¿Pueden los economistas medir el ensimismamiento de la sociedad?
Aunque es difícil de definir y registrar, la cantidad de dinero que se gasta en todo el mundo en las compras de bienes de vanidad es mayor que el PIB de Alemania, y está creciendo mucho más rápido que otros mercados.
Un modelo tiene una obra, hecha de cristales de Swarovski de la artista Nicola Bolla, durante la Semana del Diseño de Milán en 2011.Alessandro Garofalo / Reuters
Marc Bain - The Atlantic
El mes pasado, Bank of America Merrill Lynch publicó el informe convincente titulado, "Capital de Vanidad: El mercado alcista global en el narcisismo", que puso un precio a la cantidad gastada a nivel mundial en productos y servicios que mejoran la apariencia o el prestigio. Ese precio es enorme: $ 4.5 billones de dólares, según el informe, más grande que la cuarta economía más grande en el mundo, de Alemania, con su PIB de 3700 mil millones dólares y sigue creciendo.
La pregunta inmediata el informe plantea es si es aún posible medir tal cosa. La premisa para cuantificar el valor en dólares de todas las compras en todo el mundo por motivos de alguna manera por vanidad es un poco de nuez en su fundación. Los autores definen "capital de la vanidad" en términos que suenan como Gordon Gekko y Abraham Maslow se reunieron para ofrecer un seminario de autoayuda: Es "la búsqueda de, y la acumulación de, atributos y accesorios para aumentar la confianza en sí mismo mediante la mejora de la apariencia y prestigio. Es la autorrealización a través de auto-superación y auto-focus ".
Además de eso, el proceso de separación de la vanidad de las compras no vanidad es una bastante subjetiva. Algunos de los productos y servicios clasificados como compras vanidad parece justo lo suficiente: la joyería, arte, un jet privado, o básicamente cualquier cosa que se ve en los niños ricos de Instagram.
Pero es un smartphone un gasto vanidad, o una necesidad práctica? ¿Es la gente usa los anillos de boda para mejorar su apariencia o prestigio? En cuanto a los gastos en servicios en lugar de productos: Claro, conseguir un tratamiento de Botox es un tanto vanidoso, pero ¿qué pasa con la búsqueda de una educación en la Ivy League?
Y el informe incluye productos del mercado medio también, como maquillaje, ropa de gimnasio y suplementos para la salud. De hecho, la categoría no de lujo constituye el grueso de la vanidad de capital de mercado al 90 por ciento, según el informe. (Cuarzo se ha acercado a Bank of America Merrill Lynch para hacer comentarios y se actualizará con ninguna respuesta.)
Aún así, el informe plantea algunos puntos-y intrigantes sólo el hecho de que Bank of America Merrill Lynch, uno de los bancos más grandes de los EE.UU., sería tratar de cuantificar el tamaño del gasto vanidad en todo el mundo indica que este es un mercado vale la pena ver. Cálculos del informe ofrecen un argumento convincente de por qué: "Es una de las historias de crecimiento más duraderos en las economías emergentes (y los mercados desarrollados)", afirma, y es aparentemente creciendo mucho más rápido que el gasto "no la vanidad".
El crecimiento de la vanidad y no la vanidad de Gastos de 2009 a 2014
Datos: Bank of America Merrill Lynch
El informe atribuye esto al crecimiento de la renta per cápita en las economías en desarrollo. China, como cuarzo ha informado, es más rápido crecimiento en el mercado del mundo para este tipo de gasto de la vanidad, impulsada por los consumidores deseosos de mostrar públicamente su nueva situación económica.
Aunque, en números absolutos, Europa Occidental sigue líder en el gasto de la vanidad, por el momento:
Vanidad de Gastos por Región
Datos: Bank of America Merrill Lynch
El mercado mundial de capitales vanidad sigue creciendo, según el informe, en parte debido a la situación económica mejora de las mujeres en todo el mundo. Los cambios de los hábitos de compra de los hombres son también un factor: "'Man-bags' son en realidad una cosa ahora", señala el informe. (En realidad, son algo más que una "cosa". Ellos son un gran negocio.)
Los analistas también citaron la difusión de los medios de comunicación social, que "hace que el narcisismo y la envidia ubicua"; comercio electrónico, lo que permite a la gente más opciones de compras que nunca; y "el consumo de rebeldía", en la que viene de lo más fresco reemplaza significantes de clase tradicionales, es decir, mirando ricos.
Por supuesto, entre la gente compra muchas razones es un anhelo psicológico para el estado. La gente compra cosas que los hacen sentir que son de alguna manera mejor, más atractivo, más potente, y que muestran al mundo exterior que son lo suficientemente buenos, son lo suficientemente inteligentes y gente como ellos.
De Scott Galloway, profesor de marketing de la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York, va un paso más allá, diciendo que el cachet que todo el capital de la vanidad lleva es claramente libidinosa.
"Los hombres quieren difundir su semilla a los cuatro rincones del mundo", dice, y las mujeres quieren que su elección de pareja. Cualquier cosa que se proyecta prestigio o aumenta nuestra atractivo físico ayuda a lograr esos objetivos.
Todo sale como un poco primitivo y reductiva y Galloway admite suena base. Por otro lado, el estado juega un papel significativo en los hábitos reproductivos de nuestro pariente primate cercano, el chimpancé. También hay investigaciones que sugieren que la evolución ha construido el deseo de estatus social en la psicología humana, y que usamos objetos materiales para señalar nuestro prestigio.
Ya sea $ 4500 mil millones es una medida exacta de la cantidad de gente gasta en compras motivados de alguna manera por la vanidad es discutible. Pero en la era de la selfie, parece una apuesta segura que el número, sea lo que sea, está creciendo.
El blog reúne material de noticias de teoría y aplicaciones de conceptos básicos de economía en la vida diaria. Desde lo micro a lo macro pasando por todas las vertientes de los coyuntural a lo más abstracto de la teoría. La ciencia económica es imperial.
sábado, 30 de mayo de 2015
viernes, 29 de mayo de 2015
Los grandes mayoristas compiten con los almaceneros
Los mayoristas cambian a los almaceneros por la clase media
Cadenas como Vital, Diarco o Makro buscan seducir a las familias que quieren ahorrar
Por Alfredo Sainz | LA NACION
Foto: Archivo
Súper mayorista Vital le encontró la vuelta, es fácil comprar." En el último tiempo el jingle copó la tanda radial y se convirtió en la mejor prueba del cambio en las comunicaciones de las grandes cadenas mayoristas que sin descuidar a su principales clientes -los pequeños comerciantes- ahora salieron a la conquista de los hogares de clase media.
De acuerdo con un estudio de la consultora Kantar Worldpanel, en la actualidad más de un millón de hogares a nivel nacional son compradores habituales de los mayoristas y en promedio estas familias destinan 42 por ciento de su gasto al canal.
Este segmento de consumidores que se disputan Vital, Maxiconsumo, Diarco, Yaguar y Makro fue cobrando en los últimos tiempos una relevancia creciente para los grandes mayoristas a medida que veían como se iban cayendo las compras por parte de quienes históricamente constituyeron su clientela tradicional: desde los almacenes de barrio hasta los autoservicios chinos.
"Los mayoristas venían golpeados por la baja en las ventas del canal tradicional y ahora están sumando nuevos compradores finales y aumentando la frecuencia de compra de los que ya los estaban visitando. Igualmente, lo veo más como una cuestión de coyuntura, que tenderá a perder fuerza cuando se recupere el consumo", explicó Juan Manuel Primbas, gerente general de la consultora Kantar Worldpanel.
"Cuando se endurece la situación económica siempre tiende a crecer el número de consumidores de clase media que se vuelca al mayorista, con un pico que se dio en la crisis de 2001/02. Igual esto siempre se da en un contexto de recrudecimiento de la competencia entre canales y al revés también se da, porque las cadenas de supermercados minoristas como Carrefour también están creciendo con sus propuestas mayoristas", sostuvo Alberto Guida, presidente de Cadam, la cámara que agrupa a los supermercados mayoristas.
"La aparición de los consumidores particulares en nuestros salones es algo que se da siempre cuando el presupuesto hogareño se recorta y que tiende a descomprimirse cuando la situación general mejora y las familias empiezan a ir menos al mayorista o al mercado central para volver a la comodidad del súper", coincide Javier Vilela, gerente general de la cadena mayorista Diarco.
El tema de la comodidad no es un dato menor. En general, ir de compras a un mayorista implica esperar un poco más, lidiar con un carrito más pesado y no tener el surtido de un hipermercado. Todo se resigna a cambio de los precios, hasta un 30% más bajos que los de una cadena tradicional de supermercados.
"En seis meses, el porcentaje de hogares que admitía estar visitando un mayorista trepó seis puntos y pasó del 23 al 29%. Y la adhesión supera al 30% en los segmentos medios y altos, lo cual es lógico. Las familias de mayor poder adquisitivo son las que tienen la disponibilidad de los fondos para aprovechar las oportunidades y stockearse y también son las que tienen la movilidad para llegar hasta el mayorista", explicó José Amodei, director de la consultora CCR.
Cadenas como Vital, Diarco o Makro buscan seducir a las familias que quieren ahorrar
Por Alfredo Sainz | LA NACION
Foto: Archivo
Súper mayorista Vital le encontró la vuelta, es fácil comprar." En el último tiempo el jingle copó la tanda radial y se convirtió en la mejor prueba del cambio en las comunicaciones de las grandes cadenas mayoristas que sin descuidar a su principales clientes -los pequeños comerciantes- ahora salieron a la conquista de los hogares de clase media.
De acuerdo con un estudio de la consultora Kantar Worldpanel, en la actualidad más de un millón de hogares a nivel nacional son compradores habituales de los mayoristas y en promedio estas familias destinan 42 por ciento de su gasto al canal.
Este segmento de consumidores que se disputan Vital, Maxiconsumo, Diarco, Yaguar y Makro fue cobrando en los últimos tiempos una relevancia creciente para los grandes mayoristas a medida que veían como se iban cayendo las compras por parte de quienes históricamente constituyeron su clientela tradicional: desde los almacenes de barrio hasta los autoservicios chinos.
"Los mayoristas venían golpeados por la baja en las ventas del canal tradicional y ahora están sumando nuevos compradores finales y aumentando la frecuencia de compra de los que ya los estaban visitando. Igualmente, lo veo más como una cuestión de coyuntura, que tenderá a perder fuerza cuando se recupere el consumo", explicó Juan Manuel Primbas, gerente general de la consultora Kantar Worldpanel.
PRECIO MATA A COMODIDAD
Desde el punto de vista de los consumidores de este vuelco al mayorista no se encuentra una súbita vocación por tener de nuevas experiencias de compra sino una necesidad bien concreta. Y en el sector admiten, con preocupación, que el último antecedente de una migración masiva de los clientes de los Carrefour o los Jumbo hacia los Diarco o los Vital hay que rastrearlo en 2002."Cuando se endurece la situación económica siempre tiende a crecer el número de consumidores de clase media que se vuelca al mayorista, con un pico que se dio en la crisis de 2001/02. Igual esto siempre se da en un contexto de recrudecimiento de la competencia entre canales y al revés también se da, porque las cadenas de supermercados minoristas como Carrefour también están creciendo con sus propuestas mayoristas", sostuvo Alberto Guida, presidente de Cadam, la cámara que agrupa a los supermercados mayoristas.
"La aparición de los consumidores particulares en nuestros salones es algo que se da siempre cuando el presupuesto hogareño se recorta y que tiende a descomprimirse cuando la situación general mejora y las familias empiezan a ir menos al mayorista o al mercado central para volver a la comodidad del súper", coincide Javier Vilela, gerente general de la cadena mayorista Diarco.
El tema de la comodidad no es un dato menor. En general, ir de compras a un mayorista implica esperar un poco más, lidiar con un carrito más pesado y no tener el surtido de un hipermercado. Todo se resigna a cambio de los precios, hasta un 30% más bajos que los de una cadena tradicional de supermercados.
