sábado, 9 de noviembre de 2013

Radiografía de la empobrecida clase media

Radiografía del consumidor "gasolero": 10 tips que definen a la clase media frente a las góndolas
Antes se hablaba de compradores compulsivos y oportunistas. Ahora, se dice que los argentinos son "busca promos" pero también han modificado, en los últimos tiempos, algunas actitudes y preferencias a la hora de los gastos. Qué opinan los expertos. Hasta qué punto encuadra usted en este perfil. iProfesional



Los argentinos se han convertido prácticamente en expertos a la hora de las compras. Leen etiquetas, eligen los envases que más les convienen, evitan tentarse y se fijan con qué plástico les viene mejor pagar para obtener más beneficios.
Acostumbrados a ser víctimas de las fuertes subas de precios en el supermercado, los consumidores conocen muy bien cuál es la manera de adaptarse a un escenario en cual la cautela y la racionalidad son las claves para cuidar el bolsillo. Y más aún en un momento en que la inflación -de acuerdo con consultoras privadas y el índice del Congreso- ronda el 24 por ciento.
Es en este contexto en el que "los consumidores no esperan los aumentos de precios ni se quedan quietos. Van en busca de oportunidades", explica Juan Manuel Primbas, country manager de la consultora epecializada en consumo Kantar Wordpanel.
En este sentido, el experto puntualiza que los argentinos aprovechan:
• Las "básicas", que son las que se asocian con productos que implican un menor desembolsoy están estimuladas por el uso de las promociones y rebajas.
 Las "de valor", como son los viajes de placer al exterior o la compra de automóviles, que son percibidos como una inversión.
Así, la actitud "oportunista" se presenta como el resabio que quedó de dos años atrás cuando el consumo atravesaba un mejor momento que el actual, aclara el consultor Guillermo Oliveto, director de W consultora, y se lo caracterizaba como "oportunismo compulsivo" porque se adquirían productos que no siempre eran imprescindibles.
Pero los tiempos han cambiado y del viejo "binomio" sólo quedó vigente el término"oportunista", mientras que hoy la "compulsión" por las compras brilla por su ausencia.
"Estamos viendo que el argentino sigue siendo un aprovechador de beneficios, que busca sacar el máximo rédito de los descuentos que se le ofrecen", destaca en diálogo con iProfesionalEmiliano Schwartz de la consultora Tomadato.
En tanto, para Ignacio Amodei quien es director de trade de la firma CCR: "La gente trata como puede de defender su poder adquisitivo".
Y esta intención se hace evidente en el supermercado donde el cuidado del peso se traduce en un comportamiento concreto.
De esta manera, explica a iProfesional Adrián Kittner desde eConsultora, "la actitud en las góndolas se vuelve más racional". Y agrega que los argentinos "estudian los productos y se fijan cuánto contienen".

Diez señales

Esas son sólo algunas de las características que definen el perfil "gasolero" de los consumidores argentinos. Según los analistas, existen distintos "tips" que los "retratan" y ellos son:
en consumo detectan una serie de comportamientos que dan cuenta de que la "actitud gasolera" está presente a la hora de recorrer las góndolas.
Según los expertos, estos son algunos de los síntomas de en la actualidad, reina la cautela:

1. Prefieren los formatos de cercanía para no "tentarse"

Los almacenes de barrio y supermercados chinos son las opciones preferidas para no llevar nada de más en el carrito.
Sucede que estos formatos cuentan con la ventaja de que ayudan a ahorrar tiempo y dinero.
Estos espacios son ideales para realizar compras más restringidas y racionales ya que, como lo explica Amodei, "en los fomatos de cercanía los argentinos evitan algunas tentaciones".
Sin embargo, en la dura batalla por ganarle a la competencia, las grandes cadenas de supermercados no quisieron quedarse atrás y supieron adaptarse a este escenario.
De hecho, indica Amodei, en el último tiempo "crecieron mucho las bocas de cercanía impulsadas por los retailers". Es el caso de "Changomás" (la opción chica de Walmart), "Coto mini" (de la firma homónima) y "Carrefour Express" (uno de los formatos pequeños que ofrece la cadena).

2. Valoran y aprovechan las promociones

Ésta es una característica clásica de los "buscadores de oportunidades" que se vio acentuada en el último tiempo a partir de la intención de los argentinos de no abandonar sus gustos pero, a su vez, no gastar una fortuna.
"Los consumidores no quieren perder su hábito y, por eso, aprovechan todas las ofertas que pueden", apunta Schwartz.
En tanto, Adrián Kittner señala que "este comportamiento se profundizó en el último tiempo" para luego agregar que los beneficios más valorados por los consumidores son:
• Los descuentos que algunos supermercados brindan en la segunda unidad.
• Las promociones sobre los congelados que salen los fines de semana.
• Las rebajas que ciertos retailers ofrecen para la compra de lácteos.

