martes, 7 de enero de 2014

Ahorrando en petróleo y costos de salud: Bicisendas elevadas de Londres

A 137-Mile ‘Cycling Utopia’ Floating Above London’s Rail Lines


Image: Foster + Partners

Cars, buses, and rogue pedestrians are all conspiring against cyclists in congested cities, forever running them down, scaring them silly or simply getting in the way. It’s something designer Norman Foster — an avid rider — hopes to alleviate with a dedicated biking highway built above London’s rail lines.

The purely hypothetical but nevertheless amazing SkyCycle would stretch 137 miles in and around the city, accommodating as many as 12,000 riders per hour on a cycling superhighway 50 feet wide. The dream calls for 200 on- and off-ramps which, according to Foster + Partners’ estimates, means nearly 6 million people will live or work within 10 minutes of an entrance. Without all those cars to weave around and lights to stop for, travel times to and from work would be reduced by up to 29 minutes.

“SkyCycle is a lateral approach to finding space in a congested city,” says Foster. “By using the corridors above the suburban railways, we could create a world-class network of safe, car-free cycle routes that are ideally located for commuters.”

Putting aside the cost and difficulty of building a 137-mile highway above a working railroad — a point the folks at Foster + Partners sidestepped entirely — we will note that such a highway would be bike-friendly. The railway lines were built for steam trains, so the grades are minimal; the lines follow the natural contours of the land; and — most importantly — the space above them is underutilized, particularly in industrial areas. And according to the proposal, the elevated bike paths are also cheaper to build compared to traditional roads and tunnels. Not that there’s any space for new asphalt to begin with.

“SkyCycle is an urban cycling solution for London,” says Oli Clark, who brought the idea to Foster over two years ago. “[It's] a cycling utopia, with no buses, no cars and no stress.”

Dedicated cycling roads aren’t new, of course, and the bike-loving Danes went all-out with an 11-mile road specifically for riding and commuting. The road, built in 2012, even has air pumps along the way.

A raised platform for riders has been proposed in other cities. Way back in 1899, entrepreneur Horace Dobbins of Pasadena, California, joined former state governor Henry Harrison Markham to create the California Cycleway. The first 1.3-mile wood cycling structure was opened in 1900, connecting two hotels in Pasadena. The goal was to expand all the way into downtown Los Angeles, but the Cycleway was dismantled a few years later because it was so unprofitable. The land eventually got paved over to create the Pasadena freeway. Blame Ford’s Model T.

The SkyCycle design team is trying to raise money for a feasibility study that includes a four-mile route between Stratford and the Liverpool Street Station. That section alone is estimated to cost £220 million. If it works out, Foster believes SkyCycle could be a reality within two decades.

lunes, 6 de enero de 2014

Distorsiones en los cambios desesperados en el impuestos a las ganancias

Se agravan las inequidades y distorsiones en el pago del Impuesto a las Ganancias
Los cambios de 2013, que seguirían vigentes en 2014, provocan saltos en la escala del tributo que suben la carga fiscal aunque no mejore el poder adquisitivo. 