RESIGNACIÓN Y CAMBIO
A diferencia de lo que podría pensarse, el éxodo de los clientes hacia los mayoristas es encabezado por los hogares de mayores ingresos y no es un dato menor que las categorías más demandadas sean aquellas que venían más castigadas por la baja en el consumo. En el sector explican que los nuevos clientes de los mayoristas demandan muchos rubros que habían empezado a resignar en el último tiempo como los artículos de aseo o productos de limpieza."En seis meses, el porcentaje de hogares que admitía estar visitando un mayorista trepó seis puntos y pasó del 23 al 29%. Y la adhesión supera al 30% en los segmentos medios y altos, lo cual es lógico. Las familias de mayor poder adquisitivo son las que tienen la disponibilidad de los fondos para aprovechar las oportunidades y stockearse y también son las que tienen la movilidad para llegar hasta el mayorista", explicó José Amodei, director de la consultora CCR.
jueves, 28 de mayo de 2015
Abocando por llegar a ser un monopolio
Cómo Peter Thiel enseña a los estudiantes de Stanford para crear monopolios multimillonarios (en 3 comillas)
Gregory Ferenstein - Venture Beat
Stanford continuó su salvajemente hacinado curso How to Start a Startup hoy con franca multimillonario libertario de Silicon Valley Peter Thiel. El curso está comisariada por Sam Altman, director de la incubadora de empresas Y Combinator. Cada semana, el curso aporta otra tecnología celebridad para compartir los secretos de la elite tecnología.
Usted puede ver Thiel en toda su gloria de bajo perfil en la conferencia de 30 minutos abajo. He resumido el curso en tres citas rápidas de abajo.
Facebook, por ejemplo, eligió una base máxima de usuarios de 10 mil estudiantes de la Ivy League. Después de crecer como la espuma, se abrió la inscripción a todas las universidades, a continuación, a los estudiantes de secundaria, y luego al mundo. "¿Quieres ir después de los pequeños mercados si eres una startup", concluye.
"¿Quieres ser la última empresa en una categoría. Esos son los que están realmente valioso ".
No es necesario crear un nuevo género entero para competir. El iPhone no fue el primer teléfono inteligente. Un montón de teléfonos, de Windows a Palma, tenía dispositivos de Internet y de aplicaciones capaces. Sin embargo, Apple apunta a ser el mejor. Del mismo modo, Facebook y Google cada eventualmente se fueron después de un mercado más amplio y son el objetivo de ser el último de su especie.
También Thiel no es un fan de la definición de sí mismo en relación a otra cosa, como el 'Uber de cuidadores de perros.' Pretendiendo ser el Stanford de Dakota del Norte no quiere decir que la escuela es buena. "El algo de algún lugar es más que nada la nada de la nada."
"Personalmente, estoy escéptico de toda la metodología Lean Startup. Creo que los realmente grandes empresas hicieron algo que era una especie de mejora cuántica que realmente los diferencia ".
Thiel envió una pregunta acerca famoso método "Lean Startup" del autor Eric Ries de envío a menudo y en constante mejora. Thiel parece implicar que esto crea una obsesión excesiva con gusto del usuario. En cambio, dice, crear algo en una pequeña categoría que está por encima de todos los demás niveles. Algoritmo PageRank de Google fue muy superior a cualquier cosa que Alta Vista o los grandes nombres estaban haciendo en el momento.
Usted puede comprobar fuera del plan de estudios completo para Cómo iniciar un arranque en el sitio web de la clase aquí.
Gregory Ferenstein - Venture Beat
Stanford continuó su salvajemente hacinado curso How to Start a Startup hoy con franca multimillonario libertario de Silicon Valley Peter Thiel. El curso está comisariada por Sam Altman, director de la incubadora de empresas Y Combinator. Cada semana, el curso aporta otra tecnología celebridad para compartir los secretos de la elite tecnología.
Usted puede ver Thiel en toda su gloria de bajo perfil en la conferencia de 30 minutos abajo. He resumido el curso en tres citas rápidas de abajo.
"La competencia es para los perdedores"
La idea central de la conferencia de Thiel - y su reciente libro, Zero to One - es que los fundadores exitosos buscan crear un monopolio. Thiel sostiene que todas las startups más exitosas, desde Google a Facebook, talladas en un nicho de mercado por debajo del radar de los jugadores establecidos.Facebook, por ejemplo, eligió una base máxima de usuarios de 10 mil estudiantes de la Ivy League. Después de crecer como la espuma, se abrió la inscripción a todas las universidades, a continuación, a los estudiantes de secundaria, y luego al mundo. "¿Quieres ir después de los pequeños mercados si eres una startup", concluye.
"¿Quieres ser la última empresa en una categoría. Esos son los que están realmente valioso ".
No es necesario crear un nuevo género entero para competir. El iPhone no fue el primer teléfono inteligente. Un montón de teléfonos, de Windows a Palma, tenía dispositivos de Internet y de aplicaciones capaces. Sin embargo, Apple apunta a ser el mejor. Del mismo modo, Facebook y Google cada eventualmente se fueron después de un mercado más amplio y son el objetivo de ser el último de su especie.
También Thiel no es un fan de la definición de sí mismo en relación a otra cosa, como el 'Uber de cuidadores de perros.' Pretendiendo ser el Stanford de Dakota del Norte no quiere decir que la escuela es buena. "El algo de algún lugar es más que nada la nada de la nada."
"Personalmente, estoy escéptico de toda la metodología Lean Startup. Creo que los realmente grandes empresas hicieron algo que era una especie de mejora cuántica que realmente los diferencia ".
Thiel envió una pregunta acerca famoso método "Lean Startup" del autor Eric Ries de envío a menudo y en constante mejora. Thiel parece implicar que esto crea una obsesión excesiva con gusto del usuario. En cambio, dice, crear algo en una pequeña categoría que está por encima de todos los demás niveles. Algoritmo PageRank de Google fue muy superior a cualquier cosa que Alta Vista o los grandes nombres estaban haciendo en el momento.
Usted puede comprobar fuera del plan de estudios completo para Cómo iniciar un arranque en el sitio web de la clase aquí.
miércoles, 27 de mayo de 2015
Matemáticas y macroeconomía: Falta de una formalización hacia lo real
¿Cómo la 'Matematicidad' me hizo hastiarme de la Economía?
Por Noah Smith - Bloomberg View
El celebrado economista de crecimiento Paul Romer - cuyo nombre está en la lista reducida regularmente para el Premio Nobel - recientemente causó un gran revuelo con un trabajo en los American Economic Review Papers and Proceedings llamado "La Matematicidad en la Teoría del Crecimiento Económico". El documento es una maravilla de frustración contra las personas que Romer piensa que la teoría matemática ha abusado al no establecer un vínculo estrecho entre elementos matemáticos y del mundo real. El más destacado entre los objetivos de Romer son los macroeconomistas ganadores del Nobel Robert Lucas y Edward Prescott.
Para mí, el ensayo de Romer demuestra dos cosas. La primera, y más entretenida, es que muchos economistas de alto nivel se han molestado por Lucas y Prescott. El segundo, y más importante, es que hay una crisis tranquila en la teoría macroeconómica como un todo.
En primer lugar, la pelea. Lucas, Prescott y su gran grupo de seguidores (conocido como la tribu del "agua dulce" porque los lugares que trabajan tienden a estar lejos de las costas) han presionado sin descanso para las teorías en las que no hay necesidad de la intervención del gobierno en la economía. Fueron conocidos por agresivo - aunque en última instancia fallidos - nuevos ataques a la macroeconomía keynesiana. Su menosprecio de las ideas keynesianas les ha ganado en varias ocasiones la ira de Paul Krugman y Brad DeLong, pero dentro de la profesión de su influencia fue tal que las críticas fueron por lo general se susurraron a puerta cerrada.
No más. Romer no es la primera empollón de la matemáticas de modales suaves a salir escupe fuego contra la gente de agua dulce en los últimos meses. En diciembre, Roger Farmer en UCLA denunció la gente de agua dulce y el paradigma de que habían forzado a la teoría del ciclo económico.
Así que los enemigos de la tribu de agua dulce están finalmente hablando. ¡Me pregunto quién será el próximo!
La erupción de la matematicidad de Romer - que tiene una deuda con la "verdicidad" del comediante Stephen Colbert - va mucho más profundo que la pelea con la gente de agua dulce. Realmente, es sobre el papel de las matemáticas en la teoría económica.
La Economía tiene un montón de matemáticas. En ningún otro tema, excepto las matemáticas sí habrá que ver tantas pruebas y teoremas. Algunas ramas del economía, como la teoría de juegos, legítimamente podrían estar alojadas en los departamentos de matemáticas de la universidad. Pero incluso en campos como la macroeconomía, que ostensiblemente se ocupan de fenómenos del mundo real, las matemáticas son el centro de todo lo que los economistas hacen.
Pero la forma en matemáticas se utiliza en la macroeconomía no es el mismo que en las ciencias duras. Esto no es algo que la mayoría de los no economistas dan cuenta, así que creo que mejor que me explique.
En la física, si se escribe una ecuación, se espera que las variables que corresponden a las cosas reales que se pueden medir y predecir. Por ejemplo, si usted escribe una ecuación para la trayectoria de una bala de cañón, que se puede esperar que la ecuación le haga saber cómo apuntar su cañón para golpear realmente algo. Esta estrecha correspondencia entre las matemáticas y la realidad es lo que nos permitió aterrizar la nave espacial en la Luna. También permitió a los ingenieros construir su equipo, el coche y la mayoría de las cosas que usted usa.
Algunos en economía son de la misma manera, sobre todo en la microeconomía, o el estudio de las acciones de los individuos - se puede predecir qué tipo de subasta se ha podido ir a los precios más altos, o cuántas personas va a montar en un tren. Pero la macroeconomía, que se ve en la economía en general, es diferente. La mayoría de las ecuaciones de los modelos no son apoyados por pruebas. Por ejemplo, algo que se llama la ecuación de consumo de Euler está en la base de casi todos los modelos macroeconómica modernos. En él se especifica una relación entre el crecimiento del consumo y de las tasas de interés. Pero cuando los investigadores analizaron los datos reales sobre el crecimiento del consumo y las tasas de interés, se encontraron con que la ecuación da exactamente las predicciones equivocadas! Sin embargo, continúa siendo utilizado como el núcleo de casi todos los modelos macro.
Si usted lee la literatura macro, verá que casi todos los journales famosos y respetados están llenos de este tipo de ecuaciones que no coinciden con la realidad. En este trabajo se predice que todo el mundo tendrá la misma cantidad de dinero en efectivo. En este trabajo se predice que la gente compra los activos financieros que sólo pagan apagado si las personas son capaces de cambiar el salario que piden recibir. Estos y muchos otros enunciados matemáticos no se corresponden de forma remota a la realidad observable, ni tienen ninguna prueba en apoyo de ellos. Sin embargo, ellos se lanzan en grandes modelos de múltiples ecuaciones, y esos modelos son luego juzgados sólo en lo bien que encajan los datos agregados (que por lo general no está muy bien).
Ese enfoque conjunto nunca volaría en ingeniería. La ingeniería es algo que un espera que funcione. Pero macroeconomistas a menudo tratan a sus modelos como simples formas, en palabras de David Andolfatto, vicepresidente del Banco de la Reserva Federal de St. Louis, "de organizar nuestro pensamiento" sobre el mundo. En otras palabras, los macroeconomistas usan las matemáticas para hacer sus pensamientos concretos, para persuadir a los demás, y para comprobar la consistencia interna de sus ideas (a veces absurdas), pero no para predecir realmente las cosas en el mundo real.
Volviendo a la queja de Romer. Él señala a Lucas, Prescott y algunos otros de tener vínculos tenues o descuidados entre elementos matemáticos y del mundo real. Pero por lo que puedo ver, esos vínculos tenues y descuidados son la regla en los campos de macro. Romer dice que está "hastiado" por decir eso, y que se trataba de manzanas podridas como Lucas y Prescott que agriaron la teoría macroeconómica. Bueno, tiene razón que estoy hastiado, y tiene razón de que estaba aprendiendo acerca de los modelos de Prescott que me convertí hastiado. Romer, tenés razón.
Pero cuando miré más allá de esos modelos, a los modelos más antiguos o más nuevos, encontré lo que parecía ser sólo una diferencia de grado, no en especie. La teoría macroeconómica está lleno de matematicidad. No es sólo Lucas y Prescott, es toda la cultura científica del campo.
Romer dice que en el nuevo, la cultura degradada de la macroeconomía, "trabajo empírico es la ciencia; la teoría es entretenimiento." Tal vez eso está cerca de la manera racional de pensar en las cosas. Ahora que tecnología de la información está proporcionando a la economía con una avalancha de nuevos datos, el porcentaje de trabajos de teoría en las mejores revistas está cayendo. Tal vez los economistas están empezando a ver la matematicidad como lo que es, y descontarlas en consecuencia.
martes, 26 de mayo de 2015
Sigue la discusión de las notas altas en la universidad
¿Cuál es la puntuación de un profesor?