3. Cuantas más cuotas, mejor

El esquema de cuotas es un beneficio que, indudablemente, seduce a los argentinos. Y esto es así, aun cuando el costo de abonar en varios pagos sea igual a cero.
En este sentido, Kittner remarca que actualmente "los supermercados suelen ofrecer hasta 3 cuotas sin interés y un promedio de 6 cobrando por ello".

4. Eligen envases que les permiten ahorrar

A pesar del impulso con el que se venían imponiendo los envases de tamaño "XS", muchos consumidores advierten que volvieron a las góndolas los olvidados paquetes de formato "familiar".
La razón: los argentinos se cuidan más y, en algunas ocasiones, edeciden desembolsar más dinero y llevarse un packaging más grande, en tanto represente un precio menor por unidad. De esta manera, sienten que "hacen negocio".
En este punto, Kittner afirma que los consumidores "se llevan los que rinden más porque, en promedio, les sale más barato".

5. Se preguntan si lo que compran es indispensable y calculan gastos

Después de años de acostumbrarse a darse los gustos en el supermercado, las familias se han vuelto más racionales a la hora de tomar un producto y meterlo en el changuito.
"Hoy son más selectivas en cuanto a la cantidad de mercadería que se llevan porque miden más los gastos del súper", destaca el ejecutivo de eConsultora.
Inclusive, agrega, cada vez son más los que tratan de "ajustar" sus compras a una planificación previa: "La gente hace un estimativo de lo que va a gastar e intenta no alejarse mucho de ese número".

6. Ya no descartan las segundas marcas

Si bien todavía no se puede hablar de un paso generalizado a las segundas marcas, el rechazo a los productos que no son de firmas líderes va cediendo espacio frente al cuidado del bolsillo.
Y esto se advierte particularmente en algunas categorías puntuales. Principalmente, "en productos enlatados, lácteos y artículos de perfumería", enumera Kittner.

7. Son menos fieles a una cadena en especial

Mientras que años atrás era habitual la fidelidad de los consumidores hacia una determinada cadena, en la actualidad, los argentinos alternan distintas opciones en sus compras según cuál sea la que les ofrezca un mayor beneficio cierto día de la semana.
Al respecto, Amodei destaca que "la gente suele combinar entre distintos puntos de venta".

8. "Inspeccionan" las etiquetas

Los especialistas consultados por iProfesional aseguran que, en los últimos tiempos, los consumidores se volvieron "expertos" en analizar las etiquetas de los artículos.
A pesar de que muchos advierten que las mismas están cada vez menos a la vista y, en ocasiones, sus datos son confusos, una vez que las encuentran, los compradores empiezan a "inspeccionar" puntillosamente la información que contienen para saber si realmente "les conviene" ese producto.
"Ahora analizan en detalle la etiqueta antes de decidirse a comprar", señala Schwartz.

9. Miran más los precios "por kilo"

Una clara señal de la cautela es que los argentinos están más alerta frente a las posibles "trampitas" que las marcas puedan "tenderles" para tentarlos con productos más costosos.
Por este motivo, apunta el ejecutivo de Tomadato, los consumidores "intentan evitar confundirse con el packaging".
Y una de las mejores maneras de hacerlo es prestando atención no sólo al valor de cada artículo, sino también al precio por kilo, lo que les permite realizar una mejor comparaciónentre las opciones disponibles en las góndolas.
Así lo confirma Kittner: "La gente se fija cada vez más cuál es el contenido de la mercadería y su valor por kilo".

10. Ya no adelantan consumo

Atrás quedaron aquellas épocas en las que, para ganarle a la inflación, los argentinos compraban de antemano todo aquello que podían.
Hoy, en cambio, cuidan más el bolsillo y ya no es tan habitual ver los changuitos cargados de mercadería pensada para ser consumida durante varios meses.
Así lo explica Schwartz: "Ya no se compra tanto por anticipado por más de que la inflación siga siendo alta".
En la misma línea, el consultor apunta que el "stockeo" deja de ser un hábito corriente, producto de que hoy los compradores prefieren llevarse lo justo y necesario.

Humor: ¿Quién paga la fiesta del crecimiento?

La ola de crecimiento económico...
Ejecutivos corporativos: "Los beneficios crecen! Mis compensaciones se han duplicado! Mirenme!!! Camino sobre el agua"
Asalariados: "Los salarios están planchados... Mi poder de compra se está encogiendo. Ni siquiera floto en el agua"      

viernes, 8 de noviembre de 2013

El igualitarismo sueco mata al hombre

Uh Oh. Sweden’s Not the Egalitarian Paradise of Your Work-Life Balance Dreams. 