iProfesional


El 2013 dejó un esquema con mayores distorsiones en el Impuesto a las Ganancias que pagan las personas que trabajan. Más aún: las modificaciones decididas por el Gobierno -que continúan vigentes en 2014 mientras no haya otros cambios- son un terreno en el que brotarán más inequidades mientras no se dispongan correcciones.
Así, por ejemplo, hoy ya quedan al margen del tributo trabajadores que perciben ingresos más altos que otros que sí resultan gravados y con tasas elevadas. Además, las alzas salariales -que por lo general no son más que recomposiciones para compensar la inflación- siguen provocando "saltos" de escalones dentro de la tabla que define qué alícuota se aplica, lo que eleva la obligación impositiva sin que exista mejora del poder adquisitivo.
La carga fiscal sobre las personas podría sumar un nuevo factor de desequilibrio, según advierten los tributaristas, con las modificaciones a la manera en que se cobra el impuesto sobre los bienes personales, previstas en el proyecto de ley en estudio que anunció el jefe de la AFIP , Ricardo Echegaray.
En cuanto a Ganancias , un tema fuertemente cuestionado es que los dos cambios hechos en 2013 (sendas subas del piso salarial desde el cual se tributa) se dispusieron con vigencia a partir de marzo y de septiembre. Es decir, los descuentos que los empleadores van aplicando a los sueldos se hacen en función de los ajustes anunciados a partir de esos meses, pero sin que se haya corregido la base sobre la que se aplicaron retenciones en los períodos previos. Sin embargo, el impuesto es, según la ley, de cálculo anual y no mensual.
Respecto a la liquidación final de Ganancias que se hace en febrero César Litvin, presidente del Instituto Tributario, señala a La Nación: "Para esa liquidación, falta que la AFIP determine el monto anual de las deducciones [que definen cuál es el ingreso gravado], que no puede ser otro que el último monto mensual establecido a partir de septiembre, multiplicado por 12".
Si se dispusiera tal medida, se estaría reconociendo que hubo, en los primeros meses del año, pagos en exceso de los contribuyentes. Eso llevaría a ajustes hacia abajo en el monto final e implicaría la devolución de todo lo descontado a quienes entre enero y agosto tuvieron salarios brutos de no más de $15.000, ya que el último cambio dispuso dejar a ese grupo exento de gravamen.
Pero ésa no parece ser la idea de la AFIP, que en su momento ya afirmó que los cambios no son "retroactivos" a enero, dando lugar a una interpretación novedosa: el año quedaría dividido en tres segmentos respecto de los ingresos alcanzados. "La ley es clara al indicar que el año fiscal comienza el 1°de enero y termina el 31 de diciembre -contrapone a la visión oficial Guillermo Pérez, CEO del Grupo GNP-. Por lo tanto, deben considerarse las últimas modificaciones a partir del 1° de enero." Si eso no ocurre, Pérez anticipa que son probables las presentaciones judiciales, "no sólo a nivel fiscal, sino que algunos empleados podrían reclamar ante la justicia laboral que el sueldo abonado no fue íntegro".
Una disposición que provoca desigualdades injustificadas es la de haber eximido del impuesto, sin límite de tiempo, a quienes no tuvieron ingresos mensuales de más de $15.000 entre enero y agosto. "Los que ganaban menos que esa cifra, si luego tuvieron un aumento y hoy cobran más, ahora no pagan Ganancias y se ven beneficiados en relación con quienes, por ejemplo, ganaban antes 15.500 pesos", dice Litvin.
"Alguien que comienza a trabajar con un sueldo de $14.000, que no tuvo empleo en los primeros ocho meses de 2013, pagará Ganancias", describe Sergio Toledo, gerente del departamento de Impuestos de S&A. Esa situación, de hecho, se daría siempre que el salario neto sea de más de $6.938,70 (solteros) o de $9.597,60 (casados con dos hijos). Es una consecuencia de la misma medida que dejó liberado del impuesto quizás al propio jefe de ese nuevo empleado, aun cuando hoy cobre un salario mayor. "Hay incluso casos de quienes cobraron a fin de año gratificaciones extraordinarias por altos montos y no pagaron Ganancias", agrega el tributarista al matutino.
Para Flavia Melzi, directora de la carrera de contador público en la Universidad Abierta Interamericana, los cambios fueron un parche en un año electoral, y ahora es necesario "volver al origen", lo cual implicaría disponer un piso salarial que tenga que ver con la cobertura de las necesidades de las familias; ajustar los ingresos tope de cada escalón de la tabla que fija alícuotas progresivas, para evitar los "saltos" por subas nominales de salarios; actualizar el valor de las deducciones y poner en práctica el artículo de la ley que dispone un índice para ajustar periódicamente el esquema del impuesto. "Se puede discutir si usar el índice que está en la ley (precios mayoristas) o si cambiarlo por un índice salarial o el de movilidad jubilatoria; lo importante es que se aplique", señala Melzi.
En un escenario inflacionario, si no se disponen esos ajustes, advierte Litvin, además de acentuarse las distorsiones, "cada vez más operarios, encargados de edificios, peones rurales y otros trabajadores de remuneraciones medias engrosarán la lista de contribuyentes al impuesto, sin tener auténtica capacidad económica" que lo justifique. A eso se suma que quienes contribuyen, concluye, "no ven un Estado eficiente en la prestación de servicios esenciales".


La neuroeconomía de hacer lo correcto

¿Qué nos impulsa a hacer lo correcto?
Una mirada a la investigación cerebral reciente sobre donaciones voluntarias frente a evitar el castigo

Consider un establecimiento preescolar promedio, que termina cada día con los padres yendo a recoger a sus niños. Pero hay un problema: Un puñado de padres llegan habitualmente tarde. La escuela envía una nota, instando a la puntualidad: "Por favor sea considerado de nuestro maravilloso personal que, después de un largo día de cuidar a sus hijos, están cansados ​​y quieren volver a casa", etc.

