la variación anual del IPC disminuyó pero no está tan lejos de los niveles que dejó el kirchnerismo.

¿Por qué no baja la inflación si el BCRA sube la tasa de interés y toma deuda en LEBACs hasta niveles realmente peligrosos? Para explicarlo voy a utilizar el Cuadro 1.

CUADRO 1


¿Cómo se determina el poder adquisitivo de la moneda? El Cuadro 1 muestra diferentes columnas. La segunda muestra la cantidad de pesos en circulación. La tercera la cantidad de moneda que la gente quiere tener en el bolsillo por las dudas. Lo que se conoce como demanda por moneda o demanda de saldos monetarios no remunerados. Tengo dinero en el bolsillo pero no cobro interés por retenerlo. La cuarta es la diferencia entre la segunda y la tercera. Si hay 10.000 en circulación (caso 1) y 2.000 están inmovilizados, los pesos que efectivamente se utilizan para transacciones son 8.000 como muestra la cuarta columna. Si la oferta de bienes es de 800 unidades, el nivel general de precios va a ser de 10.

En el caso 2 supongo que aumenta la cantidad de pesos en circulación pero no crece la demanda por moneda. Esto significa que quedan 9.000 pesos en circulación, si la oferta de bienes no aumenta, el precio promedio de la economía estará en 11,25 en vez de 10.

Tercer caso. Aumenta la cantidad de moneda pero también baja la demanda de moneda o solo baja la demanda de moneda respecto al ejemplo 2. Si la oferta de bienes es de 800 el precio promedio sube a 12,5. Este es un punto importante, porque puede no aumentar la cantidad de moneda, pero si disminuye la demanda de dinero y la oferta de bienes es contante, el nivel de precios tiende a subir.

El último ejemplo, caso 4, supongo que el stock de moneda en circulación se mantiene constante al igual que la demanda de moneda, pero baja la oferta de bienes. Nuevamente tenemos un nivel de precios más alto, en este caso en 14,3.

 La inflación no está bajando sino que se mantiene estancada en torno al 24% anual
De todo lo anterior se desprende que no es que si aumenta un 10% la cantidad de moneda, los precios suben inmediatamente un 10%. Todo va a depender del comportamiento de la demanda de moneda y de la oferta de bienes y servicios. Es decir, son tres los factores que determinan el poder adquisitivo de la moneda: la cantidad de moneda en circulación, la demanda de moneda y la oferta de bienes y servicios.

Por eso la tasa de interés no resulta un instrumento idóneo para frenar la inflación. Si sube la tasa de interés y frena el nivel de actividad y cae la demanda de moneda, cualquier aumento en el stock de pesos en circulación impacta en el nivel de precios por más que suban la tasa de interés.

Es difícil medir todos estos conceptos con datos de la economía, pero si tomamos el aumento del circulante que está en el 31% anual, la oferta de bienes y servicios crece al 4,3% (tomando aumento del PBI e importaciones) la diferencia es de 27 puntos con lo cual se acerca bastante a la tasa de inflación que mide el IPC. Uno podría concluir que la demanda de moneda (cantidad de pesos inmovilizados que quieren tener la gente) no aumenta y, por lo tanto, todo sobrante de pesos que hay en el mercado se va a precios.

En la medida que el BCRA tenga que seguir expandiendo moneda a estas tasas producto del déficit fiscal y la demanda de moneda no aumente, el escaso crecimiento de la oferta de bienes no logra compensar el impacto en precios y vamos a seguir teniendo tasas de inflación como las actuales.

Si efectivamente la demanda de moneda está, en el mejor de los casos, constante, la tasa de interés no sirve para frenar la inflación con estos niveles de expansión del circulante y este crecimiento de la economía. Por lo tanto, para frenar la inflación se requiere algo más que subir la tasa de interés. Hace falta una política fiscal consistente con el objetivo de bajar la inflación. Coordinar política monetaria y fiscal es lo que está faltando y la tasa de interés no es sustituto de esa coordinación monetaria y fiscal.

Cualquiera que diga que puede estimar cuál es la demanda de moneda está vendiendo humo porque nadie puede saber cómo será el comportamiento de millones de personas. De manera que lo máximo que podría intentar el BCRA para frenar la inflación es emitir en base a la expansión de la oferta de bienes y servicios (crecimiento del PBI e importaciones) para que los precios  o suban, hipótesis de trabajo muy fuerte si tiene que seguir financiando al Tesoro.

En síntesis, la tasa de inflación no baja porque el BCRA emite por encima del crecimiento de la oferta de bienes y servicios y de la de la demanda de moneda. Seguir probando con la tasa de interés es perder el tiempo.

jueves, 21 de diciembre de 2017

Crecer en la clase trabajadora te otorga mayores capacidades de socialización

Crecer en la clase trabajadora proporciona a las personas habilidades sociales que ayudan a ampliar su perspectiva durante los conflictos.