By Jessica Grose

Prince Daniel of Sweden is expected to hold his daughter, Princess Estelle, while working at the same time. It's a lot.
In the United States, work-life balance is stubbornly framed as a women’s issue. Though there is some notable male push back, the public discussion always seems to focus on uber-moms of the SandbergMayer and Slaughter variety. Part of the reason the discussion happens that way in the U.S. is that there is no paid maternity leave, which many believe leads to a more difficult work/life integration for women. Why can’t we be more like Sweden?! is the rallying cry—that egalitarian paradise, where moms AND dads have the most generous parental leave in the world. But how does that explicit, nationwide Swedish commitment to gender equality play out for parents in the workplace?
A new study published in the journal Work and Occupations tries to answer that question. Authors Leah Ruppanner and Matt L. Huffman look at individuals in 31 countries around the world—including Sweden and the U.S.—to see how male and female workers in different cultures report what they call “nonwork-work” interference and “work-nonwork” interference. “Nonwork-work” interference is when family demands impinge on your job; “work-nonwork” interference is when work demands spill over into your family time.
Here’s where things get interesting. Swedish men report more “nonwork-work” and more “work-nonwork” interference than Swedish women do. So they’re more likely to feel that the demands of their families spill over into their jobs and the demands of their jobs spill into their family time. In the U.S., the results are more gendered. Men report that their job responsibilities are more likely to interrupt their home life, while women report their home responsibilities are more likely to get in the way at work.
I asked Dr. Ruppanner, a sociology professor at the University of Melbourne, why Swedish men are so stressed by the conflicting demands of work and family. Because of Sweden’s commitment to gender equality at a state level, “Swedish men may not be able to opt-out of childcare responsibilities while at work,” like men in the U.S. or say, Turkey do, Dr. Ruppanner wrote  in an email. Swedish women may take a harder line on making their male partners contribute at home because they feel they have societal support.
Men still make more money than women do in Sweden, and so their jobs are seen as more important for a family’s bottom line, hence the work spillover into family life. And though there is a great deal of leave available to Swedish men—men and women in Sweden get a combined 480 days of parental leave at 80 percent of their salaries but with a cap; two months are just for moms, and two months are just for dads; the rest of the leave can be allocated between the parents any way they choose—women still take 75 percent of the parental leave allocation. So when kids are young, men are generally working more, but also expected to do a lot at home. (U.S. dads: You still want to be more like Sweden?)
Sweden has half the equation down, with a structure that demands accountability from dads. But men’s higher status at the workplace is a double-edged sword for them. Yes, they make more money, but they also have more stress. This is a reason for Swedish men to embrace an even more radical feminism, actually: If their wives

Si Suecia tiene estado del bienestar, ¿por qué tiene tantos multimillonarios?

Why Does Sweden Have So Many Billionaires?

High taxes and a generous welfare state are no barrier to Nordic riches.
By Matthew Yglesias

H&M's main shareholder Stefan Persson, avatar of Nordic cuddly capitalism.
America is a land of billionaires, boasting five of the 10 richest people on the planet as of the most recent Forbes 500 list. Then again, we’re a large country, and in per capita terms, we lag behind several smaller states. Many of these—like world leader Monaco (No. 1 per capita, with three billionaires in a population of 35,427)—are true micro-nations, or else they’re St. Kitts and Nevis (No. 2, one billionaire, population 53,051): more of a vacation destination for the rich and less a place where people actually go to earn a fortune. But one country stands out on the list: Sweden (No. 12, 14 billionaires, population 9.56 million).