Esto funciona con algunos padres, pero todavía hay tardíos crónicos. La escuela se convierte finalmente en punitiva. Los padres que llegan tarde comienza a recibir una multa añadidas a la factura de la matrícula. ¿Qué sucede? Contra toda lógica aparente, aumenta la incidencia de tardanzas.

He visto el equivalente en el mundo académico. El personal de la facultad hace ciertas tareas de forma espontánea, ya que son buenos ciudadanos departamentales. Algunos lo hacen un montón, otros son vagos, pero las cosas se hacen. A continuación, un administrador pronuncia que este acto voluntario se requiere ahora que se haga X veces al año. Los vagos que habían estado haciendo menos de X ahora hacen lo necesario X. Pero los que solían hacer algo más que X a su vez hacen X también.

Los padres que están constantemente tarde a recoger a sus hijos de edad preescolar podrían enfrentar multas añadidos a la factura de la matrícula , pero el castigo no parece frenar su comportamiento. Getty Images

Estos efectos paradójicos se producen debido a la introducción de la pena re-clasifica el comportamiento. Un acto que una vez que te hizo un hombre de integridad ahora lo convierte en un administrador hoy. Cuando una mano autoritaria impone un piso de "al menos", los destinatarios del edicto a menudo la convierten en un techo de «como máximo». Llegar tarde a la escuela preescolar antes de la imposición de multas y eras  un desconsiderado. Llegar tarde después y ahora sólo estás incurriendo en otro gasto preescolar.

Resulta que haciendo lo correcto voluntariamente es muy diferente de hacerlo para evitar el castigo. Una investigación reciente revela incluso una base en el cerebro para esta distinción.

En un experimento, un participante en un juego económico se le da dinero. En la primera ronda, ella elige si desea compartir nada de eso con otro participante anónimo. En el segundo, se hace la misma elección sabiendo que el otro jugador puede castigarla después si se siente infeliz. No es de extrañar, la cantidad compartida aumenta, y la magnitud de ese aumento indica el grado de "cumplimiento de la norma inducida por la sanción."

Antes el trabajo de imágenes cerebrales ha demostrado que dicho cumplimiento se asoció con una mayor actividad en una región del cerebro llamada la corteza prefrontal lateral derecha (rLPFC). Esto fue realmente interesante, ya que la corteza prefrontal está involucrada en el control de impulsos y posponer la gratificación.

Pero esto era sólo una correlación entre la activación rLPFC y cumplimiento de la norma inducida por la sanción. Reportando en la revista Science, los investigadores de la Universidad de Zurich tomaron las cosas un paso más allá, en realidad el control de la actividad en el rLPFC mediante el uso de la estimulación transcraneal de corriente directa. En función de la polaridad de la corriente utilizada, pueden activar o inhibir la región del cerebro con el simple accionamiento de un interruptor.

Cuando se activa el rLPFC en los sujetos, el cumplimiento de la norma inducida por sanción - se incrementó, cuando inhibieron la rLPFC, ocurrió lo contrario. La alteración de la actividad rLPFC no cambió cómo los participantes punitivas prevé otro jugador sería en respuesta a su oferta, sino que simplemente ha cambiado el grado de cumplimiento de la amenaza del castigo.

Los investigadores también fueron capaces de demostrar que se trataba de un acto social. Manipulando el rLPFC no cambiaba el comportamiento cuando la gente jugaron contra un equipo "preprogramado para responder de la misma manera que un ser humano."

¿Qué pasa con las donaciones voluntarias? El escenario preescolar sugiere que no se incrementaría con la estimulación del rLPFC. Circuitos neuronales diferentes estaría involucrado. Fundamentalmente, no solo estimular la rLPFC no aumentaría el intercambio voluntario, sino que lo disminuiría (y, a la inversa, la inhibición de la rLPFC la aumentaría).

Einstein dijo una vez que no se puede preparar de forma simultánea para la guerra y la paz. Hay algo similar aquí. Esta región clave del cerebro no puede pedirle al mismo tiempo para hacer lo correcto porque es lo correcto y porque de lo contrario te vas a conseguir su culo pateado.