Por Mark Bauerlein - The New York Times
ATLANTA - En las próximas semanas, dos millones de estadounidenses ganará un título de licenciatura y, o bien unirse a la fuerza de trabajo o ir a la escuela de posgrado. Serán alegre ese día, y que recordarán con cariño las escuelas a las que asistieron. Pero a medida que este capítulo único de la vida se cierra y se reflejan en los eventos del campus, una parte fundamental de la educación superior caerá bajo en la escala de contactos significativos: los profesores.
Eso es lo que dicen los estudiantes. Oh, son bastante contentos con sus maestros; después de todo, la mayoría de los estudiantes reciben seguro de su aprobación. En 1960, sólo el 15 por ciento de los notas estaban en el rango "A", pero ahora la tasa es de 43 por ciento, por lo que "A" es la nota más común con diferencia.
Las actitudes de los académicos son amablemente, también. En una encuesta nacional, el 61 por ciento de los estudiantes dijo que los profesores con frecuencia los trataron "como un colega / pares", mientras que sólo el 8 por ciento escuchó frecuente "retroalimentación negativa sobre su trabajo académico." Más de la mitad abandonan la ceremonia de graduación creyendo que son " bien preparado "en el habla, la escritura, el pensamiento crítico y la toma de decisiones.
Pero mientras están satisfechos con los profesores, los estudiantes no están muy interesados en ellos como pensadores y mentores. Se inscriben en cursos y completar las tareas, pero un mayor compromiso es mínimo.
Una medida de interés en lo que los profesores creen, lo que la sabiduría que poseen además del contenido del curso, es la interacción fuera de la clase. Es a menudo durante las conversaciones incidentales celebradas después de que suene la campana y lejos de las exigencias del programa de estudios que la transferencia de visión comienza y la emulación de un estudiante crece. Estudiantes email maestros todo el tiempo - ¿por qué caminar por el campus cuando se puede disparar una nota de su habitación? - Pero esas consultas son demasiado brusco para una verdadera tutoría. Necesitamos tiempo cara.
Aquí, sin embargo, son los números magros. Para la mayoría de los estudiantes de pregrado, más allá de las dos horas y media por semana en la clase, el contacto va desde insignificante o inexistente. En su primer año, el 33 por ciento de los estudiantes reportan que nunca hablan con los profesores fuera de clase, mientras que el 42 por ciento lo hace sólo a veces. Seniors reducir esa tasa de retirada solamente un poco, con un 25 por ciento nunca hablar con los profesores, y 40 por ciento a veces.
No siempre ha sido así. "Yo reverenciaba muchos de mis maestros", Todd Gitlin dijo cuando nos conocimos en la Biblioteca Pública de Nueva York el mes pasado. Él es un respetado profesor de periodismo y sociología en Columbia, pero en la década de 1960 era un niño de la clase obrera de fuego en Harvard antes de convertirse en presidente de Estudiantes por una Sociedad Democrática.
Le pregunté si la agitación estudiantil en ese entonces incluía desprecio de la facultad. No, en absoluto, dijo. Nadie dirigido profesores. Los militantes atacaron a la administración por traicionar lo que los mejores profesores incorporados, el espacio inquisitivo libre de la Torre de Marfil.
Vi lo mismo en mi tiempo en la Universidad de California en Los Ángeles, a principios de 1980, cuando no se podía caminar por la hilera de oficinas de la facultad sin pasar por encima de las piernas extendidas de los comandantes ingleses haciendo cola para las consultas. Clases de primer año podría ser tan grande como 400, pero por el tercer año que se instaló en un campo y llegó a conocer algunos profesores lo suficientemente bien como para charlar con ellos regularmente, y al final. Sabíamos, y sabíamos que estos momentos son el corazón de la educación liberal.
En nuestra hambre de orientación, estábamos ordinaria. La American Freshman encuesta, que ha seguido los estudiantes desde 1966, lo demuestra. Un símbolo en el cuestionario pide estudiantes de primer año de "objetivos considerados esenciales o muy importante." En 1967, el 86 por ciento de los encuestados marcó "el desarrollo de una filosofía de vida significativa," más del doble del número de los que dijo "estar muy bien financieramente ".
Naturalmente, los estudiantes miraron a los profesores para la comprensión moral y mundano. Desde entonces, sin embargo, la búsqueda de significado y hacer dinero han negociado lugares. La primera ha caído a 45 por ciento; el segundo se ha disparado al 82 por ciento.
Volví a U.C.L.A. en una tarde suave en febrero y ha encontrado los pasillos tranquilo y tenue. Decenas de 20 años de edad paseaban y charlaban en el patio exterior, pero en el departamento de Inglés, sólo uno de cada ocho puertas estaba abierta, y apenas una media docena de los 1.400 mayores del departamento esperaron la oportunidad de hablar.
Cuando la universidad es más acerca de la carrera de las ideas, al cheque de pago es más importante que la sabiduría, el papel de los profesores cambios. Podemos estar de 50 años de edad en la parte delantera de la sala con décadas de lectura, escritura, viajes, archivos o laboratorios bajo el cinturón, con 80 cursos impartidos, pero los estudiantes no mentir en la cama dándole vueltas a lo que dijimos. No tienen necesidad de convertirse en discípulos.
Tristemente, profesores presionados por el tiempo de investigación no quieren ellos, tampoco. Como resultado, la mayoría de los estudiantes no saben que la etapa de desarrollo, cuando una mente aprendido les cautivó y que avanzaban hacia una identidad más completa a través de la admiración de y luchan con un modelo a seguir.
Desde la década de 2000, he hecho los estudiantes visitan mi oficina cada dos semanas con un borrador de un ensayo. Tasamos y revisamos la prosa, frase por frase. Pido una idea más clara o un mejor verbo; I círculo un modificador fuera de lugar y esperar, ya que hacen la revisión.
Mientras espero, me solidarizo: Tantas cosas distraen ellos - el gimnasio, mensajes de texto, semana prisa - y muchas veces la cultura del campus los trata como clientes, no los alumnos. Evaluaciones de los estudiantes y ratemyprofessor.com nos pintan como proveedores de servicios. Hace años en la Universidad de Emory, en la que trabajo, un decano del campus vida abordó los nuevos estudiantes con un terrible mensaje: No vaya demasiado lejos en curso - no hay mucho más que hacer aquí! Y, sin embargo, me parece, mis sesiones de escritura ayudar a disminuir las distracciones, y por la tercera reunión de los estudiantes tener una nueva actitud. Se trata de un profesor que rechaza mis peores y estima mis mejores pensamientos y palabras, dicen a sí mismos.
Usted no puede convertirse en una autoridad moral si rara vez desafían a los estudiantes en la clase y participar más allá de ella. Si los profesores no hacen eso, el curso no es una inducción de mentes inquietas en una visión ampliación. Es un requisito a cumplir. Sólo nuestra ayuda con asuntos asignaciones. Cuando se trata de estudiantes, tendremos una sola autoridad: los grados que damos. Nosotros no hacemos una mente temible o una luz moral, un modelo o inspiración. Nos convertimos en acreditadores.
Por Mark Bauerlein - The New York Times
ATLANTA - En las próximas semanas, dos millones de estadounidenses ganará un título de licenciatura y, o bien unirse a la fuerza de trabajo o ir a la escuela de posgrado. Serán alegre ese día, y que recordarán con cariño las escuelas a las que asistieron. Pero a medida que este capítulo único de la vida se cierra y se reflejan en los eventos del campus, una parte fundamental de la educación superior caerá bajo en la escala de contactos significativos: los profesores.
Eso es lo que dicen los estudiantes. Oh, son bastante contentos con sus maestros; después de todo, la mayoría de los estudiantes reciben seguro de su aprobación. En 1960, sólo el 15 por ciento de los notas estaban en el rango "A", pero ahora la tasa es de 43 por ciento, por lo que "A" es la nota más común con diferencia.
Las actitudes de los académicos son amablemente, también. En una encuesta nacional, el 61 por ciento de los estudiantes dijo que los profesores con frecuencia los trataron "como un colega / pares", mientras que sólo el 8 por ciento escuchó frecuente "retroalimentación negativa sobre su trabajo académico." Más de la mitad abandonan la ceremonia de graduación creyendo que son " bien preparado "en el habla, la escritura, el pensamiento crítico y la toma de decisiones.
Pero mientras están satisfechos con los profesores, los estudiantes no están muy interesados en ellos como pensadores y mentores. Se inscriben en cursos y completar las tareas, pero un mayor compromiso es mínimo.
Una medida de interés en lo que los profesores creen, lo que la sabiduría que poseen además del contenido del curso, es la interacción fuera de la clase. Es a menudo durante las conversaciones incidentales celebradas después de que suene la campana y lejos de las exigencias del programa de estudios que la transferencia de visión comienza y la emulación de un estudiante crece. Estudiantes email maestros todo el tiempo - ¿por qué caminar por el campus cuando se puede disparar una nota de su habitación? - Pero esas consultas son demasiado brusco para una verdadera tutoría. Necesitamos tiempo cara.
Aquí, sin embargo, son los números magros. Para la mayoría de los estudiantes de pregrado, más allá de las dos horas y media por semana en la clase, el contacto va desde insignificante o inexistente. En su primer año, el 33 por ciento de los estudiantes reportan que nunca hablan con los profesores fuera de clase, mientras que el 42 por ciento lo hace sólo a veces. Seniors reducir esa tasa de retirada solamente un poco, con un 25 por ciento nunca hablar con los profesores, y 40 por ciento a veces.
No siempre ha sido así. "Yo reverenciaba muchos de mis maestros", Todd Gitlin dijo cuando nos conocimos en la Biblioteca Pública de Nueva York el mes pasado. Él es un respetado profesor de periodismo y sociología en Columbia, pero en la década de 1960 era un niño de la clase obrera de fuego en Harvard antes de convertirse en presidente de Estudiantes por una Sociedad Democrática.
Le pregunté si la agitación estudiantil en ese entonces incluía desprecio de la facultad. No, en absoluto, dijo. Nadie dirigido profesores. Los militantes atacaron a la administración por traicionar lo que los mejores profesores incorporados, el espacio inquisitivo libre de la Torre de Marfil.
Vi lo mismo en mi tiempo en la Universidad de California en Los Ángeles, a principios de 1980, cuando no se podía caminar por la hilera de oficinas de la facultad sin pasar por encima de las piernas extendidas de los comandantes ingleses haciendo cola para las consultas. Clases de primer año podría ser tan grande como 400, pero por el tercer año que se instaló en un campo y llegó a conocer algunos profesores lo suficientemente bien como para charlar con ellos regularmente, y al final. Sabíamos, y sabíamos que estos momentos son el corazón de la educación liberal.
En nuestra hambre de orientación, estábamos ordinaria. La American Freshman encuesta, que ha seguido los estudiantes desde 1966, lo demuestra. Un símbolo en el cuestionario pide estudiantes de primer año de "objetivos considerados esenciales o muy importante." En 1967, el 86 por ciento de los encuestados marcó "el desarrollo de una filosofía de vida significativa," más del doble del número de los que dijo "estar muy bien financieramente ".
Naturalmente, los estudiantes miraron a los profesores para la comprensión moral y mundano. Desde entonces, sin embargo, la búsqueda de significado y hacer dinero han negociado lugares. La primera ha caído a 45 por ciento; el segundo se ha disparado al 82 por ciento.
Volví a U.C.L.A. en una tarde suave en febrero y ha encontrado los pasillos tranquilo y tenue. Decenas de 20 años de edad paseaban y charlaban en el patio exterior, pero en el departamento de Inglés, sólo uno de cada ocho puertas estaba abierta, y apenas una media docena de los 1.400 mayores del departamento esperaron la oportunidad de hablar.
Cuando la universidad es más acerca de la carrera de las ideas, al cheque de pago es más importante que la sabiduría, el papel de los profesores cambios. Podemos estar de 50 años de edad en la parte delantera de la sala con décadas de lectura, escritura, viajes, archivos o laboratorios bajo el cinturón, con 80 cursos impartidos, pero los estudiantes no mentir en la cama dándole vueltas a lo que dijimos. No tienen necesidad de convertirse en discípulos.
Tristemente, profesores presionados por el tiempo de investigación no quieren ellos, tampoco. Como resultado, la mayoría de los estudiantes no saben que la etapa de desarrollo, cuando una mente aprendido les cautivó y que avanzaban hacia una identidad más completa a través de la admiración de y luchan con un modelo a seguir.
Desde la década de 2000, he hecho los estudiantes visitan mi oficina cada dos semanas con un borrador de un ensayo. Tasamos y revisamos la prosa, frase por frase. Pido una idea más clara o un mejor verbo; I círculo un modificador fuera de lugar y esperar, ya que hacen la revisión.