No single Swede comes close to the epic wealth of a Bill Gates or a Warren Buffett. But Stefan Persson, the chairman, main shareholder, and former longtime CEO of H&M, leads a roster of Swedish billionaires who outpace the U.S. (No. 14) on a per capita basis. In part this is just a bit of a funny coincidence—it’s a fairly small country, after all—but the fact that a famously left-wing country like Sweden can be so rich in billionaires is telling and important.
That’s because a billionaire isn’t just a guy with a well-paying job. To reach that level of stratospheric riches, you probably either need to start a big, successful company or else inherit one from someone who did. And however much people care about inequality, almost every place on Earth would like to be the kind of place where successful new firms are born and raised. The good news about Sweden is that it’s exactly that kind of place. High taxes go to finance cheap health care and education, an excellent system of public transportation, and relatively generous subsidies to low-income households that keep the poverty rate and inequality low. But they haven’t stopped Swedish entrepreneurs from building giant firms like H&M, Ikea, and Tetra Pak.
This reality cuts against a recent critique of the Nordic social model from Daron Acemoglu, James Robinson, and Thierry Verdier that was popular in right-of-center circles. The authors contrasted American-style cutthroat capitalism with Nordic-style cuddly capitalism as two social systems that are compatible with high levels of GDP per capita. The cuddly Nordic system might be better for human welfare, they said, but the American system is better for the world. Their reasoning was that high levels of inequality create financial incentives for innovation; cuddlier nations don’t have those incentives. The authors test this rather schematic model empirically by showing that the U.S. files more patents per capita than any of the egalitarian Nordic countries.
That’s fine, except patents aren’t innovation—counting them up tells you more about a country’s patent policies than about the number of good ideas its people are coming up with. Lots of things that get patented are completely trivial. Or where they’re not trivial, they often aren’t very innovative—Amazon’s infamous 1999 patent on one-click shopping, for example, only looked innovative to the U.S. Patent and Trademark Office because the whole Web still seemed so new at the time. Nobody owns a patent on brick-and-mortar checkout procedures like “have the customers wait in line until a register is free,” because patent law didn’t use to be as promiscuous as it is today. Conversely, lots of important innovations such as “affordable Scandinavian modern design” aren’t patentable.
At the same time, while Scandinavian success stories show that great companies can be born and innovate amid generous welfare states, they do have some cautionary tales for left-wing thinking. The Swedish tax code was substantially reformed in 1990 to be friendlier toward capital accumulation, with a flat rate on investment income. Sweden has no taxes on inheritance or residential property, and its 22 percent corporate income tax rate is far lower than America’s 35 percent. Even after spending cuts by the current center-right government, the Swedish public sector is still about half the total economy (much higher than here), but the taxes that finance it fall more heavily on consumption and less on business investment than in the U.S.
Sweden also has a relatively lightly regulated economy. There are rules about public health and environmental protection, of course. But Sweden is arguably further down the neoliberal path of dismantling purely economic regulations than the U.S.  In Stockholm, for example, taxi fares are completely unregulated and for-profit charter schools are common. All things considered, international surveys rank Sweden as a place where it’s easy to do business. Within the U.S., surveys show that licensing rules rather than tax rates are the main driver of local business-friendliness.
It’s much the same in the international context. Regulations that prevent firms from growing big and putting other companies out of business are widespread in many countries, and harm both economywide living standards and billionaire production. France, for example, is considering a ban on free shipping of books to protect its small bookstores from the depredations of Amazon—protections that numerous American retailers in the book industry and beyond would no doubt appreciate. And here in the U.S., the arcane, three-tier liquor distribution system and baroque car dealership rules similarly prevent the most efficient firms from growing and putting the others out of business.
This kind of protectionist regulation has an obvious appeal to incumbents, and the small-business owners it protects are often more sympathetic to it than the wannabe billionaires who’d like to see these rules dismantled. But letting the best firms thrive and grow is what creates both vast fortunes and at least the possibility of broadly shared prosperity. If those parameters are in place, even high taxes and generous social welfare benefits don’t stop great businessmen from building great businesses—or even amassing great sums of money. 
Slate

jueves, 7 de noviembre de 2013

Concentración industrial corporativa

10 Corporations Control Almost Everything You Buy — This Chart Shows How



(Click to enlarge)
Ten mega corporations control the output of almost everything you buy; from household products to pet food to jeans. 
According to this chart via Reddit, called "The Illusion of Choice," these corporations create a chain that begins at one of 10 super companies. You've heard of the biggest names, but it's amazing to see what these giants own.  
Here are just a few examples: Yum Brands owns KFC and Taco Bell. The company was a spin-off of Pepsi. All Yum Brands restaurants sell only Pepsi products because of a lifetime deal with the soda-maker. 
$84 billion-company Proctor & Gamble — the largest advertiser in the U.S. — owns companies that produce everything from medicine to toothpaste to high-end fashion. P&G reportedly serves a whopping 4.8 billion people around the world with their products.
Nestle — famous for chocolate, but which is the biggest food company in the world — owns shampoo company L'Oreal, baby food giant Gerber, clothing brand Diesel, and pet food makers Purina and Friskies. 
Unilever, of soap fame, produces everything from Q-tips to Skippy peanut butter. 
And it's not just the products you buy and consume, either. In recent decades, the very news and information that you get has bundled together: 90% of the media is now controlled by just six companies, down from 50 in 1983, according to a Frugal Dad infographic from last year.

It gets even more macro, too: 37 banks have merged to become just four — JPMorgan Chase, Bank of America, Wells Fargo and CitiGroup in a little over two decades, according to this Federal Reserve map. 
The nation's 10 largest financial institutions hold 54% of our total financial assets; in 1990, they held 20%. As MotherJones reports, the number of banks has dropped from more than 12,500 to about 8,000. 

