¿Por qué en Finlandia querrías ser madre?
En algunas naciones ser madre podría calificarse como profesión de alto riesgo. Sin embargo, en países como Finlandia todo son ventajes a la hora de tener hijos.
Las mujeres y los niños primero. Esta regla básica de salvamento y supervivencia no siempre se cumple en el mundo real, en el que muchas veces ser madre entraña graves peligros. Eso es al menos lo que se deduce del informe de este año de Save the Children, sobre el Estado Mundial de las Madres. Entre las muchas estadísticas que se barajan en el documento –especialmente los mejores y peores países del mundo para tener descendencia- destacan algunos datos inquietantes y casi increíbles. Por ejemplo, las madres y los niños de los países más desfavorecidos tienen 14 veces más posibilidades de morir en una emergencia que un hombre, o el hecho de que en ciertas geografías, como la República Democrática del Congo –nación que junto con Nigeria acaparan el 20% de las muertes infantiles en todo el mundo-, es más peligroso ser niño o mujer que combatiente.
Un año más, la lista de lugares con mejores condiciones para la maternidad está encabezada por los países nórdicos. En el 2014 Finlandia, Noruega, Suecia e Islandia encabezan por este orden los cuatro primeros puestos y le siguen en el top ten Holanda, Dinamarca, España, Alemania, Australia y Bélgica.
El informe, que se elabora cada año, analiza 178 países en función de cinco factores: el riesgo de mortalidad materna, la tasa de mortalidad infantil en niños menores de cinco años, la media de años de educación a los que puede optar un niño, el PIB per cápita y la participación de las mujeres en el parlamento. El honroso séptimo puesto de España –que puede sorprender a muchos– se debe más que nada al elevado número de mujeres en el hemiciclo –un 37%–, la expectativa de años de educación –17 años– y las reducidas tasas de mortalidad materno-infantil –1 de cada 12.000 madres y 4,5 niños de cada mil–. A pesar de los recortes en los servicios sociales, en España la sanidad publica sigue estando asegurada para las embarazadas y sus hijos. En lo que suspendemos los españoles es en el PIB per cápita, que es uno de los más bajos del mundo desarrollado. Además, en nuestro país el 33% de los niños viven en riesgo de pobreza o exclusión social, un porcentaje que asciende al 45,6% en el caso de hijos de familias monoparentales. El PIB destinado a políticas de protección social en España es del 26,1%, el segundo más bajo de la Unión Europea.
En el extremo opuesto se encuentran los lugares con peores condiciones para la maternidad. Un nutrido grupo de naciones encabezadas por Somalia, la peor de todas, y seguido por República Democrática del Congo, Niger, Mali, Guinea Bisáu, República Centroafricana, Sierra Leona, Nigeria, Chad y Costa de Marfil. Todas pertenecen al continente africano y se consideran estados frágiles, lo que significa que fallan en cuestiones fundamentales y que no pueden proveer a sus ciudadanos de las necesidades y expectativas básicas. Además, casi todos estos países sufren o han sufrido conflictos bélicos, como Somalia desde el colapso de su gobierno central en 1991. El informe de Save the Children hace especial hincapié en el hecho de que las guerras, la fragilidad de las naciones y su especial vulnerabilidad ante los desastres naturales juegan un importante papel a la hora de determinar el bienestar de las madres y sus hijos.
En los países que ostentan el ranking de los peores escenarios para la reproducción, 1 de cada 27 mujeres está en riesgo de perder la vida por una causa relacionada con el embarazo o la maternidad; 1 niño de cada 7 muere antes de cumplir los 5 años; la vida educativa de los más pequeños tiene un promedio de dos a 10 años; tan solo un 15 % de los asientos del parlamento están ocupados por mujeres y 8 de cada 10 madres perderán un hijo a lo largo de su vida.
En el informe, EEUU aparece en un inesperado 31 puesto, por debajo de países como Grecia (20), Estonia (23) o Polonia (29). La razón de esta baja nota se debe a su deficiente sistema sanitario. El riesgo de muerte materna está en 1 de cada 2.400. Solo cinco países en el mundo desarrollado tienen peor cuota en esto: Albania, Latvia, Moldavia, Rusia y Ucrania. La tasa de mortalidad infantil antes de los cinco años es de 7,1 por cada 1.000. A pesar de que el 51% de la población norteamericana es del género femenino, la representación de mujeres en el parlamento es solo del 19%.
Otro aspecto insólito del citado informe es el hecho de que el riesgo de muerte por maternidad se ha incrementado en los países industrializados. En Suiza ha subido un 19%, en España un 23% o en Nueva Zelanda un 27%. La razón a esto no está todavía muy clara, aunque se cree que en EEUU puede deberse a los altos índices de obesidad, diabetes y problemas cardiovasculares. Otros, según el informe, apuntan a que cada vez las mujeres tienen hijos a una edad más avanzada, se recurren a los tratamientos de fertilidad, que dan lugar a múltiples nacimientos y hay un alto porcentaje de cesáreas.