Mientras espero, me solidarizo: Tantas cosas distraen ellos - el gimnasio, mensajes de texto, semana prisa - y muchas veces la cultura del campus los trata como clientes, no los alumnos. Evaluaciones de los estudiantes y ratemyprofessor.com nos pintan como proveedores de servicios. Hace años en la Universidad de Emory, en la que trabajo, un decano del campus vida abordó los nuevos estudiantes con un terrible mensaje: No vaya demasiado lejos en curso - no hay mucho más que hacer aquí! Y, sin embargo, me parece, mis sesiones de escritura ayudar a disminuir las distracciones, y por la tercera reunión de los estudiantes tener una nueva actitud. Se trata de un profesor que rechaza mis peores y estima mis mejores pensamientos y palabras, dicen a sí mismos.
Usted no puede convertirse en una autoridad moral si rara vez desafían a los estudiantes en la clase y participar más allá de ella. Si los profesores no hacen eso, el curso no es una inducción de mentes inquietas en una visión ampliación. Es un requisito a cumplir. Sólo nuestra ayuda con asuntos asignaciones. Cuando se trata de estudiantes, tendremos una sola autoridad: los grados que damos. Nosotros no hacemos una mente temible o una luz moral, un modelo o inspiración. Nos convertimos en acreditadores.
lunes, 25 de mayo de 2015
Muere Nash y perdemos todos
Nash muere, todos perdemos: ¿Qué es la Teoría de juegos?
Una explicación sencilla de la idea que hizo famoso al Nobel de Economía
JOSÉ ÁNGEL MURCIA El País
Es una pena que a Nash se le esté recordando como el “protagonista” de una película y no como el genio detrás del desarrollo de la Teoría de juegos. A John Forbes Nash le gustaban los juegos, de hecho se le tiene como uno de los dos inventores independientes del juego de mesa que hoy se llama Hex, pero que en Princeton era conocido como “Nash”. Nash buscaba el juego perfecto para los matemáticos. Pero no, cuando los matemáticos hablamos de Teoría de juegos no nos referimos al Hex, ni al Candy Crush, ni a la brisca, estamos hablando fundamentalmente del estudio de las decisiones de los individuos, no de pasarnos vidas.
En Teoría de juegos se analizan situaciones complejas en las que hay más de un individuo que quiere tener éxito pero que tiene que tener en cuenta las decisiones del resto de los intervinientes. Esto es, no vale con preguntarte qué es lo que tienes que hacer tú, sino que tienes que preguntarte qué es lo que tienes que hacer tú teniendo en cuenta lo que piensas que van a hacer los demás. Veamos un ejemplo: te han detenido junto a un compinche, habéis hecho cosas terribles que no voy a contar aquí, pero la policía no tiene pruebas y solo os acusan de algo menor (sí, voy a contar el dilema del prisionero, los que lo conozcan pueden saltarse este párrafo). Pongamos que si no os delatáis el uno al otro vais a pasar tres años de chabolo. Si los dos cantáis (y os delatáis el uno al otro) os caerán 5 años a cada uno. Si canta uno solo, le caerán 12 años al otro y uno al cantor por “colaborar”... Os colocan en habitaciones separadas, claro, esto se pone interesante. Eres una persona inteligente, tu compañero es como tú -no te asocias con cualquiera- ¿qué crees que pasará?
Tú | |||
No delatar | Delatar | ||
Tu compinche | No delatar | 3 años para cada uno | 12 para él, uno para ti |
Delatar | 12 para ti y uno para él | 5 para cada uno |
La teoría existente antes de las aportaciones de Nash nos haría esperar el Óptimo de Pareto, esto es, ambos os calláis. Las teorías de Pareto nos llevarían a pensar que la mejor solución es que los dos cooperéis. Lo que aportó la “mente maravillosa” de Nash es que tú -conociendo al igual que tu tu socio las ideas de Nash- pienses “si creo que mi compinche no me va a delatar, lo mejor es delatarle, y si creo que me va a delatar, también es mejor para mi delatarle”. Lo que desde entonces se llama alcanzar un equilibrio de Nash: hay una estrategia dominante, debemos esperar que los dos cantéis, que los dos os delatéis, porque es lo único que podéis hacer que garantiza que estáis mejorando vuestras opciones.
Este dilema del prisionero es un ejemplo de juego en el que ambos jugadores pierden, esto es uno de los juegos de suma no nula. Otros matemáticos, como John Von Neumann (sí, el del proyecto Manhattan), ya habían estudiado el equilibrio en los juegos de suma cero (en el que los otros jugadores ganan lo que un jugador pierde). Pero Nash en su tesis doctoral de 1951 describió las situaciones en juegos en los que todos pueden perder. ¿Por qué es tan importante el equilibrio de Nash? Pues porque esta situación en la que hay mutua desconfianza es una situación muy corriente en economía, por eso se firman contratos que comprometen a las partes que suelen ser -como tú y tu compinche- bastante egoístas. Las implicaciones que tuvo el trabajo de Nash le valieron el premio Nobel de Economía en 1994. Sí, de Economía, porque de matemáticas no hay, seguramente porque al inventor de la dinamita no le gustaban las matemáticas.
La teoría de juegos proporciona modelos para entender este tipo de situaciones que se presentan -además de en famosos dilemas- en gestión, economía, psicología… o en partidas de póker, y que involucran por tanto las decisiones de todos los agentes y no solo las de uno. Para poder explicar estas situaciones se utilizan matrices o árboles de decisión.
Pero hoy no es un día de suma cero, hoy todos perdemos.
Salarios, crisis e inestabilidad laboral en los mileuristas españoles
Mileuristas, diez años después
Fue considerada como la primera generación de los 1.000 euros en España. Han llegado a la edad adulta formando hogares en medio de la crisis más dura desde la Guerra Civil
Su nuevo orden es la inseguridad. La sensación de una vida en el alambre permanece, a pesar del crecimiento económico
La generación de los mil euros
Generación 'nimileurista'
Amanda Mars - El País
Mireia Baixauli, 17 años, apenas recuerda España antes de la crisis. / GIANFRANCO TRIPODO
El mileurista es aquel joven, de 25 a 34 años, licenciado, bien preparado, que habla idiomas, tiene posgrados, másteres y cursillos (…) Ahora echa la vista atrás y quiere sentirse satisfecho, porque al cabo de dos renovaciones de contrato le han hecho fijo, en un trabajo que de alguna forma puede considerarse formal (…) Lo malo es que no gana más de 1.000 euros, sin pagas extras, y mejor no te quejes…”.
Así bautizó Carolina Alguacil el fenómeno económico que en la España del milagro iba a marcar a la generación más formada de su historia. Cuando Carolina escribió esta carta al director de este periódico, en 2005, la economía crecía tendida al sol y cientos de miles de universitarios se habían topado con que no había tantos trabajos cualificados para todos ellos. La ley de oferta y demanda había recortado su sueldo, el flamante euro lo había encarecido todo, la burbuja inmobiliaria se había hinchado hasta la aberración y esos 1.000 euros de jornal se antojaban miserables. Precios europeos con salarios españoles y un boom del ladrillo. Así es como el poder adquisitivo medio de los españoles logró la anomalía de bajar en plena bonanza. Ahora han pasado diez años, dos recesiones y se han evaporado 3,7 millones de puestos de trabajo; la crisis más dura desde la Guerra Civil. La vivienda pinchó, las cajas de ahorros desaparecieron, España pidió un rescate para la banca… Hasta el bipartidismo político, que parecía inmutable, se ha puesto en solfa. En mitad de esa década, China se colocó por delante de Japón como segunda potencia económica. Y la palabra mileurista, esa que Alguacil barruntó un día en un piso compartido de Barcelona, se ha incorporado con toda solemnidad al Diccionario de la Real Academia Española de la lengua. Solo que ahora brotan otros palabros: seiscientoseuristas, nini, yayoflauta…
–¡Max, compórtate como un perro civilizado!
Carolina llega despacio por la explanada de Madrid Río, con la catedral de la Almudena a lo alto, en uno de esos días de frío y sol tan mesetarios, a punto de terminar el mes de febrero. Un perro de mil razas, torpe y con cara de bueno la acompaña. A Max se lo encontró en una calle de Córdoba y lo llevó a su casa. Ahora la obedece y, sí, se sienta muy civilizadamente durante la conversación. No sabe el animal que dentro de poco va a ser un perro destronado, que su dueña camina lenta porque al cabo de unos días dará a luz a su primer hijo, una niña: Nora.
Los mileuristas se han hecho mayores. Carolina tiene 37 años, se ha casado, ha perdido un trabajo, ha encontrado otro, ha ganado más de 1.000 euros, menos, nada… En 2008 se mudó a Córdoba porque su chico, ingeniero, encontró allí un empleo en el sector de las energías renovables. Ella se llevó el suyo de Barcelona en la mochila, porque era en una empresa de negocio digital. Pero las cosas se torcieron en 2012, cuando las renovables entraron en crisis, y la compañía de su pareja, en barrena. Estuvieron un año sin pagarle y, al final, quedó en la calle. La compañía digital de ella también empezó a tambalearse. Cuando estaban con el agua al cuello, Carolina encontró un empleo en Madrid, en una firma de contenidos digitales, y se mudaron en marzo de 2013. Él encontró otro proyecto.
Fernando Ángel Moreno, profesor de la Complutense de 44 años, gana 1.480 euros limpios. / GIANFRANCO TRIPODO
–¿Sigues siendo mileurista?
–Los dos ganamos ahora más de 1.000 euros, afortunadamente, pero lo suyo es un contrato por obra que en teoría acaba en septiembre, así que…
–¿Vivís bien?
–Hemos vivido de mi sueldo durante un tiempo y eso se te queda, gastamos poco, ahorramos porque sabemos lo que puede venir. Al poco de llegar nos cambiamos de un piso de 800 euros a uno de 650. Vivimos bien, no renunciamos a cierto ocio, a comer fuera con los amigos algún fin de semana, pero no nos damos lujos. Yo creo que esto es general, ahora hay más conciencia para gastar menos…
Ha aprendido que el progreso tiene poco de ley natural: “Las cosas no tienen por qué ir de menos a más: de becario a trabajador temporal, luego fijo… No tiene por qué ser así, ahora lo sabemos, pero nuestra generación lo ignoraba y eso generó mucha frustración”, dice. “Ahora hay que estar preparados para bajar”.
Muchos entrevistados lo han llamado igual, de una forma sencilla y brutal: “Bajar”. Bajar todo: sueldo, patrimonio, expectativas. La recesión ha terminado, pero la angustia tardará en desaparecer en una sociedad con aún 5,4 millones de personas sin empleo, el 24% de su población activa. “El miedo no se ha ido, quien ha perdido el trabajo en esta crisis seguirá temiendo perderlo otra vez, aunque vea que la situación general mejora”, advierte el sociólogo Luis Garrido, catedrático de la UNED. Uno de los legados de la Gran Recesión es la sensación de inseguridad, la incertidumbre o, más bien, la certidumbre de que se puede “bajar” en cualquier momento.
La devaluación salarial se ceba, de hecho, en los que han encontrado ocupación después de perder otra mejor pagada. Según la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), el recorte en términos reales ha llegado al 17% para hombres y al 14% para mujeres en cinco años. El grueso del empleo que se crea, además, es temporal y la rotación en los fijos ha subido un 23% desde 2011. Despedir es más barato, no solo por la reforma laboral, sino porque la indemnización se calcula sobre salarios más bajos.
Tener trabajo ya no equivale a ganarse la vida, así que la profesora Montserrat Jiménez, de 40 años, tiene dos. Se siente miembro de pleno derecho del club de los españoles que se han empobrecido, que han “bajado”. “Hace 10 años, como becaria predoctoral, cobraba 1.500 euros, y en la estancia en el extranjero podía subir a 1.800. Mi situación se ha visto degradada”. Doctorada, especializada en latín, trabaja como profesora asociada de lengua castellana en la Universidad Complutense. Tres horas de docencia y tres de atención a alumnos semanales en la uni por 270 euros limpios. Además, enseña italiano en la Escuela Oficial de Idiomas por otros 800. Pero en verano pierde esos ingresos. Vive en un piso compartido por unos 500 euros con los gastos.
Fernando Ángel Moreno, profesor de Filología y Teoría Literaria, es uno de los que han sacado las clases a las plazas. Ninguno de sus alumnos más brillantes se queda en España, lamenta. “A los jóvenes hoy se les exige muchísima formación para lo que luego se les ofrece. Los que son buenos, muy buenos, se van. Y con los recortes en educación va a ir a peor”.