Wall Street Journal

domingo, 5 de enero de 2014

¿Suiza hacia un comunismo real?

¿Habrá un comunismo real en Suiza?

Suiza está considerando introducir la ley de la renta básica universal. Garantizaría un pago mensual por parte del Estado de unos 2.800 dólares a cualquier ciudadano mayor de edad y unos 700 dólares a cada niño.



Será un monto que el Gobierno del país pagará sin condición alguna a cualquier ciudadano, tenga o no un trabajo e independientemente de su situación económica general. El pasado 4 de octubre los impulsores de la iniciativa entregaron más de 126.000 firmas a favor de organizar un referéndum nacional sobre el tema a la Cancillería Federal del país. Desde el año 1981, los suizos tienen el derecho de solicitar un referéndum sobre cualquier tipo de cuestión si logran recaudar 100.000 firmas. Los resultados tienen efecto legislativo. Ahora, las autoridades tienen 5,5 años para organizar la votación nacional, aunque los activistas pronostican que el referéndum podría tener lugar ya en 2014.

En caso de aprobarse la iniciativa popular, el proyecto costará al presupuesto estatal unos 200.000 millones de francos suizos por año (unos 224 millones de dólares), casi un tercio del PIB, según calcula el diario 'Neue Zürcher Zeitung'. Sin embargo, los promotores del proyecto aseguran que esta suma no es un problema para el país, que gasta unos 70.000 millones de francos anuales (78.000 millones de dólares) en subsidios sociales. Argumentan que con la introducción de la renta básica universal (RB), el sistema burocrático —que hoy en día es necesario para decidir a quién otorgar la ayuda estatal y a quién no— dejará de existir, lo que liberará recursos adicionales.

Aseguran, además, que la RB permitirá hacer más atractivos los trabajos poco populares y mal pagados. Insisten en que un mínimo mensual garantizado no privará a la gente del deseo de trabajar, ya que la mayoría trabaja porque ve importante lo que está haciendo y siente que la sociedad valora positivamente su labor. Acentúan que la RB aumentará la productividad, ya que todo el mundo se dedicará al trabajo que realmente le guste, dejando aparte las prioridades materiales: no tendrá miedo de cambiar de trabajo y experimentar. Además, la gente tendrá más tiempo para educar a los niños y prestar asistencia a los familiares enfermos.

RT Actualidad

sábado, 4 de enero de 2014

50% de inflación implícita en Argentina, según Hanke

El ideólogo de la Convertibilidad afirma que la Argentina esconde una inflación de casi el 50%
El economista Steve Hanke elabora un índice propio que considera el mercado de dólar paralelo para determinar el real aumento general de precios




El economista Steve Hanke, que en 1989 conoció al ex presidente Carlos Menem y, algunos años después, le propuso crear una caja de conversión para paliar la inflación que vivía la Argentina (la Convertibilidad que Domingo Cavallo ejecutó), está de regreso.
El analista estadounidense, de la Johns Hopkins University y Cato Institute, elabora un índice que mide la "real" inflación que esconden los países con tipos de cambio paralelos. La Argentina aparece en la lista con una inflación implícita que ronda el 50%, en la última actualización a fines del año pasado. 
Según su "Troubled Currencies Project" (proyecto de monedas en problemas), en el país hay una inflación "escondida" del 48% anual mientras que el Gobierno sólo admite algo más del 10%. Los datos que toma son el tipo de cambio del mercado paralelo y la tasa de inflación en EE.UU.
No obstante, el caso de la Argentina no es el peor de la muestra. También existen mercados paralelos del dólar en países como Venezuela que escondería un aumento general de precios del 261% según el trabajo de Hanke cuando oficialmente el gobierno de Nicolás Maduro admite un 54%. Siria, Corea del Norte y Egipto completan la lista con tipos de cambio paralelos que esconden tasas de inflación mayores a las oficialmente publicadas.
"Para los académicos, el término 'moneda en problemas' podría ser un término técnico. Pero para las personas que se enfrentan a esa divisa, saben reconocerla cuando lo ven. Hoy en día, este es el caso para millones de personas en todo el mundo, sobre todo en Irán, Corea del Norte, Argentina, Venezuela, Egipto y Siria", escribió Hanke en Business Insider.
"Una moneda con problemas es una en la que los usuarios han perdido la confianza. Cuando los usuarios ya no creen que una moneda mantendrá su poder adquisitivo, tratan de cambiarla por una moneda extranjera estable (o materias primas). A medida que la demanda de la 'moneda con problemas' se evapora, su valor frente a las monedas extranjeras estables se colapsa, y los precios de los bienes y servicios que se venden en la moneda con problemas se disparan", explica en declaraciones consignadas por Infobae.
"Mientras se desarrolla este proceso, las expectativas sobre la capacidad de la moneda para mantener su poder adquisitivo se deterioran, y un ciclo fatal sobreviene", alerta el ideólogo de la Convertibilidad.