(Click to enlarge)
The numbers are stark, and the charts visualize the mind-bending reality. This is the world we live in.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Shiller: ¿Se viene una revolución en mercado de hipotecas estadounidense?

ROBERT SHILLER: We May Be On The Verge Of A Revolution In The US Housing Market



Robert Shiller, one of three American scientists who won the 2013 economics Nobel prize, attends a press conference in New Haven, Connecticut, October 14, 2013
.


Private equity giant Blackstone has been a massive force in the U.S. housing market, buying up thousands of foreclosed homes and converting them in to rental properties.
Yesterday, the FT's Tracy Alloway and Anjili Raval reported that Blackstone will launch a "novel security" this week that will pay investors with the rental income coming from these properties.
This caught the attention of newly-minted Nobel Prize winner and housing markets guru Robert Shiller, who Tweeted that this could "mark a revolution."
We reached out to Shiller for more color.
"I am excited to hear about this new possibility," he responded.
Shiller told us he believes this would provide the market with more current and accurate pricing information, thus making the housing market much more efficient.
"My first thought is that this securitization might develop the markets further, and that the two markets might support each other," he added.
"On a deeper level, regardless of its impact on the futures market, if the REO to rental securities take hold, and become liquid, it may increase the efficiency of the market for single family homes," he added. "That market has been extraordinarily inefficient, as [Karl] Case and I showed in an American Economic Review article 25 years ago. Momentum persists for years. That would all change if professionals could really play a liquid market, and did so on a large scale."
Housing market derivatives are not news to Shiller. In 2006, Shiller and Case collaborated with S&P and the Chicago Mercantile Exchange to launch a futures contract on single-family homes.
"That contract is still going today, though weakly, see homepricefutures.com, a site maintained by John Dolan," he told us.
Indeed, these contracts sound like a good idea in theory, but in practice they haven't been very successful.
"[T]here may be difficulties actually finding a market for these securities, as there was for the securitization of shared appreciation mortgages (SAM) in the 1990s," said Shiller.
Those SAM mortgages occurred when a lender agreed to receive a lower interest rate in exchange for a percentage of the appreciation of the house at the time of sale. They failed to catch on because, when they were first proposed in the U.S. in the late 90's, no one was worried about price declines, according to Harvard Business School's Robin Greenwood and Luis Viceira.
Reuters' Adam Tempkin reported last week that prospective investors pitched by Blackstone were fairly receptive to the new security, although they apparently had some concern about whether Blackstone had enough "skin in the game," as well as overly optimistic "broker price opinions," or BPOs, of current home values.
Given that Shiller has recently said he's starting to see signs of another bubble, it may be in everyone's interest to increase efficiency as soon as possible.


Business Insider



Ford: La producción en serie que cambio al Mundo

La invención del trabajo en cadena

El 7 de octubre de 1913, en una fábrica de Detroit, nació la primera línea de montaje, una innovación que pronto se extendió a toda la industria estadounidense y creó un modelo de abundancia para el siglo XX.