La estabilidad laboral, esa a la que tradicionalmente han aguardado los españoles para formar familias, no llega en la forma en la que se la concebía, aunque se apure el reloj biológico. Esto es, dice Carolina Alguacil, lo que ve a su alrededor, en los primeros mileuristas que han creado hogares en medio de la crisis. “Si hago una media entre los que me rodean, muchos han formado familias, pero con otra mentalidad, sabiendo que hay que vivir al día, sin la seguridad como antes la entendíamos”.
Los españoles son campeones en retrasar la maternidad, con una media de 30 años para el primer hijo. Y, con la crisis, han recuperado una de las tasas de nacimientos más bajas del mundo, que antes con el baby boom y la inmigración habían mejorado, según explica Teresa Castro, demógrafa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La media de hijos ha pasado de 1,46 a 1,27 entre 2008 y 2013. Y las proyecciones de natalidad y migración señalan, según Castro, “que no vamos a crecer como país, más bien vamos a decrecer”. Solo en Macao, Hong Kong, Corea del Sur, Singapur, Portugal, Bosnia-Herzegovina, Grecia y Polonia se tienen menos hijos, según datos del Banco Mundial de 2013.
En El precariado. Una nueva clase social, Guy Standing habla de la inseguridad como un rasgo distintivo respecto al viejo proletariado: no tienen un salario estable, ni predecible. “Tres de mis amigas tienen hijos, pero con trabajos temporales o de freelance. Son trabajos sólidos en el sentido de que tienen una continuidad, pero no son seguros como antes”, apunta Carolina, y apostilla: “¿Comprar un piso? Salvo que tengas mucho capital, no lo veo una opción, no te puedes anclar a ese compromiso”.
Juan Alberto Guirao tiene 24 años y dejó su máster para empezar a trabajar en un McDonald’s porque no logró la beca solicitada. / GIANFRANCO TRIPODO
Los mileuristas de 2005 protestaban por su derecho a una vivienda digna. Llegaron a hacer falta hasta ocho años de renta de una familia para pagar una casa. “Pero ahora siguen haciendo falta seis años porque las rentas disponibles han bajado mucho”, advierte José García Montalvo, catedrático de la Universidad Pompeu Fabra (UPF).
“Cuando nació el concepto, los mileuristas eran una gente que aspiraba a dejar de serlo. Ahora hay un sentimiento fatalista”, explica José Luis Nueno, de la escuela de negocios IESE. Eso se nota en el mercado, dice este experto en consumo: “El aspecto del low cost es mucho más digno porque una cosa es ofrecer algo, entre comillas, cutre a alguien que cree que está en una situación transitoria y otra hacerlo a familias que creen que van a estar así siempre o incluso a exricos”.
Carolina Alguacil creció en Colmenar Viejo (Madrid) en una familia de seis hijos. El sueldo de aparejador de su padre dio para mantener a toda la familia y para que todos estudiaran. “Nosotros heredamos la actitud de nuestros padres, que era la de ‘fórmate bien para encontrar un buen empleo fijo’. Pero las cosas no eran así”, apunta.
–¿En qué se diferencian los mileuristas que ahora tienen veintitantos?
–Nosotros no éramos conscientes de lo que se nos venía, pero ahora la gente joven sí lo sabe y está aún más preparada, trabajan muchísimo, nosotros también lo hacíamos, pero ellos… Ellos, por decirlo de alguna forma, salen a matar, ¿entiende?
“Me llamo Juan Alberto Guirao García, tengo 24 años y he tenido que abandonar mis estudios a mitad de curso por no poder pagarlos tras quedarme sin beca, para ponerme a trabajar en un McDonald’s (…) Tirando de mis pocos ahorros y con la ayuda que mis padres me podían ir dando, fui aguantando los primeros cinco meses en Madrid mientras esperaba que la beca me fuera concedida. Pero eso nunca llegó a suceder. El día de Nochebuena, el 24 de diciembre, estando en la biblioteca estudiando para los exámenes de enero, recibí la notificación de la resolución por correo electrónico. La abrí, la leí y recogí mis libros. Esa fue la última vez que toqué mis apuntes del máster”.
La carta iba dirigida simbólicamente al ministro de Educación, José Ignacio Wert, pero Juan la envió también a través de redes sociales y a EL PAÍS. No quiere parecer lastimero. Lo repite de varias formas a lo largo de la conversación en un café del centro de Madrid, cerca del local de Gran Vía en el que trabaja. Y, sin embargo, sí suena amargo. “No somos mileuristas, el concepto ahora es otro: somos trabajadores pobres, ya me gustaría a mí ganar 1.000 euros, pero ahora el mileurismo es ganar 700, 800 euros…”.
Su sueldo se queda en 450 mensuales porque trabaja 20 horas a la semana. Es uno de tantos contratos a tiempo parcial no deseados, por eso se les conoce como subempleos.
En España familias con diferencias económicas abismales se han identificado tradicionalmente como clase media, pero Juan no ve ahí su sitio. El suyo es un caso de sobrecualificación de manual.
Montalvo, de la UPF, estudia este fenómeno desde hace años y ve un cambio crucial. En 2005, los jóvenes que afirmaban tener un empleo inferior a su nivel de formación eran el 42%, y en 2011 bajó al 28%. Se han destruido empleos poco cualificados, pero además se ha disparado el número de jóvenes a los que no les importa tener un trabajo adecuado a su nivel académico: del 12% en 2005 al 48% en 2011, según datos de Madrid y Barcelona. “Tres años después ya no se sienten sobrecualificados, eso significa que han rebajado sus expectativas. Es dramático”, lamenta el profesor al analizar su último trabajo, financiado por Recercaixa. “Nuestra economía está basada esencialmente en el turismo y servicios y el nivel del empresariado español es más bajo que el de la media de la sociedad, eso hace que se valore menos la formación”, añade.
¿Se rebelarán los jóvenes? “¡Cómo se van a rebelar! El mileurista ya no se mide con el que gana 1.500 o 2.000 euros, se compara con el parado, el que no tiene nada, y su posición relativa ha mejorado”, apunta Luis Garrido.
Carolina Alguacil creció en Colmenar Viejo, en un hogar con seis hermanos sostenido con el único sueldo de su pare, aparejador. / GIANFRANCO TRIPODO
Rubén del Campo, por ejemplo, se siente en buena situación. Estudió Biología, hizo un máster en biodiversidad y ahora, con 25 años, está enfrascado en una tesis sobre la ecología del río con una beca salario de entre 980 y 1.024 euros, en función del mes. “Soy con diferencia de los que están mejor, muy poca gente tiene trabajo de algo relacionado con los estudios, otros buscan prácticas en empresas…”, dice. Y tiene esperanzas de encontrar empleo a medio plazo.
De los 3,7 millones de empleos perdidos, 2,5 millones son de menores de 30 años. Pero el mileurismo y su particular declive “no tiene que ver solo con la crisis, hay cosas estructurales, previas a este declive, y que tampoco van a desaparecer con la recuperación”, advierte Josep Oliver, catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Hay un dato clave: la mano de obra disponible en la economía mundializada se ha triplicado en las tres últimas décadas. “Eso produce un fuerte choque en los salarios, como ya estuvo ocurriendo entre 2001 y 2005, pero en la crisis emerge con una fuerza brutal. Y el cambio tecnológico también va a destruir empleo”, advierte el profesor.
En 2001, la estadounidense Lear Corporation decidió cerrar su fábrica de Cervera (Lleida), una planta de cableado para automóviles que daba trabajo a 1.280 personas. Tenía beneficios, pero trasladó la producción a Polonia para ahorrar costes alegando que su competencia lo había hecho y que, si no deslocalizaban, tenían los años contados. Muchas fábricas cerraron así, pero quedó amortiguado por un boom crediticio que disparó la economía. Luego, el crédito se hundió, pero aquellas factorías no regresaron.
–¿Te has arrepentido de estudiar Trabajo Social?
Juan pone de repente la cara muy aniñada, sorprendido por la pregunta.
–No. Nunca…, aunque sí pienso mucho en el futuro. Cuando empezamos la carrera nos dijeron que en ese trabajo no podíamos aspirar a hacernos ricos, pero yo solo quería un trabajo con un sueldo que me dejara vivir.
“Tengo 17 años y aún no soy miembro del censo electoral, pero como más jóvenes de mi edad este año nos estrenaremos en las urnas. Imaginaos, veteranos, si es difícil una primera elección. Tenemos varias alternativas y no sé cuál es peor: unos que nos llevaron a la crisis; otros que están hundidos hasta las cejas de corrupción, y los últimos, que van de salvadores de España, gritando al cielo valores, sin saber ni ellos mismos llevarlos a la práctica. Solo espero que la mía no sea otra generación perdida (…)”.
Mireia Bauxauli conoce el concepto de mileurismo prácticamente desde que tiene uso de razón y el primer presidente que recuerda es Zapatero, pero apenas tiene memoria de la España del milagro. Sí sabe cuándo percibió los primeros embates de la crisis, no tenía más de diez años. “Fue en clase, cuando algunos padres se quedaron sin trabajo y muchos compañeros dejaron el colegio porque no podían pagar las cuotas”.
–¿Y ahora qué decís en tu clase?
–Cuando empezó la crisis había gente que decía: “Para qué voy a estudiar si no encontraré trabajo”. Pero ahora la mayoría lo dice al revés, que van a estudiar más porque hay muy pocos trabajos y así también podrán irse al extranjero. Los profesores nos dicen que no basta con sacar buenas notas, que tenemos que sacar las mejores porque no hay tanto empleo.
Esa hambre por salir adelante de la que hablaba Carolina Alguacil lo irradia esta chica de Picassent (Valencia) que mandó su carta a EL PAÍS, que se debate entre estudiar Periodismo o Administración y Dirección de Empresas y entre votar o no votar. Ha terminado los exámenes, tiene una nota media de 8,2, pero el cuerpo lleno de inquietud.
El mundo que Mireia conoce ofrece llamadas gratis, cultura accesible por Internet, plataformas alternativas de transporte… El bajo coste en prácticamente cualquier ámbito. Pero, al mismo tiempo, su generación es la que tiene definitivamente claro que no va a ser fácil vivir igual o mejor que sus padres.
Son temores fundados, muy fundados. “La riqueza se está concentrando en la parte alta de los salarios”, advierte Josep Oliver, pero el profesor insiste en que esas “fuerzas exteriores” de la globalización sí se pueden contrarrestar. “Unas políticas fiscales más agresivas para reducir los desequilibrios y una mayor apuesta por el valor añadido pueden frenar la desigualdad”, explica.
En pocos sitios como España la crisis ha abierto tanto la brecha entre ricos y pobres. Mireia, de padre ingeniero agrónomo y madre profesora, es muy sincera cuando se le pregunta si le preocupa ser mileurista. “Sí, no estoy acostumbrada a padecer por el dinero. Mis padres no me dan paga, pero si necesito algo lo pido. Con 800 euros para todo, a lo mejor lo pasaría mal”.
Diez años después, los jóvenes siguen escribiendo cartas con lo que les atormenta. Mireia clama por que “cuando acabe la carrera, la crisis haya terminado de verdad”.
Fue considerada como la primera generación de los 1.000 euros en España. Han llegado a la edad adulta formando hogares en medio de la crisis más dura desde la Guerra Civil
Su nuevo orden es la inseguridad. La sensación de una vida en el alambre permanece, a pesar del crecimiento económico
La generación de los mil euros
Generación 'nimileurista'
Amanda Mars - El País
Mireia Baixauli, 17 años, apenas recuerda España antes de la crisis. / GIANFRANCO TRIPODO
El mileurista es aquel joven, de 25 a 34 años, licenciado, bien preparado, que habla idiomas, tiene posgrados, másteres y cursillos (…) Ahora echa la vista atrás y quiere sentirse satisfecho, porque al cabo de dos renovaciones de contrato le han hecho fijo, en un trabajo que de alguna forma puede considerarse formal (…) Lo malo es que no gana más de 1.000 euros, sin pagas extras, y mejor no te quejes…”.