viernes, 3 de enero de 2014

La penetración móvil en África llega al 80%

African mobile penetration hits 80% (and is growing faster than anywhere else)



John Koetsier

We tend to have certain paradigms about the “developing world” and the “developing world,” including Africa. Including, of course, media-fed images of Africa as a place of almost irredeemable poverty, deprivation, and pain.
Many of our paradigms are, of course, illusions.

A new report on the African telecommunications market highlights that mobile penetration in Africa hit 80 percent in the first quarter of this year, and is still growing at 4.2 percent annually. That’s faster than anywhere else in the world, the report says, and the 54 countries of Africa are, after Asia, the world’s second-largest market.
Which means that today, more than eight in ten Africans have a mobile phone.
In part, that’s driven by a massive reduction in the costs of owning a mobile phone: The average revenue per user for telecom companies has dropped 80 percent between 2001 and 2011. Economies of scale have taken hold now as the basic infrastructure has been built out, and more competition by independent (not state-owned) telecoms has driven down prices.
That’s good for Africans, of course, and good for the market in the long term as well. And there’s still a lot of room to grow, of course.
Most mobile connections — 62.7 percent, or almost two thirds — are basic 2G voice and SMS services, the report says. Of the remaining third, about 27 percent have access to 2.5G for low-speed data, and just 11 percent have 3G access — never mind LTE.
As more and more infrastructure is built, however, data services and connection speeds are increasing. Data revenue for telecoms has grown 67 percent in the key African countries of South Africa, Kenya, and Nigeria in the past few years. And while smartphones are cost-prohibitive for some, current penetration is at 20 percent and are project to grow fast — almost 600 percent in Nigeria alone by 2017.



jueves, 2 de enero de 2014

La deuda de tarjeta de crédito hace una vida apretada

I Have A Six-Figure Salary, Yet I'm Still In Financial Trouble

Holly Michaelson




A few weeks ago I spent a quiet weekend at home. While I should’ve been relaxing—cooking, reading, enjoying my beautiful apartment after a busy week of traveling for work—I was totally stressed. That’s because there was a huge pile of bills on my dining room table, and I couldn’t shake the sinking feeling that I couldn’t pay them.
Here’s the kicker: I should be able to pay these bills. I’m a pharmacist making $100,000 a year. But over the course of the last year, I’ve racked up nearly $14,000 in credit card debt. I hadn’t told a single soul about this debt until this particular Saturday night. I knew it was time to come clean to someone, so I called my mom, who came straight over.
“Ooooh, that’s not good,” she said, when I confessed exactly how much debt I was in.  But she also wasn’t totally surprised. My mom and I were in a car accident a year and a half ago, so she knew I was facing some serious medical bills. When I told her the debt was due to more than those costs, she gave me some great advice: “Tomorrow morning, go through every single one of your expenses,” she told me. “Then figure out what’s necessary and what’s not. Doing that will help you get a handle on this.”
The next day, I sat at my desk and did just that. Netflix? Goner. All those premium cable movie channels? Canceled. Two online dating accounts? Done-zo. (I’m done with online dating on a few different levels, but that’s another story.) Nights out in New York City with my girlfriends? Not for a while.
What I realized very quickly was that I was spending around $300 a month (and sometimes more) on stuff I just didn’t need. I thought I could afford a certain lifestyle given my income. I also felt like I deserved all of these extras. After all, I work my butt off. I should be able to treat myself! But what I saw when I took a detailed look at my expenses was that I was being excessive, and while giving up Netflix was a good start, I was going to need to do more to get out of debt.