Mientras en el tercer mundo sacar a los hijos adelante es un triunfo, en el viejo continente el problema es que ya casi nadie quiere tenerlos. El informe Déficit de natalidad en Europa. La singularidad del caso español, editado por la Obra Social La Caixa, desgrana algunas conclusiones. La edad para tener hijos se atrasa, generalmente debido a la incorporación de la mujer al mundo laboral y a su carrera profesional. Pero mientras en otros países europeos, una vez que las mujeres se deciden a tener descendencia suelen tener más de uno, España empieza a estancarse en el hijo único. Según el informe, las tasas más bajas de natalidad se centran en los países del sur, centro y este de Europa, mientras que los del norte y oeste, como Suecia, Francia, Reino Unido, Irlanda e Islandia, están ya muy cerca del nivel de remplazo, gracias a los generosos permisos de maternidad, paternidad y servicios de atención a la infancia. Se ha comprobado que las medidas destinadas a dar dinero a los padres, como el cheque bebé del anterior gobierno socialista, no animan a casi nadie a reproducirse.
El informe de La Caixa llega a la conclusión de que la igualdad de género es fundamental para aumentar las tasas de natalidad. “Si consideramos la “masculinización” de la vida de las mujeres, al menos en lo que a sus trayectorias profesionales se refiere, debería ser bastante obvio que las decisiones clave en relación con la familia dependerán de unas relaciones de género diferentes. Este razonamiento ya ha pasado a ser fundamental en la investigación sobre la fecundidad. La tesis de McDonald (2000; 2002) es que la fecundidad baja cuando las relaciones de género no consiguen ajustarse al nuevo rol económico de la mujer”, dice el documento para continuar más adelante, “la decisión de tener hijos en el mundo actual requiere una adaptación a los nuevos roles de la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado. Primero es preciso promover políticas favorables a la familia que permitan la conciliación de roles. Pero es probable que estas políticas no sean realmente efectivas a menos que no vayan acompañadas de una relación de igualdad dentro de las parejas”.
Consuelo León, directora del Observatorio de Políticas Familiares de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC) y coautora del libro La ambición femenina. Como re-conciliar trabajo y familia (Aguilar, 2004) junto a Nuria Chinchilla, reconoce que en España la conciliación es todavía un espejismo. “No tanto por la ley sino por las empresas, por una mala cultura directiva donde reina el presentismo en vez del trabajo por objetivos. Es necesario que acabemos con esta costumbre pero para ello sería muy deseable que a nivel político se cambiaran horarios de cierres de tiendas, de colegios, informativos… Una serie de medidas que forzaran al mundo laboral a replantearse sus tiempos. Además, la crisis y la precariedad hacen que muchas empresas abusen y sugieran a las madres tomarse permisos maternales más cortos de lo que la ley dispone o a no hacer uso del derecho de jornada reducida”. En septiembre la UIC acogerá el II Congreso Internacional Familia y Sociedad.
Un año más, la lista de lugares con mejores condiciones para la maternidad está encabezada por los países nórdicos. En el 2014 Finlandia, Noruega, Suecia e Islandia encabezan por este orden los cuatro primeros puestos y le siguen en el top ten Holanda, Dinamarca, España, Alemania, Australia y Bélgica.
El informe, que se elabora cada año, analiza 178 países en función de cinco factores: el riesgo de mortalidad materna, la tasa de mortalidad infantil en niños menores de cinco años, la media de años de educación a los que puede optar un niño, el PIB per cápita y la participación de las mujeres en el parlamento. El honroso séptimo puesto de España –que puede sorprender a muchos– se debe más que nada al elevado número de mujeres en el hemiciclo –un 37%–, la expectativa de años de educación –17 años– y las reducidas tasas de mortalidad materno-infantil –1 de cada 12.000 madres y 4,5 niños de cada mil–. A pesar de los recortes en los servicios sociales, en España la sanidad publica sigue estando asegurada para las embarazadas y sus hijos. En lo que suspendemos los españoles es en el PIB per cápita, que es uno de los más bajos del mundo desarrollado. Además, en nuestro país el 33% de los niños viven en riesgo de pobreza o exclusión social, un porcentaje que asciende al 45,6% en el caso de hijos de familias monoparentales. El PIB destinado a políticas de protección social en España es del 26,1%, el segundo más bajo de la Unión Europea.
En el extremo opuesto se encuentran los lugares con peores condiciones para la maternidad. Un nutrido grupo de naciones encabezadas por Somalia, la peor de todas, y seguido por República Democrática del Congo, Niger, Mali, Guinea Bisáu, República Centroafricana, Sierra Leona, Nigeria, Chad y Costa de Marfil. Todas pertenecen al continente africano y se consideran estados frágiles, lo que significa que fallan en cuestiones fundamentales y que no pueden proveer a sus ciudadanos de las necesidades y expectativas básicas. Además, casi todos estos países sufren o han sufrido conflictos bélicos, como Somalia desde el colapso de su gobierno central en 1991. El informe de Save the Children hace especial hincapié en el hecho de que las guerras, la fragilidad de las naciones y su especial vulnerabilidad ante los desastres naturales juegan un importante papel a la hora de determinar el bienestar de las madres y sus hijos.