Por LE MONDE


Tiempos modernos . “El hombre que pone una pieza no la fija. El que pone un perno no pone la tuerca. El que pone la tuerca no la atornilla”, escribió Henry Ford en 1922.
Un vasto paralelepípedo de ladrillos rojos con ventanas tapiadas es todo lo que queda de la fábrica Ford de Highland Park, en Detroit, que a principios del siglo XX fue la más grande del mundo. Sólo un cartel minúsculo en el que se lee “Cuna del Modelo T” (el legendario auto fabricado por Ford desde 1908) da cuenta de un pasado industrial tan rico como ido: “Aquí Henry Ford inició en 1913 la producción en masa de automóviles en una línea de montaje (…) que pronto se extendió a toda la industria estadounidense y creó un modelo de abundancia para el siglo XX”.
Difícil de imaginar que en este lugar ruinoso, el 7 de octubre de 1913 nació laprimera línea de ensamblaje automatizado. Henry Ford tuvo la idea al visitar, cuando era adolescente, los mataderos de Union Stock Yards en Chicago. Los cuerpos de los animales desfilaban en carros delante de los carniceros, que permanecían quietos.
Ya cuando lanzó el Ford T, Ford tenía la obsesión de la eficacia. Quería “un automóvil para las masas”. Por entonces, Olds, Dodge, Chevrolet, Buick y la propia Ford libraban una fuerte competencia para llegar a producir un coche de menos de 1.000 dólares. Ford fue el primero que lo logró y la cadena de montaje consolidó su avance.
“El hombre que pone una pieza no la fija(…) El hombre que pone un perno no pone la tuerca (…) El hombre que pone la tuerca no la atornilla(…) Todo está en movimiento en el taller(…) Nadie tiene que moverse ni levantar nada”, describe Ford en su autobiografía Mi vida y mi obra, de 1922.
“Si cada uno de los 12.000 operarios se ahorra diez pasos por día, entre todos se ahorran 75 kilómetros de energía malgastada”, calcula el fundador de la automotriz, quien no sabe que acaba de inventar el fordismo: el trabajo en cadena, sumado a una estandarización de los productos, permite una mejora de la productividad que es en parte reintegrada al trabajador. A cambio de la aceleración de los tiempos, la gente puede esperar acceder al sueño del auto propio y a la clase media.
“Esta modalidad de producción, fuertemente inspirada en las teorías de Frederick Taylor, por quien Ford profesaba una gran admiración, da trabajo a los obreros menos calificados, aumenta la producción y baja el precio de venta”, subraya el historiador André Kaspi. Hasta entonces, el promedio de tiempo para ensamblar un chasis era de 12,5 horas.
La cadena de montaje móvil baja ese tiempo a 1 hora 33 minutos.
En un año, la producción se duplica, sin que cambie la dotación de obreros. Y el precio del auto no deja de caer: de 825 dólares en 1908 a 490 en 1914, y a 290 en 1924. Es casi el precio de un caballo. Y como Ford paga sueldos tres veces más altos que sus competidores –unos 5 dólares diarios– sus obreros pueden convertirse en los primeros clientes de la automotriz.
Revolucionario, el concepto de fordismo tarda un tiempo en generalizarse. La industria del armamento comienza a aplicarlo durante la Primera Guerra mundial. André Citroën equipa su planta de armamento del 15º distrito de París con una cadena móvil para elevar la producción de sus famosos obuses de 75 mm. Al terminar la guerra, reconvierte el lugar para ensamblar automóviles.
Las otras automotrices de Europa, como Peugeot o Renault, estiman que no hay mercado masivo en el Viejo Continente y que no hay razón para modificar sus métodos de producción artesanales.
En EE.UU., la generalización de la línea de montaje es meteórica. Pero Ford, preso de una estandarización excesiva, tardará en hacer evolucionar su modelo industrial.
Alfred Sloan, presidente de General Motors, comprendió pronto que no alcanzaba con producir en serie sino también poder proponer variedad para atraer a una clientela que se agrandaba y sofisticaba sus deseos. Logró hacer desfilar sobre una misma línea de montaje modelos con carrocería y terminaciones diferentes. “Desde este punto de vista, podemos decir que es Sloan quien inventa la plataforma, la base de toda la industria automotriz moderna”, señala Loubet.
Taiichi Ono, inventor del toyotismo, va a complejizar un poco más el proceso al hacer rentables las series de producción chicas gracias al sistema just in time , que reduce aún más el costo de producción. La cadena ajusta su producción al volumen de órdenes, lo que permite reducir los stocks.

Aniversario de la producción en serie de Ford


Se cumple un siglo de Fordismo

Ford Motor Company celebra los 100 años de la línea de montaje, que inauguró una nueva forma de producción industrial en todo el mundo.
Por Gaston Leturia





Ford Motor Company celebra los cien años de la línea de montaje, el sistema de ensamblado introducido por Henry Ford que revolucionó la industria a nivel mundial. Introducida un 7 de octubre de 1913 en la planta de Highland Park, dio origen al proceso de producción en serie caracterizado por una notable reducción en el tiempo y los recursos empleados.

Cuando Henry Ford comenzó a fabricar automóviles a comienzos del siglo XX, la tecnología de vanguardia de la época estaba representada por carros tirados a caballo que trasladaban las carrocerías mientras que los equipos de producción realizaban el ensamblado sobre caballetes y rotaban de una estación a otra. Si bien la entrega de piezas estaba cronometrada, había demoras y el proceso era ineficiente.

Rodeándose de expertos de diversos campos, la visión y el liderazgo de Henry Ford le permitieron crear las condiciones necesarias para que su equipo lleve adelante las innovaciones requeridas en la planta de producción que condujeron a la incorporación de la línea de montaje móvil.

Los ingenieros construyeron el sistema a lo largo de un espacio abierto en la planta donde ubicaron un torno y una cuerda tendida sobre el suelo. Durante la jornada, 140 ensambladores se posicionaron a lo largo de una línea de 150 metros para instalar las piezas en el chasis que fue movilizado por el suelo usando el torno.

Las horas-hombre que demandaba la producción de cada vehículo se redujeron en más de una docena, requiriendo menos de 3 horas-hombre para finalizar cada unidad. La primera optimización en el proceso productivo ocurrió en enero de 1914 cuando la cuerda fue sustituida por una cadena que aportaba mayor seguridad.