Why Credit Cards Used to Scare Me

In 2009 I graduated from Duquesne University in Pittsburgh with a pharmaceutical degree. I chose to do a six-year doctorate program right from the start, as I always knew I wanted to be a pharmacist. My parents told me they’d pay for four years of college, and anything else would have to be my responsibility. So I accrued about $70,000 in student loans during those last two years of pharmaceutical school.
When I got out of college, I did a post-doc fellowship at Rutgers University in New Jersey, where I worked as an adjunct professor and spent 75% to 80% of my time working on cardiovascular drug development at Merck. My annual salary was $40,000 my first year, and that climbed to $43,000 my second year. I deferred my student loans, but still tried to pay some of that debt off when I could.
My rent was around $1,500 a month, and since I was living about 40 minutes outside New York City, the cost of living was pretty expensive. That meant my budget was tight. At times, I found myself calling my parents saying, “Hey, can you help me out?” But I never got into debt. I had a credit card with a low credit limit, but I was terrified to use it. I didn’t want to get into the kind of situation I’m in now.
“I was still at a steady pace of charging around $1,000 a month. When I started seeing the amount of debt I had, I freaked.”
After my post-doc, I continued working for Merck as a medical writer, and the money was awesome; they were practically throwing it at me. I was making $110 an hour, which I calculated to be around $280,000 a year. Even though I decided the money didn’t make up for how much I hated the job—I wasn’t using any of the skills or knowledge that I went to school for—it was a great experience, and one that allowed me to start my own consulting practice. So I quit that job and started a medical writing consulting business, and I was making good money while I looked for another job.
Then, in June 2012, my mom and I were in a car accident. We were driving on a four-lane highway, and a car in the opposite lane made a left-hand turn on a red arrow. My mom, who was driving, had no time to stop, so we T-boned the other car. At first, we
thought our injuries were minor enough, even though my mom’s car was totaled.
When we got to the hospital, my mom was treated for burns on her legs from the airbags, and I was experiencing shoulder and back pain. But a couple months after the accident, my back pain persisted. I went to chiropractors and physical therapists and tried all kinds of treatments to feel better, but I couldn’t shake the feeling that something was off.

How I Began Getting Into Debt

While I was dealing with these symptoms, I actually got a call from a recruiter and landed the job I have now. I love it, and at $100,000 a year, I’m compensated well. However, a couple weeks after I started, my back pain got worse, and sure enough an MRI showed serious problems: I had a herniated disc, as well as a shattered disc in my lower spine that was causing nerve damage (and resulting pain that shot down my legs).
My doctors told me that my only option was surgery to remove the pieces of my shattered disc that were causing the nerve issues. Since I was self-employed at the time of the car accident, my current insurance wouldn’t pay for all of my medical expenses. (I was insured when I was self-employed, but that coverage wasn’t great.)
To cut a long, fighting-with-insurance-companies story short, I ended up with more than $200,000 in medical bills after my back surgery, and insurance only covered about 60 percent of that. Which meant I was receiving big medical bills that I just couldn’t afford. That’s what led me to apply for a credit card in the first place.
Since my salary was so high, my credit limit was high—around $14,000. I started using my card to pay down some of the most pressing doctor’s bills, but I never thought I’d get close to the limit. I also paid $25,000 in medical expenses out of my savings, and hired an attorney to work with me on getting my insurance companies to pay for some of the remaining $25,000. But then, I started using the card for more than medical bills. I started using it to pay for groceries. Then I started using it when I found a cute lamp or rug for my apartment.
It turns out all of the little purchases I made—even ones that were on sale and were actually a screamin’ deal—added up just as quickly as if I’d bought a few big-ticket items. When I was in spending mode, I didn’t realize what was happening. Now that I have distance from my spending spree, I can see how quickly and easily the debt grew.

Why I Spent the Way I Did

It’s interesting to really look at why you spend money. For starters, I think I was spending more than I otherwise would because I was down about my injuries. After my surgery, I spent a good bit of time flat on my back recovering. I put on weight, which didn’t help me feel any better. So while I wasn’t interested in buying clothes, I did buy a lot of nice things for my apartment.
I also had this sense that I could afford everything. After all, my salary was so high. Of course I could afford to furnish my apartment with the nicest things. What’s more, I grew up with a certain standard of living. My dad is in real estate and my parents live in a pretty affluent area, and I want my life to be similar in many ways. Even though I’m renting, I was able to paint and decorate. I wanted my home to be comfy, cozy and to project a certain lifestyle. I wanted it to be something I could be proud of.
Finally, I felt like because I was working so hard for the money I was earning, I deserved all of these nice things. This created a perfect storm for me to spend like crazy without really taking stock of where my money was going.