En los países que ostentan el ranking de los peores escenarios para la reproducción, 1 de cada 27 mujeres está en riesgo de perder la vida por una causa relacionada con el embarazo o la maternidad; 1 niño de cada 7 muere antes de cumplir los 5 años; la vida educativa de los más pequeños tiene un promedio de dos a 10 años; tan solo un 15 % de los asientos del parlamento están ocupados por mujeres y 8 de cada 10 madres perderán un hijo a lo largo de su vida.
En el informe, EEUU aparece en un inesperado 31 puesto, por debajo de países como Grecia (20), Estonia (23) o Polonia (29). La razón de esta baja nota se debe a su deficiente sistema sanitario. El riesgo de muerte materna está en 1 de cada 2.400. Solo cinco países en el mundo desarrollado tienen peor cuota en esto: Albania, Latvia, Moldavia, Rusia y Ucrania. La tasa de mortalidad infantil antes de los cinco años es de 7,1 por cada 1.000. A pesar de que el 51% de la población norteamericana es del género femenino, la representación de mujeres en el parlamento es solo del 19%.
Otro aspecto insólito del citado informe es el hecho de que el riesgo de muerte por maternidad se ha incrementado en los países industrializados. En Suiza ha subido un 19%, en España un 23% o en Nueva Zelanda un 27%. La razón a esto no está todavía muy clara, aunque se cree que en EEUU puede deberse a los altos índices de obesidad, diabetes y problemas cardiovasculares. Otros, según el informe, apuntan a que cada vez las mujeres tienen hijos a una edad más avanzada, se recurren a los tratamientos de fertilidad, que dan lugar a múltiples nacimientos y hay un alto porcentaje de cesáreas.
Mientras en el tercer mundo sacar a los hijos adelante es un triunfo, en el viejo continente el problema es que ya casi nadie quiere tenerlos. El informe Déficit de natalidad en Europa. La singularidad del caso español, editado por la Obra Social La Caixa, desgrana algunas conclusiones. La edad para tener hijos se atrasa, generalmente debido a la incorporación de la mujer al mundo laboral y a su carrera profesional. Pero mientras en otros países europeos, una vez que las mujeres se deciden a tener descendencia suelen tener más de uno, España empieza a estancarse en el hijo único. Según el informe, las tasas más bajas de natalidad se centran en los países del sur, centro y este de Europa, mientras que los del norte y oeste, como Suecia, Francia, Reino Unido, Irlanda e Islandia, están ya muy cerca del nivel de remplazo, gracias a los generosos permisos de maternidad, paternidad y servicios de atención a la infancia. Se ha comprobado que las medidas destinadas a dar dinero a los padres, como el cheque bebé del anterior gobierno socialista, no animan a casi nadie a reproducirse.
El informe de La Caixa llega a la conclusión de que la igualdad de género es fundamental para aumentar las tasas de natalidad. “Si consideramos la “masculinización” de la vida de las mujeres, al menos en lo que a sus trayectorias profesionales se refiere, debería ser bastante obvio que las decisiones clave en relación con la familia dependerán de unas relaciones de género diferentes. Este razonamiento ya ha pasado a ser fundamental en la investigación sobre la fecundidad. La tesis de McDonald (2000; 2002) es que la fecundidad baja cuando las relaciones de género no consiguen ajustarse al nuevo rol económico de la mujer”, dice el documento para continuar más adelante, “la decisión de tener hijos en el mundo actual requiere una adaptación a los nuevos roles de la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado. Primero es preciso promover políticas favorables a la familia que permitan la conciliación de roles. Pero es probable que estas políticas no sean realmente efectivas a menos que no vayan acompañadas de una relación de igualdad dentro de las parejas”.
Consuelo León, directora del Observatorio de Políticas Familiares de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC) y coautora del libro La ambición femenina. Como re-conciliar trabajo y familia (Aguilar, 2004) junto a Nuria Chinchilla, reconoce que en España la conciliación es todavía un espejismo. “No tanto por la ley sino por las empresas, por una mala cultura directiva donde reina el presentismo en vez del trabajo por objetivos. Es necesario que acabemos con esta costumbre pero para ello sería muy deseable que a nivel político se cambiaran horarios de cierres de tiendas, de colegios, informativos… Una serie de medidas que forzaran al mundo laboral a replantearse sus tiempos. Además, la crisis y la precariedad hacen que muchas empresas abusen y sugieran a las madres tomarse permisos maternales más cortos de lo que la ley dispone o a no hacer uso del derecho de jornada reducida”. En septiembre la UIC acogerá el II Congreso Internacional Familia y Sociedad.