Así bautizó Carolina Alguacil el fenómeno económico que en la España del milagro iba a marcar a la generación más formada de su historia. Cuando Carolina escribió esta carta al director de este periódico, en 2005, la economía crecía tendida al sol y cientos de miles de universitarios se habían topado con que no había tantos trabajos cualificados para todos ellos. La ley de oferta y demanda había recortado su sueldo, el flamante euro lo había encarecido todo, la burbuja inmobiliaria se había hinchado hasta la aberración y esos 1.000 euros de jornal se antojaban miserables. Precios europeos con salarios españoles y un boom del ladrillo. Así es como el poder adquisitivo medio de los españoles logró la anomalía de bajar en plena bonanza. Ahora han pasado diez años, dos recesiones y se han evaporado 3,7 millones de puestos de trabajo; la crisis más dura desde la Guerra Civil. La vivienda pinchó, las cajas de ahorros desaparecieron, España pidió un rescate para la banca… Hasta el bipartidismo político, que parecía inmutable, se ha puesto en solfa. En mitad de esa década, China se colocó por delante de Japón como segunda potencia económica. Y la palabra mileurista, esa que Alguacil barruntó un día en un piso compartido de Barcelona, se ha incorporado con toda solemnidad al Diccionario de la Real Academia Española de la lengua. Solo que ahora brotan otros palabros: seiscientoseuristas, nini, yayoflauta…
–¡Max, compórtate como un perro civilizado!
Carolina llega despacio por la explanada de Madrid Río, con la catedral de la Almudena a lo alto, en uno de esos días de frío y sol tan mesetarios, a punto de terminar el mes de febrero. Un perro de mil razas, torpe y con cara de bueno la acompaña. A Max se lo encontró en una calle de Córdoba y lo llevó a su casa. Ahora la obedece y, sí, se sienta muy civilizadamente durante la conversación. No sabe el animal que dentro de poco va a ser un perro destronado, que su dueña camina lenta porque al cabo de unos días dará a luz a su primer hijo, una niña: Nora.
Los mileuristas se han hecho mayores. Carolina tiene 37 años, se ha casado, ha perdido un trabajo, ha encontrado otro, ha ganado más de 1.000 euros, menos, nada… En 2008 se mudó a Córdoba porque su chico, ingeniero, encontró allí un empleo en el sector de las energías renovables. Ella se llevó el suyo de Barcelona en la mochila, porque era en una empresa de negocio digital. Pero las cosas se torcieron en 2012, cuando las renovables entraron en crisis, y la compañía de su pareja, en barrena. Estuvieron un año sin pagarle y, al final, quedó en la calle. La compañía digital de ella también empezó a tambalearse. Cuando estaban con el agua al cuello, Carolina encontró un empleo en Madrid, en una firma de contenidos digitales, y se mudaron en marzo de 2013. Él encontró otro proyecto.
Fernando Ángel Moreno, profesor de la Complutense de 44 años, gana 1.480 euros limpios. / GIANFRANCO TRIPODO
–¿Sigues siendo mileurista?
–Los dos ganamos ahora más de 1.000 euros, afortunadamente, pero lo suyo es un contrato por obra que en teoría acaba en septiembre, así que…
–¿Vivís bien?
–Hemos vivido de mi sueldo durante un tiempo y eso se te queda, gastamos poco, ahorramos porque sabemos lo que puede venir. Al poco de llegar nos cambiamos de un piso de 800 euros a uno de 650. Vivimos bien, no renunciamos a cierto ocio, a comer fuera con los amigos algún fin de semana, pero no nos damos lujos. Yo creo que esto es general, ahora hay más conciencia para gastar menos…
Ha aprendido que el progreso tiene poco de ley natural: “Las cosas no tienen por qué ir de menos a más: de becario a trabajador temporal, luego fijo… No tiene por qué ser así, ahora lo sabemos, pero nuestra generación lo ignoraba y eso generó mucha frustración”, dice. “Ahora hay que estar preparados para bajar”.
Muchos entrevistados lo han llamado igual, de una forma sencilla y brutal: “Bajar”. Bajar todo: sueldo, patrimonio, expectativas. La recesión ha terminado, pero la angustia tardará en desaparecer en una sociedad con aún 5,4 millones de personas sin empleo, el 24% de su población activa. “El miedo no se ha ido, quien ha perdido el trabajo en esta crisis seguirá temiendo perderlo otra vez, aunque vea que la situación general mejora”, advierte el sociólogo Luis Garrido, catedrático de la UNED. Uno de los legados de la Gran Recesión es la sensación de inseguridad, la incertidumbre o, más bien, la certidumbre de que se puede “bajar” en cualquier momento.
La devaluación salarial se ceba, de hecho, en los que han encontrado ocupación después de perder otra mejor pagada. Según la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), el recorte en términos reales ha llegado al 17% para hombres y al 14% para mujeres en cinco años. El grueso del empleo que se crea, además, es temporal y la rotación en los fijos ha subido un 23% desde 2011. Despedir es más barato, no solo por la reforma laboral, sino porque la indemnización se calcula sobre salarios más bajos.
Tener trabajo ya no equivale a ganarse la vida, así que la profesora Montserrat Jiménez, de 40 años, tiene dos. Se siente miembro de pleno derecho del club de los españoles que se han empobrecido, que han “bajado”. “Hace 10 años, como becaria predoctoral, cobraba 1.500 euros, y en la estancia en el extranjero podía subir a 1.800. Mi situación se ha visto degradada”. Doctorada, especializada en latín, trabaja como profesora asociada de lengua castellana en la Universidad Complutense. Tres horas de docencia y tres de atención a alumnos semanales en la uni por 270 euros limpios. Además, enseña italiano en la Escuela Oficial de Idiomas por otros 800. Pero en verano pierde esos ingresos. Vive en un piso compartido por unos 500 euros con los gastos.
El miedo no se ha ido, quien ha perdido el trabajo en esta crisis seguirá teniendo miedo a perderlo otra vez”“Soy mileurista y casi me siento privilegiada. Pero tengo dos trabajos. Estoy como asociada porque no hay plaza de otra cosa”, explica. Montserrat ve también la precariedad a la que se enfrentan sus alumnos de la Complutense, una universidad peleona, reivindicativa, cuyos profesores y estudiantes han llevado a cabo clases en la calle como forma de protesta.
Fernando Ángel Moreno, profesor de Filología y Teoría Literaria, es uno de los que han sacado las clases a las plazas. Ninguno de sus alumnos más brillantes se queda en España, lamenta. “A los jóvenes hoy se les exige muchísima formación para lo que luego se les ofrece. Los que son buenos, muy buenos, se van. Y con los recortes en educación va a ir a peor”.
La estabilidad laboral, esa a la que tradicionalmente han aguardado los españoles para formar familias, no llega en la forma en la que se la concebía, aunque se apure el reloj biológico. Esto es, dice Carolina Alguacil, lo que ve a su alrededor, en los primeros mileuristas que han creado hogares en medio de la crisis. “Si hago una media entre los que me rodean, muchos han formado familias, pero con otra mentalidad, sabiendo que hay que vivir al día, sin la seguridad como antes la entendíamos”.
Los españoles son campeones en retrasar la maternidad, con una media de 30 años para el primer hijo. Y, con la crisis, han recuperado una de las tasas de nacimientos más bajas del mundo, que antes con el baby boom y la inmigración habían mejorado, según explica Teresa Castro, demógrafa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La media de hijos ha pasado de 1,46 a 1,27 entre 2008 y 2013. Y las proyecciones de natalidad y migración señalan, según Castro, “que no vamos a crecer como país, más bien vamos a decrecer”. Solo en Macao, Hong Kong, Corea del Sur, Singapur, Portugal, Bosnia-Herzegovina, Grecia y Polonia se tienen menos hijos, según datos del Banco Mundial de 2013.
En El precariado. Una nueva clase social, Guy Standing habla de la inseguridad como un rasgo distintivo respecto al viejo proletariado: no tienen un salario estable, ni predecible. “Tres de mis amigas tienen hijos, pero con trabajos temporales o de freelance. Son trabajos sólidos en el sentido de que tienen una continuidad, pero no son seguros como antes”, apunta Carolina, y apostilla: “¿Comprar un piso? Salvo que tengas mucho capital, no lo veo una opción, no te puedes anclar a ese compromiso”.
Juan Alberto Guirao tiene 24 años y dejó su máster para empezar a trabajar en un McDonald’s porque no logró la beca solicitada. / GIANFRANCO TRIPODO
Los mileuristas de 2005 protestaban por su derecho a una vivienda digna. Llegaron a hacer falta hasta ocho años de renta de una familia para pagar una casa. “Pero ahora siguen haciendo falta seis años porque las rentas disponibles han bajado mucho”, advierte José García Montalvo, catedrático de la Universidad Pompeu Fabra (UPF).
“Cuando nació el concepto, los mileuristas eran una gente que aspiraba a dejar de serlo. Ahora hay un sentimiento fatalista”, explica José Luis Nueno, de la escuela de negocios IESE. Eso se nota en el mercado, dice este experto en consumo: “El aspecto del low cost es mucho más digno porque una cosa es ofrecer algo, entre comillas, cutre a alguien que cree que está en una situación transitoria y otra hacerlo a familias que creen que van a estar así siempre o incluso a exricos”.
Carolina Alguacil creció en Colmenar Viejo (Madrid) en una familia de seis hijos. El sueldo de aparejador de su padre dio para mantener a toda la familia y para que todos estudiaran. “Nosotros heredamos la actitud de nuestros padres, que era la de ‘fórmate bien para encontrar un buen empleo fijo’. Pero las cosas no eran así”, apunta.
–¿En qué se diferencian los mileuristas que ahora tienen veintitantos?
–Nosotros no éramos conscientes de lo que se nos venía, pero ahora la gente joven sí lo sabe y está aún más preparada, trabajan muchísimo, nosotros también lo hacíamos, pero ellos… Ellos, por decirlo de alguna forma, salen a matar, ¿entiende?
“Me llamo Juan Alberto Guirao García, tengo 24 años y he tenido que abandonar mis estudios a mitad de curso por no poder pagarlos tras quedarme sin beca, para ponerme a trabajar en un McDonald’s (…) Tirando de mis pocos ahorros y con la ayuda que mis padres me podían ir dando, fui aguantando los primeros cinco meses en Madrid mientras esperaba que la beca me fuera concedida. Pero eso nunca llegó a suceder. El día de Nochebuena, el 24 de diciembre, estando en la biblioteca estudiando para los exámenes de enero, recibí la notificación de la resolución por correo electrónico. La abrí, la leí y recogí mis libros. Esa fue la última vez que toqué mis apuntes del máster”.
La carta iba dirigida simbólicamente al ministro de Educación, José Ignacio Wert, pero Juan la envió también a través de redes sociales y a EL PAÍS. No quiere parecer lastimero. Lo repite de varias formas a lo largo de la conversación en un café del centro de Madrid, cerca del local de Gran Vía en el que trabaja. Y, sin embargo, sí suena amargo. “No somos mileuristas, el concepto ahora es otro: somos trabajadores pobres, ya me gustaría a mí ganar 1.000 euros, pero ahora el mileurismo es ganar 700, 800 euros…”.
Su sueldo se queda en 450 mensuales porque trabaja 20 horas a la semana. Es uno de tantos contratos a tiempo parcial no deseados, por eso se les conoce como subempleos.
Ya no somos mileuristas, el concepto ahora es otro: somos trabajadores pobres"Con padre carpintero y madre ama de casa, siempre estudió con beca, se graduó en Trabajo Social en Murcia y en octubre comenzó en Madrid un máster de 8.000 euros sobre su área en la Complutense. “Hay gente que cree que ya no tengo por qué tener beca del Estado para un máster, pero para mí eso prueba que no hay igualdad de oportunidades: si tuviéramos más dinero yo ahora seguiría estudiando allí, como mis compañeros”, recalca.
En España familias con diferencias económicas abismales se han identificado tradicionalmente como clase media, pero Juan no ve ahí su sitio. El suyo es un caso de sobrecualificación de manual.
Montalvo, de la UPF, estudia este fenómeno desde hace años y ve un cambio crucial. En 2005, los jóvenes que afirmaban tener un empleo inferior a su nivel de formación eran el 42%, y en 2011 bajó al 28%. Se han destruido empleos poco cualificados, pero además se ha disparado el número de jóvenes a los que no les importa tener un trabajo adecuado a su nivel académico: del 12% en 2005 al 48% en 2011, según datos de Madrid y Barcelona. “Tres años después ya no se sienten sobrecualificados, eso significa que han rebajado sus expectativas. Es dramático”, lamenta el profesor al analizar su último trabajo, financiado por Recercaixa. “Nuestra economía está basada esencialmente en el turismo y servicios y el nivel del empresariado español es más bajo que el de la media de la sociedad, eso hace que se valore menos la formación”, añade.
¿Se rebelarán los jóvenes? “¡Cómo se van a rebelar! El mileurista ya no se mide con el que gana 1.500 o 2.000 euros, se compara con el parado, el que no tiene nada, y su posición relativa ha mejorado”, apunta Luis Garrido.