My Get-Out-of-Debt Plan

That same weekend I spent stressed-out about my growing pile of bills, I seriously considered opening up another credit card. That’s when I said to myself, “Wait, what?! You’ve already dug yourself into a hole,” and called my mom.
For a few months I hadn’t been able to pay the minimum balance on the card I had, and I was still at a steady pace of charging around $1,000 a month. When I saw the amount of debt I had on my card, I freaked.
Now my spending freeze has set me on a plan to pay down my debt quickly. My goal is to put $800 to $1,000 a month toward my balance. I don’t go out for dinner nearly as much as I used to, and I pack my lunches almost every day. I’m also committed to keeping extraneous expenses to a minimum. Sure, it’s hard not to go out to dinner and then to a club in the city with my friends, but this goal is more important to me right now. I’m also paying about $400 a month toward my student loans, and I’m investing 5% of my salary into a 401(k).
I’m glad I confided in my mother; she checks in with me on how I’m doing, and is such a good sounding board. If I’m shopping and see something that would be cool in my place, I’ll call her and say, “I know I shouldn’t spend money on this.” And she validates that, reminding me of how good I’ll feel when I’m out of this debt.
On the upside, I’m sure this experience will change my spending and savings habits forever. Once I have this card paid off and don’t have this umbrella of debt hanging over me, I’m going to feel amazing. And I’ll be even more committed to doing everything possible to never carry a credit card balance again.

Business Insider

Journales de Economía: B a E

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miércoles, 1 de enero de 2014

Oro que me hiciste mal... y sin embargo te quiero

Gold just had its worst year since 1981
By Matt Phillips @MatthewPhillips 


Gold still makes a lovely helmet. Reuters/Bogdan Cristel

Alas, it seems like gold bugs have given up on the arrival of the long-awaited, Weimar-style hyper-inflation in US.

The dawning realization has sent futures prices for the precious metal down a bit more than 28% this year, to just above $1,200 per troy ounce. And that’s made itone of the worst assets to own this year. (Yes, some commodities such as corn (-39%) and silver (-35%) have done even worse.)

Barring a year-end rally of remarkable proportions tomorrow, this is going to be the worst year for gold since 1981, when the metal tumbled more than 30%.




Of course, inflation was a real thing back in the early 1980s. And gold’s crash in 1981 coincided with maverick Fed Chairman Paul Volcker’s effort to stamp it out. Volcker’s cure was costly. By jacking up the Federal Funds rate to a nose-bleeding 20%, he sank the economy into a deep recession.
The rationale behind the recent surge of gold prices was far more specious. Inflation-focused investors argued that the Federal Reserve’s recent effort to push new money into the economy by buying bonds—known as quantitative easing—would inevitably set off a spiral of inflation.

It hasn’t. In fact, inflation is only of concern right now because it is too low, consistently undershooting the US central bank’s stated goal of about 2% a year. Here’s a look at the Fed’s favorite inflation gauge:



And now that the Fed has announced its plan to start trimming its bond purchases—the long-awaited taper—it seems like investors are finding an even tougher time justifying owning the metal.

On the other hand, don’t feel too bad for the gold bugs. This year will be the first time since 2000 that gold has actually had a down year. And between the end of 2008 and gold’s peak in August 2011, the metal had surged 113%. If gold bugs didn’t lighten up on their holdings then, they have no one to blame but themselves.

martes, 31 de diciembre de 2013

¿Por qué no estudiar abogacía en USA?

Este triste gráfico de flujo hilarante le convencerá de no ir a la Facultad de Derecho
Erin Fuchs

Un abogado de Connecticut llamado Samuel Browning ha creado un diagrama de flujo masivo de la lista de todos los terribles razones que la gente quiere ir a la escuela de leyes en estos días.

Esa carta se basó en el libro "No vaya a la Escuela de Derecho (A menos que)", de Paul Campos, que esboza las pocas buenas razones para obtener un doctorado en leyes en el mercado actual. Matt Leichter publicó el diagrama de flujo en su Law School Tuition Bubble blog, y él y Browning nos han dado permiso para publicarlo aquí.

Como puede ver, la carta de Browning pudo contener la mayor parte de los aspirantes abogado incluso de tomar el LSAT. Compruébalo por ti mismo:



Business Insider