Los resultados de la producción en masa fueron inmediatos y significativos. En 1912 Ford Motor Company produjo 82.388 unidades del Modelo T cuyo precio de venta era de US$ 600. En 1916, la producción del modelo T se elevó a 585.388, en tanto que su precio cayó a US$ 360.

El Fordismo nació en la fábrica de Henry Ford y se extendió a otras industrias en todo el mundo. Al poco tiempo de su adopción, las pequeñas empresas de automóviles que producían sólo unos pocos cientos de unidades al año ya trataban de instalar líneas de montajes móviles para optimizar sus procesos de fabricación.

Siguiendo la visión innovadora de su fundador, Ford Motor Company ha sabido mantener vigente el espíritu emprendedor que inspiró a Henry Ford a transformar la industria para producir vehículos accesibles que inauguraron un nuevo estándar en cada uno de sus segmentos.





deautos.com

martes, 5 de noviembre de 2013

Pasar álgebra avanzada está correlacionado con mejor desempeño académico

Will Studying Math Make You Richer?

A Fed study says yes. You should be smart enough to be skeptical—especially if you studied math.
The Atlantic

Students who advance further in high school math have higher wages and are less likely to be unemployed, according to a new study from the Cleveland Fed. So when Noah Smith and Miles Kimball say there is a "math person" in all of us, listen up.



The study shows that advancing past Algebra II correlates strongly with finishing high school, graduating from college, and thriving in the workforce. Here's your money chart, with "low-math" students to the left and "high-math" students to the right. 
This finding (relatively simple as it is, since Algebra II isn't particularly advanced) sits comfortably with a 2001 finding that more-advanced math courses in high school went on to get higher levels of education.
Before you run out to petition your local government to require each graduating high school student to become a calculus pro, I should warn that even the economists behind these reports are cautious about their implications. "It would be a mistake to require all students take calculus," say Heather Rose and Julian R. Bett, the authors of the "Math Matters" paper whose key graph is excerpted above. First, it's not clear our high schools have the teachers necessary to meet that demand for calc. Second, if we force highly advanced math courses on all students, we might be encouraging some students to drop out while the struggling students who remain encourage teachers to water down the work required to complete those courses.
Furthermore, to preempt the inevitable comment-section remark, correlation is not causation. The fact that advancing in math is tied to better labor outcomes could mean all sorts of things, including, but not limited to:
(1) It's causation, plain and simple: Math totally makes you rich. Do you want to be rich? Study math. It will give you skills for which you will be rewarded with higher wages in practically every industry, because math skills are inherently valuable and having them make you more valuable. 
(2) Relax, it's just correlation: Taking lots of math is a sign that you're a smart student, and smart students tend to earn more money, whether or not they love math. As Peter Coy puts it:
It could be that people take more math in high school because they’re smarter than classmates who go equally far in their education, are harder working, or both. They succeed in their careers because of those qualities, not because they know that the derivative of cos(x) is -sin(x)."
(3) It's a little bit of both: Within the pool of smart kids, those who take lots of math tend to want, or are eventually drawn to, the kind of jobs with high wages, and smart kids who take lots of English classes (e.g.) tend to want, or are eventually funneled toward, jobs with lower wages, even if they're just as "smart." 
This is the most complicated interpretation, but also the one that maps onto my personal experience. Students who show an interest in math and related fields are often drawn into an orbit of higher-paying job opportunities, like finance and consulting. That means that, if you're smart, it does matter whether you take advanced math courses, inasmuch as higher-paying jobs in finance, consulting, marketing, accounting (you know, business) require math skills, while other jobs in government, non-profits, and journalism, are populated by decently smart people who (a) aren't trying to maximize their income and (b) wouldn't have been helped much with math in their current jobs. In other words, the "math-->riches" equation is a little bit of causation and a little bit of correlation.
Update: (4) The underlying variable is income: Students from higher-income families in higher-income areas (who are more likely to get into better colleges and have access to well-paying jobs) are more likely to go to well-funded schools that compete for the best and brightest students, which means they're more likely to not only offer calculus but also build a culture of calculus-takers staffed with good teachers to make the material accessible.

Política económica sociopática

¡Qué mal gasta Cristina los impuestos altísimos que cobra!

La presión tributaria se duplicó pasando de 20% (2002) a 40% (2013)... y no le alcanza al kirchnerismo, que gasta más y más y más. Pero un dato significativo es que, a pesar del aumento en la presión tributaria y el incremento del gasto público (vía emisión monetaria), la Argentina es uno de los países de la región que menos gasta en inversión pública: 2.8% del PBI en 2012, 6ta. en el ranking de Sudamérica. El gasto en inversión pública a nivel nacional 33% del gasto en subsidios, explicó el Instituto para el Desarrollo Económico y Social Argentino, con datos gubernamentales.