Carolina Alguacil creció en Colmenar Viejo, en un hogar con seis hermanos sostenido con el único sueldo de su pare, aparejador. / GIANFRANCO TRIPODO
Rubén del Campo, por ejemplo, se siente en buena situación. Estudió Biología, hizo un máster en biodiversidad y ahora, con 25 años, está enfrascado en una tesis sobre la ecología del río con una beca salario de entre 980 y 1.024 euros, en función del mes. “Soy con diferencia de los que están mejor, muy poca gente tiene trabajo de algo relacionado con los estudios, otros buscan prácticas en empresas…”, dice. Y tiene esperanzas de encontrar empleo a medio plazo.
De los 3,7 millones de empleos perdidos, 2,5 millones son de menores de 30 años. Pero el mileurismo y su particular declive “no tiene que ver solo con la crisis, hay cosas estructurales, previas a este declive, y que tampoco van a desaparecer con la recuperación”, advierte Josep Oliver, catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Hay un dato clave: la mano de obra disponible en la economía mundializada se ha triplicado en las tres últimas décadas. “Eso produce un fuerte choque en los salarios, como ya estuvo ocurriendo entre 2001 y 2005, pero en la crisis emerge con una fuerza brutal. Y el cambio tecnológico también va a destruir empleo”, advierte el profesor.
En 2001, la estadounidense Lear Corporation decidió cerrar su fábrica de Cervera (Lleida), una planta de cableado para automóviles que daba trabajo a 1.280 personas. Tenía beneficios, pero trasladó la producción a Polonia para ahorrar costes alegando que su competencia lo había hecho y que, si no deslocalizaban, tenían los años contados. Muchas fábricas cerraron así, pero quedó amortiguado por un boom crediticio que disparó la economía. Luego, el crédito se hundió, pero aquellas factorías no regresaron.
¿Comprar un piso? Salvo que tengas mucho capital, no lo veo una opción, no te puedes anclar a ese compromiso”“Hay una gran paradoja en la globalización: estamos trasladando la producción a otros países para poder fabricar de forma barata cosas que puedan comprar nuestros parados”, destaca Nueno.
–¿Te has arrepentido de estudiar Trabajo Social?
Juan pone de repente la cara muy aniñada, sorprendido por la pregunta.
–No. Nunca…, aunque sí pienso mucho en el futuro. Cuando empezamos la carrera nos dijeron que en ese trabajo no podíamos aspirar a hacernos ricos, pero yo solo quería un trabajo con un sueldo que me dejara vivir.
“Tengo 17 años y aún no soy miembro del censo electoral, pero como más jóvenes de mi edad este año nos estrenaremos en las urnas. Imaginaos, veteranos, si es difícil una primera elección. Tenemos varias alternativas y no sé cuál es peor: unos que nos llevaron a la crisis; otros que están hundidos hasta las cejas de corrupción, y los últimos, que van de salvadores de España, gritando al cielo valores, sin saber ni ellos mismos llevarlos a la práctica. Solo espero que la mía no sea otra generación perdida (…)”.
Mireia Bauxauli conoce el concepto de mileurismo prácticamente desde que tiene uso de razón y el primer presidente que recuerda es Zapatero, pero apenas tiene memoria de la España del milagro. Sí sabe cuándo percibió los primeros embates de la crisis, no tenía más de diez años. “Fue en clase, cuando algunos padres se quedaron sin trabajo y muchos compañeros dejaron el colegio porque no podían pagar las cuotas”.
–¿Y ahora qué decís en tu clase?
–Cuando empezó la crisis había gente que decía: “Para qué voy a estudiar si no encontraré trabajo”. Pero ahora la mayoría lo dice al revés, que van a estudiar más porque hay muy pocos trabajos y así también podrán irse al extranjero. Los profesores nos dicen que no basta con sacar buenas notas, que tenemos que sacar las mejores porque no hay tanto empleo.
Esa hambre por salir adelante de la que hablaba Carolina Alguacil lo irradia esta chica de Picassent (Valencia) que mandó su carta a EL PAÍS, que se debate entre estudiar Periodismo o Administración y Dirección de Empresas y entre votar o no votar. Ha terminado los exámenes, tiene una nota media de 8,2, pero el cuerpo lleno de inquietud.
El mundo que Mireia conoce ofrece llamadas gratis, cultura accesible por Internet, plataformas alternativas de transporte… El bajo coste en prácticamente cualquier ámbito. Pero, al mismo tiempo, su generación es la que tiene definitivamente claro que no va a ser fácil vivir igual o mejor que sus padres.
Son temores fundados, muy fundados. “La riqueza se está concentrando en la parte alta de los salarios”, advierte Josep Oliver, pero el profesor insiste en que esas “fuerzas exteriores” de la globalización sí se pueden contrarrestar. “Unas políticas fiscales más agresivas para reducir los desequilibrios y una mayor apuesta por el valor añadido pueden frenar la desigualdad”, explica.
En pocos sitios como España la crisis ha abierto tanto la brecha entre ricos y pobres. Mireia, de padre ingeniero agrónomo y madre profesora, es muy sincera cuando se le pregunta si le preocupa ser mileurista. “Sí, no estoy acostumbrada a padecer por el dinero. Mis padres no me dan paga, pero si necesito algo lo pido. Con 800 euros para todo, a lo mejor lo pasaría mal”.
Diez años después, los jóvenes siguen escribiendo cartas con lo que les atormenta. Mireia clama por que “cuando acabe la carrera, la crisis haya terminado de verdad”.
domingo, 24 de mayo de 2015
sábado, 23 de mayo de 2015
Una estafa bancaria arruina a un país
¿Acaso este banquero de 28 años ayudó a robar $ mil millones de Moldova?
De origen israelí Ilan Shor, una de las personas más ricas de un país empobrecido, niega cualquier participación en una toma de posesión secreta y el saqueo de los tres bancos
por Carol Matlack - Bloomberg
Lei de Moldavia
Una nota para una leu, la moneda de Moldavia.
Fotógrafo: Daniel Acker
Tres de los mayores bancos en Moldavia alcanzó al borde del colapso en noviembre después de sufrir pérdidas por un total de $ 1 mil millones, una suma escandalosa en un país de Europa del Este empobrecido con un producto interno bruto de menos de $ 8 mil millones.
Ahora choque está convirtiendo a la ira. En un informe hecho público esta semana, investigadores de la firma de gestión de riesgos corporativos Kroll señaló a un grupo de empresas y particulares el informe dice están conectados a un rico de 28 años de edad, banquero moldavo llamado Ilan Shor. Según el informe, los presuntos conspiradores pueden haber tomado subrepticiamente el control de los bancos y luego prestaron cerca de $ 1 mil millones, las garantías de libre. El dinero fue spirited de Moldova y en cuentas bancarias en el extranjero, según el informe. Los registros de muchas transacciones se eliminan de los ordenadores de los bancos, y algunos documentos supuestamente fueron cargados en un vehículo que fue reportado como robado y destruido en un incendio a las pocas horas.
Shor, quien se desempeñó como presidente de uno de los bancos, fue puesto bajo arresto domiciliario el miércoles y ha sido acusado de "abuso de autoridad, mientras que la gestión de un banco", dice Eduard Harunjen, fiscal jefe de la oficina anticorrupción de Moldavia. Otras tres personas, a quienes Harunjen no identificó, también han sido acusados en el atraco a un banco.
En un comunicado emitido por una portavoz, Shor describió las acusaciones en su contra como "infundada" y dijo que "apoyar a las autoridades en la búsqueda de la verdad" sobre las pérdidas de los bancos. Shor dijo que había hecho viajes fuera del país desde el inicio de la investigación y regresó porque no quería "poner en peligro en modo alguno la actividad de los fiscales."
El Shor nacido en Israel, cuya familia emigró a Moldova cuando él era un niño, es una de las personas más ricas del país. Sus intereses comerciales, algunos heredados de su padre, incluyen compañías de seguros, estaciones de televisión, un club de fútbol local, y la concesión en régimen de franquicia en el aeropuerto de Chisinau. Él también tiene una empresa de seguridad llamada Klassika, citado en el informe Kroll como el propietario del vehículo que fue cargado con registros de préstamos bancarios y destruida en un incendio. En 2011, se casó con una Shor cantante pop rusa conocida como Jasmine, en una lujosa ceremonia en el Palacio de la República, un hito Chisinau esa es la antigua sede del Parlamento.
El informe de Kroll, encargado por el banco central de Moldova, fue lanzado el lunes por el presidente del Parlamento después de que miles de personas se manifestaron en la capital, Chisinau, para protestar por la recuperación de la corrupción y la demanda del dinero que falta. Rescates bancarios gubernamentales ya han costado cientos de millones de dólares. (Las llamadas a la sede europea de Kroll en Londres no fueron devueltos de inmediato.)
El escándalo se relata en el informe se centra en tres bancos que en conjunto representan aproximadamente el 30 por ciento del sector bancario del país: Unibank, Banca Sociala y Banca de Economii, donde Shor era presidente. Los tres bancos "fueron consecutivamente sujetos a cambio accionista significativo, lo que tuvo el efecto de la transferencia de la propiedad a una serie de personas y entidades aparentemente inconexas" en Rusia, Ucrania y Moldavia, según el informe Kroll. Los nuevos accionistas formaron "un grupo común", con Shor como la supuesta conexión entre ellos.
Una vez bajo el control de los nuevos accionistas, los bancos "parecen haber coordinado para maximizar la liquidez disponible, a fin de facilitar un aumento masivo de los préstamos a las entidades de Moldavia", dice el informe. Los préstamos luego se trasladó a través de una "compleja red de transacciones", con gran parte del dinero que termina en las cuentas bancarias de Letonia en poder de sociedades limitadas en el Reino Unido. Muchas de estas entidades parecían ser empresas ficticias que habían sido creadas poco antes de las operaciones se llevaron a cabo. "Si bien estas entidades aparecen sin relación", el informe señala, "análisis preliminar muestra que forman efectivamente un grupo de partes relacionadas."
El informe Kroll dice será necesario un "rastro forense completo" para saber exactamente donde la falta mil millones dólares fueron. "Es, sin embargo, claro que Ilan Shor, e individuos con los que se asocia, están fuertemente implicados en el esquema", dice el informe.
De origen israelí Ilan Shor, una de las personas más ricas de un país empobrecido, niega cualquier participación en una toma de posesión secreta y el saqueo de los tres bancos
por Carol Matlack - Bloomberg
Lei de Moldavia
Una nota para una leu, la moneda de Moldavia.
Fotógrafo: Daniel Acker
Tres de los mayores bancos en Moldavia alcanzó al borde del colapso en noviembre después de sufrir pérdidas por un total de $ 1 mil millones, una suma escandalosa en un país de Europa del Este empobrecido con un producto interno bruto de menos de $ 8 mil millones.
Ahora choque está convirtiendo a la ira. En un informe hecho público esta semana, investigadores de la firma de gestión de riesgos corporativos Kroll señaló a un grupo de empresas y particulares el informe dice están conectados a un rico de 28 años de edad, banquero moldavo llamado Ilan Shor. Según el informe, los presuntos conspiradores pueden haber tomado subrepticiamente el control de los bancos y luego prestaron cerca de $ 1 mil millones, las garantías de libre. El dinero fue spirited de Moldova y en cuentas bancarias en el extranjero, según el informe. Los registros de muchas transacciones se eliminan de los ordenadores de los bancos, y algunos documentos supuestamente fueron cargados en un vehículo que fue reportado como robado y destruido en un incendio a las pocas horas.
Shor, quien se desempeñó como presidente de uno de los bancos, fue puesto bajo arresto domiciliario el miércoles y ha sido acusado de "abuso de autoridad, mientras que la gestión de un banco", dice Eduard Harunjen, fiscal jefe de la oficina anticorrupción de Moldavia. Otras tres personas, a quienes Harunjen no identificó, también han sido acusados en el atraco a un banco.
En un comunicado emitido por una portavoz, Shor describió las acusaciones en su contra como "infundada" y dijo que "apoyar a las autoridades en la búsqueda de la verdad" sobre las pérdidas de los bancos. Shor dijo que había hecho viajes fuera del país desde el inicio de la investigación y regresó porque no quería "poner en peligro en modo alguno la actividad de los fiscales."
El Shor nacido en Israel, cuya familia emigró a Moldova cuando él era un niño, es una de las personas más ricas del país. Sus intereses comerciales, algunos heredados de su padre, incluyen compañías de seguros, estaciones de televisión, un club de fútbol local, y la concesión en régimen de franquicia en el aeropuerto de Chisinau. Él también tiene una empresa de seguridad llamada Klassika, citado en el informe Kroll como el propietario del vehículo que fue cargado con registros de préstamos bancarios y destruida en un incendio. En 2011, se casó con una Shor cantante pop rusa conocida como Jasmine, en una lujosa ceremonia en el Palacio de la República, un hito Chisinau esa es la antigua sede del Parlamento.