Nicolas Hoizey / Unsplash
Cuanto menor es tu clase social, más "inteligente" eres, sugiere un nuevo estudio
Por Michael Price  Science Magazine

Hay una aparente paradoja en la vida moderna: la sociedad en general se está volviendo más inteligente, pero no estamos más cerca de descubrir cómo llevarse bien. "¿Cómo es posible que tengamos tantos, sino más, conflictos como antes?", Pregunta el psicólogo social Igor Grossmann de la Universidad de Waterloo en Canadá.

La respuesta es que la inteligencia cruda no reduce el conflicto, afirma. La sabiduría sí. Tal sabiduría, en efecto, la capacidad de tener en cuenta las perspectivas de los demás y buscar el compromiso, llega de forma mucho más natural a quienes crecen en la clase trabajadora o pobre, según un nuevo estudio de Grossman y sus colegas.

Para llevar a cabo el estudio, Grossmann y su estudiante graduado Justin Brienza se embarcaron en un experimento de dos partes. Primero, pidieron a 2145 personas en todo Estados Unidos que realizaran una encuesta en línea. Se les pidió a los participantes recordar un conflicto reciente que tuvieron con alguien, como una discusión con un cónyuge o una pelea con un amigo. A continuación, respondieron 20 preguntas aplicables a ese o cualquier conflicto, que incluyen: "¿Alguna vez consideró una perspectiva de terceros?" "¿Cuánto trató de comprender el punto de vista de la otra persona?" Y "¿Consideró que podría estar equivocado? ? "

Grossmann y Brienza analizaron los datos y asignaron a los participantes un puntaje de "razonamiento sabio" basado en las respuestas al conflicto y un puntaje de "clase social", luego trazaron las dos puntuaciones una contra la otra. Descubrieron que las personas con los puntajes más bajos en la clase social, aquellos con menos ingresos, menos educación y más preocupaciones sobre el dinero, obtuvieron el doble de puntaje en la escala de razonamiento sabio que los de la clase social más alta. Los niveles de ingreso y educación iban desde la clase trabajadora hasta la clase media alta; ni los muy ricos ni los muy pobres estaban bien representados en el estudio.

En la segunda parte del experimento, el dúo reclutó a 200 personas en Ann Arbor, Michigan, y sus alrededores, para que tomaran una prueba de cociente intelectual estándar y leyeron tres cartas en la columna de consejos de Dear Abby. Una carta, por ejemplo, preguntaba sobre elegir lados en una discusión entre amigos mutuos. Luego, cada participante discutió con un entrevistador cómo pensaban que se desarrollarían las situaciones descritas en las cartas. Un panel de jueces calificó sus respuestas de acuerdo con varias medidas de razonamiento sabio. En el ejemplo anterior, pensar cómo un extraño podría ver el conflicto ganaría puntos para la sabiduría, mientras que confiar solo en la propia perspectiva no lo haría.

Al igual que en la primera parte del experimento, los de las clases sociales más bajas obtuvieron puntajes de razonamiento sabio más altos que los de las clases sociales más altas, informaron los investigadores hoy en las Actas de la Royal Society B. Los puntajes de CI, sin embargo, no se asociaron de una manera u otra con razonamiento sabio.

Los hallazgos tienen sentido, dice Jayawickreme, ya que las personas que crecen en un entorno de clase trabajadora tienen que depender de recursos compartidos y comunitarios más que las personas de la clase media, y por lo tanto perfeccionar las técnicas sociales que suavizan los conflictos con sus pares. Los de la clase media, en cambio, tienden a centrarse en la educación, lo que mejora sus puntajes de cociente intelectual, pero no ponen casi tanto esfuerzo en las habilidades de resolución de conflictos, dice Grossmann.

Si desea fomentar el razonamiento inteligente en usted mismo, aconseja Grossmann, trate de usar un lenguaje en tercera persona cuando piense en conflictos. Mente mentalmente a usted mismo y a su compañero de conflicto por su nombre, por ejemplo, ya que lo obliga a ver la situación como otros lo verían. Y busque situaciones en las que sus propias experiencias y expectativas no estén en el centro de atención, como asistir a un festival de cine multicultural o ser voluntario en un refugio para personas sin hogar.

Eventualmente, Grossman quiere expandir su estudio de la sabiduría a las personas en los extremos de la clase social. "No me sorprendería que el resultado sea aún más pronunciado en los extremadamente ricos, pero aún no tenemos los datos para hablarle", dice. "Me encantaría entrevistar a Donald Trump".