Es necesario un nivel de inversión pública superior al 3% del PBI sólo para mantener el inventario de capital invariable. A modo de ejemplo se podría mencionar que para reproducir el proceso de desarrollo de economías asiáticas como ocurrió en Corea del Sur, hace falta mantener ratios de inversión pública producto en torno al 5% del PBI durante varias décadas: Economía & Regiones.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Idesa). El aumento del peso del gasto del Estado es una de las características salientes de la economía argentina durante los últimos años. La participación del Estado en la economía se puede apreciar tanto por el lado de los ingresos como por el lado del gasto.
 
Por el lado de los ingresos, la presión tributaria total se duplicó en el período 2002 / 2013, pasando de 20% (2002) a 40% (2013). El Gobierno Nacional la aumentó casi 17 puntos porcentuales en el período, pasando de 16.5% (2002) a 33.3% (2013), mientras que la presión tributaria provincial subió 3.2 puntos porcentuales, de 3.4% (2002) a 6.6% (2013)
 
El aumento de la presión tributaria le permitió al Gobierno Nacional recaudar en forma extra1 mas de US$300.000 millones entre 2003 y 2012. El incremento de la presión tributaria no se convirtió en ahorro, ya que el resultado fiscal se fue deteriorando año tras año desde 2004 a la fecha.
 
Por el lado del Gobierno Nacional, en los últimos años el gasto creció por encima de lo que aumentaba la presión tributaria y los ingresos fiscales. El Gobierno Nacional “consumió” 5 puntos porcentuales del producto, ya que se pasó de un superávit fiscal de 2.6% (2004) a un déficit de 2.5% (2013) del PBI.
 
El escenario provincial es similar al nacional, aunque más atenuado. El deterioro fiscal provincial no llega a 2 puntos porcentuales en términos del producto. Las provincias pasaron de un superávit financiero de 1% (2004) a un déficit de 0.5% (2013) del PBI. Es más, en los últimos 2 años se verificó una tenue mejora del resultado fiscal, con un déficit que se redujo de 0.8% (2011) a 0.7% (2012) y 0.5% (2013).
 


En definitiva, el resultado fiscal se deterioró tanto a nivel nacional como provincial, ya que el aumento del peso relativo del gasto en términos del producto superó al incremento de la presión tributaria. En la esfera nacional el peso relativo del gasto primario en relación al producto se incrementó 15.1 puntos porcentuales, pasando de 16.9% (2002) a 32% (2013). A nivel provincial, el gasto primario subió 5.4 puntos porcentuales, incrementándose de 10.4% (2002) a 15.8% (2013).
 
A pesar del aumento en la presión tributaria y el incremento del gasto público en los 2 niveles de gobierno, Argentina es uno de los países de la región que menos recursos destina a la inversión pública. 
 
Dentro de un ranking de 17 países evaluados de América Latina, Argentina ocupó el puesto 11 en materia de inversión pública en relación al PBI en 2012.
 
De acuerdo con las estadísticas de Cepal, la inversión pública en Argentina ascendió a 2.8% del PBI en 2012, ubicándose 6ta. en el ranking de Sudamérica, superada por: Ecuador (10.5%), Bolivia (9.9%), Perú (6.3%), Uruguay (4.4%) y Colombia (4.3%).
 
Es necesario un nivel de inversión pública superior al 3% del PBI sólo para mantener el inventario de capital invariable. A modo de ejemplo se podría mencionar que para reproducir el proceso de desarrollo de economías asiáticas como ocurrió en Corea del Sur, hace falta mantener ratios de inversión pública producto en torno al 5% del PBI durante varias décadas.
 
La inversión pública mantiene bajo peso relativo dentro de la estructura del gasto, tanto a nivel nacional como provincial. En el período 2003/2013 la inversión pública promedió 3.6% del gasto primario nacional y 10.9% de las erogaciones primarias provinciales.
 
Este insuficiente gasto en inversión pública (sobre todo) a nivel nacional queda más expuesto cuando se lo compara con el gasto en subsidios. En 2005 el sector público nacional gastaba lo mismo en inversión pública que en subsidios. Por el contrario, en los últimos 3 años, el gasto en subsidios triplica el gasto en inversión. Puntualmente, en 2013 el gasto en subsidios ascendería a $ 125.000 millones, triplicando la inversión pública nacional de $42.327 millones.
 
En pocas palabras, el actual nivel de inversión pública en Argentina es insuficiente, no sólo para iniciar un proceso de desarrollo económico sustentable de largo plazo, sino también para mantener el stock de capital constante; por ende no debería sorprendernos el deterioro evidente de los servicios públicos.