El informe de Kroll, encargado por el banco central de Moldova, fue lanzado el lunes por el presidente del Parlamento después de que miles de personas se manifestaron en la capital, Chisinau, para protestar por la recuperación de la corrupción y la demanda del dinero que falta. Rescates bancarios gubernamentales ya han costado cientos de millones de dólares. (Las llamadas a la sede europea de Kroll en Londres no fueron devueltos de inmediato.)
El escándalo se relata en el informe se centra en tres bancos que en conjunto representan aproximadamente el 30 por ciento del sector bancario del país: Unibank, Banca Sociala y Banca de Economii, donde Shor era presidente. Los tres bancos "fueron consecutivamente sujetos a cambio accionista significativo, lo que tuvo el efecto de la transferencia de la propiedad a una serie de personas y entidades aparentemente inconexas" en Rusia, Ucrania y Moldavia, según el informe Kroll. Los nuevos accionistas formaron "un grupo común", con Shor como la supuesta conexión entre ellos.
Una vez bajo el control de los nuevos accionistas, los bancos "parecen haber coordinado para maximizar la liquidez disponible, a fin de facilitar un aumento masivo de los préstamos a las entidades de Moldavia", dice el informe. Los préstamos luego se trasladó a través de una "compleja red de transacciones", con gran parte del dinero que termina en las cuentas bancarias de Letonia en poder de sociedades limitadas en el Reino Unido. Muchas de estas entidades parecían ser empresas ficticias que habían sido creadas poco antes de las operaciones se llevaron a cabo. "Si bien estas entidades aparecen sin relación", el informe señala, "análisis preliminar muestra que forman efectivamente un grupo de partes relacionadas."
El informe Kroll dice será necesario un "rastro forense completo" para saber exactamente donde la falta mil millones dólares fueron. "Es, sin embargo, claro que Ilan Shor, e individuos con los que se asocia, están fuertemente implicados en el esquema", dice el informe.
viernes, 22 de mayo de 2015
Sosa Escudero nos ilustra sobre las encuestas electorales
Las estadísticas, como una hamburguesa o un remedio
La letra chica de las encuestas, como las que miden a Macri, Scioli o Massa, permite entender qué credibilidad tienen
Por Walter Sosa Escudero | Para LA NACION
Prepárense. Frente a la inminencia del largo proceso electoral, se avista en el horizonte una autentico tsunami de estadísticas. Todos los medios asignan considerable espacio a los resultados de diversas encuestas sobre intenciones de voto. La pregunta inevitable es si uno debería creer en estas encuestas, o en las estadísticas en general. Esto cambia con una breve visita a la cocina de las estadísticas. Como las hamburguesas, quedará a juicio del lector seguir consumiéndolas luego de ver cómo se fabrican.
Una encuesta reciente sugiere que Daniel Scioli tiene una intención de voto de 33.4%, por lo que aventaja a Mauricio Macri, con un 27.3%. ¿Qué es posible concluir de esta información? La estadística viene con "letra chica". Una encuesta es una aproximación a una realidad inalcanzable. La única forma de confiar en un 100% en una encuesta electoral es si todos los votantes son encuestados. Desde este punto de vista, el acto electoral es algo así como la madre de todas las encuestas, una tarea costosísima. En el día a día debemos conformarnos con alguna aproximación, con un sondeo basado en un pequeño subconjunto de la población. Por eso, una encuesta de opinión es errada por construcción tanto como la muestra difiera de la población.
La tarea de la estadística consiste en garantizar que esta información sobre la base de muestras sea útil a pesar de ser errada. En el caso de la discusión de Scioli versus Macri, el yerro tiene que ver con que los guarismos que favorecen a Scioli en realidad dicen que el 33,4% de los encuestados dijeron que lo votarían. ¿Es posible extrapolar esto a toda la población? Y aquí es cuando entra en acción la letra chica de la estadística, que a veces aparece en auténtica letra ínfima incluyendo frases enigmáticas como "muestreo polietápico" o "error de muestreo".
Una encuesta estándar se maneja con unos 1000 casos, que suenan a pocos en comparación con los cerca de 30 millones habilitados para votar. ¿Es creíble la información que surge de tan ínfima cantidad de datos? Antes de concluir rotundamente que no, hay que pensar en la cantidad de sangre que nos extraen para un análisis de colesterol.
La tarea de la estadística profesional es medir cuán grande puede ser la discrepancia entre la parte (la encuesta) y el todo (la población). El más simple de los esquemas de muestreo debería contactar a la gente al azar, es decir, de una lista que contiene a toda la población, elegir una muestra por sorteo, en donde cada persona tiene la misma chance de aparecer que cualquier otra, como quien revuelve bien la cacerola de salsa antes de sacar una cucharadita para ver si está salada.
Estos métodos puramente al azar son extremadamente costosos, de ahí que en la práctica se apele a estrategias más sofisticadas. Por ejemplo, muchas veces se divide a una ciudad en barrios y luego se procede a encuestar al azar dentro de cada barrio. A este tipo de procedimiento se lo llama "muestreo por etapas" o polietápico.
El paso siguiente consiste en calcular una suerte de margen de error, es decir, en cuanto deberíamos esperar que cambien los resultados si en vez de haber tomado una muestra hubiésemos tomado otra. Una aproximación burda sugiere que para una encuesta de 1000 casos el margen de error es aproximadamente 3,2%. O sea que si de 1000 personas encuestadas, el 33,4% dijo que votaría a Scioli, la respuesta para toda la población debería estar entre 30,2% y 36,6%. Y acá aparece la frase "con un nivel de confianza de 95%", qué debe ser interpretada como un grado de credibilidad, que va de 0 a 100. La pregunta obvia es si no será posible obtener una estimación con un nivel de confianza del 100%, y la respuesta es positiva pero decepcionante: de lo único que estamos 100% seguros es que la proporción de votantes a Scioli (y a cualquier candidato) esta entre 0% y 100%, concepto tan cierto como inútil ya que lo sabíamos sin hacer ninguna encuesta. Aumentar la confiabilidad implica agrandar el margen de error.
"Puede fallar", decía Tu Sam cuando uno de sus trucos no funcionaba. Y lo mismo ocurre con las estadísticas. Más concretamente, no es del todo claro que la ventaja de 6% que Scioli tiene sobre Macri no sea simplemente un "error estadístico". Entonces, la letra chica de la estadística debería decir cómo, cuándo y donde se hizo la encuesta, el número de casos, y alguna idea del margen de error estadístico.
Volviendo a la analogía con los remedios, más que leer la letra pequeñísima de los prospectos el paciente confía en su médico, que a su vez confía en la escuela que lo formo, que cree en las instituciones reguladoras, que a su vez lo hace en la comunidad científica. Las estadísticas también derivan su validez de una comunidad responsable, científica y comunicacional. Los que hacen seriamente su trabajo estadístico (que son muchos) juegan su prestigio y lo exponen al escrutinio de los expertos.
El debate social (sobre las elecciones, la pobreza o el dólar) sin datos concretos es irresponsable, tanto como la proliferación de estadísticas sin una discusión metodológica seria que permita que el usuario pueda consumirlas con tranquilidad, como los remedios o las comidas de un restaurante confiable.
El autor es profesor de Udesa e investigador del Conicet
La letra chica de las encuestas, como las que miden a Macri, Scioli o Massa, permite entender qué credibilidad tienen
Por Walter Sosa Escudero | Para LA NACION
Prepárense. Frente a la inminencia del largo proceso electoral, se avista en el horizonte una autentico tsunami de estadísticas. Todos los medios asignan considerable espacio a los resultados de diversas encuestas sobre intenciones de voto. La pregunta inevitable es si uno debería creer en estas encuestas, o en las estadísticas en general. Esto cambia con una breve visita a la cocina de las estadísticas. Como las hamburguesas, quedará a juicio del lector seguir consumiéndolas luego de ver cómo se fabrican.
Una encuesta reciente sugiere que Daniel Scioli tiene una intención de voto de 33.4%, por lo que aventaja a Mauricio Macri, con un 27.3%. ¿Qué es posible concluir de esta información? La estadística viene con "letra chica". Una encuesta es una aproximación a una realidad inalcanzable. La única forma de confiar en un 100% en una encuesta electoral es si todos los votantes son encuestados. Desde este punto de vista, el acto electoral es algo así como la madre de todas las encuestas, una tarea costosísima. En el día a día debemos conformarnos con alguna aproximación, con un sondeo basado en un pequeño subconjunto de la población. Por eso, una encuesta de opinión es errada por construcción tanto como la muestra difiera de la población.
La tarea de la estadística consiste en garantizar que esta información sobre la base de muestras sea útil a pesar de ser errada. En el caso de la discusión de Scioli versus Macri, el yerro tiene que ver con que los guarismos que favorecen a Scioli en realidad dicen que el 33,4% de los encuestados dijeron que lo votarían. ¿Es posible extrapolar esto a toda la población? Y aquí es cuando entra en acción la letra chica de la estadística, que a veces aparece en auténtica letra ínfima incluyendo frases enigmáticas como "muestreo polietápico" o "error de muestreo".
Una encuesta estándar se maneja con unos 1000 casos, que suenan a pocos en comparación con los cerca de 30 millones habilitados para votar. ¿Es creíble la información que surge de tan ínfima cantidad de datos? Antes de concluir rotundamente que no, hay que pensar en la cantidad de sangre que nos extraen para un análisis de colesterol.
La tarea de la estadística profesional es medir cuán grande puede ser la discrepancia entre la parte (la encuesta) y el todo (la población). El más simple de los esquemas de muestreo debería contactar a la gente al azar, es decir, de una lista que contiene a toda la población, elegir una muestra por sorteo, en donde cada persona tiene la misma chance de aparecer que cualquier otra, como quien revuelve bien la cacerola de salsa antes de sacar una cucharadita para ver si está salada.
Estos métodos puramente al azar son extremadamente costosos, de ahí que en la práctica se apele a estrategias más sofisticadas. Por ejemplo, muchas veces se divide a una ciudad en barrios y luego se procede a encuestar al azar dentro de cada barrio. A este tipo de procedimiento se lo llama "muestreo por etapas" o polietápico.
El paso siguiente consiste en calcular una suerte de margen de error, es decir, en cuanto deberíamos esperar que cambien los resultados si en vez de haber tomado una muestra hubiésemos tomado otra. Una aproximación burda sugiere que para una encuesta de 1000 casos el margen de error es aproximadamente 3,2%. O sea que si de 1000 personas encuestadas, el 33,4% dijo que votaría a Scioli, la respuesta para toda la población debería estar entre 30,2% y 36,6%. Y acá aparece la frase "con un nivel de confianza de 95%", qué debe ser interpretada como un grado de credibilidad, que va de 0 a 100. La pregunta obvia es si no será posible obtener una estimación con un nivel de confianza del 100%, y la respuesta es positiva pero decepcionante: de lo único que estamos 100% seguros es que la proporción de votantes a Scioli (y a cualquier candidato) esta entre 0% y 100%, concepto tan cierto como inútil ya que lo sabíamos sin hacer ninguna encuesta. Aumentar la confiabilidad implica agrandar el margen de error.
"Puede fallar", decía Tu Sam cuando uno de sus trucos no funcionaba. Y lo mismo ocurre con las estadísticas. Más concretamente, no es del todo claro que la ventaja de 6% que Scioli tiene sobre Macri no sea simplemente un "error estadístico". Entonces, la letra chica de la estadística debería decir cómo, cuándo y donde se hizo la encuesta, el número de casos, y alguna idea del margen de error estadístico.
Volviendo a la analogía con los remedios, más que leer la letra pequeñísima de los prospectos el paciente confía en su médico, que a su vez confía en la escuela que lo formo, que cree en las instituciones reguladoras, que a su vez lo hace en la comunidad científica. Las estadísticas también derivan su validez de una comunidad responsable, científica y comunicacional. Los que hacen seriamente su trabajo estadístico (que son muchos) juegan su prestigio y lo exponen al escrutinio de los expertos.
El debate social (sobre las elecciones, la pobreza o el dólar) sin datos concretos es irresponsable, tanto como la proliferación de estadísticas sin una discusión metodológica seria que permita que el usuario pueda consumirlas con tranquilidad, como los remedios o las comidas de un restaurante confiable.
El autor es profesor de Udesa e investigador del Conicet
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